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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: kuki  (Mensaje original) Enviado: 04/02/2015 02:58

El masaje que voy a describir se lo puede hacer uno mismo. No hace falta ni conocimientos de fisiología ni nada en particular, solo estar en un espacio cómodo y relajado y en AMOR a uno mismo. Es el propio cuerpo quien lo efectúa desde su propia sabiduría interna.
Cuando los que deciden hacérselo porque les resuena se abren y lo aplican bien, tiene resultados espectaculares. Recomiendo probarlo al menos 2 ó 3 veces y experimentar los sorprendentes resultados antes de opinar o decidir sobre él.
Voy a dividir el artículo en varias secciones para facilitar que se pueda captar la idea correctamente, porque es clave para aplicarlo bien.
También recomiendo hacer varias lecturas de todo el artículo entero para interiorizar mejor el proceso, pues mientras se aplica no se pueden estar leyendo las instrucciones.

Preparación previa

Para empezar, recomiendo tumbarse en una cama, ya que es más blanda y nos permite un trabajo más “movido” sin que nos hagamos daño. Mejor hacerlo sin almohada. Una vez tengamos algo de práctica nos puede apetecer llevarlo a cabo en más tipos de espacio, como una manta en el suelo, un tatami, en la hierba, en la playa, etc.

Debe haber silencio o , como mínimo, el menor ruido posible. Si alguien lo siente así, puede poner música como preparación y relajación inicial, pero una vez empiece debería haber silencio, para poder “escucharse” mejor. Lo mismo en cuanto a inciensos y cosas por el estilo: mejor solo “uno mismo” sin cosas externas que interfieran.

Importante que no haya otras personas o animales en el espacio, pues sobretodo al principio nos va a cohibir, a parte de que puede haber interferencias energéticas involuntarias mutuas .

Podemos estar desnudos o vestidos con ropa cómoda y amplia que no nos impida los movimientos. La temperatura debe ser agradable, para que no pasemos frío, ya que eso nos contraería. En cuanto a calor, si no es excesivo no hay problema, pues lo máximo que puede pasar es que sudemos.

Y debemos disponer de bastante tiempo para no estar pendientes del reloj: normalmente con menos de una hora es suficiente. Aunque cuando tenemos práctica podemos hacerlo solo parcialmente, si es necesario, por disponer de poco tiempo.

Aplicación de la técnica

1- Una vez tengamos todo preparado, simplemente nos tumbamos en la cama en posición horizontal, boca arriba y nos relajamos un momento. Si nos acabamos de despertar ya estamos a punto. Un punto importante es que todo el trabajo se hace con los ojos cerrados.

2- Algo clave de la técnica es el estado interno con el que lo hacemos. Aunque parezca extraño, debemos situarnos en un estado de “mirada amorosa”.
¿Que entiendo por mirada amorosa?
Para que todo el mundo pueda entenderlo pondré varios ejemplos.
En el caso de la mayoría de las mujeres que son madres, la forma más fácil de identificar esa mirada y volver a ella fácilmente, es recordar cómo miraban a su hijo muy pequeño cuando lo tenían en brazos. Esa mirada de ternura hacia el bebé, esta grabada dentro con mucha fuerza y normalmente es fácil recuperarla.
También suele ser fácil recuperar esa mirada interna a las personas que aman a sus mascotas, simplemente recuperando ese estado interno de ternura cuando miran a su compañero animal amado. Incluso, hay personas que pueden experimentar esa mirada amorosa con plantas, con la naturaleza, etc.
En este punto, debo añadir que el AMAR no es algo que “surja” porque tengo delante a esa persona. AMAR es un estado interno de obertura y fluidez, y normalmente solo “nos damos permiso” ante algunas personas o cosas concretas a las que hemos decidido que amamos.

(Para ampliar este aspecto:  AMAR es un estado, ademas de voluntad y acción )

Por tanto, a través de ese recuerdo nos “colocamos internamente” de nuevo en ese estado.

Esa “mirada amorosa” podríamos definirla como “proyección de energía amorosa desde nuestro corazón a lo mirado”. Y aunque tengamos los ojos cerrados, la energía se proyecta igual pues podríamos decir que los ojos miran en respuesta a nuestra atención hacia algo no al revés. Y esa energía tiene un poder de curación inmensa, como saben muy bien las madres.
Esa mirada que teníamos hacia nuestro ser amado, ahora lo aplicamos a nosotros mismos. ¿Por qué ha de ser más difícil? A muchos en este punto les saltarán las alarmas: amarse a uno mismo les parece egoísmo y tienen un montón de prejuicios y argumentos al respecto. Se activa toda la programación que nos han inculcado para que NO nos mamemos y así nos “sacrifiquemos” y estemos siempre insatisfechos y busquemos fuera (consumiendo y siendo manipulables) lo que en realidad está dentro.
Esa “mirada amorosa” es lo que vamos a aplicar a todo nuestro cuerpo.

3-Empecemos.
Estando relajados, con los ojos cerrados y sin esperar nada, miramos con esa mirada amorosa interna a nuestro pie (derecho o izquierdo, el que sintamos para empezar). Si, has leído bien: tu pie. Insisto: sin esperar nada ni forzar nada y sin pensar nada. Si vienen pensamientos simplemente los dejas pasar. Ignóralos y concentra tu atención en amar tu pie. Y si notas que mentalmente te vas a otra cosa, te “obligas” suavemente a volver a centrarte en “amar” a tus pies.
Pasado un tiempo (las primeras veces que lo hacemos puede tardar un poco) los dedos del pie se empezará a mover. Puede hacerlo de muchas maneras: la punta hacia un lado y otro, hacia delante y atrás, suave y lento o brusco, etc. no importa como “se mueva”, simplemente dejamos que ocurra.
Muy importante: no “mover”nosotros, hay que “dejar que se mueva solo”. Si nos damos cuenta de que lo estamos moviendo, paramos y esperamos a que vuelva a moverse solo. No forzar ni obligarse a nada, siempre mirando amorosamente al pie, siempre desde el respeto. Dejamos de mover voluntariamente y nos enfocamos de nuevo en dejar que se mueva exactamente cuándo y cómo lo necesita el pie. Él sabe.
Es la gran sabiduría del cuerpo que, conocedor de sus puntos con bloqueos, generará los exactos movimientos que necesita para desbloquear lo que está trabado en esa zona a partir de esos movimientos.

4-Seguimos.
Cuando sentimos internamente que el pie ya no necesita más atención, nos centramos en el tobillo de ese mismo pie. Y dejamos también que los movimientos ocurran. Si nos vamos a otra cosa simplemente volvemos suavemente, sin darle más importancia. Si notamos que forzamos el movimiento nos detenemos. Si el movimiento ocurre lo dejamos ocurrir.
Cuando sentimos que el tobillo ya está, seguimos con la zona de la espinilla. Luego con la rodilla y más tarde con el muslo.
Terminado esto, hacemos lo mismo con la otra pierna: empezamos por el pie y acabamos con el muslo.
Cuando ya hemos trabajado las dos piernas, empezamos con los dedos de una mano, siguiendo con la mano entera. También las muñecas, es importante, especialmente la gente con dolores. Seguimos con el brazo, el codo, etc. Cuando acabamos con un brazo empezamos con los dedos del otro, etc.

5-El cuerpo.
Una vez terminados piernas y brazos, empezamos con el cuerpo.
Empezamos “amando” la zona de los genitales externos (pene, testículos, vulva, etc). Aquí puede que a algunos también se les disparen alarmas de la programación represiva que llevamos, pero no estamos hablando de sexo en el término popular. Estamos hablando de amar una parte tan de tu cuerpo como la cabeza o los pies. Tanto los genitales masculinos como femeninos, de por sí no tienen movilidad, pero es probable que zonas limítrofes “reclamen” moverse. Dejamos que esos movimientos ocurran libremente. También puede que se produzca alguna sensación de “excitación” ya sea física (erección en hombres o hinchazón de vulva en mujeres o pensamientos eróticos), pero al igual que hacemos en las otras partes del cuerpo cuando nos despistamos, simplemente dejamos que pase y no nos peleamos con ello, simplemente no le damos ninguna importancia y volvemos a enfocarnos en la “mirada amorosa” y neutra hacia esa parte.
Cuando sentimos que ya acabó, nos centramos en la parte del vientre, en su interior: intestinos grueso y delgado, vejiga, útero, uretra, ovarios, hígado, páncreas, estómago, riñones, músculos de la barriga  y de la espalda y la columna.
Si es posible, nos centramos en cada órgano interno un tiempo. Si no los conocemos o no lo sabemos notar, al menos nos centramos en las distintas partes de la barriga como un todo genérico. También funcionará bastante bien. Aparecerán igualmente movimientos de zonas cercanas destinados a desbloquear y sanar todas esas partes.
Luego pasamos al pecho y lo mismo: órgano por órgano y zonas de músculos o, al menos, el pecho como un todo genérico.

6-La cabeza.
La cabeza requiere un tratamiento un poco especial.
También incluiremos aquí el cuello, que hay que trabajarlo igual que cualquier otra parte, pero la forma suele ser con movimientos de la propia cabeza.
La cabeza en sí, a parte de la mandíbula que se puede mover igual que un dedo, por ejemplo, permite mucho más de lo que de entrada se nos ocurrirá con esta técnica.
Los propios globos oculares, están rodeados de músculos que son los que les mantienen enfocados tanto en orientación como en enfoque. Por tanto, también pueden aparecer movimientos oscilantes varios en los ojos, a pesar de estar los párpados cerrados. Es posible que los párpados puedan abrirse y cerrarse. Puede que sintamos también leves oscilaciones en lugares de la cabeza que ni remotamente habíamos notado anteriormente que podíamos mover.
En la fase de "trabajo" de la cabeza, a veces puede ayudar el poner la mano o algo duro y pequeño como una pelota de tenis justo en la zona del occipital(la parte de atrás del cráneo). Puede sorprender, pero interiormente podemos "mirar" cualquier parte de nuestro propio cráneo, provocando que se generen movimientos en respuesta necesarios en partes cercanas o incluso lejanas del propio cuerpo.

7- Terminando.

Cuando hemos trabajado de forma metódica todo el cuerpo, podemos "escuchar" a nuestro cuerpo si alguna parte pide aún atención adicional. Si eso ocurre, atendamos a esa parte nuevamente.
Cuando sentimos que ya hemos terminado, seguimos unos minutos con los ojos cerrados y relajados observando como sentimos al cuerpo entero. Según las personas lo vivirán y describirán con distintas palabras, pero lo más normal es una fuerte sensación de expansión, de descompresión, de relajación, de estado equilibrado interno, de un suave y agradable calorcillo interno.

Y cuando estamos preparados, poco a poco abrimos los ojos y nos incorporamos, pero siempre suavemente, sin brusquedades, para mantener el máximo tiempo posible ese estado.


Consideraciones importantes durante la aplicación

- Es normal, sobretodo al principio, que la mente se despiste y se vaya a otras cosas. Nos volvemos a enfocar en la zona donde nos despistamos y volvemos una y otra vez sin darle importancia.

- Es muy importante hacer de forma metódica todo el cuerpo, pues si no lo hacemos así seguro que nos dejamos zonas por "trabajar" y precisamente las partes que nos "olvidaremos" son las partes que más lo necesitan porque son nuestras zonas "negadas".

- La energía siempre fluye en olas, por lo que es normal que una zona se empiece a mover un poquito, vaya aumentando el movimiento poco a poco, llegando incluso a moverse todo el cuerpo, yendo calmándose más tarde hasta parar. Puede suceder que esa misma zona pueda a ir activándose en otra ola y luego vuelva a aflojar. Puede haber varias olas y algunas pueden ser muy grandes y otras pequeñas. Unas suaves y amplias y otras muy bruscas. Todo eso es normal, por tanto lo dejamos fluir, sin "mover", dejando que "ocurra", aceptando cualquier movimiento que surja.

- El cuerpo, aunque tenga partes, es una unidad y funciona como tal. Por tanto, siempre ocurre que estás centrado con la “mirada amorosa” en una parte y de repente se activa (se mueve) otra que necesita ser movilizada. Eso es porque de alguna manera lo que estas "procesando" está también "retenido" en la zona que se activa. Eso no supone un problema, "miras amorosamente" esa parte que se ha activado y dejas igualmente que se mueva todo lo que necesites. Y cuando sientes que esa "ola" pasó, vuelves a la zona donde estabas.
Aunque por activación desde otra zona una parte se haya "trabajado" antes de tiempo debemos pasar igual por esa zona al hacer todo el repaso. El motivo es muy simple: las "cápsulas energéticas" (ver artículo: Karma, energía y Continuidad de Consciencia ) están repartidas por el cuerpo, pero pueden tener ramificaciones en otras partes y por eso se activan, pero esas otras partes también tienen sus propias cápsulas. Además, es posible que notemos que se activan músculos que ni se sabía que se tenían o que normalmente es imposible moverlos conscientemente de forma aislada.

-A veces, todo el masaje entero puede ser relativamente calmado y "tranquilo", pero otras pueden producirse "olas" en que literalmente absolutamente TODO el cuerpo esté en movimiento, pegando botes y como convulsiones o temblando o encorvándose barriga arriba, llegando incluso a sentarse. Es normal, no pasa nada. Seguimos "mirando amorosamente" cualquier parte que sintamos o corresponda y dejamos hacer el cuerpo: si hace eso es porque lo necesita.
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- Si antes de empezar la sesión de masaje hay dolor en alguna zona, no importa, trabajamos igual que normalmente. Pero en la zona dolorosa es especialmente importante no "mover" sino dejar que se "mueva" sola. El cuerpo es lo suficiente sabio y conocedor de sí mismo para saber lo que tiene y puede hacer. Y es muy probable que "trabajando" otras zonas, ese dolor de repente ya no exista. O a veces al trabajar esa zona desaparece.
Si ese dolor es por heridas ,esguinces o algo de ese tipo no importa, pero seamos aún más cuidadosos que nunca en no "mover" sino dejar que se mueva. El cuerpo "sabe" lo que puede hacer o no, a no ser que lo engañemos con algún calmante o similar que entonces tendremos que ser muy cuidadosos.  

- No solamente no hay ningún problema, sino que puede ayudar en enfermedades como la fibromialgia o similares. Pero aquí también es clave "no mover" y "mirar amorosamente".

- En algún momento puede surgir llanto, risa, bostezos, suspiros, respiración muy profunda o ruidosa, ganas de ponerse de lado, barriga abajo, levantar brazos o piernas, hacer sonidos guturales, gemidos, calor, frío, temblores, castañeo de dientes, etc. No importa lo que surja: permitimos que el cuerpo exprese lo que necesite, pero SIEMPRE con la actitud de "mirar amorosamente" y dejar que "ocurra", no hacer, ni implicarse, ni juzgar ni analizar. Si vemos que estamos haciendo o forzando, paramos, nos relajamos, nos centramos y volvemos a dejar que "ocurra".  

Bueno, eso es todo. Espero que esta técnica os sea tan útil como lo  ha sido y es para mi.

 


Nota:  Aunque la técnica la describo con mi método, la idea base la saque de un libro que un día hace años alguien me dejó, y que nunca he podido recuperar ni recordar el título y el autor. Si alguien lo reconoce me gustaría me lo dijera para poder citar al autor o autora. Gracias.

 

Autor:  Josep Vergés  Fecha: 18/10/2014

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