Infidelidad: el “porqué” de los amantes
A pesar de que los límites para definir qué es una infidelidad a veces son controvertidos, podemos entenderla como la ruptura de un pacto de exclusividad afectiva y sexual, en la que alguno de los miembros de la pareja, tiene otra relación con una tercera persona. Cuando de alguna manera el contrato, que puede o no haberse explicitado, se incumple, se atenta contra la confianza dentro de la relación, generando daños.
Históricamente no siempre ha sido socialmente reprobada e incluso ha habido épocas en las que ha sido aplaudida, especialmente en el lado masculino. Hasta cierto punto entendible, por los matrimonios pactados sin que hubiera amor de por medio, el matrimonio era más entendido como un trabajo que como un lugar para el amor. Sin embargo, en la mayoría de países del mundo estos matrimonios por pacto han terminado y, con ello, la infidelidad ha pasado a otro plano.
¿De qué se alimenta la fidelidad?
Entre los elementos que se han visto que favorecen la “fidelidad”, destaca el amor, como su principal motor. Durante el enamoramiento, es casi “imposible” incurrir en una infidelidad, ya que los sentimientos hacia la otra persona son totales y “no se tienen ojos para otro”. De la misma forma, valores, como la confianza, y creencias como “las relaciones se basan en la fidelidad”, “puedo controlar mis deseos”, “tengo más que perder que ganar”, “no hago lo que no me gusta que me hagan”, también parecen ser centrales.
Entre otros factores que parecen tener una participación importante, destaca la influencia y presión que puede ejercer el grupo social para que la persona se mantenga fiel. Las normas provenientes de la familia de origen, presiones sociales, instituciones o convicciones religiosas pueden ejercer un control sobre estos deseos.
A su vez, la culpa puede beneficiar a la fidelidad, por el temor de no soportar este sentimiento al engañar al otro. Sin embargo, la causa más sana de la fidelidad es el compromiso adquirido con la pareja, que cobra más importancia una vez pasado el enamoramiento, ya que el contrato que se ha establecido con el otro, el afecto, compañerismo y respeto, son los que sostienen la fidelidad.
¿Qué hay detrás de la infidelidad?
Entre los factores que se han encontrado frecuentemente asociados a que una persona “decida” cometer una infidelidad, podemos destacar:
- La falta de amor: situaciones donde el fuerte sentimiento que se tenía se ha perdido. “Le quiero pero no le amo”, esto puede favorecer la idea de que al buscar a otra persona, están siendo “fieles a sí mismos y a lo que sienten”, a pesar de engañar al otro.
- El aburrimiento y la rutina: la falta de estimulación que algunos pueden experimentar en la relación, puede favorecer que ésta se busque fuera. Es más frecuente en quienes requieren estimulación constante y que no encuentran o no promueven la motivación que necesitan en sus relaciones.
- La vanidad: la frecuente seducción a otros puede ser una motivación fundamental en personas con fuertes rasgos narcisistas, quienes miden su autoestima de acuerdo a las conquistas que tienen. Sentirse atractivos y con poder de atraer a otros “les da valor”, puede que sin intención de separarse de la pareja.
- Creencias: algunas creencias pueden favorecer estas conductas como “sólo esta vez”, “no tiene por qué enterarse”, “no voy a perder esta oportunidad”, “todo el mundo lo hace”, “no puedo ser fiel”, “los hombres somos así”, “es sólo sexo”, que de alguna manera les hacen “justificar” estos hechos.
- Valores: la persona puede tener un sistema de valores que no sancione la infidelidad como un hecho negativo.
- Problemas de comunicación: cuando los problemas dentro de la pareja se esconden en vez de enfrentarlos. Se pueden generar resentimientos y diferencias acumuladas dentro de la relación que producen la pérdida progresiva de interés por el otro.
- La soledad: el sentimiento de soledad dentro de una relación, es especialmente difícil. Cuando en una relación, uno de los miembros se siente solo, por una relación distante y sin afecto, puede motivarle a buscar esta “compañía” en un tercero.
- Falta de gratificación sexual: la insatisfacción en el área sexual en la pareja, puede favorecer la idea de intentar buscar otro compañero más compatible que le permita la satisfacción.
- Carencias afectivas: cuando hay un distanciamiento afectivo, no hay un reconocimiento del otro, o no se le valora positivamente, éste se siente poco deseado. Por lo que puede buscar a un tercero que le haga sentir atractivo.
- Elevadas expectativas de la relación: expectativas sumamente irreales y altas sobre lo que se espera del otro y de la relación, puede producir grandes decepciones que los distancien, y lleve a buscar fuera ese “ideal” que las cumpla.
- Experiencias traumáticas: cuando hay dificultad dentro de la pareja para apoyar al otro, con fallas en la comunicación y el afecto, el enfrentar situaciones estresantes, puede aumentar la distancia entre ellos y promover que se busque ese apoyo en un tercero.
- Presión social: cierta presión a nivel social, puede aumentar la tentación de cometer una infidelidad. Algunos modelos sociales hacen “publicidad” a estos hechos, como por ejemplo, un prototipo masculino que es atractivo debido a sus múltiples parejas o encuentros sexuales.
- La curiosidad: buscar lo novedoso y la curiosidad por probarlo todo, puede provocar que la persona decida ser infiel. Es posible que personalidades reprimidas o de mucha timidez, encuentren más fácil atender al deseo de lo novedoso, que pedirle a su pareja que cambie o prueben hacer algo diferente.
- La búsqueda de aventuras: la necesidad de nuevas emociones puede ser muy frecuente, especialmente en personas que tienden a vivir una vida muy intensa y cambiante.
¡Pero no todo está perdido! Tanto en el caso de presentar algunas de estas características o detectarlas en la pareja, es posible trabajarlas, por ejemplo mediante la terapia, y encontrar vías alternativas para construir y mantener relaciones más sanas y satisfactorias.
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