Crecer con las adversidades
En la rutina diaria hay momentos en los que todo se encuentra en calma, una calma más silenciosa que lo normal, y esa calma es la que precede algún evento venidero, que pueden resultar en catástrofe absoluta si no se toman las medidas –y, ¿por qué no?, Actitudes- apropiadas antes y después del suceso negativo.
Muchas veces la más mínima acción puede desencadenarlas, así que en primer lugar se debe dejar de lado la apatía, esa actitud de “me da igual”, o peor, el ¡bah!, porque esto puede resultar en el peor enemigo.
Me explicaré mejor:
la batalla se pierde en el momento en el que nos deja de importar, y muchas veces decimos “da igual” sin saber que la más mínima acción puede cambiar el curso de las cosas, y con una actitud negativa todo se encamina inevitablemente hacia el desastre.
Tener una actitud positiva y proactiva ante la vida es como construir una represa para cambiar la corriente: nadie dijo que sería fácil y seguro más de uno quiso abandonar cuando una crecida de las aguas arrastró lo construido dejándolo todo en cero, pero sólo los persistentes consiguen crear represas grandes, imponentes, que además son útiles para proporcionar energía eléctrica, entre otras cosas.
Así que está claro que al tener una actitud positiva se pueden evitar las situaciones desagradables, pero no es infalible. A veces los sucesos negativos están de una u otra forma “destinados” a ocurrir, sea como consecuencia de la acción de otros o no, ocurren; y cuando eso pasa se debe tener pies de plomo y
ser como un coral, que puede sobrellevar tranquilamente los golpes de las olas al alejarse algún tsunami sin moverse de su posición.
Es en este caso cuando una actitud positiva hará todo más fácil de superar, ya que si se es negativo –y se repite el punto de apático- existirá una tendencia inevitable a enfocarse en la más mínima situación negativa que ocurra (por ejemplo romperse una uña), llegando a convertirse en un cúmulo de problemas que pareciera no tener solución de ningún tipo.
Lo más sano es analizar a fondo el camino recorrido,
aprender a discernir cuales acciones derivaron las consecuencias padecidas, no para buscar culpables cual cacería de brujas, sino para adquirir el conocimiento necesario para evitar que una situación similar a esta se pueda repetir.
Es importante crecer en las adversidades, a veces también nos ayudan a encontrar nuestro camino, como el caso de un joven que estudiaba una carrera que creía era la de sus sueños en la universidad, y resultó que una serie de situaciones lo obligaron a escoger la que hasta entonces había sido su segunda opción, y descubrió que esta segunda carrera universitaria era aquella que de verdad despertaba su pasión de forma indescriptible.
Así que se como una represa y prevé las adversidades, y si ocurren se un coral, firme e impávido ante lo que ocurre a su alrededor, sin perder la calma mientras pasa todo.