El mal humor, el virus más contagioso
¿Sabías que el mal humor puede transmitirse como si fuese una enfermedad contagiosa? Pues, eso es lo que han mostrado algunos estudios recientes. Un equipo dirigido por el Dr. Nicholas Christakis, un sociólogo en la facultad de medicina de Harvard, estudio a 5.124 personas. Ellos descubrieron que es más fácil transmitir un estado de humor en un grupo del mismo sexo.
Además su estudio reveló que tener un amigo contento aumentaba la probabilidad de que uno se sintiera más feliz. Más sorprendente aún es que el buen ánimo transmitido a una segunda persona podía ser retransmitido a una tercera y hasta a una cuarta persona.
Vamos a inventarnos unas cuantas personas imaginarias para demostrar el efecto. Si Mercedes es tu amiga y ella tiene una actitud positiva, es 15% más probable que tú también te sientas feliz. Ahora, después de que tú interactúes con Mónica, ella tiene 10% más de probabilidades de sentirse contenta. Si Mónica, a su vez, es amiga de Fátima, las probabilidades de que Fátima se sienta alegre incrementan en un 6%.
Este ejemplo nos sirve para graficar que, verdaderamente, el humor puede esparcirse en cadena, tal como lo describió el Dr. Christakis: “parecido a las pequeñas olas que se propagan alrededor de una piedrecita cuando es lanzada en una lago.”
Ahora, de igual manera, el mal humor también es contagioso. De hecho, según el médico Alex Lickerman, en su artículo How To Manage Your Partner's Bad Moods (Cómo manejar el mal humor de tu pareja), mientras que asisten a la facultad de medicina, a los estudiantes se les enseña que si se sienten deprimidos cuando están entrevistando a un paciente, por lo general, la causa está en que el paciente está deprimido.
¿Cómo se transmite el mal humor?
Básicamente, somos afectados por un proceso de tres frases. El profesor de psicología de Monmouth University Gary W. Lewandowski, Jr. explica el proceso de tres fases en su artículo
Is a bad mood contagious? (¿Es contagioso el mal humor?).
Primero, sucede lo que se llama Imitación Inconsciente. En esta fase la persona copia los gestos de otra sin darse cuenta, por ejemplo bostezar, rascarse o suspirar. Entonces, las personas pueden experimentar una frase de retroalimentación. Por ejemplo, si ves a alguien fruncir el ceño, sin pensar puedes fruncir el ceño también. Ahora
empiezas a sentirte molesto porque tienes el ceño fruncido (segunda fase). Por fin,
en la tercera etapa comparten sus experiencias hasta que sus emociones y sus conductas se sincronizan.Algunas personas son especialmente proclives a transmitir su estado de ánimo; pueden cambiar el humor de todos en la oficina o pueden contagiar a todos en una reunión social. Algunos psicólogos creen que esto se debe a que estas personas tienen rostros particularmente expresivos y hacen gestos llamativos.
¿Qué hacer si tienes que interactuar con un “gruñón contagioso”?
Cuando alguien te trata mal, está de mal genio o arruina tu día, lo más probable es que quieras desahogarte con alguien, compartiendo lo que te sucedió. Sin embargo,
tal vez sin darte cuenta te estás convirtiendo en un eslabón más de una cadena de mal humor. El psicólogo Dr. Alan Godwin sugiere que,
en vez de reaccionar de la misma forma cuando alguien te habla de mala manera, es mejor responder con una frase cuidadosamente escogida de antemano. Por ejemplo, sin importar lo que te diga el Sr. Malhumorado, puedes resolverte a decir algo como: “¿Viste que hermoso está el clima hoy?”
El Dr. Godwin también advierte que
uno debe estar preparado para que el optimismo no sea correspondido y, a la vez, para ponerse un “impermeable emocional”. En otras palabras, para protegerte del mal humor ajeno, debes hacer un esfuerzo consciente para separarte psicológicamente del mensaje negativo de esa persona y recordar que esas son sus emociones, no las tuyas.En conclusión, recuerda que tu humor es muy contagioso. Así que, si vas a propagar una ola de humor sobre el resto del mundo, ¿no es mejor que sea una ola de humor positivo?
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