Ha
llegado la hora de decir NO en muchas ocasiones, de mandar al carajo
los compromisos y las obligaciones. Pasó la hora de las
responsabilidades desvelantes. Ahora nos gusta estar solos, disfrutar
buenas conversaciones con gente que no nos insulta y que cree lo mismo
que nosotros o que no le importa que opinemos diferente. Es la hora de
hablar de todo sin necesidad de sostenerlo como medio de defensa. Es
hora de ver películas, de estar en una finca durante la semana, de leer,
de escuchar, de sonreír y de burlarse de la mayoría de los mortales que
viven pendientes de las pendejadas.Nosotros demostramos que las
responsabilidades fueron bien atendidas por nosotros, que hicimos las
cosas lo mejor posible, que dejamos huellas, que somos buenas personas.
Lo que nos queda de vida es para
nosotros, para disfrutar, para cumplir el mandamiento divino de amarnos a
nosotros mismos. Por eso vamos a hacer lo que nos da la gana. Viajar al
máximo, tomando café con amigos y amigas, conversando con todo el que
nos encontremos.
Ya pasó la época de los roles. Lo
que fuimos, fuimos, ahora somos para nosotros mismos sin tener que
rendir cuentas a nadie. Los demás seguirán su camino de
responsabilidades y de afanes, de preocupaciones y nerviosismos.
Nosotros ahora estamos por encima
del bien y del mal. Vamos a museos, asistimos a conferencias y si no nos
gusta nos salimos sin que nos importe, redescubrimos al Quijote y a
Fernando González.
Ahora asistimos con mayor
frecuencia a entierros y nos damos cuenta de que se aproxima el nuestro,
pero estamos preparados, pues al fin y al cabo vivir es mortal. Dios es
para nosotros una profunda experiencia interior, lejos de mitos, ritos,
limosnas y pecados sin fin. Es la hora de empezar a relajarnos y de
conversar largas horas con Dios, que es el único que permanece siempre,
ahora y después de que abandonemos la nave del cuerpo.
Nos rodean pocos seres a quienes
amamos profundamente y que seguirán viviendo sus propias experiencias,
estemos nosotros o no. Mandaremos para donde sabemos a la gente que nos
molesta, la tóxica. Quienes nos buscan sin egoísmos van a encontrar una
sonrisa, una mirada tierna y comprensiva, un consejo acertado o no,
afecto.
Somos ahora sí libres de ataduras, de prejuicios, de creencias. Somos libres si no le tememos ni a la vida ni a la muerte.
Samuel Arango
Rosa