Parece ser que Su Santidad Francisco I no ha andado muy fino en su condena de los atentados de París, dado que, tras calificar de aberrante el matar en nombre de Dios, se ha descolgado con una de las más sorprendentes muestras concebibles de "siperismo", ese sutil modo de argumentar que siempre empieza con "sí, pero ...", y prosigue con matices que solo un correligionario del Papa jesuíta puede entender, dado que al final se ha enunciado una cosa y la contraria.
Hasta ahora, el más fastuoso "siperista" en el ámbito político era Mariano Rajoy, quien, preguntado por si las acusaciones de que era objeto su tesorero, Luís Bárcenas, eran ciertas, contestó: "Todo es falso, salvo alguna cosa, que es la que han publicado los periódicos".
Es decir, que nada era falso.
El Papa, a quien -como todo el mundo sabe- inspira el Espíritu Santo, ha ido más lejos al declarar, tal como recogía ayer la prensa, que condena la violencia religiosa, pero que “si el doctor Gasbarri, que es un buen amigo, dice una mala palabra de mi madre, puede esperarse un puñetazo”. Rematando la jugada con "¡Es normal!"
Hay que aclarar que el doctor Gasbarri, de quien ignoramos la consideración que le merece la madre del Papa (y, visto lo visto, probablemente ya nunca la sepamos) es el organizador de los viajes del Pontífice.
Eh, tú! ¡Si, tú! ¿Has dicho algo de mi madre? Uno se pregunta si el puñetazo que recibiría el buen doctor es una respuesta moderada, dado que se trata de un amigo, y sospecha que sin tal condición tal vez el castigo físico sería mayor. Vamos, que si en vez de un amigo se trata de un conocido lejano, un desconocido o un enemigo odiado, el grado de violencia de la respuesta se iría incrementando. Es más, podemos imaginar que en el último caso el correctivo aplicado ya sería una paliza punitiva. De ahí a justificar la violencia fanática el paso es muy corto. ¿O tal vez Su Santidad sugiere que los terroristas de París tenían que haberse líado a tortazos, en plan Bud Spencer (mano abierta y a rodabrazo), con toda la redacción de "Charlie Hebdo" en vez de echar mano del ingenio diseñado por Mijaíl Kaláshnikov?
¿Sugiere el Papa que, para vengar a Mahoma, bastaba con haber enviado a los periodistas al hospital en vez de al cementerio?
Pero es que además de en pro de la violencia artesanal (más cercana al "ojo por ojo" que al mandato evangélico de poner la otra mejilla), el Papa argentino se ha pronunciado también en contra de la más elemental lógica. Es lo que tiene no ser un intelectual como su antecesor, el cual debía decir cosas fascinantes, pero de las que solo se enteraban cuatro eruditos. Con el actual, en cambio, no hay que ser Hans Magnus Enzensberger para pillar el mensaje. Carente de la sutileza de Ratzinger, las palabras de Bergoglio lo dejan bien claro. Y también la contradicción contenida en él: “En cuanto a la libertad de expresión: cada persona no solo tiene la libertad, sino la obligación de decir lo que piensa para apoyar el bien común (…) Pero sin ofender, porque es cierto que no se puede reaccionar con violencia, pero si el doctor Gasbarri, que es un gran amigo, dice una grosería contra mi mamá, le espera un puñetazo. No se puede provocar, no se puede insultar la fe de los demás (...) Hay mucha gente que habla mal, que se burla de la religión de los demás. Estas personas provocan y puede suceder lo que le sucedería al doctor Gasbarri si dijera algo contra mi mamá. Hay un límite, cada religión tiene dignidad, cada religión que respete la vida humana, la persona humana… Yo no puedo burlarme de ella. Y este es límite. Puse este ejemplo del límite para decir que en la libertad de expresión hay límites como en el ejemplo de mi mamá”.
... y se la tomó de un trago. Posible explicación a lo que dijo. El argumento, en boca de Poli Díaz, habría resultado tolerable. Pero, dicho por quien lo ha dicho, se revela como una macarrada en la forma y un galimatías en el fondo. "No se puede reaccionar con violencia", pero "al doctor Gasbarri -si incurre en ofensa materna- le espera un puñetazo" ¿Un puñetazo "no violento"?
El sicario Vicario de Cristo en la tierra da una de cal y una de arena.
Uno, que estudió lógica en bachillerato, entiende que o no se puede reaccionar con violencia, o que, como diría Pablo Iglesias, "sí se puede", pero que incluir las dos proposiciones en una misma argumentación invalida toda ésta, para pasmo del fiel inteligente, que va a acabar pensando que el señorito es un caprichoso, que la inspiración del Espíritu Santo queda bloqueada cuando el Papa habla dentro de un avión o que la simpática figura de un Pontífice seguidor de un equipo de fútbol (el argentino San Lorenzo, de Almagro) va a acabar dando paso a la de un Pontífice "hooligan", que podría acabar arrojando a hinchas del equipo rival al Tíber al estilo del Frente Atlético.
Y es de temer que, mientras que a las camisetas que se hacían con la figura de Juan Pablo II se le ponían lemas extremadamente píos, la efigie de Francisco I vaya a acabar acompañando lemas nada pacíficos: "Al que provoca, hostia en boca", "A mi madre ni mentarla" o "Sí, se puede (y con bendición papal)" ... sobreentiendase, zurrar al irrespetuoso.
En fin, no queremos ser tan malpensados como para suponer que, ahora que se ha divulgado que el Papa es objetivo del yihadismo, haya querido congraciarse con los fanáticos mostrándose tan "comprensivo" con sus motivaciones. Y, por supuesto, "Astillas de Realidad" le desea de corazón que la amenaza recibida quede en una bravuconada más de quienquiera que sea el que mueve los hilos del islamismo radical.
Astillas de realidad
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