Detalle de 'Madame X', de John Singer Sargent | Crédito: Wikipedia.
Se llamaba Virginie Amélie Avegno Gautreau, pero ha pasado a la historia con el nombre, mucho más sugerente y misterioso, de ‘Madame X’. A pesar del apelativo, la joven era bien conocida por la sociedad parisina de finales del siglo XIX. Un detalle este que –junto a su belleza inusual–, llevó al pintor John Singer Sargent a querer retratarla. Ni uno ni otro podían imaginar es que aquella pintura iba a provocar un escándalo que cambiaría para siempre la carrera artística del pintor.
Virginie Amélie era una hermosa joven de origen estadounidense (había nacido en Nueva Orleans, aunque residía en Francia desde los ocho años), y estaba casada con un adinerado banquero y hombre de negocios francés, Pierre Gautreau.
Tanto su singular belleza como los continuos rumores sobre múltiples infidelidades la habían convertido en toda una celebridad en los exclusivos ambientes de la alta sociedad parisina, por lo que cuando Sargent oyó hablar de ella, pensó que si realizaba un retrato de la dama podría abrirse las puertas como retratista de la burguesía francesa.
El pintor no tardó en ponerse en contacto con ella por mediación de un amigo común y, aunque anteriormente la dama había rechazado ofertas similares, con Sargent hizo una excepción, quizá porque el joven artista era también un estadounidense emigrado.
Así fue como en el año 1883 Sargent comenzó a realizar distintos bocetos y pinturas preparatorias de la joven dama, a la que tuvo ocasión de retratar en sus residencias de París y la Bretaña.
El retrato no tardó en convertirse en una ardua tarea para el artista, pues a las numerosas interrupciones que se producían como consecuencia de los compromisos sociales de Madame Gautreau, había que sumar las continuas quejas de la joven sobre lo tediosas que le resultaban las sesiones de posado.
De hecho, Sargent llegó a escribir al respecto, lamentándose con amargura de la “belleza imposible de pintar y la pereza sin remedio” de la adinerada dama.
Pese a los inconvenientes y las continuas pruebas, en 1884 la obra estaba lista para ser expuesta, y tanto el artista como la modelo estaban contentos con el resultado. De hecho, Madame Gautreau estaba convencida de que su compatriota había logrado crear una obra maestra con su retrato.
Por desgracia, la decepción –para ambos– no tardaría en llegar. La pintura se expuso por primera vez en el importante e influyente Salón de París de aquel año, e inmediatamente se convirtió en un escándalo que acaparó los cuchicheos de la alta sociedad y la prensa del momento.
Sargent en su estudio parisino, junto al polémico retrato | Crédito: Wikipedia.
Sargent había cometido el “pecado” de retratar a la joven en una pose altiva y excesivamente sensual para la rígida moral de la época pues, además de un mostrar un sugerente escote, uno de los tirantes del vestido aparecía caído sobre el hombro derecho de la dama.
El hecho puede parecer hoy anecdótico e incluso inocente, pero en aquellos años de finales del siglo XIX fue interpretado como un signo de sexualidad explícita, pues el tirante caído daba alas a la imaginación sugiriendo un vestido que podía aflojarse en cualquier momento, mostrando más de lo debido.
El escándalo no habría sido tal si Sargent hubiese retratado un desnudo de tema mitológico –una situación aceptada en la época–, pero en este caso no sólo se conocía de sobra a la dama –pese a que el artista había titulado el lienzo como ‘Madame ****'–, sino que además recaían sobre ella numerosos rumores de repetidas infidelidades a su marido.
El revuelo llegó a tal punto que la madre de la joven pidió a Sargent que retirara la obra del Salón. El artista estadounidense se negó a hacerlo, pero sí cambió el título de la obra por el de ‘Madame X’, y repintó el lienzo para colocar el tirante en una posición menos comprometedora.
Por desgracia para entonces ya era demasiado tarde, y el escándalo fue tan sonoro que incluso el joven y prometedor artista pensó seriamente en abandonar la pintura y dedicarse a la música, otra de sus pasiones. Afortunadamente, Sargent optó por mudarse a Londres, donde el escándalo no solo no afectó a sus encargos, sino que aumentó su clientela, aunque desde entonces sus pinturas fueron siempre menos “audaces”.
Con el paso de los años el artista estadounidense mostró el retrato de ‘Madame X’ en varias exposiciones internacionales, hasta que finalmente el Metropolitan de Nueva York lo compró en 1916, un año después de la muerte de Madame Gautreau.
Para entonces, el “disgusto” causado por la polémica se había desvanecido, y el propio artista consideraba aquel retrato de la sensual ‘Madame X’ como su obra cumbre: “Supongo que es lo mejor que he pintado”, confesó en una carta al entonces director del Metropolitan, donde sigue la pintura hoy en día.
Por suerte para los más curiosos, al otro lado del Atlántico, en el Tate Modern de Londres, se conserva un boceto inacabado en el que la sensual dama parisina aparece retratada tal y como Sargent concibió en un principio: sin el minúsculo y polémico tirante.