Si vivo sólo para el dinero me afectará mucho los cambios en la economía. Si mi vida no es mía, me afectará lo que hagan los dueños de mi vida. Si me preocupo nomás de lo material, podrán herirme las cosas materiales. Pero si no anhelo tener más dinero del que necesito, otros serán los que se preocupen por el dinero. Si tengo vida interior, mi vida propia, nada podrá contra ella la torpeza ajena. Si mis ojos miran más allá de las cosas materiales, éstas se volverán irrelevantes. Ojos y boca tengo, corazón y manos, sueños e ideales. Nada de eso me quitó la devaluación. Y lo más importante, vivo contínuamente enamorado de la vida, y no se cotiza en dólares mi amor.
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