Joseph Mallord William Turner fue el de revalorizar –junto a su colega y compatriotaConstable– el género del paisaje, hasta entonces considerado una categoría menor, de buena salida comercial pero menor valor artístico que otros géneros. Sin lugar a dudas, el mayor logro de
Con sus pinturas, tanto Turner como Constable cambiaron esta percepción de crítica y público, elevando al paisaje al lugar que merecía. Pero a pesar de esta coincidencia, y de que ambos practicaron una pintura vinculada al romanticismo, sus estilos no podían ser más diferentes.
Mientras los paisajes de Constable muestran una naturaleza apacible, casi en sintonía con el hombre, Turner estaba más interesado en mostrar a las fuerzas de la naturaleza fuera de control, y como éstas causaban a menudo destrucción y devastación en las construcciones creadas por el hombre.
De hecho, desde sus inicios como pintor Turner se mostró totalmente cautivado por las experiencias extremas relacionadas con el clima, y cómo las lluvias, la niebla, las tormentas y otros fenómenos naturales creaban diferentes juegos de luces que aportaban dramatismo a los paisajes.
Cuando, durante sus múltiples viajes, Turner presenciaba cualquier tipo de fenómeno meteorológico que mostrara la furia de la naturaleza, rápidamente se lanzaba a tomar notas y bocetos apresurados, que más tarde convertiría en acuarelas y óleos en obras de mayor formato.
Su pasión –y obsesión– por capturar los efectos estéticos provocados por la “naturaleza desbocada” le llevaron en varias ocasiones a arriesgar la vida, pues parece ser que no temía quedar expuesto a los elementos cuando se cruzaba la oportunidad de presenciar algún fenómeno meteorológico “extremo”.
!['Tormenta de nieve: Aníbal y su ejército cruzando los Alpes' | Crédito: Wikipedia. 'Tormenta de nieve: Aníbal y su ejército cruzando los Alpes' | Crédito: Wikipedia.](https://s3.yimg.com/bt/api/res/1.2/.zsGu569egiUcMLJgysmtQ--/YXBwaWQ9eW5ld3M7cT04NTt3PTYzMA--/http://l.yimg.com/os/publish-images/news/2014-11-20/d5793410-70b1-11e4-b94d-f7d9b7c7ce05_tormentanieveanibal.jpg)
Una de estas ocasiones tuvo lugar en 1810 cuando, mientras se encontraba en el condado de Yorkshire en compañía de un amigo, decidió quedarse en campo abierto durante el paso de una fuerte tormenta, con la intención de experimentar en primera persona la furia de los elementos. Mientras los truenos y los relámpagos resonaban a poca distancia, Turner no dejó de tomar notas y dibujar trazos rápidos.
Dos años más tarde, en 1812, aquellos bocetos realizados bajo la furia de los elementos acabaron plasmados en una de sus obras: ‘Tempestad de nieve: Aníbal y su ejército cruzan los Alpes’, una pintura que hoy se conserva en la Tate Gallery de Londres.
Otra anécdota similar, aún más conocida, habría tenido lugar algunas décadas más tarde cuando –según relató el propio artista–, se hizo atar al mástil de un barco llamado Ariel mientras la embarcación se veía azotada por una temible tempestad.
La brutal experiencia habría durado cuatro largas horas, tiempo durante el que el pintor se convirtió en testigo privilegiado de la naturaleza en su estado más salvaje: “Pinté el cuadro para mostrar cómo era una escena así, no para explicarla –recordó el propio artista por escrito–. Hice que los marineros me ataran al mástil, y así permanecí durante cuatro horas; pensé que no saldría vivo de allí pero, que si lo lograba, mi deber era plasmar aquella escena”.
Aunque el propio Turner se encargó de difundir esta llamativa anécdota, hoy en día los historiadores tienden a considerar que probablemente fue una exageración del artista, ávido por atraer la atención y ganarse un reconocimiento aún mayor del que tenía.
!['Tempestad de nieve en el mar', de Turner | Crédito: Wikipedia. 'Tempestad de nieve en el mar', de Turner | Crédito: Wikipedia.](https://s.yimg.com/bt/api/res/1.2/pKv77W7wCDg1SmF2KB7hEA--/YXBwaWQ9eW5ld3M7cT04NTt3PTYzMA--/http://l.yimg.com/os/publish-images/news/2014-11-20/11f647c0-70b2-11e4-bdfc-91ea61c08cc5_tormentaariel.jpg)
En todo caso, Turner aseguró que lo vivido a bordo del Ariel le sirvió como base para crear otra de sus obras más célebres, ‘Tempestad de nieve en el mar’ (1842), cuyo título completo hace referencia a la intensa experiencia: ‘Tormenta de nieve: un vapor situado delante de un puerto hace señales en aguas poco profundas y avanza a la sonda. El autor se encontraba en esa tempestad la noche en que elAriel abandonó Harwich’.
Fascinado por la devastación que causaba la naturaleza en las creaciones del hombre, Turner no perdía ninguna oportunidad de registrar este tipo de eventos con su paleta. Por ejemplo, cuando en octubre de 1834 se desató un incendio que afectó a las Cámaras de los Lores y de los Comunes de Londres, el pintor corrió rápidamente hasta la orilla del Támesis, y desde allí realizó varios bocetos en acuarela que acabaron convirtiéndose en una obra definitiva que muestra la voracidad de las llamas y los juegos de luces que éstas crearon sobre las aguas del río.
Turner fue un personaje controvertido y polémico en su época –especialmente al final de su vida, a causa de su carácter excéntrico–, y aunque formó parte de la Academia y sus obras gozaron de reconocimiento, sus últimas pinturas, como ‘Lluvia, vapor y velocidad’ –de gran modernidad– no convencieron a muchos. En cualquier caso, críticos como John Ruskin alabaron su genialidad, que pocos años más tarde serviría de inspiración para los jóvenes pintores impresionistas franceses.