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Muy Interesante: La mitología como viaje interior
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 03/05/2014 07:06 |
El mitólogo Joseph Campbell
decía que el humano contemporáneo es un ser siniestro, pues en su
pasividad ha renunciado al camino de la sabiduría que sobre el sentido
de la vida transmiten leyendas y mitos, y ha sustituido todo por
evasiones vacías de significado.
Compartía el profesor estadounidense la certeza de muchos de que las
escuelas ya no educan, sino que se limitan a vomitar información. Hemos
roto la cuerda con la que bajar al pozo de esa ancestral sabiduría de la
que siempre bebieron el resto de civilizaciones pasadas. Aun así,
Campbell siempre conservó la esperanza de que Occidente recuperase la
filosofía perenne y continuara con la evolución de una mitología
planetaria, sobre todo tras su aplicación a los nuevos campos de
investigación surgidos en la antropología y la psicología.
Las
mitologías no se inventan, se encuentran. Así como no podemos saber
cuáles serán nuestros sueños esta noche, nadie puede inventar un mito.
Los mitos provienen de la región mística de la experiencia esencial.
(Mitos de la luz)
Esencia del mito
El mito no es un relato fantasioso, sino un compendio de experiencias
directas que conciben la metáfora y el símbolo como la mejor manera de
transmitir un saber que sólo cobra sentido pleno cuando se vive en
primera persona. Se trata de enseñanzas que nos permiten llevar una vida
plena en cualesquiera que sean las circunstancias en que nos veamos
envueltos, y esto es así porque explican el comportamiento de los
arquetipos, estructuras de la psique que no pertenecen al individuo sino
que son compartidas por toda la humanidad:
Durante toda mi vida como estudioso de las mitologías he trabajado con esos arquetipos, y puedo decirles que existen
y son los mismos en todo el mundo. Están diferentemente representados
en las diversas tradiciones; como, por ejemplo, en un templo budista, en
una catedral medieval, en un zigurat sumerio o en una pirámide maya.
Las imágenes de divinidades varían en las diferentes partes del mundo de
acuerdo a la fauna, flora, geografía y rasgos raciales locales. Los
mitos y ritos tendrán diferentes interpretaciones, diferentes
aplicaciones racionales, diferentes costumbres sociales a fin de
convalidarse y reforzarse. Y aún así, las formas e ideas arquetípicas y
esenciales serán las mismas a menudo asombrosamente parecidas. Y
entonces, ¿qué son? ¿Qué representan?
El psicólogo que mejor ha tratado el tema, que mejor las ha descrito e
interpretado es Carl G. Jung, que las denomina “arquetipos del
inconsciente colectivo”, como pertenecientes a esas estructuras de la
psique que no son productos de la mera experiencia individual sino
comunes a toda la humanidad. Según él, las profundidades basales o
inferiores de la psique son una expresión del sistema instintivo de
nuestra especie, que reside en el cuerpo humano, en su sistema nervioso y
en su maravilloso cerebro.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
Los mitos encierran unas instrucciones psíquicas equivalentes a la
herencia biológica que conforma el instinto animal de cada especie:
En nuestra especie, la mitología cumple una función
biológica exactamente comparable, aunque aparentemente no es un producto
natural. Al igual que el nido de un pájaro, la mitología va tomando
forma a partir del medio local, aparentemente de forma consciente, pero
de acuerdo a una arquitectura inconscientemente dictada desde el
interior. Y la verdad es que no importa si sus imágenes de consuelo,
alentadoras o de guía son las apropiadas para un adulto. No se dirige a
los adultos. Su función es promover y alentar a que la psique no
dispuesta alcance la madurez, preparándola para enfrentarse al mundo.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
Esta preparación de la psique para una adaptación a la vida es el
“segundo nacimiento” del héroe mitológico, el cual es representado en
toda cultura mediante un ritual de iniciación, ya sea bautismo,
circuncisión o cualquier otro tipo de prueba física que simboliza la
entrada del individuo en un nuevo estadio existencial.
Cuando llega la crisis
Todo mito encubre
una transformación de la conciencia: primero piensas de una forma
determinada, pero hay un momento en que tu mente descubre nuevos
significados sobre la existencia que te hacen trascender los límites de
la vida ordinaria, liberándote de los deseos, aversiones y
preocupaciones del día a día, y abriéndote a una nueva realidad.
Los mitos no pertenecen, en realidad, a la mente
racional. Más bien, burbujean desde las profundidades de los manantiales
que Jung denominaba el inconsciente colectivo.
Pienso que aquí en Occidente, lo que ocurre con nuestra mitología es
que los símbolos mitológicos arquetípicos se han interpretado como
hechos. Jesús nació de una virgen. Jesús resucitó de entre
los muertos. Jesús fue al cielo mediante la ascensión.
Desafortunadamente, en nuestra era de escepticismo científico sabemos
que en realidad estas cosas no sucedieron, y por ello las formas míticas
se consideran falsedades. Actualmente la palabra mito significa
falsedad, y así hemos perdido los símbolos y aquel misterioso mundo al
cual se referían. Pero necesitamos los símbolos, y por ello aparecen en
sueños perturbados y pesadillas que luego son tratados por los
psiquiatras. Fueron Sigmund Freud, Carl Jung y Jacob Adler quienes se
dieron cuenta de que las figuras de los sueños son realmente figuras de
la mitología personal. Uno crea su propia imaginería referida a los
arquetipos
En la actualidad, nuestra cultura ha rechazado este mundo de
simbología. Se ha adentrado en una faz económica y política, donde los
principios espirituales son descartados por completo. Puedes tener una
ética práctica y ese tipo de cosas, pero no hay espiritualidad en ningún
aspecto de nuestra civilización occidental contemporánea. Nuestra vida
religiosa es ética, no mística. El misterio se ha perdido y en
consecuencia la sociedad se está desintegrando
(Mitos de la luz)
Este rechazo de lo trascendente por parte de la sociedad actual
conlleva la imposibilidad del segundo nacimiento, la imposibilidad de
abandonar el útero materno: “Es como si pidiéramos a los jóvenes
canguros que permanecieran para siempre en la bolsa de su madre”. Surgen
así las crisis, sobre todo las de la mediana edad,
…cuando la vida empieza a extinguirse sin preparación en
una inconsciencia improvisada, y uno se encuentra allí ahogado. Hubiera
sido una situación más fácil de llevar si, durante su época infantil, le
hubiesen grabado los mitos de la infancia, para que cuando llegase la
hora de este retroceso, esta inmersión en la edad madura resultase algo
más familiar. Al menos tendría nombres y tal vez incluso armas para
hacer frente a los monstruos que hallará, pues es un hecho –y muy
importante—que las imágenes mitológicas que en la infancia se
interpretan como sobrenaturales y externas, en realidad son símbolos de
poderes estructurales (o, como los llamó Jung, arquetipos) del
inconsciente, y será a ellos y a las fuerzas naturales que representan
–las fuerzas y voces interiores del alma (Sila) del universo—, a las que
se regresa cuando se realiza la inmersión descrita anterioremente, que
un día le llegará, tan seguro como que debe morirse.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
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De: Marti2 |
Enviado: 03/05/2014 07:08 |
Los mitos encierran unas instrucciones psíquicas equivalentes a la
herencia biológica que conforma el instinto animal de cada especie:
En nuestra especie, la mitología cumple una función
biológica exactamente comparable, aunque aparentemente no es un producto
natural. Al igual que el nido de un pájaro, la mitología va tomando
forma a partir del medio local, aparentemente de forma consciente, pero
de acuerdo a una arquitectura inconscientemente dictada desde el
interior. Y la verdad es que no importa si sus imágenes de consuelo,
alentadoras o de guía son las apropiadas para un adulto. No se dirige a
los adultos. Su función es promover y alentar a que la psique no
dispuesta alcance la madurez, preparándola para enfrentarse al mundo.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
Esta preparación de la psique para una adaptación a la vida es el
“segundo nacimiento” del héroe mitológico, el cual es representado en
toda cultura mediante un ritual de iniciación, ya sea bautismo,
circuncisión o cualquier otro tipo de prueba física que simboliza la
entrada del individuo en un nuevo estadio existencial.
Cuando llega la crisis
Todo mito encubre
una transformación de la conciencia: primero piensas de una forma
determinada, pero hay un momento en que tu mente descubre nuevos
significados sobre la existencia que te hacen trascender los límites de
la vida ordinaria, liberándote de los deseos, aversiones y
preocupaciones del día a día, y abriéndote a una nueva realidad.
Los mitos no pertenecen, en realidad, a la mente
racional. Más bien, burbujean desde las profundidades de los manantiales
que Jung denominaba el inconsciente colectivo.
Pienso que aquí en Occidente, lo que ocurre con nuestra mitología es
que los símbolos mitológicos arquetípicos se han interpretado como
hechos. Jesús nació de una virgen. Jesús resucitó de entre
los muertos. Jesús fue al cielo mediante la ascensión.
Desafortunadamente, en nuestra era de escepticismo científico sabemos
que en realidad estas cosas no sucedieron, y por ello las formas míticas
se consideran falsedades. Actualmente la palabra mito significa
falsedad, y así hemos perdido los símbolos y aquel misterioso mundo al
cual se referían. Pero necesitamos los símbolos, y por ello aparecen en
sueños perturbados y pesadillas que luego son tratados por los
psiquiatras. Fueron Sigmund Freud, Carl Jung y Jacob Adler quienes se
dieron cuenta de que las figuras de los sueños son realmente figuras de
la mitología personal. Uno crea su propia imaginería referida a los
arquetipos
En la actualidad, nuestra cultura ha rechazado este mundo de
simbología. Se ha adentrado en una faz económica y política, donde los
principios espirituales son descartados por completo. Puedes tener una
ética práctica y ese tipo de cosas, pero no hay espiritualidad en ningún
aspecto de nuestra civilización occidental contemporánea. Nuestra vida
religiosa es ética, no mística. El misterio se ha perdido y en
consecuencia la sociedad se está desintegrando
(Mitos de la luz)
Este rechazo de lo trascendente por parte de la sociedad actual
conlleva la imposibilidad del segundo nacimiento, la imposibilidad de
abandonar el útero materno: “Es como si pidiéramos a los jóvenes
canguros que permanecieran para siempre en la bolsa de su madre”. Surgen
así las crisis, sobre todo las de la mediana edad,
…cuando la vida empieza a extinguirse sin preparación en
una inconsciencia improvisada, y uno se encuentra allí ahogado. Hubiera
sido una situación más fácil de llevar si, durante su época infantil, le
hubiesen grabado los mitos de la infancia, para que cuando llegase la
hora de este retroceso, esta inmersión en la edad madura resultase algo
más familiar. Al menos tendría nombres y tal vez incluso armas para
hacer frente a los monstruos que hallará, pues es un hecho –y muy
importante—que las imágenes mitológicas que en la infancia se
interpretan como sobrenaturales y externas, en realidad son símbolos de
poderes estructurales (o, como los llamó Jung, arquetipos) del
inconsciente, y será a ellos y a las fuerzas naturales que representan
–las fuerzas y voces interiores del alma (Sila) del universo—, a las que
se regresa cuando se realiza la inmersión descrita anterioremente, que
un día le llegará, tan seguro como que debe morirse.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
La inmersión en el inconsciente comienza por una sensación de
desintegración: “La persona ve al mundo partirse en dos: una de las
partes se aleja, mientras él permanece en la otra. Éste es el principio
de la crisis y del flujo regresivo”. Externamente, el individuo adopta
el papel del loco, el tonto avasallado por las circunstancias.
Internamente, se manifiesta el sabio, “el héroe escogido para un
destino”.
El destino del héroe
En una serie de entrevistas dirigida por Bill Moyers para la televisión pública de Estados Unidos, The power of the myth, Campbell
definía al héroe como alguien que ha subordinado su vida a un propósito
superior que está más allá de los ámbitos de la personalidad. Cada una
de las pruebas que ha de superar suponen un paso en el camino del
desvanecimiento del ego. No se trata sólo de una aventura, sino del
enfrentamiento del individuo con sus demonios interiores, donde se
reflejan las fuerzas inevitables que gobiernan la vida desde el
inconsciente. Si se las vence, el ser será libre. Si no, vivirá sometido
a la corriente de tales poderes y, tarde o temprano, cuando la vida le
sea menos favorable, surgirá la crisis y/o la neurosis.
El objetivo final del héroe es lo que el budismo llama nirvana. Se
trata de un estado psicológico de la mente, la condición por la que ésta
se sitúa en el centro del ser y no se deja azotar por los vientos del
deseo y la aversión. El camino hacia ese centro del ser es la
meditación, entendida ésta no como una experimentación de sensaciones
agradables, sino de sensaciones “reales”, es decir, de lo que hay, no de
lo que uno quisiera que hubiera.
Determinadas
enseñanzas esotéricas relacionan este proceso meditativo con la carta
del tarot sobre la rueda de la fortuna. En esta carta, criaturas con
vestidos humanos giran desesperadas en la incesante rueda, arrastradas
por un movimiento ajeno a ellas.
No debemos olvidar
que la eternidad no es un “tiempo” extendido, sino la ausencia del
mismo, y esto sólo se intuye reduciendo pasado y presente a su mínima
expresión, al aquí y ahora. Ahí es donde se produce la
identificación con la conciencia, y no con el cuerpo, el cual se observa
como un aspecto exterior y ajeno a la verdadera esencia del ser humano.
Desde el no-tiempo, que es el centro del ser, el eje de la rueda,
contemplamos los dos lados de la vida con mirada ecuánime, lo positivo y
lo negativo, lo bueno y lo malo, entendiendo la impermanencia de tales
cualidades, pues no son inherentes a la existencia, sino etiquetas que
varían de una época a otra, de una cultura a otra, de un ser humano a
otro.
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De: Marti2 |
Enviado: 03/05/2014 07:09 |
Campbell cuenta la leyenda del samurái que tiene que vengar la muerte
de su señor y, en el último momento, envaina su espada y se marcha
dejando vivo al asesino. De haberlo matado, habría sido un acto personal
llevado por la ira y el odio, algo que es absolutamente contrario al
código samurái, donde el guerrero actúa como instrumento de la
naturaleza, pero nunca llevado por un interés personal.
En esta misma dirección, los mitos dan sentido trascendente a la caza
y presentan al cazador como parte del ritual de la naturaleza, de ahí
las ceremonias de respeto al animal muerto, a cuya alma se le pide
perdón y se le muestra agradecimiento por proporcionar alimento. Nunca
se entiende como actividad ociosa o como muestra del dominio de la
naturaleza por parte del hombre.
La esencia de todo
mito es que existe un mundo invisible sobre el que se apoya el visible.
Expresa la relación que existe con lo eterno en un espacio y tiempo
concretos. La desconexión del lenguaje mitológico es la ruptura con esa
dimensión trascendental y primigenia. Para evitar esta ruptura, es
necesario un lugar que sirva de portal simbólico hacia el universo
interior.
El lugar sagrado es
aquel donde no existe comunicación con el exterior, donde el individuo
se encuentra a solas consigo mismo hasta perder la noción del tiempo e
incluso del espacio. Hoy en día, los lugares sagrados son muy difíciles
de habitar, aunque sólo sea por una hora al día, lo que hace que la
desconexión del ser humano con su esencia le condene a errar perdido por
la existencia, cada uno de cuyos senderos se convierten en intrincados y
dolientes laberintos.
La epifanía
Tras un largo y duro proceso de olvido de la personalidad, el
iniciado experimenta en sí la epifanía, la manifestación del resplandor
divino. Se trata de una experiencia por la que no se desea poseer ni se
siente aversión alguna, un momento en el que el ser se limita a observar
e intuye el leve roce de la eternidad. Tal es el fundamento de la
mística cristiana y la contemplación oriental. En esa experiencia, se
trasciende toda ética y moral, desaparecen el bien y el mal, lo positivo
y lo negativo.
Y entonces, aparece el monstruo que habita en la divinidad, su
aspecto destructor que acaba con el mundo, con el espacio y el tiempo,
con la personalidad. Sólo así, a través del “fin del mundo”, se conoce
la infinitud sustancial de la existencia.
Tiene lugar aquí la experiencia de los sublime, algo muy superior a
la experiencia de lo bello, algo tan prodigioso que cualquier síntoma de
individualidad desaparece y se conoce la fusión con las fuerzas
elementales de la naturaleza, a través de una mezcla de fascinación y
terror, pues el auténtico viaje al interior del ser obliga a un
encuentro con el terror de sentir desaparecer el ego, con el cual
pasamos la vida identificados. Por ello, la agonía del ego es nuestra
agonía hasta que conseguimos trascender a otro nivel de conciencia. Una
de las primeras advertencias en todo rito de iniciación es que, si el
proceso es placentero, estamos ante una vaga ilusión manipulada por el
ego, algo muy común en los talleres de autoayuda difundidos por los
movimientos de nueva era.
En ese momento, la contemplación se muestra en su auténtica
expresión. Si antes hemos usado términos del budismo, ahora podemos
referirnos a Jesús crucificado y trascendido en Cristo: lo divino
manifestado en la materia una vez que ésta ha sido superada en términos
de apego y aversión, cuando el placer y el sufrimiento carecen de todo
valor y dejan de afectar a la conciencia.
Es entonces cuando se alcanza el centro del círculo, el eje de la
rueda, el punto estático desde el que se contempla el movimiento de la
noria sin participar del mismo. Volviendo al tarot, la escritora Sallie
Nichols dice:
Sea cual sea el poder que domina la Rueda de la Fortuna,
es evidentemente amoral. Guarda poca relación con la justicia. Nos
recuerda a aquel bufón que se burla de la autoridad del Rey al llevar
puesta su corona.
Esa criatura oscura con su dorada corona está sentada sobre una
plataforma, encima de la Rueda, separado de la actividad de ésta. A
pesar de que el monstruo guarda la Rueda, no le proporciona fuerza
motriz. Las dos criaturas desesperadas de la pareja son las que le
proveen de energía.
(Jung y el Tarot)
Esta cita viene a cuento porque la autora ha sabido colocar al bufón
en la parte fundamental de todo este proceso. La figura del payaso o
embaucador se ha utilizado a lo largo de la historia para referirse a
los mensajeros de los dioses y guardianes de las puertas al más allá.
Esta figura permite al humano traspasar su atención a la forma y
alcanzar la esencia última a través de su imagen grotesca, en lugar de
quedarse atrapado por la figura imponente de un dios solemne
todopoderoso.
El loco
Entre las tribus nativas norteamericanas, el payaso sagrado tenía la
misión de interrumpir los rituales del chamán con actos grotescos y
provocar la risa en medio de las ceremonias. Su mensaje no contenía el
desprestigio de su religión, sino todo lo contrario: obligaba al pueblo a
no aferrarse a los ritos y manifestaciones externas de la
espiritualidad, haciéndole ver las cosas de otra manera diferente a la
establecida, ir más allá de la parafernalia y acercarse así a los
misterios invisibles que se escondían tras la simbología del chamán. Los
símbolos, al fin y al cabo, no dejan de ser intentos por expresar en el
espacio-tiempo algo que los supera y que no puede ser transmitido en su
plenitud. El payaso, o el loco, se encarga de recordarle al hombre la
arbitrariedad e impermanencia de cualquier sistema social.
El heyoka, como representante del Pájaro del Trueno y
Estafador, recuerda a su gente que la energía primordial de la
naturaleza está más allá del bien y el mal, que no corresponde a
categorías humanas, que no siempre sigue nuestras preconcepciones de lo
que es esperado y apropiado, que no se preocupa por nuestros infortunios
humanos y preocupaciones.
(Payasos sagrados y tontos santos)
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De: Marti2 |
Enviado: 03/05/2014 07:10 |
Los bufones, embaucadores o pícaros, logran que la conciencia alcance
territorios que otros héroes no consiguen a pesar de su perfección. Con
sus actos desordenados causan terror pero también mueven a la risa,
mediante la cual se pueden dar algunos pasos más en los reinos del
miedo. Interrumpen el orden establecido por los hombres y eliminan el
último estado en que sostiene la personalidad: la moral, la tendencia a
deshacer el punto de equilibrio e inclinar la balanza hacia el aspecto
considerado positivo.
En el mundo de la moral humana, es inevitable que el péndulo que ha
sido llevado a uno de sus extremos inicie un movimiento en busca del
equilibrio, por lo que la inercia le obligará a tocar el lado negativo
hasta que cese todo movimiento. Tal es el mensaje de la carta número
diez del tarot. Mientras no nos demos cuenta de que el apego hacia lo
que consideramos Bien es una trampa por la que alimentamos el inevitable
movimiento hacia el Mal, estaremos atrapados en la Rueda de la Fortuna.
El mundo existe sólo porque las fuerzas contrarias se sostienen en
equilibrio. Lo racional es compensado por lo irracional.
Este equilibrio viene dado, para sorpresa de los que nunca fuímos
iniciados, por el embaucador, el cual participa de ambas naturalezas,
humana y divina. En todos sus aspectos, representa la ambigüedad: es
tonto pero también astuto, gracioso pero cruel, provoca el caos pero
también genera el orden. Es el responsable de los cambios en el mundo.
Desde la perspectiva junguiana, el arquetipo del embaucador, mago o
estafador simboliza la fuerza de la incertidumbre, de lo inesperado que
surge para atentar contra el orden establecido y darle la vuelta.
Los payasos sagrados personifican la fuerza del humor,
del grotesco, de todo aquello que nos permite ver más allá de lo que nos
está permitido ver a simple vista. Aquello que nos permite enfrentar,
desde las contradicciones y la muy humana ambigüedad, los aspectos más
aterradores y/o secretos de la vida misma.
Son los únicos que han llegado a conocerse a sí mismos porque se han
asumido en todas sus contradicciones. Son quienes aceptan de la vida
tanto el lado oscuro como el claro, quienes se han enfrentado con lo
inconfesable y por eso mismo pueden permitirse todos los desmanes. Hasta
las últimas consecuencias. Hasta volverse peligrosos, y no sólo porque
se puede también morir de risa sino porque todo acceso al conocimiento,
por oblicuo que sea, representa una amenaza. Pero una amenaza que salva.
[...]
(De Peggy Andreas) La iniciación para un Payaso Sagrado pasa cuando
se da cuenta que hasta la gente que se ama puede ser cruel entre ellos, o
que la Vida misma puede ser cruel. Su propia reacción intensa a una
experiencia personal de abandono, abuso de confianza, o romance roto
puede causar la depresión extrema, el desequilibrio emocional, un
colapso nervioso, (o en casos extremos) un intento de suicidio. Un
Heyoka recuerda su iniciación así, “no me preocupé por mi vida o lo que
me pasó. No lo noté, pero hay un gran medicina en este abandono. ” Si de
alguna manera puede encontrar su equilibrio emocional, si de alguna
manera pasa por el dolor y sale al otro lado, si aprende a bailar en el
borde de cuchillo de su propia Alma, la experiencia se convierte en una
puerta para las ilusiones de la vida y la verdad de la vida.(Agnes Whistling Elk, Medicine Woman)
¿Cuál es la verdad? Esta pregunta impulsa al Payaso a la dimensión
sagrada. el Payaso intuye que La Verdad es la interconexión de toda
vida. SABE (aunque no lo pueda demostrar) que ninguna parte es más
importante que cualquier otra- no importa cuán grande o pequeña sea — y
que el cambio más diminuto de una parte produce un cambio profundo del
Todo. VE (aunque no pueda explicar) que el desequilibrio o el bloqueo de
la Fuerza de Vida es el resultado de una persona o grupo que se cree
más importantes que otro. Y no puede menos que pinchar aquella
presunción sobrevalorada con su humor agudo.
Un Payaso se convierte en Sagrado abriéndose a sí mismo. Como un
niño, está vulnerable, fluido, y abierto a la Fuerza de Vida. A
diferencia de un niño, sin embargo, ha aprendido a protegerse y moverse
sin peligro por un mundo demente usando máscaras, disfraces, bromas y
transformaciones. En un mundo sano, podría arriesgarse a exponerse algo
más.
((Payasos sagrados y tontos santos)
Represión del arquetipo
Es en la sociedad actual donde esta figura está más oscurecida y
reprimida. En otras culturas, el loco siempre fue parte integrante de la
comunidad. En la nuestra, hasta hace relativamente poco siempre existió
“el tonto del pueblo”, eximido de responsabilidades y ridiculizado
permanentemente, pero a la postre cuidado y mantenido por todos. El
inicio de la mentalidad capitalista, en la condena del tiempo ocioso y
en la valoración del ser humano en términos de utilidad económica, será
el que encierre al loco en instituciones y lo aleje de su comunidad.
En el pasado, al igual que ocurría con la “deformación” mental, las
deformidades del cuerpo también se veían como señales divinas, al exigir
de enanos y jorobados una experiencia vital cargada de obstáculos que
les obligaban a desarrollar cualidades internas que, de otro modo, nadie
se molestaría en indagar:
Excluidos por su deformidad física de los intereses y
actividades de la mayoría de las personas, a través del sufrimiento y de
su soledad estas gentes se vieron forzadas a encontrar recursos en su
propio interior. La ironía del payaso triste ha sido tema de grandes
obras de arte, como el lienzo de Picasso, el de Rouault y también en el
escenario, Rigoletto y Pagliacci, pero en ningún sitio ha sido
tan admirablemente descrita la dignidad humana y la capacidad del
espíritu de trascender el sufrimiento como en Don Sebastián de Morra, de Velázquez.
El Loco, sea como bufón, como payaso de circo o como tramposo, es
siempre un ser solitario y triste que está alejado del cotilleo anónimo
que disfruta del mundo que le rodea.
(Jung y el Tarot)
El arquetipo del embaucador es una de las manifestaciones más
primitivas de la psique, la expresión de una conciencia indiferenciada.
En su variante positiva, es una fuente de creatividad y amplitud de
miras para actuar desde nuevas formas que contribuyan a nuestra
evolución. Desde su vertiente negativa, el embaucador es la sombra del
niño divino: el puer aeternus bloqueado en su desarrollo por el complejo maternal. Sallie Nichols lo identifica con el flautista de Hamelin:
De esta misma manera, el loco de la baraja suiza puede
sacarnos de los convencionalismos en que estamos inmersos y devolvernos
al mundo infantil de la fantasía y de la imaginación. Hay que tener
cuidado, sin embargo, con su magia: si olvidáramos pagarle podría
tenernos bailando como ratones, prisioneros en el mundo de los
instintos, sin ningún tipo de salvación hasta que le hayamos pagado la
deuda pendiente.
(Jung y el Tarot)
La curiosidad y astucia del embaucador es la que inicia el proceso de
individuación al hacernos superar el miedo a la terrible aventura que
es el descubrimiento de lo inconsciente, “pero con él estamos siempre
tentados de quedarnos vagando por los aledaños”.
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De: Marti2 |
Enviado: 03/05/2014 07:11 |
El lado oscuro de la Diosa
Para entender este vagar por la periferia, sin llegar al auténtico centro del ser, volvamos a la Rueda de la Fortuna:
Tradicionalmente es labor del Héroe liberar a las
desesperadas víctimas del monstruo destino, liberándolas del cautiverio
sin matarlas ni lesionarlas, pues las dos son necesarias para mantener
la Rueda en movimiento. Traduciéndolo a un lenguaje más psicológico, es
labor de cualquier ser que va en busca de autoconocimiento liberar las
energías animales atrapadas previamente en el círculo repetitivo de los
instintos de manera que esta libido se pueda utilizar de manera más
consciente. El primer paso en esta dirección es enfrentarse con la
oscura criatura que está sentada sobre la Rueda, quien tiene atrapadas a
estas dos bestias esclavizadas.
Al igual que los dragones o animales mitológicos encargados de
guardar un tesoro de logro difícil, estas criaturas son un conglomerado
monstruoso de partes bestiales que representan una odiosa aberración del
orden natural. Quizá quiere simbolizar el caos preexistente a la
creación. […] De hecho, es una esfinge. […] La esfinge egipcia es un
símbolo masculino asociado al dios solar Horus, mientras que la esfinge
aquí dibujada tiene apariencia femenina, similar a la esfinge de la
mitología griega que representa el principio de la madre negativa
[…] Podemos ver a la criatura sentada encima de la rueda como la parodia de la Emperatriz.
(Jung y el Tarot)
La esfinge como lado sombrío de la Madre aparece en el mito de Edipo:
La pintura de Moreau Edipo y la Esfinge representa
a esta última esfinge como una arpía seductora, clavando sus garras en
Edipo para impedir que progrese, minando su vitalidad y poniendo en
peligro toda su vida”. Marie Louise Von Franz, en El problema del Puer Aeternus,
explica que Edipo no se libró de la Esfinge a pesar de haber respondido
correctamente a sus preguntas. Al haber matado a su padre, se liberó
del Padre Oscuro, pero, al casarse con Yocasta, disolvió su masculinidad
en el principio femenino de la Gran Madre. Von Franz subraya la ironía
de que Edipo creyó haber vencido al arquetipo de la Madre sombría, pero
sin embargo aún le quedaba un largo camino por recorrer: “no podemos dar
rienda suelta a nuestras energías creativas con gimnasias mentales ni
podemos esquivar nuestro destino humano por el solo hecho de dar
respuestas audaces. Como nos recuerda Marie Louise von Franz, eso es una
hábil trampa del inconsciente para distraer al héroe (la conciencia
humana alcanzando la plenitud) proponiendo preguntas filosóficas en el
preciso momento en que éste necesita hacer frente a las solicitaciones
de su naturaleza instintiva.
(Jung y el Tarot)
El centro de la rueda de la fortuna es la ley universal, el principio
eterno. El borde exterior es la manifestación de ese centro en
innumerables aspectos individuales e impermanentes.
Significativamente, la Rueda del Tarot no está dibujada
como un círculo vacío. Esa vacuidad (como el vacío cero del Loco)
pertenece a un estadio anterior de desarrollo, correspondiente al mundo
indiferenciado de antes de la separación de los opuestos, al mundo del
bufón bailarín.
(Jung y el Tarot)
Esquizofrenia
En Los mitos, su impacto en el mundo actual, Campbell cuenta
la sorpresa que se llevó al comprobar que las imágenes que aparecían en
los sueños y fantasías de pacientes esquizofrénicos se correspondían con
las figuras simbólicas comunes a todas las mitologías. Esto lleva a
pensar que el loco es un individuo que, perdido su contacto con la
sociedad, se sumerge en un viaje interior que culmina en lo que Jung
llamó el Inconsciente colectivo, más allá del subconsciente personal y
los motivos simbólicos relacionados con la propia vida del sujeto:
En pocas palabras: la característica usual es, en primer
lugar, una ruptura o partida del orden social local y del contexto;
luego, una larga y profunda retirada interior y hacia atrás, hacia
atrás, como en el tiempo, e interior y profunda en la psique; una serie
caótica de encuentros en ese ámbito de oscuras y aterradoras
experiencias, y (si la víctima es afortunada) encuentros presentes que
vuelven a centrar, colmando, armonizando y otorgando nuevo vigor; y
finalmente, en estos casos afortunados, un viaje de regreso y
renacimiento a la vida. Y ésa es también la fórmula universal del viaje
mitológico del héroe, que describí en mi propio estudio: 1) separación,
2) iniciación, y 3) regreso.
Los pacientes se encuentran en una situación de aislamiento tal que
las imágenes filtradas por su conciencia han alcanzado el territorio de
lo universal y primigenio.
Los arquetipos son expresiones de una biología heredada,
común a la especie, frente a las memorias personales reprimidas que
forman el inconsciente personal, abastecido por miedos y frustraciones
de la biografía del individuo y de los condicionamientos sociales: “Gran
parte de nuestros sueños y dificultades cotidianas derivan, claro está,
de esta última; pero en la inmersión esquizofrénica se desciende hasta
la “colectiva”, y la imaginería que allí se experimenta es sobre todo
del orden de los arquetipos del mito.
En ese viaje, aparece inevitablemente el horror. Cuando se desprenden
las capas de lo social, los velos de la civilización que protegen al
individuo de su naturaleza primera, surge el monstruo al que todo héroe
se ve obligado a enfrentar. De fracasar en el intento por controlar las
fuerzas caóticas representadas por el loco, éstas se hacen con el
control de la existencia, como tan brillantemente supo reflejar Conrad
en El corazón de las tinieblas, la novela sobre la que se elevó la película de Francis Ford Coppola, Apocalipsis Now.
El chamán es una persona (masculina o femenina) que en su
tierna adolescencia pasó a través de una grave crisis psicológica, lo
que actualmente se llamaría una psicosis.
[...] La única sabiduría verdadera, dijo Igjugarjuk, vive lejos de la
humanidad, en la gran soledad, y sólo puede ser alcanzada mediante el
sufrimiento. Sólo la privación y el sufrimiento abren la mente de un
hombre a todo lo que permanece escondido para los demás.
(Los mitos, su impacto en el mundo actual)
Campbell se hace eco de los estudios del doctor Siverman, que distinguía entre esquizofrenia esencial y esquizofrenia paranoica:
…y sólo
es en la esquizofrenia esencial donde aparecen las analogías con lo que
hemos denominado “la crisis del chamán”. En la esquizofrenia esencial,
el rasgo característico es una retirada de los impactos de experiencia
en el mundo exterior. Existe poca preocupación y atención al respecto.
El mundo objeto cae y se aleja, la persona se ve invadida y sobrepasada
por el inconsciente. Por otro lado, en la “esquizofrenia paranoica”, la
persona permanece alerta y extremadamente sensible al mundo y sus
acontecimientos, interpretándolo todo, sin embargo, en términos de sus
propias fantasías, miedos y terrores proyectados, y con una sensación de
estar en peligro a causa de asaltos.
¿No pareciera que nuestro mundo estuviera afectado por esta última
esquizofrenia? Es así que el fracaso de la empresa es mayor si cabe
cuando se rechaza emprender la aventura interior y sólo se atiende a las
ilusiones de lo exterior. La represión de las fuerzas inconscientes,
por negadas y desatendidas, permite que el loco se haga fuerte en la
sombra y, tarde o temprano, será inevitable el estallido de la energía
acumulada: “”Es como si el esquizofrénico paranoico”, explica
[Silverman], “incapaz de comprender o tolerar los terrores de su mundo
interno, dirija prematuramente su atención al mundo exterior. En esta
clase de solución abortiva de la crisis, el caos interno no consigue
abrirse paso, o no es capaz de resolverse”. La víctima está
principalmente situada en el campo de su propio inconsciente proyectado.
La diferencia entre el chamán y el esquizofrénico de nuestro mundo es
que el primero concilia su mundo interno con la realidad social de su
comunidad, la cual hace propio su sistema simbólico, mientras que el
segundo está “perdido y aterrorizado por las quimeras de su propia
imaginación, a la que es totalmente extraño”, pues el sistema simbólico
en que vive interiormente ha sido rechazado por el sistema social en que
ha sido educado y en el que se desarrolla su experiencia vital:
“El místico, dotado con talentos nativos para esta clase
de cosas y siguiendo, paso a paso, la enseñanza de un maestro, penetra
en las aguas y se da cuenta de que puede nadar; mientras que el
esquizofrénico, sin preparar, sin guía y poco dotado, ha caído o se ha
sumergido intencionalmente y se ahoga
(Los mitos, su impacto en el mundo actual).
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De: Marti2 |
Enviado: 03/05/2014 07:14 |
Final
La primera noble verdad del budismo es que toda vida es sufrimiento. Aquí, Campbell llama la atención sobre lo importante:
¿Lo hemos escuchado bien? ¿Lo hemos comprendido? Toda vida es
sufrimiento. La palabra importante es “toda”, que no puede ser
traducida para significar vida “moderna” o –como recientemente he
oído—“vida bajo el capitalismo”, de manera que la gente sería feliz si
el orden social fuese alterado. La revolución no es lo que enseñó Buda. Su Primera Verdad Noble fue que la vida
–toda vida—es sufrimiento. Y su cura tendría que ser capaz de producir
alivio, sin importar las circunstancias sociales, económicas o
geográficas del inválido.
(Los mitos. Su impacto en el mundo actual)
La liberación del sufrimiento es el nirvana:
El significado literal del sustantivo sánscrito nirvana
es “apagar”; y su sentido budista hace referencia a la extinción del
egoísmo. Con ello también se extinguiría el deseo del ego por
satisfacerse, su miedo a la muerte y el sentido de los deberes impuestos
por la sociedad. Pues el liberado se mueve desde el interior, no por
ninguna autoridad externa; y esta motivación externa no carece de un
sentido del deber, sino que está lleno de compasión por todos los seres
sufrientes
(Los mitos. Su impacto en el mundo actual)
La figura del liberado, o iluminado, aparece en el arte indio siempre
bajo forma masculina; en el Lejano Oriente, por el contrario lo hace
bajo la forma de la diosa china de la misericordia, Kuan Yin (Kannon, en
japonés), pues un ser de estas características trasciende los límites
de sexo, y bajo forma femenina seguramente resulta más cercano a la
misericordia que la masculina.
La historia budista sobre Avalokiteshvara tiene mucho en común con la
interpretación que los rosacruces hacen del misterio del Gólgota:
La leyenda de es te Bodhisattva explica que cuando estaba
a punto de liberarse completamente del ciclo de reencarnaciones que es
nuestro mundo, escuchó lamentarse a las rocas, los árboles y a toda la
creación; y cuando preguntó por el significado de aquel sonido, se le
respondió que su presencia había imbuido a todo del sentido de la
inmanencia del éxtasis nirvánico, que se perdería una vez que él
abandonase el mundo. En su compasión sin límites renunció a la
liberación por la que había luchado a través de in numerables vidas, por
lo que al continuar en este mundo serviría a través del tiempo, como
maestro y ayuda de todos los seres. Entre los comerciantes aparece como
comerciante, como príncipe entre los príncipes, incluso como insecto
entre los insectos. Y está encarnado en nosotros siempre que estamos en
relación con otros, instruyéndonos o bien haciendo uso de su
misericordia
(Los mitos. Su impacto en el mundo actual)
Para la filosofía rosacruz, la muerte de Jesús es el sacrificio para
que la energía crística permanezca en la Tierra, de manera que sea
posible acceder a ella tras el proceso de desarrollo espiritual adecuado
y manifestarla desde el interior del individuo.
Y
aquí volvemos al arquetipo del que hemos venido hablando: el loco es
esa encarnación de la divinidad, la cual actúa a través del ser una vez
que éste se ha despojado de su ego y sentido de la personalidad. En la
Kabbalah, la letra shin es la usada para referirse a la carta del tarot
referida al tonto, al humano que ha trascendido los límites de la
materia y ha entrado en contacto con lo eterno y universal.
Precisamente, el nombre hebreo de Jesús se habría formado por la
inclusión de esta letra shin en el Tetragramatón con que los cabalistas
se refieren a Dios: YHVH-YHSVH (YeHoVaH- YeHSUaH), lo cual vendría a
representar, según esto, que lo encarnado se ha imbuido de lo divino, se
ha convertido en su vehículo:
Algo que, por cierto, parecieron tener presente algunos de los santos
del cristianismo, cuya actitud ante la religión les hizo encadenar una
tradición a la que suele referirse como la del “tonto en Cristo”, o de los “santos locos”.
Encontramos aquí una explicación del sufrimiento como única manera de
disolver el ego. “Gracias, Padre, por traerme donde yo no quería”, dice
el Jesús místico del griego Nikos Kazantzakis en La última tentación de Cristo. Pero un ejemplo universal donde los haya se encuentra en el viaje del héroe de La Odisea.
Toda la aventura es una sucesión de infortunios que van convirtiendo al
guerrero Odiseo/Ulises en un ser humillado tras cada prueba a que debe
enfrentarse, hasta culminar su regreso a casa y reconvertirse en amante
esposo de Penélope y padre de Telémaco.
La psiquiatría, dice Campbell, se ha equivocado durante mucho tiempo
al intentar curar los síntomas del viaje, cuando lo que en realidad debe
hacer es acompañar al “héroe” en dicho viaje y proporcionarle, como
Zeus a Odiseo, la ayuda necesaria para que llegue a buen puerto.
Al coartar el viaje por no querer enfrentar sus peligros, nuestra
sociedad, obsesionada con la idea del hedonismo como principio vital y,
por tanto, empeñada en apartar de su camino todo atisbo de esfuerzo y
padecimiento, se vuelve cada día que pasa un poco más neurótica, de
manera que sólo las sombras del arquetipo serán las que terminen por emerger a la superficie,
como balones de playa que nos empeñamos en mantener sumergidos hasta
que, tarde o temprano, se escapan de nuestra presión y salen a flote con
una fuerza imparable.
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