Dame la mano, amor, que no podemos descansar todavía. Tendrás que recorrer conmigo el tiempo; mira cuánta distancia hasta la nieve, cuántos copos de tierra para olvidar los ojos del pasado y encontrar el mañana con un beso en la boca.
Ya sé que estás herido; que te fatiga atravesar la noche y tienes miedo de que, al final, nos aguarde tan sólo la tristeza.
Ya sé que te rendiste muchas veces al sol que deshidrata todos los corazones; pero yo te he salvado trayendo un fresco arroyo hasta tus venas.
Si no puedes con todo te llevaré en los brazos. Has visto que soy fuerte y que puedo arrasar todo el abismo.
Mataré los jaguares si se atreven a acercarse a nosotros. Antes de que emprendiéramos el viaje cogí todas las armas que tú me regalaste y me mentalicé para la lucha.
Puedo con el desdén de las anémonas, con la desilusión de todos los reptiles, con la envidia mortal del aguacero.
Apóyate en mi hombro. A mí nada me agota, ni siquiera la lluvia...
"De este largo viaje hacia la lluvia"
MARÍA LUISA MORA ALAMEDA
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