Un equipo de enfermeras se acercó al Dr. Paul Tinari, del Kingston General Hospital, en Ontario, Canadá, para explicarle las observaciones que venían realizando desde hacía tiempo en bebés recién nacidos que habían sido sometidos a circuncisión.
Según ellas, muchos de los bebés varones circuncidados en el hospital exhibían niveles de dolor tan severo, que su comportamiento parecía estar cambiando de una manera tangible y posiblemente permanente.
Con el fin de verificar estas afirmaciones, el Dr. Tinari analizó los cerebros de los niños circuncidados antes y después del procedimiento mediante una resonancia magnética funcional y una Tomografía por Emisión de Positrones, para buscar cambios.
El equipo de investigación observó la presencia de un “trauma significativo” relacionado con el proceso de eliminación del prepucio, que provocaba cambios cerebrales pronunciados en el sistema límbico, que incluye la amígdala y los lóbulos frontales y temporales.
Tras presentar estos resultados a un neurólogo, se interpretó que el proceso de la circuncisión había infligido un trauma extremo en el niño, afectando su sentido del razonamiento, de la percepción y de las emociones.
Las pruebas de seguimiento que se realizaron un día, una semana y un mes después de la cirugía revelaron que estos cambios eran permanentes y que el cerebro de los niños circuncidados probablemente nunca vuelva a su configuración normal.
Debido a que altera el status quo, el estudio del Dr. Tinari no ha sido publicado…
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