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General: PROBLEMAS DE LOS GOBIERNOS
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De: luistovarcarrillo  (Mensaje original) Enviado: 18/05/2012 15:37






PROBLEMAS DE LOS GOBIERNOS











Pregunta: ¿Por qué el sistema de los gobiernos de
nuestro mundo no corresponde integralmente a las ansiedades de los pue­blos que
rigen?




Ramatís:. Conforme conceptúa la Ley Espiritual,
''A cada uno le será dado según sus obras", de ahí que también se
justifica el viejo refrán que dice "El pueblo tiene el gobierno que
merece". La humanidad terrícola todavía está insatisfecha, es turbulenta y
se divide en agrupaciones nacionalistas y adversas, así como también en
doctrinas religiosas y credos separativistas que sólo tratan de defender
intereses propios por medio de conflictos recí­procos.




Los pueblos de la tierra son egoístas,
belicosos, indisciplina­dos, celosos, avaros, racistas y orgullosos, cuando se
trata de nacio­nes poderosas y dominantes; pero se manifiestan indefensos e
injustificadamente sometidos cuando son humillados por las gue­rras a través de
los adversarios victoriosos. Esas naciones nos recuerdan a las personas que se
descontrolan en sus emociones, y son capaces de llegar a los peores extremos en
su ambición y violencia cuando son fuertes e independientes, pero se acobardan
servilmente ni bien se tumban sus pedestales de viento.




Los pueblos gritan y protestan contra
sus dirigentes, tildán­dolos de políticos ambiciosos y corrompidos, porque no
satisfacen totalmente sus pretensiones personales. Sin embargo, olvidan que son
gobernados por hombres de la misma fuente humana, o gene­rados en el medio
ambiente, los que únicamente reflejan la idio­sincrasia de la mayoría que es
gobernada. Los electores eligen a sus dirigentes por su libre y espontánea
voluntad, mientras que gran parte de ellos cometen irregularidades, perfidias y
estrategias para llegar a elegir a su candidato favorito o a quien le formula
mejores promesas para el futuro. Evidentemente en un clima de deshonestidad,
ambiciones e intereses de grupos, jamás surgirá un candidato que se encuentre exceptuado
de fallas o defectos, por el solo hecho de estar representando la síntesis de
sus electores.




Los mandatarios son el producto del
medio que gobiernan y proporcionan los frutos según el tipo de cultura del
terreno donde se nutren.




Pregunta: Sin embargo, algunos pueblos o naciones
han sido gobernados por hombres inteligentes, hábiles y honestos, que superaron
el medio defectuoso donde se generaron, ¿Cuál es vues­tra opinión?




Ramatís: En la distribución de la carga
espiritual que ha de conformar a la humanidad terrícola, la
"Administración Sideral" del orbe escoge ciertas épocas para la
encarnación de los espíritus preparados y destinados para regir o gobernar a
determinadas naciones. Son verdaderos valores, en lo espiritual, para que la humanidad
no se atrofie en un bajo nivel intelectivo, artístico y moral. Esos magníficos
conductores introducen rumbos acertados y desalojan del medio a los anteriores
y corrompidos mandatarios. De la misma forma, otras entidades, de menor
graduación sideral, pero correctas, dinámicas y filantrópicas, son puestas en
lugares claves, como la dirección de industrias, instituciones culturales y
científicas del mundo, apresurando el sentido y los objetivos finan­cieros y
económicos del mundo, que han de servir a las masas de menores recursos.




He ahí por qué la humanidad terrícola,
en ciertas épocas, presenta índices espirituales que tanto mejora o empeora,
demos­trando cuando predomina en su seno la carga de espíritus buenos o
defectuosos. La cualidad del orbe terráqueo, a pesar de su natu­raleza de
escuela primaria, en cierto tiempo de su trayectoria acusa predominio en su
ascensión. En determinadas fases, el planeta entra en convulsión por los
conflictos bélicos y por la presión de una gran cantidad de tiranos y
conquistadores, domi­nados por instintos y pasiones, desconociendo los
sentimientos comunes de los pueblos. Trabajase el terreno y resalta la hierba
dañina, sofocando los tiernos brotes de la buena simiente. Mien­tras tanto,
también se matizan esos períodos con otros de paz y trabajo fructífero,
compensando las violencias y destrucciones del pasado. Ciudades antiguas,
faltas de higiene e inapropiadas para la naturaleza evolucionada del ciudadano
terrícola, más tarde son destruidas por el "enemigo", resurgiendo de
sus ruinas otras demarcaciones que son compatibles con una población que antes
carecía de oxígeno, luz y jardines.




En la Edad Media dominaron la tierra
espíritus de las tinie­blas, crueles y verdaderos primitivos de la
espiritualidad, que aliados con los políticos y religiosos del mundo,
amordazaron con­ciencias, toleraron el libertinaje, revolvieron el lodazal de
las pasiones animales, vulgarizaron el arte, redujeron el derecho de creencia y
oscurecieron los más simples ideales humanos. Después de esa experiencia
tenebrosa en afinidad con la carga espiritual encarnada, la dirección de lo
Alto frenó el descenso en masa de los espíritus diabólicos y programó la
encarnación de espíritus de mejor condición espiritual, y reactivó en el
plano-tierra el arte, liberando la devoción religiosa y dando entrada a la
bella vida del período renacentista.1




Pregunta: Sin embargo, los sistemas políticos,
promovidos por los principales organismos del pueblo, siempre tratan de elegir
un buen gobierno, ¿no es verdad?




Ramatís: Los terrícolas ingenuamente crean
sistemas de "istmos" y doctrinas cuyo norte son los intereses
particulares para dirigir un "todo", cuando el sistema directriz
debiera ser el resultado y el producto de un sentido superior para toda la
comunidad. Considerando que la reina de un hermoso jardín debería ser la flor
más fragante y bella, obviamente el gobierno de una nación debería entregarse
al ciudadano de mejor prepa­ración intelectual, moral y sentimental. Como
máximo exponente de la cualidad de su pueblo, deberá demostrar con el ejemplo
los valores que a través de su vida ciudadana consiguió, y que a partir de ese
instante, accionará a favor de la colectividad.




Ninguna nación o pueblo consigue
soluciones políticas satis­factorias, dejándose gobernar por cualquier
"molde" doctrinario o político, producto de un grupo de personas
asociadas por sim­patías y gustos particulares y formando una organización
aparte. Es absurdo que un conjunto de criaturas de preferencias políticas y
personales pretendan dirigir al resto mayoritario y variadísimo en su gama
mental, psíquica y emotiva, como son los integrantes de una nación, es decir,
la propia humanidad. ¡No se puede hacer con la masa humana lo que se hace con
la masa de confites, donde el molde escogido por el confitero es el que
determina la forma del dulce! No es la forma dada al confite lo que determina
su cualidad sino lo que corresponde a su contenido. Un sistema, doctrina o
partido político es un molde a ser llenado por determi­nado tipo de hombres
afines en sus ideas, gustos e intenciones. Son los ingredientes particulares
los que a veces no satisfacen al todo colectivo que demuestra ser del más
variado contenido.




De ahí la incoherencia de algunos
individuos para crear un sistema o partido político para dirigir un todo humano,
cuyo sistema debería ser la síntesis del conjunto a ser gobernado. Es algo
parecido a lo existente con respecto a la disciplina y al equi­librio en la
función de diversos órganos del cuerpo humano que, para sobrevivir mutuamente,
se someten a la regencia del cerebro, es decir, la síntesis que dirige a todo
el conjunto orgánico. El cerebro no particulariza pero dirige a cada órgano
conforme a su función y necesidad, atendiendo específicamente el equilibrio y
la armonía del conjunto. Sería poco aconsejable que el hígado, por ejemplo,
resolviera crear un sistema basado en su propia función hepática, pretendiendo
que ese "hepatismo" gobernara todas las necesidades del cuerpo
humano. Un pueblo o una nación, indiscu­tiblemente, es un todo orgánico que materializa
la síntesis de una sola voluntad psíquica y que debe someterse a una dirección
espi­ritual superior. La elección de un gobernante debería regirse por las
normas de un riguroso "concurso", tal como se aplica en las funciones
públicas, en vez de ser el producto de un grupo de voluntades, aliadas bajo un
sistema o partido político. Es nece­sario que ese hombre seleccionado para tan
elevado cargo público, presente, lo más que pueda, su elevado índice de
sabiduría, razón y sentimientos investigados por todo el conjunto a ser
gobernado. En caso contrario, el todo pasa a obedecer a una dirección pro­puesta
por intereses particulares y que no le podrá proporcionar el equilibrio y la
armonía, que sólo es posible a través de un conocimiento global.












1 "Y
Dios tomó el dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás y le ató por mil años".
"Apocalipsis del Apóstol Juan; cap.
XX, 2". Bajo el examen de
los investigadores del asunto, se considera que tal hecho encuadra perfectamente en el "fin
de la Edad Media".







Pregunta: ¿Nos podéis explicar mejor ese asunto?






Ramatís: El gobierno de una nación terrícola
comúnmente ignora su inmensa responsabilidad asumida ante la
"Administración Sideral", la que en realidad es la que gobierna el
planeta. De ahí que se juzga autorizado e independiente detentor de un
"poder máximo" sobre la colectividad, sin necesidad de tener ningún
tipo de obligación con el Gobierno Oculto que acciona desde el Mundo
Espiritual. Mientras tanto, el emperador, el rey, el gobernador o el mismo
dictador no dejan de ser los agraciados con la confianza divina, por cuyo
motivo les será exigido después de la muerte corporal, las más severas cuentas
por sus trabajos en la materia. Jamás serán tolerados cuando distorsionen el
sen­tido de su gobierno en favor de sus intereses particulares y del
enriquecimiento de su "familia", pues la Ley Espiritual no les
perdona la mínima subversión de los intereses del patrimonio público.




El gobierno en la tierra deriva de los
compromisos esquema­tizados y asumidos en el Espacio por sus responsables,
puesto que en la conducción de una nación se incluye la recuperación kármica de
los individuos que conforman el conjunto de los gobernados. Cada espíritu
encarnado está vinculado a un organigrama sideral, donde se tasan todas las
posibilidades de éxito y fracaso eventuales en la ruta kármica. Después de la
desencarnación cada hombre rinde cuenta de sus realizaciones en el mundo
material y es res­ponsable de las irregularidades cometidas. Desgraciado del
gober­nante terreno que, debido a su ambición política o falta de escrúpulos
altera, perturba o modifica la vida de sus gobernados, impidiéndoles cumplir
con ciertas tareas kármicas o apartándolos de los objetivos de responsabilidad
espiritual. De ahí el concepto sideral tan popular en el mundo espiritual:
"¡Más vale ser mil veces un apóstol del Cristo, que un ministro de
Estado!"...




Pregunta: ¿Creemos que los políticos del mundo no
toman con la debida seriedad vuestras advertencias, respecto a la respon­sabilidad
que les pesa delante de la "Administración Sideral" de la tierra?




Ramatís: Sin lugar a dudas, que es de índole
humana subes­timar y desechar todo aquello que no puede ser comprobado
concretamente bajo las leyes del mundo físico. A pesar de que los políticos
desconfíen de nuestras advertencias, la vida en el mundo material no es
producto del "acaso", ni sucede por capri­cho de nadie. La tierra, en
su función de escuela de alfabetización espiritual, obedece a un planeamiento
vinculado a las otras huma­nidades de la constelación solar, por cuyo motivo,
es auténtico el concepto popular que dice: "No cae un solo cabello de
vuestra cabeza sin que Dios no lo sepa''. Por eso, el hombre que ambiciona las
glorias transitorias de los cargos políticos y públicos del mundo, que lo haga
de modo sensato, digno y beneficioso, pues la Ley del Karma lo juzgará en la
medida de sus realizaciones, buenas o malas. Quien roba en la tierra aquello
que la Administración de lo Alto puso en sus manos para felicidad de los
ajenos, tendrá que respon­der por las perturbaciones e injusticias emanadas de
sus actos, puesto que se desvió de su objetivo espiritual. La Justicia Divina,
dice que "La siembra es libre, mas la cosecha, obligatoria"...




Pregunta: En verdad, hay políticos que suben al
poder siendo delincuentes innatos, y serían lo mismo en la vida común de
ciudadanos. ¿Cuál es vuestra opinión al
respecto?




Ramatís: No tenemos dudas, pues muchos políticos
no deja­rían de ser ladrones comunes, si la oportunidad no los hubiera llevado
a ejercer en la Administración Pública. Por otra parte, es más perdonable
delante de Dios el ladrón que arriesga su vida robando cosas de limitado valor,
que el gobernante o político que roba detrás de la escribanía, munido de pluma
y papel sellado en vez de llaves ganzúas, y aun protegido por la inmunidad del
cargo. Desgraciadamente, en la esfera política del mundo, alimen­tada por los
partidos, doctrinas y sistemas específicos, existen ciertas personas que
hubieran sido verdaderos problemas para la policía si les hubiera tocado vivir
en la pobreza, pero al haberles tocado el clima favorable de la Administración
Pública llevan con éxito su habilidad como delincuentes.




Pregunta: ¿Qué nos podéis decir de los
gobernantes que, una vez alcanzado el poder, se vuelven tiranos y llevan a sus
pueblos a la ruina y la desesperación?




Ramatís: El déspota, el tirano, en general, es el
producto del resentimiento o de la frustración contra el mundo. Cuando vive en
la mediocridad es un servil, quejoso e inseguro en sus actos; retiene su ira
interior y evita las complicaciones perjudiciales. Entonces, acumula energía
por fuerza de su contención compul­siva, mientras que los extrovertidos
dispersan sus fuerzas y mani­fiestan sus intenciones a la luz del día. En
general, son envidiosos, celosos, ambiciosos y fácilmente hipócritas, ante la
capacidad de esconder sus inadaptadas intenciones bajo preceptos morales y
sociales de la vida en común. Odian con suma facilidad y, una vez resentidos,
jamás olvidan la menor de las ofensas recibidas.




Cada gota de hostilidad recibida la
contabilizan de tal forma, que exigen la compensación de un tonel en la hora
oportuna.




Calígula, apodado ''El Botita'', adulaba
a los fuertes, besaba los pies de los poderosos y se escondía debajo de la cama
ante los inofensivos truenos; llevado a emperador, patrocinó las más asom­brosas
crueldades y se vengó de aquellos a los que un día cortejó; Cortés era cuidador
de puercos en su tierra, antes de volverse el cruel asesino de los aztecas, con
lo que se vengó de las humillacio­nes recibidas en su infancia; Hitler era
cocinero del ejército ale­mán en 1918, y un resentido contra sus superiores,
incomprendido en la pintura paisajista que hacía, rechazado como actor
dramático y huía constantemente de los judíos, que vivían pendientes de su vida
para poder cobrarle los préstamos atrasados. Una vez que alcanzó el máximo
poder en Alemania, centuplicó y dio rienda suelta a sus frustraciones,
venganzas, enemistades y despechos que había acumulado en el transcurso de su
juventud mediocre. Se vengó de sus antiguos superiores, jubilándolos o haciendo
renun­ciar a militares de muy buena reputación; mandó quemar en la plaza
pública obras culturales preciosas, impidió que se realizaran exposiciones
artísticas de pintores modernos, que intentaban de­mostrar cosas sutiles y
renovadoras, y ordenó cerrar los teatros que le habían negado su consagración
dramática. Sin duda alguna, cuando mandó matar a los millones de judíos en los
campos de con­centración, probablemente estaba atendiendo al resentimiento cau­sado
por el antiguo acreedor, que le perseguía para cobrar los pagos atrasados.
Humillado desde la infancia por su descendencia mediocre, no atendido en sus
deseos de dirigir a las juventudes políticas y resentido por su vida, sin mayor
trascendencia, sublimó su naturaleza psíquica, incapaz y enfermiza por el culto
del ''superhombre de Nietzsche"...




Pero como el pueblo tiene el gobierno
que merece, el pueblo alemán fue el caldo de cultura de Hitler en su
megalomanía y rapiñaje, alimentándole las pasiones belicosas y el orgullo
racista, y fortaleciendo los objetivos anómalos del "Führer", los
alemanes apoyaron otros tipos de semejanza psicópata y delirio sadista, como
Goering, Himmler, Goebels, Bormann, Jodl, Kaltenbrunner, Ribbentrop, Heydrich y
otros más, cuyas siniestras acciones hicie­ron correr ríos de sangre de los
infelices vencidos. Pero bajo la inflexible Ley del Karma, la misma juventud
que aplaudió deli­ran temen te las masacres y los pillajes llevados a cabo por
las huestes de Hitler, actualmente, envejecida y desilusionada, sufre a través
del "muro de la vergüenza" de los rusos la infeliz cosecha de la
simiente deteriorada.




Pregunta: ¿No podría ser un accidente imprevisto
para la Administración Sideral la interferencia sufrida por la humanidad a
través de Hitler, Aníbal, Gengis Kan o Napoleón?




Ramatís: Los acontecimientos que registra la
historia por esos seres se encuadra perfectamente en las planificaciones de
perfec­cionamiento de los espíritus encarnados y que forman parte de las naciones
belicosas. Aunque los hechos sucedidos son indesea­bles, nos recuerdan a
ciertas enfermedades que para ser curadas necesitan una terapia violenta y
cáustica.




Es lastimoso que la humanidad terrícola
todavía necesite tales recursos belicosos para procrear su reajuste kármico,
masacrándose en las guerras fratricidas, destruyendo ciudades, sembradíos y
parques preciosos, lo cual más tarde repercute en la miseria, neu­rosis y
mutilación de los hombres. No tenemos dudas que el Bien también puede provenir
del Mal, pero lo lógico es que el Bien se haga por el propio Bien.




Pregunta: Las campañas libertadoras de Napoleón
¿no die­ron beneficio al mundo?




Ramatís: Cuando la "Administración
Sideral" de la tierra escogió al espíritu de Napoleón para demoler los
feudos y reinados esclavistas del mundo, y liberar a muchas criaturas
injustamente sometidas por los señores poderosos, y por venganzas políticas o
personales, jamás le condonaron la vanidad de sobrepasar con sus ambiciones la
naturaleza de su trabajo y brindar a sus parientes tronos principescos.




Indudablemente y en base al tipo
primario espiritual que es la humanidad terrícola, el fenómeno Napoleón
Bonaparte se ajusta perfectamente al molde de los acontecimientos belicosos,
como una necesidad para romper la cadena que ella misma forjó en su camino
tonto y ambicioso. Su actividad guerrera tuvo la finalidad de abrir fronteras y
cárceles, ajustar derechos y proporcionar enseñanzas para el reajuste de las
costumbres, rectificaciones de leyes y ampliación de cultura y educación.
Napoleón Bonaparte, como casi todos los guerreros terrícolas, se endiosó en el
poder transitorio de destronar reyes, ignorando que, a través de la reen­carnación,
tales reyes y príncipes podían nacer como hijos de mayordomos o lacayos del
palacio real. Hubo reyes, emperadores y
príncipes tarados, imbéciles,
enfermizos y genocidas
como Nerón, Calígula, Iván el Terrible, Heliogábalo y Cómodo, que en vez
de ser encerrados en un manicomio, disponían de la vida de los ciudadanos como
el carnicero de sus reses.




Entusiasmado por la fascinación del
poder humano, Napoleón se juzgó un raro ejemplar sobre la faz de la tierra, y
de esa forma intentó sobrepasar el esquema kármico, que lo Alto trazó con su
destino. En consecuencia, después de la fugaz gloria que le dio el poder
imperial, transitorio y oficializado por Pío
VII, termi­naba sus tristes días en la isla
de Santa Elena, lo cual le daba el tiempo suficiente para reflexionar respecto
a la fragilidad de la vida humana y la imposibilidad del hombre para superar
las directivas del Gobierno Oculto. Consiguió destronar reyes, vencer batallas
memorables, erigirse en emperador y dominar Europa; pero, lastimosamente, no
pudo eliminar el orgullo, la vanidad, la presunción, la crueldad ni la propia
muerte. Por, lo tanto, igno­raba que lo genial es saberse gobernar a sí mismo,
pues el supremo guerrero es aquel que vence las batallas de sus propias
pasiones.




Pregunta: ¿Cuál es vuestra opinión sobre las
revoluciones realizadas por los pueblos, para elegir un nuevo gobierno,
honesto, criterioso y enderezado a eliminar la corrupción?




Ramatís: Es obvio que el vocablo revolución está
indicando una iniciativa violenta para cambiar al régimen dominante, con la
finalidad de atender las satisfacciones políticas de un pueblo, una nación o un
grupo de hombres. Se comprueba así lo primario del hombre terrícola en su
graduación espiritual, puesto que toda­vía no sabe resolver sus problemas
sociales, políticos, patrios y morales, sin la violencia que genera el clima de
odios y celos para alcanzar falsas glorias. Las cuestiones políticas,
religiosas y socia­les dividen al pueblo en grupos adversos, manteniendo el
clima de guerra permanente, ante la preocupación de cada sector para imponer su
preferencia o simpatía.




Aunque las revoluciones glorifiquen a
sus autores y los resalten en el altar de sus héroes, patriotas o salvadores
del pueblo, en verdad, siempre existe un juego de intereses, en que los
grupos dominados reaccionan contra los grupos dominantes. La revolución es un estado
de espíritu en el hombre insatisfecho que piensa en "cambiar" de
cualquier forma, y casi siempre procura casi exclusivamente su propio bien.
Cuando ese oculto estado espiritual se exterioriza en forma de movimientos
belicosos o luchas sangrientas, apenas materializa la insatisfacción de un grupo
de hombres sintonizados en la misma frecuencia de los deseos. Sólo en casos muy
raros un ideal exceptuado de intereses personales mueve una revolución en favor
del pueblo, pues en general la codicia y la ambición son inherentes a los
revoluciona­rios de todos los tiempos. La prueba la tenéis constantemente pues
nuevas revoluciones sustituyen a las viejas porque los salva­dores del pueblo
siempre cuidan de su propia salvación.




Por eso, a pesar del beneficio que a
veces ciertas revoluciones proporcionan, bajo una intención superior, jamás
pueden promo­ver la felicidad de un pueblo, porque no atienden específicamente
los intereses totales de la colectividad, pero son generadas por grupos de
hombres asociados, por la misma simpatía grupal. De ese modo, normalmente la
proclamación de los "salvadores" es para un grupo afín que prestigia
exclusivamente a sus miembros, desechando de la "salvación" a los
depuestos y a los que no vibran sintónicamente con el movimiento revolucionario.
Evidentemente, que si la felicidad, tolerancia, honestidad y el patriotismo de
raza existieran unificados por un esquema evangélico sobre el bien ajeno, jamás
habría necesidad de revoluciones, las cuales significan el corolario de una
insatisfacción colectiva.




Por otra parte, los hombres terrícolas
ignoran cuáles son los tipos de sus reacciones mentales y emotivas delante de
los hechos extraordinarios a los cuales son arrojados imprevistamente. De ahí
que pueden variar o excederse de los hábitos comunes, como cambiar el
procedimiento conocido, demostrando, a veces, un anta­gonismo que trae
aparejadas las características, que ya son muy bien conocidas. Quien fuera una
incógnita para sí mismo, cuando ha sido elevado al cargo supremo de un pueblo,
tanto puede ser benéfico como maléfico, dependiendo de las pasiones, intereses
o ambiciones que lo dominan. Se sabe que muchos emperadores romanos comenzaron
su reinado imbuidos de muy buenas inten­ciones, como sucedió con Nerón;
mientras tanto, la voluptuosidad del poder, la presión de quienes
interesadamente le rodeaban y las perspectivas del lujo y el placer, alimentó
la vanidad y el orgullo, la venganza y otras pasiones indeseables. Hitler
parecía un hom­bre inofensivo, servil y atento cuando era un simple cabo del
ejército alemán, en la guerra del año 1914. Mientras tanto, fasci­nado por el
gobierno y el poder, fue un verdadero flagelo para el mismo pueblo, al que
olvidó en sus intenciones y pretendidos ideales de felicidad humana. Eso mismo
sucede con los líderes revolucionarios, pues son muy raros los que consiguen
quedar en el anonimato y no llegan a esclavizarse con las pasiones y vanida­des,
que dormitan en lo íntimo de sus almas inmaduras.




Pregunta: Sin embargo, es evidente que el intento
que los hombres realizan para cambiar el régimen de gobierno tiene la finalidad
de eliminar lo corrompido para establecer lo sano; ¿no es verdad?




Ramatís: En calidad de espíritus desencarnados
e interesados en cumplir con las órdenes del Cristo, no pretendemos analizar la
"psicología de las revoluciones", ni las motivaciones políticas o
sociales que las promueven. Mientras el hombre no cambie funda­mentalmente,
vivirá constantemente en guerra con sus propias pasiones y vicios
esclavizantes. Entonces no habrá paz y ventura en la tierra, sea cual fuere el
tipo de doctrina o sistema adoptado que gobierne al pueblo. La revolución es
inherente al alma del hombre terrícola, por eso es tan frecuente que por la
tarde se arrepienta de aquello que hizo por la mañana, en una guerra constante
consigo mismo. De esa forma, se establece la lucha silenciosa o ruidosa en el
seno de la familia, de la vecindad, en las calles y en los establecimientos de
trabajo. Los diarios comentan a grandes títulos robos, crímenes, violencias,
asaltos, desmanes, locuras de borrachos, anormalidades de los drogadictos,
adulterios, prostitución y corrupción pública. Creéis acaso que algunos líde­res
políticos o patriotas exiliados, separados de sus funciones por conducta
semejante, ¿podrían armonizar y solucionar ese estado crítico y revolucionario;
innato en el hombre terrícola?




El advenimiento del Cristo también fue
una revolución, pues por su trabajo sublime se cambiaron las formas del
comporta­miento humano, puesto que ¡el amor debe sustituir al odio, la humildad
al orgullo, la renuncia al pillaje, el bien al mal, la paz a la guerra!... El
Maestro Jesús no se endiosó bajo la infantil vanidad de los distintivos y
medallas pendiendo del pecho perece­dero, ni preparó hombres para la gloria del
poder transitorio; sin embargo, revolucionó al mundo lavando los pies de los
apóstoles y sacrificando su vida por la felicidad de la humanidad. Fue un
revolucionario jamás igualado, porque enseñó el gobierno del espíritu sobre las
pasiones y los vicios, en verdad ¡los peores enemigos del hombre! En las
guerras o revoluciones los militares y civiles marchan eufóricos por las calles
al son de la banda portando banderas, distintivos de guerra y fusiles modernos,
como salvadores, que poco tiempo más tarde transforman sus patrias en
ruinas. 2 Jesús, mientras
tanto, era el "gran amigo", cuyo séquito revolucionario estaba
integrado por viudas, pescadores y hombres pacíficos, que manoseaban las armas
del Amor para esta­blecer la Paz y la Compasión en el alma.




A través de la silenciosa dirección del
alma, Jesús instituyó la revolución del Amor, del Bien y de la Paz para toda la
huma­nidad, ajena a las condiciones de razas, credos, sistemas políticos o
entendimientos intelectivos.









2 Nota de
Ramatís:
Loamos a vuestro pueblo (Brasil), cuyas
revolu­ciones tienden a solucionarse pacíficamente, sin derramamientos de
sangre. Sólo las naciones "super desarrolladas" en espíritu saben
resolver sus pro­blemas vitales y complejos políticos, distantes de la
violencia y venganzas fratricidas. Be ahí, que la Dirección de lo Alto confía
en que Brasil será el pueblo más fraterno y espiritualista del mundo, donde los
militares cam­bian sus "manuales de guerra" por el Evangelio del
Cristo, participando en las "cruzadas militaros espiritas" y movimientos
pacíficos de la Umbanda.







Mientras Jesús modeló ese nuevo tipo de
revolución total para la humanidad, los jefes revoluciona­rios de cada sector o
país de la humanidad exigían y aún exigen, que se cumplan sus preferencias,
simpatías y forma de juzgar al mundo, es decir, su forma y conducción
particular debe ser el molde de todos sus adeptos. Cuando son genuinamente
católicos, como Franco y Salazar, el
clero amordaza y domina cualquier movimiento de espiritualismo liberal; si son
ateos, hay relativa libertad para los mismos, pero amordazan las doctrinas
religiosas desprotegidas por el régimen institucional, predisponiendo los
cuadros melodramáticos de los martirios. Si fuera un gobierno espirita es muy
posible que mandara cerrar las iglesias y los terreiros de la Umbanda;
si fuera un gobierno fanatizado por la Umbanda, tal vez cerrara todos los
centros kardecistas. Catalina de Médicis mataba a los católicos en Francia,
pero Calvino, protes­tante, mató a Servet en Basilea, mientras que los
hugonotes "mo­dernistas", que huían para la Nueva Inglaterra, eran
asesinados por los fanáticos "conservadores" de la misma creencia.
Los cruzados mataban a los fieles sarracenos, mientras que los musul­manes y
budistas aún hoy se matan movidos por la ferocidad primitiva de los hombres del
tiempo de las cavernas. Mientras tanto, ¿existe un fiel acatamiento a lo
pregonado por el Maestro Jesús del "Ama a tu prójimo como a ti
mismo"?




Y para los revolucionarios alimentados
por el odio, venganza y deseos exagerados de patriotismo, el Divino Maestro les
reco­mienda: "Aquel que perdiera la vida en mi nombre, la ganará por toda
la eternidad".




De esa forma, aunque se justifica el
motivo de las revoluciones en el mundo material terreno (intentando corregir la
degeneración acostumbrada de la Administración Pública), aún regidas por
hombres imperfectos, sólo hacen vibrar el corazón de los nuevos patriotas, ante
la implantación de nuevos cambios. El pueblo se siente feliz con el
advenimiento revolucionario en la creencia que el nuevo régimen ha de ser mejor
que el gobierno destituido. En base a la proverbial imperfección humana, los
"salvadores" de­caen" en sus ímpetus de euforia patriótica y en
el transcurso del tiempo de su regencia pública, penetran en el movimiento
libera­dor, hombres oportunistas, mediocres, ambiciosos e hipócritas, cuyo
mimetismo de patriotismo retardado llega a impresionar a los auténticos. De ahí
el aforismo tan común que dice: "Escoba nueva barre bien".




Pero, inexorablemente, como es tan común
en vuestro orbe terráqueo, poco a poco se van deteriorando los sanos
fundamentos trazados por los revolucionarios sinceros, que más tarde se sor­prenden
al tener que soportar las mismas enfermedades legisla­tivas, sociales, morales
y administrativas de sus antecesores, juzgados de incompetentes e
inescrupulosos. Sin lugar a dudas, que todo eso sucede porque el mejor gobierno
revolucionario del mundo podrá modificar el contenido político de un pueblo,
pero jamás su contenido moral y espiritual, que requiere una especie de revolución
endógena en el alma enferma.




Pregunta: Un gobierno inteligente, trabajador y
honesto, ¿no podría proporcionar un índice de vida más compatible con las
necesidades de su pueblo?




Ramatís: No basta proporcionar el ambiente
favorable para el advenimiento tecnológico o científico, para que el pueblo
adquie­ra la comprensión de sí mismo, puesto que hasta los sabios, cientí­ficos,
técnicos y grandes cerebros en lo político y filosófico del mundo se han vuelto
asesinos o corrompidos morales. Evidente­mente, que esos seres tuvieron los
recursos necesarios para alcanzar realizaciones superiores sobre la mayoría de
la humanidad; pero su mediocridad espiritual los llevó a cometer crímenes y
actos condenables. De esa forma, sacamos la irreversible conclusión que los más
especializados ambientes en lo técnico, científico e intelectual del mundo,
jamás proporcionarán la educación espiri­tual que sólo es posible a través del
Código, esto es, el Evangelio del Cristo.




En la era prehistórica los hombres se
mataban con pedazos de palos; después se destruían a la distancia con grandes
trozos de piedras, lanzadas por catapultas; más tarde lo hacían en duelo a capa
y espada; después pasaron a la técnica de quemar a los herejes en las hogueras
de la Inquisición o matando por medio de arcabuces en las sangrientas
acometidas de las Cruzadas en Asia, o en la "Noche de San Bartolomé'', en
Francia. Finalmente, el mundo fue agraciado por un grande y revolucionario
invento técnico basado en las ediciones de libros, revistas y panfletos,
accesibles a todas las criaturas. El primitivo hombre de las caver­nas se
transformó en un elegante ciudadano, vestido de casimir y de cara bien
afeitada, dirigiendo la creación de las computadoras, submarinos atómicos,
cohetes teleguiados, satélites artificiales y aeronaves que se posan sobre la
superficie de la luna, además de disponer a gusto de la fabulosa fuerza
extraída de la intimidad atómica. Es el poderoso mago moderno, cuyas hazañas
dirigidas por control remoto y con la capacidad de dividir a su propio planeta,
¡ponen a la altura de un poroto al legendario genio de la "lámpara de
Aladino"!




Esa sería más que suficiente para
mejorar el índice educativo, moral y social para el pueblo; sin embargo, el
terrícola sólo refino su arte de matar, probando una vez más que toda
realización exceptuada de la égida del Evangelio del Cristo, es infructífera y
criticable. Es de sentido común que los gobiernos inteligentes y dinámicos son
los únicos que favorecen el clima apropiado para el desarrollo de la ciencia y
la técnica, medios que proporcionan y adecuan los mismos para el confort y
necesidad de la humanidad terrena. La radio pone en contacto al hombre con
todas las lati­tudes geográficas del orbe y la televisión ofrece las imágenes
de los pueblos más alejados e inconcebibles. La mujer moderna se encuentra
liberada en un gran porcentaje de tiempo de las tareas domésticas, pues la
cocina a gas, la heladera eléctrica, la lustradora de pisos y demás aparatos
que simplifican funciones personales, permiten una mayor expansión para otras
fuentes de dedicación y cultura.




En base a esas realizaciones técnicas,
científicas y culturales de la época, los ricos de antes hoy serían bastante
pobres, puesto que su fortuna era mantenida sin actividad alguna, dado que no
existía la vivacidad y verdadera revolución que manifiestan las cosas y hechos
modernos, que son capaces de hacer ilusionar a cualquier persona de bajo nivel
mental, La divulgación de las enseñanzas,
facilitada por la gran emisión de libros, la cultura a través de los cursos
básicos, intensivos y la técnica electrónica, como así también el mejoramiento
impuesto en la ropa de vestir, tanto para el profesional como para el obrero,
las soluciones vitamínicas, el control específico sobre el recién nacido, el
examen prenupcial, la hibernación, el trasplante de corazón, riñones, páncreas
y ojos, como así también el uso de las píldoras anticon­ceptivas, proporcionan
al hombre del siglo
XX una vida ventu­rosa.
La era del plástico, la modernización de los institutos de enseñanza, la
alimentación sintética y enlatada, la asistencia social y la providencia a
través de los seguros, la intelectualización de los militares, la ayuda
prestada a la vejez por medio de los asilos, las grandes instituciones
deportivas, nosocomios, institutos de recuperación mental, aparatos modernos
para ciegos, impedidos físicos y sordomudos, por ventura, ¿fueron capaces de
solucionar los ingentes problemas milenarios del espíritu?




Pregunta: ¿Podéis explicarnos en forma un poco más
obje­tiva ese asunto?




Ramatís: ¿Qué hace el hombre moderno,
científicamente pre­parado, psicoanalizado, chequeado física, intelectual y
psíquica­mente? Se adapta a todos los descubrimientos científicos, conoce los
diversos matices de la psicología moderna, quema fosfatos en la tenaz
investigación parapsicología, dirige pequeñas centrales de computadoras,
controla "robots" que son capaces de pulverizar a millares de
personas al simple toque de un botón electrónico, como lo hizo en Hiroshima. En
fin, ¿qué diferencia existe entre el presente del hombre terrícola, con el
pasado, de la era del troglodita? Antiguamente, cuando vivía en las cavernas,
mataba al prójimo a garrotazos; hoy lo asesina con la perfecta pistola de
silenciador; arrastraba la mujer del vecino troglodita campo afuera, para
satisfacer sus instintos; hoy hace lo mismo con la mujer del amigo,
¡transportándola en el moderno automóvil! Antes vivía en las grutas de piedras,
actualmente imita la vida de los insectos, viviendo en bloques de cemento;
antaño se quemaba a los herejes en las plazas públicas; en el presente, se los
pulveriza bajo la explosión atómica. Hace milenios pasaban los carros con
puntas de hierro sobre compactas alfombras, formados por los cuerpos de niños,
viejos y mujeres en las tropelías bíblicas; hoy se los aplasta bajo la oruga de
los tanques homicidas.3




La técnica y la ciencia unidas para los
mismos objetivos ofrecen actualmente brillantes y eficientes caminos para que
el terrícola ejerza su incuria espiritual. Aquí, destruye a infelices personas
sub nutridas y acobardadas bajo el fuego líquido del "napalm"; allí,
por medio de la bomba atómica, hace desaparecer de la superficie de la tierra a
los enemigos de raza diferente; acullá, masacra los cuerpos de los jóvenes bajo
la metralla en defensa de los atontados sistemas políticos. En tiempos pasados,
el ser humano viajaba algunas semanas a caballo para enterrar el puñal en la
barriga del adversario; hoy, gracias al avión a tur­bina y supersónico puede
desayunar en Nueva York, almorzar en Lisboa y matar a su contrario en París, ¡a
la hora de la cena! Innegablemente, hubo una significativa evolución de la
humanidad respecto a sus métodos modernos para matar, puesto que se puede
eliminar millares de criaturas en pocos minutos, lo que antes exigía meses y en
algunos casos hasta años de batallas ininterrumpidas.




A pesar de tantas y sorprendentes
realizaciones, la humanidad terrícola todavía es incapaz de ser feliz, pues
enfrenta los mismos problemas de orden espiritual de antaño. Los partidos
políticos, los sistemas doctrinarios, las castas sociales y las segregaciones
raciales forman tremendas limitaciones verrugosas en el cuerpo saludable de la
vida hecha por Dios. A pesar de las reuniones amistosas de las clases
profesionales, de las confraternizaciones artísticas, de los congresos
eucarísticos, de los simposios de espi­ritas y de otras iniciativas
espiritualistas modernas, apenas se observa una demostración que exalta la
oratoria, pero sin resul­tados prácticos, porque los hombres, en lo íntimo de
sus almas, todavía dependen de las superficialidades y de los intereses del
mundo transitorio de la carne.




Muy pocas son las criaturas a quienes
les importa investigar la autenticidad del espíritu inmortal en su
manifestación educativa sobre la faz del mundo, a fin de dirigir la vida bajo
el imperativo de un orden superior. Por esa causa, los hombres no saben gober­nar
y gobernarse, hasta que llegue el día en que aprendan a colocar las
circunstancias provisorias de la existencia física por debajo de las normas de
la vida eterna y verdadera del espíritu.




Pregunta: ¿Que nos podéis decir sobre las
doctrinas socia­lista, fascista, democrática o nazista?




Ramatís: Es natural que en nuestra condición de
espíritus desencarnados no nos preocupan los rótulos, fórmulas, preconceptos
políticos, racistas o "istmos" que identifican a los movimientos
socialistas, nazistas, democráticos, capitalistas o fascistas de poca
importancia para el aspecto exterior, puesto que el contenido continúa
deteriorado.




Son iniciativas que desean formalizar
una cúpula de protec­ción para ciertos grupos de hombres congregados por
simpatía personal y dedicados a la misma concepción política, y que consi­deran
como la panacea preferida para solucionar todos los pro­blemas humanos. De ahí
el fanatismo y la sumisión servil de esos grupos a "su" sistema
político, que consideran el mejor del mundo, aunque ello sea del desagrado de
otras doctrinas seme­jantes. Indudablemente, tales sistemas por más lógicos que
lo crean, serán superados por el tiempo en base a la modificación y evolución
de las costumbres y temperamentos de los hombres. La historia es pródiga para
comprobar los innumerables sistemas y doctrinas económicas, políticas,
filosóficas y hasta educacionales, que de forma alguna hoy podrían ajustarse al
pensamiento y a la emotividad del hombre atómico. Tales sistemas pueden atender
las necesidades de un pueblo, en determinada época y en los límites
idiosincrásicos de ese pueblo, pero jamás servirán para la cobertura de toda la
humanidad, ni siquiera de otra nación. Ade­más, tratándose de conjuntos de
hombres de espíritu primario, como son los terrícolas, sus sistemas y doctrinas
están plagados de los mismos defectos que tales hombres no pudieron eliminar en
sí mismos. No importa ser nazista, demócrata, capitalista, fas­cista o
socialista, ni la ardiente preocupación por "salvar" a la humanidad
por medio de su sistema político más simpático, puesto que el hombre todavía no
consigue "salvarse" a sí mismo, libe­rándose del vicio de fumar,
beber y comer las vísceras sangrientas de los hermanos inferiores; ni siquiera
sabe dominar las pasiones que le corroen el alma. Ello tanto afecta al individuo como al pueblo,
sistema o doctrina que intenta la salvación política de otra nación, pero
sobrecargada por las mismas infamias, avaricias, inescrupulosidades, odios,
vicios y venganzas partidarias.










3
Véase en el Libro Segundo de los Reyes,
capitulo
XII vers. 31 de la Biblia (versión española
del Edmo. P. Phelipe Beio de San Miguel, ed. por W. M. Watts, Londres, 1866),
sobre las bárbaras matanzas de David y sus ejércitos sobre los amonitas, cuando
mandaba pasar las carrozas con puntas de hierro' sobre los infelices
prisioneros extendidos a lo largo del camino. Cuando los judíos eran llevados
hacia el campo«de concentración de Treblinka, en la última guerra nazista, hubo
casos en donde los tanques alemanes los aplastaban, al no poder escapar por
estar bloqueada la carre­tera, cuyas orugas al girar ensangrentadas, mostraban
pedazos de hígado, riñones, corazones y piernas de los masacrados. Ver la obra
sobre Treblinka.




Pregunta: Entre los sistemas nombrados, ¿uno de
ellos no podría solucionar eficientemente los problemas del mundo?




Ramatís: Doctrina por doctrina, sistema por
sistema o "istmo" por "istmo", ideados y compilados por
hombres defectuosos, es preferible el " Evangelismo", o doctrina de
Jesús que, además de haber sido el hombre más santo y sabio, es el mejor amigo
del hombre. Es una doctrina sana, universalista e incriticable, que siendo
practicada por todos los hombres, elimina definitivamente las dificultades,
carencias y desventuras de la humanidad. No tiene estructura capitalista,
fascista, democrática, nazista o socia­lista sino que se rige por una regla
áurea e irreductible, que es el sublime sentimiento del Amor. Los hombres no se
salvan substi­tuyendo sistemas políticos, sino mediante ¡el ejercicio
incondicio­nal del Amor!... En el desierto de la vida humana, la doctrina de
Jesús es el "oasis" capaz de mitigar la sed del viajante más
desventurado. Es la fórmula inalterable en cualquier latitud geográfica del
mundo, clima social, político o religioso, así como también la más avanzada
solución moral y espiritual de las relacio­nes entre los hombres. "Ama a
tu prójimo como a ti mismo" y "Haz a los otros lo que quisieras que
te hagan a ti mismo", no se refiere específicamente a grupos de hombres
socialistas, fascistas, demócratas, nazistas, capitalistas o comunistas, sino
¡al género humano!




Los hombres pueden alegar que es difícil
vivir el Evangelio, tal como el Maestro Jesús lo vivió; pero ningún hombre del
mundo podrá negar que si tal Código Moral fuera practicado por la humanidad, se
eliminarían todos los problemas económicos, finan­cieros, políticos, morales,
racistas, religiosos, y hasta se recupe­raría la salud humana ante la
inevitable liberación de los vicios y pasiones mórbidas. En consecuencia, no
somos partidarios de ningún partido, doctrina o sistema político, filosófico o
religioso del mundo, pero sí estamos con el "amor" pregonado y vivido
por el Cristo Jesús, el cual es independiente de cualquier diferen­ciación de
raza, cultura, fortuna, política o religión.




Pregunta: Tratándose de un asunto de suma
importancia para nuestras observaciones y aprendizaje, desearíamos recibir
otras consideraciones de vuestra parte
y relacionadas con el
"Evangelio de Jesús", en una confrontación con las doctrinas del
mundo.




Ramatís: Es de sentido común que la salud de un
grupo de personas depende de la salud de sus integrantes; en consecuencia el
equilibrio, la armonía y eficiencia de un sistema político, social, cultural,
religioso o filosófico, tendrá que depender, fundamen­talmente, de las
condiciones saludables de las partes. La belleza panorámica de un jardín
depende de la armonía y coherencia estética entre las especies florales que lo
conforman.




De esa forma, los gobernados no pueden
criticar a sus gobier­nos, dado que ellos conforman la cobertura o
superestructura de los valores positivos y negativos del pueblo a que están
vinculados. Muchas veces, los individuos de cierto sistema político exigen un
gobierno perfecto dentro de un ambiente en donde se hacen y conscienten las más
censurables relaciones ilícitas de orden comer­cial, político o moral.
Agiotistas, ladrones, homosexuales, mistifi­cadores, hipócritas, prostitutas,
avaros, falsarios, inmorales, faná­ticos, terroristas, homicidas, alcohólatras
y otros viciosos no se cansan de censurar y arrasar al gobierno que le dieron
su voto, exigiendo un hombre iluminado ¡en medio de su propia abomi­nación!




Están los que critican la administración
pública sentados a la mesa, bebiendo abundante alcohol y en ambientes
corrompidos y de baja moral; aquí el negociante acusa severamente la inescrupulosidad
del gobierno, mientras él roba furtivamente en el peso de la mercadería; allí,
el ciudadano se enfurece exigiendo más asistencia pública, mientras que él
evade el cumplimiento de las ordenanzas fiscales; acullá, se comenta los
grandes negociados por parte de los representantes del gobierno, pero se
escucha esto ¡en la radio comprada de contrabando! Entonces, se exige a los
responsables administrativos el máximo de perfección, mientras ellos practican
toda clase de actividades ilícitas y censurables, fuera de la moral común.




Evidentemente, muy poco importa la
naturaleza de los siste­mas políticos o doctrinarios del mundo en donde se
apliquen, si los hombres que los conforman son aún ineptos, inmorales, deshones­tos,
agiotistas, fanáticos, racistas, viciosos y malignos. Así como el vino ácido no
se modifica en su contenido por el simple cambio de su rótulo, el mundo jamás
logrará su equilibrio cambiando su sistema político, o marbetes
"salvadores" que no mejoran el contenido humano. De ahí el privilegio
que sustenta el Evangelio, puesto que es el fruto de una vida mejor que redunda
en benefi­cio y para la felicidad del género humano, el cual es el denomi­nador
común de un estado de espíritu superior, como es el Amor, que se encuentra por
encima de cualquier interés político o doc­trinario.




Pregunta: Un gobierno formado por hombres honestos
y criteriosos, ¿proporcionaría el clima estimulante para la dignidad humana?




Ramatís: La humanidad es un todo que se mueve
lentamente por ciclos y camina en dirección a un objetivo superior: la felici­dad
espiritual. Esos ciclos se renuevan y retornan y superan la fase anterior,
transcurriendo los períodos de "exaltación" y "hu­millación ''
espiritual. Nos recuerda a la ola del mar; cuando más alta se eleva, más
profundo cae después. Es una especie de "ma­rea" espiritual, cuyo
ritmo exige las fases positivas de las activi­dades en el trato con la materia,
y las fases negativas de la refle­xión, sobre lo que ha sucedido.




Examinando la historia de la humanidad
terrícola se com­prueba que ha vivido períodos "sombríos" cuando
naufragó arrastrada por las olas del vicio, de las pasiones, amordazamientos de
las conciencias, y períodos felices de renacimiento tranquilo y creador, como
el océano calmo, donde se exalta el amor, el arte, la poesía y la belleza entre
las personas. La Edad Media fue un período sombrío, mientras que el
Renacimiento dejó sus huellas de luz.




Todos los pueblos y naciones son
agraciados periódicamente por medio de caminos de renovación moral y de
reajustes econó­micos, en un aprovechamiento integral, que apresura su marcha
espiritual. De ahí que se comprueba que los peores males del mundo se
encuentran entremezclados con los bienes favorables, como en Roma, con la serie
de emperadores orgiásticos, crueles y cretinos, como Nerón, Calígula, Tiberio,
Caracallas, Heliogábalo o Cómodo, donde hubo mezcla de los buenos con los
malos, bajo la dirección de hombres sobrios, frugales, y probadamente inteli­gentes,
como Vespasiano, Marco Aurelio y otros.




Sin embargo, la dignidad pública no es
el fruto de la susti­tución de hombres, sino la renovación de los ciudadanos
que viven por encima de las pasiones violentas, de las ambiciones desmedidas,
que se eligen por su largo período de vida, y que demuestran una conducta
espiritual superior. En el mismo caldo de cultura donde se alimentan los hombres
que forman el todo de una nación, también se generan sus gobernantes con
atributos favorables o no, inherentes al medio.




Pregunta: ¿Estaría prevista por los mentores de
la tierra la acción nefasta de un Hitler, que después de alcanzar el poder,
llevó a la nación alemana y al mundo a una hecatombe guerrera?




Ramatís: En verdad, nada sucede sobre el orbe
terráqueo sin que el Gobierno Oculto del mundo no lo sepa, o no lo haya
previsto, y se encuadra dentro del viejo proverbio que dice: ¡"No cae un
solo cabello de vuestras cabezas sin que Dios no lo sepa "!... Además, los
pueblos eligen para su gobierno al hombre que es capaz de materializarles los
caprichos, ideas, ambiciones y hasta la propia moral. Adolfo Hitler, por
ejemplo, no fue un flagelo accidental e injusto, puesto que corporizó, en la
época, el "deseo colectivo" o llamado "estado de espíritu"
manifiesto y latente en los alemanes. Apenas materializó en una acción
colectiva y belicosa las tendencias del pueblo que lo había elegido para el
cargo supremo; intereses recíprocos y particulares fueron cal­deando su
crecimiento dictatorial en una especie de trabajo silen­cioso y táctico pero de
voluntaria omisión. En caso de que el pueblo alemán no hubiera manifestado esa
índole, ni vibrado psíquicamente con las ideas peligrosas y megalo maniacas de
Hitler, evidentemente lo habría apartado del poder al comienzo de su campaña,
como si fuera un individuo incompetente y peligroso. Entonces, lo único que
sucedió, es que fue el catalizador psicológico y temperamental de los súbditos
alemanes, progresando en el terreno fértil de los deseos beligerantes y
ambiciosos de la nación.




En cualquier otro planeta, con un grado
espiritual por encima de la tierra, Adolfo Hitler y sus adeptos serían
internados inme­diatamente en un hospital para tratamiento mental. Jamás habría
encontrado estímulos en una comunidad que apoyara sus deseos de conquista,
pillajes y masacre de criaturas de países más débiles. Para conseguirlo, tuvo
el apoyo de su pueblo, al que le abrió las compuertas de las pasiones belicosas
y encontró colaboradores y hasta sumisos pero entusiastas que le afirmaron sus
ideas, vengan­zas e iniciativas tan negras, como fueron la muerte de millones
de judíos en los campos de concentración ... Su entrada en Aus­tria fue
festejada con flores y vivas; su primera victoria sobre Polonia debilitada
arrancó de la muchedumbre los más retumban­tes aplausos, comprobándose así la
perfecta simbiosis entre gobier­no y gobernados. Es cierto que los aliados también aportaron
su haz de leña para la hoguera comenzada por Hitler, que siendo más osado,
imprudente y loco, incrementó el fuego, siendo respon­sabilizado como el
principal de los culpables.




Mientras tanto, cuando la humanidad
vivió períodos tranqui­los e hizo justicia a su derrotero espiritual, el Señor
envió a Krisnha, Buda, Rama, Gandhi y al magnífico Jesús, que dejó un soplo de
ternura, compasión y paz en el mundo entero. Pero cuando el mundo hierve en
alta tensión y los pueblos se excitan en sus pasiones ambiciosas, perturbando
la marcha normal del conocimiento del espíritu, entonces se encarnan Alejandro,
Aníbal, Gengis Kan, Atila, Julio César, Napoleón o Hitler, que naciendo el
papel de verdaderos cirujanos de la humanidad, siembran el dolor y el
sufrimiento colectivo, trayendo el bien por medio del mal. Los hombres terminan
por expurgar el veneno que se les acumuló en lo íntimo del alma por la
excitación de su origen animal; concretando en actos malignos y a la luz del
día aquello que les vibraba en el silencio de su propia cobardía.




Pregunta: ¿Qué tipo de gobierno sería en la
actualidad más compatible con nuestra graduación psicológica espiritual?




Ramatís: Repetimos nuevamente que ha de fallar
cualquier gobierno mientras los legisladores y sociólogos actuales intenten armonizar
social o políticamente al mundo a través de sistemas o doctrinas elaboradas por
grupos de hombres, como verrugas en el organismo colectivo de la nación. Se
trate de una doctrina fascista, demócrata, capitalista, comunista o nazista,
siempre ha de tener que atender a las ambiciones, a la capacidad, a las
costumbres, a la vanidad y a los intereses de un grupo simpatizante, pero
ineficaz y hasta nocivo para los demás conjuntos de hombres o doctrinas
políticas existentes. Aunque millares o millones de individuos congenien con
una doctrina o sistema político que juzguen como "mejor" del mundo,
están vivamente preocupados por su segu­ridad personal, jamás por la de la
humanidad. Sólo en casos muy excepcionales, aparece el héroe capaz de
sacrificarse para el bien del pueblo y de la raza humana. Y la explicación es
muy simple, puesto que todo individuo que realmente desea servir al prójimo,
jamás se afilia ni coloca bajo cualquier sistema político, doctrina religiosa o
agrupación social para ejercer sus sentimientos subli­mes. Sabe que los hombres
vinculados por los sistemas políticos del mundo todavía no ofrecen condiciones
para vivir en plenitud el sacrificio por el bien ajeno.




En consecuencia, rebuscando en el pasado
histórico hasta los últimos días de la vida moderna, a fin de encontrar un
gigante, sabio, científico o psicólogo, autor de algún sistema o Código Moral
milagroso para "salvar" a la humanidad, he ahí que el indicado ¡es el
Cristo Jesús! Bajo su dirección ceden los conflictos, fanatismos, racismos y
crueldades, porque su estatuto exige, incondicio­nalmente, que el candidato
tiene que "Amar al prójimo como a sí mismo".




Pregunta: ¿Cómo debemos interpretar ese "amor
incondicio­nal" para todos los individuos?




Ramatís: Amor, pacifismo, perdón y bondad, filantropía,
humildad, tolerancia, honestidad y ternura son estados superiores del espíritu
e idénticos en cualquier latitud geográfica del orbe, cuando son manifestados
por cualquier raza y cualquier individuo que pertenezca a cualquier partido o
doctrina política. Si el comunista, nazista, demócrata, fascista, capitalista o
socialista, es bueno, noble, gentil, amoroso, fraterno y piadoso, poco importa
el rótulo que sustente o al sistema político a que se afilie. En verdad, él se
integró al Código Moral del Cristo, que es Amor Universal, a pesar del color de
su uniforme o de la insignia que tenga adhe­rida en su brazo. El judío,
africano, esquimal, alemán, americano, turco, hindú- o árabe, cuando es
humilde, honesto, fraterno, pací­fico y amoroso, no se diferencia por su raza
sino por su estado de espíritu que es por demás elogiable. Siendo así no existe
una humildad "alemana", un amor "ruso" ni una renuncia
"hindú". Tales virtudes existen latentes en todos los hombres, porque
des­cienden del mismo Dios, y todo eso ha sido enseñado por los legisladores o
líderes que se interesaron por la salud espiritual de la humanidad.




Pregunta: Hemos observado que los gobernantes,
en la tierra, difícilmente creen o admiten la existencia de otro gobierno
oculto, que desde el mundo espiritual observa sus actividades públicas. ¿Cuál
es vuestra opinión?




Ramatís: Sin lugar a dudas, esos hombres
ignoran que son servidores de la Administración Sideral, cuyos actos públicos
des­honestos o imprudentes más tarde han de ser juzgados con mayor severidad de
lo que en la tierra se hace en tales ocasiones. Jamás deberán abusar
impunemente del patrimonio colectivo que reciben en confianza de su pueblo,
pues si no hay tribunales divinos que dicten personalmente sentencias
punitivas, la Ley del Karma es inflexible y severa, que obliga a cualquier
delincuente a pagar o indemnizar hasta el último centavo los perjuicios
ocasionados.




Los políticos y administradores públicos
corrompidos que traicionan la confianza dispuesta por el Señor, como lo hacen
los hijos degenerados que abusan del patrimonio de la familia, aunque intenten
sustraerse a las leyes penales del mundo físico, sin embargo, tendrán que pagar
por los perjuicios ocasionados por sus ambiciones y actitudes inescrupulosas.
Los políticos del mundo pueden eludir y mistificar a las personas que confían
en sus promesas y sofismas, pero no se librarán de las severas sanciones
espirituales por muchas existencias posteriores.




Quien acepta o busca la responsabilidad
de dirigir y adminis­trar bienes y valores de la colectividad humana, que lo
haga en forma digna y criteriosa, si no ha de consumir algunos siglos en la
infeliz condición de engrillado espiritual, cuya pena sólo ha de terminar con
la devolución total de los bienes robados.




Pregunta: ¿Cuál sería el gobierno ideal para
nuestra huma­nidad?




Ramatís: Considerando que el cerebro humano es un
conjunto director, compuesto de centros coordinadores de diversas activi­dades,
funciones y necesidades del cuerpo carnal, bajo una sola voluntad, unísona en
el control de todas las funciones orgánicas, por lo tanto, el gobierno más
provechoso y sano para el "orga­nismo" de la humanidad sería algo
semejante. Podría elegirse un consejo gobernante, escogido entre los hombres
seleccionados por su moral superior, voluntad firme, renuncia absoluta,
disciplina, talento, honestidad, formación científica e incondicionalmente
universalista.




Serían criaturas elegidas por su madurez
biológica y espiri­tual y no por efecto del recuento de votos del partido
político mayoritario, que se impone por las estruendosas campañas electo­rales.
Sería un conjunto elegido de arriba hacia abajo, compuesto por almas de madurez
espiritual, leales, desprendidas, estoicas, reconocidas por el pueblo, como las
más capacitadas para gobernar sin tocar para sí mismos, los bienes de la
comunidad; en fin, serían los "cerebros" y "corazones" que
fueron puestos a prueba en las actividades comunes de la vida cotidiana.




Así como existen instituciones
venerables y dignas, destinadas a redimir o disciplinar a hombres perturbados,
que más tarde pueden volver a su antigua actividad a fin de orientar a los com­pañeros
en dificultades espirituales, también deberían existir en la tierra
instituciones especializadas para entrenar hombres que en el futuro ocuparían
el alto cargo de gobernar correctamente. La renuncia de sí mismos a cualquier
gloria política o intereses personales deberá ser la premisa fundamental para
gobernar el patrimonio de un pueblo y jamás traicionarlo, como es tan común en
la actualidad. Eso también nos da la prueba de que el cerebro humano no
demuestra interés ni simpatía por determinado órgano del cuerpo, pero atiende a
todos conforme a su necesidad "órgano-funcional".




Todo hombre que promueve campañas
políticas anteponiendo su interés personal, desde un comienzo está defraudando
los ideales y sueños de su pueblo. El gobernante debe ser hombre humilde,
sabio, gentil, desprendido, justo, severo, pero amoroso. Un corazón de criatura
aliado a un cerebro de genio; ha de ser un ángel sabio, sólo podrá gobernar sin
censuras quien se decida a servir exclusi­vamente a su pueblo, colocando su
propia felicidad en sentido secundario.




Pregunta:
Es evidente que es casi imposible
conseguir en la tierra un hombre que tenga cualidades tan superiores. Además, observamos
que los- mismos espiritualistas parecen huir de todo

aquello que concierne al gobierno del mundo. ¿Cuál es vuestra opinión?




Ramatís: En verdad, los hombres que son
conscientes de sus necesidades espirituales, en general, son humildes y adversos
a las glorias del mundo material, a las funciones ostentosas que ponen en
evidencia la personalidad humana y transitoria. Prefie­ren dirigir sus propias
pasiones y gobernar sabiamente su instinto inferior, así como también
entregarse al trabajo en bien del pró­jimo, sin esperar remuneración alguna. No
se dejan fascinar por los juegos de los encarnados, ni buscan los bienes
ilusorios de la materia, sino que se interesan por los valores definitivos del
espíritu eterno. Más les importa ser verdaderos apóstoles del Cristo antes que
ministros de Estado.




Pregunta: En consecuencia, ¿cómo podría
constituirse un Consejo Gubernamental compuesto por hombres forjados en las
realizaciones espirituales, cuando no se dedicaron a la política del mundo, que
es la única doctrina responsable para ese tipo de evento?




Ramatís: Innegablemente, que eso es muy difícil,
porque el caldo de cultura donde se forjan los políticos aún es de pésima calidad,
tal como lo demuestran las naciones del mundo. Los pueblos y naciones se encuentran
separados por paños de colores que simbolizan las patrias aisladas de la
humanidad, ¡y que pro­mueven la matanza sistemática en los mataderos
fratricidas de las guerras! El racismo, las diferencias de los sistemas
políticos y los intereses ambiciosos de la especulación egoísta insuflan el
odio en los dirigentes, los que se turban movidos y estimulados por las
venganzas, que ciegan la verdadera finalidad del espíritu encar­nado.




En los planetas más avanzados existe un
solo gobierno que administra a toda la humanidad, como si fuera una
"conciencia colectiva" compuesta de hombres de todos los matices
psicológicos y representativos de las diversas actividades humanas,
incondicionalmente subordinados al lema de servir y producir beneficios bajo un
elevado nivel de honestidad, renuncia y amor. Son poetas, filósofos, médicos,
ingenieros, profesores, sacerdotes, escritores, industriales, compositores y
hasta operarios, cuyo grado de ma­durez espiritual garantiza la armonía y el
entendimiento para un perfecto gobierno. Como principio tienen un concepto adverso
a la violencia y son capaces de ajustar a todos en un ritmo de acción
progresista, así como el cerebro es la cúpula protectora de las necesidades
biológicas del organismo humano. Los departamentos de arte, ciencia, educación,
filosofía, magistratura, medicina, tra­bajo, religión y finanzas se constituyen
y funcionan bajo una voluntad unísona y equilibrada, tal cual lo hace el
hígado, el estómago, el páncreas o los riñones, que son regidos por un cerebro
sano.




El poder que proviene de los hombres
elegidos por sus vir­tudes superiores se distingue sensiblemente de aquellos
que son astutos, egoístas e hipócritas, que sobresalen del conjunto y son
consagrados por medio de las campañas políticas, que sólo tienen por meta
alcanzar el poder, no importando el medio empleado, sino alcanzar el objetivo
prefijado. De ahí, entonces, que lo ideal sería formar un gobierno por un
conjunto de hombres espiritual-mente maduros y no por aquellos que esgrimen ser
religiosos o políticos, pero que aún son ávidos de los tesoros del mundo tran­sitorio
de la carne.




Pregunta: ¿Podríais decirnos qué debemos hacer,
para ser merecedores de un gobierno superior y que pudiera dirigir sabia­mente
el orden político y administrativo de nuestro mundo?




Ramatís: Es evidente que los "gángsteres"
son gobernados por otros "gángsteres" más poderosos; los negros
africanos obe­decen al mandato de otros jefes negros, de mayor experiencia; el
pueblo romano sumido en orgías, inescrupuloso y dedicado a la rapiña, era
dirigido por emperadores inmorales y de la misma clase, como lo fueron Nerón, Calígula,
Cómodo, Tiberio, Domiciano, Claudio y Heliogábalo. En consecuencia, únicamente
un pueblo evangelizado ha de merecer un gobierno superior y angé­lico, dado que
los administradores públicos formarán el vértice de la pirámide de los propios
gobernados.




Por ventura, un Francisco de Asís,
justo, humilde y puro, ¿os parece que debería gobernar una nación belicosa,
cruel y de­dicada al pillaje, como era Roma, en la época de los emperadores
degenerados? Jamás un corazón tierno y un cerebro angélico podrían dirigir la
carnicería de los circos romanos, el robo, la ava­ricia, el mercado corrompido
y el negocio de la prostitución, que era financiado por los mismos administradores
de Roma. Hombre piadoso, magnánimo, honesto, cándido, tierno y puro, Francisco
de Asís apenas sería un juguete en manos de los individuos astu­tos, hipócritas
y crueles.




Por eso, según reza el adagio común,
"El pueblo tiene el gobierno que merece" y sería incoherente reclamar
un gobierno perfecto, sano y honesto, para un pueblo que se compone de hombres
corrompidos, ambiciosos, viciados, inescrupulosos, ava­rientos, explotadores,
aventureros, traficantes y hedonistas, como todavía sucede con algunos países
modernos y científicamente evolucionados. Como dijéramos anteriormente, están
los indus­triales y comerciantes, por ejemplo, que reclaman un gobierno
justiciero, por considerar que el actual está corrompido y es un explotador del
pueblo, mientras tanto ellos agregan agua a la leche, papa al queso mantecoso,
vaselina a la manteca; venden carnes y peces fuera de precio, otros pintan las
naranjas simu­lando ser maduras o apuran el proceso de los alimentos envasa­dos,
con drogas químicas, nocivas para la salud. Otros individuos, de condiciones
morales muy bajas, se enriquecen financiando la prostitución de las jóvenes
ingenuas y desamparadas, habitúan a los escolares en el vicio de las drogas, y
no faltan los profesio­nales que mantienen la industria de la cirugía para él
cáncer, especulando ávidamente con el dolor ajeno.




En consecuencia, los terrícolas tienen
exactamente los go­biernos que merecen, los que sin lugar a dudas reflejan la
idiosincrasia del conjunto. Sin embargo, hubo excepciones, pues la divinidad
envió a hombres de talento, progresistas, magnánimos, sensatos y honrados que
gobernaron en vuestro mundo como un don de gracia y ejemplo.




Pregunta: ¿Las naciones terrícolas viven y
progresan bajo la dirección del mundo espiritual? De ser positivo, ¿existen com­probaciones
al respecto?




Ramatís: Sería una imprudencia desastrosa para la
humani­dad terrícola si viviera bajo las directrices de los gobiernos cons­tituidos
por los hombres encarnados únicamente. Además, ninguna humanidad física vive
sin la sabia directriz de una Administración Sideral, responsable por su
destino espiritual, que le provee en sus necesidades humanas y le disciplina en
los movimientos evolutivos del espíritu inmortal.




Cuando los hombres se manifiestan
sensibles a los caminos espirituales y redentores, el Gobierno Oculto del Orbe
les envía los representantes, instructores y legisladores, que se manifiestan
en la Tierra y se adaptan al temperamento, comprensión y cos­tumbres de cada
raza o pueblo. Hace muchos milenios, Antulio enseñó en la Atlántida los
primeros pasos de la espiritualidad superior, fundó para ello el "Templo
de la Paz", y organizó sistemas que posteriormente los Esenios revivieron
en la Judea; más tarde, los profetas blancos agrupaban a todos aquellos deseo­sos
de conocer la Verdad Inmortal y que sensiblemente manifes­taban el deseo de
rehacer el espíritu fatigado de los abruptos caminos de la transitoria morada
terrestre. Hermes transmitió a los egipcios, los herederos de los conocimientos
atlantes y diri­gió movimientos iniciáticos, desenvolviendo la magia teúrgica y
los ritos secretos de Osiris; en la India, Rama asentó las bases de las
instituciones Brahmánicas y Krishna elaboró los funda­mentos esotéricos de la
investigación espiritual, exceptuando la religiosidad; Buda, en Asia, divulgó
el pensamiento recto y el control mental, enseñando al hombre a dominar las
pasiones del cuerpo animal; Confucio, gentil y cortés, pregonó e incentivó la
honestidad entre las relaciones humanas; Orfeo, en Grecia, expuso la realidad
espiritual a través del encanto de la música y de la poesía, abriendo camino
para los avanzados conocimientos de Sócrates y Platón; Moisés, a pesar de la
intransigencia y agre­sividad del pueblo judío, especulativo y belicoso, lo
disciplinó y le impuso las severas leyes de la Justicia de Jehová, el Dios
único.




Finalmente, otros instructores de menor
porte, pero también ins­pirados en los programas de sublime espiritualidad,
surgen poste­riormente dejando su rastro de luz en favor del hombre terrícola,
como Helena Blavatsky, Annie Besant y Leadbeater, dirigiendo la Teosofía; Max
Heindel, activando el Rosacrucismo, Papus y Eliphas Levi, investigando a través
de la magia práctica, bus­cando los misterios ocultos del "Velo de
Isis". Finalmente, Allan Kardec codifica el Espiritismo, especie de
ocultismo popularizado y protegido bajo la genial inspiración espiritual,
invitando a los hombres a rebuscar en los fundamentos de la filosofía oriental
los orígenes secretos de la Ley del Karma y la Reencarnación, y en la hora
presente, Krishnamurti revive el "recto pensar" del Buda, exceptuado
del condicionamiento místico y religioso.




Pregunta: Si os fuese dado elegir ese Consejo
Gubernamen­tal para la Tierra, ¿qué elementos simbólicamente escogeríais?




Ramatís: Bajo nuestra visión espiritual y aunque
reconoz­camos que existen millares de hombres dignos para ocupar ese cargo,
escogeríamos doce miembros, especie de "tipos-patrones", que
conformarían ese gobierno colegiado, munidos de sana con­ciencia para gobernar
a la humanidad terrena. Sería un consejo conformado por las siguientes criaturas:
Francisco de Asís, Mahatma Gandhi, Henry Ford, Buda, Edison, Cristóbal Colón,
Pitágoras, Miguel de Cervantes, Sócrates, Nostradamus, Leonardo Da Vinci y
Juscelinti Kubistchek. También podrían conformar ese Consejo elementos como
Platón, Helen Keller, Juan
XXIII, Beethoven, Blavastsky, Pablo de Tarso, Allan Kardec,
Julio Verne, Pasteur, Lincoln, Maharshi, y otros, espíritus cuya diversidad de
acción y capacidad mental podrían proporcionar los elementos adecuados a las
necesidades de un pueblo a ser gobernado como merece.




Pregunta: ¿Podríais explicarnos el porqué de esa
heteroge­neidad de tipos, donde figuran criaturas apolíticas, santificadas,
industriales, filósofos, artistas, escritores, profetas y dirigentes
religiosos?




Ramatís: Estarnos señalando criaturas que tienen determina­da
cualidad, talento o experiencia que sobresale en lo común de la vida humana, y
que podrían constituir un centro de trabajo en ese Consejo Gubernamental, recordándoos
las cualidades y recursos que citamos sobre un cerebro sano para dirigir al
orga­nismo físico. De esa forma
tendríamos una conciencia dotada de los recursos y
cualidades específicas para gobernar a un pue­blo o nación, donde ciertos
elementos figuran con la función activa y creadora, otros, son la experiencia,
el buen sentido y la disposición analítica.




Así, ese gobierno o colegiado terreno,
que configuramos en base a lo que existe comúnmente en otros planetas
superiores, presentaría más capacidad para gobernar, observando las necesi­dades
de la colectividad en cualquier sector que se manifestara. La pureza del
sistema sería basado en la renuncia de Francisco de Asís; la tendencia belicosa
neutralizada por la "no violencia" de Gandhi; la utilidad creadora y
el buen sentido industrial a través de Henry Ford; el "pensar recto"
y el sano poder mental, expresado por Buda; el talento inventivo estimulando
las rea­lizaciones progresistas en favor de la colectividad, estaría bajo la
acción de Edison; el valor y el convencimiento de llegar a lo verdadero, sería
encarnado por Cristóbal Colón; la disciplina y el ascenso espiritual del
pueblo, bajo la inspiración de Pitágoras; Cervantes, sería el sentido crítico,
controlando los excesos de un Sancho y consagrando la candidez y el idealismo
de un Don Qui­jote ; Sócrates sería el autoconocimiento y la visión superior de
la vida humana en su filosofía que sobrepasa lo común; Nostradamus estaría
trazando rumbos proféticos para el futuro; Leonardo Da Vinci, sería el
enciclopedismo humano al servicio de ese tipo de conciencia; y finalmente, el
arrojo creador de un Juscelino, estaría previendo la vida sana de las
metrópolis del tercer mi­lenio, donde el color, el oxígeno y el buen gusto por
las edifica­ciones y la amplitud de las avenidas evitarían la contaminación del
aire y la proliferación de bacterias mortíferas. Y en la reserva de esa
conciencia tan saludable y gobernante de la huma­nidad terráquea, a través de
los tipos-patrones mencionados, to­davía podría figurar Platón con su
proverbial "el cuerpo sano y la mente sana''; Helen Keller, el tipo
consagrado a la victoria del espíritu sobre la materia perecedera; Juan
XXIII capaz de superar el ambiente
conservador, que hizo abdicar a la Iglesia Católica de su pedestal homérico de
Papado, para dialogar con el hombre del pueblo, e incrementó la comunicación
entre todas las religiones del mundo; Beethoven, el monumento musical, creando
sonidos para el espíritu del hombre; Helena Blavatsky, la más osada investigadora
en el campo del mundo oculto, extrayendo a la luz del día los secretos de la
humanidad esotérica; Pablo de Tarso, estoicismo, perseverancia, valor e
inteligencia al servicio del cristianismo; Allan Kardec, el buen sentido
encarnado, espíritu disciplinado, que limpió al orientalismo de las supersti­ciones,
tabúes y complicaciones iniciáticas, exponiéndolas en Oc­cidente como un
mensaje espirita para las inteligencias avanzadas y para la comprensión
popular; Julio Verne, otro profeta que previo y planificó varios
descubrimientos e invenciones humanas; Pasteur, la persistencia y la dedicación
al servicio de la ciencia médica; Lincoln, la integridad política, y Maharshi,
un vínculo permanente entre el mundo espiritual y el material, canal psí­quico
de unión entre la criatura y el Creador.




Pregunta: ¿Qué nos podéis decir respecto a la
posibilidad de que las mujeres gobiernen al mundo? ¿Seríamos más pacíficos y
venturosos?




Ramatís: El espíritu no tiene sexo, puesto que
eso apenas es la forma de ver del encarnado fijando responsabilidades entre el
"tipo hombre", que es la fase activa, y el "tipo mujer", la
fase pasiva, propiamente, el intelecto, la razón y el sentimiento. La mujer
vive una condición más pasiva por el hecho de generar y criar hijos, incluyendo
la necesidad de estar afectada al hogar; por lo tanto, tiene menos actividad en
la formación política y administrativa del mundo profano. Pero en base a la
emancipa­ción de la mujer, como sucede actualmente, que participa en todas las
esferas, como ser en la técnica, filosofía, literatura, ciencia y religión del
mundo, también y por consecuencia debilitó la línea divisoria entre lo
masculino y lo femenino, en base a responsa­bilidades y derechos semejantes.




Es evidente que por el solo hecho de ser
gobernado el mundo por mujeres únicamente, no se volvería paradisíaco, pues no
de­bemos olvidar, que en la configuración femenina, a veces, viven espíritus
dañinos y brutos, que desmienten el toque y la gracia de la femeneidad y son
más perversos y crueles que los mismos hombres. La historia terrena os
demuestra los tipos de mujeres hombrunas que fueron reinas belicosas,
guerreras, astutas y ma­quiavélicas, como Catalina de Mediéis, Isabel la
Católica, o Cata­lina la Grande, emperatriz de Rusia.




En consecuencia, no-será solamente el
"tipo mujer" quien ha de solucionar el problema gubernamental del
mundo y la tan deseada y definitiva paz en la Tierra. Las mujeres vanidosas o
irascibles darían amplitud a sus virtudes negativas en caso de que se les diera
la oportunidad de usufructuar el poder público.




Además, bajo nuestra visión espiritual,
sigue siendo el mensaje del Cristo, el mejor y acertado Código Gubernamental
donde las criaturas a través del amor solucionarían todos los problemas y
harían más fácil cualquier tipo de administración pública.




Pregunta: La humanidad apenas aprovechó una mínima
par­te de las enseñanzas entregadas por los instructores de la Tierra, ¿no es
verdad?




Ramatís: Aunque los hombres hayan comprobado que
son más valiosas y aprovechables las enseñanzas de elevado tenor espiritual en
vez de los sistemas y doctrinas políticos, sigue sien­do el ejemplo de la
espiritualidad lo que convence, como en el caso de la "no violencia"
de Gandhi, que liberó a toda una nación con el esfuerzo de un solo hombre. Pero
¿cuántos esfuer­zos y sacrificios se emplearon para que la humanidad apenas
perciba una pequeñez de aquello que realmente necesita para evolucionar? Eso
nos recuerda lo que sucede con el "radium", mineral precioso del que
es preciso trabajar una tonelada para solo conseguir un provechoso gramo.
¿Cuántas toneladas de sacri­ficios y enseñanzas espirituales fueron entregadas
por los men­sajeros espirituales del Señor para que la humanidad pueda apro­vechar
un gramo de la Verdad Inmortal?




Cada instructor espiritual representa
una perla que se va enhebrando en el interminable collar de las enseñanzas
divinas. Pero los pueblos, aún esclavos a las pasiones, muy poco observan ese
"maná" divino que revigoriza la salud espiritual, que des­ciende del
cielo en la figura de los excelsos intérpretes de la planificación venturosa
del Universo. Dominados por los instin­tos inferiores, insaciables en los
placeres y en el culto a la perso­nalidad humana y transitoria, los hombres
terrícolas aún necesi­tan la prescripción medicamentosa en calidad de urgente,
a través del sufrimiento y la desilusión.




De ahí las catástrofes, tragedias e
infortunios, como lo suce­dido con la Atlántida, Sodoma, Gomorra, Pompeya,
Herculano y otros sitios de menores proporciones, que marcaron los períodos
finales de inestabilidad, rebelión e irresponsabilidades de la hu­manidad. Dios
jamás perdió el control de las leyes que regulan las actividades y relaciones
equilibradas entre el Espíritu y la Materia. Por eso, los instructores
siderales dejan sus resplande­cientes moradas y bajan periódicamente al mundo
físico para ayudar al ciudadano terrícola, enseñándole que el dolor y el sufrimiento
son únicamente el producto de la resistencia humana y el recurso utilizado para
la ventura espiritual del hombre. Mu­chas y catastróficas iniciativas de última
hora, iniciadas por el Gobierno Espiritual Oculto, tienen por finalidad salvar
a tiempo ciertas colectividades que se encuentran en el vórtice de las pasio­nes
animales, totalmente descontroladas y en la peligrosa posición de atrofiarse en
su dirección espiritual, que gobierna al instinto inferior. El erotismo, la
lujuria, la vanidad, la perversidad, la violencia, el odio y la barbarie bajo
la denominación de civiliza­dora, destruyen las posibilidades de una desencarnación
contro­lada. Los terrícolas desencarnan como si fueran arrojados de un vehículo
a cientos de kilómetros por hora y se introducen en el Más Allá totalmente
enloquecidos, perdiendo la sensibilidad para recibir la ayuda oportuna de los
equipos de ayuda del Espacio. Entonces, la hecatombe, la tragedia y la
desgracia de última hora consiguen contemporizar, contener los impactos
agresivos, luju­riosos u odiosos ante la infeliz condición del despertar
espiritual en la patria del espíritu. De ahí el efecto saludable y beneficioso
de tantas catástrofes en el mundo donde los más sentenciosos las titulan el
"castigo de Dios", y nosotros, despiertos para la realidad
espiritual, apenas la consideramos como una providencia salvadora de última
instancia.




Pregunta: ¿La Administración Sideral es la que
causa las tragedias colectivas y de reparación kármica, como son los terre­motos,
inundaciones, sequías, volcanes en erupción y tempestades marinas?




Ramatís: La Tierra es un planeta geológicamente
primario, inestable y en proceso de perfeccionamiento. En consecuencia,
terremotos, inundaciones, sequías, catástrofes, tempestades o vol­canes son
fenómenos inherentes a la naturaleza planetaria terríco­la aún en
consolidación. Además, los hombres se encargan de aumentar esa naturaleza
catastrófica e indeseable de la Tierra, puesto que arrasan ciudades, jardines,
campos, silos, plantaciones y reservas alimenticias durante las guerras
sangrientas y destruc­toras. La Administración Sideral, cuyo programa
demográfico terrícola lo elaboran hace muchísimos milenios, distribuye previa­mente,
en las zonas catastróficas a los
espíritus necesitados, co­rrectivos o providencias rectificadoras de última
hora. Es una especie de seguridad anticipada por lo Alto, al colocar a los
espíritus agresivos e irresponsables en las zonas y regiones donde la
inestabilidad es acorde a la inestabilidad de esos espíritus. Es una especie de
válvula pronta a contener los excesos perniciosos para la entidad espiritual.
De esa forma, los espíritus encarnan en regiones volcánicas, extensiones de
tierras sujetas a terremo­tos, huracanes o sequías periódicas, donde se forman
aldeas y has­ta ciudades, que más tarde han de comportarse como poblaciones
desequilibradas o agresivas por el abuso de sus pasiones. No es necesario
montar una especie de taller en los bastidores siderales para que se
manifiesten los hechos nefastos y correctivos que de­ben atender a los
necesitados. La Técnica Sideral, en su progra­mación "kármica" para
los espíritus, los ubica en las naciones y planetas de perfeccionamiento
espiritual, y apenas los distri­buye respetando la ley de "los semejantes
atraen a los semejan­tes" para sus necesidades rectificadoras, pero jamás
como un castigo deliberado.4




Pregunta: Conforme a vuestra opinión, ¿cuál sería
el go­bierno más adecuado para gobernar en estos momentos en la Tierra?




Ramatís: En la actualidad no existe ambiente
favorable para elegir un gobierno mundial perfecto, puesto que las partes a ser
gobernadas viven en constante desarmonía bajo el combustible peligroso de las
pasiones, vicios, intereses económicos, agresivida­des racistas, separaciones
religiosas, doctrinarias o políticas, de­biendo sumar a esto el orgullo patrio.
La humanidad terrena está dividida por una cantidad de retazos de paños de
colores que mantienen un constante conflicto espiritual, sin poder integrarse a
un orden pacífico, ordenado y beneficioso. Ningún gobierno, por más inteligente
y puro que fuera, conseguiría gobernar a tantos grupos de hombres aislados por
sus diferencias políticas, raciales, religiosas y morales e incluso acentuadas
por el orgullo. Todavía falta mucho tiempo para que los terrícolas se
aproximen, atraídos por las vibraciones del espíritu, conscientes de su función
en la carne, para que puedan conformar un conjunto guberna­mental que tenga por
único norte ¡el "bien de toda la humanidad"!... Las noticias de los
diarios más importantes del mundo informan diariamente de las revoluciones y
purgas sangrientas que suceden dentro de una misma nación.5









4 Nota de Ramatís; En Hiroshima fueron desintegradas por la
bomba atómica las mismas criaturas, que en el pasado, remontándonos a las narra­ciones
bíblicas, mataban e incendiaban bajo la dirección de los guerrilleros
homicidas; actualmente en Vietnam, mueren bajo la metralla o por el fuego de
las bombas incendiarias, otros tantos seres que fueron soldados, guerri­lleros
y saqueadores que actuaron desde las conquistas romanas hasta la fecha.




5 Nota del
Médium:
Para confirmar
lo dicho por Ramatís, es sufi­ciente recordar la perversidad y el odio que
dividió a loa españoles en la revolución franquista; los desquites y venganzas
entre los pueblos "primos" que son los judíos y árabes provenientes
del mismo tronco bíblico; y final­mente la miseria, la carnicería y el horror de
Biafra, donde las tribus de la misma sangre se masacran estúpidamente.







Sería inadmisible elegir un gobierno
perfectamente equili­brado y armonioso para atender a un conjunto,
desastrosamente dividido por luchas fratricidas e intereses políticos y pillajes,
como aún lo evidencia la humanidad terrena. Los terrícolas, en su ceguera
milenaria, buscan y rebuscan líderes políticos, exper­tos economistas,
consejeros diplomáticos socialistas inteligentes y de capacidad probada, para
que el mundo pueda ser conducido hacia su felicidad; sin embargo, olvidaron la
mayor y genial con­ducción humanística que fue la del Cristo, siendo el más
avanzado y perfeccionado código para la vida humana, que es ¡el Evangelio!








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