Fíjese en el grabado que acompaña a estas líneas. A primera vista, la escena parece espeluznante: un cadáver cuelga de una soga, mientras dos personajes –uno con anteojos y sombrero– rasgan la piel del difunto con una especie de cuchillos o bisturíes. Un poco más abajo, un esqueleto cuelga igualmente de una cuerda.
El grabado en cuestión es una obra de Cornelis Cort, siguiendo un dibujo de Jan Van Der Straet –más conocido como Stradanus–, y se encuentra en los fondos del madrileño Museo del Prado. Aunque pueda parecer lo contrario, el grabado del holandés no está representando algún tipo de crimen macabro, ni siquiera una ejecución.
Si observamos la obra al completo, descubriremos lo que ya anuncia el título –‘La práctica de las artes’ (1573)–, que se trata de una representación de un taller con aprendices de artistas. En el rincón con la escena que nos ocupa se hace referencia a la más importante de las “ciencias” auxiliares del dibujo: la anatomía.
El cadáver que parece el de un ajusticiado o la víctima de algún crimen de pesadilla, es en realidad un cuerpo que va a ser utilizado para aleccionar a los futuros artistas en los secretos de la anatomía humana, de modo que puedan plasmar en sus obras las posturas, los músculos y los gestos propios del cuerpo humano.
Así, los hombres que están desollándolo buscan dejar a la vista los músculos y los huesos del difunto, ofreciendo una lección anatómica inmejorable a los jóvenes aspirantes a artistas.'
La práctica de las artes', grabado de Cornelis Cort | Crédito: Museo del Prado.
Aunque hay indicios de que este tipo de prácticas con cadáveres ya era realizado en la Gracia antigua, la costumbre se populariza especialmente durante el Renacimiento, y artistas como el genialLeonardo da Vinci –de quien, por cierto, ya hablamos aquí a este respecto–, no dudaron en trabajar con cadáveres para mejorar sus representaciones artísticas del cuerpo humano. Una práctica que no siempre era segura ni legal, pues durante siglos la disección humana estuvo perseguida por la Iglesia.
Con el auge de los estudios de anatomía en los siglo XVII y XVIII el uso de cadáveres fue cada vez más habitual, no sólo en los talleres de artistas, sino también en las facultades de Medicina. Este aumento de la demanda hizo que no fuese suficiente con los cadáveres, de modo que se empleaban también modelos en madera, mármol e incluso cera. Estos modelos se denominaban écorchés –literalmente, “desollados”–, y su creación –tanto en dibujo como en escultura–, fue bastante habitual durante siglos, y todavía hoy siguen empleándose en algunas escuelas de arte.
Un ejemplo bastante conocido es un écorché del francés Houdon, que utilizó como modelo anatómico para una estatua de San Juan Bautista que hoy se encuentra en el interior de la iglesia romana de Santa Maria de los Ángeles y los Mártires. Para llevar a cabo su écorché, Houdon visitaba a menudo el hospital de San Luis de los Franceses en Roma, donde aprendió anatomía con un cirujano.
Este modelo del escultor francés se hizo tan popular que acabaron utilizándose copias con la misma postura y disposición en multitud de escuelas de arte de toda Europa durante décadas, alcanzando una “inmortalidad” de la que no gozaron buena parte del resto de sus obras.