El servicio
a sus semejantes se necesita más que el servicio al Señor. De hecho,
servirle a una persona es igual a servirle al Señor Mismo. Esa es la senda
de la devoción verdadera. Porque ¿qué mayor medio para complacer a Dios
puede haber que el de complacer a Sus hijos? La escritura del Purusha
Suktha describe a Dios como teniendo un millar de cabezas, de ojos y de
pies. Vale decir que cada ser viviente es Dios. Aunque se hace mención de
un millar de cabezas, no hay una mención de un millar de corazones, no
existe sino un corazón. La misma sangre circula por todas las cabezas,
ojos, pies y miembros. Cuando cuidan del miembro, cuidan del individuo.
Cuando sirven a un ser humano, le sirven a Dios. Cuando su meta es la de
servir y de adorar a Dios, cada paso les brinda un manantial de alegría y
cada momento, cada oportunidad es un valioso regalo para Él.
- Divine Discourse, March 1966.
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