¡Reina de Corazones!
¡Salve!, ¡Oh Diosa gloriosa, de la paz y del perdón! ¡Salve a ti, que de justicia eres, el divino sol! luz y vida resplandecen a tu grata inspiración, que en tus blancas alas traes el perdón al pecador.
Un heraldo celestial, te canta con sonora voz, son las notas de esperanza, vestidas de santidad, que del cielo descendieron, alas de inmortalidad, paz, misericordia plena, sincera conciliación, entre tu corazón agraviado, y el mortal que te ofendió.
Ni vanagloria es tu historia, ni de darnos ni de intrigas tus labios tersos, ni de odios ni venganzas tu memoria, como pétalo azul de tu amor, está la gloria, adolorida, pura y casta de tus versos.
Y te habrán de recordar, ésa es tu herencia, eres cumbre de la luz en tu existencia, no hay reprobos inefables de conciencia, sólo paz, armonía, perdón y tanta calma, como estela inmortal dentro...¡Dentro del alma! porque tu única patria, es del amor la ciencia.
Eres noche, eres aurora, de la luz más inmortal, conductora eternizada, del mensaje…¡soberana!, cáliz virgen celestial, de éste mundo que te aclama.
Te recordarán los humanos corazones, tan cálida en la historia, ni dardos ni de intrigas en tu amor, los labios tersos, clara, pura virginal en la memoria, dolorida, pura y casta de tus versos.
¡Oh Diosa!, de las ofrendas sepulcrales, reina diosa del altísimo santuario, diosa y reina de los templos del fuego, diosa de los campos, vegetación y hierba, diosa de los panes del trigo, diosa espíritu de los caminos del sur, norte, este y oeste, diosa de los elementales de la naturaleza, salamandra del fuego, sílfide del aire, ondina y nereyda de los mares, pigmea de la sal de la tierra, guardiana eterna de las puertas del misterio, espíritu del rostro divino, vedado a la cruz de la rosa, diosa de los sepulcros honrados en los flancos de las montañas, diosa de las fuentes de la risa y la alegría, diosa de los seres deslumbradores que atizan el fuego, diosa de los hombres que rodean entorno a los altares humeantes, del amenti de los seres que se han ido.
¡Oh Diosa!, madre natura, sagrada e inefable, tú que eres reina y señora infinita, ¡Oh Nuit!, reina corazón del espacio y de la noche, tú que llevas acorazado el verbo mágico del gran poder, reposa esta noche sobre mi laringe y la palma de mis manos, y permite que con letras de oro te respire, te absorba y… ¡Te bendiga!
Doral. (Todos los Derechos Reservados) Asociación de Autores y Compositores Sinaloenses, A.C.
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