La temperatura y la estación pueden afectar nuestra capacidad crítica y nuestra productividad.
Los
cambios climáticos y estacionales afectan sin duda alguna nuestras
dinámicas sociales y nuestros hábitos de pensamiento; pero tal vez la
incidencia climática sea más determinante que un simple cambio en la
dirección del viento.
En el 2012 un grupo de investigadores de Harvad y la Universidad de
Carolina del Norte condujeron un estudio sobre trabajadores de banco en
Japón; hallaron que el mal clima, curiosamente, volvía a los
trabajadores más productivos, midiendo el tiempo que les tomaba realizar
cierta tarea repetitiva durante un día lluvioso y un día soleado. El
estudio encontró que en días de buen clima la productividad laboral caía
estrepitosamente.
Para
tratar de comprender por qué ocurría esto implementaron otro
experimento, esta vez sobre estudiantes de Harvard. De manera aleatoria
y antes de comenzar su día de trabajo eran seleccionados para dos
actividades: a algunos se les mostraban seis fotografías de actividades
al aire libre, como un picnic o andar en bicicleta, y a otros se les
pedía que describieran sus propias rutinas diarias.
Los
investigadores encontraron que los participantes fueron menos
productivos cuando observaban las fotografías; la conclusión que
extrajeron de ello fue que los estudiantes que miraban las imágenes de
actividades al aire libre tenían mayor dificultad de concentrarse en su
trabajo, y se desviaban a pensar lo que les gustaría estar haciendo
afuera.
Un estudio similar encontró
que la humedad durante el verano de hecho puede reducir nuestra
capacidad de concentrarnos y la disponibilidad de energía que tenemos.
La percepción de cansancio y sueño también aumentó en los participantes,
e incluso las altas temperaturas parecen responsables de reducir
nuestra habilidad para pensar críticamente: a mayor temperatura, menor
la respuesta de los participantes para cuestionar la lógica de una
argumentación.
Sin embargo, la temporada veraniega (al menos en el hemisferio norte) es también donde la gente tiene unamayor percepción de felicidad.
Se suelen asociar los días cortos y fríos con actividades al interior
de la casa, con el retraimiento, la concentración y el trabajo, mientras
que los días largos y cálidos del verano pueden darnos la sensación de
que la vida es más sencilla de lo que creemos. ¿Cómo les afecta el
clima, si les afecta del todo, a la percepción de felicidad? No dejen de
hacérnoslo saber en los comentarios.
[New Yorker]