Alastair Crooke explica la nueva hegemonía de Estados Unidos mediante la «financiarización del orden global», cuando el «orden internacional depende más del control de la Reserva Federal y el Tesoro de Estados Unidos que de la ONU».
Aporta su invaluable lectura geofinanciera que demuestra la supremacía del dolarcentrismo financierista de Wall Street por encima del caduco orden legal de Naciones Unidas: «El sistema de la hegemonía del dólar no requiere la dependencia de Estados Unidos en la ONU y concede el control a la Secretaría del Tesoro vigilada por (David) Steve Cohen», lo cual «refleja el hecho de que los instrumentos militares son menos asequibles a la administración de Estados Unidos debido a razones políticas domésticas». ¿Y quien vigila al «vigilante» D. S. Cohen?
Crooke juzga que Estados Unidos y Wall Street han logrado manipular la ONU para imponer su orden global «basado en un sistema financiero dolarcéntrico» mediante «la instrumentalización de la posición de Estados Unidos como controlador de todas las transacciones en dólares con las que trasciende las viejas (sic) herramientas de la diplomacia (sic) y de la ONU».
A su juicio, el «monopolio de la divisa de reserva (Nota: el ubicuo dolarcentrismo) se convirtió en el instrumento unilateral estadounidense, desplazando la acción multilateral de la ONU», cuando «Estados Unidos reclama jurisdicción sobre cualquier transacción denominada en dólares que se realiza en cualquier parte del mundo».
¿Con qué desprecio han de ver los monetaristas centralbanquistas de la Reserva Federal y del Tesoro estadounidense a la cadavérica ONU?
Hoy Estados Unidos ya no toma en cuenta el «orden internacional estructurado en torno a la ONU y su cuerpo de leyes internacionales» y tiende a imponer sus «sanciones económicas para presionar a algunos (sic) países». Las sanciones económicas de Estados Unidos han sustituido a las leyes internacionales, mientras la pléyade de financieristas monetaristas israelo-anglosajones desplazan a la vieja guardia de juristas de Naciones Unidas.
El año pasado se calculó que las transacciones globales en dólares estadounidenses constituyen como mínimo el 65% del intercambio de bienes y servicios, este porcentaje se ha de haber acentuado con el desplome del euro y en medio de la «guerra de divisas» que ha provocado devaluaciones abruptas desde el yen hasta el real.
Llama la atención la coincidencia inédita de que los jerarcas del colosal control financierista de Estados Unidos son 3 israelo-estadounidenses: el «vigilante» David Steve Cohen, Jack Lew –secretario del Tesoro– y Janet Yellen, «gobernadora» de la Reserva Federal. ¡Vaya poder financierista!
Por cierto, David Steve Cohen es el equivalente en el «México neoliberal itamita», desde el punto de vista operativo, de Alberto Bazbaz Sacal, a quien se le olvidó «vigilar» los sobornos internos en su «Unidad de Inteligencia Financiera» de la Secretaría de Hacienda –aún sin castigos tangibles– y el extraño fraude de Ficrea.
¿Cuál es el prospecto de éxito del nuevo orden financierista global impuesto por Estados Unidos/Wall Street?
La cosmogonía de Crooke es «geofinanciera»: aplica la geopolítica de las finanzas a las grandes potencias, en particular, a China y Rusia, quienes han formado una alianza para contrarrestar la «guerra geofinanciera entre Estados Unidos y Rusia» –un genuino conflicto geoestratégico que se despliega en Ucrania, donde emergerá el nuevo orden mundial. ¡La tesis de “Bajo la lupa”!
Después de la severa paliza que propinó la banca israelo-anglosajona a Irán –como advierte el libro de Juan Zárate– ahora la «guerra geofinanciera» contra Rusia –en su cuádruple modalidad: sanciones, doble desplome del rublo y del petróleo y la masiva fuga de capitales– «el sistema del petrodólar», que cotiza en dólares al oro negro, «se encuentra herido de muerte», según Crooke, quien considera que «China entiende que Rusia constituye el primer dominó; si Rusia cae, China será el siguiente», por lo que ahora se mueven en forma conjunta para «crear un sistema financiero paralelo desconectado del sistema financiero occidental», que incluye la replicación del Swift y entidades como el Banco de Desarrollo Asiático frente al FMI.
Le faltó agregar, quizá por la prisa, la creación del nuevo banco de desarrollo de los BRICS y su «mini FMI» en la cumbre transcendental de Fortaleza que, a mi juicio, desencadenó la furia estadounidense contra Rusia en Ucrania días más tarde (v. gr. derribo del avión de Malaysia Airlines por los oligarcas ucranianos vinculados a la OTAN).
Alastair Crooke señala que «fue China, y no el FMI, quien rescata a Venezuela, Argentina y Rusia en medio del desplome de sus divisas» e informa que China se había preocupado por el desplome del rublo a mitad de diciembre, por lo que intervino para detener su colapso.
Las tendencias financieras favorecen a «China, que está desplazando al FMI y al Banco Mundial» y que opera como «barrera ante un sistema financiero que está cambiando dramáticamente lejos del control occidental», lo cual «afecta al Medio Oriente» y sus flujos financieros provenientes del petróleo.
Vaticina «el fin del sistema petrodólar para recircular los ingresos petroleros de Wall Street» cuando «la caída del precio del petróleo ha creado súbitamente inmensas turbulencias financieras que han puesto en peligro el sistema financiero global».
La extensa entrevista de Crooke es sencillamente fascinante. En ella revela quiénes están detrás de los salafistas del grupo DAESH/ISIS/ISIL [Emirato Islámico. Nota de la Red Voltaire.] y la forma en que el desplome artificial del precio del petróleo tiene como objetivo «dañar a Irán y presionar a Rusia para modificar su postura y apoyo al presidente Bachar al-Assad» de Siria, y la manera en que los «derivados financieros» de Wall Street jugaron un papel decisivo, como lo hacen ahora con los metales preciosos, en particular, el oro y la plata.
Alfredo Jalife-Rahme
Red Voltaire