Puntos de Vista
Dice el Talmud “Que las cosas no son como son, sino como las miramos”, Maquiavelo alguna vez escribió “Que lo ilícito del objeto está en el ojo que mira” y Nietzsche en su psicología de la Moral expuso “Que no puede separar el observador de lo observado, vivimos en mundo interpretativos”. Aquella lengua popular que decía “todo es según el cristal con que se mira” es un breviario de todos estos pensamientos; de alguna forma, eruditos e ignorantes, lo sabemos. Todo depende de. ¿De qué depende? de quienes somos en el momento de observar.
Hay tantos puntos como ojos miran; una misma escena son múltiples escenas para quienes observan, ¿Será por eso que a veces resulta tan difícil coincidir en lo que vemos? Acaso ¿No parece que hay momentos en que revives una situación y al tiempo de ocurrida ya detectas otras cosas que antes no?
La realidad es una manta de puntos cruz hilvanados por la interpretación de todos esos ojos que miran, ¿Qué miran? ¿Lo que hay? ¿Lo que quieren ver? ¿Lo que pueden ver?
y ¿Desde dónde miramos? Desde nuestras propias historias, del particular discurso que sostenemos, desde las creencias personales que edificamos a través de la experiencia, desde los recuerdos, desde la emociones, desde el dolor, el resentimiento y el amor.
Miramos desde el lugar en donde estamos parados en el preciso instante de “mirar”. Desde la colina de la soledad, o las ruinas de la decepción, de la montaña rusa del desamor o de un rincón íntimo y personal de tristeza. Desde la euforia impregnada en el alma, la primavera del todo es posible, la aventura del riesgo, o la serenidad de la postergación. Hay infinitos lugares desde dónde observar, pero suele ocurrir que a veces nos volvemos repetitivos y miramos todo lo que nos rodea desde lo mismos y típicos sitios; y entonces es cuando todo, sin importar qué, comparte los mismos colores y sabores. Y tal vez miramos desde ahí para defendernos o protegernos de un futuro similar al pasado, y queriendo borrar la cuenta, la volvemos a anotar en nuestro presente.
Si las cosas no son como son, sino como las “miramos”, ¿Cómo tendremos que actuar para interpretar el mundo que queremos ver? Si lo que vemos no nos agrada ¿Qué pasa con nosotros? ¿En que momento nos perdimos, nos volvimos grises para asustarnos de las imágenes que se devienen como imposibles? ¿Qué nos está faltando “ser” a los seres humanos para sentirnos más “personas” y vernos “comprometidos” con la emoción de los otros? Si los noticieros están cubiertos de miseria y sufrimiento ¿Qué no hemos mirado en el interior de nuestros corazones para aliviar las heridas de esos que padecen?
Miramos desde quienes somos, fuimos y seremos; desde nuestros “juicios”, y nunca nada es observado “fuera de nosotros mismos”; la objetividad no es posible en el mundo de las interpretaciones. Todo es absolutamente subjetivo, “De mi yo” te veo, y lo que veo es mi forma de verte, ni siquiera puedo acceder a cómo eres. Yo sé de ti y de mí , mi personal modo de observarte.
¿Puede ver alguien amor si nunca antes lo ha visto? Seguro verá “su etiqueta de amor”, lo que le dijeron que era amor, lo que entendió que era amor, lo que fantaseo que era amor. Entonces, esa mujer que ha sido maltratada y golpeada sistemáticamente, ¿Qué verá cuando un hombre le dice que es valiosa? ¿A qué valor podrá acceder? ¿Qué entenderá por valor? ¿Qué registrará en esa sonrisa ajena?
La vida es como un barco navegando en el mar de los “puntos de vistas”; cada “punto” es un “punto cardinal”, una dirección a seguir; para algunos la brújula les dice que la vida es bella, para otros el viento del norte, que la vida es dura. Todo es relativo. Y lo relativo también puede acceder a la existencia.
¿Qué ves cuando ves?
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