Buscándonos
(Pablo Guerrero)
Qué de temblor de peces hay en tus ojos cuando penetro en ti —buscándote, buscándote— granizada de luz en mi noche de agosto.
Qué temblor de manantiales hay en tu boca cuando bebo de ti —buscándote, buscándote— un buen sorbo de besos.
Qué de temblor de risa hay en tus manos cuando vienen a mí —buscándome, buscándome— para exigir al mundo nuestra ración de dicha.
Qué de temblor de vida hay en nosotros cuando nos descubrimos —buscándonos, buscándonos— hasta sentirnos uno, nuestros, resucitados
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