![Halloween Todos los Santos](http://www.infovaticana.com/wp-content/uploads/2014/10/660x426x44-200-980x634.jpg.pagespeed.ic.waAxL6jCfS.webp)
El debate por el Halloween reaparece todos los años, generando una gran cantidad de información confusa que no consigue guiar a los católicos en lo que deben hacer con respecto a esta fecha.
All Hallows Eve es es el origen de la palabra Halloween, deformada por una pronunciación enrevesada, que nada sorprende a quien haya visitado Irlanda, origen de esta tradición. Se traduce al español como Víspera de Todos los Santos, aludiendo a la festividad que se celebra el día primero de noviembre, y que como es tradición de la Iglesia en ciertas solemnidades, se celebra también el día anterior (la víspera), como se hace con el Nacimiento de Nuestro Señor en Nochebuena.
¿Dónde pues está el problema con esta fiesta? ¿Acaso su origen no es cristiano? La problemática, sin duda, no está en su nombre, ni en la fecha en la que se celebra, mucho menos en su origen, que no era más que recordar al conjunto de los santos el día anterior a su festividad. El conflicto con el cristianismo salta a la vista por en la ruptura manifiesta entre latheoria y la praxis. ¿Qué tiene que ver la festividad de Todos los Santos con que niños disfrazados de calaveras, brujas o demonios vayan pidiendo gollerías a cambio de no cometer alguna diablura? En verdad poco, y resulta francamente quimérico establecer la relación de una cosa con la otra.
¿De dónde viene pues esta extraña costumbre? ¿Y porqué se une a la católica Víspera de Todos los Santos?
Nunca falta quien intenta ahondar los orígenes de esta costumbre en la antiquísima mitología celta. Lo cierto es que sus fundamentos están en una superstición mucho más reciente, aunque efectivamente relacionada con personajes legendarios que provenían de dicha mitología. Aprovechando las supersticiones del campesinado anglosajón del siglo XVIII, maleantes disfrazados de personajes míticos y sobrenaturales que estremecían a la población, se daban a la tarea de aterrar a los campesinos con el propósito de hacerse con las generosas ofrendas que según sus supersticiones, apaciguaban a los malignos espíritus y demás personajes mitológicos como los duendes, brujas y todo tipo de criaturas fantásticas.
Los niños entraron a la carrera de extorsionadores de campesinos gracias a la facilidad que tenían para representar a los duendes, entes intrínsecamente perversos según la mitología celta, con las cuales era mejor no arriesgarse, y darles todo lo que pedían. La omisión de la entrega de ofrendas exponía a verdaderos daños en sus propiedades a los campesinos. Al ser ésto cada vez más recurrente, no se tardó en vislumbrar que tan macabras criaturas no eran más que maleantes disfrazados, sin embargo, los daños seguían siendo reales, con lo cual la gente seguía donando las generosas dádivas.
Hace tiempo que la superstición no rige la costumbre, y que nadie realmente cree que un niño de cuatro años disfrazado de Spiderman acompañado de la mano de su madre va a destruir su casa. Sin embargo, el aprendizaje y la sensación que queda para los párvulos tras estos eventos, poco puede equipararse al sentimiento que debería de nacer en el corazón del cristiano tras la fiesta de Todos los Santos, cuando tiene la gran oportunidad de recordar a tantos modelos de vida cristiana, así como implorar la intervención de todos y cada uno en sus peticiones para el Señor.
Al final, si de algo sufre la fiesta de Halloween no es de un misterioso origen satanista, sino de una desavenencia intrínseca del verdadero sentido de esa fecha, y la sustitución de la luz de los santos, por la oscuridad de la superstición. Ahí está la gran problemática con la fiesta deHalloween.
El tercer mandamiento de la Ley de Moisés nos pide santificar las fiestas, y como católicos, estamos también obligados a cristianizar las celebraciones gentiles, así como re-cristianizar las fiestas que han perdido su sentido originario. En ese sentido, una iniciativa nacida en París, y adoptada en España en la diócesis de Alcalá de Henares, se ha propuesto la re-cristianización de All Hallows Eve, o la Víspera de Todos los Santos, invitando a los niños a asistir a una celebración en la plaza de la Catedral disfrazados de santos, en alusión a la fiesta que verdaderamente se celebra. Los niños andan por las calles disfrazados, invitando a la gente a rezar con ellos, y a unirse a una Adoración al Santísimo Sacramento que se lleva acabo en la plaza de la catedral. La fiesta no queda pues abolida, sino su sentido cristiano recuperado y fortalecido. Los niños, felices por haberse disfrazado, pasan un día ameno en compañía de sus amigos, y a la vez aprenden más acerca de la vida de los santos, a quienes se celebra al día siguiente.