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Muy Interesante: Guía práctica para desacreditar estudios alternativos
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De: Marti2 (Mensaje original) |
Enviado: 03/10/2014 06:04 |
Daniel Drasin es un escritor y cineasta estadounidense que, en los años noventa, escribió un ensayo llamado Zen and the art of debunkery (Zen y el arte del descrédito).
Los motivos que le llevaron a elaborarlo fueron dados por sus
experiencias con cierto sector de la comunidad científica. Su intención
primera era descubrir las estrategias de los que él llama “escépticos
patológicos”, pero con el tiempo se convirtió en una especie de bálsamo
para los investigadores “honestos” que han sufrido los ataques de
quienes, “miserablemente” (son palabras del autor), han querido utilizar
una mal entendida actitud científica como arma de ataque.
Entre 1991 y 1997 surgieron diferentes versiones del documento. En 2012, traduje para la ocasión la primera parte de una versión reducida del mismo. Y ahora me ha dado por volver a publicarla. Sin más…
![Element-of-confusion](http://i1.wp.com/www.erraticario.com/wp-content/uploads/2014/09/Element-of-confusion.jpg?zoom=1.5&resize=454%2C454)
Introducción
Así que ha tenido un encuentro cercano con un OVNI. O un serio
interés acerca de la vida extraterrestre. O pasión por seguir pistas que
parecen apuntar hacia la existencia de una realidad más amplia.
Mencione cualquiera de estas cosas a la mayoría de los científicos en
activo, y esté preparado para cualquier cosa, desde el escepticismo
paternal al despiadado ridículo. Después de todo, la ciencia debe ser,
simplemente, una actividad práctica, con poca paciencia para nociones
“expandidas” de la realidad. ¿Verdad?
Falso.
Como todos los sistemas de búsqueda de la verdad, la ciencia,
correctamente aplicada, tiene un impulso liberador y profundamente
fértil en su núcleo. Este “zen” en el corazón de la ciencia se revela
cuando el facultativo deja a un lado las creencias arbitrarias y los
prejuicios culturales, acercándose a la naturaleza de las cosas con “una
mente de aprendiz”. Cuando así se actúa, la realidad puede hablar
fresca y libremente, y se puede escuchar con mayor claridad. La
comprobación apropiada y la validación objetiva pueden, de hecho
“deben”, venir después.
Ver con humildad, curiosidad y ojos frescos, fue una vez el aspecto
principal de la ciencia. Pero hoy es una historia diferente. A medida
que la actividad científica ha sido desviada hacia el expolio, la
institucionalización, la hiperespecialización y la nueva ortodoxia, se
ha ido encerrando cada vez más en hechos inconexos dentro de un vacío
psicológico, social y ecológico. Tan desconectada se ha vuelto la
ciencia oficial del gran esquema de la cosas, que tiende a negar o
descartar dominios enteros de la realidad y a satisfacerse con reducir
toda la vida y la conciencia a física muerta.
A medida que cambia el milenio, la ciencia parece, en muchos
aspectos, estar pisando el trillado camino de las religiones a las que
supuestamente reemplazó. Donde una vez reinara la investigación libre y
desapasionada, ahora se elevan las emociones fundamentalistas en defensa
de la “verdad científica”. A medida que las anomalías se acumulan bajo
un mar de negaciones, los defensores de la Fe y el Reino se aferran, con
cada vez mayor prepotencia, al casco de un paradigma que se hunde. Ante
las provocativas evidencias de cosas impensables para su filosofía,
muchos veteranos científicos regresan a una especie de escepticismo
infantil caracterizado por una fe ciega y absoluta en lo familiar. No
resulta sorprendente, pues, que tantos prometedores campos de
investigación continúen envueltos en la superstición, la ignorancia, la
negación, la desinformación, lo tabú… y el descrédito [debunkery en el original]
¿Qué es el debunkery? Esencialmente es el intento de
invalidar una información novedosa sustituyendo el método científico por
la propaganda cientificista.
Para poner de manifiesto esta clase de comportamiento pseudocientífico, he elaborado una guía útil para los aspirantes a debunker,
con una sección especial dedicada a invalidar la inteligencia
extraterrestre (tal vez el tema más agresivamente denostado en la
historia moderna). Como le resultará evidente al lector, he llevado
algunas de estas estrategias de descrédito al límite del absurdo para
así mostrarlas con claridad. Por lo demás, su inherente razonamiento
falaz, la lógica retorcida y la pura tontería sonarán frustrantemente
familiares a quienes se han arriesgado a explorar bajo el océano de la
negación y han intentado informar de buena fe sobre lo que allí
encontraron.
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De: Marti2 |
Enviado: 03/10/2014 06:07 |
Sin más:
Cómo desacreditar cualquier cosa
Parte 1: Descrédito General
- Antes de comenzar a desacreditar, prepare su equipamiento. Equipo necesario: un sillón.
- Muestre un semblante apropiado. Cultive un aire condescendiente que
sugiera que sus opiniones personales están respaldadas por la total fe y
crédito de Dios. Emplee términos vagos, subjetivos y despectivos como
“ridículo” o “trivial” de una manera tal que sugieran contar con toda la
fuerza de la autoridad científica.
- Muestre a la ciencia no como un proceso de descubrimiento sin
límite, sino como una guerra santa en contra de turbulentas hordas de
infieles adoradores de lo raro. Puesto que en la guerra el fin justifica
los medios, puede enredar, estirar o violar el método científico, o
incluso omitirlo completamente, en el nombre de la defensa del método
científico.
- Mantenga sus argumentos tan abstractos y teóricos como sea posible.
Esto “envía el mensaje” de que la teoría aceptada está por encima de
cualquier indicio que la pueda cuestionar, y que, por lo tanto, no vale
la pena examinar ningún indicio al respecto.
- Refuerce el erróneo y habitual concepto de que ciertos temas son
inherentemente acientíficos. En otras palabras, confunda deliberadamente
el “proceso” de la ciencia con el “contenido” de la ciencia. (Alguien
puede, por supuesto, objetar que, como la ciencia es un acercamiento
universal a la búsqueda de la verdad, debe ser neutral sobre el tema a
tratar, por lo cual sólo el “método” de investigación puede ser o no
ser científicamente serio. Si eso ocurre, desestime tales objeciones
usando un método empleado con éxito por generaciones de políticos.
Simplemente tranquilice a todos: “¡no existe ninguna contradicción en
ello!”).
- Arregléselas para apoyar su mensaje en autoridades. El grado hasta
el que se puede estirar la verdad es directamente proporcional al
prestigio de su portavoz.
- Siempre refiérase a los postulados no ortodoxos como “pretensiones”,
las cuales son “expuestas”, y a sus propias aserciones como “hechos”,
los cuales están “establecidos”.
- Evite examinar la prueba. Esto le permite decir con impunidad, “¡No
he visto absolutamente ninguna evidencia que apoye tan ridículas
exposiciones!” (Note que esta técnica ha sobrevivido al paso del tiempo y
data de, al menos, la era de Galileo. ¡Simplemente negándose a mirar a
través de su telescopio, las autoridades eclesiásticas adquirieron para
la Iglesia el poder de la negación absoluta y gratuita durante tres
siglos!)
- Si examinar un indicio se vuelve inevitable, informe de que: “¡no
hay nada nuevo aquí!”. Si le hacen frente con un gran cúmulo de pruebas
que han resistido los tests más rigurosos, simplemente desestímelas por
ser “solo un puñado”.
- Iguale el necesario aspecto escéptico de la ciencia con “toda” la
ciencia. Haga hincapié en los elementos restringidos, rigurosos y
críticos de la ciencia y excluya la intuición, la inspiración, la
exploración y la integración. Si alguien objeta, acúsele de ver la
ciencia en términos exclusivamente difusos, subjetivos o metafísicos.
- Insista en que el progreso de la ciencia depende de explicar lo
desconocido en términos de lo conocido. En otras palabras, ciencia es
igual a reduccionismo. Puede aplicar el enfoque reduccionista en
cualquier situación, descartando más y más pruebas hasta que lo poco que
queda pueda finalmente ser explicado enteramente en términos del
conocimiento establecido.
- Reste importancia al hecho de que la investigación libre y la discrepancia legítima son aspectos normales de la ciencia.
- Póngase a disposición de los productores de los medios que buscan un
“informe equilibrado” de las visiones no ortodoxas. Sin embargo, acepte
participar sólo en aquellas presentaciones donde las restricciones y la
parcialidad a priori imposibilitan lujos como la discusión, el debate y
el examen cruzado.
- En cada oportunidad que tenga, refuerce la opinión de que lo que es
familiar es necesariamente racional. Lo no familiar es, por lo tanto,
irracional, y consecuentemente inadmisible como prueba.
- Sentencie categóricamente que lo no convencional puede ser
desestimado como, en el mejor de los casos, una honesta
malinterpretación de lo convencional.
- Califique a sus oponentes como “creyentes sin sentido crítico”.
Desestime categóricamente la idea de que desacreditar implica tener una
creencia sin sentido crítico, sino que es el status quo.
- Mantenga que, en investigaciones de fenómenos no convencionales, una
sola falla lo invalida todo. En contextos convencionales, sin embargo,
puede sabiamente recordarle al mundo que “después de todo, las
situaciones son complejas y los seres humanos son imperfectos”.
- La “Navaja de Occam”, o el “principio de la parsimonia”, dice que la
explicación correcta de un misterio suele expresarse con los principios
fundamentales más simples. Insista, por ello, en que la explicación más
familiar es, por definición, ¡la más simple! De a entender
enérgicamente que la “Navaja de Occam” no es únicamente una regla
filosófica, sino una ley inmutable.
- Rechace cualquier análisis de la historia por el que se revele que
los dogmas de hoy son la herejía de ayer. De la misma manera, evite
discutir los muchos paralelismos históricos, filosóficos y espirituales
entre ciencia y democracia.
- Como el público tiende a tener poco clara la distinción entre
indicio y prueba, haga su mejor esfuerzo para mantener esta confusión.
Si hay una falta de pruebas, sentencie categóricamente que “¡no hay
indicio!”.
- Si se han presentado suficientes indicios para justificar una mayor
investigación de un fenómeno inusual, argumente que “¡un indicio por sí
solo no prueba nada!” Ignore el hecho de que un indicio preliminar no se
supone que deba probar nada.
- En cualquier caso, de por hecho que la prueba precede al indicio.
Esto eliminará cualquier posibilidad de iniciar cualquier proceso serio
de investigación, sobre todo si aún no se ha establecido el requisito de
pruebas para el fenómeno en cuestión.
- Insista en que no se puede establecer un criterio de pruebas para un fenómeno ¡que no existe!
- A pesar de que la ciencia no tolera criterios dobles o imprecisos,
insista siempre en que los fenómenos no convencionales deben ser
juzgados por un diferente, aunque mal definido, conjunto de reglas
científicas. Haga esto declarando que “los fenómenos extraordinarios
requieren de pruebas extraordinarias”, pero asegúrese de no definir
nunca dónde termina lo ordinario y dónde comienza lo extraordinario.
Esto le permitirá crear un horizonte de evidencias en permanente
alejamiento. Por ejemplo, prueba “extraordinaria” se define como aquella
que resulta siempre inalcanzable.
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De: Marti2 |
Enviado: 03/10/2014 06:08 |
- Del mismo modo, exija pruebas que son imposibles de obtener. Por
ejemplo, declare que los fenómenos aéreos no identificados sólo pueden
ser considerados reales si los podemos llevar a un laboratorio para
golpearlos con martillos y analizar sus propiedades físicas. Ignore los
logros de las ciencias deductivas. La astronomía, por ejemplo, que tiene
bastante éxito sin traer planetas, estrellas, galaxias y agujeros
negros a los laboratorios para golpearlos con martillos.
- Practique el descrédito por asociación. Junte todos los fenómenos
popularmente tildados de paranormales y sugiera que quienes los plantean
e investigan hablan con una misma voz. De esta manera usted puede,
indiscriminadamente, trasladar datos entre distintas disciplinas o de un
caso a otro para apoyar su punto de vista como sea necesario. Por
ejemplo, si un supuesto tiene algún parecido superficial con lo que se
está tratando y ha sido, o se asume popularmente que ha sido, expuesto
como fraudulento, cítelo como si fuera un ejemplo apropiado. Entonces
muestre una sonrisa presuntuosa, recuéstese en su sillón y sólo diga
“dejo expuesto mi caso”.
- Use la palabra “imaginación” aplicada sólo a ver algo que “no” está ahí, y no a negar lo que “está” ahí.
- Si un número significativo de personas coincide en que han observado
algo que viola la realidad consensuada, simplemente atribuyalo a una
“alucinación masiva”. Evite hablar sobre la posibilidad de que la
realidad consensuada pueda, en sí misma, constituir una alucinación
masiva.
- Ridiculice, ridiculice, ridiculice. Es, de lejos, el arma más
escalofriantemente efectiva en la guerra contra los descubrimientos y la
innovación. Ridiculizar tiene el poder único de hacer que personas de
prácticamente cualquier creencia se vuelvan completamente inconscientes
en un parpadeo. Sólo falla en aquellos pocos de mente suficientemente
independiente como para no caer en el tipo de consenso emocional que la
ridiculización proporciona.
- Con la insinuación y ejemplo apropiado, haga ver que la
ridiculización constituye una parte esencial del método científico que
puede elevar el nivel de objetividad y desapasionamiento con el que se
realiza cualquier investigación.
- Si se ve presionado por sus novedosas interpretaciones del método
científico, declare que “la integridad intelectual es un asunto sutil”.
- De a entender que los investigadores de lo no ortodoxo son
fanáticos. Sugiera que para investigar la existencia de algo, uno debe
primero creer en ello absolutamente. Entonces declare que tales
“verdaderos creyentes” conocen, por adelantado y con completo detalle,
las respuestas a las más enigmáticas cuestiones. Convenza a la gente de
su propia sinceridad asegurándoles que a usted mismo “le encantaría
creer en estos fantásticos fenómenos”. Esquive con esmero el hecho de
que la ciencia no consiste en creer o no creer, sino en investigar.
- Use “humo y espejos”, por ejemplo, ofuscación e ilusión. Nunca
olvide que una viscosa mezcla de hechos, opiniones, insinuaciones,
informaciones fuera de contexto y completas mentiras van a engañar, casi
siempre, a la mayoría de la gente. Tan poca cosa como una décima parte
de hechos y nueve de porquería va a funcionar en la mayoría de los
casos. ¡Algunos desacreditadores veteranos usan engaños homeopáticos con
increíble éxito! Cultive el arte de moverse entre hechos y ficción tan
indetectablemente que el más débil fundamento de verdad va a sustentar
siempre todo su entramado de opiniones.
- Emplee la “PTC”: Pseudo-refutación Técnicamente Correcta. Por
ejemplo: si alguien comenta que todas las grandes verdades comenzaron
como blasfemias, responda inmediatamente que no todas las blasfemias se
han convertido en grandes verdades. Debido a que su respuesta fue
técnicamente correcta, nadie va a notar que realmente no refutó el
comentario original.
- Trivialice el caso trivializando el ámbito entero en cuestión.
Caracterice el estudio de fenómenos ortodoxos como profundo y con un
alto requerimiento de tiempo, mientras califica al de los fenómenos no
ortodoxos como algo tan insustancial que no exige más que hojear
revistas sensacionalistas. Si se le insiste, simplemente diga “¡pero si
ahí no hay nada que estudiar!” Califique a cualquier investigador serio
de lo no ortodoxo como “entusiasta” o “friki”, o como “con estilo
propio” (la palabra clave favorita de los medios para “falso”).
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De: Marti2 |
Enviado: 03/10/2014 06:09 |
- Recuerde que la mayoría de la gente no tiene suficiente tiempo o
experiencia para un discernimiento cuidadoso, y tiende a aceptar o
rechazar la totalidad de una situación extraña. Por lo tanto,
desacredite la historia por completo intentando desacreditar “parte” de
la historia. Aquí está el cómo: a) saque un elemento del caso en
cuestión completamente fuera de contexto; b) busque algo pragmático que
hipotéticamente pueda explicarlo; c) declare que, por lo tanto, ese
elemento ha sido explicado; d) convoque una conferencia de prensa y
anuncie al mundo que: ¡el caso entero ha sido explicado!
- Contrate los servicios de un ilusionista profesional que pueda
simular el fenómeno en cuestión, caso de percepción extrasensorial,
psicoquinesis o levitación. Esto convencerá al público de que los
defensores o los testigos originales de tales fenómenos deben ser
talentosos magos, o bien haber sido engañados por alguno, que
falsificaron el fenómeno original de la misma manera.
- Encuentre un fenómeno chabacano que, para el no iniciado, se asemeje
al fenómeno en cuestión. Entonces de a entender que la existencia de un
parecido impide la existencia del fenómeno genuino. Por ejemplo, haga
ver que, como la gente por lo general ve “caras” en piedras y nubes, la
enigmática cara de Marte debe ser una ilusión similar y, por lo tanto,
no puede ser artificial.
- Cuando un fenómeno inexplicable muestra evidencias de inteligencia
(como en el caso de los misteriosos círculos del maíz) céntrese
exclusivamente en el mecanismo que podría haber sido usado por la
inteligencia, en lugar de la inteligencia que podría haber usado el
mecanismo. Cuanta más atención le dedique al mecanismo, más fácilmente
podrá distraer a la gente de considerar la posibilidad de una
inteligencia no ordinaria.
- Acuse a los investigadores de fenómenos inusuales de creer en
“fuerzas invisibles y realidades extrasensoriales”. Si ellos señalan que
las ciencias físicas “siempre” han lidiado con fuerzas invisibles y
realidades extrasensoriales (¿gravedad?, ¿electromagnetismo?…) responda,
con una risa ahogada condescendiente, que “es una interpretación
inocente de los hechos”.
- Insista en que la ciencia occidental es completamente objetiva, y no
se basa en suposiciones incomprobables, creencias encubiertas o
intereses ideológicos. Si ocurre que un fenómeno extraño o inexplicable
es considerado verdadero y/o útil para una sociedad no occidental o
cualquier comunidad tradicional, lo puede rechazar como un “idea
incorrecta”, “superstición medieval” o “cuento de hadas”.
- Etiquete cualquier fenómeno mal entendido como “oculto”,
“paranormal”, “metafísico”, “místico”, “sobrenatural” o “new age”. Esto
va a apartar del caso a la mayoría de científicos por motivos puramente
emocionales. Con suerte, se puede retrasar cualquier investigación seria
del fenómeno por décadas, ¡o incluso siglos!
- Haga preguntas que impliquen una opinión generalmente asumida que
apoya su visión; por ejemplo, “¿por qué no hay oficiales de policía,
pilotos militares, controladores de tráfico aéreo o psiquiatras que
reporten ovnis?” (Si alguien apunta que hay tales personas, insista en
que esos deben ser mentalmente inestables).
- Formule preguntas sin respuesta basadas en requisitos arbitrarios de
pruebas. Por ejemplo, “si esto fuera cierto, ¿por qué no lo hemos visto
en TV?” o “¿en esta revista científica?” Nunca olvide la madre de todas
las preguntas: “Si los ovnis son extraterrestres, ¿por qué no han
aterrizado en los jardines de la Casa Blanca?”.
- Similarmente, refuerce la creencia popular de que nuestro
conocimiento científico es completo y absoluto. Hágalo asegurando que
“si tal y tal fuera verdad, ¡ya sabríamos algo sobre ello!”
- Recuerde que puede refutar con facilidad los dichos de cualquiera
erigiendo “hombres de paja” a los que destrozar. Una forma de hacer esto
es parafrasear equivocadamente sus ideas mientras preserva ese
convincente granito de verdad; por ejemplo, comportándose como si los
otros hubieran adoptado la posición más extrema del asunto. Otra
estrategia efectiva, con una larga historia de éxitos, es simplemente
replicar en forma errónea sus experimentos (o evitar replicarlos del
todo diciendo que “hacer eso sería ridículo o estéril”). Para hacer el
proceso entero aún más fácil, responda, no a sus dichos, sino a sus
dichos como fueron expuestos por la prensa o propagados por el mito
popular.
- Insista en que tal planteamiento no ortodoxo no es científicamente
comprobable porque ninguna organización que se precie financiaría tan
ridículos análisis.
- Sea selectivo. Por ejemplo, si una práctica de curación no ortodoxa
no ha podido solucionar un caso de enfermedad terminal, puede juzgarla
inútil (mientras se asegura de evitar mencionar las carencias de la
medicina convencional).
- Relacione a los ponentes con los valores y política editorial de
cualquier medio que publique sus planteamientos. Si un fenómeno inusual o
inexplicable es tratado de manera sensacionalista, utilícelo como
prueba de que el fenómeno en sí debe carecer de miga o no tener
importancia.
- Cuando un testigo o ponente sostiene algo de una forma
científicamente imperfecta, abórdelo como si no fuera científico del
todo. Si no es un científico acreditado, argumente que sus impresiones
no pueden haber sido objetivas.
- Si no puede luchar contra los hechos de un caso, ataque a los
participantes, o al periodista que informó del caso. Los argumentos “ad
hominem” o los ataques personales son algunas de las formas más
poderosas de influenciar al público y evitar la cuestión en sí, acúselos
de: “¡beneficiarse financieramente de actividades conectadas con su
investigación!” Si sus investigaciones, publicaciones o conferencias
conforman su línea normal de trabajo o su único medio de sustento,
sostenga como hecho que son: “¡pruebas concluyentes de que se están
obteniendo ingresos de tales actividades!”. Si se han ganado el
reconocimiento público por su trabajo, puede caracterizarlos
tranquilamente como “buscadores de notoriedad”.
- Invéntese el apoyo experto que haga falta, citando las opiniones de
aquellos a los que popularmente, por su campo de estudio, se les supone
el conocimiento necesario. Los astrónomos, por ejemplo, pueden ser
expuestos como expertos en la cuestión OVNI, a pesar de que, para
licenciarse en Astronomía nunca ha hecho falta ningún curso de ufología.
- Invente confesiones. Si hay un fenómeno que se niega obstinadamente a
desaparecer, coloque a un par de llamativos vejetes que digan que fue
una broma. La prensa y el público siempre tienden a ver las confesiones
como muestras de sinceridad y abandonarán de inmediato sus aptitudes
críticas. A fin de cuentas, nadie quiere aparecer como un inmisericorde
ante unos pecadores arrepentidos.
- Invente fuentes de desinformación. Proclame que: ¡ha encontrado a la persona que inició el rumor de que tal fenómeno existe!
- Invente proyectos de investigación. Declare que: “¡estas
afirmaciones han sido completamente desacreditadas por los más grandes
expertos en la materia!” Hágalo independientemente de que tales expertos
hayan estudiado o no el asunto o, para el caso, de que incluso existan.
© 1997 by Daniel Drasin
(Versión completa en inglés)
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