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Socio-Política: Dinero y conciencia
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: Marti2  (Mensaje original) Enviado: 05/04/2014 23:37

Dinero y conciencia. Joan Melé y la banca ética.

Joan antoni Melé es subdirector de Triodos Bank, uno de los referentes de la banca ética en Europa. Resulta sorprendente, en estos tiempos, escuchar a economistas y banqueros que hablan de valores humanos, responsabilidad en el consumo y cambios de paradigma.

Pero ocurre. Melé no se corta y pone a cada uno en su sitio, y eso también nos incluye al común de la población. En una época en que prácticamente todos criticamos a los responsables políticos y económicos y exigimos cambio, puede que vaya siendo hora de mirarnos al espejo y desnudar nuestra conducta sin tapujos ni idealizaciones de nuestra buena conciencia.

Ante la pregunta de cuándo se acabará la crisis económica, Melé responde directo. ¿Qué crisis económica, ésta? Nunca. Primero hay que resolver la crisis de valores humanos.

Todo empieza por la manera en que entendemos nuestro papel en el mundo. Desde pequeños, a los niños se les enseña que la vida es lucha, un combate continuo en el que hay que superar a los otros para no ser vencido. La educación se basa en estudiar para “ganarse la vida”, no para desarrollarse como persona y aportar creatividad a la sociedad, sino para conseguir cuanto más mejor.

La sociedad actual se fundamenta en potenciar los instintos, las emociones inferiores que nos convierten en simples animales que luchan por la supervivencia. Una sociedad así es fácilmente manipulable, sobre todo cuando el juego está en hacernos creer que somos libres, que todo lo que hacemos es porque podemos y lo merecemos.  Y hemos dado por bueno este concepto.



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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 05/04/2014 23:37

La sociedad actual se fundamenta en potenciar los instintos, las emociones inferiores que nos convierten en simples animales que luchan por la supervivencia. Una sociedad así es fácilmente manipulable, sobre todo cuando el juego está en hacernos creer que somos libres, que todo lo que hacemos es porque podemos y lo merecemos.  Y hemos dado por bueno este concepto.

Entrando en el asunto económico, culpamos al dinero de todos los males. Sin embargo, hay algo que se nos escapa. El dinero es una herramienta, no actúa bien ni mal. El gran problema que subyace es la relación egoísta de nuestras relaciones con la comunidad.

Aunque viviéramos en una sociedad de trueque, si seguimos pensando que lo primero es nuestro interés y lo que recibimos “a cambio de”, en lugar de pensar en lo que podemos aportar y en cómo nuestros actos podrían mejorar la convivencia con los otros, el problema persistirá, con dinero o sin dinero.

Hemos dado por bueno el hecho de que la economía es un asunto de beneficios y que una cosa son los negocios, y otra todo lo demás. Se nos ha olvidado que es un proceso de relaciones humanas, donde establecemos y definimos nuestros vínculos con otras personas y con el entorno en que vivimos.

La manera en que concebimos la producción, el intercambio, la distribución y el consumo es la manera en que nos relacionamos y la forma en que cuidamos el medio. Da igual el sistema que se utilice para tales procesos, si no hay conciencia real seguiremos promocionando una sociedad cosificada, egoísta y ajena a los efectos sobre la naturaleza y los seres humanos.

Joan Melé nos propone reflexionar sobre nuestra actitud en dos campos: la compra y el ahorro. ¿Acaso pensamos alguna vez cómo afecta a los demás la manera en que usamos el dinero? Puede que alguna vez lo hagamos, pero siempre prima la manera en que nos beneficia ese uso de nuestro dinero.

Sobre el asunto de la compra, hay tres preguntas claves que determinan nuestras decisiones y sus efectos:

  • ¿Qué compramos? Rara vez nos cuestionamos si los productos adquiridos han sido creados y distribuidos siguiendo criterios de respeto al medio ambiente o a los seres humanos que hay al final de la cadena de producción. Como dato, el 60% de la contaminación producida en el planeta procede de la agricultura intensiva y agresiva con el medio. Como ejemplo, podemos pensar en la fruta que adquirimos fuera de temporada, procedente de otras latitudes o cultivada en invernaderos, y reflexionar en los efectos de su transporte a lo largo y ancho del planeta, o en los productos usados  (el plástico de tales invernaderos, sin ir más lejos) para satisfacer nuestros deseos, porque, como bien sabemos, nos merecemos un caprichito de vez en cuando.

  • ¿Cómo compramos? Melé cita una expresión que tenemos muy bien asumida y sobre la que deberíamos reflexionar: “ir de compras”. La adquisición de productos ya no se basa en qué necesitamos, sino que es un entretenimiento más que consiste en salir a ver qué encontramos. De nuevo, una llamada al instinto y a la actuación irracional. Nos dejamos llevar por escaparates, luces atractivas, música de ambiente, envolturas atrayentes. Cualquier cosa menos pensar en lo que realmente estamos haciendo. Todo sea por llenar el vacío de nuestras vidas y encontrar algo que hacer en el rato libre para colmar ese vacío sin tener que pensar.
  • ¿A quién compramos? Nos han inculcado que el concepto de mercado libre es legítimo. La ley de la oferta y la demanda es dada por buena y la consideramos una obviedad en el funcionamiento correcto del sistema que garantiza nuestras libertades como consumidores. Pero ahí está el engaño, no somos consumidores, somos personas. Las únicas leyes son las de la naturaleza, las demás son sólo criterios adoptados y fijados para establecer el comportamiento de la sociedad.

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 05/04/2014 23:39

Así, damos por hecho que compramos allí donde es más barato, donde hay mejores ofertas. De nuevo, el beneficio como autoridad. Difícilmente aceptamos reflexionar sobre lo que hay detrás de tales precios.

¿Por qué un producto puede ser más barato? Seguramente, alguien está sufriendo en la cadena. Trabajadores con salarios mínimos y horas sin pagar, ahorro en los sistemas de respeto al medio ambiente, pagos ridículos al productor original, explotación infrahumana al final de la cadena, etc.

Ante estas tres preguntas, nuestra conciencia se defiende muy bien. Tenemos valores e ideales, pero, claro, “es que los demás no lo hacen, así no se consigue nada”, “es que todo el mundo hace lo mismo”, “es que yo también me lo merezco”, “es que es más caro, no me lo puedo permitir”, es que… a Joan Melé no le tiembla la voz: “Pues consume menos”.

Nadie nos obliga. Cada uno es responsable de lo que hace y hay que tener el coraje y el valor de asumirlo. El mercado no es autoridad, la moda no es autoridad, lo que hacen los demás no es excusa cuando hablamos de principios y valores.

Allá cada cual. No podemos basar nuestra responsabilidad y nuestra ética en lo que sucede ahí fuera, sino en lo que tenemos dentro de nosotros.

En cuanto al otro campo, el ahorro, lo hemos concebido bajo un componente de miedo. Miedo al futuro, a la vida. Nos sentimos incapaces de afrontar lo que vendrá, no hemos sabido desarrollar la confianza necesaria para encarar las dificultades. Ponemos nuestra idea de seguridad en el exterior, cuando en realidad debería ser un valor interior.

A partir de aquí, entendemos que nuestros ahorros deben darnos beneficio. El dinero está para crecer, y cuanto más mejor. Culpamos a los bancos de la situación actual pero, ¿cómo actuamos nosotros frente al banco?

Exigimos ganar más. Cuando elegimos en qué banco vamos a depositar nuestros ahorros, la pregunta siempre es ¿qué me ofrecen?, ¿qué saco yo por mi dinero? Nunca nos planteamos qué hace el banco con ese dinero que es nuestro. “Qué me dais”, nunca “qué hacéis”.

Imagen: Siro López.

Los bancos invierten en empresas que economizan y ganan mucho. Ellos no se preocupan por qué ocurre con sus inversiones siempre y cuando el beneficio esté garantizado.

Y nosotros hacemos lo mismo. Formamos parte del mismo engranaje. Alimentamos con nuestra codicia el mismo sistema que criticamos a voces. Incluso puede que nos manifestemos y acampemos en la plaza del pueblo para exigir una sociedad más justa. Pero hemos elegido nuestra cuenta corriente por los mismos criterios: qué beneficio saco de todo esto.

España es una de las mayores productoras mundiales de armamento. Una gran empresa de Vitoria suministra armas a los guerrilleros de Sierra Leona. Para producir, necesita créditos, y ese dinero procede no sólo de nuestros bancos, sino también de nuestras cajas de ahorro. La ley no les obliga a mostrar a estos bancos y cajas la lista de sus inversiones ni de dónde sacan los beneficios. Ningún cliente puede saberlo.

De hecho, ningún cliente quiere saberlo. “Haz lo que quieras, pero que yo gane más por mis ahorros”, “por supuesto que tengo valores y conciencia, pero la pela es la pela”. Así pensamos.

Todas las empresas, se dediquen a lo que se dediquen, tienen que recurrir a los bancos. ¿Qué pasa si nos negamos a entrar en un banco por motivos éticos en lugar de económicos? ¿Qué pasa si el banco empieza a perder clientes porque estos deciden abrir cuentas en función de los valores humanos y no en función del beneficio y los bajos tipos de interés?

Mientras el beneficio siga siendo el objetivo de nuestra sociedad, de nuestra familia, de nuestro comportamiento, nada podrá cambiar, por mucho que alcemos nuestra voz de indignados. Mientras sigamos pensando que de nada sirve lo que uno hace porque el resto no le acompaña, de nada servirán nuestras acampadas colectivas, donde, ahí sí, nos juntamos muchos. Pero la mayoría (no todos, por suerte) seguiremos buscando el mejor precio a toda costa.

Seguiremos yendo de tiendas el fin de semana. Porque así pasamos el rato, porque a los niños les divierte (quién les habrá enseñado a divertirse así), porque, sencillamente, nos lo merecemos. Seguiremos acudiendo a nuestra sucursal porque tiene el mejor tipo de interés o porque está más cerca de casa y eso, claro está, ahorra mucho tiempo en nuestra ajetreada y cansada vida.

Puede que el cambio de conciencia, la “re-evolución”, la protesta, sea mucho más sutil y eficaz. Puede que todo empiece, sencillamente, por cambiar de tienda y de banco. Y esta vez, no será porque nos den más y mejor beneficio.

–Para saber más: Revista Opcions. Consumo consciente y transformador.


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: Marti2 Enviado: 05/04/2014 23:40
– Joan Melé, Conferencia “Dinero y conciencia: ¿a quién sirve nuestro dinero?




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