¡Lo quiero ya!
“No soporto esperar”, “Pero, ¿Por qué no me has llamado antes?”, “Estoy deseando que llegue el día de la excursión” “Quiero que me asciendan en el trabajo ya”. Si eres de los que repite algunas de estas frases, de manera reiterativa, bienvenido al club de los impacientes. ¿Es malo? Digamos que es una actitud que perjudica a salud emocional, que es inútil y no sirve absolutamente para nada.
Reflexionemos un poco. Estamos esperando una llamada telefónica que no llega. Miramos el teléfono, una y mil veces. Nos ponemos nerviosos, nos enfadamos. Nos impacientamos. Pero, ¿realmente esta actitud hace que la llamada llegue antes? Por mucho que nos lamentemos, las cosas siguen su ritmo y nuestras quejas no son suficientes para modificar ese tempo. Lo único que hemos conseguimos cuando sacamos a pasear nuestra impaciencia es despertar sentimientos negativos que perjudican nuestro estado emocional.
En este sentido cabe preguntarse, ¿Por qué nos mostramos impacientes cuando las cosas no suceden cómo y cuándo deseamos? La respuesta hay que buscarla dentro de nosotros mismos. Los expertos señalan a nuestra mente como la principal responsable. Al parecer, nuestra impaciencia se activa cuando no estamos bien con nosotros mismos e interpretamos los acontecimientos externos en base a una creencia limitadora: nuestra felicidad está en otro lugar y destino.
VIVIR EN EL PRESENTE
Eckhart Tolle lo describe de esta manera “lo que causa tensión es estar aquí queriendo estar allí, o estar en el presente queriendo estar en el futuro”. En definitiva nos olvidamos del “carpe diem” para trasladarnos a otros lugares donde pensamos seremos más felices. Desprenderse de este hábito es posible. Basta con proponerse cambiar de actitud e intentar ser más comprensivos con los acontecimientos que se suceden en nuestra vida cotidiana.
Es fundamental tomar conciencia de que todo lo que nos rodea tiene su función y su tiempo. Por más que nosotros queramos convertirnos en superhéroes capaces de acelerar el ritmo de las cosas y conseguir qué ocurran cómo y cuándo nosotros queremos, no lo vamos a lograr. Otro factor en el que nos tenemos que esforzar es aceptar que el mejor momento y lugar para ser feliz es ahora.
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