Wisy con las joyas de mamá
Ella me mira fijamente cuando me pongo delante del ordenador, y se sienta a mi lado. Lanza tranquila un suspiro y entonces, dando dos vueltas, se arrulla cerca de mí. A veces extiende una de sus patas para tocar un trocito de mi pierna. Es como si con ese minúsculo punto de contacto nuestra energía fluyera de la una a la otra..
Wisy está viejecita, y a mí me gusta cuidar su vejez. Ya le faltan varios dientes, y sus colmillos asoman un poco torcidos. Yo creo, que a pesar de su pelaje rizado y rubio, tiene arrugas, porque por zonas le descuelga un poco el pellejo.
Wisy está viejecita, y a mí me gusta cuidar su vejez. Ya le faltan varios dientes, y sus colmillos asoman un poco torcidos. Yo creo, que a pesar de su pelaje rizado y rubio, tiene arrugas, porque por zonas le descuelga un poco el pellejo.
Marina le puso su nombre, porque era uno de los apelativos con el que la llamaba su padre cariñosamente cuando ella era pequeña, ¡Y no se admitió discusión!. Yo buscaba algo más sofisticado, más glamouroso,...pero no pudo ser. "Güisi" acabó sonándome bien, a pesar de los albañiles de frente de mi casa que le decían, cuando la llamaba para salir de paseo, "Wisky, que te llama tu ama", o el hijo de mi vecina que no entendía lo de la W, y siempre la ha llamado "Visi".
La primera noche que la vi, yo llegaba a casa después del trabajo y de una larga reunión. Encontré a Marina en el salón, delante de la puerta. Nada más por la expresión de su cara, y porque cuando se ponía nerviosa le salían más pecas todavía, sabía que algo iba mal. Entonces lanzó aquel "Mami, prométeme que no te vas a enfandar", y yo pensé desmayarme. Los peores pronósticos sobre catástrofes caseras pasaron en una décima de segundo por mi mente. Yo, con un hilo de voz de ultratumba, fui capaz al final de pronunciar..."Cuéntame ahora mismo qué ha pasado", intentando preparme para lo peor.
Y fue entonces, que sacó de detrás de la mesa una perrita dorada, que temblaba del miedo.
Y en ese momento creo que me desmayé. O me quedé catatónica. O atravesé un agujero negro. Porque no recuerdo nada.
Sólo al rato empecé a moverme, no sé si para increpar a Marina por traer aquel chucho a casa, o para lanzarme sobre la perrita y comérmela a besos.
"Mami, la llevaban unos niños de mi clase, porque la han encontrado abandonada entre un cañaveral, y tenía mucha hambre. Sus madres les han dicho que no se la pueden quedar porque no pueden atenderla, y yo he pensado que con nosotras podría estar bien...si tú quieres"
Y con nosotras vivió. Quince años hace de esto (eso creo al menos)
Ella ha estado conmigo cuando no me apetecía hablar con nadie, deshecha por el dolor. Ella ha dormido a mis pies, cuando estos se han sentido desnudos. Wisy baila conmigo cuando yo me pongo a danzar por casa, deformando canciones de la radio, a grito pelado. Y las dos paseamos por la playa las mañanas de invierno, para tomar un poco el sol y mirar las gaviotas.
Ahora es mayor, pero aún asi cuida a su hermanito Kenzo (el nombre ya lo conseguí más sofisticado y glamouroso), un yorshire que le regalaron a Marina, y que al final se ha venido a vivir a casa también. Y ellos dos me cuidan a mí.
Así, hasta que Wisy nos acompañe.
Wisy y el Mediterráneo