Soy el tigre. Te acecho entre las
hojas anchas como lingotes de mineral mojado.
El río blanco
crece bajo la niebla. Llegas.
Desnuda te sumerges. Espero.
Entonces en un salto de fuego, sangre, dientes, de un zarpazo
derribo tu pecho, tus caderas.
Bebo tu sangre, rompo tus
miembros uno a uno.
Y me quedo velando por años en la selva tus
huesos, tu ceniza, inmóvil, lejos del odio y de la cólera, desarmado
en tu muerte, cruzado por las lianas, inmóvil, lejos del odio y de
la cólera, desarmado en tu muerte, cruzado por las lianas, inmóvil
en la lluvia, centinela implacable de mi amor asesino.