¿Por qué será que por la noche pensamos en todo lo malo?
Por la noche, a la hora de dormir, los peores pensamientos afloran: temores, angustias, tristezas, cuentas, deudas, asuntos pendientes, palabras hirientes y dudas interminables… A la noche, a la hora de dormir y descansar, todas estas cosas vienen a nuestras cabezas.
¿Te ha pasado alguna vez? Te vas a la cama porque ya no puedes más, pero en lugar de conciliar el sueño, tu mente empieza a darle vueltas a todo lo que te ocurre, lo que tienes que afrontar, lo que te preocupa, lo que te duele…
La noche te atrapa sin piedad, enredándote en sus garras oscuras. La noche no te deja pensar con claridad, no te ofrece opciones ni esperanza… Sientes agobio, miedo, desaliento… ¡y tanta tristeza!
Amiga mía, no hagas caso a la noche.
No sé qué tiene la noche, pero es capaz de hacernos sentir, de golpe, lo peor de todas las malas sensaciones.
Si algo está mal, lo sentimos peor que mal. Si algo necesita arreglo, lo vemos tan roto que creemos que no hay solución. Si algo nos ha dolido, la noche aumenta el dolor hasta hacernos sangrar. Si algo es difícil, lo vemos imposible.
La noche magnifica todo lo negativo, lo complicado, lo enfermo y lo sucio. La oscuridad se convierte en nuestra enemiga, porque consigue hacernos olvidar la belleza y todas las cosas buenas que hay en nuestra vida.
La mayoría de los suicidios ocurren por la noche, porque la oscuridad trajo consigo la desesperanza y sus víctimas se creyeron sus mentiras.
No sé qué tiene la noche pero no podemos dejarnos llevar por ella. Debemos plantarnos con firmeza y gritar ¡NO! ¡Mañana será un nuevo día! ¡Mañana tendré una nueva oportunidad! Como mujeres fuertes que somos, debemos sacudirnos el miedo que nos producen las circunstancias adversas que nos rodean. Necesitamos aferrarnos a Dios, que es bueno y cuida de nosotras. Necesitamos saber que mañana será un día precioso, que todo tiene solución, que donde se ha cerrado una puerta, sin duda se abrirá una ventana.
No hagas caso a la noche…
y confía en la belleza del amanecer de un nuevo día.