“La naturaleza ama esconderse”, dijo alguna vez Heráclito, una sentencia que nos recuerda ese carácter enigmático de lo natural, eso por lo que no pocas veces pasa invisible ante nuestros ojos y que por ello mismo es motivo de asombro y sorpresa, una suerte de misterio que la envuelve y que de algún modo nos invita a conocerla y acaso sobre todo conservarla, para permitir que el enigma persista en el mundo.
Este video que ahora compartimos es tan sencillo como admirable. El fotógrafo Josh Reeves lo consiguió con un artilugio simple: protegió su cámara con un par de botellas de plástico y acto seguido la arrojó a un lago.
El dispositivo cayó lentamente y conforme se sumergía en el agua fue develando el maravilloso microcosmos que existen bajo la superficie, ese mundo de verdes brillantes poblado de renacuajos y algas y otras criaturas que bajo esta lente parecen salidos de un territorio inexplorado.