Los animales no están neuróticos porque carecen de ideales. Los árboles no están neuróticos porque no tienen ningún ideal. No intentan convertirse en otro. Simplemente disfrutan de lo que son.
Así que nosotros somos nosotros. Pero en alguna parte de nuestro interior queremos convertiros en Buda o en Jesús, y entonces completamos un círculo que será interminable. Tenemos que ver la cuestión: nosotros somos nosotros. Y la totalidad, o existencia, quiere que seamos nosotros. Por ese motivo la existencia nos ha creado, de lo contrario habría creado a un modelo mejor. Quería que estuviéramos aquí en este momento. No quería que Jesús estuviera aquí en lugar de nosotros. Y la existencia sabe más. El todo siempre sabe más que la parte.
Así que aceptémonos. Si podemos aceptarnos, habremos aprendido el mayor secreto de la vida, y entonces todo encaja. Seamos nosotros. No hay necesidad de erguirnos más; no hay necesidad de que tengamos una altura diferente de la que ya tenemos. No hay necesidad de tener otra cara. Simplemente ser como somos, y al aceptarnos desde lo más hondo, el florecimiento tiene lugar y pasaremos a convertirnos cada vez más en nosotros.
En cuanto abandonemos la idea de convertirnos en otra persona, desaparece la tensión. De pronto toda la tensión se desvanece. Estamos aquí, luminosos, en este momento. Y no hay otra cosa que hacer que celebrar y disfrutar. |