El síndrome del impostor
¿Alguna vez sientes que de alguna forma eres un fraude? A pesar de los éxitos en tu vida -tus buenas notas, tus logros profesionales, la cantidad de elogios que recibes a diario- ¿alguna vez tuviste la sensación de que eventualmente te desenmascararán como un impostor? Este sentimiento es sorprendentemente común, y es conocido como el Síndrome del Impostor.
A pesar de la evidencia en sus logros, aquél que sufre el síndrome del impostor está continua e internamente desmereciéndolos, bajo el pensamiento de que en realidad está engañando a todos y por lo tanto corre el riesgo de ser desenmascarado. Éste tipo de personas le atribuye su éxito a factores ajenos, tales como la buena suerte.
Dicho síndrome prevalece mucho en estudiantes, que sienten que con el correr del tiempo serán descubiertos como fraudes intelectuales. Sin embargo, éste fenómeno usualmente ocurre con profesionales muy exitosos. Una explicación parcial podría ser que a medida que progresamos en cierta área, más nos volvemos conscientes de las limitaciones de nuestro conocimiento y habilidades. Algunos estudios psicológicos han sugerido que dos de cada cinco personas se consideran a sí mismas impostoras en algún momento de sus vidas.
Si bien suena a que se trata de un problema de baja autoestima, de acuerdo a Valerie Young, una experta que desarrolla programas profesionales sobre el tema, el síndrome del impostor es más que un simple caso de inseguridad, más complejo que simplemente simular algo hasta lograrlo. Usualmente crónico, se relaciona mucho más al campo de los logros y a un sentimiento constante de inmerecimiento de éxito.
Ésto evidentemente resulta en un gran problema, porque puede impedir que gente muy exitosa siga progresando. Young identifica dos problemas principales: "Si lo permiten, el síndrome del Impostor puede reprimir a las personas, haciendo que tengan miedo de ir por mejores puestos". También dice que "Otros se sacrifican muchísimo, trabajando de forma ardua y más que el resto, mientras que de forma secreta están convencidos que si fueran más inteligentes no tendrían que trabajar tan duro". Como mencionamos antes, un factor al que se le suele atribuir el éxito es a la suerte, creyendo que de no haber sido por ciertas circunstancias, alguien más talentoso estaría en sus lugares.
Por suerte, siempre hay maneras de lidiar con ello. Las personas que se sienten impostoras, usualmente tienen expectativas demasiado altas respecto a ellas mismas, casi utópicas, también problemas de perfeccionismo, y la convicción de que no deberían estar esforzándose en lo absoluto. Por eso siempre hay que recordar que los errores no son necesariamente una prueba de ineptitud, sino oportunidades para aprender y mejor. Verse a uno mismo objetivamente es sin duda la mejor forma de lograr deshacerse del sentimiento de fraude. Al mirarnos a nosotros mismos como si fuéramos otra persona, lograremos ver quiénes realmente somos y por qué estamos donde estamos.
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