El problema de los minicerdos
vie, 24 oct 2014
Un recién nacido de la especie kune kune en la escuela de veterinaria de la Universidad de Glasgow (NationalGeographicChannel)
National Geographic - Un recién nacido de la especie kune kune en la escuela de veterinaria de la Universidad de Glasgow (NationalGeographicChannel)
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En 2012, haciéndole un favor a un amigo, los canadienses Steve Jenkins y Derek Walter adoptaron un «minicerdo» de kilo y medio. O eso creían. Pasados dos años, el cerdo no era tan pequeño: pesaba casi 230 kilos.
«No queríamos creerlo, pero a los cuatro meses quedó claro que iba a ser mucho más grande de lo que pensábamos. Y todavía sigue creciendo», comenta Jenkins.
Como muchos otros antes que ellos, Steve y Derek fueron engañados, les hicieron creer que su cerdito siempre sería un cerdito, ideal como mascota. Sin embargo, en seguida descubrieron que se trataba de una estrategia de marketing que criadores sin escrúpulos han estado utilizando durante los últimos 15 años. Desde 1998, el número de minicerdos ha pasado de 200 000 a un millón en Estados Unidos y Canadá.
Para mantener a los cerditos pequeños, muchos criadores los cruzan entre sí y los subalimentan, convenciendo a los compradores de que ya son adultos cuando los adquieren. La mayoría de estos animales terminan en refugios o son sacrificados cuando crecen demasiado.
La moda de los minicerdos en Estados Unidos comenzó en 1986, cuando unas pocas docenas de cerdos vietnamitas llegaron a los zoológicos del país. Cuando los criadores privados los descubrieron, algunos comenzaron a cruzarlos y comercializarlos, y consiguieron así cerdos mucho más pequeños, aunque nunca del tamaño de un chihuahua, como algunos aseguran. Hasta ahora, el comercio de minicerdos en Norteamérica, y en menor medida en Europa, ha sido una industria sin regular y, por tanto, difícil de controlar.
Afortunadamente, no dejan de surgir organizaciones que están tratando de cambiar la situación, educando al público y buscando apoyo legal. En la llamada American Mini Pig Association (Asociación Norteamericana de Minicerdos) participan 250 criadores que trabajan para crear un código ético y clasificaciones basadas en las razas. Jaimee Hubert, una de sus fundadoras, espera lanzar este año la página web de la asociación. En su opinión, los malos criadores son la verdadera amenaza. «Es terrible. Tenemos que dedicar muchísimo tiempo a educar y explicar lo que ocurre. Y no dejamos de recibir críticas y tener que defendernos», afirma.
Hubert explica que los refugios de animales se apresuran en culpar a los criadores, aunque aclara que los buenos criadores saben que son responsables de los cerdos que traen al mundo. «Es su deber esterilizar y castrar a los lechones y buscar a personas informadas que quieran tenerlos».
Trabajadores de refugios afirman que no dejan de ver minicerdos con problemas congénitos, como machos con testículos retraídos o hembras sin ano a causa de malas prácticas de cría.
Afortunadamente, el número de refugios dispuestos a cuidar de estos animales ha aumentado considerablemente desde la década de los 80 y poco a poco la sociedad se va concienciando sobre la responsabilidad que supone adoptar mascotas de estas características. Así que ya sabes, si quieres tener un minicerdo, infórmate bien, porque en poco tiempo podría no ser tan mini.