En cuanto caiga la noche, enciende tu lámpara.
No permanezcas en la obscuridad.
Enciende cuidadosamente tu lámpara.
El viajero que pase, dirá: "cuánto reposo debe haber cerca de esa luz, y cuánta paz".
La mujer solitaria que la distinga de lejos, pensará: "allí debe anidar el amor; dos que se quieren son bañados por el mismo fulgor blando.”
El niño que la contemple, exclamará: "tal vez hay niños en redor de la mesa, y leen bellos cuentos y miran maravillosas estampas".
El ladrón furtivo murmurará con recelo: "allí vive un hombre prevenido a quien no se puede atacar a mansalva".
Muchos, al internarse en la selva, se sentirán confortados por tu luz.
En verdad te digo que es misericordioso, a las primeras sombras, encender nuestra lámpara: la buena lámpara de que el Padre ha provisto a los caminante de la vida.
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