En ningún país del mundo, sin importar su régimen político, se aceptaría que el líder de la oposición estuviese en contacto directo, amistoso y público con un peligroso terrorista buscado por la justicia nacional.
¿Quién es el senador McCain?
John McCain no es simplemente el líder de la oposición política al presidente Obama. ¡Es también uno de sus altos funcionarios!
McCain es, en efecto, presidente del International Republican Institute (IRI), la rama republicana de la Fundación Nacional para la Democracia/Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés), desde enero de 1993. Esta supuesta organización no gubernamental fue oficialmente creada por el presidente Ronald Reagan para extender ciertas actividades de la CIA, en coordinación con los servicios secretos británicos, canadienses y australianos. Contrariamente a lo que afirma, el IRI es en realidad una agencia intergubernamental cuyo presupuesto es aprobado por el Congreso de Estados Unidos como parte de una línea presupuestaria que depende del Departamento de Estado.
Y precisamente porque es una agencia conjunta de los servicios secretos anglosajones, diferentes estados de todo el mundo prohíben toda actividad del IRI en sus territorios.
Es impresionante la lista de intervenciones de John McCain por cuenta del Departamento de Estado. El senador ha participado en todas las revoluciones de color organizadas en los últimos 20 años.
Sólo citaremos algunos ejemplos. En nombre de la democracia, el senador McCain preparó el fallido golpe de Estado contra el presidente constitucional Hugo Chávez, en Venezuela; el derrocamiento del presidente constitucional Jean-Bertrand Aristide, en Haití; el intento de derrocamiento del presidente constitucional Mwai Kibaki, en Kenia; y, más recientemente, el derrocamiento del presidente constitucional de Ucrania, Víctor Yanukóvich.
En cualquier Estado del mundo, cuando un ciudadano hace algo por derrocar el régimen de otro Estado es posible que se le felicite… si tiene éxito y si el nuevo régimen se convierte en un aliado. Pero será severamente condenado si sus iniciativas tienen consecuencias nefastas para su propio país. Sin embargo, el senador McCain nunca ha tenido el menor problema cuando sus acciones antidemocráticas en los Estados donde ha fracasado han resultado negativas para Washington, como en el caso de Venezuela. Eso quiere decir que, para Estados Unidos, el senador McCain no es un traidor sino un agente.
Pero es además un agente que dispone de la mejor fachada imaginable por ser el opositor oficial del presidente Barack Obama. Así que puede viajar a cualquier lugar del mundo (McCain es el senador estadunidense que más viaja) y reunirse sin ningún temor con quien mejor le parece. Si sus interlocutores aprueban la política de Washington, McCain promete que la continuará; si están en contra, McCain culpa de todo al presidente Obama.
John McCain es conocido como veterano y prisionero de guerra, durante 5 años, en Vietnam, donde se le aplicó un programa cuyo objetivo no era arrancar información a los prisioneros sino inculcarles un discurso. Se trataba de transformar la personalidad del prisionero para que hiciese declaraciones en contra de su propio país. Luego de ser estudiado para la Rand Corporation por el profesor Albert D Biderman a partir del ejemplo norcoreano, aquel programa sirvió de base a las investigaciones que el doctor Martin Seligman dirigió en Guantánamo y en otras instalaciones. Bajo la administración de George W Bush, la aplicación de ese programa a más de 80 mil prisioneros permitió convertir a varios en verdaderos combatientes al servicio de Washington. Por haber sucumbido él mismo en Vietnam, John McCain sabe perfectamente cómo funciona el programa y cómo manipular a los yihadistas sin ningún tipo de escrúpulo.
¿Cuál es la estrategia de EU con los yihadistas?
En 1990, Estados Unidos decidió acabar con su antiguo aliado iraquí. Después de haber dado a entender al presidente Sadam Husein que la invasión de Kuwait sería considerada un asunto interno de Irak, Washington la utilizó como pretexto para movilizar una coalición internacional contra Irak. Pero, ante la oposición de la entonces Unión Soviética, Washington no derrocó el régimen y se limitó a imponer y controlar una zona de exclusión aérea.
En 2003, la oposición de Francia no bastó para contrarrestar la influencia del Comité para la Liberación de Irak. Estados Unidos atacó nuevamente ese país y esta vez derrocó al presidente Sadam Husein. Por supuesto, uno de los principales responsables del Comité era John McCain. Después de poner durante 1 año el saqueo de Irak en manos de una empresa privada, Estados Unidos trató de dividir el país en tres estados diferentes, pero tuvo que renunciar a hacerlo ante la resistencia de los iraquíes. En 2007 trató nuevamente de hacerlo, apoyándose en la resolución Biden-Brownback, pero el intento terminó en un nuevo fracaso. Todo ello explica la actual estrategia, tendiente a lograr nuevamente la partición de Irak, esta vez a través de un actor no estatal: el Emirato Islámico.
La operación estaba en preparación desde hace tiempo, incluso antes del encuentro de John McCain con Ibrahim al-Badri. Varias comunicaciones internas del ministerio de Relaciones Exteriores de Catar –publicadas por amigos James y Joanne Moriarty– muestran que 5 mil yihadistas recibieron entrenamiento, financiado por Catar, en la Libia de la OTAN durante 2012, mientras que el futuro califa recibía 2.5 millones de dólares.
En enero de 2014, el Congreso de Estados Unidos celebró una sesión secreta en la que aprobó, en violación del derecho internacional, el financiamiento –hasta septiembre de 2014– para el Frente al-Nusra (miembro de al-Qaeda) y para el entonces llamado Emirato Islámico en Irak y el Levante. Aunque no se sabe con precisión lo que se decidió realmente en esa reunión secreta del Congreso estadunidense, revelada por la agencia británica Reuters sin que ningún medio de prensa de Estados Unidos se atreviese a violar la censura, es muy probable que la ley allí aprobada incluya algún acápite sobre el armamento y entrenamiento de los yihadistas.
Orgullosa de ese financiamiento estadunidense, Arabia Saudita proclamó a través de su televisión pública Al-Arabiya, que el Emirato Islámico se hallaba bajo la autoridad del príncipe saudita Abdulrahman al-Faisal, hermano del príncipe Saud al-Faisal –ministro saudita de Relaciones Exteriores– y del príncipe Turki al-Faisal –embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos y en el Reino Unido.
El Emirato Islámico representa una nueva etapa en materia de mercenarismo. A diferencia de los grupos yihadistas que pelearon en Afganistán, Bosnia-Herzegovina y Chechenia, formados alrededor de Osama bin Laden, el Emirato Islámico no constituye una fuerza de apoyo sino un ejército en sí. A diferencia de los grupos que lo precedieron en Irak, Libia y Siria, formados alrededor del príncipe –también saudita– Bandar ben Sultan, el Emirato Islámico dispone de servicios integrados y sofisticados de propaganda que llaman a otros elementos a unirse a sus fuerzas. Y también dispone de administradores civiles formados en grandes centros occidentales de enseñanza y capaces de garantizar rápidamente la administración de un territorio.
Arabia Saudita compró armamento ucraniano acabado de fabricar y los servicios secretos turcos se encargaron de transportarlo y de entregarlo al Emirato Islámico. Los últimos detalles se coordinaron con la familia Barzani durante una reunión de los grupos yihadistas en Amman, el 1 de junio de 2014.
El ataque conjunto contra Irak por parte del Emirato Islámico y del gobierno regional del Kurdistán comenzó 4 días después de esa reunión. El Emirato Islámico se apoderó de la parte sunnita del país mientras que el gobierno regional del Kurdistán ampliaba su territorio en más de un 40 por ciento. Huyendo de las atrocidades de los yihadistas, las minorías religiosas abandonaban la zona sunnita, abriendo así el camino a la división del país en tres partes.
En violación del acuerdo de defensa en vigor entre Irak y Estados Unidos, el Pentágono no intervenía y permitía que el Emirato Islámico continuara su campaña de conquista y masacres. Fue sólo al cabo de 1 mes, cuando los peshmergas del gobierno regional kurdo ya se habían retirado sin presentar batalla y cuando la presión de la opinión pública ya se hacía demasiado intensa, que el presidente Obama dio orden de bombardear algunas posiciones del Emirato Islámico. Pero, según el general William Mayville, director de operaciones del estado mayor:
“Esos bombardeos tienen pocas probabilidades de afectar las capacidades globales del Emirato Islámico o sus actividades en otras regiones de Irak o de Siria.”
Es evidente que el objetivo de los bombardeos estadunidenses no es destruir el Ejército yihadista sino solamente garantizar que los diferentes actores no se salgan del territorio que se les ha asignado. En todo caso, los bombardeos son por el momento puramente simbólicos y sólo han destruido unos cuantos vehículos. En definitiva, es la intervención de los combatientes kurdos del Partido de los Trabajadores de Kurdistán y sirio lo que realmente ha detenido el avance del Emirato Islámico y abierto un corredor para permitir a las poblaciones civiles escapar a la masacre.
Están circulando numerosas mentiras sobre el Emirato Islámico y su califa. El diario Gulf Daily News afirmó que Edward Snowden había hecho revelaciones sobre ellos. Al verificar, hemos podido comprobar que el exespía estadunidense no ha publicado absolutamente nada sobre el Emirato Islámico y su califa. El Gulf Daily News es un cotidiano que se publica en Baréin, un emirato ocupado por las tropas de Arabia Saudita, y el artículo busca únicamente ocultar las responsabilidades del reino de los Saud y del príncipe Abdulrahman al-Faisal.
El Emirato Islámico es comparable a los ejércitos de mercenarios que existieron en la Europa del siglo XVI. Aquellos ejércitos participaban en las guerras de religión por cuenta de los señores que más les pagaban, así que podían estar a veces en un bando y estar después en el bando contrario. El califa Ibrahim es, de hecho, un condotiero moderno. Aunque hoy está a las órdenes del príncipe saudita Abdul Rahman –miembro del clan de los sudairis– nada tendría de sorprendente que prosiga su epopeya en Arabia Saudita, después de un tránsito por el Líbano o Kuwait, y que pusiese fin a la actual línea de sucesión saudita favoreciendo al clan de los sudairis en detrimento del príncipe Mithab, quien no es hermano sino hijo del actual rey Abdallah.
John McCain y el Califa
En la más reciente edición de su publicación, el Emirato Islámico dedicó dos páginas a denunciar al senador John McCain como “el enemigo” y “el cruzado” recordando su respaldo a la invasión estadunidense contra Irak. Para asegurarse de que la opinión pública estadunidense llegara a conocer esas acusaciones, el senador publicó de inmediato un comunicado calificando al Emirato Islámico como “el grupo terrorista islamista más peligroso del mundo”.
Pero toda esa polémica es sólo para distraer la atención del público. A uno le gustaría creer en ella… si no existiese aquella foto captada en mayo de 2013.
Thierry Meyssan
Red Voltaire