Si sientes que una gran pena corre las fibras delicadas de tu alma, y que tu corazón llora
incesantemente... Dirige tu mirada hacia Dios y luego observa a tu alrededor, verás que hay
alguien con más dolor que el tuyo... Dale la mano a ese semejante, y permítele llorar sobre tu
hombro. Sentirás que se iluminan tus caminos, que comienzas a ser cada vez más feliz y que
toda tu congoja la dejaste atrás... ¡Es la felicidad de estar en sintonía con la Ley del Amor!