Cómo defenderte de las agresiones encubiertas
¿Es posible ser pasivo y agresivo al mismo tiempo? Aunque suene contradictorio, la persona pasivo-agresiva no muestra su hostilidad abiertamente, sino indirectamente, usando estrategias que desmoralizan e irritan al otro, pero que al fin de cuentas, lo controlan.
Esta peculiar mezcla de hostilidad sin confrontación hacen que la conducta pasivo-agresiva sea confusa, y por lo tanto, difícil de combatir. Son varias las razones por las cuales el pasivo-agresivo opta por usar tácticas indirectas, pero no por eso son menos nocivas ni desgastadoras.
Cómo se lleva a cabo el ataque sin confrontación
La conducta pasivo-agresiva es
una forma indirecta de expresar las emociones negativas, a través de las siguientes estrategias:
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Antagonismo: Esta molesta actitud consiste en estar permanentemente en contra de los deseos y peticiones de los demás.
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Actitud distante, ausente y huraña: Aunque la persona está físicamente presente, mental y emocionalmente está en otra parte o bajo evidente protesta, demostrándolo con su lenguaje no verbal, estableciendo poco contacto visual, teniendo una actitud desganada, o respondiendo con monosílabos, entre otras conductas por el estilo.
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Actitud de víctima: El pasivo-agresivo se queja constantemente y juega el papel de sacrificado para que los demás sientan compasión por él y lo complazcan.
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Procastinación: Esto consiste en dejar para última hora las tareas o compromisos deliberamente, provocando contrariedad y estrés en los demás.
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Errores voluntarios: El pasivo-agresivo hace las cosas descuidadamente y comete errores en forma deliberada, como una forma de expresar su descontento.
¿Por qué actúan así?
Son distintas las razones que pueden provocar la conducta pasivo-agresiva, las cuales ilustraremos con situaciones típicas:
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La pareja dominante: cuando uno de los miembros de la pareja impone su criterio sobre el otro, es probable que este último, si no es asertivo, muestre su descontento a través de falta de interés sexual o siendo poco cooperativo en labores compartidas.
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Los padres autoritarios: si el estilo de los padres es “militar”, puede que los hijos obedezcan, pero a regañadientes y cumpliendo las órdenes a medias.
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El jefe tiránico: aunque lo más probable es que los empleados no se atrevan a enfrentar a un jefe explotador y desconsiderado, aquellos le “pasarán factura” mediante retrasos y errores en el trabajo.
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La familia política: situaciones típicas, como la suegra que no quiere a la nuera o viceversa, producen tensiones que muchas veces son expresadas indirectamente, mediante comentarios de doble sentido, desdenes o desplantes, para evitar el conflicto.
¿Qué hacer frente a un pasivo-agresivo?
Ante todo, es importante saber que
esta conducta es una forma clara de manipulación y control, y que depende de nosotros no caer en su juego. He aquí unas estrategias para evitarla:
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No dejarse impresionar: Los despliegues de malas caras, desgano o falta de cooperación son señales que no deben ser pasadas por alto. Al contrario, estas deben ser enfrentadas asertivamente cuanto antes.
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Dar el ejemplo: si expresamos nuestras emociones negativas de forma oportuna y asertiva, contribuimos a generar una comunicación abierta que evite conductas tóxicas, como la pasivo-agresiva.
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Evitar conductas dominantes y opresivas: uno de los principales detonantes de la conducta pasivo-agresiva es el autoritarismo. Por lo tanto, es preferible dar oportunidad al diálogo y la comunicación abierta, aunque se trate de emociones negativas.
Aunque no siempre podemos expresar nuestras emociones directamente y todos hemos tenido conductas pasivo-agresivas algunas veces, el problema surge cuando esta se establece como un patrón de comunicación. Por eso, es importante ser asertivos y expresar lo que sentimos, así como también dejar que los demás se sientan libres de expresarnos sus emociones.
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