B— Los objetivos económicos
El primero es garantizar trabajo a los estadounidenses, no para que gocen de un mejor nivel de vida sino para que garanticen el poderío económico del país.
En segundo lugar, Estados Unidos está ante un problema de seguridad energética, no porque tenga problemas de aprovisionamiento –hoy por hoy dispone de más petróleo del que necesita, gracias al petróleo mexicano cuyo control ha logrado discretamente– sino porque Rusia pretende seguir el ejemplo estadounidense haciéndose del control del mercado mundial del gas.
El tercer objetivo es que, en lo adelante, el liderazgo estadounidense en materia de ciencia y tecnología no debe depender de la inmigración de cerebros, que tiende a disminuir, sino del sistema escolar nacional estadounidense.
El cuarto objetivo es que el nuevo orden económico haga de Estados Unidos el primer destino de la inversión a nivel mundial. Eso significa que todos los llamados a estimular la inversión aquí y allá serán, en lo adelante, puramente formales.
Quinto y último, Estados Unidos debe utilizar la pobreza extrema existente en el mundo para imponer el consumo de sus propios productos.
C— La ideología
Estados Unidos es un país irreprochable en materia de «Derechos Humanos», que deben interpretarse en el sentido anglosajón, o sea como la protección del individuo ante la arbitrariedad de los Estados. Pero habrá que evitar que se imponga la concepción de la Revolución Francesa, donde los revolucionarios consideraban que el primer «Derecho del Hombre y del Ciudadano» no era el derecho a elegir sus dirigentes entre los miembros de las élites sino el derecho a ser su propio dirigente.
La administración Obama puso fin al uso de la tortura y garantizó los derechos de los prisioneros que tenía en su poder. Poco importa que los hombres de la CIA que utilizaron a los prisioneros como conejillos de Indias no hayan sido juzgados por sus crímenes, o que no se haya realizado ninguna investigación para determinar por qué 80 000 personas estuvieron ilegalmente detenidas en aguas internacionales a bordo de barcos de la marina de guerra estadounidense en tiempos de la administración Bush. También nos piden que creamos que la NSA [1] no recoge información para reprimir las opiniones políticas. También tendríamos que creer que la NSA no transmite esa información al Advocacy Center para favorecer a las empresas estadounidenses en los procesos de licitaciones internacionales.
Estados Unidos defiende principios universales, como la libertad de expresión (menos la de las televisiones de Serbia, Irak, Libia y Siria destruidas por órdenes de Washington), la libertad de culto (pero no la libertad de conciencia) y la libertad de reunión, la libertad de elegir a los líderes democráticamente (menos en el caso del 88% de electores sirios que votó por Bachar al-Assad) y el derecho a un juicio justo y a un sistema judicial imparcial (claro, únicamente en materia de derecho penal y en países que no sean Estados Unidos). También defiende las comunidades más vulnerables, como las minorías étnicas y religiosas (pero no a los yazidíes, ni a los católicos y cristianos ortodoxos del Medio Oriente), como los discapacitados, los homosexuales, lesbianas y transexuales (en definitiva eso no cuesta nada), las personas desplazadas (menos los mexicanos que tratan de cruzar la frontera estadounidense) y los trabajadores emigrantes.
Estados Unidos apoya las democracias emergentes, sobre todo desde que comenzaron las primaveras árabes. Por eso apoyó la revolución de al-Qaeda contra la Yamahiria Árabe Libia y sigue apoyando a esa nebulosa terrorista en contra de la República Árabe Siria.
Estados Unidos lucha también contra la corrupción seguro de que nadie puede criticarlo ya que los miembros del Congreso estadounidense no reciben dinero a escondidas para que voten a favor o en contra de tal o mas cual proyecto sino que declaran esas sumas en un registro.
Estados Unidos seguirá financiando asociaciones en el exterior y escogiendo sus interlocutores para poder maquillar los golpes de Estados que orquesta como «revoluciones de colores».
Estados Unidos se empeñará además en prevenir las masacres (pero no en evitar cometerlas, como sucedió con los 160 000 libios a los que bombardeó cuando recibió un mandato para protegerlos). Para ello apoyará la Corte Penal Internacional (a condición de que no persiga a ningún funcionario estadounidense).
D— El Nuevo Orden regional
Extremo Oriente: Aunque China está compitiendo con Estados Unidos, este último evitará el enfrentamiento y «tratará de desarrollar una relación constructiva» con Pekín. Sin embargo, como siempre hay que ser prudente, también seguirá desplazando sus tropas hacia el Extremo Oriente y preparándose para la guerra mundial.
Europa: Estados Unidos seguirá apoyando la Unión Europea que impuso a los pueblos europeos y que es su principal cliente. Tampoco dejará de utilizar a la Unión Europea, su «socio indispensable», en contra de Rusia.
Medio Oriente: Estados Unidos garantiza la supervivencia de la colonia judía en Palestina. Para ello seguirán dotándola de una importantísima ventaja tecnológica militar. Y sobre todo seguirá construyendo una alianza militar entre Israel, Jordania y las monarquías del Golfo encabezadas por Arabia Saudita, enterrando así definitivamente el mito del conflicto israelo-árabe.
África: Estados Unidos subvencionará «jóvenes líderes» y los ayudará a ser electos «democráticamente».
Latinoamérica: Estados Unidos luchara por la democracia en Venezuela y Cuba, países que se obstinan en resistirse a Washington.
E— Conclusión
Concluyendo su exposición, el presidente Obama subraya que ese programa sólo podrá cumplirse restaurando la cooperación entre republicanos y demócratas, lo cual es una manera de recordar su propio proyecto de aumento de los gastos militares.
Para entender la nueva Doctrina de Seguridad Nacional hay que situarla en su contexto. En 2010, el presidente Obama había abandonado la teoría de la «guerra preventiva», o sea el derecho del más fuerte a asesinar a quién mejor le parezca. Ahora abandona el proyecto de «rediseño del Medio Oriente ampliado». Teniendo en cuenta los objetivos anteriormente enunciados, podemos concluir que Estados Unidos empujará el Emirato Islámico hacia Rusia, que finalmente no reconocerá la independencia del Kurdistán iraquí y que pondrá la seguridad de Israel en manos de Jordania y Arabia Saudita en vez de confiarla a Rusia, como había proyectado hacerlo en 2012.
La Doctrina Obama pasará a la historia como el reconocimiento de un fracaso y el anuncio de una catástrofe: Washington abandona su proyecto de reorganización militar y opta nuevamente por el desarrollo de sus ejércitos. Durante los 70 últimos años, el presupuesto militar estadounidense ha estado en constante aumento, con excepción del periodo 1991-1995, cuando Washington creyó poder conquistar el mundo sólo a través de los mecanismos económicos, y en 2013-2014, cuando Estados Unidos tomó conciencia de su desorganización. En efecto, desde hace años, mientras más dinero dedican a sus fuerzas armadas peor funcionan estas. Pero nadie logra reformar el sistema. No pudo hacerlo Donald Rumsfeld ni tampoco lo ha logrado Chuck Hagel.
Así que habrá que seguir alimentando el monstruo, tanto en el plano presupuestario como inventando guerras para mantenerlo ocupado.
Thierry Meyssan
Red Voltaire