Hace mucho, mucho tiempo, el pueblo de Montblanc era devastado por un monstruo feroz y terrible, que podía caminar, volar y nadar, y tenía un aliento tanto maloliente, que desde muy lejos con sus bocanadas envenenaba el aire y producía la muerte a todos los que lo respiraban. El monstruo era el estrago de los rebaños y las personas, y por toda aquella comarca reinaba el terror más profundo. Preocupados por la situación, los habitantes de Montblanc pensaron en dar al dragón, cada día de comer a una persona, para intentar calmarlo. El problema, era encontrar la persona que quisiera sacrificarse para ser devorada por el dragón. Y así fue como después de una larga discusión, los lugareños decidieron sortear cada día quien sería la persona que iría a parar en el estómago de la bestia Y así lo hicieron, y parece ser que la jugada les salió bien, la abominable bestia se debería sentir satisfecha, porque dejó de hacer estragos y maldades por aquellas tierras. Pero un día, la suerte hizo que le tocara ser devorada a la hija del rey. La joven princesa era muy simpática, amable, bonita, elegante. Tenía el corazón de todos los ciudadanos robados, por lo que cientos se ofrecieron para sustituirla. Pero el rey, afligido y dolorido, fue justo y severo, su hija era como cualquier otro. Si le había tocado tenía que ir.
Y así fue como la joven doncella salió del castillo para encontrarse con la bestia, mientras todo el pueblo miraba desconsolado y afligido como la princesa se dirigía hacia el sacrificio.
Pero mientras la chica se dirigía hacia la cueva del monstruo, apareció un joven caballero, con una brillante armadura, montado sobre un caballo blanco. La doncella le miró y advirtió:
- Huid rápidamente de aquí noble caballero, si os quedáis, aparecerá la bestia y sólo os vea os devorará. El joven caballero, la miró y le contestó: - No te preocupes joven donzella. Si estoy aquí es por qué he venido expresamente. He venido desde muy lejos para protegerte y a liberar a tu pueblo de esta fiera.
No tuvo tiempo ni de decir esto, que de repente salió el dragón. ante el horror de la princesa y el gozo del caballero.
Comenzó una intensa pero breve lucha, hasta que el caballero le clavó una buena estocada con su lanza, que dejó malherida a la terrible bestia y la mató. De la sangre que brotó, surgió rápidamente un rosal, con las rosas más rojas que la princesa hubiera visto nunca, rosal del que el joven caballero cortó una rosa y le ofreció a la princesa.
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