Tiene solo 21 años, pero Yeonmi Park ya tiene detrás de ella una historia casi imposible para una chica de su edad. Pero las cosas funcionan distinto si te ha tocado nacer en Corea del Norte y has pasado gran parte de tu vida teniendo que huir para intentar salvar tu propia vida. Ahora, asentada en Corea del Sur, cuenta las atrocidades que se cometen en su país nativo e intenta concienciar al mundo sobre cuál es la situación actual.
Una enseñanza que ella misma pudo comprobar muy pronto, concretamente cuando apenas tenía 9 años y se vio obligada a contemplar cómo la madre de una amiga suya era ejecutadapúblicamente por haber estado viendo películas surcoreanas y prestarles las cintas de DVD a sus amigos.
Una muerte que, como no puede ser de otra manera, impresionó a la pequeña y le hizo darse cuenta de la barbarie y las atrocidades que se cometían en Corea del Norte, una de las dictaduras más férreas del mundo en la que los derechos humanos apenas existen y es la obediencia y sumisión la forma más adecuada para sobrevivir.
Toda su familia pudo descubrirlo. Durante los años de la gran hambruna que asoló el país en los años 90 y en la que miles de personas murieron por inanición (250.000 según el Gobierno, hasta 2 millones según la CNN), la familia de Park fue capaz de salir adelante gracias a la habilidad de su padre para traficar ilegalmente con productos en la frontera con China, pero finalmente las autoridades norcoreanas le terminaron pillando y fue arrestado en 2002.
Este fue el principio del fin de la vida acomodada que habían tenido hasta este momento. Con el padre en prisión y sufriendo unas condiciones miserables, la familia se vio obligada a comer insectos, hierba… cualquier cosa que fuera necesaria para mantenerse vivos.
En el año 2007 tomaron una decisión radical, era el momento de intentar marcharse de Corea del Norte. Había dos razones que lo impulsaban: la primera de ellas era que lahermana de Yeonmi se había fugado sin decir nada y querían encontrarla; la segunda era que no tenían ninguna oportunidad de prosperar en el país después de la caída en desgracia del padre, que pese a haber salido ya de su encierro, estaba muy desmejorado y se había convertido en una sombra de lo que fue tras sufrir torturas y durísimas condiciones.
Para no levantar sospechas, primero cruzaron la frontera madre e hija, gracias a la ayuda de un grupo de contrabandistas que terminaron poniendo a las dos mujeres contra la espada y la pared. Uno de ellos amenazó con entregarlas a las autoridades chinas a menos que Yeonmi tuviera relaciones sexuales con él.
La madre de la joven se ofreció a ser ella la violada a condición de que respetasen a su hija y así fue exactamente cómo ocurrió. Park tuvo que ver cómo la forzaban delante de ella. Una experiencia traumática que no va a olvidar en la vida.
Empezó una época muy dura en la que murió el padre, apenas podían tener unas condiciones dignas en las que vivir (sin apenas agua o comida) y el miedo de ser deportadas a Corea del Norte y juzgadas por traición. El objetivo era llegar a Mongolia donde podrían pedir ayuda a los diplomáticos surcoreanos que las llevarían rumbo a la libertad.
Finalmente lo consiguieron y una vida de nuevas oportunidades se abrió para Park cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Seúl. Ahora es estudiante universitaria y se ha convertido en habitual de medios nacionales e internacionales en los que cuenta lo que tuvo que pasar.
Pero todavía le quedaba una sorpresa en su nuevo hogar y es que su hermana huida había conseguido llegar también a Corea del Sur, por lo que la familia está unida de nuevo. Yeonmi todavía vive con miedo a las autoridades norcoreanas, pero poco a poco y con mucho esfuerzo ha logrado empezar a construir una realidad que difiere mucho de la que habría tenido en su país de origen.
Fuentes: The Telegraph / BBC Mundo