En los ojos abiertos de los
muertos
¡qué fulgor extrano, qué humedad ligera!
Tapiz del aire en la pupila inmóvil,
velo de sombra, luz tierna.
En los ojos de los amantes
muertos el amor vela. Los ojos son como una puerta
infranqueable, codiciada, entreabierta.
¿Por qué la muerte prolonga a los amantes,
los encierra en un mutismo como de tierra?
¿Que es el misterio de esa luz que llora
en el agua del ojo, en esa enferma
superficie de vidrio que tiembla?
Angeles custodios les recogen la cabeza.
Murieron en su mirada,
murieron de sus propias venas.
Los ojos parecen piedras dejadas
en el rostro por una mano ciega.
El misterio los lleva.
¡Qué magia, que dulzura
en el sarcofago del aire
que los encierra!
Jaime Sabines