Buscamos refugio entre los brazos de quienes

amamos, pedimos ser acariciados por manos que

nos protejan. Alivian nuestro dolor esas

palabras que suelen decirse cuando muere

el día. Nadie puede quitarte la soledad,

porque el hombre nace y muere solo.

Pero sí pueden sentarse a tu lado en silencio,

esperando que tragues esas amargas lágrimas,

no siempre es necesario tener la compañía

de labios que nos sepan besar, si no bocas

que acompañen nuestro silencio.

A/D