Gracias a Dios, siempre hay vendas de amor para curar nuestras heridas. El amor, si bien es lo más hermoso también puede llegar a ser el dolor más profundo en nuestro corazón. Hay que saber levantarse, claro que no es fácil, pero no imposible; hay que preparar la mente para una nueva vida, ya no podemos estar pensando ¿qué será la vida sin esa persona?, debemos enfrentarnos a esos fantasmas que aparecen cuando pensamos que ya se han ido.
No sigamos enfrascados con eso, hay que levantarse, miremos nuestro espejo y dime si acaso no ves una persona mucho más valiente, más decidida hacer las cosas de forma diferente, una persona dispuesta a empezar una nueva vida, a quererse más y a tener más confianza en sí mismo… Mírenos al espejo y pensemos que vamos a salir adelante a pesar de los obstáculos que la vida nos presente.
Claro que podemos volver a ser felices sin ésa persona, no es el centro del universo. Seguro que en la vida hay más de una persona dispuestas a hacernos felices, y están los hijos, los padres, la familia, los amigos que de por sí son ángeles que Dios nos envía para recoger los pedazos que han quedado esparcidos por el camino.
Ya podemos levantarnos con la seguridad de que si no fue fiel, y si no respetó, no se merece nada de nosotros. ¿Mendigar amor? No!, migajas no, uno se mereces todo, no trozos o los pedazos que quieran dar. Respetémonos, seamos fuertes, no será la única mala experiencia que tengamos en la vida, habrá muchas más, pero ya estaremos preparados para lo que venga, ya uno está hecho de hierro pero con el corazón blando para volver amar, o simplemente para dar amor a los que nos rodean.
Una buena mañana, un buen día cuando esa persona nos busque ya no seremos los mismos. Seremos una bella persona que se ha reforzado de los dolores que puede causar la vida y un mal amor. Estaremos mejor, sabremos entregar el corazón a quien se lo merece y no al primero o primera que llegue.
Mientras la tristeza se va de nuestra vida, refugiémonos en el amor de los hijos, de los padres y de los amigos quienes son tan importantes que sin pedirnos nada, lo dan todo.
No lo dudemos, podemos volver a ser felices y estar muy bien. Cuando nos pregunten con la mirada bien altiva podremos decir:
“Sin ti puedo ser feliz, y lo soy”.
“Sin ti soy mejor persona,
y lo mejor de todo es que puedo ser feliz
sin tener que estar a tu lado”.
Con esas sencillas palabras habremos ganado la batalla sin necesidad de decir nada más.
Adela Tannous
Lalita