Cuando bajo la escalera me repito sin cesar: ¡Buenos días! ¡Buenas tardes! ¡ !Hola, buenas! Y… ¿qué tal? Y si nadie me contesta , ¿de qué sirve saludar? Es por las buenas maneras, los modales nada más. Cuando llego hasta la cebra con mi derecho a cruzar, el del coche, que no para encima me mira mal.
Creo que no son modales ni maneras de tratar, que todos necesitamos algo más de urbanidad en el trato de familia de transporte y vecindad. “Por favor, ¿me deja paso o también se va a bajar? Muchas gracias, muy amable”. Nos solemos comportar en esos casos contados con finura singular.
Sencillez es lo que cuenta, mucha naturalidad. Con un poco de paciencia y algo de amabilidad… Irás haciendo el canelo por toda la sociedad. Porque eso sólo se lleva en el plano comercial, donde toda la elocuencia el trato y cordialidad van de seguro orientados para obligarte a comprar.