Observa las cascadas...
Si les retiramos las piedras de su camino, perderían su canción.
Son los obstáculos los que hacen que nuestras aguas prosigan.
Ninguna roca, por más dura y resistente que sea, es capaz de detener el agua. Ésa tiene la sabiduría para contornearla y seguir adelante, con la fuerza de la suavidad...
Nada es más suave y, al mismo tiempo, tan fuerte como el agua, que fluye firme y lentamente, con la sabiduría de tener el mismo destino del hombre: seguir adelante.
A/D