Sentimiento y emoción
La palabra sentimiento se utiliza frecuentemente dentro de la cultura popular, aunque no parece que exista una definición clara que delimite qué es exactamente un sentimiento.
Si buscamos su significado en el pasado, encontramos que el término sentimiento procede del latín sentiré, que significa pensar, opinar o percatarse (Sánchez, 2009). En la actualidad, la RAE en su primera acepción cita “acción y efecto de sentir o sentirse”. Esa definición es algo ambigua o insuficiente, por lo que nos vamos a la segunda acepción la cual es más precisa: “estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente” (Martínez de Sousa, 2012).
Una vez llegados a este punto. ¿Qué papel juegan las emociones en los sentimientos? ¿Son diferentes sentimiento y emoción? La respuesta es afirmativa
En esta tabla se ejemplifica las principales diferencias:
Tabla 1 (adaptada de gsdl.bvs.sld.cu)
Respecto a la emoción, ésta procede también del latín, de la palabra emovere que significa agitar, así como de emotio-onis en referencia a un estado anímico y su expresión física (Sánchez, 2009).
La propia evaluación de nuestro estado emocional permite que se genere un sentimiento más duradero en el tiempo. Es aquí donde entra en juego la cognición humana, en el que el pensamiento (entre otros) modela a la emoción para darle un significado. Por tanto, tal y como dijo Damasio (1996), se puede ver cómo las emociones preceden al sentimiento o, visto de otra forma, cómo los sentimientos son el resultado y no la causa de las emociones.
Esto queda reflejado claramente en cómo dos personas reaccionan de forma diferente ante una misma situación agradable o estresante y, como suele ser habitual en psicología, lo difícil que es la predicción en torno a qué emoción o sentimiento va a generarse ante una situación determinada.
Sin embargo más que predecir, lo que concierne en la actualidad es la propia regulación de las emociones. La certidumbre actual en psicología es el papel tan crucial que juega la comprensión emocional y su correcta gestión, como antesala a nuestro sentir humano.
Referencias Bibliográficas
Damasio, A. R. (1996). El error de Descartes: La razón de las emociones. Barcelona: Crítica
Martínez de Sousa, J. (2012). Diccionario de usos y dudas del español actual. Madrid: Vox.
Sánchez A (2009). El valor de la inteligencia emocional. Jaén: Formación Alcalá.
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