Nunca pensé, que al salir de casa para ir a correr un poco por el monte, me
pudiera acarrear una nueva vida.
Salí como muchas tardes.
Pero ese día las nubes oscuras que en el horizonte se dibujaban, presagiaban tormenta.
¡si las hubiese sabido leer!.
No hacía ni media hora que corría, donde siempre.
Donde todos los días.
La tormenta explotó de repente.
Un impresionante relámpago cruzó el cielo gris, iluminando la oscuridad que se
cernía por momentos.
La explosión del trueno resonó en mi cerebro como mil martillazos al unísono.
Unos grandes goterones cayeron sobre el terreno reseco y polvoriento.
Una impresionante tromba de agua lo cubrió todo en un momento.
A lo lejos, la casa por la que siempre había sentido una curiosidad morbosa se
ofreció a mi como refugio de la tormenta, con sus rejas en forma de lanza. Siniestra como siempre.
La lluvia me calaba hasta los huesos.
Me dirigí hacia ella.
Con desesperación aporree la puerta.
Al abrirse esta, una impresionante mujer de cabellos rojos se ofrecio a mi.
su figura esbelta, esos ojos verdosos, unos pechos que el camisón blanco y
translúcido no dejaban que mis ojos se apartaron de ellos.
Mi boca se abrió como el que no ha visto nunca semejante belleza.
Le pedí refugio y con una sonrisa helada me dijo que entrara.
Una casa silenciosa, iluminada con velas.
Se quedo muy, muy cerca de mi.
mi respiración se entrecortó.
Jadeé.
Oia el sonido de mi corazón con el roce de sus pezones sobre mi pecho.
Estaba totalmente erecto.
Se acercó a mi cuello y sentí mis jadeos cada vez más intensos.
La mordedura fue certera, casi indolora.
La sensación extrema.
Dibujado en mi cuello tengo un círculo con un dragón dentro.
Símbolo de su mordisco.
Si alguna vez me ves en la calle, huye.