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lasantabiblianvi: LA SANTA BIBLIA (NUEVA VERSION INTERNACIONAL) PARTE 2
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De: luistovarcarrillo  (Mensaje original) Enviado: 20/05/2008 04:45
NVI (c) Copyright 1973, 1978, 1984 by International Bible Society.

Scripture taken from the Holy Bible, Nueva Versión Internacional(r). Copyright (c) 1973, 1978, 1984 International Bible Society. All rights reserved throughout the world.
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Parte # 2 (INCLUYE LOS KETUVIM O LOS ESCRITOS), los 12 libros intermedios del AT: 1 R, 2 R, 1 Cr, 2 Cr, Esd, Neh, Est, Job, Sal, Pr, Ec y Cnt

1 Reyes 1


Primer Libro de los



Reyes



Adonías usurpa el trono

1  El rey David era ya tan anciano y tan entrado en años que, por más que lo abrigaban, no conseguía entrar en calor. 2  Por eso sus servidores le dijeron: "Busquemos a una joven soltera para que atienda a Su Majestad y lo cuide, y se acueste a su lado para darle calor." 3  Así que fueron por todo Israel en busca de una muchacha hermosa, y encontraron a una sunamita llamada Abisag y se la llevaron al rey. 4  La muchacha era realmente muy hermosa, y se dedicó a cuidar y a servir al rey, aunque el rey nunca tuvo relaciones sexuales con ella.
5  Adonías, cuya madre fue Jaguit, ambicionaba ser rey, y por lo tanto se levantó en armas. Consiguió carros de combate, caballos[1] y cincuenta guardias de escolta. 6  Adonías era más joven que Absalón, y muy bien parecido. Como David, su padre, nunca lo había contrariado ni le había pedido cuentas de lo que hacía, 7  Adonías se confabuló con Joab hijo de Sarvia y con el sacerdote Abiatar, y éstos le dieron su apoyo. 8  Quienes no lo apoyaron fueron el sacerdote Sadoc, Benaías hijo de Joyadá, el profeta Natán, Simí y Reguí, y la guardia personal de David.
9  Cerca de Enroguel, junto a la peña de Zojélet, Adonías ofreció un sacrificio de ovejas, bueyes y terneros engordados. Invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los funcionarios reales de Judá, 10  pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaías, ni a la guardia real ni a su hermano Salomón. 11  Por eso Natán le preguntó a Betsabé, la madre de Salomón: "¿Ya sabes que Adonías, el hijo de Jaguit, se ha proclamado rey a espaldas de nuestro señor David? 12  Pues si quieres salvar tu *vida y la de tu hijo Salomón, déjame darte un consejo: 13  Ve a presentarte ante el rey David, y dile: ¿Acaso no le había jurado Su Majestad a esta servidora suya que mi hijo Salomón lo sucedería en el trono? ¿Cómo es que ahora el rey es Adonías? 14  Mientras tú estés allí, hablando con el rey, yo entraré para confirmar tus palabras."
15  Betsabé se dirigió entonces a la habitación del rey. Como éste ya era muy anciano, lo atendía Abisag la sunamita. 16  Al llegar Betsabé, se arrodilló ante el rey, y éste le preguntó:
¿Qué quieres?
17  Mi señor juró por el Señor su Dios a esta servidora suya contestó Betsabé, que mi hijo Salomón sucedería en el trono a Su Majestad. 18  Pero ahora resulta que Adonías se ha proclamado rey a espaldas de Su Majestad. 19  Ha sacrificado una gran cantidad de toros, terneros engordados y ovejas, y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, general del ejército; sin embargo, no invitó a Salomón, que es un fiel servidor de Su Majestad. 20  Mi señor y rey, todo Israel está a la expectativa y quiere que usted le diga quién lo sucederá en el trono. 21  De lo contrario, tan pronto como Su Majestad muera, mi hijo Salomón y yo seremos acusados de alta traición.
22  Mientras Betsabé hablaba con el rey, llegó el profeta Natán, 23  y el rey se enteró de su llegada. Entonces Natán se presentó ante el rey y, arrodillándose, 24  le dijo:
Mi señor y rey, ¿acaso ha decretado usted que Adonías lo suceda en el trono? 25  Pregunto esto porque él ha ido hoy a sacrificar una gran cantidad de toros, terneros engordados y ovejas. Además, ha invitado a todos los hijos de Su Majestad, a los comandantes del ejército y al sacerdote Abiatar, y allí están todos ellos comiendo y bebiendo, y gritando en su presencia: ¡Viva el rey Adonías! 26  Sin embargo, no me invitó a mí, que estoy al servicio de Su Majestad, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaías hijo de Joyadá, ni a Salomón, que es un fiel servidor de Su Majestad. 27  ¿Será posible que mi señor y rey haya hecho esto sin dignarse comunicarles a sus servidores quién lo sucederá en el trono?


David proclama rey a Salomón

28  Al oír esto, el rey David ordenó:
¡Llamen a Betsabé!
Ella entró y se quedó de pie ante el rey. 29  Entonces el rey le hizo este juramento:
Tan cierto como que vive el Señor, que me ha librado de toda angustia, 30  te aseguro que hoy cumpliré lo que te juré por el Señor, el Dios de Israel. Yo te prometí que tu hijo Salomón me sucederá en el trono y reinará en mi lugar.
31  Betsabé se inclinó ante el rey y, postrándose rostro en tierra, exclamó:
¡Que viva para siempre mi señor el rey David!
32  David ordenó:
Llamen al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías hijo de Joyadá.
Cuando los tres se presentaron ante el rey, 33  éste les dijo:
Tomen con ustedes a los funcionarios de la corte, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula, y llévenlo a Guijón 34  para que el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey de Israel. Toquen luego la trompeta, y griten: ¡Viva el rey Salomón! 35  Después de eso, regresen con él para que ocupe el trono en mi lugar y me suceda como rey, pues he dispuesto que sea él quien gobierne a Israel y a Judá.
36  ¡Que así sea! le respondió Benaías hijo de Joyadá. ¡Que así lo confirme el Señor, Dios de Su Majestad! 37  Que así como el Señor estuvo con Su Majestad, esté también con Salomón; ¡y que engrandezca su trono aún más que el trono de mi señor el rey David!
38  El sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, y los quereteos y los peleteos, montaron a Salomón en la mula del rey David y lo escoltaron mientras bajaban hasta Guijón. 39  Allí el sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite que estaba en el santuario, y ungió a Salomón. Tocaron entonces la trompeta, y todo el pueblo gritó: "¡Viva el rey Salomón!" 40  Luego, todos subieron detrás de él, tocando flautas y lanzando gritos de alegría. Era tal el estruendo, que la tierra temblaba.
41  Adonías y todos sus invitados estaban por terminar de comer cuando sintieron el estruendo. Al oír el sonido de la trompeta, Joab preguntó:
¿Por qué habrá tanta bulla en la ciudad?
42  Aún estaba hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar.
¡Entra! le dijo Adonías. Un hombre respetable como tú debe traer buenas noticias.
43  ¡No es así! exclamó Jonatán. Nuestro señor el rey David ha nombrado rey a Salomón. 44  También ha ordenado que el sacerdote Sadoc, el profeta Natán y Benaías hijo de Joyadá, con los quereteos y los peleteos, monten a Salomón en la mula del rey. 45  Sadoc y Natán lo han ungido como rey en Guijón. Desde allí han subido lanzando gritos de alegría, y la ciudad está alborotada. A eso se debe tanta bulla. 46  Además, Salomón se ha sentado en el trono real, 47  y los funcionarios de la corte han ido a felicitar a nuestro señor, el rey David. Hasta le desearon que su Dios hiciera el *nombre de Salomón más famoso todavía que el de David, y que engrandeciera el trono de Salomón más que el suyo. Ante eso, el rey se inclinó en su cama 48  y dijo: ¡Alabado sea el Señor, Dios de Israel, que hoy me ha concedido ver a mi sucesor sentarse en mi trono!
49  Al oír eso, todos los invitados de Adonías se levantaron llenos de miedo y se dispersaron. 50  Adonías, por temor a Salomón, se refugió en el santuario, en donde se agarró de los cuernos del altar. 51  No faltó quien fuera a decirle a Salomón:
Adonías tiene miedo de Su Majestad y está agarrado de los cuernos del altar. Ha dicho: ¡Quiero que hoy mismo jure el rey Salomón que no condenará a muerte a este servidor suyo!
52  Salomón respondió:
Si demuestra que es un hombre de honor, no perderá ni un cabello de su cabeza; pero si se le sorprende en alguna maldad, será condenado a muerte.
53  Acto seguido, el rey Salomón mandó que lo trajeran. Cuando Adonías llegó, se inclinó ante el rey Salomón, y éste le ordenó que se fuera a su casa.

                         NOTAS:

1. 1:5 caballos. Alt. aurigas.

1 Reyes 2


Últimas instrucciones de David

1  David ya estaba próximo a morir, así que le dio estas instrucciones a su hijo Salomón:
2  "Según el destino que a todos nos espera, pronto partiré de este mundo. ¡Cobra ánimo y pórtate como hombre! 3  Cumple los mandatos del Señor tu Dios; sigue sus sendas y obedece sus decretos, mandamientos, leyes y preceptos, los cuales están escritos en la *ley de Moisés. Así prosperarás en todo lo que hagas y por dondequiera que vayas, 4  y el Señor cumplirá esta promesa que me hizo: Si tus descendientes cuidan su conducta y me son fieles con toda el *alma y de todo *corazón, nunca faltará un sucesor tuyo en el trono de Israel.
5  "Ahora bien, tú mismo sabes que Joab hijo de Sarvia derramó sangre en tiempo de paz como si estuviera en guerra, y mató a Abner hijo de Ner y a Amasá hijo de Jéter, los dos comandantes de los ejércitos israelitas, manchándose así de sangre las manos. 6[1]  Por tanto, usa la cabeza y no lo dejes llegar a viejo y morir en *paz. 7[2]  En cambio, sé bondadoso con los hijos de Barzilay de Galaad y permíteles comer en tu mesa, pues ellos me ampararon cuando huía de tu hermano Absalón.
8  "También encárgate de Simí hijo de Guerá, ese benjaminita de Bajurín que me lanzó terribles maldiciones cuando me dirigía a Majanayin. Es cierto que, cuando fue al Jordán a recibirme, le juré por el Señor que no lo condenaría a muerte. 9  Sin embargo, no tienes ya por qué perdonarle la vida. Tú eres inteligente, y sabrás qué hacer con él; aunque ya está viejo, hazlo sufrir una muerte sangrienta."[3]
10  David murió y fue sepultado en la ciudad que lleva su *nombre. 11  Había reinado siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén, así que en total reinó en Israel cuarenta años. 12  Lo sucedió en el trono su hijo Salomón, y así se consolidó firmemente su reino.


Salomón consolida el reino

13  Adonías hijo de Jaguit fue a ver a Betsabé, madre de Salomón, y Betsabé le preguntó:
¿Vienes en son de *paz?
Sí respondió él; 14  tengo algo que comunicarle.
Habla contestó ella.
15  Como usted sabe dijo Adonías, el reino me pertenecía, y todos los israelitas esperaban que yo llegara a ser rey. Pero ahora el reino ha pasado a mi hermano, que lo ha recibido por voluntad del Señor. 16  Pues bien, tengo una petición que hacerle, y espero que me la conceda.
Continúa dijo ella.
17  Por favor, pídale usted al rey Salomón que me dé como esposa a Abisag la sunamita; a usted no se lo negará.
18  Muy bien contestó Betsabé; le hablaré al rey en tu favor.
19  Betsabé fue a ver al rey Salomón para interceder en favor de Adonías. El rey se puso de pie para recibirla y se inclinó ante ella; luego se sentó en su trono y mandó que pusieran otro trono para su madre; y ella se sentó a la *derecha del rey.
20  Quiero pedirte un pequeño favor dijo ella. Te ruego que no me lo niegues.
Dime de qué se trata, madre mía. A ti no puedo negarte nada.
21  Ella continuó:
Concédele a tu hermano Adonías casarse con Abisag la sunamita.
22  Pero ¿cómo puedes pedirme semejante cosa? respondió el rey a su madre. Es mi hermano mayor, y cuenta con el apoyo del sacerdote Abiatar y de Joab hijo de Sarvia. ¡Realmente me estás pidiendo que le ceda el trono!
23  Dicho esto, el rey Salomón juró por el Señor: "¡Que Dios me castigue sin piedad si no hago que Adonías pague con su *vida por esa petición! 24  El Señor me ha establecido firmemente en el trono de mi padre, y conforme a su promesa me ha dado una dinastía. Por tanto, tan cierto como que él vive, ¡juro que hoy mismo Adonías morirá!"
25  En seguida, el rey Salomón le dio a Benaías hijo de Joyadá la orden de matar a Adonías. 26  Al sacerdote Abiatar, el rey mismo le ordenó: "Regresa a tus tierras en Anatot. Mereces la muerte, pero por el momento no voy a quitarte la vida, pues compartiste con David mi padre todas sus penurias, y en su presencia llevaste el arca del Señor omnipotente." 27  Fue así como, al destituir Salomón a Abiatar del sacerdocio del Señor, se cumplió la palabra que el Señor había pronunciado en Siló contra la familia de Elí.
28  Joab había conspirado con Adonías, aunque no con Absalón, así que al oír que Adonías había muerto, fue a refugiarse en el santuario del Señor, agarrándose de los cuernos del altar. 29  Cuando le dijeron a Salomón que Joab había huido al santuario, y que estaba junto al altar, el rey le ordenó a Benaías hijo de Joyadá que fuera a matarlo. 30  Benaías fue al santuario del Señor y le dijo a Joab:
El rey te ordena que salgas.
¡No! respondió Joab. ¡De aquí sólo me sacarán muerto!
Benaías fue y le contó al rey lo que había dicho Joab.
31  ¡Pues dale gusto! ordenó el rey. ¡Mátalo y entiérralo! De ese modo me absolverás a mí y a mi familia de la sangre inocente que derramó Joab. 32  El Señor hará recaer sobre su cabeza la sangre que derramó, porque a espaldas de mi padre atacó Joab a Abner hijo de Ner, que era comandante del ejército de Israel, y a Amasá hijo de Jéter, que era comandante del ejército de Judá. Así mató a filo de espada a dos hombres que eran mejores y más justos que él. 33  ¡Que la culpa de esas muertes recaiga para siempre sobre la cabeza de Joab y de sus descendientes! ¡Pero que la paz del Señor esté por siempre con David y sus descendientes, y con su linaje y su trono!
34  Benaías hijo de Joyadá fue y mató a Joab, e hizo que lo sepultaran en su hacienda de la estepa. 35  Entonces el rey puso a Benaías hijo de Joyadá sobre el ejército en lugar de Joab, y al sacerdote Sadoc lo puso en lugar de Abiatar. 36  Luego mandó llamar a Simí y le dijo:
Constrúyete una casa en Jerusalén, y quédate allí. No salgas a ninguna parte, 37  porque el día que salgas y cruces el arroyo de Cedrón, podrás darte por muerto. Y la culpa será tuya.
38  De acuerdo le respondió Simí al rey. Yo estoy para servir a Su Majestad, y acataré sus órdenes.
Simí permaneció en Jerusalén por un buen tiempo, 39  pero tres años más tarde dos de sus esclavos escaparon a Gat, donde reinaba Aquis hijo de Macá. Cuando le avisaron a Simí que sus esclavos estaban en Gat, 40  aparejó su asno y se fue allá a buscarlos y traerlos de vuelta. 41  Al oír Salomón que Simí había ido de Jerusalén a Gat y había regresado, 42  lo mandó llamar y le dijo:
Yo te hice jurar por el Señor, y te advertí: El día que salgas a cualquier lugar, podrás darte por muerto. Y tú dijiste que estabas de acuerdo y que obedecerías. 43  ¿Por qué, pues, no cumpliste con tu juramento al Señor ni obedeciste la orden que te di?
44  El rey también le dijo a Simí:
Tú bien sabes cuánto daño le hiciste a mi padre David; ahora el Señor se vengará de ti por tu maldad. 45  En cambio, yo seré bendecido, y el trono de David permanecerá firme para siempre en presencia del Señor.
46  Acto seguido, el rey le dio la orden a Benaías hijo de Joyadá, y éste fue y mató a Simí. Así se consolidó el reino en manos de Salomón.

                         NOTAS:

1. 2:5 las manos. Lit. su cinturón y sus sandalias.
2. 2:6 no lo dejes llegar a viejo y morir en paz. Lit. no dejes que sus canas bajen en paz al *Seol.
3. 2:9 aunque ... sangrienta. Lit. haz que sus canas bajen con sangre al *Seol.

1 Reyes 3


Salomón pide sabiduría

1  Salomón entró en alianza con el faraón, rey de Egipto, casándose con su hija, a la cual llevó a la Ciudad de David mientras terminaba de construir su palacio, el templo del Señor y el muro alrededor de Jerusalén. 2  Como aún no se había construido un templo en honor[1] del Señor, el pueblo seguía ofreciendo sacrificios en los *santuarios paganos. 3  Salomón amaba al Señor y cumplía los decretos de su padre David. Sin embargo, también iba a los santuarios paganos para ofrecer sacrificios y quemar incienso. 4  Como en Gabaón estaba el santuario pagano más importante, Salomón acostumbraba ir allá para ofrecer sacrificios. Allí ofreció mil *holocaustos; 5  y allí mismo se le apareció el Señor en un sueño, y le dijo:
Pídeme lo que quieras.
6  Salomón respondió:
Tú trataste con mucho amor a tu siervo David, mi padre, pues se condujo delante de ti con lealtad y justicia, y con un *corazón recto. Y, como hoy se puede ver, has reafirmado tu gran amor al concederle que un hijo suyo lo suceda en el trono.
7  "Ahora, Señor mi Dios, me has hecho rey en lugar de mi padre David. No soy más que un muchacho, y apenas sé cómo comportarme. 8  Sin embargo, aquí me tienes, un siervo tuyo en medio del pueblo que has escogido, un pueblo tan numeroso que es imposible contarlo. 9  Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo?
10  Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, 11  de modo que le dijo:
Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, 12  voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. 13  Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. 14  Si andas por mis sendas y obedeces mis decretos y mandamientos, como lo hizo tu padre David, te daré una larga vida.
15  Cuando Salomón despertó y se dio cuenta del sueño que había tenido, regresó a Jerusalén. Se presentó ante el arca del *pacto del Señor y ofreció *holocaustos y sacrificios de *comunión. Luego ofreció un banquete para toda su corte.


Un gobernante sabio

16  Tiempo después, dos prostitutas fueron a presentarse ante el rey. 17  Una de ellas le dijo:
Su Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Mientras ella estaba allí conmigo, yo di a luz, 18  y a los tres días también ella dio a luz. No había en la casa nadie más que nosotras dos. 19  Pues bien, una noche esta mujer se acostó encima de su hijo, y el niño murió. 20  Pero ella se levantó a medianoche, mientras yo dormía, y tomando a mi hijo, lo acostó junto a ella y puso a su hijo muerto a mi lado. 21  Cuando amaneció, me levanté para amamantar a mi hijo, ¡y me di cuenta de que estaba muerto! Pero al clarear el día, lo observé bien y pude ver que no era el hijo que yo había dado a luz.
22  ¡No es cierto! exclamó la otra mujer. ¡El niño que está vivo es el mío, y el muerto es el tuyo!
¡Mientes! insistió la primera. El niño muerto es el tuyo, y el que está vivo es el mío.
Y se pusieron a discutir delante del rey.
23  El rey deliberó: "Una dice: El niño que está vivo es el mío, y el muerto es el tuyo. Y la otra dice: ¡No es cierto! El niño muerto es el tuyo, y el que está vivo es el mío. " 24  Entonces ordenó:
Tráiganme una espada.
Cuando se la trajeron, 25  dijo:
Partan en dos al niño que está vivo, y denle una mitad a ésta y la otra mitad a aquélla.
26  La verdadera madre, angustiada por su hijo, le dijo al rey:
¡Por favor, Su Majestad! ¡Déle usted a ella el niño que está vivo, pero no lo mate!
En cambio, la otra exclamó:
¡Ni para mí ni para ti! ¡Que lo partan!
27  Entonces el rey ordenó:
No lo maten. Entréguenle a la primera el niño que está vivo, pues ella es la madre.
28  Cuando todos los israelitas se enteraron de la sentencia que el rey había pronunciado, sintieron un gran respeto por él, pues vieron que tenía sabiduría de Dios para administrar justicia.

                         NOTAS:

1. 3:2 en honor. Lit. al nombre; así en el resto de este libro.

1 Reyes 4


Administración del reino

1  Salomón reinó sobre todo Israel, 2  y éstos fueron sus funcionarios:

Azarías, hijo del sacerdote Sadoc;
3  Elijoref y Ahías, hijos de Sisá, cronistas;
Josafat hijo de Ajilud, el secretario;
4  Benaías hijo de Joyadá, comandante en jefe;
Sadoc y Abiatar, sacerdotes;
5  Azarías hijo de Natán, encargado de los gobernadores;
Zabud hijo de Natán, sacerdote y consejero personal del rey;
6  Ajisar, encargado del palacio;
Adonirán hijo de Abdá, supervisor del trabajo forzado.

7  Salomón tenía por todo Israel a doce gobernadores, cada uno de los cuales debía abastecer al rey y a su corte un mes al año. 8  Éstos son sus nombres:

Ben Jur, en la región montañosa de Efraín;
9  Ben Decar, en Macaz, Salbín, Bet Semes y Elón Bet Janán;
10  Ben Jésed, en Arubot (Soco y toda la tierra de Héfer entraban en su jurisdicción);
11  Ben Abinadab, en Nafot Dor[1] (la esposa de Ben Abinadab fue Tafat hija de Salomón);
12  Baná hijo de Ajilud, en Tanac y Meguido, y en todo Betseán (junto a Saretán, más abajo de Jezrel, desde Betseán hasta Abel Mejolá, y todavía más allá de Jocmeán);
13  Ben Guéber, en Ramot de Galaad (los poblados de Yaír hijo de Manasés en Galaad entraban en su jurisdicción, así como también el distrito de Argob en Basán y sus sesenta grandes ciudades, amuralladas y con cerrojos de bronce);
14  Ajinadab hijo de Idó, en Majanayin;
15  Ajimaz, en Neftalí (Ajimaz estaba casado con Basemat hija de Salomón);
16  Baná hijo de Husay, en Aser y en Alot;
17  Josafat hijo de Parúaj, en Isacar;
18  Simí hijo de Elá, en Benjamín;
19  Guéber hijo de Uri, en Galaad (que era el país de Sijón, rey de los amorreos, y de Og, rey de Basán).

En la tierra de Judá[2] había un solo gobernador.


Prosperidad de Salomón

20  Los pueblos de Judá y de Israel eran tan numerosos como la arena que está a la orilla del mar; y abundaban la comida, la bebida y la alegría. 21  Salomón gobernaba sobre todos los reinos desde el río Éufrates hasta la tierra de los filisteos y la frontera con Egipto. Mientras Salomón vivió, todos estos países fueron sus vasallos tributarios.
22  La provisión diaria de Salomón era de seis mil seiscientos litros de flor de harina y trece mil doscientos litros[3] de harina, 23  diez bueyes engordados y veinte de pastoreo, y cien ovejas, así como venados, gacelas, corzos y aves de corral. 24  El dominio de Salomón se extendía sobre todos los reinos al oeste del río Éufrates, desde Tifsa hasta Gaza, y disfrutaba de *paz en todas sus fronteras. 25  Durante el reinado de Salomón, todos los habitantes de Judá y de Israel, desde Dan hasta Berseba, vivieron seguros bajo su propia parra y su propia higuera.
26  Salomón tenía doce mil caballos,[4] y cuatro mil[5] establos para los caballos de sus carros de combate.
27  Los gobernadores, cada uno en su mes, abastecían al rey Salomón y a todos los que se sentaban a su mesa, y se ocupaban de que no les faltara nada. 28  Además, llevaban a los lugares indicados sus cuotas de cebada y de paja para los caballos de tiro y para el resto de la caballería.


La sabiduría de Salomón

29  Dios le dio a Salomón sabiduría e inteligencia extraordinarias; sus conocimientos eran tan vastos como la arena que está a la orilla del mar. 30  Sobrepasó en sabiduría a todos los sabios del Oriente y de Egipto. 31  En efecto, fue más sabio que nadie: más que Etán el ezraíta, y más que Hemán, Calcol y Dardá, los hijos de Majol. Por eso la fama de Salomón se difundió por todas las naciones vecinas. 32  Compuso tres mil proverbios y mil cinco canciones. 33  Disertó acerca de las plantas, desde el cedro del Líbano hasta el *hisopo que crece en los muros. También enseñó acerca de las bestias y las aves, los reptiles y los peces. 34  Los reyes de todas las naciones del mundo que se enteraron de la sabiduría de Salomón enviaron a sus representantes para que lo escucharan.

                         NOTAS:

1. 4:11 Nafot Dor. Alt. las alturas de Dor.
2. 4:19 tierra de Judá. Lit. tierra.
3. 4:22 seis mil seiscientos litros ... trece mil doscientos litros. Lit. treinta *coros ... sesenta coros.
4. 4:26 caballos. Alt. aurigas.
5. 4:26 cuatro mil (mss. de LXX; véase también 2Cr 9:25); cuarenta mil (TM).

1 Reyes 5


Preparativos para la construcción del templo

1  El rey Hiram de Tiro siempre había tenido buenas relaciones con David, así que al saber que Salomón había sido ungido para suceder en el trono a su padre David, le mandó una embajada. 2  En respuesta, Salomón le envió este mensaje:

3  "Tú bien sabes que, debido a las guerras en que mi padre David se vio envuelto, no le fue posible construir un templo en honor del Señor su Dios. Tuvo que esperar hasta que el Señor sometiera a sus enemigos bajo su dominio. 4  Pues bien, ahora el Señor mi Dios me ha dado *paz por todas partes, de modo que no me amenazan ni adversarios ni calamidades. 5  Por lo tanto me propongo construir un templo en honor del Señor mi Dios, pues él le prometió a mi padre David: Tu hijo, a quien pondré en el trono como sucesor tuyo, construirá el templo en mi honor.
6  "Ahora, pues, ordena que se talen para mí cedros del Líbano. Mis obreros trabajarán con los tuyos, y yo te pagaré el salario que determines para tus obreros. Tú sabes que no hay entre nosotros quien sepa talar madera tan bien como los sidonios."

7  Cuando Hiram oyó el mensaje de Salomón, se alegró mucho y dijo: "¡Alabado sea hoy el Señor, porque le ha dado a David un hijo sabio para gobernar a esta gran nación!" 8  Entonces Hiram envió a Salomón este mensaje:

"He recibido tu petición. Yo te proporcionaré toda la madera de cedro y de pino que quieras. 9  Mis obreros la transportarán desde el Líbano hasta el mar. Allí haré que la aten en forma de balsas para llevarla flotando hasta donde me indiques, y allí se desatará para que la recojas. Tú, por tu parte, tendrás a bien proporcionarle alimento a mi corte."

10  Así que Hiram le proveía a Salomón toda la madera de cedro y de pino que éste deseaba, 11  y Salomón, por su parte, año tras año le entregaba a Hiram, como alimento para su corte, veinte mil cargas[1] de trigo y veinte mil medidas[2] de aceite de oliva. 12  El Señor, cumpliendo su palabra, le dio sabiduría a Salomón. Hiram y Salomón hicieron un tratado, y hubo paz entre ellos.
13  El rey Salomón impuso trabajo forzado y reclutó a treinta mil obreros de todo Israel. 14  Los envió al Líbano en relevos de diez mil al mes, de modo que pasaban un mes en el Líbano y dos meses en su casa. La supervisión del trabajo forzado estaba a cargo de Adonirán. 15  Salomón tenía en las montañas setenta mil cargadores y ochenta mil canteros; 16  había además tres mil trescientos capataces que estaban al frente de la obra y dirigían a los trabajadores. 17  Para echar los cimientos del templo, el rey mandó que sacaran de la cantera grandes bloques de piedra de la mejor calidad. 18  Los obreros de Salomón e Hiram, junto con los que habían llegado de Guebal,[3] tallaron la madera y labraron la piedra para la construcción del templo.

                         NOTAS:

1. 5:11 veinte mil cargas. Lit. veinte mil *coros (más de cuatro millones de litros).
2. 5:11 veinte mil medidas (lit. veinte mil *batos, LXX; véase también 2Cr 2:10); veinte coros (TM).
3. 5:18 Guebal. Es decir, Byblos.

1 Reyes 6


Salomón construye el templo

1  Salomón comenzó a construir el templo del Señor en el cuarto año de su reinado en Israel, en el mes de *zif, que es el mes segundo. Habían transcurrido cuatrocientos ochenta años desde que los israelitas salieron de Egipto.
2  El templo que el rey Salomón construyó para el Señor medía veintisiete metros de largo por nueve metros de ancho y trece metros y medio de alto. 3[1]  El vestíbulo de la nave central del templo medía también nueve metros de ancho y por el frente del templo sobresalía cuatro metros y medio. 4  Salomón también mandó colocar en el templo ventanales con celosías. 5  Alrededor del edificio, y contra las paredes de la nave central y del santuario interior, construyó un anexo con celdas laterales. 6  El piso inferior del anexo medía dos metros con veinticinco centímetros de ancho; el piso intermedio, dos metros con setenta centímetros, y el piso más alto, tres metros con quince centímetros. Salomón había mandado hacer salientes en el exterior del templo para que las vigas no se empotraran en la pared misma.
7  En la construcción del templo sólo se emplearon piedras de cantera ya labradas, así que durante las obras no se oyó el ruido de martillos ni de piquetas, ni de ninguna otra herramienta.
8  La entrada al piso inferior[2] se hallaba en el lado sur del templo; una escalera de caracol conducía al nivel intermedio y a la planta alta. 9  Salomón terminó de construir el templo techándolo con vigas y tablones de cedro. 10  A lo largo del templo construyó el anexo, el cual tenía una altura de dos metros con veinticinco centímetros y quedaba unido a la pared del templo por medio de vigas de cedro.
11  La palabra del Señor vino a Salomón y le dio este mensaje: 12  "Ya que estás construyendo este templo, quiero decirte que si andas según mis decretos, y obedeces mis leyes y todos mis mandamientos, yo cumpliré por medio de ti la promesa que le hice a tu padre David. 13  Entonces viviré entre los israelitas, y no abandonaré a mi pueblo Israel."
14  Cuando Salomón terminó de construir la estructura del templo, 15  revistió las paredes interiores con tablas de cedro, artesonándolas desde el piso hasta el techo; el piso lo recubrió con tablones de pino. 16  En el santuario interior, al fondo del templo, acondicionó el Lugar Santísimo, recubriendo el espacio de nueve metros con tablas de cedro desde el piso hasta el techo. 17  Junto al Lugar Santísimo estaba la nave central, la cual medía dieciocho metros de largo. 18  El interior del templo lo recubrió de cedro tallado con figuras de calabazas y flores abiertas. No se veía una sola piedra, pues todo era de cedro.
19  Salomón dispuso el Lugar Santísimo del templo para que se colocara allí el arca del *pacto del Señor. 20  El interior de este santuario, que medía nueve metros de largo por nueve metros de alto, lo recubrió de oro puro, y también recubrió de cedro el altar. 21  Además, Salomón recubrió de oro puro el interior del templo, y tendió cadenas de oro a lo largo del frente del Lugar Santísimo, el cual estaba recubierto de oro. 22  En efecto, recubrió de oro todo el santuario interior, y así mismo el altar que estaba delante de éste.
23  Salomón mandó esculpir para el santuario interior dos *querubines de madera de olivo, cada uno de los cuales medía cuatro metros y medio de altura. 24  De una punta a otra, las alas extendidas del primer querubín medían cuatro metros y medio, es decir, cada una de sus alas medía dos metros con veinticinco centímetros. 25  Las del segundo querubín también medían cuatro metros y medio, pues los dos eran idénticos en tamaño y forma. 26  Cada querubín medía cuatro metros y medio de altura. 27  Salomón puso los querubines con sus alas extendidas en medio del recinto interior del templo. Con una de sus alas, cada querubín tocaba una pared, mientras que sus otras alas se tocaban en medio del santuario. 28  Luego Salomón recubrió de oro los querubines.
29  Sobre las paredes que rodeaban el templo, lo mismo por dentro que por fuera, talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas. 30  Además, recubrió de oro los pisos de los cuartos interiores y exteriores del templo.
31  Para la entrada del Lugar Santísimo, Salomón hizo puertas de madera de olivo, con jambas y postes pentagonales. 32  Sobre las dos puertas de madera de olivo talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas, y todas ellas las recubrió de oro. 33  Así mismo, para la entrada de la nave central hizo postes cuadrangulares de madera de olivo. 34  También hizo dos puertas de pino, cada una con dos hojas giratorias. 35  Sobre ellas talló figuras de querubines, palmeras y flores abiertas, y las recubrió de oro bien ajustado al relieve.
36  Las paredes del atrio interior las construyó con tres hileras de piedra labrada por cada hilera de vigas de cedro.
37  Los cimientos del templo del Señor se habían echado en el mes de zif del cuarto año del reinado de Salomón, 38  y en el mes de *bul del año undécimo, es decir, en el mes octavo de ese año, se terminó de construir el templo siguiendo al pie de la letra todos los detalles del diseño. Siete años le llevó a Salomón la construcción del templo.

                         NOTAS:

1. 6:2 En este capítulo las medidas de longitud se han convertido al sistema métrico, sin explicación en las notas.
2. 6:8 inferior (LXX y Targum); intermedio (TM).

1 Reyes 7


Salomón construye su palacio

1  Salomón también terminó la construcción de su propio palacio, pero el proyecto le llevó trece años. 2  Construyó el palacio "Bosque del Líbano", el cual medía cuarenta y cinco metros de largo por veintidós metros y medio de ancho y trece metros y medio de alto.[1] Cuatro hileras de columnas de cedro sostenían las vigas, las cuales también eran de cedro. 3  Encima de las columnas había cuarenta y cinco celdas, quince en cada piso; y sobre las celdas[2] había un techo de cedro. 4  Las ventanas estaban colocadas en tres filas, de tres en tres y unas frente a las otras. 5  Todas las entradas tenían un marco rectangular y estaban colocadas de tres en tres, unas frente a las otras.
6  Salomón también hizo un vestíbulo de columnas que medía veintidós metros y medio de largo por trece metros y medio de ancho. Al frente había otro vestíbulo con columnas, y un alero. 7  Construyó además una sala para su trono, es decir, el tribunal donde impartía justicia. Esta sala la recubrió de cedro de arriba abajo. 8  Su residencia personal estaba en un atrio aparte y tenía un modelo parecido. A la hija del faraón, con la cual se había casado, Salomón le construyó un palacio semejante.
9  Desde los cimientos hasta las cornisas, y desde la parte exterior hasta el gran atrio, todo se hizo con bloques de piedra de buena calidad, cortados a la medida y aserrados por ambos lados. 10  Para echar los cimientos se usaron piedras grandes y de buena calidad; unas medían más de cuatro metros, y otras, más de tres. 11  Para la parte superior se usaron también piedras selectas, cortadas a la medida, y vigas de cedro. 12  El muro que rodeaba el gran atrio tenía tres hileras de piedra labrada por cada hilera de vigas de cedro, lo mismo que el atrio interior y el vestíbulo del templo del Señor.


Mobiliario del templo

13  El rey Salomón mandó traer de Tiro a Hiram, 14  que era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de un nativo de Tiro que era artesano en bronce. Hiram era sumamente hábil e inteligente, experto en toda clase de trabajo en bronce, así que se presentó ante el rey Salomón y realizó todo el trabajo que se le asignó.
15  Hiram fundió dos columnas de bronce, cada una de ocho metros de alto y cinco metros y medio de circunferencia, medidas a cordel. 16  Las columnas que hizo remataban en dos capiteles de bronce fundido que medían dos metros con veinticinco centímetros de alto. 17  Una red de cadenas trenzadas adornaba los capiteles en la parte superior de las columnas, y en cada capitel había siete trenzas. 18  El capitel de cada columna[3] lo cubrió con dos hileras de granadas[4] entrelazadas con las cadenas. 19  Estos capiteles en que remataban las columnas del vestíbulo tenían forma de azucenas y medían un metro con ochenta centímetros. 20  La parte más alta y más ancha de los capiteles de ambas columnas estaba rodeada por doscientas granadas, dispuestas en hileras junto a la red de cadenas. 21  Cuando Hiram levantó las columnas en el vestíbulo de la nave central, llamó Jaquín a la columna de la derecha, y Boaz a la de la izquierda. 22[5]  El trabajo de las columnas quedó terminado cuando se colocaron en la parte superior las figuras en forma de azucenas.
23  Hizo también una fuente[6] circular de metal fundido, que medía cuatro metros y medio de diámetro y dos metros con veinticinco centímetros de alto. Su circunferencia, medida a cordel, era de trece metros y medio. 24  Debajo del borde hizo dos hileras de figuras de calabazas, diez por cada medio metro, las cuales estaban fundidas en una sola pieza con la fuente.
25  La fuente descansaba sobre doce bueyes, que tenían sus cuartos traseros hacia adentro. Tres bueyes miraban al norte, tres al oeste, tres al sur y tres al este. 26  El grosor de la fuente era de ocho centímetros, y su borde, en forma de copa, se asemejaba a un capullo de azucena. Tenía una capacidad de cuarenta y cuatro mil litros.[7]
27  También hizo diez bases de bronce, cada una de las cuales medía un metro con ochenta centímetros de largo y un metro con ochenta centímetros de ancho, por un metro con treinta y cinco centímetros de alto. 28  Estaban revestidas con paneles entre los bordes, 29  y en los paneles había figuras de leones, bueyes y *querubines, mientras que en los bordes, por encima y por debajo de los leones y los bueyes, había guirnaldas repujadas. 30  Cada base tenía cuatro ruedas de bronce con ejes también de bronce, y por debajo de su lavamanos se apoyaba sobre cuatro soportes fundidos que tenían guirnaldas en cada lado. 31  La boca del lavamanos estaba dentro de una corona, y sobresalía cuarenta y cinco centímetros; era redonda, y con su pedestal medía sesenta y siete centímetros. Alrededor de la boca había entalladuras, pero sus paneles eran cuadrados, no redondos. 32  Las cuatro ruedas estaban debajo de los paneles, y los ejes de las ruedas estaban unidos a la base. Cada rueda medía sesenta y siete centímetros de diámetro 33  y estaba hecha de metal fundido, como las ruedas de los carros, con sus ejes, aros, rayos y cubos.
34  Cada base tenía cuatro soportes unidos a ella, uno en cada esquina. 35  En la parte superior de la base había un marco redondo de veintidós centímetros. Los soportes y paneles formaban una misma pieza con la parte superior de la base. 36  Sobre las superficies de los soportes y sobre los paneles Hiram grabó querubines, leones y palmeras, con guirnaldas alrededor, según el espacio disponible. 37  De ese modo hizo las diez bases, las cuales fueron fundidas en los mismos moldes y eran idénticas en forma y tamaño.
38  Hiram hizo también diez lavamanos de bronce, uno para cada base. Cada uno de ellos medía un metro con ochenta centímetros y tenía capacidad para ochocientos ochenta litros. 39[8]  Colocó cinco de las bases al lado derecho del templo y cinco al lado izquierdo. La fuente de metal la colocó en la esquina del lado derecho, al sureste del templo. 40  También hizo las ollas,[9] las tenazas y los aspersorios.
Así Hiram terminó todo el trabajo que había emprendido para el rey Salomón en el templo del Señor, es decir:

41  las dos columnas;
los dos capiteles en forma de tazón que coronaban las columnas;
las dos redes que decoraban los capiteles;
42  las cuatrocientas granadas, dispuestas en dos hileras para cada red;
43  las diez bases con sus diez lavamanos;
44  la fuente de metal y los doce bueyes que la sostenían;
45  las ollas, las tenazas y los aspersorios.

Todos esos utensilios que Hiram le hizo al rey Salomón para el templo del Señor eran de bronce bruñido. 46  El rey los hizo fundir en moldes de arcilla en la llanura del Jordán, entre Sucot y Saretán. 47  Eran tantos los utensilios que Salomón ni los pesó, así que no fue posible determinar el peso del bronce.
48  Salomón también mandó hacer los otros utensilios que estaban en el templo del Señor, es decir:

el altar de oro;
la mesa de oro sobre la que se ponía el *pan de la Presencia;
49  los candelabros de oro puro, cinco en el lado sur y cinco en el lado norte, en frente del Lugar Santísimo;
la obra floral, las lámparas y las tenazas, que también eran de oro;
50  las copas, las despabiladeras, los aspersorios, la vajilla y los incensarios;
y los goznes de oro para las puertas del Lugar Santísimo, como también para las puertas de la nave central del templo.

51  Una vez terminada toda la obra que el rey había mandado hacer para el templo del Señor, Salomón hizo traer el oro, la plata y los utensilios que su padre David había consagrado, y los depositó en el tesoro del templo del Señor.

                         NOTAS:

1. 7:2 En este capítulo las medidas de longitud se han convertido al sistema métrico, sin explicación en las notas.
2. 7:3 celdas, quince en cada piso; y sobre las celdas. Alt. vigas, quince en cada hilera; y sobre las vigas.
3. 7:18 de cada columna (muchos mss. hebreos, LXX y Siríaca); de las granadas (TM).
4. 7:18 con dos hileras de granadas (dos mss. hebreos y LXX); hizo las columnas y dos hileras (TM).
5. 7:21 Jaquín (que probablemente significa él establece) estaba al sur, y Boaz (probablemente en él hay fuerza) estaba al norte.
6. 7:23 una fuente. Lit. el mar; así en el resto de este pasaje.
7. 7:26 cuarenta y cuatro mil litros. Lit. dos mil *batos.
8. 7:38 ochocientos ochenta litros. Lit. cuarenta *batos.
9. 7:40 las ollas (muchos mss., LXX, Siríaca y Vulgata; véase v. 45); los lavabos (TM).

1 Reyes 8


Traslado del arca al templo

1  Entonces el rey Salomón mandó que los *ancianos de Israel, y todos los jefes de las tribus y los patriarcas de las familias israelitas, se congregaran ante él en Jerusalén para trasladar el arca del *pacto del Señor desde *Sión, la Ciudad de David. 2  Así que en el mes de *etanim, durante la fiesta del mes séptimo, todos los israelitas se congregaron ante el rey Salomón. 3  Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes alzaron el arca. 4  Con la ayuda de los levitas, trasladaron el arca del Señor junto con la *Tienda de reunión y con todos los utensilios sagrados que había en ella.
5  El rey Salomón y toda la asamblea de Israel reunida con él delante del arca sacrificaron ovejas y bueyes en tal cantidad que fue imposible llevar la cuenta. 6  Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor a su lugar en el santuario interior del templo, que es el Lugar Santísimo, y la pusieron bajo las alas de los *querubines. 7  Con sus alas extendidas sobre ese lugar, los querubines cubrían el arca y sus travesaños. 8  Los travesaños eran tan largos que sus extremos se podían ver desde el Lugar Santo, delante del Lugar Santísimo, aunque no desde afuera; y ahí han permanecido hasta hoy. 9  En el arca sólo estaban las dos tablas de piedra que Moisés había colocado en ella en Horeb, donde el Señor hizo un pacto con los israelitas después de que salieron de Egipto.
10  Cuando los sacerdotes se retiraron del Lugar Santo, la nube llenó el templo del Señor. 11  Y por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del Señor había llenado el templo.
12  Entonces Salomón declaró:

"Señor, tú has dicho que habitarías en la oscuridad de una nube, 13  y yo te he construido un excelso templo, un lugar donde habites para siempre."

14  Luego se puso de frente para bendecir a toda la asamblea de Israel que estaba allí de pie, 15  y dijo:

"Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido ahora lo que con su boca le había prometido a mi padre David cuando le dijo: 16  Desde el día en que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no elegí ninguna ciudad de las tribus de Israel para que en ella se me construyera un templo donde yo habitara, sino que elegí a David para que gobernara a mi pueblo Israel.
17  "Pues bien, mi padre David tuvo mucho interés en construir un templo en honor del Señor, Dios de Israel, 18  pero el Señor le dijo: Me agrada que te hayas interesado en construir un templo en mi honor. 19  Sin embargo, no serás tú quien me lo construya, sino un hijo de tus entrañas; él será quien construya el templo en mi honor.
20  "Ahora el Señor ha cumplido su promesa: Tal como lo prometió, he sucedido a mi padre David en el trono de Israel y he construido el templo en honor del Señor, Dios de Israel. 21  Allí he fijado un lugar para el arca, en la cual está el pacto que el Señor hizo con nuestros antepasados cuando los sacó de Egipto."


Oración de Salomón

22  A continuación, Salomón se puso delante del altar del Señor y, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos hacia el cielo 23  y dijo:

"Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en el cielo ni abajo en la tierra, pues tú cumples tu *pacto de amor con quienes te sirven y te siguen de todo *corazón. 24  Has llevado a cabo lo que le dijiste a tu siervo David, mi padre; y este día has cumplido con tu mano lo que con tu boca le prometiste.
25  "Ahora, Señor, Dios de Israel, cumple también la promesa que le hiciste a tu siervo, mi padre David, cuando le dijiste: Si tus hijos observan una buena conducta y me siguen como tú lo has hecho, nunca te faltará un descendiente que ocupe el trono de Israel en mi presencia. 26  Dios de Israel, ¡confirma ahora la promesa que le hiciste a mi padre David, tu siervo!
27  "Pero ¿será posible, Dios mío, que tú habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! 28  Sin embargo, Señor mi Dios, atiende a la oración y a la súplica de este siervo tuyo. Oye el clamor y la oración que hoy elevo en tu presencia. 29  ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste habitar, para que oigas la oración que tu siervo te eleva aquí! 30  Oye la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Oye desde el cielo, donde habitas; ¡escucha y perdona!
31  "Si alguien peca contra su prójimo y se le exige venir a este templo para jurar ante tu altar, 32  óyelo tú desde el cielo y juzga a tus siervos. Condena al culpable, y haz que reciba su merecido; absuelve al inocente, y vindícalo por su rectitud.
33  "Cuando tu pueblo Israel sea derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, si luego se vuelve a ti para honrar tu *nombre, y ora y te suplica en este templo, 34  óyelo tú desde el cielo, y perdona su pecado y hazlo regresar a la tierra que les diste a sus antepasados.
35  "Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran en este lugar y honran tu nombre y se *arrepienten de su pecado, 36  óyelos tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel. Guíalos para que sigan el buen *camino, y envía la lluvia sobre esta tierra, que es tuya, pues tú se la diste a tu pueblo por herencia.
37  "Cuando en el país haya hambre, peste, sequía, o plagas de langostas o saltamontes en los sembrados, o cuando el enemigo sitie alguna de nuestras ciudades; en fin, cuando venga cualquier calamidad o enfermedad, 38  si luego cada israelita, consciente de su propia culpa,[1] extiende sus manos hacia este templo, y ora y te suplica, 39  óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y perdónalo. Trata a cada uno según su conducta, la cual tú conoces, puesto que sólo tú escudriñas el corazón *humano. 40  Así todos tendrán temor de ti mientras vivan en la tierra que les diste a nuestros antepasados.
41  "Trata de igual manera al extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, pero que atraído por tu fama ha venido de lejanas tierras. 42  (En efecto, los pueblos oirán hablar de tu gran nombre y de tus despliegues de fuerza y poder.) Cuando ese extranjero venga y ore en este templo, 43  óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y concédele cualquier petición que te haga. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu nombre y, al igual que tu pueblo Israel, tendrán temor de ti y comprenderán que en este templo que he construido se invoca tu nombre.
44  "Señor, cuando saques a tu pueblo para combatir a sus enemigos, sea donde sea, si el pueblo ora a ti y dirige la mirada hacia la ciudad que has escogido, hacia el templo que he construido en tu honor, 45  oye tú desde el cielo su oración y su súplica, y defiende su causa.
46  "Ya que no hay ser humano que no peque, si tu pueblo peca contra ti, y tú te enojas con ellos y los entregas al enemigo para que se los lleven cautivos a otro país, lejano o cercano, 47  si en el destierro, en el país de los vencedores, se arrepienten y se vuelven a ti, y oran a ti diciendo: Somos culpables, hemos pecado, hemos hecho lo malo, 48  y allá en la tierra de sus enemigos que los tomaron cautivos se vuelven a ti de todo corazón y con toda el *alma, y oran a ti y dirigen la mirada hacia la tierra que les diste a sus antepasados, hacia la ciudad que has escogido y hacia el templo que he construido en tu honor, 49  oye tú su oración y su súplica desde el cielo, donde habitas, y defiende su causa. 50  Perdona a tu pueblo, que ha pecado contra ti; perdona todas las ofensas que te haya infligido. Haz que sus enemigos le muestren clemencia, 51  pues Israel es tu pueblo y tu heredad; ¡tú lo sacaste de aquel horno de fundición que es Egipto!
52  "¡Dígnate mantener atentos tus oídos[2] a la súplica de este siervo tuyo y de tu pueblo Israel! ¡Escúchalos cada vez que te invoquen! 53  Tú los apartaste de todas las naciones del mundo para que fueran tu heredad. Así lo manifestaste por medio de tu siervo Moisés cuando tú, Señor y Dios, sacaste de Egipto a nuestros antepasados."

54  Salomón había estado ante el altar del Señor, de rodillas y con las manos extendidas hacia el cielo. Cuando terminó de orar y de hacer esta súplica al Señor, se levantó 55  y, puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel, diciendo:

56  "¡Bendito sea el Señor, que conforme a sus promesas ha dado descanso a su pueblo Israel! No ha dejado de cumplir ni una sola de las gratas promesas que hizo por medio de su siervo Moisés. 57  Que el Señor nuestro Dios esté con nosotros, como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje ni nos abandone. 58  Que incline nuestro corazón hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos los mandamientos, decretos y leyes que les dio a nuestros antepasados. 59  Y que día y noche el Señor tenga presente todo lo que le he suplicado, para que defienda la causa de este siervo suyo y la de su pueblo Israel, según la necesidad de cada día. 60  Así todos los pueblos de la tierra sabrán que el Señor es Dios, y que no hay otro. 61  Y ahora, dedíquense por completo al Señor nuestro Dios; vivan según sus decretos y cumplan sus mandamientos, como ya lo hacen."


Dedicación del templo

62  Entonces el rey, con todo Israel, ofreció sacrificios en presencia del Señor. 63  Como sacrificio de *comunión, Salomón ofreció al Señor veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así fue como el rey y todos los israelitas dedicaron el templo del Señor.
64  Aquel mismo día el rey consagró la parte central del atrio, que está frente al templo del Señor, y allí presentó los *holocaustos, las ofrendas de cereales y la grasa de los sacrificios de comunión, ya que el altar de bronce que estaba ante el Señor era pequeño y no había espacio para todos estos sacrificios y ofrendas.
65  Y así, en presencia del Señor, Salomón y todo Israel celebraron la fiesta durante siete días, extendiéndola luego siete días más: ¡catorce días de fiesta en total! A la fiesta llegó gente de todas partes, desde Lebó Jamat[3] hasta el río de Egipto, y se formó una gran asamblea. 66  Al final, Salomón despidió al pueblo, y ellos bendijeron al rey y regresaron a sus casas, contentos y llenos de alegría por todo el bien que el Señor había hecho en favor de su siervo David y de su pueblo Israel.

                         NOTAS:

1. 8:38 de su propia culpa. Lit. de la plaga en su corazón.
2. 8:52 atentos tus oídos (véase 2Cr 6:40); abiertos tus ojos (TM).
3. 8:65 Lebó Jamat. Alt. la entrada de Jamat.

1 Reyes 9


Pacto de Dios con Salomón

1  Cuando Salomón terminó de construir el templo del Señor y el palacio real, cumpliendo así todos sus propósitos y deseos, 2  el Señor se le apareció por segunda vez, como lo había hecho en Gabaón, 3  y le dijo:

"He oído la oración y la súplica que me has hecho. Consagro este templo que tú has construido para que yo habite en él por siempre. Mis ojos y mi *corazón siempre estarán allí.
4  "En cuanto a ti, si me sigues con integridad y rectitud de corazón, como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene y cumples mis decretos y leyes, 5  yo afirmaré para siempre tu trono en el reino de Israel, como le prometí a tu padre David cuando le dije: Nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel.
6  "Pero si ustedes o sus hijos dejan de cumplir los mandamientos y decretos que les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses, 7  yo arrancaré a Israel de la tierra que le he dado y repudiaré el templo que he consagrado en mi honor. Entonces Israel será el hazmerreír de todos los pueblos. 8  Y aunque ahora este templo es imponente, llegará el día en que todo el que pase frente a él quedará asombrado y, en son de burla, preguntará: ¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a este templo? 9  Y le responderán: Porque abandonaron al Señor su Dios, que sacó de Egipto a sus antepasados, los israelitas, y se echaron en los brazos de otros dioses, a los cuales adoraron y sirvieron. Por eso el Señor ha dejado que les sobrevenga tanto desastre. "


Otras actividades de Salomón

10  Veinte años tardó el rey Salomón en construir los dos edificios, es decir, el templo del Señor y el palacio real, 11  después de lo cual le dio a Hiram, rey de Tiro, veinte ciudades en Galilea, porque Hiram lo había abastecido con todo el cedro, el pino y el oro que quiso. 12  Sin embargo, cuando Hiram salió de Tiro y fue a ver las ciudades que Salomón le había dado, no quedó satisfecho con ellas. 13  "Hermano mío protestó Hiram, ¿qué clase de ciudades son éstas que me has dado?" De modo que llamó a esa región Cabul,[1] nombre que conserva hasta hoy. 14  Hiram, por su parte, le había enviado a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos[2] de oro.
15  En cuanto al trabajo forzado, el rey Salomón reunió trabajadores para construir el templo del Señor, su propio palacio, los terraplenes,[3] el muro de Jerusalén, y Jazor, Meguido y Guézer. 16  El faraón, rey de Egipto, había atacado y tomado Guézer a sangre y fuego, matando a sus habitantes cananeos. Luego, como regalo de bodas, le dio esta ciudad a su hija, la esposa de Salomón. 17  Por eso Salomón reconstruyó las ciudades de Guézer, Bet Jorón la de abajo, 18  Balat y Tadmor,[4] en el desierto del país, 19  así como todos sus lugares de almacenamiento, los cuarteles para sus carros de combate y para su caballería, y cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio bajo su dominio.
20-21  A los descendientes de los pueblos no israelitas (es decir, a los amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que quedaron en el país porque los israelitas no pudieron *destruirlos), Salomón los sometió a trabajos forzados, y así continúan hasta el día de hoy. 22  Pero a los israelitas Salomón no los convirtió en esclavos, sino que le servían como soldados, ministros, comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de caballería. 23  Salomón tenía además quinientos cincuenta capataces que supervisaban a sus trabajadores en la obra.
24  Los terraplenes se hicieron después de que la hija del faraón se trasladó de la Ciudad de David al palacio que Salomón le había construido.
25  Tres veces al año Salomón presentaba *holocaustos y sacrificios de *comunión sobre el altar que él había construido para el Señor, y al mismo tiempo quemaba incienso en su presencia. Así cumplía con las obligaciones del templo.[5]
26  El rey Salomón también construyó una flota naviera en Ezión Guéber, cerca de Elat en Edom, a orillas del *Mar Rojo. 27  Hiram envió a algunos de sus oficiales, que eran marineros expertos, para servir en la flota con los oficiales de Salomón, 28  y ellos se hicieron a la mar y llegaron a Ofir, de donde volvieron con unos catorce mil kilos[6] de oro, que le entregaron al rey Salomón.

                         NOTAS:

1. 9:13 El nombre Cabul parece ser un juego de palabras que sugiere que ésta era una región inútil.
2. 9:14 tres mil novecientos sesenta kilos. Lit. ciento veinte *talentos.
3. 9:15 los terraplenes. Alt. el Milo; también en v. 24.
4. 9:18 Tadmor. Alt. Tamar.
5. 9:25 cumplía con las obligaciones del templo. Lit. completó el templo.
6. 9:28 catorce mil kilos. Lit. cuatrocientos veinte *talentos.

1 Reyes 10


La reina de Sabá visita a Salomón

1  La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón, con la cual él honraba al Señor, así que fue a verlo para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. 2  Llegó a Jerusalén con un séquito muy grande. Sus camellos llevaban perfumes y grandes cantidades de oro y piedras preciosas. Al presentarse ante Salomón, le preguntó todo lo que tenía pensado, 3  y él respondió a todas sus preguntas. No hubo ningún asunto, por difícil que fuera, que el rey no pudiera resolver.
4-5  La reina de Sabá se quedó atónita al ver la sabiduría de Salomón y el palacio que él había construido, los manjares de su mesa, los asientos que ocupaban sus funcionarios, el servicio y la ropa de los camareros, las bebidas, y los *holocaustos que ofrecía en el templo[1] del Señor. 6  Entonces le dijo al rey: "¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es cierto! 7  No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad! Tanto en sabiduría como en riqueza, superas todo lo que había oído decir. 8  ¡*Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría! 9  ¡Y alabado sea el Señor tu Dios, que se ha deleitado en ti y te ha puesto en el trono de Israel! En su eterno amor por Israel, el Señor te ha hecho rey para que gobiernes con justicia y rectitud."
10  Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos[2] de oro, piedras preciosas y gran cantidad de perfumes. Nunca más llegaron a Israel tantos perfumes como los que la reina de Sabá le obsequió al rey Salomón.
11  La flota de Hiram trajo desde Ofir, además del oro, grandes cargamentos de madera de sándalo y de piedras preciosas. 12  Con la madera, el rey construyó escalones[3] para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Desde entonces, nunca más se ha importado, ni ha vuelto a verse, tanto sándalo como aquel día.
13  El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, además de lo que él, en su magnanimidad, ya le había regalado. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la atendían.


El esplendor de Salomón

14  La cantidad de oro que Salomón recibía anualmente llegaba a los veintidós mil kilos, 15[4]  sin contar los impuestos aportados por los mercaderes, el tráfico comercial, y todos los reyes árabes y los gobernadores del país.
16  El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro batido, en cada uno de los cuales se emplearon unos seis kilos y medio[5] de oro. 17  Hizo además trescientos escudos más pequeños, también de oro batido, empleando en cada uno de ellos un kilo y medio[6] de oro. Estos escudos los puso el rey en el palacio llamado "Bosque del Líbano".
18  El rey hizo también un gran trono de marfil, recubierto de oro puro. 19  El trono tenía seis peldaños, un espaldar redondo, brazos a cada lado del asiento, dos leones de pie junto a los brazos 20  y doce leones de pie sobre los seis peldaños, uno en cada extremo. En ningún otro reino se había hecho algo semejante. 21  Todas las copas del rey Salomón y toda la vajilla del palacio "Bosque del Líbano" eran de oro puro. Nada estaba hecho de plata, pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada. 22  Cada tres años, la flota comercial que el rey tenía en el mar, junto con la flota de Hiram, regresaba de Tarsis trayendo oro, plata y marfil, monos y mandriles.[7]
23  Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón sobrepasó a los demás reyes de la tierra. 24  Todo el mundo procuraba visitarlo para oír la sabiduría que Dios le había dado, 25  y año tras año le llevaban regalos: artículos de plata y de oro, vestidos, armas y perfumes, y caballos y mulas.
26  Salomón multiplicó el número de sus carros de combate y sus caballos; llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos,[8] los cuales mantenía en las caballerizas y también en su palacio en Jerusalén. 27  El rey hizo que en Jerusalén la plata fuera tan común y corriente como las piedras, y el cedro tan abundante como las higueras de la llanura. 28  Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes de la corte los compraban. 29  En Egipto compraban carros por seiscientas monedas de plata[9] , y caballos por ciento cincuenta, para luego vendérselos a todos los reyes hititas y *sirios.

                         NOTAS:

1. 4
2. 10:10 tres mil novecientos sesenta kilos. Lit. ciento veinte *talentos.
3. 10:12 escalones. Alt. barandas.
4. 10:14 veintidós mil kilos. Lit. seiscientos sesenta y seis *talentos.
5. 10:16 unos seis kilos y medio. Lit. seiscientos *siclos.
6. 10:17 un kilo y medio. Lit. tres *minas.
7. 10:22 mandriles. Alt. pavos reales.
8. 10:26 caballos. Alt. aurigas.
9. 10:29 seiscientas monedas de plata. Lit. seiscientos {*siclos} de plata.

1 Reyes 11


Las mujeres de Salomón

1  Ahora bien, además de casarse con la hija del faraón, el rey Salomón tuvo amoríos con muchas mujeres moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, todas ellas mujeres extranjeras, 2  que procedían de naciones de las cuales el Señor había dicho a los israelitas: "No se unan a ellas, ni ellas a ustedes, porque de seguro les desviarán el *corazón para que sigan a otros dioses." Con tales mujeres se unió Salomón y tuvo amoríos. 3  Tuvo setecientas esposas que eran princesas, y trescientas concubinas; todas estas mujeres hicieron que se pervirtiera su corazón. 4  En efecto, cuando Salomón llegó a viejo, sus mujeres le pervirtieron el corazón de modo que él siguió a otros dioses, y no siempre fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su padre David. 5  Por el contrario, Salomón siguió a *Astarté, diosa de los sidonios, y a Moloc,[1] el detestable dios de los amonitas. 6  Así que Salomón hizo lo que ofende al Señor y no permaneció fiel a él como su padre David. 7  Fue en esa época cuando, en una montaña al este de Jerusalén, Salomón edificó un *altar pagano para Quemós, el detestable dios de Moab, y otro para Moloc, el despreciable dios de los amonitas. 8  Lo mismo hizo en favor de sus mujeres extranjeras, para que éstas pudieran quemar incienso y ofrecer sacrificios a sus dioses.
9  Entonces el Señor, Dios de Israel, se enojó con Salomón porque su corazón se había apartado de él, a pesar de que en dos ocasiones se le había aparecido 10  para prohibirle que siguiera a otros dioses. Como Salomón no había cumplido esa orden, 11  el Señor le dijo: "Ya que procedes de este modo, y no has cumplido con mi *pacto ni con los decretos que te he ordenado, puedes estar seguro de que te quitaré el reino y se lo daré a uno de tus siervos. 12  No obstante, por consideración a tu padre David no lo haré mientras tú vivas, sino que lo arrancaré de la mano de tu hijo. 13  Y a éste, también por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, no le quitaré todo el reino, sino que le dejaré una sola tribu, la cual ya he escogido."


Los adversarios de Salomón

14  Por lo tanto, el Señor hizo que Hadad el edomita, que pertenecía a la familia real de Edom, surgiera como adversario de Salomón. 15  Ahora bien, durante la guerra entre David y los edomitas, Joab, el general del ejército, había ido a enterrar a los muertos de Israel y había aprovechado la ocasión para matar a todos los hombres de Edom. 16  Joab y los israelitas que estaban con él se quedaron allí seis meses, hasta que exterminaron a todos los varones edomitas. 17  Pero Hadad, que entonces era apenas un muchacho, huyó a Egipto con algunos oficiales edomitas que habían estado al servicio de su padre. 18  Partieron de Madián y llegaron a Parán, donde se les unieron unos hombres de ese lugar. De allí siguieron hacia Egipto y se presentaron ante el faraón, rey del país, quien le regaló a Hadad una casa y se encargó de darle sustento y tierras.
19  Hadad agradó tanto al faraón, que éste le dio por esposa a su cuñada, una hermana de la reina Tapenés. 20  La hermana de Tapenés dio a luz un hijo, al que llamó Guenubat, y Tapenés lo educó en el palacio real. De modo que Guenubat creció junto con los hijos del faraón.
21  Mientras Hadad estaba en Egipto, se enteró de que ya habían muerto David y Joab, general del ejército. Entonces Hadad le dijo al faraón:
Déjeme usted regresar a mi país.
22  ¿Y por qué quieres regresar a tu país? le preguntó el faraón. ¿Acaso te falta algo aquí?
No respondió Hadad, ¡pero de todos modos déjeme ir!
23  Dios también incitó a Rezón hijo de Eliadá para que fuera adversario de Salomón. Rezón, que había huido de su amo Hadad Ezer, rey de Sobá, 24  formó una banda de rebeldes y se convirtió en su jefe. Cuando David destruyó a los *sirios, los rebeldes fueron a Damasco y allí establecieron su gobierno. 25  Así fue como Rezón llegó a ser rey de Siria. Mientras vivió Salomón, Rezón aborreció a Israel y fue su adversario, de modo que agravó el daño causado por Hadad.


Jeroboán se rebela contra Salomón

26  También se rebeló contra el rey Salomón uno de sus funcionarios, llamado Jeroboán hijo de Nabat. Este Jeroboán era efrateo, oriundo de Seredá; su madre se llamaba Zerúa, y era viuda. 27  La rebelión de Jeroboán tuvo lugar cuando Salomón estaba construyendo los terraplenes[2] para cerrar la brecha en el muro de la ciudad de David, su padre. 28  Jeroboán se había ganado el respeto de todos, de modo que cuando Salomón vio su buen desempeño lo puso a supervisar todo el trabajo forzado que se realizaba entre los descendientes de José.
29  Un día en que Jeroboán salía de Jerusalén, se encontró en el camino con el profeta Ahías de Siló, quien llevaba puesto un manto nuevo. Los dos estaban solos en el campo. 30  Entonces Ahías tomó el manto nuevo que llevaba puesto y, rasgándolo en doce pedazos, 31  le dijo a Jeroboán: "Toma diez pedazos para ti, porque así dice el Señor, Dios de Israel: Ahora voy a arrancarle de la mano a Salomón el reino, y a ti te voy a dar diez tribus. 32  A él le dejaré una sola tribu, y esto por consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel. 33  Voy a hacerlo así porque él me ha abandonado[3] y adora a *Astarté, diosa de los sidonios, a Quemós, dios de los moabitas, y a Moloc, dios de los amonitas. Salomón no ha seguido mis *caminos; no ha hecho lo que me agrada, ni ha cumplido mis decretos y leyes como lo hizo David, su padre.
34  " Sin embargo, no le quitaré todo el reino a Salomón sino que lo dejaré gobernar todos los días de su vida, por consideración a David mi siervo, a quien escogí y quien cumplió mis mandamientos y decretos. 35  Le quitaré el reino a su hijo, y te daré a ti diez tribus. 36  Pero a su hijo le dejaré una sola tribu, para que en Jerusalén, la ciudad donde decidí habitar, la lámpara de mi siervo David se mantenga siempre encendida delante de mí. 37  En lo que a ti atañe, yo te haré rey de Israel, y extenderás tu reino a tu gusto. 38  Si haces todo lo que te ordeno, y sigues mis caminos, haciendo lo que me agrada y cumpliendo mis decretos y mandamientos, como lo hizo David mi siervo, estaré contigo. Estableceré para ti una dinastía tan firme como la que establecí para David;[4] y te daré Israel. 39  Así que haré sufrir a la descendencia de David, aunque no para siempre. "
40  Salomón, por su parte, intentó matar a Jeroboán, pero éste huyó a Egipto y se quedó allí, bajo la protección del rey Sisac, hasta la muerte de Salomón.


Muerte de Salomón

41  Los demás acontecimientos del reinado de Salomón, y su sabiduría y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de Salomón, 42  quien durante cuarenta años reinó en Jerusalén sobre todo Israel. 43  Cuando murió, fue sepultado en la ciudad de David, su padre, y su hijo Roboán lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 11:5 Moloc. Lit. Milcón; también en v. 33.
2. 11:27 los terraplenes. Alt. el Milo.
3. 11:33 me ha abandonado (LXX, Siríaca y mss. de Vulgata); me han abandonado (TM). El cambio del singular al plural se aplica igualmente a los otros verbos en el versículo.
4. 11:38 Estableceré ... David. Lit. Te construiré una casa firme como le construí a David.

1 Reyes 12


División del reino

1  Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para proclamarlo rey. 2  De esto se enteró Jeroboán hijo de Nabat, quien al huir del rey Salomón se había establecido en Egipto y aún vivía allí. 3  Cuando lo mandaron a buscar, él y toda la asamblea de Israel fueron a ver a Roboán y le dijeron:
4  Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad.
5  Váyanse por ahora respondió Roboán, pero vuelvan a verme dentro de tres días.
Cuando el pueblo se fue, 6  el rey Roboán consultó con los *ancianos que en vida de su padre Salomón habían estado a su servicio.
¿Qué me aconsejan ustedes que le responda a este pueblo? preguntó.
7  Si Su Majestad se pone hoy al servicio de este pueblo respondieron ellos, y condesciende con ellos y les responde con amabilidad, ellos le servirán para siempre.
8  Pero Roboán rechazó el consejo que le dieron los ancianos, y consultó más bien con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio.
9  ¿Ustedes qué me aconsejan? les preguntó. ¿Cómo debo responderle a este pueblo que me dice: Alívienos el yugo que su padre nos echó encima?
10  Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le contestaron:
Este pueblo le ha dicho a Su Majestad: Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo usted más ligero. Pues bien, respóndales de este modo: Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre. 11  Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo![1]
12  Al tercer día, en la fecha que el rey Roboán había indicado, Jeroboán regresó con todo el pueblo para presentarse ante él. 13  Pero el rey les respondió con brusquedad: rechazó el consejo que le habían dado los ancianos, 14  y siguió más bien el de los jóvenes. Les dijo: "Si mi padre les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!" 15  De modo que el rey no le hizo caso al pueblo. Las cosas tomaron este rumbo por voluntad del Señor, para que se cumpliera lo que ya él le había dicho a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita.
16  Cuando se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una:

"¡Pueblo de Israel, todos a sus casas!
¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos!
¿Qué parte tenemos con David?
¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?"

Así que se fueron, cada uno a su casa. 17  Sin embargo, Roboán siguió reinando sobre los israelitas que vivían en las ciudades de Judá. 18  Más tarde, el rey Roboán envió a Adonirán[2] para que supervisara el trabajo forzado, pero todos los israelitas lo mataron a pedradas. ¡A duras penas logró el rey subir a su carro y escapar a Jerusalén! 19  Desde entonces Israel ha estado en rebelión contra la familia de David.
20  Cuando los israelitas se enteraron de que Jeroboán había regresado, mandaron a llamarlo para que se presentara ante la asamblea, y lo proclamaron rey de todo Israel. No hubo quien se mantuviera leal a la familia de David, con la sola excepción de la tribu de Judá.
21  Roboán hijo de Salomón llegó a Jerusalén y movilizó a todas las familias de Judá y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros selectos en total, para hacer la guerra contra Israel y así recuperar el reino. 22  Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje: 23  "Diles a Roboán hijo de Salomón y rey de Judá, a todas las familias de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo 24  que así dice el Señor: No vayan a luchar contra sus hermanos, los israelitas. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido. " Y ellos obedecieron la palabra del Señor y regresaron, tal como el Señor lo había ordenado.


Los becerros de oro en Betel y Dan

25  Jeroboán fortificó la ciudad de Siquén en la región montañosa de Efraín, y se estableció allí. Luego se fue de Siquén y fortificó Peniel. 26[3]  Pero reflexionó: "¿Y qué tal si ahora el reino vuelve a la familia de David? 27  Si la gente sigue subiendo a Jerusalén para ofrecer sacrificios en el templo del Señor, acabará por reconciliarse con su señor Roboán, rey de Judá. Entonces a mí me matarán, y volverán a unirse a él."
28  Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro, y le dijo al pueblo: "¡Israelitas, no es necesario que sigan subiendo a Jerusalén! Aquí están sus dioses, que los sacaron de Egipto." 29  Así que colocó uno de los becerros en Betel, y el otro en Dan. 30  Y esto incitó al pueblo a pecar; muchos incluso iban hasta Dan para adorar al becerro que estaba allí.
31  Jeroboán construyó *santuarios paganos en los cerros, y puso como sacerdotes a toda clase de gente, hasta a quienes no eran levitas. 32  Decretó celebrar una fiesta el día quince del mes octavo, semejante a la que se celebraba en Judá. En el altar de Betel ofreció sacrificios a los becerros que había hecho, y estableció también sacerdotes para los santuarios paganos que había construido. 33  Así pues, el día quince del mes octavo Jeroboán subió al altar que había construido en Betel y quemó incienso.[4] Ése fue el día que arbitrariamente decretó como día de fiesta para los israelitas.

                         NOTAS:

1. 12:11 con una vara ... con un látigo. Lit. con azotes ... con escorpiones; también en v. 14.
2. 12:18 Adonirán (mss. de LXX y Siríaca; véanse también 1R 4:6 y 5:14); Adorán (TM).
3. 12:25 Peniel. Lit. Penuel.
4. 12:33 incienso. Alt. sacrificios.

1 Reyes 13


El hombre de Dios que llegó de Judá

1  Sucedió que un hombre de Dios fue desde Judá hasta Betel en obediencia a la palabra del Señor. Cuando Jeroboán, de pie junto al altar, se disponía a quemar incienso, 2[1]  el hombre de Dios, en obediencia a la palabra del Señor, gritó: "¡Altar, altar! Así dice el Señor: En la familia de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a estos sacerdotes de *altares paganos que aquí queman incienso. ¡Sobre ti se quemarán huesos *humanos! "
3  Aquel mismo día el hombre de Dios ofreció una señal: "Ésta es la señal que el Señor les da: ¡El altar será derribado, y las cenizas se esparcirán!"
4  Al oír la sentencia que el hombre de Dios pronunciaba contra el altar de Betel, el rey extendió el brazo desde el altar y dijo: "¡Agárrenlo!" Pero el brazo que había extendido contra el hombre se le paralizó, de modo que no podía contraerlo. 5  En ese momento el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del Señor, les había dado el hombre de Dios. 6  Entonces el rey le dijo al hombre de Dios:
¡Apacigua al Señor tu Dios! ¡Ora por mí, para que se me cure el brazo!
El hombre de Dios suplicó al Señor, y al rey se le curó el brazo, quedándole como antes. 7  Luego el rey le dijo al hombre de Dios:
Ven a casa conmigo, y come algo; además, quiero hacerte un regalo.
8  Pero el hombre de Dios le respondió al rey:
Aunque usted me diera la mitad de sus posesiones, no iría a su casa. Aquí no comeré pan ni beberé agua, 9  porque así me lo ordenó el Señor. Me dijo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el mismo camino.
10  De modo que tomó un camino diferente al que había tomado para ir a Betel.
11  En ese tiempo vivía en Betel cierto profeta anciano. Sus hijos fueron a contarle[2] todo lo que el hombre de Dios había hecho allí aquel día, y lo que le había dicho al rey. 12  Su padre les preguntó:
¿Por dónde se fue?
Sus hijos le indicaron el camino que había tomado el hombre de Dios que había llegado de Judá, 13  y el padre les ordenó:
Aparéjenme un asno, para que lo monte.
Cuando el asno estuvo listo, el profeta anciano lo montó 14  y se fue tras el hombre de Dios. Lo encontró sentado debajo de una encina, y le preguntó:
¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá?
Sí, lo soy respondió.
15  Entonces el profeta le dijo:
Ven a comer a mi casa.
16  No puedo volver contigo ni acompañarte respondió el hombre de Dios; tampoco puedo comer pan ni beber agua contigo en este lugar, 17  pues el Señor me ha dado esta orden: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el mismo camino.
18  El anciano replicó:
También yo soy profeta, como tú. Y un ángel, obedeciendo a la palabra del Señor, me dijo: Llévalo a tu casa para que coma pan y beba agua.
Así lo engañó, 19  y el hombre de Dios volvió con él, y comió y bebió en su casa. 20  Mientras estaban sentados a la mesa, la palabra del Señor vino al profeta que lo había hecho volver. 21  Entonces el profeta le anunció al hombre de Dios que había llegado de Judá:
Así dice el Señor: Has desafiado la palabra del Señor y no has cumplido la orden que el Señor tu Dios te dio. 22  Has vuelto para comer pan y beber agua en el lugar donde él te dijo que no lo hicieras. Por lo tanto, no será sepultado tu cuerpo en la tumba de tus antepasados.
23  Cuando el hombre de Dios terminó de comer y beber, el profeta que lo había hecho volver le aparejó un asno, 24  y el hombre de Dios se puso en camino. Pero un león le salió al paso y lo mató, dejándolo tendido en el camino. Sin embargo, el león y el asno se quedaron junto al cuerpo. 25  Al ver el cuerpo tendido, y al león cuidando el cuerpo, los que pasaban por el camino llevaron la noticia a la ciudad donde vivía el profeta anciano.
26  Cuando el profeta que lo había hecho volver de su viaje se enteró de eso, dijo: "Ahí tienen al hombre de Dios que desafió la palabra del Señor. Por eso el Señor lo entregó al león, que lo ha matado y despedazado, como la palabra del Señor se lo había advertido."
27  Luego el profeta les dijo a sus hijos: "Aparéjenme el asno." En cuanto lo hicieron, 28  el profeta salió y encontró el cuerpo tendido en el camino, con el asno y el león junto a él. El león no se había comido el cadáver, ni había despedazado al asno. 29  Entonces el profeta levantó el cadáver del hombre de Dios, lo puso sobre el asno y se lo llevó de vuelta a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo. 30  Luego lo puso en la tumba de su propiedad, e hicieron duelo por él, clamando: "¡Ay, hermano mío!"
31  Después de enterrarlo, el profeta les dijo a sus hijos: "Cuando yo muera, entiérrenme en la misma tumba donde está enterrado el hombre de Dios, y pongan mis huesos junto a los suyos. 32  Porque ciertamente se cumplirá la sentencia que, en obediencia a la palabra del Señor, él pronunció contra el altar de Betel y contra todos los santuarios paganos que están en los montes de las ciudades de Samaria."
33  Con todo, Jeroboán no cambió su mala conducta, sino que una vez más puso como sacerdotes para los santuarios paganos a toda clase de gente. A cualquiera que deseaba ser sacerdote de esos santuarios, él lo consagraba como tal. 34  Esa conducta llevó a la dinastía de Jeroboán a pecar, y causó su caída y su desaparición de la faz de la tierra.

                         NOTAS:

1. 13:1 incienso. Alt. sacrificios; también en v. 2.
2. 13:11 Sus hijos fueron a contarle. Lit. Su hijo fue a contarle.

1 Reyes 14


Profecía de Ahías contra Jeroboán

1  En aquel tiempo se enfermó Abías hijo de Jeroboán, 2  y éste le dijo a su esposa: "Disfrázate para que nadie se dé cuenta de que eres mi esposa. Luego vete a Siló, donde está Ahías, el profeta que me anunció que yo sería rey de este pueblo. 3  Llévate diez panes, algunas tortas y un jarro de miel. Cuando llegues, él te dirá lo que va a pasar con nuestro hijo." 4  Así que la esposa de Jeroboán emprendió el viaje a Siló y fue a casa de Ahías.
Debido a su edad, Ahías había perdido la vista y estaba ciego. 5  Pero el Señor le había dicho: "La esposa de Jeroboán, haciéndose pasar por otra, viene a pedirte información acerca de su hijo, que está enfermo. Quiero que le des tal y tal respuesta." 6  Así que cuando Ahías oyó el sonido de sus pasos, se dirigió a la puerta y dijo: "Esposa de Jeroboán, ¿por qué te haces pasar por otra? Entra, que tengo malas noticias para ti. 7  Regresa a donde está Jeroboán y adviértele que así dice el Señor, Dios de Israel: Yo te levanté de entre mi pueblo Israel y te hice su gobernante. 8  Le quité el reino a la familia de David para dártelo a ti. Tú, sin embargo, no has sido como mi siervo David, que cumplió mis mandamientos y me siguió con todo el *corazón, haciendo solamente lo que me agrada. 9  Por el contrario, te has portado peor que todos los que vivieron antes de ti, al extremo de hacerte otros dioses, ídolos de metal; esto me enfurece, pues me has dado la espalda.
10  " Por eso voy a enviarle una desgracia a la familia de Jeroboán. De sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón,[1] esclavo o libre. Barreré la descendencia de Jeroboán como se barre el estiércol, hasta no dejar rastro. 11  A los que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo. ¡El Señor lo ha dicho!
12  "En cuanto a ti, vuelve a tu casa, pues cuando llegues a la ciudad, morirá el muchacho. 13  Entonces todos los israelitas harán duelo por él y lo sepultarán. De la familia de Jeroboán sólo él será sepultado, porque en esa familia sólo él ha complacido al Señor, Dios de Israel.
14  "El Señor levantará para sí un rey en Israel que exterminará a la familia de Jeroboán. De ahora en adelante 15[2]  el Señor sacudirá a los israelitas como el agua sacude las cañas. Los desarraigará de esta buena tierra que les dio a sus antepasados y los dispersará más allá del río Éufrates, porque se hicieron imágenes de la diosa *Aserá y provocaron así la ira del Señor. 16  Y el Señor abandonará a Israel por los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a los israelitas."
17  Entonces la esposa de Jeroboán se puso en marcha y regresó a Tirsá. En el momento en que atravesó el umbral de la casa, el muchacho murió. 18  Así que lo sepultaron, y todo Israel hizo duelo por él, según la palabra que el Señor había anunciado por medio de su siervo, el profeta Ahías.
19  Los demás acontecimientos del reinado de Jeroboán, sus batallas y su gobierno, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 20  Jeroboán reinó cuarenta y dos años. Cuando murió, su hijo Nadab lo sucedió en el trono.
Roboán, rey de Judá
21  Roboán hijo de Salomón fue rey de Judá. Tenía cuarenta y un años cuando ascendió al trono, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad donde, de entre todas las tribus de Israel, el Señor había decidido habitar. La madre de Roboán era una amonita llamada Noamá.
22  Los habitantes de Judá hicieron lo que ofende al Señor, y con sus pecados provocaron los celos del Señor más que sus antepasados. 23  Además, en todas las colinas y bajo todo árbol frondoso se construyeron *santuarios paganos, *piedras sagradas e imágenes de la diosa *Aserá. 24  Incluso se practicaba en el país la prostitución sagrada. El pueblo participaba en todas las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado del territorio de los israelitas.
25  Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén en el quinto año del reinado de Roboán, 26  y saqueó los tesoros del templo del Señor y del palacio real. Se lo llevó todo, aun los escudos de oro que Salomón había hecho. 27  Para reemplazarlos, el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaba la entrada del palacio real. 28  Siempre que el rey iba al templo del Señor, los guardias portaban los escudos, pero luego los devolvían a la sala de los centinelas.
29  Los demás acontecimientos del reinado de Roboán, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 30  Durante su reinado hubo guerra constante entre él y Jeroboán. 31  Cuando murió Roboán, hijo de la amonita llamada Noamá, fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, y su hijo Abías[3] lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 14:10 hasta el último varón. Lit. al que orina contra la pared; también en 1R 16:11; 21:21.
2. 14:14 De ahora en adelante. Lit. Éste es el día. ¿Y qué? Aun ahora.
3. 14:31 Abías (mss. hebreos y de LXX; también en 15:1,7,8; véase 2Cr 12:16); Abián (TM).

1 Reyes 15


Abías, rey de Judá

1  En el año dieciocho del reinado de Jeroboán hijo de Nabat, Abías ascendió al trono de Judá, 2  y reinó en Jerusalén tres años. Su madre era Macá hija de Abisalón.
3  Abías cometió todos los pecados que, antes de él, había cometido su padre, pues no siempre fue fiel al Señor su Dios como lo había sido su antepasado David. 4  No obstante, por consideración a David, el Señor su Dios mantuvo la lámpara de David encendida en Jerusalén, y le dio un hijo que lo sucediera, para fortalecer así a Jerusalén. 5  Porque David había hecho lo que agrada al Señor, y en toda su vida no había dejado de cumplir ninguno de los mandamientos del Señor, excepto en el caso de Urías el hitita.
6  Durante toda la vida de Abías hubo guerra entre Roboán y Jeroboán. 7  Los demás acontecimientos del reinado de Abías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. También hubo guerra entre Abías y Jeroboán. 8  Y Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David. Y su hijo Asá lo sucedió en el trono.
Asá, rey de Judá
9  En el año veinte de Jeroboán, rey de Israel, Asá ocupó el trono de Judá, 10  y reinó en Jerusalén cuarenta y un años. Su abuela[1] era Macá hija de Abisalón.
11  Asá hizo lo que agrada al Señor, como lo había hecho su antepasado David. 12  Expulsó del país a los que practicaban la prostitución sagrada y acabó con todos los ídolos que sus antepasados habían fabricado. 13  Hasta destituyó a su abuela Macá de su puesto como reina madre, porque ella se había hecho una escandalosa imagen de la diosa *Aserá. Asá derribó la imagen y la quemó en el arroyo de Cedrón. 14  Aunque no quitó los *santuarios paganos, Asá se mantuvo siempre fiel al Señor. 15  Además, llevó al templo del Señor el oro, la plata y los utensilios que él y su padre habían consagrado.
16  Durante los reinados de Asá y Basá, rey de Israel, hubo guerra entre ellos. 17  Basá, rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá para aislar totalmente a Asá, rey de Judá. 18  Entonces Asá tomó todo el oro y la plata que habían quedado en los tesoros del templo del Señor y de su propio palacio, y les encargó a sus funcionarios que se los llevaran a Ben Adad, hijo de Tabrimón y nieto de Hezión, rey de *Siria, que estaba gobernando en Damasco. Y le envió este mensaje: 19  "Hagamos tú y yo un tratado como el que antes hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío un presente de oro y plata. Anula tu tratado con Basá, rey de Israel, para que se marche de aquí."
20  Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y mandó a los jefes de su ejército para que atacaran las ciudades de Israel. Así conquistó Iyón, Dan, Abel Betmacá y todo Quinéret, además de Neftalí. 21  Cuando Basá se enteró, dejó de fortificar Ramá y se retiró a Tirsá. 22  Entonces el rey Asá movilizó a todo Judá, sin eximir a nadie, y se llevaron de Ramá las piedras y la madera con que Basá había estado fortificando la ciudad. Con ellas el rey Asá fortificó Gueba de Benjamín, y también Mizpa.
23  Los demás acontecimientos del reinado de Asá, y todo su poderío y todo lo que hizo, y lo que atañe a las ciudades que edificó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Sin embargo, en su vejez sufrió una enfermedad de los pies. 24  Luego Asá murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Josafat lo sucedió en el trono.
Nadab, rey de Israel
25  En el segundo año de Asá, rey de Judá, Nadab hijo de Jeroboán ascendió al trono de Israel y reinó allí dos años. 26  Pero Nadab hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de su padre, persistiendo en el mismo pecado con que éste hizo pecar a Israel.
27  Basá hijo de Ahías, de la tribu de Isacar, conspiró contra Nadab y lo derrotó en la ciudad filistea de Guibetón, a la que Nadab y todo Israel tenían sitiada. 28  En el tercer año de Asá, rey de Judá, Basá mató a Nadab y lo sucedió en el trono.
29  Tan pronto como comenzó a reinar, Basá mató a toda la familia de Jeroboán. No dejó vivo a ninguno de sus descendientes, sino que los eliminó a todos, según la palabra que el Señor dio a conocer por medio de su siervo Ahías el silonita. 30  Esto sucedió a raíz de los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a los israelitas, con lo que provocó la ira del Señor, Dios de Israel.
31  Los demás acontecimientos del reinado de Nadab, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 32  Durante los reinados de Asá de Judá y Basá de Israel, hubo guerra entre ellos.
Basá, rey de Israel
33  En el tercer año de Asá, rey de Judá, Basá hijo de Ahías ascendió al trono, y durante veinticuatro años reinó en Tirsá sobre todo Israel. 34  Basá hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán, persistiendo en el mismo pecado con que éste hizo pecar a Israel.

                         NOTAS:

1. 15:10 abuela. Lit. madre; también en v. 13.

1 Reyes 16

1  En aquel tiempo la palabra del Señor vino a Jehú hijo de Jananí y le dio este mensaje contra Basá: 2  "Yo te levanté del polvo y te hice gobernante de mi pueblo Israel, pero tú seguiste el mal ejemplo de Jeroboán e hiciste que mi pueblo Israel pecara y provocara así mi enojo. 3  Por eso estoy a punto de aniquilarte y de hacer con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboán hijo de Nabat. 4  A los que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo."
5  Los demás acontecimientos del reinado de Basá, y lo que hizo y atañe a sus obras, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 6  Basá murió y fue sepultado en Tirsá. Y su hijo Elá lo sucedió en el trono.
7  Además, por medio del profeta Jehú hijo de Jananí la palabra del Señor vino contra Basá y su familia, debido a todas las ofensas que éste había cometido contra el Señor, provocando así su ira. Y aunque destruyó a la familia de Jeroboán, llegó a ser semejante a ésta por las obras que hizo.
Elá, rey de Israel
8  En el año veintiséis de Asá, rey de Judá, Elá hijo de Basá ascendió al trono de Israel, y reinó dos años en Tirsá. 9  Pero conspiró contra él Zimri, uno de sus funcionarios, que tenía el mando de la mitad de sus carros de combate. Estaba Elá en Tirsá, emborrachándose en la casa de Arsá, administrador de su palacio. 10  En ese momento irrumpió Zimri y lo hirió de muerte, y lo suplantó en el trono. Era el año veintisiete de Asá, rey de Judá.
11  Tan pronto como Zimri usurpó el trono, eliminó a toda la familia de Basá. Exterminó hasta el último varón, fuera pariente o amigo. 12  Así aniquiló a toda la familia de Basá, conforme a la palabra que el Señor había anunciado contra Basá por medio del profeta Jehú. 13  Esto sucedió a raíz de todos los pecados que Basá y su hijo Elá cometieron e hicieron cometer a los israelitas, provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel.
14  Los demás acontecimientos del reinado de Elá, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
Zimri, rey de Israel
15  En el año veintisiete de Asá, rey de Judá, mientras el ejército estaba acampado contra la ciudad filistea de Guibetón, Zimri reinó en Tirsá siete días. 16  El mismo día en que las tropas oyeron decir que Zimri había conspirado contra el rey y lo había asesinado, allí mismo en el campamento todo Israel proclamó como rey de Israel a Omrí, el jefe del ejército. 17  Entonces Omrí y todos los israelitas que estaban con él se retiraron de Guibetón y sitiaron Tirsá. 18  Cuando Zimri vio que la ciudad estaba a punto de caer, se metió en la torre del palacio real y le prendió fuego. Así murió 19  por los pecados que había cometido, pues hizo lo que ofende al Señor, siguiendo el mal ejemplo de Jeroboán y persistiendo en el mismo pecado con que éste hizo pecar a Israel.
20  Los demás acontecimientos del reinado de Zimri, incluso lo que atañe a su rebelión, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
Omrí, rey de Israel
21  Entonces el pueblo de Israel se dividió en dos facciones: la mitad respaldaba como rey a Tibni hijo de Guinat, y la otra, a Omrí. 22  Pero los partidarios de Omrí derrotaron a los de Tibni, el cual murió en la contienda. Así fue como Omrí ascendió al trono.
23  En el año treinta y uno de Asá, rey de Judá, Omrí ascendió al trono de Israel, y reinó doce años, seis de ellos en Tirsá. 24  A un cierto Sémer le compró el cerro de Samaria por sesenta y seis kilos[1] de plata, y allí construyó una ciudad. En honor a Sémer, nombre del anterior propietario del cerro, la llamó Samaria.
25  Pero Omrí hizo lo que ofende al Señor y pecó más que todos los reyes que lo precedieron. 26  Siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat, persistiendo en el mismo pecado con que éste hizo pecar a Israel y provocando con sus ídolos inútiles la ira del Señor, Dios de Israel.
27  Los demás acontecimientos del reinado de Omrí, incluso lo que atañe a las proezas que realizó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 28  Omrí murió y fue sepultado en Samaria. Y su hijo Acab lo sucedió en el trono.
Acab, rey de Israel
29  En el año treinta y ocho de Asá, rey de Judá, Acab hijo de Omrí ascendió al trono, y reinó sobre Israel en Samaria veintidós años. 30  Acab hijo de Omrí hizo lo que ofende al Señor, más que todos los reyes que lo precedieron. 31  Como si hubiera sido poco el cometer los mismos pecados de Jeroboán hijo de Nabat, también se casó con Jezabel hija de Et Baal, rey de los sidonios, y se dedicó a servir a *Baal y a adorarlo. 32  Le erigió un altar en el templo que le había construido en Samaria, 33  y también fabricó una imagen de la diosa *Aserá. En fin, hizo más para provocar la ira del Señor, Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que lo precedieron.
34  En tiempos de Acab, Jiel de Betel reconstruyó Jericó. Echó los cimientos al precio de la vida de Abirán, su hijo mayor, y puso las *puertas al precio de la vida de Segub, su hijo menor, según la palabra que el Señor había dado a conocer por medio de Josué hijo de Nun.

                         NOTAS:

1. 16:24 sesenta y seis kilos. Lit. dos *talentos.

1 Reyes 17


Elías es alimentado por los cuervos

1  Ahora bien, Elías, el de Tisbé[1] de Galaad, fue a decirle a Acab: "Tan cierto como que vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo, te juro que no habrá rocío ni lluvia en los próximos años, hasta que yo lo ordene."
2  Entonces la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: 3  "Sal de aquí hacia el oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, al este del Jordán. 4  Beberás agua del arroyo, y yo les ordenaré a los cuervos que te den de comer allí." 5  Así que Elías se fue al arroyo de Querit, al este del Jordán, y allí permaneció, conforme a la palabra del Señor. 6  Por la mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne, y bebía agua del arroyo.


La viuda de Sarepta

7  Algún tiempo después, se secó el arroyo porque no había llovido en el país. 8  Entonces la palabra del Señor vino a él y le dio este mensaje: 9  "Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese lugar le he ordenado darte de comer." 10  Así que Elías se fue a Sarepta. Al llegar a la *puerta de la ciudad, encontró a una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:
Por favor, tráeme una vasija con un poco de agua para beber.
11  Mientras ella iba por el agua, él volvió a llamarla y le pidió:
Tráeme también, por favor, un pedazo de pan.
12  Tan cierto como que vive el Señor tu Dios respondió ella, no me queda ni un pedazo de pan; sólo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en el jarro. Precisamente estaba recogiendo unos leños para llevármelos a casa y hacer una comida para mi hijo y para mí. ¡Será nuestra última comida antes de morirnos de hambre!
13  No temas le dijo Elías. Vuelve a casa y haz lo que pensabas hacer. Pero antes prepárame un panecillo con lo que tienes, y tráemelo; luego haz algo para ti y para tu hijo. 14  Porque así dice el Señor, Dios de Israel: No se agotará la harina de la tinaja ni se acabará el aceite del jarro, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra.
15  Ella fue e hizo lo que le había dicho Elías, de modo que cada día hubo comida para ella y su hijo, como también para Elías. 16  Y tal como la palabra del Señor lo había anunciado por medio de Elías, no se agotó la harina de la tinaja ni se acabó el aceite del jarro.
17  Poco después se enfermó el hijo de aquella viuda, y tan grave se puso que finalmente expiró. 18  Entonces ella le reclamó a Elías:
¿Por qué te entrometes, hombre de Dios? ¡Viniste a recordarme mi pecado y a matar a mi hijo!
19  Dame a tu hijo contestó Elías.
Y arrebatándoselo del regazo, Elías lo llevó al cuarto de arriba, donde estaba alojado, y lo acostó en su propia cama. 20  Entonces clamó: "Señor mi Dios, ¿también a esta viuda, que me ha dado alojamiento, la haces sufrir matándole a su hijo?" 21  Luego se tendió tres veces sobre el muchacho y clamó: "¡Señor mi Dios, devuélvele la *vida a este muchacho!"
22  El Señor oyó el clamor de Elías, y el muchacho volvió a la vida. 23  Elías tomó al muchacho y lo llevó de su cuarto a la planta baja. Se lo entregó a su madre y le dijo:
¡Tu hijo vive! ¡Aquí lo tienes!
24  Entonces la mujer le dijo a Elías:
Ahora sé que eres un hombre de Dios, y que lo que sale de tu boca es realmente la palabra del Señor.

                         NOTAS:

1. 17:1 de Tisbé. Alt. de los pobladores.

1 Reyes 18


Elías y Abdías

1  Después de un largo tiempo, en el tercer año, la palabra del Señor vino a Elías y le dio este mensaje: "Ve y preséntate ante Acab, que voy a enviar lluvia sobre la tierra." 2  Así que Elías se puso en camino para presentarse ante Acab.
En Samaria había mucha hambre. 3  Por lo tanto, Acab mandó llamar a Abdías, quien administraba su palacio y veneraba al Señor. 4  Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber. 5  Acab instruyó a Abdías: "Recorre todo el país en busca de fuentes y ríos. Tal vez encontremos pasto para mantener vivos los caballos y las mulas, y no perdamos nuestras bestias." 6  Así que se dividieron la tierra que iban a recorrer: Acab se fue en una dirección, y Abdías en la otra.
7  Abdías iba por su camino cuando Elías le salió al encuentro. Al reconocerlo, Abdías se postró rostro en tierra y le preguntó:
Mi señor Elías, ¿de veras es usted?
8  Sí, soy yo le respondió. Ve a decirle a tu amo que aquí estoy.
9  ¿Qué mal ha hecho este servidor suyo preguntó Abdías, para que usted me entregue a Acab y él me mate? 10  Tan cierto como que vive el Señor su Dios, que no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarlo. Y a quienes afirmaban que usted no estaba allí, él los hacía jurar que no lo habían encontrado. 11  ¿Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí? 12  ¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido fiel al Señor desde mi juventud. 13  ¿No le han contado a mi señor lo que hice cuando Jezabel estaba matando a los profetas del Señor? ¡Pues escondí a cien de los profetas del Señor en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les di de comer y de beber! 14  ¡Y ahora usted me ordena que vaya a mi amo y le diga que usted está aquí! ¡De seguro me matará!
15  Elías le respondió:
Tan cierto como que vive el Señor *Todopoderoso, a quien sirvo, te aseguro que hoy me presentaré ante Acab.


Elías en el monte Carmelo

16  Abdías fue a buscar a Acab y le informó de lo sucedido, así que éste fue al encuentro de Elías 17  y, cuando lo vio, le preguntó:
¿Eres tú el que le está causando problemas a Israel?
18  No soy yo quien le está causando problemas a Israel respondió Elías. Quienes se los causan son tú y tu familia, porque han abandonado los mandamientos del Señor y se han ido tras los *baales. 19  Ahora convoca de todas partes al pueblo de Israel, para que se reúna conmigo en el monte Carmelo con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de la diosa *Aserá que se sientan a la mesa de Jezabel.
20  Acab convocó en el monte Carmelo a todos los israelitas y a los profetas. 21  Elías se presentó ante el pueblo y dijo:
¿Hasta cuándo van a seguir indecisos?[1] Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero si es Baal, síganlo a él.
El pueblo no dijo una sola palabra. 22  Entonces Elías añadió:
Yo soy el único que ha quedado de los profetas del Señor; en cambio, Baal cuenta con cuatrocientos cincuenta profetas. 23  Tráigannos dos bueyes. Que escojan ellos uno, y lo descuarticen y pongan los pedazos sobre la leña, pero sin prenderle fuego. Yo prepararé el otro buey y lo pondré sobre la leña, pero tampoco le prenderé fuego. 24  Entonces invocarán ellos el *nombre de su dios, y yo invocaré el nombre del Señor. ¡El que responda con fuego, ése es el Dios verdadero!
Y todo el pueblo estuvo de acuerdo.
25  Entonces Elías les dijo a los profetas de Baal:
Ya que ustedes son tantos, escojan uno de los bueyes y prepárenlo primero. Invoquen luego el nombre de su dios, pero no prendan fuego.
26  Los profetas de Baal tomaron el buey que les dieron y lo prepararon, e invocaron el nombre de su dios desde la mañana hasta el mediodía.
¡Baal, respóndenos! gritaban, mientras daban brincos alrededor del altar que habían hecho.
Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió. 27  Al mediodía Elías comenzó a burlarse de ellos:
¡Griten más fuerte! les decía. Seguro que es un dios, pero tal vez esté meditando, o esté ocupado o de viaje. ¡A lo mejor se ha quedado dormido y hay que despertarlo!
28  Comenzaron entonces a gritar más fuerte y, como era su costumbre, se cortaron con cuchillos y dagas hasta quedar bañados en sangre. 29  Pasó el mediodía, y siguieron con su espantosa algarabía hasta la hora del sacrificio vespertino. Pero no se escuchó nada, pues nadie respondió ni prestó atención.
30  Entonces Elías le dijo a todo el pueblo:
¡Acérquense!
Así lo hicieron. Como el altar del Señor estaba en ruinas, Elías lo reparó. 31  Luego recogió doce piedras, una por cada tribu descendiente de Jacob, a quien el Señor le había puesto por nombre Israel. 32  Con las piedras construyó un altar en honor del Señor, y alrededor cavó una zanja en que cabían quince litros[2] de cereal. 33  Colocó la leña, descuartizó el buey, puso los pedazos sobre la leña 34  y dijo:
Llenen de agua cuatro cántaros, y vacíenlos sobre el *holocausto y la leña.
Luego dijo:
Vuelvan a hacerlo.
Y así lo hicieron.
¡Háganlo una vez más! les ordenó.
Y por tercera vez vaciaron los cántaros. 35  El agua corría alrededor del altar hasta llenar la zanja.
36  A la hora del sacrificio vespertino, el profeta Elías dio un paso adelante y oró así: "Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que todos sepan hoy que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo y he hecho todo esto en obediencia a tu palabra. 37  ¡Respóndeme, Señor, respóndeme, para que esta gente reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que estás convirtiendo a ti su *corazón!"
38  En ese momento cayó el fuego del Señor y quemó el holocausto, la leña, las piedras y el suelo, y hasta lamió el agua de la zanja. 39  Cuando todo el pueblo vio esto, se postró y exclamó: "¡El Señor es Dios, el Dios verdadero!"
40  Luego Elías les ordenó:
¡Agarren a los profetas de Baal! ¡Que no escape ninguno!
Tan pronto como los agarraron, Elías hizo que los bajaran al arroyo Quisón, y allí los ejecutó. 41  Entonces Elías le dijo a Acab:
Anda a tu casa, y come y bebe, porque ya se oye el ruido de un torrentoso aguacero.
42  Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso el rostro entre las rodillas.
43  Ve y mira hacia el mar le ordenó a su criado.
El criado fue y miró, y dijo:
No se ve nada.
Siete veces le ordenó Elías que fuera a ver, 44  y la séptima vez el criado le informó:
Desde el mar viene subiendo una nube. Es tan pequeña como una mano.
Entonces Elías le ordenó:
Ve y dile a Acab: Engancha el carro y vete antes de que la lluvia te detenga.
45  Las nubes fueron oscureciendo el cielo; luego se levantó el viento y se desató una fuerte lluvia. Pero Acab se fue en su carro hacia Jezrel. 46  Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien ajustándose el manto con el cinturón, echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab.

                         NOTAS:

1. 18:21 seguir indecisos. Lit. estar cojeando con dos muletas.
2. 18:32 quince litros. Lit. dos *seah.

1 Reyes 19


Elías huye a Horeb

1  Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había matado a todos los profetas a filo de espada. 2  Entonces Jezabel envió un mensajero a que le dijera a Elías: "¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la *vida como tú se la quitaste a ellos!"
3  Elías se asustó[1] y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado 4  y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto,[2] y se sentó a su sombra con ganas de morirse. "¡Estoy harto, Señor! protestó. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados." 5  Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido.
De repente, un ángel lo tocó y le dijo: "Levántate y come." 6  Elías miró a su alrededor, y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes, y un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse.
7  El ángel del Señor regresó y, tocándolo, le dijo: "Levántate y come, porque te espera un largo viaje." 8  Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios. 9  Allí pasó la noche en una cueva.


El Señor se le aparece a Elías
Más tarde, la palabra del Señor vino a él.
¿Qué haces aquí, Elías? le preguntó.
10  Me consume mi amor[3] por ti, Señor Dios *Todopoderoso respondió él. Los israelitas han rechazado tu *pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!
11  El Señor le ordenó:
Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí.
Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. 12  Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. 13  Cuando Elías lo oyó, se cubrió el rostro con el manto y, saliendo, se puso a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le dijo:
¿Qué haces aquí, Elías?
14  Él respondió:
Me consume mi amor por ti, Señor, Dios Todopoderoso. Los israelitas han rechazado tu pacto, han derribado tus altares, y a tus profetas los han matado a filo de espada. Yo soy el único que ha quedado con vida, ¡y ahora quieren matarme a mí también!
15  El Señor le dijo:
Regresa por el mismo camino, y ve al desierto de Damasco. Cuando llegues allá, unge a Jazael como rey de *Siria, 16  y a Jehú hijo de Nimsi como rey de Israel; unge también a Eliseo hijo de Safat, de Abel Mejolá, para que te suceda como profeta. 17  Jehú dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jazael, y Eliseo dará muerte a cualquiera que escape de la espada de Jehú. 18  Sin embargo, yo preservaré a siete mil israelitas que no se han arrodillado ante *Baal ni lo han besado.


El llamamiento de Eliseo

19  Elías salió de allí y encontró a Eliseo hijo de Safat, que estaba arando. Había doce yuntas de bueyes en fila, y él mismo conducía la última. Elías pasó junto a Eliseo y arrojó su manto sobre él. 20  Entonces Eliseo dejó sus bueyes y corrió tras Elías.
Permítame usted despedirme de mi padre y de mi madre con un beso dijo él, y luego lo seguiré.
Anda, ve respondió Elías. Yo no te lo voy a impedir.[4]
21  Eliseo lo dejó y regresó. Tomó su yunta de bueyes y los sacrificó. Quemando la madera de la yunta, asó la carne y se la dio al pueblo, y ellos comieron. Luego partió para seguir a Elías y se puso a su servicio.

                         NOTAS:

1. 19:3 se asustó. Alt. vio.
2. 19:4 un arbusto. Lit. una *retama; también en v. 5.
3. 19:10 amor. Alt. celo; también en v. 14.
4. 19:20 Yo no te lo voy a impedir. Alt. Pero recuerda lo que he hecho por ti.

1 Reyes 20


Ben Adad ataca a Samaria

1  Entonces Ben Adad, rey de *Siria, reunió a todo su ejército y, acompañado por treinta y dos reyes con sus caballos y carros de combate, salió a hacerle guerra a Samaria, y la sitió. 2  Envió a la ciudad mensajeros para que le dijeran a Acab, rey de Israel: "Así dice Ben Adad: 3  Tu oro y tu plata son míos, lo mismo que tus mujeres y tus hermosos hijos. "
4  El rey de Israel envió esta respuesta: "Tal como dices, mi señor y rey, yo soy tuyo, con todo lo que tengo."
5  Los mensajeros volvieron a Acab y le dijeron: "Así dice Ben Adad: Mandé a decirte que me entregaras tu oro y tu plata, tus esposas y tus hijos. 6  Por tanto, mañana como a esta hora voy a enviar a mis funcionarios a requisar tu palacio y las casas de tus funcionarios, y se apoderarán de todo lo que más valoras y se lo llevarán. "
7  El rey de Israel mandó llamar a todos los *ancianos del país y les dijo:
¡Miren cómo ese tipo nos quiere causar problemas! Cuando mandó que le entregara mis esposas y mis hijos, mi oro y mi plata, no se los negué.
8  Los ancianos y todos los del pueblo respondieron:
No le haga caso, Su Majestad, ni ceda a sus exigencias.
9  Así que Acab les respondió a los mensajeros de Ben Adad:
Díganle a mi señor y rey: Yo, tu servidor, haré todo lo que me pediste la primera vez, pero no puedo satisfacer esta nueva exigencia.
Ellos regresaron a Ben Adad con esa respuesta. 10  Entonces Ben Adad le envió otro mensaje a Acab: "Que los dioses me castiguen sin piedad si queda en Samaria el polvo suficiente para que mis hombres se lleven un puñado."
11  Pero el rey de Israel respondió: "Díganle que no cante victoria antes de tiempo."[1]
12  Cuando Ben Adad recibió este mensaje, estaba bebiendo con los reyes en su campamento.[2] De inmediato les ordenó a sus tropas: "¡A las armas!" Así que se prepararon para atacar la ciudad.


Acab derrota a Ben Adad

13  Mientras tanto, un profeta se presentó ante Acab, rey de Israel, y le anunció:
Así dice el Señor: ¿Ves ese enorme ejército? Hoy lo entregaré en tus manos, y entonces sabrás que yo soy el Señor.
14  ¿Por medio de quién lo hará? preguntó Acab.
Así dice el Señor respondió el profeta: Lo haré por medio de los cadetes.[3]
¿Y quién iniciará el combate? insistió Acab.
Tú mismo respondió el profeta.
15  Así que Acab pasó revista a los cadetes, que sumaban doscientos treinta y dos hombres. También pasó revista a las demás tropas israelitas: siete mil en total. 16  Se pusieron en marcha al mediodía, mientras Ben Adad y los treinta y dos reyes aliados que estaban con él seguían emborrachándose en su campamento.
17  Los cadetes formaban la vanguardia. Cuando los exploradores que Ben Adad había enviado le informaron que unos soldados estaban avanzando desde Samaria, 18  ordenó: "¡Captúrenlos vivos, sea que vengan en son de paz o en son de guerra!"
19  Los cadetes salieron de la ciudad al frente del ejército. 20  Cada soldado abatió a su adversario, y los *sirios tuvieron que huir. Los israelitas los persiguieron, pero Ben Adad, rey de Siria, escapó a caballo con algunos de sus jinetes. 21  El rey de Israel avanzó y abatió a la caballería, de modo que los sirios sufrieron una gran derrota.
22  Más tarde, el profeta se presentó ante el rey de Israel y le dijo: "No se duerma usted en sus laureles;[4] trace un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar."
23  Por otra parte, los funcionarios del rey de Siria le aconsejaron: "Los dioses de los israelitas son dioses de las montañas. Por eso son demasiado fuertes para nosotros. Pero si peleamos contra ellos en las llanuras, sin duda los venceremos. 24  Haga usted lo siguiente: Destituya a todos los reyes y reemplácelos por otros funcionarios. 25  Prepare usted también un ejército como el que perdió, caballo por caballo y carro por carro, para atacar a Israel en las llanuras. ¡Sin duda los venceremos!"
Ben Adad estuvo de acuerdo, y así lo hizo. 26  Al año siguiente, pasó revista a las tropas sirias y marchó a Afec para atacar a Israel. 27  Acab, por su parte, pasó revista a las tropas israelitas y las aprovisionó. Éstas se pusieron en marcha para salir al encuentro de los sirios, y acamparon frente a ellos. Parecían un pequeño rebaño de cabras, mientras que los sirios cubrían todo el campo.
28  El hombre de Dios se presentó ante el rey de Israel y le dijo: "Así dice el Señor: Por cuanto los sirios piensan que el Señor es un dios de las montañas y no un dios de los valles, yo te voy a entregar este enorme ejército en tus manos, y así sabrás que yo soy el Señor. "
29  Siete días estuvieron acampados los unos frente a los otros, y el séptimo día se desató el combate. En un solo día los israelitas le causaron cien mil bajas a la infantería siria. 30  Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos.
Ben Adad, que también se había escapado a la ciudad, andaba de escondite en escondite. 31  Entonces sus funcionarios le dijeron: "Hemos oído decir que los reyes del linaje de Israel son compasivos. Rindámonos ante el rey de Israel y pidámosle perdón.[5] Tal vez le perdone a usted la *vida."
32  Se presentaron entonces ante el rey de Israel, se rindieron ante él y le rogaron:
Su siervo Ben Adad dice: Por favor, perdóname la vida.
¿Todavía está vivo? preguntó el rey. ¡Pero si es mi hermano!
33  Los hombres tomaron esa respuesta como un buen augurio y, aprovechando la ocasión, exclamaron:
¡Claro que sí, Ben Adad es su hermano!
Vayan por él dijo el rey.
Cuando Ben Adad se presentó ante Acab, éste lo hizo subir a su carro de combate. Entonces Ben Adad le propuso:
34  Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, y podrás establecer zonas de mercado en Damasco, como lo hizo mi padre en Samaria.
Acab le respondió:
Sobre esa base, te dejaré en libertad.
Y así firmó un tratado con él, y lo dejó ir.


Un profeta condena a Acab

35  En obediencia a la palabra del Señor, un miembro de la comunidad de profetas le dijo a otro:
¡Golpéame!
Pero aquél se negó a hacerlo.
36  Entonces el profeta dijo:
Por cuanto no has obedecido al Señor, tan pronto como nos separemos te matará un león.
Y después de que el profeta se fue, un león le salió al paso y lo mató.
37  Más adelante, el mismo profeta encontró a otro hombre y le dijo: "¡Golpéame!" Así que el hombre lo golpeó y lo hirió. 38  Luego el profeta salió a esperar al rey a la vera del camino, cubierto el rostro con un antifaz. 39  Cuando pasaba el rey, el profeta le gritó:
Este servidor de Su Majestad entró en lo más reñido de la batalla. Allí alguien se me presentó con un prisionero y me dijo: Hazte cargo de este hombre. Si se te escapa, pagarás su *vida con la tuya, o con tres mil monedas[6] de plata. 40  Mientras este servidor de Su Majestad estaba ocupado en otras cosas, el hombre se escapó.
¡Ésa es tu sentencia! respondió el rey de Israel. Tú mismo has tomado la decisión.
41  En el acto, el profeta se quitó el antifaz, y el rey de Israel se dio cuenta de que era uno de los profetas. 42  Y le dijo al rey:
Así dice el Señor: Has dejado en libertad a un hombre que yo había condenado a muerte.[7] Por lo tanto, pagarás su vida con la tuya, y su pueblo con el tuyo.
43  Entonces el rey de Israel, deprimido y malhumorado, volvió a su palacio en Samaria.

                         NOTAS:

1. 20:11 que no cante ... de tiempo. Lit. no ha de jactarse el que se pone la armadura sino el que se la quita.
2. 20:12 en su campamento. Alt. en Sucot; también en v. 16.
3. 20:14 los cadetes. Lit. los jóvenes de los jefes provinciales; también en vv. 15,17 y 19.
4. 20:22 No se duerma usted en sus laureles. Lit. Vaya y fortalézcase.
5. 20:31 Rindámonos ... perdón. Lit. Pongámonos *cilicio en la cintura y sogas en la cabeza y vayamos al rey de Israel.
6. 20:39 tres mil monedas. Lit. un *talento.
7. 20:42 un hombre ... muerte. Lit. al hombre de mi *destrucción.

1 Reyes 21


El viñedo de Nabot

1  Un tiempo después sucedió lo siguiente: Nabot el jezrelita tenía un viñedo en Jezrel, el cual colindaba con el palacio de Acab, rey de Samaria. 2  Éste le dijo a Nabot:
Dame tu viñedo para hacerme una huerta de hortalizas, ya que está tan cerca de mi palacio. A cambio de él te daré un viñedo mejor o, si lo prefieres, te pagaré lo que valga.
3  Pero Nabot le respondió:
El Señor prohíbe que yo le venda a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados.
4  Acab se fue a su casa deprimido y malhumorado porque Nabot el jezrelita le había dicho: "No puedo cederle a Su Majestad lo que heredé de mis antepasados." De modo que se acostó de cara a la pared, y no quiso comer. 5  Su esposa Jezabel entró y le preguntó:
¿Por qué estás tan deprimido que ni comer quieres?
6  Porque le dije a Nabot el jezrelita que me vendiera su viñedo o que, si lo prefería, se lo cambiaría por otro; pero él se negó.
7  Ante esto, Jezabel su esposa le dijo:
¿Y no eres tú quien manda en Israel? ¡Anda, levántate y come, que te hará bien! Yo te conseguiré el viñedo del tal Nabot.
8  De inmediato escribió cartas en nombre de Acab, puso en ellas el sello del rey, y las envió a los *ancianos y nobles que vivían en la ciudad de Nabot. 9  En las cartas decía:

"Decreten un día de ayuno, y den a Nabot un lugar prominente en la asamblea del pueblo. 10  Pongan frente a él a dos sinvergüenzas y háganlos testificar que él ha maldecido tanto a Dios como al rey. Luego sáquenlo y mátenlo a pedradas."

11  Los ancianos y nobles que vivían en esa ciudad acataron lo que Jezabel había ordenado en sus cartas. 12  Decretaron un día de ayuno y le dieron a Nabot un lugar prominente en la asamblea. 13  Llegaron los dos sinvergüenzas, se sentaron frente a él y lo acusaron ante el pueblo, diciendo: "¡Nabot ha maldecido a Dios y al rey!" Como resultado, la gente lo llevó fuera de la ciudad y lo mató a pedradas. 14  Entonces le informaron a Jezabel: "Nabot ha sido apedreado, y está muerto."
15  Tan pronto como Jezabel se enteró de que Nabot había muerto a pedradas, le dijo a Acab: "¡Vamos! Toma posesión del viñedo que Nabot el jezrelita se negó a venderte. Ya no vive; está muerto." 16  Cuando Acab se enteró de que Nabot había muerto, fue a tomar posesión del viñedo.
17  Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: 18  "Ve a encontrarte con Acab, rey de Israel, que gobierna en Samaria. En este momento se encuentra en el viñedo de Nabot, tomando posesión del mismo. 19  Dile que así dice el Señor: ¿No has asesinado a un hombre, y encima te has adueñado de su propiedad? Luego dile que así también dice el Señor: ¡En el mismo lugar donde los perros lamieron la sangre de Nabot, lamerán también tu propia sangre! "
20  Acab le respondió a Elías:
¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado?
Sí contestó Elías, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende al Señor, 21  quien ahora te dice: Voy a enviarte una desgracia. Acabaré contigo, y de tus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón, esclavo o libre. 22  Haré con tu familia lo mismo que hice con la de Jeroboán hijo de Nabat y con la de Basá hijo de Ahías, porque has provocado mi ira y has hecho que Israel peque. 23  Y en cuanto a Jezabel, el Señor dice: Los perros se la comerán junto al muro[1] de Jezrel. 24  También a los familiares de Acab que mueran en la ciudad se los comerán los perros, y a los que mueran en el campo se los comerán las aves del cielo.
25  Nunca hubo nadie como Acab que, animado por Jezabel su esposa, se prestara para hacer lo que ofende al Señor. 26  Su conducta fue repugnante, pues siguió a los ídolos, como lo habían hecho los amorreos, a quienes el Señor expulsó de la presencia de Israel.
27  Cuando Acab escuchó estas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y ayunó. Dormía vestido así, y andaba deprimido. 28  Entonces la palabra del Señor vino a Elías el tisbita y le dio este mensaje: 29  "¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí? Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo."

                         NOTAS:

1. 21:23 muro (mss. hebreos); campo (TM).

1 Reyes 22


Micaías profetiza contra Acab

1  Durante tres años no hubo guerra entre *Siria e Israel. 2  Pero en el tercer año Josafat, rey de Judá, fue a ver al rey de Israel, 3  el cual dijo a sus funcionarios: "¿No saben que Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Y no hemos hecho nada para obligar al rey de Siria a que nos la devuelva!"
4  Así que le preguntó a Josafat:
¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad?
Josafat le respondió al rey de Israel:
Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo y mis caballos. 5  Pero antes que nada, consultemos al Señor añadió.
6  Así que el rey de Israel reunió a los profetas, que eran casi cuatrocientos, y les preguntó:
¿Debo ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?
Vaya, Su Majestad contestaron ellos, porque el Señor la entregará en sus manos.
7  Pero Josafat inquirió:
¿No hay aquí un profeta del Señor a quien podamos consultar?
8  El rey de Israel le respondió:
Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; sólo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá.
No digas eso replicó Josafat.
9  Entonces el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le ordenó:
¡Traigan de inmediato a Micaías hijo de Imlá!
10  El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos con su ropaje real y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a la *entrada de Samaria, con todos los que profetizaban en presencia de ellos. 11  Sedequías hijo de Quenaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, anunció: "Así dice el Señor: Con estos cuernos atacarás a los sirios hasta aniquilarlos. " 12  Y los demás profetas vaticinaban lo mismo: "Ataque Su Majestad a Ramot de Galaad, y vencerá, porque el Señor la entregará en sus manos."
13  Ahora bien, el mensajero que había ido a llamar a Micaías le advirtió:
Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey. Habla favorablemente, para que tu mensaje concuerde con el de ellos.
14  Pero Micaías repuso:
Tan cierto como que vive el Señor, ten la seguridad de que yo le anunciaré al rey lo que el Señor me diga.
15  Cuando compareció ante el rey, éste le preguntó:
Micaías, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?
Ataque, Su Majestad, que vencerá contestó él, porque el Señor la entregará en sus manos.
16  El rey le reclamó:
¿Cuántas veces debo hacerte jurar que no me digas nada más que la verdad en el *nombre del Señor?
17  Ante esto, Micaías concedió:
Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sin *pastor. Y el Señor dijo: Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa en *paz!
18  El rey de Israel le dijo a Josafat:
¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que sólo me anuncia desastres?
19  Micaías prosiguió:
Por lo tanto, oiga usted la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda. 20  Y el Señor dijo: ¿Quién seducirá a Acab para que ataque a Ramot de Galaad y vaya a morir allí? Uno sugería una cosa, y otro sugería otra. 21  Por último, un espíritu se adelantó, se puso delante del Señor y dijo: Yo lo seduciré. 22  ¿Por qué medios?, preguntó el Señor. Y aquel espíritu respondió: Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de todos sus profetas. Entonces el Señor ordenó: Ve y hazlo así, que tendrás éxito en seducirlo. 23  Así que ahora el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de todos esos profetas de Su Majestad. El Señor ha decretado para usted la calamidad.
24  Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaná se levantó y le dio una bofetada a Micaías.
¿Por dónde se fue el espíritu[1] del Señor cuando salió de mí para hablarte? le preguntó.
25  Micaías contestó:
Lo sabrás el día en que andes de escondite en escondite.
26  Entonces el rey de Israel ordenó:
Tomen a Micaías y llévenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, mi hijo. 27  Díganles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos.
28  Micaías manifestó:
Si regresas sin contratiempos, el Señor no ha hablado por medio de mí. ¡Tomen nota todos ustedes de lo que estoy diciendo!


Muerte de Acab

29  El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad. 30  Allí el rey de Israel le dijo a Josafat: "Yo entraré a la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tu ropaje real." Así que el rey de Israel se disfrazó y entró al combate.
31  Pero el rey de *Siria les había ordenado a sus treinta y dos capitanes de los carros de combate: "No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel." 32  Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron: "Sin duda, éste es el rey de Israel." Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó. 33  Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.
34  Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: "Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido." 35  Todo el día arreció la batalla, y al rey se le mantuvo de pie en su carro, frente a los sirios. Pero la sangre de su herida no dejaba de correr por el piso del carro, y esa misma tarde Acab murió. 36  Ya se ponía el sol cuando por todo el ejército se difundió un clamor: "Cada hombre a su ciudad; ¡todo el mundo a su tierra!"
37  Así que el rey murió, y fue llevado a Samaria, donde lo sepultaron. 38  Lavaron el carro en un estanque de Samaria, donde se bañaban las prostitutas, y los perros lamieron la sangre, tal como lo había declarado la palabra del Señor.
39  Los demás acontecimientos del reinado de Acab, incluso todo lo que hizo, el palacio que construyó e incrustó de marfil, y las ciudades que fortificó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 40  Acab murió, y su hijo Ocozías lo sucedió en el trono.
Josafat, rey de Judá
41  Josafat hijo de Asá ascendió al trono de Judá en el cuarto año de Acab, rey de Israel. 42  Josafat tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. El nombre de su madre era Azuba hija de Siljí. 43  Siempre siguió el buen ejemplo de su padre Asá, y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada al Señor. Sin embargo, no se quitaron los *santuarios paganos, de modo que el pueblo siguió ofreciendo allí sacrificios e incienso quemado. 44  Josafat también estaba en paz con el rey de Israel.
45  Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, lo que llevó a cabo y sus proezas militares, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 46  Libró la tierra del resto de hombres que practicaban la prostitución en los santuarios, los cuales se habían quedado allí incluso después del reinado de su padre Asá. 47  En aquel tiempo no había rey en Edom, sino que gobernaba un regente.
48  Por esos días Josafat construyó una flota mercante[2] para ir a Ofir por oro, pero nunca llegaron a zarpar, pues naufragaron en Ezión Guéber. 49  Entonces Ocozías hijo de Acab le dijo a Josafat: "Deja que mis hombres naveguen con tus hombres." Pero Josafat no se lo permitió.
50  Josafat murió y fue sepultado con sus antepasados en la ciudad de su padre David. Y su hijo Jorán lo sucedió en el trono.
Ocozías, rey de Israel
51  Ocozías hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria en el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años en Israel. 52  Pero hizo lo que ofende al Señor, porque anduvo en los *caminos de su padre y de su madre, y en los caminos de Jeroboán hijo de Nabat, que hizo que Israel pecara. 53  Sirvió y adoró a *Baal, y provocó a ira al Señor, Dios de Israel, tal como lo había hecho su padre.
                         NOTAS:

1. 22:24 espíritu. Alt. Espíritu.
2. 22:48 una flota mercante. Lit. unos barcos de Tarsis.

2 Reyes 1


Segundo Libro de los



Reyes



El juicio del Señor contra Ocozías

1  Después de la muerte de Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel. 2  Ocozías, que se había herido al caerse por la ventana del piso superior de su palacio en Samaria, despachó a unos mensajeros con este encargo: "Vayan y consulten a *Baal Zebub, dios de Ecrón, para saber si voy a recuperarme de estas heridas." 3  Pero el ángel del Señor le dijo a Elías el tisbita: "Levántate y sal al encuentro de los mensajeros del rey de Samaria. Diles: Y ustedes, ¿por qué van a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? 4  Pues bien, así dice el Señor: Ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás. "
Así lo hizo Elías, 5  y cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó:
¡Cómo! ¿Ya están de regreso?
6  Ellos respondieron:
Es que un hombre nos salió al encuentro y nos dijo que regresáramos al rey que nos había enviado y le dijéramos: Así dice el Señor: '¿Por qué mandas a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón? ¿Acaso no hay Dios en Israel? Pues bien, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás.
7  El rey les preguntó:
¿Qué aspecto tenía el hombre que les salió al encuentro y les habló de ese modo?
8  Llevaba puesto un manto de piel, y tenía un cinturón de cuero atado a la cintura contestaron ellos.
¡Ah! ¡Era Elías el tisbita! exclamó el rey.
9  Y en seguida envió a un oficial con cincuenta soldados a buscarlo. El oficial fue y encontró a Elías sentado en la cima de un monte.
Hombre de Dios le dijo, el rey le ordena que baje.
10  Si soy hombre de Dios replicó Elías, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!
Al instante cayó fuego del cielo, y consumió al oficial y a sus soldados. 11  Así que el rey envió a otro oficial con otros cincuenta soldados en busca de Elías.
Hombre de Dios le dijo, el rey le ordena que baje inmediatamente.
12  Si soy hombre de Dios repuso Elías, ¡que caiga fuego del cielo y te consuma junto con tus cincuenta soldados!
Una vez más, fuego de Dios cayó del cielo y consumió al oficial y a sus soldados.
13  Por tercera vez el rey envió a un oficial con otros cincuenta soldados. Cuando éste llegó hasta donde estaba Elías, se puso de rodillas delante de él y le imploró:
Hombre de Dios, le ruego que respete mi *vida y la de estos cincuenta servidores suyos. 14  Sé bien que cayó fuego del cielo y consumió a los dos primeros oficiales y a sus soldados. Por eso le pido ahora que respete mi vida.
15  El ángel del Señor le ordenó a Elías: "Baja con él; no le tengas miedo." Así que Elías se levantó y bajó con el oficial para ver al rey, 16  a quien le dijo:
Así dice el Señor: Enviaste mensajeros a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón. ¿Acaso no hay Dios en Israel a quien puedas consultar? Puesto que has actuado así, ya no te levantarás de tu lecho de enfermo, sino que ciertamente morirás.
17  Así fue como murió el rey, según la palabra que el Señor había anunciado por medio de Elías.
Como Ocozías no llegó a tener hijos, Jorán lo sucedió en el trono. Esto aconteció en el segundo año de Jorán hijo de Josafat, rey de Judá. 18  Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.

2 Reyes 2


Elías llevado al cielo

1  Cuando se acercaba la hora en que el Señor se llevaría a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo salieron de Guilgal. 2  Entonces Elías le dijo a Eliseo:
Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado a Betel.
Pero Eliseo le respondió:
Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo.
Así que fueron juntos a Betel. 3  Allí los miembros de la comunidad de profetas de Betel salieron a recibirlos, y le preguntaron a Eliseo:
¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?
Lo sé muy bien; ¡cállense!
4  Elías, por su parte, volvió a decirle:
Quédate aquí, Eliseo, pues el Señor me ha enviado a Jericó.
Pero Eliseo le repitió:
Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo.
Así que fueron juntos a Jericó. 5  También allí los miembros de la comunidad de profetas de la ciudad se acercaron a Eliseo y le preguntaron:
¿Sabes que hoy el Señor va a quitarte a tu maestro, y a dejarte sin guía?
Lo sé muy bien; ¡cállense!
6  Una vez más Elías le dijo:
Quédate aquí, pues el Señor me ha enviado al Jordán.
Pero Eliseo insistió:
Tan cierto como que el Señor y tú viven, te juro que no te dejaré solo.
Así que los dos siguieron caminando 7  y se detuvieron junto al río Jordán. Cincuenta miembros de la comunidad de profetas fueron también hasta ese lugar, pero se mantuvieron a cierta distancia, frente a ellos. 8  Elías tomó su manto y, enrollándolo, golpeó el agua. El río se partió en dos, de modo que ambos lo cruzaron en seco. 9  Al cruzar, Elías le preguntó a Eliseo:
¿Qué quieres que haga por ti antes de que me separen de tu lado?
Te pido que sea yo el heredero de tu espíritu por partida doble[1] respondió Eliseo.
10  Has pedido algo difícil le dijo Elías, pero si logras verme cuando me separen de tu lado, te será concedido; de lo contrario, no.
11  Iban caminando y conversando cuando, de pronto, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en medio de un torbellino. 12  Eliseo, viendo lo que pasaba, se puso a gritar: "¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!" Pero no volvió a verlo.
Entonces agarró su ropa y la rasgó en dos. 13  Luego recogió el manto que se le había caído a Elías y, regresando a la orilla del Jordán, 14  golpeó el agua con el manto y exclamó: "¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?" En cuanto golpeó el agua, el río se partió en dos, y Eliseo cruzó.
15  Los profetas de Jericó, al verlo, exclamaron: "¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!" Entonces fueron a su encuentro y se postraron ante él, rostro en tierra.
16  Mira le dijeron, aquí se encuentran, entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces, que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle.
No respondió Eliseo, no los manden.
17  Pero ellos insistieron tanto que él se sintió incómodo[2] y por fin les dijo:
Está bien, mándenlos.
Así que enviaron a cincuenta hombres, los cuales buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. 18  Cuando regresaron a Jericó, donde se había quedado Eliseo, él les reclamó:
¿No les advertí que no fueran?


Eliseo purifica el agua

19  Luego, los habitantes de la ciudad le dijeron a Eliseo:
Señor, como usted puede ver, nuestra ciudad está bien ubicada, pero el agua es mala, y por eso la tierra ha quedado estéril.
20  Tráiganme una vasija nueva, y échenle sal les ordenó Eliseo.
Cuando se la entregaron, 21  Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó:
Así dice el Señor: ¡Yo *purifico esta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad!
22  A partir de ese momento, y hasta el día de hoy, el agua quedó purificada, según la palabra de Eliseo.


Eliseo maldice a los burlones

23  De Jericó, Eliseo se dirigió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos muchachos salieron de la ciudad y empezaron a burlarse de él. "¡Anda, viejo calvo! le gritaban. ¡Anda, viejo calvo!" 24  Eliseo se volvió y, clavándoles la vista, los maldijo en el *nombre del Señor. Al instante, dos osas salieron del bosque y despedazaron a cuarenta y dos muchachos. 25  De allí, Eliseo se fue al monte Carmelo; y luego regresó a Samaria.

                         NOTAS:

1. 2:9 por partida doble. Véase Dt 21:17.
2. 2:17 insistieron tanto que él se sintió incómodo. Alt. le insistieron por largo rato.

2 Reyes 3


Los moabitas se rebelan

1  En el año dieciocho de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Acab ascendió al trono de Israel en Samaria, y reinó doce años. 2  Jorán hizo lo que ofende al Señor, aunque no tanto como su padre y su madre, pues mandó que se quitara una *piedra sagrada que su padre había erigido en honor de *Baal. 3  Sin embargo, Jorán se aferró a los mismos pecados con que Jeroboán hijo de Nabat había hecho pecar a los israelitas, pues no se apartó de esos pecados.
4  Ahora bien, Mesá, rey de Moab, criaba ovejas, y como tributo anual le entregaba al rey de Israel cien mil ovejas y la lana de cien mil corderos. 5  Pero al morir Acab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. 6  Entonces el rey Jorán salió de Samaria, movilizó a todo el ejército de Israel, 7  y le envió este mensaje a Josafat, rey de Judá:
El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Irías conmigo a pelear contra Moab?
Claro que sí le respondió Josafat. Estoy a tu disposición, lo mismo que mi ejército y mi caballería. 8  ¿Qué ruta tomaremos?
La ruta del desierto de Edom contestó Jorán.
9  Fue así como los reyes de Israel, Judá y Edom se pusieron en marcha. Durante siete días anduvieron por el desierto, hasta que el ejército y los animales se quedaron sin agua.
10  ¡Ay! exclamó el rey de Israel. ¡El Señor ha reunido a tres reyes para entregarlos en manos de los moabitas!
11  Pero Josafat preguntó:
¿Acaso no hay aquí un profeta del Señor, para que consultemos al Señor por medio de él?
Un oficial del rey de Israel contestó:
Aquí cerca está Eliseo hijo de Safat, el que servía a Elías.[1]
12  Pues él puede darnos palabra del Señor comentó Josafat.
Así que el rey de Israel fue a ver a Eliseo, acompañado del rey Josafat y del rey de Edom. 13  Pero Eliseo le dijo al rey de Israel:
¿Qué tengo yo que ver con usted? Váyase a consultar a los profetas de su padre y de su madre.
No respondió el rey de Israel, pues el Señor nos ha reunido a los tres para entregarnos en manos de los moabitas.
14  Eliseo replicó:
Le juro que si no fuera por el respeto que le tengo a Josafat, rey de Judá, ni siquiera le daría a usted la cara. ¡Tan cierto como que vive el Señor *Todopoderoso, a quien sirvo! 15  En fin, ¡que me traigan un músico!
Mientras el músico tañía el arpa, la mano del Señor vino sobre Eliseo, 16  y éste dijo:
Así dice el Señor: Abran zanjas por todo este valle, 17  pues aunque no vean viento ni lluvia dice el Señor, este valle se llenará de agua, de modo que podrán beber ustedes y todos sus animales. 18  Esto es poca cosa para el Señor, que además entregará a Moab en manos de ustedes. 19  De hecho, ustedes destruirán todas las ciudades fortificadas y las otras ciudades principales. Cortarán los mejores árboles, cegarán los manantiales y sembrarán de piedras los campos fértiles.
20  A la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, toda el área se inundó con el agua que venía de la región de Edom. 21  Ahora bien, cuando los moabitas se enteraron de que los reyes habían salido para atacarlos, movilizaron a todos los que podían servir en el ejército y tomaron posiciones en la frontera. 22  Al levantarse ellos por la mañana, el sol se reflejaba sobre el agua, y a los moabitas les pareció que estaba teñida en sangre. 23  "¡Es sangre de batalla! exclamaron. Esos reyes deben de haber peleado, y se han matado unos a otros. ¡Vamos, Moab, al saqueo!"
24  Cuando los moabitas llegaron al campamento de Israel, los israelitas les hicieron frente y los derrotaron. Aquéllos se dieron a la fuga, pero los israelitas los persiguieron y los aniquilaron, 25  y destruyeron sus ciudades. Cada uno tiró una piedra en los campos fértiles de Moab hasta llenarlos; además, cegaron los manantiales y cortaron los mejores árboles. Sólo Quir Jaréset quedó en pie, aunque los honderos la cercaron y también lograron conquistarla.
26  El rey de Moab, al ver que perdía la batalla, se llevó consigo a setecientos guerreros con el propósito de abrirse paso hasta donde estaba el rey de Edom, pero no logró pasar. 27  Tomó entonces a su hijo *primogénito, que había de sucederlo en el trono, y lo ofreció en *holocausto sobre la muralla. A raíz de esto, se desató contra Israel una furia incontenible, de modo que los israelitas tuvieron que retirarse y volver a su país.

                         NOTAS:

1. 3:11 servía a Elías. Lit. echaba agua en manos de Elías.

2 Reyes 4


El aceite de la viuda

1  La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:
Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era fiel[1] al Señor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.
2  ¿Y qué puedo hacer por ti? le preguntó Eliseo. Dime, ¿qué tienes en casa?
Su servidora no tiene nada en casa le respondió, excepto un poco de aceite.
3  Eliseo le ordenó:
Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas. 4  Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.
5  En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. 6  Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: "Ya no hay." En ese momento se acabó el aceite.
7  La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: "Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir tú y tus hijos."


El hijo de la sunamita

8  Un día, cuando Eliseo pasaba por Sunén, cierta mujer de buena posición le insistió que comiera en su casa. Desde entonces, siempre que pasaba por ese pueblo, comía allí. 9  La mujer le dijo a su esposo: "Mira, yo estoy segura de que este hombre que siempre nos visita es un *santo hombre de Dios. 10  Hagámosle un cuarto en la azotea, y pongámosle allí una cama, una mesa con una silla, y una lámpara. De ese modo, cuando nos visite, tendrá un lugar donde quedarse."
11  En cierta ocasión Eliseo llegó, fue a su cuarto y se acostó. 12  Luego le dijo a su criado Guiezi:
Llama a la señora.[2]
El criado así lo hizo, y ella se presentó. 13  Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:
Dile a la señora: ¡Te has tomado muchas molestias por nosotros! ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Quieres que le hable al rey o al jefe del ejército en tu favor?
Pero ella le respondió:
Yo vivo segura en medio de mi pueblo.
14  Eliseo le preguntó a Guiezi:
¿Qué puedo hacer por ella?
Bueno contestó el siervo ella no tiene hijos, y su esposo ya es anciano.
15  Llámala ordenó Eliseo.
Guiezi la llamó, y ella se detuvo en la puerta. 16  Entonces Eliseo le prometió:
El año que viene, por esta fecha, estarás abrazando a un hijo.
¡No, mi señor, hombre de Dios! exclamó ella. No engañe usted a su servidora.
17  En efecto, la mujer quedó embarazada. Y al año siguiente, por esa misma fecha, dio a luz un hijo, tal como Eliseo se lo había dicho.
18  El niño creció, y un día salió a ver a su padre, que estaba con los segadores. 19  De pronto exclamó:
¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele la cabeza!
El padre le ordenó a un criado:
¡Llévaselo a su madre!
20  El criado lo cargó y se lo llevó a la madre, la cual lo tuvo en sus rodillas hasta el mediodía. A esa hora, el niño murió. 21  Entonces ella subió, lo puso en la cama del hombre de Dios y, cerrando la puerta, salió. 22  Después llamó a su esposo y le dijo:
Préstame un criado y una burra; en seguida vuelvo. Voy de prisa a ver al hombre de Dios.
23  ¿Para qué vas a verlo hoy? le preguntó su esposo. No es día de luna nueva ni *sábado.
No importa respondió ella.
24  Entonces hizo aparejar la burra y le ordenó al criado:
¡Anda, vamos! No te detengas hasta que te lo diga.
25  La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Éste la vio a lo lejos y le dijo a su criado Guiezi:
¡Mira! Ahí viene la sunamita. 26  Corre a recibirla y pregúntale cómo está ella, y cómo están su esposo y el niño.
El criado fue, y ella respondió que todos estaban bien. 27  Pero luego fue a la montaña y se abrazó a los pies del hombre de Dios. Guiezi se acercó con el propósito de apartarla, pero el hombre de Dios intervino:
¡Déjala! Está muy angustiada, y el Señor me ha ocultado lo que pasa; no me ha dicho nada.
28  Señor mío le reclamó la mujer, ¿acaso yo le pedí a usted un hijo? ¿No le rogué que no me engañara?
29  Eliseo le ordenó a Guiezi:
Arréglate la ropa, toma mi bastón y ponte en camino. Si te encuentras con alguien, ni lo saludes; si alguien te saluda, no le respondas. Y cuando llegues, coloca el bastón sobre la cara del niño.
30  Pero la madre del niño exclamó:
¡Le juro a usted que no lo dejaré solo! ¡Tan cierto como que el Señor y usted viven!
Así que Eliseo se levantó y fue con ella. 31  Guiezi, que se había adelantado, llegó y colocó el bastón sobre la cara del niño, pero éste no respondió ni dio ninguna señal de vida. Por tanto, Guiezi volvió para encontrarse con Eliseo y le dijo:
El niño no despierta.
32  Cuando Eliseo llegó a la casa, encontró al niño muerto, tendido sobre su cama. 33  Entró al cuarto, cerró la puerta y oró al Señor. 34  Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño boca a boca, ojos a ojos y manos a manos, hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor. 35  Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto, y luego volvió a tenderse sobre el niño. Esto lo hizo siete veces, al cabo de las cuales el niño estornudó y abrió los ojos. 36[3]  Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:
Llama a la señora.
Guiezi así lo hizo, y cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo:
Puedes llevarte a tu hijo.
37  Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra. Entonces tomó a su hijo y salió.


El milagro de la comida

38  Eliseo regresó a Guilgal y se encontró con que en esos días había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la comunidad de profetas y le ordenó a su criado: "Pon esa olla grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas."
39  En eso, uno de ellos salió al campo para recoger hierbas; allí encontró una planta silvestre y arrancó varias frutas hasta llenar su manto. Al regresar, las cortó en pedazos y las echó en el guisado sin saber qué eran. 40  Sirvieron el guisado, pero cuando los hombres empezaron a comerlo, gritaron:
¡Hombre de Dios, esto es veneno![4]
Así que no pudieron comer. 41  Entonces Eliseo ordenó:
Tráiganme harina.
Y luego de echar la harina en la olla, dijo:
Sírvanle a la gente para que coma.
Y ya no hubo nada en la olla que les hiciera daño.


Alimentación de cien hombres

42  De Baal Salisá llegó alguien que le llevaba al hombre de Dios pan de los *primeros frutos: veinte panes de cebada y espigas de trigo fresco.[5] Eliseo le dijo a su criado:
Dale de comer a la gente.
43  ¿Cómo voy a alimentar a cien personas con esto? replicó el criado.
Pero Eliseo insistió:
Dale de comer a la gente, pues así dice el Señor: Comerán y habrá de sobra.
44  Entonces el criado les sirvió el pan y, conforme a la palabra del Señor, la gente comió y hubo de sobra.

                         NOTAS:

1. 4:1 era fiel. Lit. temía.
2. 4:12 señora. Lit. sunamita; también en v. 36.
3. 4:35 Esto lo ... los ojos. Alt. El niño estornudó siete veces, y abrió los ojos.
4. 4:40 esto es veneno. Lit. hay muerte en la olla.
5. 4:42 espigas de trigo fresco. Alt. trigo fresco en su alforja.

2 Reyes 5


Eliseo sana a Naamán

1  Naamán, jefe del ejército del rey de *Siria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque, por medio de él, el Señor le había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo de *lepra.
2  En cierta ocasión los sirios, que salían a merodear, capturaron a una muchacha israelita y la hicieron criada de la esposa de Naamán. 3  Un día la muchacha le dijo a su ama: "Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra."
4  Naamán fue a contarle al rey lo que la muchacha israelita había dicho. 5  El rey de Siria le respondió:
Bien, puedes ir; yo le mandaré una carta al rey de Israel.
Y así Naamán se fue, llevando treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro[1] y diez mudas de ropa. 6  La carta que le llevó al rey de Israel decía: "Cuando te llegue esta carta, verás que el portador es Naamán, uno de mis oficiales. Te lo envío para que lo sanes de su lepra."
7  Al leer la carta, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y exclamó: "¿Y acaso soy Dios, capaz de dar vida o muerte, para que ese tipo me pida sanar a un leproso? ¡Fíjense bien que me está buscando pleito!"
8  Cuando Eliseo, hombre de Dios, se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, le envió este mensaje: "¿Por qué está Su Majestad tan molesto?[2] ¡Mándeme usted a ese hombre, para que sepa que hay profeta en Israel!"
9  Así que Naamán, con sus caballos y sus carros, fue a la casa de Eliseo y se detuvo ante la puerta. 10  Entonces Eliseo envió un mensajero a que le dijera: "Ve y zambúllete siete veces en el río Jordán; así tu piel sanará, y quedarás limpio."
11  Naamán se enfureció y se fue, quejándose: "¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el *nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra! 12  ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio?" Furioso, dio media vuelta y se marchó.
13  Entonces sus criados se le acercaron para aconsejarle: "Señor,[3] si el profeta le hubiera mandado hacer algo complicado, ¿usted no le habría hecho caso? ¡Con más razón si lo único que le dice a usted es que se zambulla, y así quedará limpio!" 14  Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! 15  Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo:
Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino sólo en Israel. Le ruego a usted aceptar un regalo de su servidor.
16  Pero Eliseo respondió:
¡Tan cierto como que vive el Señor, a quien yo sirvo, que no voy a aceptar nada!
Y por más que insistió Naamán, Eliseo no accedió.
17  En ese caso persistió Naamán, permítame usted llevarme dos cargas de esta tierra,[4] ya que de aquí en adelante su servidor no va a ofrecerle *holocaustos ni sacrificios a ningún otro dios, sino sólo al Señor. 18  Y cuando mi señor el rey vaya a adorar en el templo de Rimón y se apoye de mi brazo, y yo me vea obligado a inclinarme allí, desde ahora ruego al Señor que me perdone por inclinarme en ese templo.
19  Puedes irte en *paz respondió Eliseo.
Naamán se fue, y ya había recorrido cierta distancia 20  cuando Guiezi, el criado de Eliseo, hombre de Dios, pensó: "Mi amo ha sido demasiado bondadoso con este sirio Naamán, pues no le aceptó nada de lo que había traído. Pero yo voy a correr tras él, a ver si me da algo. ¡Tan cierto como que el Señor vive!"
21  Así que Guiezi se fue para alcanzar a Naamán. Cuando éste lo vio correr tras él, se bajó de su carro para recibirlo y lo saludó. 22  Respondiendo al saludo, Guiezi dijo:
Mi amo me ha enviado con este mensaje: Dos jóvenes de la comunidad de profetas acaban de llegar de la sierra de Efraín. Te pido que me des para ellos tres mil monedas[5] de plata y dos mudas de ropa.
23  Por favor, llévate seis mil respondió Naamán, e insistió en que las aceptara.
Echó entonces las monedas en dos sacos, junto con las dos mudas de ropa, y todo esto se lo entregó a dos criados para que lo llevaran delante de Guiezi. 24  Al llegar a la colina, Guiezi tomó los sacos y los guardó en la casa; después despidió a los hombres, y éstos se fueron. 25  Entonces Guiezi se presentó ante su amo.
¿De dónde vienes, Guiezi? le preguntó Eliseo.
Su servidor no ha ido a ninguna parte respondió Guiezi.
26  Eliseo replicó:
¿No estaba yo presente en espíritu cuando aquel hombre se bajó de su carro para recibirte? ¿Acaso es éste el momento de recibir dinero y ropa, huertos y viñedos, ovejas y bueyes, criados y criadas? 27  Ahora la lepra de Naamán se les pegará ti y a tus descendientes para siempre.
No bien había salido Guiezi de la presencia de Eliseo cuando ya estaba blanco como la nieve por causa de la lepra.

                         NOTAS:

1. 5:5 treinta mil ... oro. Lit. diez *talentos de plata y seis mil {*siclos} de oro.
2. 5:8 está Su Majestad tan molesto. Lit. se ha rasgado la ropa.
3. 5:13 Señor. Lit. Padre mío.
4. 5:17 dos cargas de esta tierra. Es decir, para construir un altar.
5. 5:22 tres mil monedas. Lit. un *talento.

2 Reyes 6


El milagro del hacha

1  Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:
Como puede ver, el lugar donde ahora vivimos con usted nos resulta pequeño. 2  Es mejor que vayamos al Jordán. Allí podremos conseguir madera y construir[1] un albergue.
Bien, vayan respondió Eliseo.
3  Pero uno de ellos le pidió:
Acompañe usted, por favor, a sus servidores.
Eliseo consintió 4  en acompañarlos, y cuando llegaron al Jordán empezaron a cortar árboles. 5  De pronto, al cortar un tronco, a uno de los profetas se le zafó el hacha y se le cayó al río.
¡Ay, maestro! gritó. ¡Esa hacha no era mía!
6  ¿Dónde cayó? preguntó el hombre de Dios.
Cuando se le indicó el lugar, Eliseo cortó un palo y, echándolo allí, hizo que el hacha saliera a flote.
7  Sácala ordenó Eliseo.
Así que el hombre extendió el brazo y la sacó.


Eliseo captura una tropa siria

8  El rey de *Siria, que estaba en guerra con Israel, deliberó con sus ministros y les dijo: "Vamos a acampar en tal lugar." 9  Pero el hombre de Dios le envió este mensaje al rey de Israel: "Procura no pasar por este sitio, pues los sirios te han tendido allí una emboscada." 10[2]  Así que el rey de Israel envió a reconocer el lugar que el hombre de Dios le había indicado. Y en varias otras ocasiones Eliseo le avisó al rey, de modo que éste tomó precauciones. 11  El rey de Siria, enfurecido por lo que estaba pasando, llamó a sus ministros y les reclamó:
¿Quieren decirme quién está informando al rey de Israel?
12  Nadie, mi señor y rey respondió uno de ellos. El responsable es Eliseo, el profeta que está en Israel. Es él quien le comunica todo al rey de Israel, aun lo que Su Majestad dice en su alcoba.
13  Pues entonces averigüen dónde está ordenó el rey, para que mande a capturarlo.
Cuando le informaron que Eliseo estaba en Dotán, 14  el rey envió allá un destacamento grande, con caballos y carros de combate. Llegaron de noche y cercaron la ciudad. 15  Por la mañana, cuando el criado del hombre de Dios se levantó para salir, vio que un ejército con caballos y carros de combate rodeaba la ciudad.
¡Ay, mi señor! exclamó el criado. ¿Qué vamos a hacer?
16  No tengas miedo respondió Eliseo. Los que están con nosotros son más que ellos.
17  Entonces Eliseo oró: "Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea." El Señor así lo hizo, y el criado vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo. 18  Como ya los sirios se acercaban a él, Eliseo volvió a orar: "Señor, castiga a esta gente con ceguera." Y el Señor hizo lo que le pidió Eliseo.
19  Luego Eliseo les dijo: "Ésta no es la ciudad adonde iban; han tomado un camino equivocado. Síganme, que yo los llevaré adonde está el hombre que buscan." Pero los llevó a Samaria. 20  Después de entrar en la ciudad, Eliseo dijo: "Señor, ábreles los ojos, para que vean." El Señor así lo hizo, y ellos se dieron cuenta de que estaban dentro de Samaria. 21  Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo:
¿Los mato, mi señor? ¿Los mato?
22  No, no los mates contestó Eliseo. ¿Acaso los has capturado con tu espada y tu arco, para que los mates? Mejor sírveles comida y agua para que coman y beban, y que luego vuelvan a su rey.
23  Así que el rey de Israel les dio un tremendo banquete. Cuando terminaron de comer, los despidió, y ellos regresaron a su rey. Y las bandas de sirios no volvieron a invadir el territorio israelita.


Hambre en Samaria

24  Algún tiempo después, Ben Adad, rey de *Siria, movilizó todo su ejército para ir a Samaria y sitiarla. 25  El sitio duró tanto tiempo que provocó un hambre terrible en la ciudad, a tal grado que una cabeza de asno llegó a costar ochenta monedas de plata,[3] y un poco de algarroba,[4] cinco.
26  Un día, mientras el rey recorría la muralla, una mujer le gritó:
¡Sálvenos, Su Majestad!
27  Si el Señor no te salva respondió el rey, ¿de dónde voy a sacar yo comida para salvarte? ¿Del granero? ¿Del lagar? 28  ¿Qué te pasa?
Ella se quejó:
Esta mujer me propuso que le entregara mi hijo para que nos lo comiéramos hoy, y que mañana nos comeríamos el de ella. 29  Pues bien, cocinamos a mi hijo y nos lo comimos, pero al día siguiente, cuando le pedí que entregara su hijo para que nos lo comiéramos, resulta que ya lo había escondido.
30  Al oír la queja de la mujer, el rey se rasgó las vestiduras. Luego reanudó su recorrido por la muralla, y la gente pudo ver que bajo su túnica real iba vestido de luto. 31  "¡Que el Señor me castigue sin piedad exclamó el rey si hoy mismo no le corto la cabeza a Eliseo hijo de Safat!"
32  Mientras Eliseo se encontraba en su casa, sentado con los *ancianos, el rey le envió un mensajero. Antes de que éste llegara, Eliseo les dijo a los ancianos:
Ahora van a ver cómo ese asesino envía a alguien a cortarme la cabeza. Pues bien, cuando llegue el mensajero, atranquen la puerta para que no entre. ¡Ya oigo detrás de él los pasos de su señor!
33  No había terminado de hablar cuando el mensajero llegó y dijo:
Esta desgracia viene del Señor; ¿qué más se puede esperar de él?

                         NOTAS:

1. 6:2 podremos conseguir madera y construir. Lit. cada uno tomará una viga y construirá.
2. 6:9 te han tendido allí una emboscada. Alt. piensan acampar allí.
3. 6:25 ochenta monedas de plata. Lit. ochenta {*siclos} de plata.
4. 6:25 un poco de algarroba. Lit. un cuarto de *cab de estiércol de paloma (es decir, aprox. un tercio de litro de cierta legumbre no comestible).

2 Reyes 7

1  Eliseo contestó:
Oigan la palabra del Señor, que dice así: Mañana a estas horas, a la *entrada de Samaria, podrá comprarse una medida[1] de flor de harina con una sola moneda de plata,[2] y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.
2  El ayudante personal del rey replicó:
¡No me digas! Aun si el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!
Pues lo verás con tus propios ojos le advirtió Eliseo, pero no llegarás a comerlo.


Liberación de Samaria

3  Ese día, cuatro hombres que padecían de *lepra se hallaban a la *entrada de la ciudad.
¿Qué ganamos con quedarnos aquí sentados, esperando la muerte? se dijeron unos a otros. 4  No ganamos nada con entrar en la ciudad. Allí nos moriremos de hambre con todos los demás, pero si nos quedamos aquí, nos sucederá lo mismo. Vayamos, pues, al campamento de los *sirios, para rendirnos. Si nos perdonan la vida, viviremos; y si nos matan, de todos modos moriremos.
5  Al anochecer se pusieron en camino, pero cuando llegaron a las afueras del campamento sirio, ¡ya no había nadie allí! 6  Y era que el Señor había confundido a los sirios haciéndoles oír el ruido de carros de combate y de caballería, como si fuera un gran ejército. Entonces se dijeron unos a otros: "¡Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para atacarnos!" 7  Por lo tanto, emprendieron la fuga al anochecer abandonando tiendas de campaña, caballos y asnos. Dejaron el campamento tal como estaba, para escapar y salvarse.
8  Cuando los leprosos llegaron a las afueras del campamento, entraron en una de las tiendas de campaña. Después de comer y beber, se llevaron de allí plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo todo. Luego regresaron, entraron en otra tienda, y también de allí tomaron varios objetos y los escondieron.
9  Entonces se dijeron unos a otros:
Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, y no las estamos dando a conocer. Si esperamos hasta que amanezca, resultaremos culpables. Vayamos ahora mismo al palacio, y demos aviso.
10  Así que fueron a la ciudad y llamaron a los centinelas. Les dijeron: "Fuimos al campamento de los sirios y ya no había nadie allí. Sólo se oía a los caballos y asnos, que estaban atados. Y las tiendas las dejaron tal como estaban." 11  Los centinelas, a voz en cuello, hicieron llegar la noticia hasta el interior del palacio. 12  Aunque era de noche, el rey se levantó y les dijo a sus ministros:
Déjenme decirles lo que esos sirios están tramando contra nosotros. Como saben que estamos pasando hambre, han abandonado el campamento y se han escondido en el campo. Lo que quieren es que salgamos, para atraparnos vivos y entrar en la ciudad.
13  Uno de sus ministros propuso:
Que salgan algunos hombres con cinco de los caballos que aún quedan aquí. Si mueren, no les irá peor que a la multitud de israelitas que está por perecer. ¡Enviémoslos a ver qué pasa!
14  De inmediato los hombres tomaron dos carros con caballos, y el rey los mandó al campamento del ejército sirio, con instrucciones de que investigaran. 15  Llegaron hasta el Jordán, y vieron que todo el camino estaba lleno de ropa y de objetos que los sirios habían arrojado al huir precipitadamente. De modo que regresaron los mensajeros e informaron al rey, 16  y el pueblo salió a saquear el campamento sirio. Y tal como la palabra del Señor lo había dado a conocer, se pudo comprar una medida de flor de harina con una sola moneda de plata, y hasta una doble medida de cebada por el mismo precio.
17  El rey le había ordenado a su ayudante personal que vigilara la entrada de la ciudad, pero el pueblo lo atropelló ahí mismo, y así se cumplió lo que había dicho el hombre de Dios cuando el rey fue a verlo. 18  De hecho, cuando el hombre de Dios le dijo al rey: "Mañana a estas horas, a la entrada de Samaria, podrá comprarse una doble medida de cebada con una sola moneda de plata, y una medida de flor de harina por el mismo precio", 19  ese oficial había replicado: "¡No me digas! Aun si el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!" De modo que el hombre de Dios respondió: "Pues lo verás con tus propios ojos, pero no llegarás a comerlo." 20  En efecto, así ocurrió: el pueblo lo atropelló a la entrada de la ciudad, y allí murió.

                         NOTAS:

1. 7:1 una medida. Lit. un *seah (aprox. siete litros); también en vv. 16 y 18.
2. 7:1 una sola moneda de plata. Lit. un *siclo; también en vv. 16 y 18.

2 Reyes 8


La sunamita recupera su terreno

1  Ahora bien, Eliseo le había dicho a la mujer a cuyo hijo él había revivido: "Anda, vete con tu familia a vivir donde puedas, porque el Señor ha ordenado que haya una gran hambre en el país, y que ésta dure siete años." 2  La mujer se dispuso a seguir las instrucciones del hombre de Dios y se fue con su familia al país de los filisteos, donde se quedó siete años.
3  Al cabo de los siete años, cuando regresó del país de los filisteos, la mujer fue a rogarle al rey que le devolviera su casa y sus tierras. 4  En esos momentos el rey estaba hablando con Guiezi, el criado del hombre de Dios, y le había dicho: "Cuéntame todas las maravillas que ha hecho Eliseo." 5  Y precisamente cuando Guiezi le contaba al rey que Eliseo había revivido al niño muerto, la madre llegó para rogarle al rey que le devolviera su casa y sus tierras. Así que Guiezi dijo:
Mi señor y rey, ésta es la mujer, y éste es el hijo que Eliseo revivió.
6  El rey le hizo preguntas a la mujer, y ella se lo contó todo. Entonces el rey le ordenó a un funcionario[1] que se encargara de ella y le dijo:
Devuélvele todo lo que le pertenecía, incluso todas las ganancias que hayan producido sus tierras, desde el día en que salió del país hasta hoy.
Jazael, rey de Siria
7  Luego Eliseo se fue a Damasco. Ben Adad, rey de *Siria, estaba enfermo, y cuando le avisaron que el hombre de Dios había llegado, 8  le ordenó a Jazael: "Llévale un regalo al hombre de Dios. Cuando lo veas, consulta al Señor por medio de él para saber si me voy a recuperar de esta enfermedad."
9  Jazael fue a ver a Eliseo, y como regalo le llevó de las mejores mercancías de Damasco, cargadas en cuarenta camellos. Cuando llegó, se presentó ante él y le dijo:
Ben Adad, rey de Siria, su servidor,[2] me ha enviado para preguntarle si él se va a recuperar de su enfermedad.
10  Eliseo respondió:
Ve y dile que[3] sobrevivirá a esa enfermedad, aunque el Señor me ha revelado que de todos modos va a morir.
11  Luego Eliseo se quedó mirándolo fijamente, hasta que Jazael se sintió incómodo.[4] Entonces el hombre de Dios se echó a llorar.
12  ¿Por qué llora mi señor? le preguntó Jazael.
Porque yo sé bien que vas a causarles mucho daño a los israelitas respondió. Vas a incendiar sus fortalezas, y a matar a sus jóvenes a filo de espada; despedazarás a los niños y les abrirás el vientre a las mujeres embarazadas.
13  Jazael exclamó:
¡Qué es este servidor de usted sino un pobre perro! ¿Cómo es posible que haga tal cosa?
Entonces Eliseo le declaró:
El Señor me ha revelado que vas a ser rey de Siria.
14  Jazael se despidió de Eliseo y regresó para presentarse ante su rey. Cuando Ben Adad le preguntó qué le había dicho Eliseo, Jazael le respondió:
Me dijo que usted sobrevivirá a su enfermedad.
15  Pero al día siguiente tomó una colcha y, empapándola en agua, le tapó la cara al rey hasta asfixiarlo. Así fue como Jazael usurpó el trono.
Jorán, rey de Judá
16  En el quinto año del reinado de Jorán hijo de Acab, rey de Israel y contemporáneo de Josafat, rey de Judá, Jorán hijo de Josafat ascendió al trono de Judá. 17  Tenía treinta y dos años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. 18  Jorán hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, como lo había hecho la familia de Acab, y llegó incluso a casarse con la hija de Acab. 19  Pero el Señor no quiso destruir a Judá por consideración a su siervo David, pues le había prometido mantener encendida para siempre una lámpara para él y sus descendientes.
20  En tiempos de Jorán, los edomitas se sublevaron contra Judá y se nombraron su propio rey. 21  Por lo tanto, Jorán marchó sobre Zaír con todos sus carros de combate. Los edomitas cercaron a Jorán y a los capitanes de los carros, pero durante la noche Jorán logró abrirse paso; sin embargo, su ejército se dispersó. 22[5]  Desde entonces Edom ha estado en rebelión contra Judá, al igual que la ciudad de Libná, que en ese mismo tiempo se sublevó.
23  Los demás acontecimientos del reinado de Jorán, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 24  Cuando murió, fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Ocozías lo sucedió en el trono.
Ocozías, rey de Judá
25  En el año duodécimo de Jorán hijo de Acab, rey de Israel, Ocozías hijo de Jorán ascendió al trono de Judá. 26  Tenía veintidós años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén un año. Su madre era Atalía, nieta[6] de Omrí, rey de Israel. 27  Ocozías hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de la familia de Acab, con la que estaba emparentado.
28  Ocozías, junto con Jorán hijo de Acab, marchó hacia Ramot de Galaad para hacerle guerra a Jazael, rey de *Siria, pero en la batalla los sirios hirieron a Jorán. 29  Por eso el rey Jorán tuvo que regresar a Jezrel, para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en Ramot,[7] cuando luchó contra Jazael, rey de Siria. Como Jorán hijo de Acab convalecía en Jezrel, Ocozías hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.

                         NOTAS:

1. 8:6 funcionario. Lit. *eunuco.
2. 8:9 servidor. Lit. hijo.
3. 8:10 dile que (mss. hebreos); di que no (TM).
4. 8:11 se quedó ... se sintió incómodo. Alt. se quedó inmovilizado por largo rato.
5. 8:21 Los edomitas ... dispersó. Texto de difícil traducción.
6. 8:26 nieta. Lit. hija.
7. 8:29 Ramot. Lit. Ramá (variante de Ramot).

2 Reyes 9


Jehú ungido rey de Israel

1  Un día, el profeta Eliseo llamó a un miembro de la comunidad de los profetas. "Arréglate la ropa para viajar le ordenó. Toma este frasco de aceite y ve a Ramot de Galaad. 2  Cuando llegues, busca a Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi. Ve adonde esté, apártalo de sus compañeros y llévalo a un cuarto. 3  Toma entonces el frasco, derrama el aceite sobre su cabeza y declárale: Así dice el Señor: 'Ahora te unjo como rey de Israel.  Luego abre la puerta y huye; ¡no te detengas!"
4  Acto seguido, el joven profeta se fue a Ramot de Galaad. 5  Cuando llegó, encontró reunidos a los capitanes del ejército y les dijo:
Tengo un mensaje para el capitán.
¿Para cuál de todos nosotros? preguntó Jehú.
Para usted, mi capitán respondió.
6  Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el profeta lo ungió con el aceite y declaró:

"Así dice el Señor, Dios de Israel: Ahora te unjo como rey sobre mi pueblo Israel. 7  Destruirás a la familia de Acab, tu señor, y así me vengaré de la sangre de mis siervos los profetas; castigando a Jezabel, vengaré la sangre de todos mis siervos. 8  Toda la familia de Acab perecerá, pues de sus descendientes en Israel exterminaré hasta el último varón,[1] esclavo o libre. 9  Haré con ellos lo mismo que hice con la familia de Jeroboán hijo de Nabat y con la familia de Basá hijo de Ahías. 10  Y en cuanto a Jezabel, los perros se la comerán en el campo de Jezrel, y nadie le dará sepultura. "

Acto seguido, el profeta abrió la puerta y huyó. 11  Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos le preguntó:
¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco?
Ustedes ya lo conocen respondió, y saben cómo habla.
12  ¡Pamplinas! replicaron. Dinos la verdad.
Jehú admitió:
Esto es lo que me declaró, palabra por palabra: Así dice el Señor: 'Ahora te unjo como rey de Israel.
13  Dicho esto, todos se apresuraron a tender sus mantos sobre los escalones, a los pies de Jehú. Luego tocaron la trompeta y gritaron: "¡Viva el rey Jehú!"


Jehú asesina a Jorán y a Ocozías

14  Entonces Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán. Sucedió que Jorán, con todo el ejército israelita, había estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de *Siria, 15  pero tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en la batalla. Así que Jehú les dijo a sus partidarios: "Si ustedes quieren que yo sea rey, no dejen que nadie salga de la ciudad para ir a Jezrel con el informe." 16  Luego se montó en su carro de combate y fue a Jezrel, pues allí se estaba recuperando Jorán, a quien también Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar.
17  Cuando el centinela que vigilaba desde la torre de Jezrel vio que las tropas de Jehú se acercaban, gritó:
¡Se acercan unas tropas!
En seguida Jorán ordenó:
Llama a un jinete y mándalo al encuentro de las tropas para preguntarles si vienen en son de paz.
18  El jinete se fue al encuentro de Jehú y le dijo:
El rey quiere saber si vienen en son de paz.
¿Y a ti qué te importa? replicó Jehú. Ponte allí atrás.
Entonces el centinela anunció:
El mensajero ya llegó hasta ellos, pero no lo veo regresar.
19  Por tanto, el rey mandó a otro jinete, el cual fue a ellos y repitió:
El rey quiere saber si vienen en son de paz.
Eso a ti no te importa replicó Jehú. Ponte allí atrás.
20  El centinela informó de nuevo:
Ya llegó el mensajero hasta ellos, pero a él tampoco lo veo regresar. Además, el que conduce el carro ha de ser Jehú hijo de Nimsi, pues lo hace como un loco.
21  ¡Enganchen el carro! exclamó Jorán.
Así lo hicieron. Y en seguida Jorán, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, salieron y se encontraron con Jehú en la propiedad que había pertenecido a Nabot el jezrelita. 22  Cuando Jorán vio a Jehú, le preguntó:
Jehú, ¿vienes en son de paz?
¿Cómo puede haber paz mientras haya tantas idolatrías[2] y hechicerías de tu madre Jezabel? replicó Jehú.
23  Jorán se dio la vuelta para huir, mientras gritaba:
¡Traición, Ocozías!
24  Pero Jehú, que ya había tensado su arco, le disparó a Jorán por la espalda, y la flecha le atravesó el corazón. Jorán se desplomó en el carro, 25  y Jehú le ordenó a su ayudante Bidcar:
Saca el cadáver y tíralo en el terreno que fue propiedad de Nabot el jezrelita. Recuerda el día en que tú y yo conducíamos juntos detrás de Acab, padre de Jorán, y el Señor pronunció contra él esta sentencia: 26  Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, el Señor, lo afirmo.[3] Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer el Señor.
27  Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo que pasaba, huyó en dirección a Bet Hagán.[4] Pero Jehú lo persiguió, y ordenó:
¡Mátenlo a él también!
Y lo hirieron[5] en su carro cuando iba por la cuesta de Gur, cerca de Ibleam, pero logró escapar y llegar a Meguido. Allí murió. 28  Luego sus siervos trasladaron el cuerpo a Jerusalén, la Ciudad de David, donde lo sepultaron en su tumba, junto a sus antepasados. 29  Ocozías había ascendido al trono en el undécimo año del reinado de Jorán hijo de Acab.


Muerte de Jezabel

30  Cuando Jezabel se enteró de que Jehú estaba regresando a Jezrel, se sombreó los ojos, se arregló el cabello y se asomó a la ventana. 31  Al entrar Jehú por la *puerta de la ciudad, ella le preguntó:
¿Cómo estás, Zimri, asesino de tu señor?[6]
32  Levantando la vista hacia la ventana, Jehú gritó:
¿Quién está de mi parte? ¿Quién?
Entonces se asomaron dos o tres oficiales, 33[7]  y Jehú les ordenó:
¡Arrójenla de allí!
Así lo hicieron, y su sangre salpicó la pared y a los caballos que la pisotearon. 34  Luego Jehú se sentó a comer y beber, y dio esta orden:
Ocúpense de esa maldita mujer; denle sepultura, pues era hija de un rey.
35  Pero cuando fueron a enterrarla, no encontraron más que el cráneo, los pies y las manos. 36  Así que volvieron para informarle a Jehú, y éste comentó:
Se ha cumplido la palabra que el Señor dio a conocer por medio de su siervo Elías el tisbita, que dijo: En el campo de Jezrel los perros se comerán a Jezabel. 37[8]  De hecho, el cadáver de Jezabel será como estiércol en el campo de Jezrel, y nadie podrá identificarla ni decir: Ésta era Jezabel.

                         NOTAS:

1. 9:8 hasta el último varón. Lit. al que orina contra la pared.
2. 9:22 idolatrías. Lit. prostituciones.
3. 9:26 Véase 1R 21:19.
4. 9:27 en dirección a Bet Hagán. Alt. por el camino de la casa del huerto.
5. 9:27 lo hirieron (véanse LXX y Siríaca); TM no incluye esta frase.
6. 9:31 ¿Cómo estás ... tu señor? Alt. ¿Hay paz para Zimri, asesino de su señor? (véase 1R 16:9-15).
7. 9:32 oficiales. Lit. *eunucos.
8. 9:36 Véase 1R 21:23.

2 Reyes 10


Jehú extermina a la familia de Acab

1  Acab tenía setenta hijos, los cuales vivían en Samaria. Por tanto, Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, es decir, a las autoridades de la ciudad,[1] a los *ancianos y a los protectores de los hijos de Acab. En las cartas decía:

2  "Ustedes cuentan con los hijos de Acab,[2] y con los carros de combate y sus caballos, con una ciudad fortificada, y con un arsenal. Así que tan pronto como reciban esta carta, 3  escojan al más capaz y más noble de los hijos de Acab, y pónganlo en el trono de su padre. Pero prepárense para luchar por la familia de su rey."

4  Ellos se aterrorizaron y dijeron: "Si dos reyes no pudieron hacerle frente, ¿cómo podremos hacerlo nosotros?" 5  Por lo tanto, el administrador del palacio, el gobernador de la ciudad, los ancianos y los protectores le enviaron este mensaje a Jehú: "Nosotros somos sus servidores, y haremos lo que usted nos diga. No haremos rey a nadie. Haga usted lo que mejor le parezca." 6  Entonces Jehú les escribió otra carta, en la que decía: "Si ustedes están de mi parte y de veras están dispuestos a obedecerme, vengan a Jezrel mañana a esta hora y tráiganme las cabezas de los hijos de Acab."
Los setenta príncipes vivían con las familias más notables de la ciudad, pues éstas los criaban. 7  Cuando llegó la carta, prendieron a todos los príncipes y los decapitaron. Luego echaron las cabezas en unos cestos y se las enviaron a Jehú, que estaba en Jezrel. 8  Un mensajero llegó y le dijo a Jehú que habían traído las cabezas de los príncipes. Entonces Jehú ordenó que las pusieran en dos montones a la *entrada de la ciudad, y que las dejaran allí hasta el día siguiente.
9  Por la mañana, Jehú salió y, presentándose ante todo el pueblo, confesó: "¡Ustedes son inocentes! ¡Yo fui el que conspiró contra mi señor! ¡Yo lo maté! Pero ¿quién ha matado a todos éstos? 10  Sepan, pues, que nada de lo que el Señor ha dicho contra la familia de Acab dejará de cumplirse. En efecto, el Señor ha hecho lo que había prometido por medio de su siervo Elías." 11  Dicho esto, Jehú mató a todos los que quedaban de la familia de Acab en Jezrel, y a todos sus dignatarios, sus amigos íntimos y sus sacerdotes. No dejó a ninguno de ellos con vida.
12  Después emprendió la marcha contra Samaria y, al llegar a Bet Équed de los Pastores, 13  se encontró con unos parientes de Ocozías, rey de Judá.
¿Quiénes son ustedes? les preguntó.
Somos parientes de Ocozías; hemos venido a visitar a la familia real.
14  ¡Captúrenlos vivos! ordenó Jehú.
Así lo hicieron, y después los degollaron junto al pozo de Bet Équed. Eran cuarenta y dos hombres; Jehú no dejó vivo a ninguno de ellos.
15  Al dejar ese lugar, Jehú se encontró con Jonadab hijo de Recab, que había ido a verlo. Jehú lo saludó y le preguntó:
¿Me eres leal, como yo lo soy contigo?
Lo soy respondió Jonadab.
Jehú replicó:
Si es así, dame la mano.
Jonadab le dio la mano, y Jehú, haciéndolo subir con él a su carro, 16  le dijo:
Ven conmigo, para que veas el celo que tengo por el Señor.
Y lo llevó en su carro. 17  Tan pronto como Jehú llegó a Samaria, exterminó a la familia de Acab, matando a todos los que quedaban allí, según la palabra que el Señor le había dado a conocer a Elías.


Jehú elimina a los adoradores de Baal

18  Entonces Jehú reunió a todo el pueblo y dijo: "Acab adoró a *Baal con pocas ganas; Jehú lo hará con devoción. 19  Llamen, pues, a todos los profetas de Baal, junto con todos sus ministros y sacerdotes. Que no falte ninguno de ellos, pues voy a ofrecerle a Baal un sacrificio grandioso. Todo el que falte, morirá." En realidad, Jehú no era sincero, pues tenía el propósito de eliminar a los adoradores de Baal.
20  Luego dio esta orden: "Convoquen una asamblea en honor de Baal." Y así se hizo. 21  Como Jehú envió mensajeros por todo Israel, vinieron todos los que servían a Baal, sin faltar ninguno. Eran tantos los que llegaron, que el templo de Baal se llenó de un extremo a otro. 22  Jehú le ordenó al encargado del guardarropa que sacara las vestiduras para los adoradores de Baal, y así lo hizo.
23  Cuando Jehú y Jonadab hijo de Recab entraron en el templo de Baal, Jehú les dijo a los congregados: "Asegúrense de que aquí entre ustedes no haya siervos del Señor, sino sólo de Baal." 24  Entonces pasaron para ofrecer sacrificios y *holocaustos.
Ahora bien, Jehú había apostado una guardia de ochenta soldados a la entrada, con esta advertencia: "Ustedes me responden por estos hombres. El que deje escapar a uno solo de ellos, lo pagará con su *vida." 25  Así que tan pronto como terminó de ofrecer el holocausto, Jehú ordenó a los guardias y oficiales: "¡Entren y mátenlos! ¡Que no escape nadie!" Y los mataron a filo de espada y los echaron fuera. Luego los guardias y los oficiales entraron en el santuario[3] del templo de Baal, 26  sacaron la *piedra sagrada que estaba allí, y la quemaron. 27  Además de tumbar la piedra sagrada, derribaron el templo de Baal y lo convirtieron en un muladar, y así ha quedado hasta el día de hoy.
28  De este modo Jehú erradicó de Israel el culto a Baal. 29  Sin embargo, no se apartó del pecado que Jeroboán hijo de Nabat hizo cometer a los israelitas, es decir, el de rendir culto a los becerros de oro en Betel y en Dan.
30  El Señor le dijo a Jehú: "Has actuado bien. Has hecho lo que me agrada, pues has llevado a cabo lo que yo me había propuesto hacer con la familia de Acab. Por lo tanto, durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel." 31  Sin embargo, Jehú no cumplió con todo el *corazón la *ley del Señor, Dios de Israel, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hizo pecar a los israelitas.
32  Por aquel tiempo, el Señor comenzó a reducir el territorio israelita. Jazael atacó el país por todas las fronteras: 33  desde el Jordán hacia el este, toda la región de Galaad, ocupada por las tribus de Gad, Rubén y Manasés; y desde la ciudad de Aroer, junto al arroyo Arnón, hasta las regiones de Galaad y Basán.
34  Los demás acontecimientos del reinado de Jehú, y todo lo que hizo y todo su poderío, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 35  Jehú murió y fue sepultado en Samaria. Y su hijo Joacaz lo sucedió en el trono. 36  Jehú reinó en Samaria sobre Israel durante veintiocho años.

                         NOTAS:

1. 10:1 la ciudad (mss. de LXX); Jezrel (TM).
2. 10:2 Acab. Lit. su señor; también en vv. 3 y 6.
3. 10:25 el santuario. Lit. la ciudad.

2 Reyes 11


Atalía y Joás

1  Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, tomó medidas para eliminar a toda la familia real. 2  Pero Josaba, que era hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a Joás hijo de Ocozías cuando los príncipes estaban a punto de ser asesinados. Metiéndolo en un dormitorio con su nodriza, logró esconderlo de Atalía, de modo que no lo mataron. 3  Seis años estuvo Joás escondido con su nodriza en el templo del Señor, mientras Atalía reinaba en el país.
4  En el séptimo año, el sacerdote Joyadá mandó llamar a los capitanes,[1] a los quereteos y a los guardias, para que se presentaran ante él en el templo del Señor. Allí en el templo hizo un pacto con ellos y les tomó juramento. Luego les mostró al hijo del rey, 5  y les dio estas órdenes: "Hagan lo siguiente: Una tercera parte de los que están de servicio el *sábado vigilará el palacio real; 6  otra tercera parte, la puerta de Sur; y la otra tercera parte, la puerta detrás del cuartel. Harán la guardia del templo por turnos. 7  Los dos grupos que están libres el sábado protegerán al rey en el templo del Señor. 8  Arma en mano, rodeen por completo al rey; y si alguien se atreve a penetrar las filas,[2] mátenlo. ¡No dejen solo al rey, vaya donde vaya!"
9  Los capitanes cumplieron con todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio el sábado como a los que estaban libres, y se presentaron ante Joyadá. 10  Éste repartió entre los capitanes las lanzas y los escudos del rey David, que estaban guardados en el templo del Señor. 11  Arma en mano, los guardias tomaron sus puestos alrededor del rey, cerca del altar, y desde el lado sur hasta el lado norte del templo.
12  Entonces Joyadá sacó al hijo del rey, le puso la corona y le entregó una copia del pacto.[3] Luego lo ungieron, y todos aplaudieron, gritando: "¡Viva el rey!"
13  Cuando Atalía oyó la gritería de los guardias y de la tropa, fue al templo del Señor, donde estaba la gente. 14  Al ver que el rey estaba de pie junto a la columna, como era la costumbre, y que los capitanes y músicos estaban a su lado, y que toda la gente tocaba alegre las trompetas, Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: "¡Traición! ¡Traición!"
15  Entonces el sacerdote Joyadá, como no quería que la mataran en el templo del Señor, ordenó a los capitanes que estaban al mando de las fuerzas: "Sáquenla de entre las filas; y si alguien se pone de su lado, ¡mátenlo a filo de espada!" 16  Así que la apresaron y la llevaron al palacio por la puerta de la caballería, y allí la mataron.
17  Luego Joyadá hizo un *pacto entre el Señor, el rey y la gente para que fueran el pueblo del Señor; también hizo un pacto entre el rey y el pueblo. 18  Entonces toda la gente fue al templo de *Baal y lo derribó. Destruyeron los altares y los ídolos, y enfrente de los altares degollaron a Matán, sacerdote de Baal.
El sacerdote Joyadá apostó guardias en el templo del Señor 19  y, acompañado de los capitanes y de los quereteos, los guardias y todo el pueblo, llevó al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real. Entraron juntos por la puerta del cuartel, y Joás se sentó en el trono real. 20  Todo el pueblo estaba alegre, y tranquila la ciudad, pues habían matado a Atalía a filo de espada en el palacio.
21  Joás tenía siete años cuando ascendió al trono.

                         NOTAS:

1. 11:4 capitanes. Lit. jefes de cien; también en vv. 9,10,15,19.
2. 11:8 las filas. Alt. los precintos; también en v. 15.
3. 11:12 le puso ... pacto. Alt. y le puso la corona y las insignias.

2 Reyes 12


Joás, rey de Judá

1  En el año séptimo del reinado de Jehú, Joás comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre era Sibia, oriunda de Berseba. 2  Joás hizo durante toda su vida lo que agrada al Señor, pues siguió las enseñanzas del sacerdote Joyadá. 3[1]  Sin embargo, no se quitaron los *altares paganos, sino que el pueblo continuó ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.
4  Un día Joás ordenó a los sacerdotes: "Recojan todo el dinero que cada persona traiga al templo del Señor como ofrenda sagrada, incluso el impuesto del censo, el dinero de votos personales y todas las ofrendas voluntarias. 5  Cada sacerdote debe tomar el dinero de manos de su propio tesorero,[2] y usarlo para restaurar el templo y reparar todo lo que esté dañado."
6  En el año veintitrés del reinado de Joás sucedió que, como los sacerdotes no habían hecho reparaciones al templo, 7  el rey llamó al sacerdote Joyadá y a los otros sacerdotes, y les recriminó: "¿Por qué no han comenzado la restauración del templo? De aquí en adelante, ya no recibirán dinero de manos de los tesoreros, y deberán entregar lo que tengan para que se repare el templo."
8  Los sacerdotes accedieron a no recibir más dinero del pueblo, y renunciaron al encargo de restaurar el templo. 9  Sin embargo, el sacerdote Joyadá tomó un cofre y, después de hacer una ranura en la tapa, lo puso junto al altar, a la derecha, según se entra en el templo del Señor. Los sacerdotes que vigilaban la entrada comenzaron a poner en el cofre todo el dinero que la gente traía al templo del Señor. 10  Cuando veían que el cofre ya estaba lleno, subía el secretario real con el sumo sacerdote para vaciarlo[3] y contar el dinero que había en el templo del Señor. 11  Una vez determinada la cantidad, entregaban el dinero a los que supervisaban la restauración del templo. Éstos les pagaban a los que trabajaban allí en el templo: carpinteros, maestros de obra, 12  albañiles y canteros. También compraban madera y piedras de cantería, y cubrían todos los gastos necesarios para restaurar el templo del Señor.
13  Sin embargo, del dinero que se traía al templo del Señor, no se usaba nada para hacer copas, despabiladeras, aspersorios y trompetas, ni otros utensilios de plata y oro, 14  sino que ese dinero se les entregaba a los trabajadores, que lo usaban para reparar el templo. 15  A los que estaban encargados de pagar a los trabajadores no se les pedían cuentas, pues procedían con toda honradez. 16  El dinero de los sacrificios *expiatorios y por la culpa no era para el templo del Señor, pues pertenecía a los sacerdotes.
17  Por aquel tiempo, Jazael, rey de *Siria, atacó la ciudad de Gat y la conquistó; luego se propuso atacar a Jerusalén. 18  Por eso Joás, rey de Judá, recogió todos los objetos que habían consagrado sus antepasados Josafat, Jorán y Ocozías, reyes de Judá, junto con los que él mismo había consagrado, más todo el oro que pudo encontrar entre los tesoros del templo del Señor y en el palacio real. Todo esto se lo envió a Jazael, rey de Siria, el cual se retiró de Israel.
19  Los demás acontecimientos del reinado de Joás, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 20  Sus propios ministros conspiraron contra él y lo asesinaron en Bet Miló,[4] camino a Sila. 21  Quienes lo atacaron fueron Josacar hijo de Simat y Jozabad hijo de Semer. Así murió Joás, y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Amasías lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 12:2 Joás ... Joyadá. Alt. Joás hizo lo que agrada al Señor durante todo el tiempo que el sacerdote Joyadá lo instruyó (véase 2Cr 24:2).
2. 12:5 tesorero. Palabra de difícil traducción; también en v. 7.
3. 12:10 vaciarlo. Palabra de difícil traducción.
4. 12:20 Bet Miló. Alt. el edificio del terraplén.

2 Reyes 13


Joacaz, rey de Israel

1  En el año veintitrés del reinado de Joás hijo de Ocozías, rey de Judá, Joacaz hijo de Jehú ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria diecisiete años. 2  Joacaz hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat y no se apartó del pecado con que éste hizo pecar a Israel. 3  Por eso la ira del Señor se encendió contra los israelitas y, por mucho tiempo, los puso bajo el poder de Jazael, rey de *Siria, y de su hijo Ben Adad.
4  Entonces Joacaz clamó al Señor, y él lo escuchó, pues vio la gran opresión del rey de Siria sobre Israel. 5  El Señor les proveyó un libertador, de modo que los israelitas pudieron librarse del poder de los sirios y vivir tranquilos,[1] como antes. 6  Sin embargo, siguieron el mal ejemplo de la familia de Jeroboán y no se apartaron de los pecados con que éstos hicieron pecar a Israel, y hasta dejaron en pie la imagen de la diosa *Aserá, que estaba en Samaria.
7  Del ejército no le habían quedado a Joacaz más que cincuenta jinetes, diez carros de combate y diez mil soldados de infantería, pues el rey de Siria había destruido el ejército, aniquilándolo por completo.
8  Los demás acontecimientos del reinado de Joacaz, y todo lo que hizo y su poderío, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 9  Joacaz murió y fue sepultado en Samaria. Y su hijo Joás lo sucedió en el trono.
Joás, rey de Israel
10  En el año treinta y siete del reinado de Joás, rey de Judá, Joás hijo de Joacaz ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria dieciséis años. 11  Joás hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán hijo de Nabat y no se apartó de ninguno de los pecados con que éste hizo pecar a Israel.
12  Los demás acontecimientos del reinado de Joás, y todo lo que hizo y su poderío, incluso la guerra que sostuvo contra Amasías, rey de Judá, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 13  Joás murió y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel. Y Jeroboán lo sucedió en el trono.


Muerte de Eliseo

14  Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte, Joás, rey de Israel, fue a verlo. Echándose sobre él, lloró y exclamó:
¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!
15  Eliseo le dijo:
Consigue un arco y varias flechas.
Joás así lo hizo. 16  Luego Eliseo le dijo:
Empuña el arco.
Cuando el rey empuñó el arco, Eliseo puso las manos sobre las del rey 17  y le dijo:
Abre la ventana que da hacia el oriente.
Joás la abrió, y Eliseo le ordenó:
¡Dispara!
Así lo hizo. Entonces Eliseo declaró:
¡Flecha victoriosa del Señor! ¡Flecha victoriosa contra *Siria! ¡Tú vas a derrotar a los sirios en Afec hasta acabar con ellos! 18  Así que toma las flechas añadió.
El rey las tomó, y Eliseo le ordenó:
¡Golpea el suelo!
Joás golpeó el suelo tres veces, y se detuvo. 19  Ante eso, el hombre de Dios se enojó y le dijo:
Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces; entonces habrías derrotado a los sirios hasta acabar con ellos. Pero ahora los derrotarás sólo tres veces.
20  Después de esto, Eliseo murió y fue sepultado.
Cada año, bandas de guerrilleros moabitas invadían el país. 21  En cierta ocasión, unos israelitas iban a enterrar a un muerto, pero de pronto vieron a esas bandas y echaron el cadáver en la tumba de Eliseo. Cuando el cadáver tocó los huesos de Eliseo, ¡el hombre recobró la vida y se puso de pie!


Jazael oprime a los israelitas

22  Durante el reinado de Joacaz, Jazael, rey de *Siria, oprimió a los israelitas. 23  Sin embargo, el Señor tuvo misericordia de ellos. Por causa del *pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob, se compadeció de los israelitas y los preservó, y hasta el día de hoy no ha querido destruirlos ni arrojarlos de su presencia.
24  Cuando murió Jazael, rey de Siria, lo sucedió en el trono su hijo Ben Adad. 25  Entonces Joás hijo de Joacaz logró rescatar del poder de Ben Adad las ciudades que éste le había arrebatado a Joacaz. En tres ocasiones Joás logró derrotarlo, de modo que pudo recuperar las ciudades de Israel.

                         NOTAS:

1. 13:5 tranquilos. Lit. en sus casas.

2 Reyes 14


Amasías, rey de Judá

1  En el segundo año de Joás hijo de Joacaz, rey de Israel, Amasías hijo de Joás, rey de Judá, ascendió al trono. 2  Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Joadán, oriunda de Jerusalén. 3  Amasías hizo lo que agrada al Señor, aunque no como lo había hecho su antepasado David. En todo siguió el ejemplo de su padre Joás, 4  pero no se quitaron los *altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.
5  Después de afianzarse en el poder, Amasías ajustició a los ministros que habían asesinado a su padre el rey. 6  Sin embargo, según lo que ordenó el Señor, no mató a los hijos de los asesinos, pues está escrito en el libro de la *ley de Moisés: "A los padres no se les dará muerte por la culpa de sus hijos, ni a los hijos se les dará muerte por la culpa de sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado."[1]
7  Amasías derrotó a diez mil edomitas en el valle de la Sal; también conquistó la ciudad de Selá y le puso por nombre Joctel, que es como se conoce hasta el día de hoy.
8  Por aquel tiempo, Amasías envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel, con este reto: "¡Sal para que nos enfrentemos!"
9  Pero Joás, rey de Israel, le respondió a Amasías, rey de Judá: "El cardo del Líbano le mandó este mensaje al cedro: Entrega a tu hija como esposa a mi hijo. Pero luego pasaron por allí las fieras del Líbano, y aplastaron al cardo. 10  De hecho, has derrotado a los edomitas, y el éxito se te ha subido a la cabeza. Está bien, jáctate si quieres, pero quédate en casa. ¿Para qué provocas una desgracia que significará tu perdición y la de Judá?"
11  Amasías no le hizo caso. Así que Joás, rey de Israel, marchó a Bet Semes, en Judá, para enfrentarse con él. 12  Los israelitas batieron a los de Judá, y éstos huyeron a sus hogares. 13  En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Ocozías. Luego fue a Jerusalén y derribó ciento ochenta metros[2] de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina. 14  Además, se apoderó de todo el oro, la plata y los utensilios que había en el templo del Señor y en el tesoro del palacio real. También tomó rehenes, y regresó a Samaria.
15  Los demás acontecimientos del reinado de Joás, y todo lo que hizo y su poderío, incluso la guerra que sostuvo contra Amasías, rey de Judá, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 16  Joás murió y fue sepultado en Samaria con los reyes de Israel. Y su hijo Jeroboán lo sucedió en el trono.
17  Amasías hijo de Joás, rey de Judá, sobrevivió quince años a Joás hijo de Joacaz, rey de Israel. 18  Los demás acontecimientos del reinado de Amasías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 19  Como se tramó una conspiración contra él en Jerusalén, Amasías huyó a Laquis; pero lo persiguieron y allí lo mataron. 20  Luego lo llevaron a caballo hasta Jerusalén, la Ciudad de David, y allí fue sepultado con sus antepasados.
21  Entonces todo el pueblo de Judá tomó a Azarías,[3] que tenía dieciséis años, y lo proclamó rey en lugar de su padre Amasías. 22  Y fue Azarías quien, después de la muerte del rey Amasías, reconstruyó la ciudad de Elat y la reincorporó a Judá.
Jeroboán II, rey de Israel
23  En el año quince del reinado de Amasías hijo de Joás, rey de Judá, Jeroboán hijo de Joás, rey de Israel, ascendió al trono, y reinó en Samaria cuarenta y un años. 24  Jeroboán hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de ninguno de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. 25  Él fue quien restableció las fronteras de Israel desde Lebó Jamat[4] hasta el mar del Arabá, según la palabra que el Señor, Dios de Israel, había dado a conocer por medio de su siervo Jonás hijo de Amitay, el profeta de Gat Jefer. 26  Porque el Señor había visto que todos los habitantes de Israel, esclavos o libres, sufrían amargamente, y que no había nadie que los ayudara. 27  Pero el Señor los salvó por medio de Jeroboán hijo de Joás, pues había dicho que no borraría de la tierra el *nombre de Israel.
28  Los demás acontecimientos del reinado de Jeroboán, y todo lo que hizo y su poderío, incluso sus guerras en las que recuperó Damasco y Jamat para Israel,[5] están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 29  Jeroboán murió y fue sepultado con sus antepasados, los reyes de Israel. Y su hijo Zacarías lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 14:6 Dt 24:16
2. 14:13 ciento ochenta metros. Lit. cuatrocientos *codos.
3. 14:21 Azarías. Lit. Uzías.
4. 14:25 Lebó Jamat. Alt. la entrada de Jamat.
5. 14:28 para Israel (lectura probable; véase Siríaca); para Judá en Israel (TM).

2 Reyes 15


Azarías, rey de Judá

1  En el año veintisiete del reinado de Jeroboán, rey de Israel, Azarías hijo de Amasías, rey de Judá, ascendió al trono. 2  Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre era Jecolías, oriunda de Jerusalén. 3  Azarías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Amasías; 4  pero no se quitaron los *altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.
5  Sin embargo, el Señor castigó al rey con *lepra hasta el día de su muerte. Y como el rey Azarías tuvo que vivir aislado en casa,[1] su hijo Jotán quedó a cargo del palacio y del gobierno del país.
6  Los demás acontecimientos del reinado de Azarías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 7  Azarías murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Jotán lo sucedió en el trono.
Zacarías, rey de Israel
8  En el año treinta y ocho del reinado de Azarías, rey de Judá, Zacarías hijo de Jeroboán ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria seis meses. 9  Zacarías hizo lo que ofende al Señor, como lo hicieron sus antepasados, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.
10  Salún hijo de Jabés conspiró contra Zacarías. Lo atacó en Ibleam[2] y lo mató, usurpando así el trono. 11  Los demás acontecimientos del reinado de Zacarías están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 12  De este modo se cumplió la palabra que el Señor le había dado a conocer a Jehú: "Durante cuatro generaciones tus descendientes ocuparán el trono de Israel."[3]
Salún, rey de Israel
13  Salún hijo de Jabés ascendió al trono en el año treinta y nueve de Uzías, rey de Judá, y reinó en Samaria un mes. 14  Pero Menajem hijo de Gadí llegó de Tirsá a Samaria, y allí atacó a Salún hijo de Jabés y lo mató, usurpando así el trono.
15  Los demás acontecimientos del reinado de Salún, incluso su conspiración, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
16  Por aquel tiempo, Menajem atacó la ciudad de Tifsa. Como no le abrieron las *puertas de la ciudad, mató a todos los que vivían allí y en los alrededores, comenzando por Tirsá, y les abrió el vientre a las mujeres embarazadas.
Menajem, rey de Israel
17  En el año treinta y nueve del reinado de Azarías, rey de Judá, Menajem hijo de Gadí ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria diez años. 18  Pero hizo lo que ofende al Señor, pues durante toda su vida jamás se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.
19  Tiglat Piléser,[4] rey de Asiria, invadió el país, y Menajem le entregó treinta y tres mil kilos[5] de plata para ganarse su apoyo y mantenerse en el trono. 20  Menajem les exigió este dinero a los israelitas: todos los ricos tenían que pagarle al rey de Asiria medio kilo[6] de plata. Entonces el rey de Asiria se retiró y dejó de ocupar el país.
21  Los demás acontecimientos del reinado de Menajem, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. 22  Menajem murió, y su hijo Pecajías lo sucedió en el trono.
Pecajías, rey de Israel
23  En el año cincuenta de Azarías, rey de Judá, Pecajías hijo de Menajem ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria dos años. 24  Pero hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel. 25  Uno de sus oficiales, que se llamaba Pecaj hijo de Remalías, conspiró contra él. Apoyado por cincuenta galaaditas, atacó a Pecajías, a Argob y a Arié, en la torre del palacio real en Samaria. Así fue como lo mató y usurpó el trono.
26  Los demás acontecimientos del reinado de Pecajías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
Pecaj, rey de Israel
27  En el año cincuenta y dos del reinado de Azarías, rey de Judá, Pecaj hijo de Remalías ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria veinte años. 28  Pero hizo lo que ofende al Señor, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán hijo de Nabat hizo pecar a Israel.
29  En tiempos de Pecaj, rey de Israel, Tiglat Piléser, rey de Asiria, invadió el país y conquistó Iyón, Abel Betmacá, Janoa, Cedes, Jazor, Galaad y Galilea, incluyendo todo el territorio de Neftalí; además, deportó a los habitantes a Asiria. 30  Entonces Oseas hijo de Elá conspiró contra Pecaj hijo de Remalías y lo atacó. Así fue como, en el año veinte de Jotán hijo de Uzías, lo mató y usurpó el trono.
31  Los demás acontecimientos del reinado de Pecaj, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel.
Jotán, rey de Judá
32  En el segundo año del reinado de Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, Jotán hijo de Uzías, rey de Judá, ascendió al trono. 33  Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre era Jerusa hija de Sadoc. 34  Jotán hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Uzías. 35  Fue Jotán quien reconstruyó la puerta superior del templo del Señor, pero no se quitaron los altares paganos, sino que el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellos.
36  Los demás acontecimientos del reinado de Jotán están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 37  Durante su reinado, el Señor comenzó a enviar contra Judá a Rezín, rey de *Siria, y a Pecaj hijo de Remalías. 38  Jotán murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, su antecesor. Y su hijo Acaz lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 15:5 aislado en casa. Lit. en casa de libertad (es decir, libre de responsabilidad).
2. 15:10 en Ibleam (mss. de LXX); ante el pueblo (TM).
3. 15:12 2R 10:30
4. 15:19 Tiglat Piléser. Lit. Pul.
5. 15:19 treinta y tres mil kilos. Lit. mil *talentos.
6. 15:20 medio kilo. Lit. cincuenta *siclos.

2 Reyes 16


Acaz, rey de Judá

1  En el año diecisiete del reinado de Pecaj hijo de Remalías, Acaz hijo de Jotán ascendió al trono. 2  Tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Pero a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agradaba al Señor su Dios. 3  Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y hasta sacrificó en el fuego a su hijo, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado delante de los israelitas. 4  También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los *santuarios paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.
5  En cierta ocasión, Rezín, rey de *Siria, y Pecaj hijo de Remalías, rey de Israel, marcharon hacia Jerusalén para hacerle guerra a Acaz, y sitiaron la ciudad, pero no lograron tomarla. 6  Por aquel tiempo, Rezín, rey de Siria, había reconquistado la ciudad de Elat, desalojando a los de Judá que vivían allí. Posteriormente los edomitas se establecieron en Elat, y allí se han quedado hasta el día de hoy.
7  Acaz envió entonces mensajeros a Tiglat Piléser, rey de Asiria, con este mensaje: "Ya que soy tu servidor y vasallo,[1] ven y líbrame del poder del rey de Siria y del rey de Israel, que se han puesto en mi contra." 8  Acaz también juntó la plata y el oro que había en el templo del Señor y en el tesoro del palacio real, y se lo envió todo al rey de Asiria como un regalo. 9  El rey de Asiria, accediendo a su petición, lanzó un ataque contra Damasco y conquistó la ciudad. Luego deportó a sus habitantes a Quir, y mató a Rezín.
10  El rey Acaz fue entonces a Damasco para encontrarse con Tiglat Piléser, rey de Asiria. Cuando vio el altar que había en la ciudad, el rey Acaz le envió al sacerdote Urías un plano del altar, con un dibujo de todos los detalles. 11  Entonces Urías construyó un altar según las instrucciones que el rey Acaz le había enviado desde Damasco, y lo terminó antes de que el rey regresara. 12  Cuando éste llegó de Damasco y vio el altar, se acercó y presentó allí una ofrenda. 13  Ofreció el *holocausto con la ofrenda, derramó su libación y roció sobre el altar la sangre de los sacrificios de *comunión. 14  El altar de bronce, que estaba en la presencia del Señor, lo retiró de la parte delantera del edificio y lo situó en el lado norte del nuevo altar, ya que ahora quedaba entre el nuevo altar y el templo del Señor.
15  Luego le dio estas órdenes al sacerdote Urías: "Ofrece en este gran altar el holocausto matutino y la ofrenda vespertina, así como el holocausto y la ofrenda del rey, y también los holocaustos, las ofrendas y las libaciones del pueblo en general. Rocía sobre este altar la sangre de todos los holocaustos y sacrificios. Pero el altar de bronce lo usaré yo." 16  Y el sacerdote Urías hizo todo lo que el rey Acaz le ordenó.
17  El rey desmontó los paneles de las bases y les quitó los lavamanos; además bajó la fuente[2] que estaba encima de los bueyes de bronce y la instaló sobre un enlosado de piedra; 18  y por deferencia al rey de Asiria, quitó del templo del Señor el techado que se había construido allí para celebrar los *sábados,[3] así como la entrada exterior para el rey.
19  Los demás acontecimientos del reinado de Acaz están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 20  Acaz murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Ezequías lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 16:7 vasallo. Lit. hijo.
2. 16:17 la fuente. Lit. el mar.
3. 16:18 el techado ... para celebrar los sábados. Alt. el estrado ... para el trono (véase LXX).

2 Reyes 17


Oseas, rey de Israel

1  En el año duodécimo del reinado de Acaz, rey de Judá, Oseas hijo de Elá ascendió al trono de Israel, y reinó en Samaria nueve años. 2  Hizo lo que ofende al Señor, aunque no tanto como los reyes de Israel que lo habían precedido.
3  Salmanasar, rey de Asiria, atacó a Oseas, lo hizo su vasallo y le impuso tributo. 4  Más tarde, el rey de Asiria descubrió que Oseas lo traicionaba, pues éste había enviado emisarios a So, rey de Egipto, y además había dejado de pagarle el tributo anual. Por eso el rey de Asiria mandó arrestarlo y lo metió en la cárcel. 5  Después invadió el país entero, marchó contra Samaria y sitió la ciudad durante tres años. 6  En el año noveno del reinado de Oseas, el rey de Asiria, después de conquistar Samaria, deportó a los israelitas a Asiria y los instaló en Jalaj, en Gozán (que está junto al río Jabor) y en las ciudades de los medos.


El pecado de Israel

7  Todo esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra el Señor su Dios, que los había sacado de Egipto, librándolos del poder del faraón, rey de Egipto. Adoraron a otros dioses 8  y siguieron las costumbres de las naciones que el Señor había expulsado delante de ellos, como también las prácticas que introdujeron los reyes de Israel. 9  Además blasfemaron[1] contra el Señor su Dios, y dondequiera que habitaban se construían *altares paganos. Desde las torres de vigilancia hasta las ciudades fortificadas, 10  y en cada colina y bajo todo árbol frondoso, erigieron *piedras sagradas e imágenes de la diosa *Aserá; 11  y en todos los altares paganos quemaron incienso, siguiendo el ejemplo de las naciones que el Señor había desterrado delante de ellos. Fueron tantas las maldades que cometieron, que provocaron la ira del Señor. 12  Rindieron culto a los ídolos, aunque el Señor se lo había prohibido categóricamente. 13  Por eso el Señor les dio esta advertencia a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes: "¡Vuélvanse de sus malos *caminos! Cumplan mis mandamientos y decretos, y obedezcan todas las leyes que ordené a sus antepasados, y que les di a conocer a ustedes por medio de mis siervos los profetas."
14  Con todo, no hicieron caso, sino que fueron tan tercos como lo habían sido sus antepasados, que no confiaron en el Señor su Dios. 15  Rechazaron los decretos y las advertencias del Señor, y el *pacto que él había hecho con sus antepasados. Se fueron tras ídolos inútiles, de modo que se volvieron inútiles ellos mismos; y aunque el Señor lo había prohibido, siguieron las costumbres de las naciones vecinas. 16  Abandonaron todos los mandamientos del Señor su Dios, y se hicieron dos ídolos fundidos en forma de becerro y una imagen de la diosa Aserá. Se postraron ante todos los astros del cielo, y adoraron a *Baal; 17  sacrificaron en el fuego a sus hijos e hijas; practicaron la adivinación y la hechicería; en fin, se entregaron a hacer lo que ofende al Señor, provocando así su ira.
18  Por lo tanto, el Señor se enojó mucho contra Israel y lo arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. 19  Pero aun Judá dejó de cumplir los mandatos del Señor su Dios, y siguió las costumbres que introdujo Israel. 20  Por eso el Señor rechazó a todos los israelitas: los afligió y los entregó en manos de invasores, y acabó por arrojarlos de su presencia.
21  Cuando el Señor arrancó de la familia de David a los israelitas, éstos hicieron rey a Jeroboán hijo de Nabat. Jeroboán, por su parte, los alejó del camino del Señor y los hizo cometer un gran pecado. 22  De hecho, los israelitas imitaron todos los pecados de Jeroboán y no se apartaron de ellos. 23  Finalmente, el Señor arrojó a Israel de su presencia, tal como lo había anunciado por medio de sus siervos los profetas. Así, pues, fueron desterrados y llevados cautivos a Asiria, donde hasta el día de hoy se han quedado.


Repoblación de Samaria

24  Para reemplazar a los israelitas en los poblados de Samaria, el rey de Asiria trajo gente de Babilonia, Cuta, Ava, Jamat y Sefarvayin. Éstos tomaron posesión de Samaria y habitaron en sus poblados. 25  Al principio, cuando se establecieron, no adoraban al Señor, de modo que el Señor les envió leones que causaron estragos en la población. 26  Entonces le dieron este informe al rey de Asiria: "La gente que Su Majestad deportó y estableció en los poblados de Samaria no sabe lo que requiere el dios de ese país. Por esta razón, él les ha enviado leones, para que los maten."
27  El rey de Asiria dio esta orden: "Hagan que regrese a vivir en Samaria uno de los sacerdotes que ustedes capturaron allí, y que le enseñe a la población lo que requiere el dios de ese país." 28  Así que uno de los sacerdotes que habían sido deportados de Samaria fue a vivir a Betel y comenzó a enseñarles cómo adorar al Señor.
29  Sin embargo, todos esos pueblos se fabricaron sus propios dioses en las ciudades donde vivían, y los colocaron en los *altares paganos que habían construido los samaritanos. 30  Los de Babilonia hicieron al dios Sucot Benot; los de Cuta, a Nergal; los de Jamat, a Asimá, 31  y los de Ava, a Nibjaz y a Tartac. Los de Sefarvayin quemaban a sus hijos como sacrificio a Adramélec y a Anamélec, dioses de Sefarvayin; 32  adoraban también al Señor, pero de entre ellos mismos nombraron sacerdotes a toda clase de gente para que oficiaran en los altares paganos. 33  Aunque adoraban al Señor, servían también a sus propios dioses, según las costumbres de las naciones de donde habían sido deportados.
34  Hasta el día de hoy persisten en sus antiguas costumbres. No adoran al Señor ni actúan según sus decretos y sus normas, ni según la *ley y el mandamiento que el Señor ordenó a los descendientes de Jacob, a quien le dio el *nombre de Israel. 35  Cuando el Señor hizo un *pacto con los israelitas, les ordenó:

"No adoren a otros dioses ni se inclinen delante de ellos; no les sirvan ni les ofrezcan sacrificios. 36  Adoren sólo al Señor, que los sacó de Egipto con gran despliegue de fuerza y poder. Es a él a quien deben adorar y ofrecerle sacrificios. 37  Tengan cuidado de cumplir siempre los decretos y ordenanzas, leyes y mandamientos que él les dio por escrito. No adoren a otros dioses. 38  No olviden el pacto que él ha hecho con ustedes. Por tanto, no adoren a otros dioses, 39  sino sólo al Señor su Dios. Y él los librará del poder de sus enemigos."

40  Sin embargo, no hicieron caso, sino que persistieron en sus antiguas costumbres. 41  Aquellos pueblos adoraban al Señor, y al mismo tiempo servían a sus propios ídolos. Hasta el día de hoy sus hijos y sus descendientes siguen actuando como sus antepasados.

                         NOTAS:

1. 17:9 blasfemaron. Palabra de difícil traducción.

2 Reyes 18


Ezequías, rey de Judá

1  En el tercer año de Oseas hijo de Elá, rey de Israel, Ezequías hijo de Acaz, rey de Judá, ascendió al trono. 2  Tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Abí hija de Zacarías. 3  Ezequías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el ejemplo de su antepasado David. 4  Quitó los *altares paganos, destrozó las *piedras sagradas y quebró las imágenes de la diosa *Aserá. Además, destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso, y la llamaban Nejustán.[1]
5  Ezequías puso su confianza en el Señor, Dios de Israel. No hubo otro como él entre todos los reyes de Judá, ni antes ni después. 6  Se mantuvo fiel al Señor y no se apartó de él, sino que cumplió los mandamientos que el Señor le había dado a Moisés. 7  El Señor estaba con Ezequías, y por tanto éste tuvo éxito en todas sus empresas. Se rebeló contra el rey de Asiria y no se sometió a él. 8  Y derrotó a los filisteos, tanto en las torres de vigilancia como en las ciudades fortificadas, hasta llegar a Gaza y sus alrededores.
9  En el año cuarto del reinado de Ezequías, es decir, en el año séptimo del reinado de Oseas hijo de Elá, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, marchó contra Samaria y la sitió. 10  Al cabo de tres años logró conquistarla. Era el año sexto del reinado de Ezequías, es decir, el año noveno del reinado de Oseas, rey de Israel. 11  El rey de Asiria deportó a los israelitas a Asiria, y los estableció en Jalaj, en Gozán (que está junto al río Jabor) y en las ciudades de los medos. 12  Esto sucedió porque no obedecieron al Señor su Dios, sino que violaron su *pacto. No cumplieron ni pusieron en práctica lo que Moisés, siervo del Señor, les había ordenado.
13  En el año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, atacó y tomó todas las ciudades fortificadas de Judá. 14  Entonces Ezequías le envió este mensaje al rey de Asiria, que se encontraba en Laquis: "He actuado mal. Si te retiras, te pagaré cualquier tributo que me impongas." El rey de Asiria le impuso a Ezequías, rey de Judá, un tributo de nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa kilos[2] de oro. 15  Así que Ezequías le entregó a Senaquerib toda la plata que había en el templo del Señor y en los tesoros del palacio real. 16  Fue entonces cuando Ezequías, rey de Judá, les quitó a las puertas y los quiciales del templo del Señor el oro con que él mismo los había cubierto, y se lo entregó al rey de Asiria.


Senaquerib amenaza a Jerusalén

17  Desde Laquis el rey de Asiria envió a su virrey, al funcionario[3] principal y a su comandante en jefe,[4] al frente de un gran ejército, para hablar con el rey Ezequías en Jerusalén. Marcharon hacia Jerusalén y, al llegar, se detuvieron junto al acueducto del estanque superior, en el camino que lleva al Campo del Lavandero. 18  Entonces llamaron al rey, y salió a recibirlos Eliaquín hijo de Jilquías, que era el administrador del palacio, junto con el cronista Sebna y el secretario Joa hijo de Asaf.
19  El comandante en jefe les dijo:
Díganle a Ezequías que así dice el gran rey, el rey de Asiria: ¿En qué se basa tu confianza? 20  Tú dices que tienes estrategia y fuerza militar, pero éstas no son más que palabras sin fundamento. ¿En quién confías, que te rebelas contra mí? 21  Ahora bien, tú confías en Egipto, ¡ese bastón de caña astillada, que traspasa la mano y hiere al que se apoya en él! Porque eso es el faraón, el rey de Egipto, para todos los que en él confían. 22  Y si ustedes me dicen: 'Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios, ¿no se trata acaso, Ezequías, del Dios cuyos altares y *santuarios paganos tú mismo quitaste, diciéndoles a Judá y a Jerusalén: 'Deben adorar solamente ante este altar en Jerusalén?
23  "Ahora bien, Ezequías, haz este trato con mi señor, el rey de Asiria: Yo te doy dos mil caballos, si tú consigues otros tantos jinetes para montarlos. 24  ¿Cómo podrás rechazar el ataque de uno solo de los funcionarios más insignificantes de mi señor, si confías en obtener de Egipto carros de combate y jinetes? 25  ¿Acaso he venido a atacar y a destruir este lugar sin el apoyo del Señor? ¡Si fue él mismo quien me ordenó: Marcha contra este país y destrúyelo!
26  Eliaquín hijo de Jilquías, Sebna y Joa le dijeron al comandante en jefe:
Por favor, hábleles usted a sus siervos en arameo, ya que lo entendemos. No nos hable en hebreo, que el pueblo que está sobre el muro nos escucha.
27  Pero el comandante en jefe respondió:
¿Acaso mi señor me envió a decirles estas cosas sólo a ti y a tu señor, y no a los que están sentados en el muro? ¡Si tanto ellos como ustedes tendrán que comerse su excremento y beberse su orina!
28  Dicho esto, el comandante en jefe se puso de pie y a voz en cuello gritó en hebreo:
¡Oigan las palabras del gran rey, el rey de Asiria! 29  Así dice el rey: No se dejen engañar por Ezequías. ¡Él no puede librarlos de mis manos! 30  No dejen que Ezequías los persuada a confiar en el Señor, diciendo: 'Sin duda el Señor nos librará; ¡esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria!
31  "No le hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: Hagan las paces conmigo, y ríndanse. De este modo cada uno podrá comer de su vid y de su higuera, y beber agua de su propio pozo, 32  hasta que yo venga y los lleve a un país como el de ustedes, país de grano y de mosto, de pan y de viñedos, de aceite de oliva y de miel. Así vivirán en vez de morir.
"No le hagan caso a Ezequías, que los quiere seducir cuando dice: El Señor nos librará. 33  ¿Acaso alguno de los dioses de las naciones pudo librar a su país de las manos del rey de Asiria? 34  ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvayin, de Hená y de Ivá? ¿Acaso libraron a Samaria de mis manos? 35  ¿Cuál de todos los dioses de estos países ha podido salvar de mis manos a su país? ¿Cómo entonces podrá el Señor librar de mis manos a Jerusalén?
36  Pero el pueblo permaneció en silencio y no respondió ni una sola palabra, porque el rey había ordenado: "No le respondan."
37  Entonces Eliaquín hijo de Jilquías, administrador del palacio, el cronista Sebna, y el secretario Joa hijo de Asaf, con las vestiduras rasgadas en señal de duelo, fueron a ver a Ezequías y le contaron lo que había dicho el comandante en jefe.

                         NOTAS:

1. 18:4 la llamaban Nejustán. Alt. la llamó Nejustán. Este nombre suena como las palabras hebreas que significan bronce y serpiente.
2. 18:14 nueve mil novecientos kilos ... novecientos noventa kilos. Lit. trescientos *talentos ... treinta talentos.
3. 18:17 funcionario. Lit. *eunuco.
4. 18:17 comandante en jefe. Alt. copero mayor.

2 Reyes 19


Isaías profetiza la liberación de Jerusalén

1  Cuando el rey Ezequías escuchó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y fue al templo del Señor. 2  Además, envió a Eliaquín, administrador del palacio, al cronista Sebna y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de luto, para hablar con el profeta Isaías hijo de Amoz. 3  Y le dijeron: "Así dice Ezequías: Hoy es un día de angustia, castigo y deshonra, como cuando los hijos están a punto de nacer y no se tienen fuerzas para darlos a luz. 4  Tal vez el Señor tu Dios oiga todas las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive. "
5  Cuando los funcionarios del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, 6  éste les dijo: "Díganle a su señor que así dice el Señor: No temas por las blasfemias que has oído, y que han pronunciado contra mí los subalternos del rey de Asiria. 7  ¡Mira! Voy a poner un espíritu en él, de manera que cuando oiga cierto rumor se regrese a su propio país. ¡Allí haré que lo maten a filo de espada! "
8  Cuando el comandante en jefe se enteró de que el rey de Asiria había salido de Laquis, se retiró y encontró al rey luchando contra Libná.
9  Luego Senaquerib recibió el informe de que Tiracá, rey de *Cus, había salido para luchar contra él, así que una vez más envió mensajeros a Ezequías 10  para que le dijeran: "Tú, Ezequías, rey de Judá: No dejes que tu Dios, en quien confías, te engañe cuando dice: No caerá Jerusalén en manos del rey de Asiria. 11  Sin duda te habrás enterado de lo que han hecho los reyes de Asiria en todos los países, *destruyéndolos por completo. ¿Y acaso vas tú a librarte? 12  ¿Libraron sus dioses a las naciones que mis antepasados han destruido: Gozán, Jarán, Résef y la gente de Edén que vivía en Telasar? 13  ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arfad, el rey de la ciudad de Sefarvayin, o de Hená o Ivá?"


Oración de Ezequías

14  Ezequías tomó la carta de mano de los mensajeros, y la leyó. Luego subió al templo del Señor, la desplegó delante del Señor, 15  y en su presencia oró así: "Señor, Dios de Israel, entronizado sobre los *querubines: sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra. 16  Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente.
17  "Es verdad, Señor, que los reyes asirios han asolado todas estas naciones y sus tierras. 18  Han arrojado al fuego sus dioses, y los han destruido, porque no eran dioses sino sólo madera y piedra, obra de manos *humanas. 19  Ahora, pues, Señor y Dios nuestro, por favor, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú, Señor, eres Dios."


Muerte de Senaquerib

20  Entonces Isaías hijo de Amoz le envió este mensaje a Ezequías: "Así dice el Señor, Dios de Israel: Por cuanto me has rogado respecto a Senaquerib, rey de Asiria, te he escuchado. 21  Ésta es la palabra que yo, el Señor, he pronunciado contra él:

" La virginal hija de *Sión
te desprecia y se burla de ti.


La hija de Jerusalén
menea la cabeza al verte huir.
22  ¿A quién has insultado?
¿Contra quién has blasfemado?
¿Contra quién has alzado la voz
y levantado los ojos con orgullo?
¡Contra el *Santo de Israel!
23  Has enviado a tus mensajeros
a insultar al Señor, diciendo:
'Con mis numerosos carros de combate
escalé las cumbres de las montañas,
¡las laderas del Líbano!
Talé sus cedros más altos,
sus cipreses más selectos.
Alcancé sus refugios más lejanos,
y sus bosques más frondosos.
24  Cavé pozos en tierras extranjeras,
y en esas aguas apagué mi sed.


Con las plantas de mis pies
sequé todos los ríos de Egipto.

25  " ¿No te has dado cuenta?
¡Hace mucho tiempo que lo he preparado!
Desde tiempo atrás lo vengo planeando,
y ahora lo he llevado a cabo;
por eso tú has dejado en ruinas
a las ciudades fortificadas.
26  Sus habitantes, impotentes,
están desalentados y avergonzados.
Son como plantas en el campo,
como tiernos pastos verdes,
como hierba que brota sobre el techo
y que se quema antes de crecer.

27  " Yo sé bien cuándo te sientas,
cuándo sales, cuándo entras,
y cuánto ruges contra mí.
28  Porque has rugido contra mí
y tu insolencia ha llegado a mis oídos,
te pondré una argolla en la nariz
y un freno en la boca,
y por el mismo camino por donde viniste
te haré regresar.

29  " Ésta será la señal para ti, Ezequías:

" Este año comerán lo que crezca por sí solo,
y el segundo año lo que de allí brote.
Pero al tercer año sembrarán y cosecharán,
plantarán viñas y comerán su fruto.
30  Una vez más los sobrevivientes de la tribu de Judá
echarán raíces abajo, y arriba darán fruto.
31  Porque de Jerusalén saldrá un remanente,
del monte Sión un grupo de sobrevivientes.
Esto lo hará mi celo,
celo del Señor *Todopoderoso.

32  " Yo, el Señor, declaro esto acerca del rey de Asiria:

" No entrará en esta ciudad,
ni lanzará contra ella una sola flecha.
No se enfrentará a ella con escudos,
ni construirá contra ella una rampa de asalto.
33  Volverá por el mismo camino que vino;
¡en esta ciudad no entrará!
Yo, el Señor, lo afirmo.
34  Por mi causa, y por consideración a David mi siervo,
defenderé esta ciudad y la salvaré. "

35  Esa misma noche el ángel del Señor salió y mató a ciento ochenta y cinco mil hombres del campamento asirio. A la mañana siguiente, cuando los demás se levantaron, ¡allí estaban tendidos todos los cadáveres! 36  Así que Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento y se retiró. Volvió a Nínive y permaneció allí. 37  Pero un día, mientras adoraba en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer lo mataron a espada y escaparon a la tierra de Ararat. Y su hijo Esarjadón lo sucedió en el trono.

2 Reyes 20


Enfermedad de Ezequías

1  Por aquellos días Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a punto de morir. El profeta Isaías hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: "Así dice el Señor: Pon tu casa en orden, porque vas a morir; no te recuperarás. "
2  Ezequías volvió el rostro hacia la pared y le rogó al Señor: 3  "Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad y con un *corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada." Y Ezequías lloró amargamente.
4  No había salido Isaías del patio central, cuando le llegó la palabra del Señor: 5  "Regresa y dile a Ezequías, gobernante de mi pueblo, que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor. 6  Voy a darte quince años más de vida. Y a ti y a esta ciudad los libraré de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad por mi causa y por consideración a David mi siervo. "
7  Entonces Isaías dijo: "Preparen una pasta de higos." Así lo hicieron; luego se la aplicaron al rey en la llaga, y se recuperó.
8  Ezequías le había preguntado al profeta:
¿Qué señal recibiré de que el Señor me sanará, y de que en tres días podré subir a su templo?
9  Isaías le contestó:
Ésta es la señal que te dará el Señor para confirmar lo que te ha prometido: la sombra ha avanzado diez gradas; ¿podrá retroceder diez?
10  Es fácil que la sombra se alargue diez gradas replicó Ezequías, pero no que vuelva atrás.
11  Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez gradas en la escala de Acaz.


Mensajeros de Babilonia

12  En aquel tiempo Merodac[1] Baladán hijo de Baladán, rey de Babilonia, le envió cartas y un regalo a Ezequías, porque supo que había estado enfermo. 13  Ezequías se alegró[2] al recibir esto, y les mostró a los mensajeros todos sus tesoros: la plata, el oro, las especias, el aceite fino, su arsenal y todo lo que había en ellos. No hubo nada en su palacio ni en todo su reino que Ezequías no les mostrara.
14  Entonces el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó:
¿Qué querían esos hombres? ¿De dónde vinieron?
De un país lejano respondió Ezequías. Vinieron a verme desde Babilonia.
15  ¿Y qué vieron en tu palacio? preguntó el profeta.
Vieron todo lo que hay en él contestó Ezequías. No hay nada en mis tesoros que yo no les haya mostrado.
16  Entonces Isaías le dijo:
Oye la palabra del Señor: 17  Sin duda vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados atesoraron hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada dice el Señor. 18  Y algunos de tus hijos y de tus descendientes serán llevados para servir como *eunucos en el palacio del rey de Babilonia.
19  El mensaje del Señor que tú me has traído es bueno respondió Ezequías.
Y es que pensaba: "Al menos mientras yo viva, sin duda que habrá *paz y seguridad."
20  Los demás acontecimientos del reinado de Ezequías, y todo su poderío y cómo construyó el estanque y el acueducto que llevaba agua a la ciudad, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 21  Ezequías murió, y su hijo Manasés lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 20:12 Merodac (mss. hebreos, LXX y Siríaca; véase Is 39:1); Berodac (TM).
2. 20:13 se alegró (LXX, Vulgata, Siríaca y varios mss. hebreos; véase Is 39:2); escuchó (TM).

2 Reyes 21


Manasés, rey de Judá

1  Manasés tenía doce años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre era Hepsiba. 2  Manasés hizo lo que ofende al Señor, pues practicaba las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado delante de los israelitas. 3  Reconstruyó los *altares paganos que su padre Ezequías había destruido; además, erigió otros altares en honor de *Baal e hizo una imagen de la diosa *Aserá, como lo había hecho Acab, rey de Israel. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. 4  Construyó altares en el templo del Señor, lugar del cual el Señor había dicho: "Jerusalén será el lugar donde yo habite." 5  En ambos atrios del templo del Señor construyó altares en honor de los astros del cielo. 6  Sacrificó en el fuego a su propio hijo, practicó la magia y la hechicería, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira.
7  Tomó la imagen de la diosa Aserá que él había hecho, y la puso en el templo, lugar del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: "En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, he decidido habitar para siempre. 8  Nunca más dejaré que los israelitas anden perdidos fuera de la tierra que les di a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que yo les he ordenado, es decir, toda la *ley que les dio mi siervo Moisés." 9  Pero no hicieron caso; Manasés los descarrió, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó delante de ellos.
10  Por lo tanto, el Señor dijo por medio de sus siervos los profetas: 11  "Como Manasés, rey de Judá, ha practicado estas repugnantes ceremonias y se ha conducido peor que los amorreos que lo precedieron, haciendo que los israelitas pequen con los ídolos que él hizo, 12  así dice el Señor, Dios de Israel: Voy a enviar tal desgracia sobre Jerusalén y Judá, que a todo el que lo oiga le quedará retumbando en los oídos. 13  Extenderé sobre Jerusalén el mismo cordel con que medí a Samaria, y la misma plomada con que señalé a la familia de Acab. Voy a tratar a Jerusalén como se hace con un plato que se restriega y se pone boca abajo. 14  Abandonaré al resto de mi heredad, entregando a mi pueblo en manos de sus enemigos, que lo saquearán y lo despojarán. 15  Porque los israelitas han hecho lo que me ofende, y desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta hoy me han provocado. "
16  Además del pecado que hizo cometer a Judá, haciendo así lo que ofende al Señor, Manasés derramó tanta sangre inocente que inundó a Jerusalén de un extremo a otro.
17  Los demás acontecimientos del reinado de Manasés, y todo lo que hizo, incluso el pecado que cometió, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 18  Manasés murió y fue sepultado en su palacio, en el jardín de Uza. Y su hijo Amón lo sucedió en el trono.
Amón, rey de Judá
19  Amón tenía veintidós años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre era Mesulémet hija de Jaruz, oriunda de Jotba. 20  Amón hizo lo que ofende al Señor, como lo había hecho su padre Manasés. 21  En todo siguió el mal ejemplo de su padre, adorando e inclinándose ante los ídolos que éste había adorado. 22  Así que abandonó al Señor, Dios de sus antepasados, y no anduvo en el *camino del Señor.
23  Los ministros del rey Amón conspiraron contra él, y lo asesinaron en su palacio. 24  Entonces el pueblo mató a todos los que habían conspirado contra el rey Amón, y en su lugar proclamaron rey a su hijo Josías.
25  Los demás acontecimientos del reinado de Amón están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 26  Amón fue sepultado en su sepulcro, en el jardín de Uza. Y su hijo Josías lo sucedió en el trono.

2 Reyes 22


Josías, rey de Judá

1  Josías tenía ocho años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén treinta y un años. Su madre era Jedidá hija de Adaías, oriunda de Boscat. 2  Josías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su antepasado David; no se desvió de él en el más mínimo detalle.
3  En el año dieciocho de su reinado, el rey Josías mandó a su cronista Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulán, que fuera al templo del Señor. Le dijo: 4  "Preséntate ante el sumo sacerdote Jilquías y encárgale que recoja el dinero que el pueblo ha llevado al templo del Señor y ha entregado a los porteros. 5  Ordena que ahora se les entregue el dinero a los que supervisan la restauración del templo del Señor, para pagarles a los trabajadores que lo están reparando. 6  Que les paguen a los carpinteros, a los maestros de obra y a los albañiles, y que compren madera y piedras de cantería para restaurar el templo. 7  Pero no les pidan cuentas a los que están encargados de pagar, pues ellos proceden con toda honradez."
8  El sumo sacerdote Jilquías le dijo al cronista Safán: "He encontrado el libro de la *ley en el templo del Señor." Entonces se lo entregó a Safán, y éste, después de leerlo, 9  fue y le informó al rey:
Los ministros de Su Majestad han recogido el dinero[1] que estaba en el templo del Señor, y se lo han entregado a los trabajadores y a los supervisores.
10  El cronista Safán también le informó al rey que el sumo sacerdote Jilquías le había entregado un libro, el cual leyó en su presencia.
11  Cuando el rey oyó las palabras del libro de la ley, se rasgó las vestiduras 12  y dio esta orden a Jilquías el sacerdote, a Ajicán hijo de Safán, a Acbor hijo de Micaías, a Safán el cronista, y a Asaías, su ministro personal:
13  Vayan a consultar al Señor por mí, por el pueblo y por todo Judá con respecto a lo que dice este libro que se ha encontrado. Sin duda que la gran ira del Señor arde contra nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron lo que dice este libro ni actuaron según lo que está prescrito para nosotros.
14  Así que Jilquías el sacerdote, Ajicán, Acbor, Safán y Asaías fueron a consultar a la profetisa Huldá, que vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Huldá era la esposa de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá y nieto de Jarjás.
15  Huldá les contestó: "Así dice el Señor, Dios de Israel: Díganle al que los ha enviado 16  que yo, el Señor, les advierto: 'Voy a enviar desgracia sobre este lugar y sus habitantes, según todo lo que dice el libro que ha leído el rey de Judá. 17  Ellos me han abandonado; han quemado incienso a otros dioses y me han provocado a ira con todos sus ídolos.[2] Por eso mi ira arde contra este lugar, y no se apagará. 18  Pero al rey de Judá, que los envió para consultarme, díganle que en lo que atañe a las palabras que él ha oído, yo, el Señor, Dios de Israel, afirmo: 19  'Como te has conmovido y humillado ante el Señor al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, que serían asolados y malditos; y como te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia, yo te he escuchado. Yo, el Señor, lo afirmo. 20  Por lo tanto, te reuniré con tus antepasados, y serás sepultado en *paz. Tus ojos no verán la desgracia que enviaré sobre este lugar.  "
Así que ellos regresaron para informar al rey.

                         NOTAS:

1. 22:9 recogido el dinero. Lit. fundido la plata.
2. 22:17 todos sus ídolos. Lit. toda la obra de sus manos.

2 Reyes 23


Renovación del pacto

1  Entonces el rey mandó convocar a todos los *ancianos de Judá y Jerusalén. 2  Acompañado de toda la *gente de Judá, de los habitantes de Jerusalén, de los sacerdotes, de los profetas y, en fin, de la nación entera, desde el más pequeño hasta el más grande, el rey subió al templo del Señor. Y en presencia de ellos leyó todo lo que está escrito en el libro del *pacto que fue hallado en el templo del Señor. 3  Después se puso de pie junto a la columna, y en presencia del Señor renovó el pacto. Se comprometió a seguir al Señor y a cumplir, de todo *corazón y con toda el *alma, sus mandamientos, sus preceptos y sus decretos, reafirmando así las palabras del pacto que están escritas en ese libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto.
4  Luego el rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo rango y a los porteros, que sacaran del templo del Señor todos los objetos consagrados a *Baal, a *Aserá y a todos los astros del cielo. Hizo que los quemaran en los campos de Cedrón, a las afueras de Jerusalén, y que llevaran las cenizas a Betel. 5  También destituyó a los sacerdotes idólatras que los reyes de Judá habían nombrado para quemar[1] incienso en los *altares paganos, tanto en las ciudades de Judá como en Jerusalén, los cuales quemaban incienso a Baal, al sol y a la luna, al zodíaco y a todos los astros del cielo. 6  El rey sacó del templo del Señor la imagen para el culto a Aserá y la llevó al arroyo de Cedrón, en las afueras de Jerusalén; allí la quemó hasta convertirla en cenizas, las cuales echó en la fosa común. 7  Además, derrumbó en el templo del Señor los cuartos dedicados a la prostitución sagrada, donde las mujeres tejían mantos[2] para la diosa Aserá.
8  Josías trasladó a Jerusalén a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá, y desde Gueba hasta Berseba eliminó[3] los *santuarios paganos donde ellos habían quemado incienso. También derribó los altares paganos junto a la puerta de Josué el gobernador, que está ubicada a la izquierda de la entrada a la ciudad. 9  Aunque los sacerdotes que habían servido en los altares paganos no podían ministrar en el altar del Señor en Jerusalén, participaban de las comidas sagradas junto con los otros sacerdotes.[4]
10  El rey eliminó el santuario llamado Tofet, que estaba en el valle de Ben Hinón, para que nadie sacrificara en el fuego a su hijo o hija en honor de Moloc. 11  Se llevó los caballos que los reyes de Judá habían consagrado al sol y que se habían puesto en la entrada al templo del Señor, junto a la habitación de Natán Mélec, el *eunuco encargado del recinto. Josías también quemó los carros consagrados al sol.
12  Además, el rey derribó los altares que los reyes de Judá habían erigido en la azotea de la sala de Acaz, y los que Manasés había erigido en los dos atrios del templo del Señor. Los hizo pedazos y echó los escombros en el arroyo de Cedrón. 13  Eliminó los altares paganos que había al este de Jerusalén, en el lado sur de la Colina de la Destrucción,[5] los cuales Salomón, rey de Israel, había construido para *Astarté, la despreciable diosa de los sidonios, para Quemós, el detestable dios de los moabitas, y para Moloc,[6] el abominable dios de los amonitas.
14  Josías hizo pedazos las *piedras sagradas y las imágenes de la diosa Aserá, y llenó con huesos *humanos los lugares donde se habían erigido. 15  Derribó también el altar de Betel y el santuario pagano construidos por Jeroboán hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Además, quemó el santuario pagano hasta convertirlo en cenizas, y le prendió fuego a la imagen de Aserá.
16  De regreso, al ver los sepulcros que había en la colina, Josías mandó que recogieran los huesos y los quemaran en el altar para profanarlo, cumpliendo así la palabra del Señor que el hombre de Dios había comunicado cuando anunció estas cosas. 17  Luego el rey preguntó:
¿De quién es ese monumento que veo allá?
Y los habitantes de la ciudad le contestaron:
Es el sepulcro del hombre de Dios que vino desde Judá, y que pronunció contra el altar de Betel lo que Su Majestad acaba de hacer.
18  Déjenlo, pues replicó el rey; que nadie mueva sus huesos.
Fue así como se conservaron sus huesos junto con los del profeta que había venido de Samaria.
19  Tal como lo hizo en Betel, Josías eliminó todos los santuarios paganos que los reyes de Israel habían construido en las ciudades de Samaria, con los que provocaron la ira del Señor. 20  Finalmente, mató sobre los altares a todos los sacerdotes de aquellos santuarios, y encima de ellos quemó huesos humanos. Entonces regresó a Jerusalén.
21  Después el rey dio esta orden al pueblo:
Celebren la Pascua del Señor su Dios, según está escrito en este libro del pacto.
22  Desde la época de los *jueces que gobernaron a Israel hasta la de los reyes de Israel y de Judá, no se había celebrado una Pascua semejante. 23  Pero en el año dieciocho del reinado del rey Josías, esta Pascua se celebró en Jerusalén en honor del Señor.
24  Además, Josías expulsó a los adivinos y a los hechiceros, y eliminó toda clase de ídolos y el resto de las cosas detestables que se veían en el país de Judá y en Jerusalén. Lo hizo así para cumplir las instrucciones de la *ley, escritas en el libro que el sacerdote Jilquías encontró en el templo del Señor. 25  Ni antes ni después de Josías hubo otro rey que, como él, se volviera al Señor de todo corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas, siguiendo en todo la ley de Moisés.
26  A pesar de eso, el Señor no apagó el gran fuego de su ira, que ardía contra Judá por todas las afrentas con que Manasés lo había provocado. 27  Por lo tanto, el Señor declaró: "Voy a apartar de mi presencia a Judá, como lo hice con Israel; repudiaré a Jerusalén, la ciudad que escogí, y a este templo, del cual dije: Ése será el lugar donde yo habite. "
28  Los demás acontecimientos del reinado de Josías, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 29  En aquel tiempo el faraón Necao, rey de Egipto, fue a encontrarse con el rey de Asiria camino del río Éufrates. El rey Josías le salió al paso, pero Necao le hizo frente en Meguido y lo mató. 30  Los oficiales de Josías llevaron su cadáver en un carro desde Meguido hasta Jerusalén y lo sepultaron en su tumba. Entonces el pueblo tomó a Joacaz hijo de Josías, lo ungió y lo proclamó rey en lugar de su padre.
Joacaz, rey de Judá
31  Joacaz tenía veintitrés años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses. Su madre era Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná. 32  Joacaz hizo lo que ofende al Señor, tal como lo habían hecho sus antepasados. 33  Para impedir que Joacaz reinara en Jerusalén, el faraón Necao lo encarceló en Riblá, en el territorio de Jamat, y además impuso sobre Judá un tributo de tres mil trescientos kilos de plata y treinta y tres kilos[7] de oro. 34  Luego hizo rey a Eliaquín hijo de Josías en lugar de su padre, y le dio el nombre de Joacim. En cuanto a Joacaz, lo llevó a Egipto, donde murió.
35  Joacim le pagó al faraón Necao la plata y el oro que exigió, pero tuvo que establecer un impuesto sobre el país: reclamó de cada persona, según su tasación, la plata y el oro que se le debía entregar al faraón Necao.
Joacim, rey de Judá
36  Joacim tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años. Su madre era Zebudá hija de Pedaías, oriunda de Rumá. 37  También este rey hizo lo que ofende al Señor, tal como lo hicieron sus antepasados.

                         NOTAS:

1. 23:5 para quemar (mss. de LXX, Siríaca y Vulgata); y quemó (TM).
2. 23:7 mantos. Palabra de difícil traducción.
3. 23:8 eliminó. Lit. profanó; también en vv. 10 y 13.
4. 23:9 participaban ... sacerdotes. Lit. comían panes sin levadura con sus hermanos.
5. 23:13 la Colina de la Destrucción. Es decir, el monte de los Olivos.
6. 23:13 Moloc. Lit. Milcón.
7. 23:33 tres mil trescientos kilos ... treinta y tres kilos. Lit. cien *talentos ... un talento.

2 Reyes 24

1  Durante el reinado de Joacim, lo atacó Nabucodonosor, rey de Babilonia, y lo sometió durante tres años, al cabo de los cuales Joacim decidió rebelarse. 2  Entonces el Señor envió contra Joacim bandas de guerrilleros *babilonios, *sirios, moabitas y amonitas. Las envió contra Judá para destruir el país, según la palabra que el Señor había dado a conocer por medio de sus siervos los profetas. 3  De hecho, esto le sucedió a Judá por orden del Señor, para apartar al pueblo de su presencia por los pecados de Manasés y por todo lo que hizo, 4  incluso por haber derramado sangre inocente, con la cual inundó a Jerusalén. Por lo tanto, el Señor no quiso perdonar.
5  Los demás acontecimientos del reinado de Joacim, y todo lo que hizo, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. 6  Joacim murió, y su hijo Joaquín lo sucedió en el trono.
7  El rey de Egipto no volvió a hacer campañas militares fuera de su país, pues el rey de Babilonia se había adueñado de todas sus posesiones, desde el río de Egipto hasta el río Éufrates.
Joaquín, rey de Judá
8  Joaquín tenía dieciocho años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses. Su madre era Nejustá hija de Elnatán, oriunda de Jerusalén. 9  Joaquín hizo lo que ofende al Señor, tal como lo había hecho su padre.
10  En aquel tiempo, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, marcharon contra Jerusalén y la sitiaron. 11  Cuando ya la tenían cercada, Nabucodonosor llegó a la ciudad. 12  Joaquín, rey de Judá, se rindió, junto con su madre y sus funcionarios, generales y oficiales. Así, en el año octavo de su reinado, el rey de Babilonia capturó a Joaquín.
13  Tal como el Señor lo había anunciado, Nabucodonosor se llevó los tesoros del templo del Señor y del palacio real, partiendo en pedazos todos los utensilios de oro que Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo. 14  Además, deportó a todo Jerusalén: a los generales y a los mejores soldados, a los artesanos y a los herreros, un total de diez mil personas. No quedó en el país más que la gente pobre.
15  Nabucodonosor deportó a Joaquín a Babilonia, y también se llevó de Jerusalén a la reina madre, a las mujeres del rey, a sus oficiales y a la flor y nata del país. 16  Deportó además a todos los guerreros, que eran siete mil, y a mil artesanos y herreros, todos aptos para la guerra. El rey de Babilonia se los llevó cautivos a Babilonia. 17  Luego puso como rey a Matanías, tío de Joaquín, y le dio el nombre de Sedequías.
Sedequías, rey de Judá
18  Sedequías tenía veintiún años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años. Su madre se llamaba Jamutal hija de Jeremías, oriunda de Libná. 19  Al igual que Joacim, Sedequías hizo lo que ofende al Señor, 20  a tal grado que el Señor, en su ira, los echó de su presencia. Todo esto sucedió en Jerusalén y en Judá.

2 Reyes 25


La caída de Jerusalén



Sedequías se rebeló contra el rey de Babilonia.

1  En el año noveno del reinado de Sedequías, a los diez días del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó con todo su ejército y atacó a Jerusalén. Acampó frente a la ciudad y construyó una rampa de asalto a su alrededor. 2  La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedequías.
3  A los nueve días del mes cuarto,[1] cuando el hambre se agravó en la ciudad, y no había más alimento para el pueblo, 4  se abrió una brecha en el muro de la ciudad, de modo que, aunque los *babilonios la tenían cercada, todo el ejército se escapó de noche por la puerta que estaba entre los dos muros, junto al jardín real. Huyeron camino al Arabá, 5[2]  pero el ejército babilonio persiguió a Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo, 6  y los babilonios lo capturaron. Entonces lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá. Allí Sedequías recibió su sentencia. 7  Ante sus propios ojos degollaron a sus hijos, y después le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.
8  A los siete días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su ministro Nabuzaradán, que era el comandante de la guardia, fue a Jerusalén 9  y le prendió fuego al templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes. 10  Entonces el ejército babilonio bajo su mando derribó las murallas que rodeaban la ciudad. 11  Nabuzaradán además deportó a la gente que quedaba en la ciudad, es decir, al resto de la muchedumbre y a los que se habían aliado con el rey de Babilonia. 12  Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos.
13  Los babilonios quebraron las columnas de bronce, las bases y la fuente[3] de bronce que estaban en el templo del Señor, y se llevaron todo el bronce a Babilonia. 14  También se llevaron las ollas, las tenazas, las despabiladeras, la vajilla y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto. 15  Además, el comandante de la guardia se apoderó de los incensarios y de los aspersorios, todo lo cual era de oro y de plata.
16  El bronce de las dos columnas, de la fuente y de las bases, que Salomón había hecho para el templo del Señor, era tanto que no se podía pesar. 17  Cada columna medía ocho metros de altura. El capitel de bronce que estaba encima de cada columna medía metro y medio[4] de altura y estaba decorado alrededor con una red y con granadas de bronce. Las dos columnas tenían el mismo adorno.
18  El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, sacerdote principal, a Sofonías, sacerdote de segundo rango, y a los tres porteros. 19  De los que quedaban en la ciudad, apresó al oficial encargado de las tropas, a cinco de los servidores personales del rey, al cronista principal del ejército, encargado de reclutar soldados de entre el pueblo, y a sesenta ciudadanos que todavía estaban en la ciudad. 20  Después de apresarlos, Nabuzaradán, comandante de la guardia, se los llevó al rey de Babilonia, que estaba en Riblá. 21  Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar.
Así Judá fue desterrado y llevado cautivo.
22  Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, para que gobernara a la gente que había dejado en Judá. 23  Cuando los oficiales del ejército de Judá y sus tropas se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Guedalías, fueron a ver a éste en Mizpa. Los oficiales eran Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanjumet, oriundo de Netofa, y Jazanías, hijo de un hombre de Macá. 24  Guedalías les hizo este juramento a ellos y a sus tropas: "No teman a los oficiales babilonios. Si ustedes se quedan en el país y sirven al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien."
25  Pero a los siete meses Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, que era de la estirpe real, y diez hombres que lo acompañaban, fueron y asesinaron a Guedalías; también mataron a los hombres de Judá y a los babilonios que formaban parte de su séquito en Mizpa. 26  Acto seguido, todos huyeron a Egipto, grandes y pequeños, junto con los oficiales, pues temían a los babilonios.


Liberación del rey Joaquín

27  En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel. 28  Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 29  Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. 30  Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia.
                         NOTAS:

1. 25:3 cuarto. El texto hebreo no incluye esta palabra, pero véase Jer 52:6.
2. 25:4 Arabá. Alt. valle del Jordán.
3. 25:13 la fuente. Lit. el mar; también en v. 16.
4. 25:17 ocho metros ... metro y medio. Lit. dieciocho *codos ... tres codos.

1 Crónicas 1


Primer Libro de las Crónicas



Descendientes de Adán

1  Adán, Set, Enós, 2  Cainán, Malalel, Jared, 3  Enoc, Matusalén, Lamec, 4  Noé.


Descendientes de Noé
Hijos de Noé:[1] Sem, Cam y Jafet.
5  Hijos de Jafet: Gómer, Magog, Maday, Javán, Tubal, Mésec y Tirás.
6  Hijos de Gómer: Asquenaz, Rifat y Togarma.
7  Hijos de Javán: Elisá, Tarsis, Chipre y Rodanín.
8  Hijos de Cam: Cus, Misrayin, Fut y Canaán.
9  Hijos de Cus: Seba, Javilá, Sabtá, Ragama y Sabteca.
Hijos de Ragama: Sabá y Dedán.
10  Cus fue el padre de Nimrod, quien llegó a ser un notable guerrero en la tierra.
11  Misrayin fue el antepasado de los ludeos, los anameos, los leabitas, los naftuitas, 12  los patruseos, los caslujitas y los caftoritas, de quienes descienden los filisteos.
13  Canaán fue el padre de Sidón, su primogénito, y de Het, 14  y el antepasado de los jebuseos, los amorreos, los gergeseos, 15  los heveos, los araceos, los sineos, 16  los arvadeos, los zemareos y los jamatitas.
17  Hijos de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.
Hijos de Aram:[2] Uz, Hul, Guéter y Mésec. 18  Arfaxad fue el padre de Selá, y éste lo fue de Éber. 19  Éber tuvo dos hijos; el primero se llamó Péleg, porque en su tiempo se dividió la tierra. El hermano de Péleg se llamó Joctán. 20  Joctán fue el padre de Almodad, Sélef, Jazar Mávet, Yeraj, 21  Hadorán, Uzal, Diclá, 22  Obal,[3] Abimael, Sabá, 23-24  Ofir, Javilá y Jobab. Todos éstos fueron hijos de Joctán.


Descendientes de Sem
 Sem, Arfaxad, Selá, 25  Éber, Péleg, Reú, 26  Serug, Najor, Téraj 27  y Abram, que es también Abraham.


Descendientes de Abraham

28  Hijos de Abraham: Isaac e Ismael.
29  Sus descendientes fueron Nebayot, primogénito de Ismael, Cedar, Adbel, Mibsán, 30  Mismá, Dumá, Masá, Hadad, Temá, 31  Jetur, Nafis y Cedema. Éstos fueron los hijos de Ismael.
32  Los hijos de Cetura, la concubina de Abraham, fueron Zimrán, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súah.
Hijos de Jocsán: Sabá y Dedán.
33  Hijos de Madián: Efá, Éfer, Janoc, Abidá y Eldá. Todos éstos fueron hijos de Cetura.
34  Abraham también fue el padre de Isaac. Los hijos de Isaac fueron Esaú e Israel.


Descendientes de Esaú

35  Hijos de Esaú: Elifaz, Reuel, Jeús, Jalán y Coré.
36  Hijos de Elifaz: Temán, Omar, Zefo, Gatán y Quenaz, Timná y Amalec.
37  Hijos de Reuel: Najat, Zera, Sama y Mizá.
38  Hijos de Seír:[4] Lotán, Sobal, Zibeón, Aná, Disón, Ezer y Disán.
39  Hijos de Lotán: Horí y Homán. Timná fue hermana de Lotán.
40  Hijos de Sobal: Alván, Manajat, Ebal, Sefó y Onam.
Hijos de Zibeón: Ayá y Aná.
41  El hijo de Aná fue Disón.
Hijos de Disón: Amirán, Esbán, Itrán y Querán.
42  Hijos de Ezer: Bilán, Zaván y Yacán.
Hijos de Disán: Uz y Arán.


Reyes de Edom

43  Los reyes que a continuación se mencionan reinaron en la tierra de Edom antes de que los israelitas tuvieran rey:
Bela hijo de Beor; su ciudad se llamaba Dinaba.
44  Cuando Bela murió, lo sucedió en el trono Jobab hijo de Zera, que era de Bosra.
45  Cuando Jobab murió, lo sucedió en el trono Jusán, que era de la tierra de Temán.
46  Cuando Jusán murió, lo sucedió en el trono Hadad hijo de Bedad, quien derrotó a Madián en el campo de Moab. Su ciudad se llamaba Avit.
47  Cuando Hadad murió, lo sucedió en el trono Samla, que era de Masreca.
48  Cuando Samla murió, lo sucedió en el trono Saúl, que era de Rejobot a orillas del río Éufrates.
49  Cuando Saúl murió, lo sucedió en el trono Baal Janán hijo de Acbor.
50  Cuando Baal Janán murió, lo sucedió en el trono Hadad. Su ciudad se llamaba Pau,[5] y su esposa fue Mehitabel, hija de Matred y nieta de Mezab.
51  Después de que murió Hadad, gobernaron en Edom los siguientes caudillos: Timná, Alvá, Jetet, 52  Aholibama, Elá, Pinón, 53  Quenaz, Temán, Mibzar, 54  Magdiel e Iram. Éstos fueron los caudillos de Edom.

                         NOTAS:

1. 1:4 Hijos de Noé (LXX); TM no incluye esta frase.
2. 1:17 Hijos de Aram (un ms. hebreo y mss. de LXX; véase Gn 10:23); TM no incluye esta frase.
3. 1:22 Obal (mss. hebreos y Siríaca; véase Gn 10:28); Ebal (TM).
4. 1:38 Seír. Es decir, Esaú.
5. 1:50 Pau (mss. hebreos, mss. de LXX, Siríaca, Targum, Vulgata; véase Gn 36:39); Pay (TM).

1 Crónicas 2


Hijos de Israel

1  Los hijos de Israel fueron Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, 2  Dan, José, Benjamín, Neftalí, Gad y Aser.


Descendientes de Judá

3  Hijos de Judá: Er, Onán y Selá. Estos tres le nacieron de una cananea que era hija de Súaj. Er, primogénito de Judá, hizo lo que ofende al Señor, y el Señor le quitó la vida. 4  Y Tamar, nuera de Judá, le dio a éste dos hijos: Fares y Zera. En total, Judá tuvo cinco hijos.
5  Hijos de Fares: Jezrón y Jamul.
6  Los hijos de Zera fueron cinco en total: Zimri, Etán, Hemán, Calcol y Dardá.[1]
7  El hijo de Carmí fue Acar,[2] quien provocó la desgracia sobre Israel por haber violado el mandato de Dios de *destruirlo todo.
8  El hijo de Etán fue Azarías.
9  Hijos de Jezrón: Jeramel, Ram y Quelubay.[3]
10  Ram fue el padre de Aminadab, y éste lo fue de Naasón, príncipe de los judíos.
11  Naasón fue el padre de Salmón,[4] y éste lo fue de Booz.
12  Booz fue el padre de Obed, y éste lo fue de Isaí. 13  El primer hijo de Isaí fue Eliab; el segundo, Abinadab; el tercero, Simá; 14  el cuarto, Natanael; el quinto, Raday; 15  el sexto, Ozén; y el séptimo, David. 16  Las hermanas de ellos fueron Sarvia y Abigaíl. Los hijos de Sarvia fueron tres: Abisay, Joab y Asael. 17  Abigaíl fue la madre de Amasá hijo de Jéter, el ismaelita.
18  Caleb hijo de Jezrón tuvo hijos con su esposa Azuba y con Jeriot. Éstos fueron sus hijos: Jéser, Sobab y Ardón. 19  Cuando Azuba murió, Caleb tomó por esposa a Efrata, con la que tuvo a su hijo Jur.
20  Jur fue el padre de Uri, y éste lo fue de Bezalel.
21  Cuando Jezrón tenía sesenta años, tomó por esposa a una hija de Maquir, padre de Galaad, y tuvo con ella a su hijo Segub. 22  Segub fue el padre de Yaír, y fue dueño de veintitrés ciudades en la tierra de Galaad. 23  Pero Guesur y Aram le quitaron los campamentos de Yaír y Quenat, y sus aldeas. En total, le quitaron sesenta pueblos. Todos éstos fueron los descendientes de Maquir, padre de Galaad.
24  Después de que Jezrón murió en Caleb Efrata, Abías, la esposa de Jezrón, dio a luz a Asur, padre[5] de Tecoa.
25  Los hijos de Jeramel, primogénito de Jezrón, fueron Ram, el mayor, Buná, Orén, Ozén y Ahías. 26  Jeramel tuvo otra esposa, la cual se llamaba Atará. Ésta fue la madre de Onam.
27  Los hijos de Ram, primogénito de Jeramel, fueron Maaz, Jamín y Équer.
28  Hijos de Onam: Samay y Yada.
Hijos de Samay: Nadab y Abisur. 29  La esposa de Abisur se llamaba Abijaíl, con la que tuvo a Ajbán y Molid.
30  Hijos de Nadab: Séled y Apayin. Séled murió sin tener hijos.
31  El hijo de Apayin fue Isí, el hijo de Isí fue Sesán y el hijo de Sesán fue Ajlay.
32  Los hijos de Yada, hermano de Samay, fueron Jéter y Jonatán. Jéter murió sin tener hijos.
33  Hijos de Jonatán: Pélet y Zazá.
Éstos fueron los descendientes de Jeramel.
34  Sesán no tuvo hijos sino hijas, y tenía un esclavo egipcio llamado Yarjá. 35  A éste le dio por esposa una de sus hijas, la cual fue la madre de Atay.
36  Atay fue el padre de Natán,
Natán fue el padre de Zabad,
37  Zabad fue el padre de Eflal,
Eflal fue el padre de Obed,
38  Obed fue el padre de Jehú,
Jehú fue el padre de Azarías,
39  Azarías fue el padre de Heles,
Heles fue el padre de Elasá,
40  Elasá fue el padre de Sismay,
Sismay fue el padre de Salún,
41  Salún fue el padre de Jecamías,
y Jecamías fue el padre de Elisama.


Descendientes de Caleb

42  Los hijos de Caleb, hermano de Jeramel, fueron: Mesá, el primogénito, que fue el padre de Zif; y Maresá, que fue el padre de Hebrón.
43  Hijos de Hebrón: Coré, Tapúaj, Requen y Semá.
44  Semá fue el padre de Raham, que fue el padre de Jorcoán.
Requen fue el padre de Samay.
45  Samay fue el padre de Maón.
Maón fue el padre de Betsur.
46  Efá, concubina de Caleb, fue la madre de jarán, Mosá y Gazez. Jarán fue el padre de Gazez.
47  Hijos de Yaday: Reguen, Jotán, Guesán, Pélet, Efá y Sagaf.
48  Macá, concubina de Caleb, fue la madre de Séber y de Tirjaná, 49  y también de Sagaf, que fue el padre de Madmana; y de Seva, que fue el padre de Macbena y de Guibeá. Además, Caleb tuvo una hija llamada Acsa.
50  Éstos fueron los descendientes de Caleb.
Los hijos de Jur, primogénito de Efrata, fueron: Sobal, padre de Quiriat Yearín; 51  Salmá, padre de Belén, y Jaref, padre de Bet Gader.
52  Los hijos de Sobal, padre de Quiriat Yearín, fueron: Haroé, la mitad de los manajatitas, 53  las familias de Quiriat Yearín, los itritas, los futitas, los sumatitas y los misraítas, de quienes proceden los zoratitas y los estaolitas.
54  Hijos de Salmá: Belén, los netofatitas, Aterot Bet Joab, la mitad de los manajatitas, los zoreítas, 55  y las familias de los escribas que vivían en Jabés, es decir, los tirateos, los simateos y los sucateos. Éstos fueron los quenitas, descendientes de Jamat, padre de la familia de Recab.

                         NOTAS:

1. 2:6 Dardá (mss. hebreos, mss. de LXX, Siríaca y Targum; véase 1R 4:31); Dara (TM).
2. 2:7 En hebreo, Acar significa desgracia. En el libro de Josué este nombre aparece como Acán.
3. 2:9 Quelubay. Variante de Caleb.
4. 2:11 Salmón (LXX; véase Rt 4:20); Salmá (TM).
5. 2:24 padre. Alt. fundador.

1 Crónicas 3


Hijos de David

1  Éstos fueron los hijos de David nacidos en Hebrón:
Su *primogénito fue Amón hijo de Ajinoán la jezrelita;
el segundo, Daniel hijo de Abigaíl de Carmel;
2  el tercero, Absalón hijo de Macá, la hija del rey Talmay de Guesur;
el cuarto, Adonías hijo de Jaguit;
3  el quinto, Sefatías hijo de Abital;
y el sexto, Itreán hijo de Eglá, que era otra esposa de David.
4  Estos seis le nacieron en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses. En Jerusalén reinó treinta y tres años. 5  Allí le nacieron Simá, Sobab, Natán y Salomón, hijos de Betsabé,[1] la hija de Amiel. 6  Tuvo también a Ibjar, Elisama, Elifelet, 7  Noga, Néfeg, Jafía, 8  Elisama, Eliadá y Elifelet; nueve en total. 9  Todos éstos fueron hijos de David, sin contar los hijos que tuvo con sus concubinas. La hermana de ellos fue Tamar.


Descendientes de Salomón

10  Éstos fueron los descendientes de Salomón en línea directa: Roboán, Abías, Asá, Josafat, 11  Jorán, Ocozías, Joás, 12  Amasías, Azarías, Jotán, 13  Acaz, Ezequías, Manasés, 14  Amón y Josías.
15  Los hijos de Josías fueron:
Johanán, el primero;
Joacim, el segundo;
Sedequías, el tercero,
y Salún, el cuarto.
16  Los hijos de Joacim fueron Jeconías y Sedequías.
17  Los hijos de Jeconías, el desterrado, fueron Salatiel, 18  Malquirán, Pedaías, Senazar, Jecamías, Hosamá y Nedabías.
19  Los hijos de Pedaías fueron Zorobabel y Simí.
Los hijos de Zorobabel fueron Mesulán y Jananías; Selomit fue hermana de ellos. 20  Tuvo también estos cinco: Jasubá, Ohel, Berequías, Jasadías y Yusab Jésed.
21  Los descendientes de Jananías fueron Pelatías e Isaías, y también los hijos de Refaías, los de Arnán, los de Abdías y los de Secanías.
22  Los descendientes de Secanías fueron Semaías y sus hijos Jatús, Igal, Barías, Nearías y Safat; seis en total.
23  Los hijos de Nearías fueron Elihoenay, Ezequías y Azricán; tres en total.
24  Los hijos de Elihoenay fueron Hodavías, Eliasib, Pelaías, Acub, Johanán, Delaías y Ananí; siete en total.

                         NOTAS:

1. 3:5 Betsabé (un ms. hebreo, LXX y Vulgata; véase 2S 11:3); Bet Súa (TM).

1 Crónicas 4


Descendientes de Judá

1  Los descendientes de Judá en línea directa fueron Fares, Jezrón, Carmí, Jur y Sobal. 2  Reaías hijo de Sobal fue el padre de Yajat, y Yajat fue el padre de Ajumay y de Lajad. Éstas fueron las familias de los zoratitas.
3  Los hijos [1] de Etam fueron Jezrel, Ismá e Idbás. La hermana de ellos fue Jazelelponi. 4  También fueron sus hijos Penuel, padre de Guedor, y Ezer, padre de Jusá. Éstos fueron los descendientes de Jur, primogénito de Efrata, padre[2] de Belén.
5  Asur, padre de Tecoa, tuvo dos esposas, Helá y Nara. 6  Nara fue la madre de Ajusán, Héfer, Temeni y Ajastarí. Éstos fueron los hijos de Nara.
7  Los hijos de Helá fueron Zéret, Yezojar y Etnán.

8  Cos fue el padre de Anub, de Zobebá y de las familias de Ajarjel hijo de Harún.

9  Jabés fue más importante que sus hermanos. Cuando su madre le puso ese *nombre, dijo: "Con aflicción lo he dado a luz". 10[3]  Jabés le rogó al Dios de Israel: "Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción." Y Dios le concedió su petición.
11  Quelub, hermano de Sujá, fue el padre de Mejir, y Mejir fue el padre de Estón; 12  Estón fue el padre de Bet Rafá, de Paseaj y de Tejiná, padre de Ir Najás.[4] Éstos fueron los habitantes de Reca.

13  Los hijos de Quenaz fueron Otoniel y Seraías.
Los hijos de Otoniel fueron Jatat 14  y Meonotay, padre de Ofra.
Seraías fue el padre de Joab, padre de Ge Carisín,[5] porque sus habitantes eran herreros.
15  Los hijos de Caleb hijo de Jefone fueron Ir, Elá y Noán. Elá fue el padre de Quenaz.
16  Los hijos de Yalelel fueron Zif, Zifá, Tirías y Asarel.
17  Los hijos de Esdras fueron Jéter, Méred, Éfer y Jalón. Una de las esposas de Méred con la cual tuvo a Miriam, Samay e Isba, padre de Estemoa 18  era Bitiá, hija del faraón. La otra esposa de Méred era de la tribu de Judá, y con ella tuvo a Jéred, padre de Guedor, a Héber, padre de Soco, y a Jecutiel, padre de Zanoa.
19  Queilá, el garmita, y Estemoa, el macateo, fueron hijos de la esposa de Hodías, es decir, de la hermana de Naján.
20  Los hijos de Simón fueron Amnón, Riná, Ben Janán y Tilón.
Los hijos de Isí fueron Zojet y Ben Zojet.
21  Los descendientes de Selá hijo de Judá fueron Er, padre de Lecá; Ladá, padre de Maresá y de las familias que trabajan el lino en Bet Asbea; 22  también descendientes de Selá fueron Joaquín, y los habitantes de Cozebá, Joás y Saraf, quienes (según crónicas muy antiguas) antes de volver a Belén[6] se casaron con mujeres moabitas. 23[7]  Éstos eran alfareros que habitaban en Netaín y Guederá, donde se quedaron al servicio del rey.


Descendientes de Simeón

24  Los descendientes de Simeón fueron Nemuel, Jamín, Jarib, Zera y Saúl. 25  El hijo de Saúl fue Salún, el de Salún, Mibsán, y el de Mibsán, Mismá.
26  Los descendientes de Mismá en línea directa fueron Jamuel, Zacur y Simí. 27  Simí tuvo dieciséis hijos y seis hijas; pero sus hermanos tuvieron pocos hijos, por lo cual sus familias no fueron tan numerosas como las de los descendientes de Judá. 28  Se establecieron en Berseba, Moladá, Jazar Súal, 29  Bilhá, Esen, Tolad, 30  Betuel, Jormá, Siclag, 31  Bet Marcabot, Jazar Susín, Bet Biray y Sajarayin. Éstas fueron sus ciudades hasta el reinado de David. 32  Sus aldeas fueron Etam, Ayin, Rimón, Toquén y Asán cinco en total, 33  más todas las aldeas que estaban alrededor de aquellas ciudades hasta la región de Baal. Éstos fueron los lugares que habitaron, según sus registros genealógicos.
34  Mesobab, Jamlec, Josías hijo de Amasías, 35  Joel, Jehú hijo de Josibías, hijo de Seraías, hijo de Asiel; 36  Elihoenay, Jacoba, Yesojaías, Asaías, Adiel, Jesimiel, Benaías, 37  Ziza hijo de Sifi, hijo de Alón, hijo de Jedaías, hijo de Simri, hijo de Semaías: 38  todos éstos eran jefes de sus clanes. Como sus familias patriarcales llegaron a ser muy numerosas, 39  fueron hasta la *entrada de Guedor, al este del valle, en busca de pastos para sus ganados. 40  Allí encontraron pastos buenos y abundantes, y una tierra extensa, tranquila y pacífica. En ese lugar habían vivido los descendientes de Cam. 41  Los jefes mencionados anteriormente llegaron en los días de Ezequías, rey de Judá. Atacaron los campamentos de los descendientes de Cam y las viviendas[8] que encontraron, y los *destruyeron por completo. Y como en esa región había pastos para sus ganados, se quedaron allí en lugar de ellos, donde habitan hasta el día de hoy. 42  Quinientos de sus soldados, que eran descendientes de Simeón y estaban bajo las órdenes de Pelatías, Nearías, Refaías y Uziel, hijos de Isí, fueron a la montaña de Seír. 43  Después de destruir a los fugitivos del pueblo de Amalec que habían quedado, se establecieron allí, donde habitan hasta el día de hoy.

                         NOTAS:

1. 4:3 Los hijos (mss. de LXX); El padre (TM).
2. 4:4 padre. Alt. fundador (también en vv. 5,12,14,17,18,21).
3. 4:9 En hebreo, Jabés suena como la palabra que significa dolor o aflicción.
4. 4:12 Ir Najás. Alt. la ciudad de Najás.
5. 4:14 de Ge Carisín. Alt. del valle de Carisín. (La palabra carisín significa herreros.)
6. 4:22 antes de volver a Belén (véanse LXX y Vulgata); en TM, texto de difícil traducción.
7. 4:22 se casaron con mujeres moabitas. Alt. dominaron en Moab.
8. 4:41 las viviendas. Alt. los meunitas.

1 Crónicas 5


Descendientes de Rubén

1  Descendencia de Rubén, primogénito de Israel.
Rubén era el primogénito, pero en la genealogía no fue reconocido como tal por haber profanado el lecho de su padre. Su derecho de primogenitura pasó a los hijos de José hijo de Israel. 2  Y aunque es verdad que Judá fue más poderoso que sus hermanos, y hasta llegó a ser jefe de ellos, la primogenitura pasó a José. 3  Los hijos de Rubén, primogénito de Israel, fueron Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.
4  Los descendientes de Joel en línea directa fueron Semaías, Gog, Simí, 5  Micaías, Reaías, Baal 6  y Beerá, jefe de los rubenitas. A este último se lo llevó cautivo Tiglat Piléser, rey de Asiria.
7  Éstos fueron los parientes de Beerá, según los registros genealógicos de sus familias: Jeyel el jefe, Zacarías 8  y Bela hijo de Azaz, hijo de Semá, hijo de Joel. Bela habitó en Aroer, y su territorio se extendía hasta Nebo y Baal Megón. 9  Por el oriente se extendía hasta el borde del desierto que colinda con el río Éufrates, pues sus ganados aumentaron mucho en la tierra de Galaad. 10  En el tiempo de Saúl le declararon la guerra a los agarenos y los derrotaron, y se establecieron en la región oriental de Galaad.


Descendientes de Gad

11  Éstos fueron los hijos de Gad que habitaron frente a los rubenitas en la región de Basán, hasta llegar a Salcá: 12  Joel fue el jefe en Basán; el segundo, Safán; y luego Janay y Safat. 13  Sus parientes, según las familias patriarcales, fueron siete en total: Micael, Mesulán, Sabá, Joray, Jacán, Zía y Éber.
14  Éstos fueron los hijos de Abijaíl hijo de Jurí, hijo de Jaroa, hijo de Galaad, hijo de Micael, hijo de Jesisay, hijo de Yadó, hijo de Buz. 15  El jefe de sus familias era Ahí, hijo de Abdiel y nieto de Guní. 16  Éstos habitaron en Galaad, en Basán y sus aldeas, y en todos los campos de pastoreo de Sarón, hasta sus confines. 17  La genealogía de ellos se registró en el tiempo de Jotán, rey de Judá, y de Jeroboán, rey de Israel.

18  Los rubenitas, los gaditas y los de la media tribu de Manasés contaban con un ejército de cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta hombres valientes, armados de escudo y de espada, hábiles en el manejo del arco y diestros en la guerra. 19  Combatieron a los agarenos y a Jetur, Nafis y Nodab. 20  Por cuanto confiaban en Dios, clamaron a él en medio del combate, y Dios los ayudó a derrotar a los agarenos y a sus aliados. 21  Se apoderaron de su ganado (cincuenta mil camellos, doscientas cincuenta mil ovejas y dos mil burros) y capturaron a cien mil personas, 22  a muchas de las cuales mataron, porque Dios estaba con ellos. En ese lugar habitaron hasta el tiempo del exilio.


La media tribu de Manasés

23  Los hijos de la media tribu de Manasés eran numerosos y se establecieron en el país, desde Basán hasta Baal Hermón, Senir y el monte Hermón. 24  Los jefes de sus familias patriarcales fueron Éfer, Isí, Eliel, Azriel, Jeremías, Hodavías y Yadiel. Todos ellos eran guerreros valientes, hombres importantes y jefes de sus respectivas familias patriarcales. 25  Pero pecaron contra el Dios de sus antepasados, pues se prostituyeron al adorar a los dioses de los pueblos de la región, a los cuales Dios había destruido delante de ellos. 26  Por eso el Dios de Israel incitó contra ellos a Pul, es decir, a Tiglat Piléser, rey de Asiria, quien deportó a los rubenitas, los gaditas y a la media tribu de Manasés, llevándolos a Jalaj, Jabor, Hará, y al río Gozán, donde permanecen hasta hoy.

1 Crónicas 6


Descendientes de Leví

1  Éstos fueron los hijos de Leví: Guersón, Coat y Merari.
2  Hijos de Coat: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.
3  Hijos de Amirán: Aarón, Moisés y Miriam.
Hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.
4  Eleazar fue el padre de Finés.
Finés fue el padre de Abisúa,
5  Abisúa fue el padre de Buquí,
Buquí fue el padre de Uzi,
6  Uzi fue el padre de Zeraías,
Zeraías fue el padre de Merayot,
7  Merayot fue el padre de Amarías,
Amarías fue el padre de Ajitob,
8  Ajitob fue el padre de Sadoc,
Sadoc fue el padre de Ajimaz,
9  Ajimaz fue el padre de Azarías,
Azarías fue el padre de Johanán,
10  Johanán fue el padre de Azarías, quien ejerció el sacerdocio en el templo que Salomón construyó en Jerusalén.
11  Azarías fue el padre de Amarías,
Amarías fue el padre de Ajitob,
12  Ajitob fue el padre de Sadoc,
Sadoc fue el padre de Salún,
13  Salún fue el padre de Jilquías,
Jilquías fue el padre de Azarías,
14  Azarías fue el padre de Seraías,
y Seraías fue el padre de Josadac.
15  Josadac fue llevado al cautiverio cuando el Señor deportó a Judá y a Jerusalén por medio de Nabucodonosor.

16  Los hijos de Leví fueron Guersón, Coat y Merari.
17  Hijos de Guersón: Libní y Simí.
18  Hijos de Coat: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.
19  Hijos de Merari: Majlí y Musí.
Éstos fueron los descendientes de los levitas por sus familias.
20  Los descendientes de Guersón en línea directa fueron Libní, Yajat, Zimá, 21  Joa, Idó, Zera y Yatray.
22  Los descendientes de Coat en línea directa fueron Aminadab, Coré, Asir, 23  Elcaná, Ebiasaf, Asir, 24  Tajat, Uriel, Uzías y Saúl.
25  Los hijos de Elcaná fueron Amasay y Ajimot.
26  Los descendientes de Ajimot en línea directa fueron Elcaná, Zofay, Najat, 27  Eliab, Jeroán y Elcaná.
28  Los hijos de Samuel fueron Vasni, el primogénito, y Abías.
29  Los descendientes de Merari en línea directa fueron Majlí, Libní, Simí, Uza, 30  Simá, Jaguías y Asaías.


Cantores del templo

31  Éstos fueron los cantores que David nombró para el templo del Señor, desde que se colocó allí el arca. 32  Ellos ya cantaban en la *Tienda de reunión, delante del santuario, antes de que Salomón edificara el templo del Señor en Jerusalén. Luego continuaron su ministerio según las normas establecidas.
33  Éstos y sus hijos estuvieron a cargo del canto:
De los descendientes de Coat, el cantor Hemán fue hijo de Joel, descendiente en línea directa de Samuel, 34  Elcaná, Jeroán, Eliel, Toa, 35  Zuf, Elcaná, Mahat, Amasay, 36  Elcaná, Joel, Azarías, Sofonías, 37  Tajat, Asir, Ebiasaf, Coré, 38  Izar, Coat, Leví e Israel.
39  A la derecha de Hemán se colocaba su pariente Asaf hijo de Berequías, descendiente en línea directa de Simá, 40  Micael, Baseías, Malquías, 41  Etní, Zera, Adaías, 42  Etán, Zimá, Simí, 43  Yajat, Guersón y Leví.
44  A la izquierda de Hemán se colocaba Etán hijo de Quisi, que era de sus parientes los meraritas y descendiente en línea directa de Abdí, Maluc, 45  Jasabías, Amasías, Jilquías, 46  Amsí, Baní, Sémer, 47  Majlí, Musí, Merari y Leví.

48  Sus hermanos los levitas estaban al servicio del santuario, en el templo de Dios. 49  Aarón y sus hijos estaban encargados de quemar las ofrendas sobre el altar de los *holocaustos y sobre el altar del incienso. De acuerdo con lo ordenado por Moisés, siervo de Dios, eran también responsables de todo lo relacionado con el Lugar Santísimo y de hacer la *expiación por Israel.

50  Los descendientes de Aarón en línea directa fueron Eleazar, Finés, Abisúa, 51  Buquí, Uzi, Zeraías, 52  Merayot, Amarías, Ajitob, 53  Sadoc y Ajimaz.


Ciudades de los levitas

54  Éstos fueron los territorios donde vivían los descendientes de Aarón.
A las familias de los coatitas se les adjudicó por sorteo 55  Hebrón, en la tierra de Judá, con sus campos de pastoreo. 56  A Caleb hijo de Jefone le tocaron el campo de la ciudad y sus aldeas. 57  A los descendientes de Aarón les entregaron las siguientes ciudades de refugio: Hebrón, Libná, Jatir, Estemoa, 58  Hilén, Debir, 59  Asán y Bet Semes, con sus respectivos campos de pastoreo. 60  De la tribu de Benjamín les dieron Gueba, Alemet y Anatot, con sus respectivos campos de pastoreo. En total les tocaron trece ciudades, distribuidas entre sus familias.
61  Al resto de los descendientes de Coat les tocaron por sorteo diez ciudades de la media tribu de Manasés.
62  A los descendientes de Guersón, según sus familias, les dieron trece ciudades de las tribus de Isacar, Aser y Neftalí, y de la tribu de Manasés que estaba en Basán.
63  A los descendientes de Merari, según sus familias, les tocaron por sorteo doce ciudades de las tribus de Rubén, Gad y Zabulón.
64  Fue así como los israelitas entregaron a los levitas estas ciudades con sus campos de pastoreo. 65  Les adjudicaron por sorteo las ciudades de las tribus de Judá, Simeón y Benjamín, las cuales ya han sido mencionadas.
66  Algunas de las familias descendientes de Coat recibieron por sorteo ciudades de la tribu de Efraín. 67  Como ciudades de refugio les dieron Siquén, en los montes de Efraín, Guézer, 68  Jocmeán, Bet Jorón, 69  Ayalón y Gat Rimón, con sus respectivos campos de pastoreo. 70  De la media tribu de Manasés les entregaron Aner y Bileán, con sus respectivos campos de pastoreo. Éstas fueron las ciudades asignadas al resto de las familias de Coat.
71  Los descendientes de Guersón recibieron las siguientes ciudades de la media tribu de Manasés: Golán de Basán, y Astarot, con sus respectivos campos de pastoreo. 72  De la tribu de Isacar recibieron Cedes, Daberat, 73  Ramot y Anén, con sus respectivos campos de pastoreo. 74  De la tribu de Aser recibieron Masal, Abdón, 75  Hucoc y Rejob, con sus respectivos campos de pastoreo. 76  De la tribu de Neftalí recibieron Cedes de Galilea, Hamón y Quiriatayin, con sus respectivos campos de pastoreo.
77  Los demás descendientes de Merari recibieron las siguientes ciudades de la tribu de Zabulón: Rimón y Tabor, con sus respectivos campos de pastoreo. 78  De la tribu de Rubén, que está en la ribera oriental del Jordán, frente a Jericó, recibieron Béser, que está en el desierto, Jaza, 79  Cademot y Mefat, con sus respectivos campos de pastoreo. 80  De la tribu de Gad recibieron Ramot de Galaad, Majanayin, 81  Hesbón y Jazer, con sus respectivos campos de pastoreo.

1 Crónicas 7


Descendientes de Isacar

1  Los hijos de Isacar fueron cuatro en total: Tola, Fuvá, Yasub y Simrón.
2  Los hijos de Tola fueron Uzi, Refaías, Jeriel, Yamay, Ibsán y Samuel, todos ellos guerreros valientes y jefes de las familias patriarcales de Tola. Según sus registros genealógicos, en el tiempo de David eran veintidós mil seiscientos.
3  Israías fue el hijo de Uzi, y los hijos de Israías fueron Micael, Abdías, Joel e Isías, en total cinco jefes. 4  Tan grande era el número de sus mujeres y niños que, según sus registros genealógicos, contaban con un ejército de treinta y seis mil hombres de guerra. 5  El número total de todos sus parientes de las familias de Isacar ascendía a ochenta y siete mil guerreros valientes.


Descendientes de Benjamín

6  Los hijos de Benjamín fueron Bela, Béquer y Jediael, tres en total.
7  Los hijos de Bela fueron Esbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Irí, cinco en total. Todos ellos eran jefes de las familias patriarcales y guerreros valientes, y sumaban veintidós mil treinta y cuatro.
8  Los hijos de Béquer fueron Zemirá, Joás, Eliezer, Elihoenay, Omrí, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet. Todos ellos eran hijos de Béquer, 9  jefes de sus familias patriarcales y guerreros valientes. Según sus registros genealógicos, eran veinte mil doscientos.
10  Bilhán fue el hijo de Jediael, y los hijos de Bilán fueron Jeús, Benjamín, Aod, Quenaná, Zetán, Tarsis y Ajisajar. 11  Todos ellos descendían de Jediael, y eran jefes de sus familias patriarcales y guerreros valientes. En total, eran diecisiete mil doscientos hombres aptos para la guerra.
12  Los hijos de Ir fueron Supín y Jupín. Jusín fue el hijo de Ajer.


Descendientes de Neftalí

13  Los hijos de Neftalí fueron Yazel, Guní, Jéser y Salún. Éstos eran descendientes de Bilhá.


Descendientes de Manasés

14  Los hijos que Manasés tuvo con su concubina *siria fueron Asriel y Maquir, este último, padre de Galaad. 15  Maquir tomó por esposa a Macá, de la familia de Jupín y Supín.
El segundo hijo se llamaba Zelofejad, quien solamente tuvo hijas. 16  Macá, la esposa de Maquir, dio a luz un hijo, al que llamó Peres. Éste fue hermano de Seres y padre de Ulán y Requen. 17  Bedán fue hijo de Ulán.
Éstos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés. 18  Su hermana Hamoléquet fue la madre de Isod, Abiezer y Majlá.
19  Los hijos de Semidá fueron Ahián, Siquén, Liquejí y Anián.


Descendientes de Efraín

20  Los descendientes de Efraín en línea directa fueron Sutela, Béred, Tajat, Eladá, Tajat, 21  Zabad, Sutela, Ezer y Elad. Los habitantes de Gad mataron a estos dos últimos porque bajaron a robarles sus ganados. 22  Durante mucho tiempo Efraín guardó luto por sus hijos, y sus parientes llegaron para consolarlo. 23  Luego se unió a su esposa, la cual concibió y le dio a luz un hijo, a quien él llamó Beriá por la desgracia[1] que su familia había sufrido.
24  Su hija Será edificó Bet Jorón la de arriba y Bet Jorón la de abajo, y también Uzén Será.
25  Los descendientes de Beriá en línea directa fueron Refa, Résef, Télaj, Taján, 26  Ladán, Amiud, Elisama, 27  Nun y Josué. 28  Sus posesiones y lugares de residencia fueron Betel con sus aldeas; Narán, al este; Guézer con sus aldeas, al oeste; y Siquén con sus aldeas hasta Ayah con sus aldeas. 29  Los descendientes de Manasés tenían en su poder a Betseán, Tanac, Meguido y Dor, con sus respectivas aldeas. En estos lugares se asentaron los descendientes de José hijo de Israel.


Descendientes de Aser

30  Los hijos de Aser fueron Imná, Isvá, Isví, Beriá y Sera, su hermana.
31  Los hijos de Beriá fueron Héber y Malquiel, padre de Birzávit.
32  Los hijos de Héber fueron Jaflet, Semer, Jotán y Suá, su hermana.
33  Los hijos de Jaflet fueron Pasac, Bimal y Asvat.
34  Los hijos de su hermano Semer fueron Rohegá, Yehubá y Aram.
35  Los hijos de su hermano Hélem fueron Zofa, Imná, Seles y Amal.
36  Los hijos de Zofa fueron Súaj, Harnéfer, Súal, Berí, Imrá, 37  Béser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beerá.
38  Los hijos de Jéter fueron Jefone, Pispa y Ará.
39  Los hijos de Ula fueron Araj, Janiel y Risiyá.
40  Todos ellos fueron descendientes de Aser, jefes de familias patriarcales, hombres selectos, guerreros valientes e importantes. Según sus registros genealógicos eran veintiséis mil hombres, aptos para la guerra.

                         NOTAS:

1. 7:23 En hebreo, Beriá suena como la palabra que significa desgracia.

1 Crónicas 8


Descendientes de Benjamín

1  Los hijos de Benjamín fueron:
Bela, el primero;
Asbel, el segundo;
Ajará, el tercero;
2  Noja, el cuarto,
y Rafá, el quinto.
3  Los hijos de Bela fueron Adar, Guerá, Abiud, 4  Abisúa, Naamán, Ajoaj, 5  Guerá, Sefufán e Hiram.
6  Los hijos de Aod, jefes de las familias patriarcales que habitaban en Gueba y que luego se trasladaron a Manajat, fueron 7  Naamán, Ahías y Guerá, padre de Uza y de Ajiud. Guerá fue el que los trasladó a Manajat.
8  Después de que Sajarayin repudió a sus esposas Jusín y Bará, tuvo otros hijos en los campos de Moab. 9  Con su esposa Hodes tuvo a Jobab, Sibia, Mesá, Malcán, 10  Jeús, Saquías y Mirma. Estos hijos suyos fueron jefes de familias patriarcales.
11  Con Jusín tuvo a Abitob y a Elpal.
12  Los hijos de Elpal fueron Éber, Misán y Sémed. Sémed edificó las ciudades de Ono y Lod, con sus aldeas; 13  Beriá y Semá fueron jefes de las familias patriarcales de los habitantes de Ayalón, y expulsaron a los habitantes de Gat.
14  Los hijos de Beriá fueron Ajío, Sasac, Jeremot, 15  Zebadías, Arad, Ader, 16  Micael, Ispá y Yojá.
17  Zebadías, Mesulán, Hizqui, Éber, 18  Ismeray, Jezlías y Jobab fueron los hijos de Elpal.
19  Yaquín, Zicrí, Zabdí, 20  Elienay, Ziletay, Eliel, 21  Adaías, Beraías y Simrat fueron los hijos de Simí.
22  Ispán, Éber, Eliel, 23  Abdón, Zicrí, Janán, 24  Jananías, Elam, Anatotías, 25  Ifdaías y Peniel fueron los hijos de Sasac.
26  Samseray, Seharías, Atalías, 27  Jaresías, Elías y Zicrí fueron los hijos de Jeroán. 28  Según sus registros genealógicos, éstos fueron jefes de familias patriarcales y habitaron en Jerusalén.
29  Jehiel,[1] padre de Gabaón, vivía en Gabaón. Su esposa se llamaba Macá. 30  Sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner,[2] Nadab, 31  Guedor, Ajío, Zéquer 32  y Miclot, padre de Simá. Éstos vivían también en Jerusalén con sus hermanos.
33  Ner fue el padre de Quis, y éste fue padre de Saúl, quien fue padre de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal.[3]
34  El hijo de Jonatán fue Meribaal, padre de Micaías.
35  Los hijos de Micaías fueron Pitón, Mélec, Tarea y Acaz.
36  Acaz fue padre de Joada, y éste lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; 37  Mosá fue el padre de Biná, y éste lo fue de Rafá; Rafá fue el padre de Elasá, y éste lo fue de Azel.
38  Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Éstos fueron los hijos de Azel.
39  Los hijos de su hermano Ésec fueron:
Ulán, el primero;
Jeús, el segundo,
y Elifelet, el tercero.
40  Los hijos de Ulán fueron hombres guerreros valientes, diestros con el arco. Tuvieron muchos hijos y nietos: ciento cincuenta en total.
Todos éstos fueron los descendientes de Benjamín.

                         NOTAS:

1. 8:29 Jehiel (mss. de LXX; véase 9:35); TM no incluye este nombre.
2. 8:30 Ner (mss. de LXX; véase 9:36); TM no incluye este nombre.
3. 8:33 Esbaal. Conocido también como Isboset; también en 9:39.

1 Crónicas 9

1  Todos los israelitas fueron registrados en las listas genealógicas e inscritos en el libro de los reyes de Israel.


Los que regresaron a Jerusalén
Por causa de su infidelidad a Dios, Judá fue llevado cautivo a Babilonia.
2  Los primeros en ocupar nuevamente sus posesiones y ciudades fueron israelitas, sacerdotes, levitas y servidores del templo. 3  Algunos de los descendientes de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés habitaron en Jerusalén.
4  De los judíos: Utay hijo de Amiud, descendiente en línea directa de Omrí, Imrí, Baní y Fares hijo de Judá.
5  De los silonitas: Asaías, el primogénito, con sus hijos.
6  De los zeraítas: Jeuel y el resto de sus parientes; en total seiscientos noventa personas.
7  De los benjaminitas: Salú hijo de Mesulán, hijo de Hodavías, hijo de Senuá; 8[1]  Ibneías hijo de Jeroán; Elá hijo de Uzi, hijo de Micri; Mesulán hijo de Sefatías, hijo de Reuel, hijo de Ibnías, 9  con sus parientes. Según sus registros genealógicos, eran en total novecientos cincuenta y seis, todos ellos jefes de sus familias patriarcales.
10  De los sacerdotes: Jedaías, Joyarib, Jaquín, 11  Azarías hijo de Jilquías, que era descendiente en línea directa de Mesulán, Sadoc, Merayot y Ajitob, que fue jefe del templo de Dios; 12  Adaías hijo de Jeroán, hijo de Pasur, hijo de Malquías; Masay hijo de Adiel, que era descendiente en línea directa de Jazera, Mesulán, Mesilemit e Imer, 13  y sus parientes, en total mil setecientos sesenta jefes de familias patriarcales y hombres muy capacitados para el servicio en el templo de Dios.
14  De los levitas: Semaías hijo de Jasub, que descendía en línea directa de Azricán, Jasabías y Merari; 15  Bacbacar, Heres, Galal y Matanías hijo de Micaías, hijo de Zicrí, hijo de Asaf; 16  Abdías hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Jedutún; Berequías hijo de Asá, hijo de Elcaná, que habitó en las aldeas de los netofatitas.
17  Los porteros: Salún, Acub, Talmón y Ajimán, y sus parientes; Salún era el jefe. 18  Hasta ahora custodian la puerta del rey, que está al oriente, y han sido porteros de los campamentos levitas. 19  Además, Salún hijo de Coré, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, y sus parientes coreítas de la misma familia patriarcal, estaban encargados de custodiar la entrada de la *Tienda de reunión, tal como sus antepasados habían custodiado la entrada del campamento del Señor. 20  En el pasado, Finés hijo de Eleazar fue su jefe, y el Señor estuvo con él. 21  Zacarías hijo de Meselemías era el portero de la Tienda de reunión.
22  Los escogidos como porteros fueron un total de doscientos doce. En sus aldeas se encuentran sus registros genealógicos. David y Samuel el vidente les asignaron sus funciones. 23  Los porteros y sus hijos estaban encargados de custodiar la entrada de la tienda de campaña que se usaba como templo del Señor. 24  Había porteros en los cuatro puntos cardinales. 25  Cada siete días, sus parientes que vivían en las aldeas se turnaban para ayudarlos. 26  Los cuatro porteros principales estaban en servicio permanente. Eran levitas y custodiaban las salas y los tesoros del templo de Dios. 27  Durante la noche montaban guardia alrededor del templo, y en la mañana abrían sus puertas.
28  Algunos de ellos estaban encargados de los utensilios que se usaban en el servicio del templo, y debían contarlos al sacarlos y al guardarlos. 29  Otros estaban a cargo de los utensilios, de todos los vasos sagrados, de la harina, el vino, el aceite, el incienso y los perfumes. 30  Algunos de los sacerdotes preparaban la mezcla de los perfumes. 31  El levita Matatías, primogénito del coreíta Salún, estaba encargado de hacer las tortas para las ofrendas. 32  Algunos de sus parientes coatitas preparaban los *panes sagrados para cada *sábado.
33  También había cantores que eran jefes de familias patriarcales de los levitas, los cuales vivían en las habitaciones del templo. Éstos estaban exentos de cualquier otro servicio, porque de día y de noche tenían que ocuparse de su ministerio.
34  Según sus registros genealógicos, éstos eran jefes de las familias patriarcales de los levitas y vivían en Jerusalén.


Genealogía de Saúl

35  En Gabaón vivía Jehiel, padre de Gabaón. Su esposa se llamaba Macá, 36  y sus hijos fueron Abdón, el primogénito; Zur, Quis, Baal, Ner, Nadab, 37  Guedor, Ajío, Zacarías y Miclot, 38  que fue padre de Simán. Éstos también vivían en Jerusalén con sus parientes.
39  Ner fue el padre de Quis, Quis lo fue de Saúl, y Saúl lo fue de Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal. 40  Jonatán fue el padre de Meribaal, y Meribaal lo fue de Micaías.
41  Los hijos de Micaías fueron Pitón, Mélec, Tarea y Acaz. 42[2]  Acaz fue el padre de Jará, y éste lo fue de Alemet, Azmávet y Zimri. Zimri fue el padre de Mosá; 43  Mosá fue el padre de Biná, y éste lo fue de Refaías; Refaías fue el padre de Elasá, y éste lo fue de Azel.
44  Azel tuvo seis hijos, cuyos nombres fueron Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán. Éstos fueron los hijos de Azel.

                         NOTAS:

1. 9:7 Senuá. Alt. Hasenuá.
2. 9:41 y Acaz (mss. de LXX, Siríaca, Targum y Vulgata; véase 8:35); TM no incluye esta frase.

1 Crónicas 10


Muerte de Saúl

1  Los filisteos fueron a la guerra contra Israel, y los israelitas huyeron ante ellos. Muchos de ellos cayeron muertos en el monte Guilboa. 2  Entonces los filisteos se fueron en persecución de Saúl, y lograron matar a sus hijos Jonatán, Abinadab y Malquisúa. 3  La batalla se intensificó contra Saúl, y los arqueros lo alcanzaron con sus flechas. Al verse herido, 4  Saúl le dijo a su escudero: "Saca la espada y mátame, no sea que me maten esos incircuncisos cuando lleguen, y se diviertan a costa mía."
Pero el escudero estaba tan asustado que no quiso hacerlo, de modo que Saúl mismo tomó su espada y se dejó caer sobre ella. 5  Cuando el escudero vio que Saúl caía muerto, también él se arrojó sobre su propia espada y murió. 6  Así murieron Saúl y sus tres hijos. Ese día pereció toda su familia.
7  Cuando los israelitas que vivían en el valle vieron que el ejército había huido, y que Saúl y sus hijos habían muerto, también ellos abandonaron sus ciudades y se dieron a la fuga. Así fue como los filisteos las ocuparon.
8  Al otro día, cuando los filisteos llegaron para despojar a los cadáveres, encontraron muertos a Saúl y a sus hijos en el monte Guilboa. 9  Lo despojaron, tomaron su cabeza y sus armas, y enviaron mensajeros por todo el país filisteo para que proclamaran la noticia a sus ídolos y al pueblo. 10  Después colocaron las armas en el templo de sus dioses y colgaron la cabeza en el templo de Dagón.
11  Cuando los de Jabés de Galaad se enteraron de lo que habían hecho los filisteos con Saúl, 12  se levantaron todos los valientes y rescataron los cuerpos de Saúl y de sus hijos. Los llevaron a Jabés, sepultaron sus huesos debajo de la encina de Jabés y guardaron siete días de ayuno.
13-14  Saúl murió por haberse rebelado contra el Señor, pues en vez de consultarlo, desobedeció su palabra y buscó el consejo de una adivina. Por eso el Señor le quitó la vida y entregó el reino a David hijo de Isaí.

1 Crónicas 11


Proclamación de David como rey de Israel

1  Todos los israelitas se reunieron con David en Hebrón y le dijeron: "Su Majestad y nosotros somos de la misma sangre. 2  Ya desde antes, cuando Saúl era rey, usted dirigía a Israel en sus campañas. Además, el Señor su Dios le dijo a Su Majestad: Tú guiarás a mi pueblo Israel y lo gobernarás. " 3  Así pues, todos los *ancianos de Israel fueron a Hebrón para hablar con el rey, quien hizo allí un pacto con ellos en presencia del Señor. Después de eso, ungieron a David para que fuera rey sobre Israel, conforme a lo que el Señor había dicho por medio de Samuel.


David conquista Jerusalén

4  David y todos los israelitas marcharon contra Jebús (que es Jerusalén), la cual estaba habitada por los jebuseos. 5  Éstos le dijeron a David: "¡No entrarás aquí!" Pero David se apoderó de la fortaleza de *Sión, que también se conoce como la Ciudad de David. 6  Y es que había prometido: "Al primero que mate a un jebuseo lo nombraré comandante en jefe."
El primero en matar a un jebuseo fue Joab hijo de Sarvia, por lo cual fue nombrado jefe. 7  David se estableció en la fortaleza, y por eso la llamaron "Ciudad de David". 8  Luego edificó la ciudad, desde el terraplén hasta sus alrededores, y Joab reparó el resto de la ciudad. 9  Y David se fortaleció más y más, porque el Señor *Todopoderoso estaba con él.


Jefes del ejército de David

10  Éstos fueron los jefes del ejército de David, quienes lo apoyaron durante su reinado y se unieron a todos los israelitas para proclamarlo rey, conforme a lo que el Señor dijo acerca de Israel. 11  Ésta es la lista de los soldados más valientes de David:
Yasobeán hijo de Jacmoní, que era el principal de los tres[1] más famosos, en una batalla mató con su lanza a trescientos hombres. 12  En segundo lugar estaba Eleazar hijo de Dodó el ajojita, que también era uno de los más famosos. 13  Estuvo con David en Pasdamín, donde los filisteos se habían reunido para la batalla. Allí había un campo sembrado de cebada y, cuando el ejército huía ante los filisteos, 14  los oficiales se plantaron en medio del campo y lo defendieron, matando a los filisteos. Así el Señor los salvó y les dio una gran *victoria.
15  En otra ocasión, tres de los treinta más valientes fueron a la roca, hasta la cueva de Adulán, donde estaba David; y el ejército filisteo acampaba en el valle de Refayin. 16  David se encontraba en su fortaleza, y en ese tiempo había una guarnición filistea en Belén. 17  Como David tenía mucha sed, exclamó: "¡Ojalá pudiera yo beber agua del pozo que está a la *entrada de Belén!" 18  Entonces los tres valientes se metieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo de Belén, y se la llevaron a David. Pero David no quiso beberla, sino que derramó el agua en honor al Señor 19  y declaró solemnemente: "¡Que Dios me libre de beberla! ¿Cómo podría yo beber la sangre de quienes han puesto su *vida en peligro? ¡Se jugaron la vida para traer el agua!" Y no quiso beberla.
Tales hazañas hicieron estos tres héroes.
20  Abisay, el hermano de Joab, estaba al mando de los tres y ganó fama entre ellos. En cierta ocasión, lanza en mano atacó y mató a trescientos hombres. 21  Se destacó mucho más que los tres valientes, y llegó a ser su jefe, pero no fue contado entre ellos.
22  Benaías hijo de Joyadá era un guerrero de Cabsel que realizó muchas hazañas. Derrotó a dos de los mejores hombres[2] de Moab, y en otra ocasión, cuando estaba nevando, se metió en una cisterna y mató un león. 23  También derrotó a un egipcio que medía como dos metros y medio,[3] y que empuñaba una lanza del tamaño de un rodillo de telar. Benaías, que no llevaba más que un palo, le arrebató la lanza y lo mató con ella. 24  Tales hazañas hizo Benaías hijo de Joyadá, y también él ganó fama como los tres valientes, 25  pero no fue contado entre ellos, aunque se destacó más que los treinta valientes. Además, David lo puso al mando de su guardia personal.

26  Los soldados más distinguidos eran:
Asael, hermano de Joab; Eljanán hijo de Dodó, de Belén; 27  Samot el harorita, Heles el pelonita, 28  Irá hijo de Iqués el tecoíta; Abiezer el anatotita; 29  Sibecay el jusatita, Ilay el ajojita, 30  Maray el netofatita, Jéled hijo de Baná el netofatita; 31  Itay hijo de Ribay, el de Guibeá de los benjaminitas; Benaías el piratonita; 32  Juray, del arroyo de Gaas; Abiel el arbatita; 33  Azmávet el bajurinita; Elijaba el salbonita; 34  los hijos de Jasén el guizonita; Jonatán hijo de Sague el ararita, 35  Ahían hijo de Sacar el ararita, Elifal hijo de Ur, 36  Héfer el mequeratita, Ahías el pelonita, 37  Jezró, de Carmel; Naray hijo de Ezbay, 38  Joel, hermano de Natán; Mibar hijo de Hagrí, 39  Sélec el amonita, Najaray el berotita, que fue escudero de Joab hijo de Sarvia; 40  Irá el itrita, Gareb el itrita, 41  Urías el hitita, Zabad hijo de Ajlay, 42  Adiná hijo de Sizá el rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta hombres con él; 43  Janán hijo de Macá; Josafat el mitnita, 44  Uzías el astarotita, Sama y Jehiel, hijos de Jotán el aroerita; 45  Jediael hijo de Simri, y su hermano Yojá el tizita; 46  Eliel el majavita; Jerebay y Josavía, hijos de Elnán; Itmá el moabita, 47  Eliel, Obed y Jasiel, de Sobá.

                         NOTAS:

1. 11:11 tres (mss. de LXX); treinta (TM).
2. 11:22 dos de los mejores hombres. Alt. los dos {hijos} de Ariel.
3. 11:23 dos metros y medio. Lit. cinco *codos.

1 Crónicas 12


Guerreros que se unieron a David

1  Éstos fueron los guerreros que se unieron a David en Siclag cuando éste se encontraba desterrado por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos lo ayudaron en tiempos de guerra. 2  Eran arqueros que podían lanzar piedras y disparar flechas con ambas manos.

De los benjaminitas parientes de Saúl: 3  el jefe Ajiezer y Joás, que eran hijos de Semá de Guibeá; Jeziel y Pélet hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, oriundos de Anatot; 4  Ismaías el gabaonita, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, 5  Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; 6  los coreítas Elcaná, Isías, Azarel, Joezer y Yasobeán, 7  Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, oriundos de Guedor.

8  También algunos de los gaditas se unieron a David cuando se encontraba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, preparados para la guerra, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, feroces como leones y veloces como gacelas monteses. 9  Se llamaban: Ezer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; 10  Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; 11  Atay, el sexto; Eliel, el séptimo; 12  Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; 13  Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo. 14  Estos gaditas eran jefes del ejército; el menor de ellos valía por cien, y el mayor, por mil. 15  Fueron ellos quienes atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando el río se desbordó por sus dos riberas, e hicieron huir a los habitantes de los valles hacia el este y el oeste.
16  También algunos guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. 17  David salió a su encuentro y les dijo:
Si vienen en son de paz y para ayudarme, los aceptaré; pero si vienen para entregarme a mis enemigos, ¡que el Dios de nuestros padres lo vea y lo castigue, pues yo no soy ningún criminal!
18  Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y éste exclamó:

"¡Somos tuyos, David!
¡Estamos contigo, hijo de Isaí!
¡Tres veces deseamos la paz
a ti y a quien te brinde su ayuda!
¡Y quien te ayuda es tu Dios!"

David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa.
19  También algunos guerreros de Manasés se unieron a David cuando éste iba con los filisteos a luchar contra Saúl. Pero los príncipes de los filisteos se reunieron y decidieron rechazarlo, así que los filisteos se negaron a ayudarlo, pues dijeron: "David se pondrá de parte de su señor Saúl, y eso nos costará la cabeza." 20  Éstos fueron los manasesitas que se unieron a David cuando éste fue a Siclag: Adnás, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay, jefes manasesitas de escuadrones de mil hombres. 21  Ayudaban a David a combatir a las bandas de invasores, pues cada uno de ellos era un guerrero valiente y jefe del ejército. 22  Y cada día se le unían más soldados a David, hasta que llegó a tener un ejército grande y poderoso.


Los que se unieron a David en Hebrón

23  Éste es el número de los guerreros diestros para la guerra que se presentaron ante David en Hebrón, para entregarle el reino de Saúl, conforme a la palabra del Señor:
24  De Judá: seis mil ochocientos hombres armados de lanza y escudo, diestros para la guerra.
25  De Simeón: siete mil cien guerreros valientes.
26  De Leví: cuatro mil seiscientos, 27  y tres mil setecientos aaronitas, con Joyadá, su jefe; 28  y Sadoc, joven guerrero muy valiente, con veintidós jefes de su familia patriarcal.
29  De Benjamín, parientes de Saúl: tres mil hombres. La mayor parte de ellos había permanecido fiel a la familia de Saúl.
30  De Efraín: veinte mil ochocientos hombres valientes, famosos en sus propias familias patriarcales.
31  De la media tribu de Manasés: dieciocho mil hombres que fueron nombrados para ir a proclamar rey a David.
32  De Isacar: doscientos jefes y todos sus parientes bajo sus órdenes. Eran hombres expertos en el conocimiento de los tiempos, que sabían lo que Israel tenía que hacer.
33  De Zabulón: cincuenta mil hombres listos para tomar las armas, preparados para usar cualquier clase de armamento y dispuestos a luchar sin cuartel en favor de David.
34  De Neftalí: mil jefes con treinta y siete mil hombres armados de escudos y lanzas.
35  De Dan: veintiocho mil seiscientos guerreros listos para el combate.
36  De Aser: cuarenta mil hombres aptos para la guerra.
37  De las tribus al otro lado del Jordán, es decir, de Rubén, Gad y de la media tribu de Manasés: ciento veinte mil hombres equipados con todo tipo de armamento.
38  Todos estos guerreros, preparados para el combate, fueron a Hebrón decididos a proclamar a David como rey de todo Israel. También los demás israelitas proclamaron de manera unánime a David como rey. 39  Todos se quedaron allí tres días, comiendo y bebiendo con David, ya que sus hermanos les dotaron de lo necesario. 40  Además, los que vivían cerca, y hasta los de Isacar, Zabulón y Neftalí, traían burros, camellos, mulas y bueyes cargados con harina, tortas de higos, pasas, vino y aceite. También les llevaron toros y ovejas en abundancia, porque Israel rebosaba de alegría.

1 Crónicas 13


Traslado del arca a la casa de Obed Edom

1  Después de consultar a los jefes de mil y de cien soldados, y a todos los oficiales, David 2  dijo a toda la asamblea de Israel: "Si les parece bien, y si es lo que el Señor nuestro Dios desea, invitemos a nuestros hermanos que se han quedado por todo el territorio de Israel, y también a los sacerdotes y levitas que están en los pueblos y aldeas, a que se unan a nosotros 3  para traer de regreso el arca de nuestro Dios. La verdad es que desde el tiempo de Saúl no la hemos consultado."
4  A la asamblea le agradó la propuesta, y acordó que se hiciera así.
5  Entonces David reunió a todo el pueblo de Israel, desde Sijor en Egipto hasta Lebó Jamat,[1] para trasladar el arca que estaba en Quiriat Yearín. 6  Luego David y todo Israel fueron a Balá, que es Quiriat Yearín de Judá, para trasladar de allí el arca de Dios, sobre la cual se invoca el *nombre del Señor, que reina entre *querubines. 7  Colocaron el arca de Dios en una carreta nueva y la sacaron de la casa de Abinadab. Uza y Ajío guiaban la carreta. 8  David y todo Israel danzaban ante Dios con gran entusiasmo y cantaban al son de liras, arpas, panderos, címbalos y trompetas.
9  Al llegar a la parcela de Quidón, los bueyes tropezaron; pero Uza, extendiendo las manos, sostuvo el arca. 10  Con todo, la ira del Señor se encendió contra Uza por haber tocado el arca, y allí en su presencia Dios lo hirió y le quitó la vida.
11  David se enojó porque el Señor había matado a Uza. Por eso le puso a aquel lugar el nombre de Peres Uza,[2] nombre que conserva hasta hoy. 12  Aquel día David se sintió temeroso de Dios y exclamó: "¡Es mejor que no me lleve el arca de Dios!" 13  Por eso no se la llevó a la Ciudad de David, sino que ordenó que la trasladaran a la casa de Obed Edom, oriundo de Gat. 14  Fue así como el arca de Dios permaneció tres meses en la casa de Obed Edom, y el Señor bendijo a la familia de Obed Edom y todo lo que tenía.

                         NOTAS:

1. 13:5 Lebó Jamat. Alt. la entrada de Jamat.
2. 13:11 En hebreo, Peres Uza significa golpe de Uza o brecha en Uza.

1 Crónicas 14


Palacio y familia de David

1  Hiram, rey de Tiro, envió a David una embajada que le llevó madera de cedro, albañiles y carpinteros para construirle un palacio. 2  Con esto David se dio cuenta de que el Señor, por amor a su pueblo, lo había establecido a él como rey sobre Israel y había engrandecido su reino.
3  En Jerusalén David tomó otras esposas, y tuvo más hijos e hijas. 4  Los hijos que tuvo fueron Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 5  Ibjar, Elisúa, Elpélet, 6  Noga, Néfeg, Jafía, 7  Elisama, Belyadá y Elifelet.


David derrota a los filisteos

8  Al enterarse los filisteos de que David había sido ungido rey de todo Israel, subieron todos ellos contra él. Pero David lo supo y salió a su encuentro. 9  Ya los filisteos habían incursionado en el valle de Refayin. 10  Así que David consultó a Dios:
¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mi poder?
Atácalos le respondió el Señor, pues yo los entregaré en tus manos.
11  Fueron, pues, a Baal Perasín,[1] y allí David los derrotó. Entonces dijo: "Como brecha producida por las aguas, así Dios ha abierto brechas entre mis enemigos por medio de mí." Por eso a aquel lugar lo llamaron Baal Perasín. 12  Allí los filisteos abandonaron a sus dioses, y éstos fueron quemados por orden de David.
13  Los filisteos hicieron una nueva incursión y se desplegaron por el valle. 14  Así que David volvió a consultar a Dios, y él le contestó:
No los ataques de frente, sino rodéalos hasta llegar a los árboles de bálsamo, y entonces atácalos por la retaguardia. 15  Tan pronto como oigas un ruido como de pasos sobre las copas de los árboles, atácalos, pues eso quiere decir que Dios va al frente de ti para derrotar al ejército filisteo.
16  Así lo hizo David, tal como Dios se lo había ordenado, y derrotaron al ejército filisteo desde Gabaón hasta Guézer. 17  La fama de David se extendió por todas las regiones, y el Señor hizo que todos los pueblos le tuvieran miedo.

                         NOTAS:

1. 14:11 En hebreo, Baal Perasín significa el dueño de las brechas.

1 Crónicas 15


David lleva el arca a Jerusalén

1  David construyó para sí casas en la Ciudad de David, dispuso un lugar para el arca de Dios y le levantó una tienda de campaña. 2  Luego dijo: "Sólo los levitas pueden transportar el arca de Dios, pues el Señor los eligió a ellos para este oficio y para que le sirvan por siempre."
3  Después David congregó a todo Israel en Jerusalén para trasladar el arca del Señor al lugar que había dispuesto para ella. 4  También reunió a los descendientes de Aarón y a los levitas. Convocó a los siguientes:
5  De los descendientes de Coat, a su jefe Uriel y a sus parientes; ciento veinte en total.
6  De los descendientes de Merari, a su jefe Asaías y a sus compañeros; doscientos veinte en total.
7  De los descendientes de Guersón, a su jefe Joel y a sus parientes; ciento treinta en total.
8  De los descendientes de Elizafán, a su jefe Semaías y a sus parientes; doscientos en total.
9  De los descendientes de Hebrón, a su jefe Eliel y a sus parientes; ochenta en total.
10  De los descendientes de Uziel, a su jefe Aminadab y a sus parientes; ciento doce en total.
11  Luego David llamó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar, y a los levitas Uriel, Asaías, Joel, Semaías, Eliel y Aminadab, 12  y les dijo: "Como ustedes son los jefes de las familias patriarcales de los levitas, *purifíquense y purifiquen a sus parientes para que puedan traer el arca del Señor, Dios de Israel, al lugar que he dispuesto para ella. 13  La primera vez ustedes no la transportaron, ni nosotros consultamos al Señor nuestro Dios, como está establecido; por eso él se enfureció contra nosotros."
14  Entonces los sacerdotes y los levitas se purificaron para transportar el arca del Señor, Dios de Israel. 15  Luego los descendientes de los levitas, valiéndose de las varas, llevaron el arca de Dios sobre sus hombros, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés.
16  David les ordenó a los jefes de los levitas que nombraran cantores de entre sus parientes para que entonaran alegres cantos al son de arpas, liras y címbalos. 17  Los levitas nombraron a Hemán hijo de Joel, a su pariente Asaf hijo de Berequías, y a Etán hijo de Cusaías, de los descendientes de Merari. 18  Junto con ellos nombraron a sus parientes que les seguían en rango y que se desempeñaban como porteros: Zacarías hijo de Jaziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Benaías, Maseías, Matatías, Elifeleu, Micnías, Obed Edom y Jeyel.
19  Los cantores Hemán, Asaf y Etán tocaban los címbalos de bronce. 20  Zacarías, Aziel, Semiramot, Jehiel, Uni, Eliab, Maseías y Benaías tenían arpas de tono agudo. 21[1]  Matatías, Elifeleu, Micnías, Obed Edom, Jeyel y Azazías tenían arpas de ocho cuerdas para guiar el canto. 22  Quenanías, jefe de los levitas, como experto que era, dirigía el canto. 23  Berequías y Elcaná eran porteros del arca. 24  Los sacerdotes Sebanías, Josafat, Natanael, Amasay, Zacarías, Benaías y Eliezer tocaban las trompetas delante del arca. Obed Edom y Jehías eran también porteros del arca.
25  Muy alegres, David, los *ancianos de Israel y los jefes de mil fueron a trasladar el arca del *pacto del Señor desde la casa de Obed Edom. 26  Y como Dios ayudaba a los levitas que transportaban el arca del pacto del Señor, se sacrificaron siete toros y siete carneros. 27  David estaba vestido con un manto de lino fino, lo mismo que todos los levitas que transportaban el arca, los cantores y Quenanías, director del canto. Además, David llevaba puesto un *efod de lino. 28  Así que entre vítores, y al son de cuernos de carnero, trompetas, címbalos, arpas y liras, todo Israel llevaba el arca del pacto del Señor.
29  Sucedió que, al entrar el arca del pacto del Señor a la Ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó a la ventana; y cuando vio que el rey David saltaba y danzaba con alegría, sintió por él un profundo desprecio.

                         NOTAS:

1. 15:20 de tono agudo. Lit. sobre *alamot.

1 Crónicas 16

1  El arca de Dios fue llevada a la tienda de campaña que David le había preparado. Allí la instalaron, y luego presentaron *holocaustos y sacrificios de *comunión en presencia de Dios. 2  Después de ofrecer los holocaustos y los sacrificios de comunión, David bendijo al pueblo en el *nombre del Señor 3  y dio a cada israelita, tanto a hombres como a mujeres, una porción de pan, una torta de dátiles y una torta de pasas.
4  David puso a algunos levitas a cargo del arca del Señor para que ministraran, dieran gracias y alabaran al Señor, Dios de Israel. 5  Los nombrados fueron: Asaf, el primero; Zacarías, el segundo; luego Jejiyel, Semiramot, Jehiel, Matatías, Eliab, Benaías, Obed Edom y Jeyel, los cuales tenían arpas y liras. Asaf tocaba los címbalos. 6  Los sacerdotes Benaías y Jahaziel tocaban continuamente las trompetas delante del arca del pacto del Señor.


Salmo de David

7  Ese mismo día, David ordenó, por primera vez, que Asaf y sus compañeros fueran los encargados de esta alabanza al Señor:

8  "¡Alaben al Señor, proclamen su *nombre,
testifiquen de sus proezas entre los pueblos!
9  ¡Cántenle, cántenle salmos!
¡Hablen de sus maravillosas obras!
10  ¡Gloríense en su nombre *santo!
¡Alégrense de veras los que buscan al Señor!
11  ¡Refúgiense en el Señor y en su fuerza,
busquen siempre su presencia!
12  ¡Recuerden las maravillas que ha realizado,
los prodigios y los juicios que ha emitido!

13  "Descendientes de Israel, su siervo,
hijos de Jacob, sus elegidos:
14  el Señor es nuestro Dios,
sus juicios rigen en toda la tierra.
15  Él se acuerda siempre de su *pacto,
de la palabra que dio a mil generaciones;
16  del pacto que hizo con Abraham,
y del juramento que le hizo a Isaac,
17  que confirmó como estatuto para Jacob,
como pacto eterno para Israel:
18  A ti te daré la tierra de Canaán
como la herencia que te corresponde.
19  Cuando apenas eran un puñado de vivientes,
unos cuantos extranjeros en la tierra,
20  cuando iban de nación en nación
y pasaban de reino en reino,
21  Dios no permitió que los oprimieran;
por amor a ellos advirtió a los reyes:
22  ¡No toquen a mis *ungidos!
¡No maltraten a mis profetas!

23  "¡Que toda la tierra cante al Señor!
¡Proclamen su *salvación cada día!
24  Anuncien su gloria entre las naciones,
y sus maravillas a todos los pueblos.
25  Porque el Señor es grande,
y digno de toda alabanza;
¡más temible que todos los dioses!
26  Nada son los dioses de los pueblos,
pero el Señor fue quien hizo los cielos;
27  esplendor y majestad hay en su presencia;
poder y alegría hay en su santuario.

28  "Tributen al Señor, familias de los pueblos,
tributen al Señor la gloria y el poder;
29  tributen al Señor la gloria que corresponde a su nombre;
preséntense ante él con ofrendas,
adoren al Señor en su hermoso santuario.
30  ¡Que tiemble ante él toda la tierra!
Él afirmó el mundo, y éste no se moverá.
31  ¡Alégrense los cielos, y regocíjese la tierra!
Digan las naciones: ¡El Señor reina!

32  "¡Que resuene el mar y todo cuanto contiene!
¡Que salte de alegría el campo y lo que hay en él!
33  ¡Que los árboles del campo canten de gozo ante el Señor,
porque él ha venido a juzgar a la tierra!

34  "¡Alaben al Señor porque él es bueno,
y su gran amor perdura para siempre!
35  Díganle: ¡Sálvanos, oh Dios, Salvador nuestro!
Reúnenos y líbranos de entre los *paganos,
y alabaremos tu santo nombre
y nos regocijaremos en tu alabanza.
36  ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y para siempre!"

Y todo el pueblo respondió: "Amén", y alabó al Señor.

37  David dejó el arca del pacto del Señor al cuidado de Asaf y sus hermanos, para que sirvieran continuamente delante de ella, de acuerdo con el ritual diario. 38  Como porteros nombró a Obed Edom y sus sesenta y ocho hermanos, junto con Obed Edom hijo de Jedutún y Josá. 39  Al sacerdote Sadoc y a sus hermanos sacerdotes los encargó del santuario del Señor, que está en la cumbre de Gabaón, 40  para que sobre el altar ofrecieran constantemente los *holocaustos al Señor, en la mañana y en la tarde, tal como está escrito en la *ley que el Señor le dio a Israel. 41  Con ellos nombró también a Hemán y a Jedutún, y a los demás que había escogido y designado por nombre para cantar al Señor: "Su gran amor perdura para siempre." 42  Hemán y Jedutún tenían trompetas, címbalos y otros instrumentos musicales para acompañar los cantos de Dios. Los hijos de Jedutún eran porteros.
43  Luego todos regresaron a su casa, y David se fue a bendecir a su familia.

1 Crónicas 17


Promesa de Dios a David

1  Una vez instalado en su palacio, David le dijo al profeta Natán:
¡Aquí me tienes, habitando un palacio de cedro, mientras que el arca del *pacto del Señor se encuentra bajo una simple tienda de campaña!
2  Bien respondió Natán. Haga Su Majestad lo que su corazón le dicte, pues Dios está con usted.
3  Pero aquella misma noche la palabra de Dios vino a Natán y le dijo:

4  "Ve y dile a mi siervo David que así dice el Señor: No serás tú quien me construya una casa para que yo la habite. 5  Desde el día en que liberé a Israel hasta el día de hoy, no he habitado en casa alguna, sino que he ido de campamento en campamento y de santuario en santuario. 6  Todo el tiempo que anduve con Israel, cuando mandé a sus jueces que *pastorearan a mi pueblo, ¿acaso le reclamé a alguno de ellos el no haberme construido una casa de cedro?

7  "Pues bien, dile a mi siervo David que así dice el Señor *Todopoderoso: Yo te saqué del redil para que, en vez de cuidar ovejas, gobernaras a mi pueblo Israel. 8  Yo he estado contigo por dondequiera que has ido, y he aniquilado a todos tus enemigos. Y ahora voy a hacerte tan famoso como los más grandes de la tierra. 9  También voy a designar un lugar para mi pueblo Israel, y allí los plantaré para que puedan vivir sin sobresaltos. Sus malvados enemigos no volverán a oprimirlos como lo han hecho desde el principio, 10  desde los días en que nombré jueces sobre mi pueblo Israel. Yo derrotaré a todos tus enemigos. Te anuncio, además, que yo, el Señor, te edificaré una casa. 11  Cuando tu vida llegue a su fin y vayas a reunirte con tus antepasados, yo pondré en el trono a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos, y afirmaré su reino. 12  Será él quien construya una casa en mi honor, y yo afirmaré su trono para siempre. 13  Yo seré su padre, y él será mi hijo. Jamás le negaré mi amor, como se lo negué a quien reinó antes que tú. 14  Al contrario, para siempre lo estableceré en mi casa y en mi reino, y su trono será firme para siempre. "

15  Natán le comunicó todo esto a David, tal como lo había recibido por revelación.


Oración de David

16  Luego el rey David se presentó ante el Señor y le dijo:

"Señor y Dios, ¿quién soy yo, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar tan lejos? 17  Como si esto fuera poco, Señor y Dios, has hecho promesas a este siervo tuyo en cuanto al futuro de su dinastía. ¡Me has tratado como si fuera yo un hombre muy importante, Señor y Dios! 18  ¿Qué más podría yo decir del honor que me has dado, si tú conoces a tu siervo? 19  Señor, tú has hecho todas estas grandes maravillas, por amor a tu siervo y según tu voluntad, y las has dado a conocer. 20  Señor, nosotros mismos hemos aprendido que no hay nadie como tú, y que aparte de ti no hay Dios. 21  ¿Y qué nación se puede comparar con tu pueblo Israel? Es la única nación en la tierra que tú has redimido, para hacerla tu propio pueblo y para dar a conocer tu *nombre. Hiciste prodigios y maravillas cuando al paso de tu pueblo, al cual redimiste de Egipto, expulsaste a las naciones y a sus dioses. 22  Adoptaste a Israel para que fuera tu pueblo para siempre, y para que tú, Señor, fueras su Dios.
23  "Y ahora, Señor, mantén para siempre la promesa que le has hecho a tu siervo y a su dinastía. Cumple tu palabra 24  para que tu nombre permanezca y sea exaltado por siempre, y para que todos digan: ¡El Señor *Todopoderoso es el Dios de Israel! Entonces la dinastía de tu siervo David quedará establecida en tu presencia.
25  "Tú, Dios mío, le has revelado a tu siervo el propósito de establecerle una dinastía, y por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta súplica. 26  Oh Señor, ¡tú eres Dios y has prometido este favor a tu siervo! 27  Te has dignado bendecir a la familia de tu siervo, de modo que bajo tu protección exista para siempre. Tú, Señor, la has bendecido, y por eso quedará bendita para siempre."

1 Crónicas 18


Victorias de David

1  Pasado algún tiempo, David derrotó a los filisteos y los subyugó, quitándoles el control de la ciudad de Gat y de sus aldeas. 2  También derrotó y sometió a los moabitas, los cuales pasaron a ser vasallos tributarios de David.
3  Además, David derrotó en Jamat a Hadad Ezer, rey de Sobá, cuando éste se dirigía a establecer su dominio sobre la región del río Éufrates. 4  David le capturó mil carros, siete mil jinetes y veinte mil soldados de infantería; también desjarretó los caballos de tiro, aunque dejó los caballos suficientes para cien carros.
5  Luego, cuando los *sirios de Damasco acudieron en auxilio de Hadad Ezer, rey de Sobá, David aniquiló a veintidós mil de ellos. 6  También puso guarniciones en Damasco, de modo que los sirios pasaron a ser vasallos tributarios de David. En todas las campañas de David, el Señor le daba la *victoria.
7  En cuanto a los escudos de oro que llevaban los oficiales de Hadad Ezer, David se apropió de ellos y los trasladó a Jerusalén. 8  Así mismo se apoderó de una gran cantidad de bronce que había en las ciudades de Tébaj[1] y de Cun, poblaciones de Hadad Ezer. Ése fue el bronce que Salomón usó para hacer la fuente, las columnas y todos los utensilios de bronce.
9  Tou, rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado por completo al ejército de Hadad Ezer, rey de Sobá. 10  Como Tou también era enemigo de Hadad Ezer, envió a su hijo Adorán a desearle *bienestar al rey David, y a felicitarlo por haber derrotado a Hadad Ezer en batalla. Y Tou envió toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce, 11  los cuales el rey David consagró al Señor, tal como lo había hecho con toda la plata y el oro que había tomado de las naciones de Edom, Moab, Amón, Filistea y Amalec.
12  Por su parte, Abisay hijo de Sarvia derrotó a los edomitas en el valle de la Sal, y aniquiló a dieciocho mil de ellos. 13  También puso guarniciones en Edom, de modo que los edomitas pasaron a ser vasallos tributarios de David. En todas sus campañas, el Señor le daba la victoria.


Oficiales de David

14  David reinó sobre todo Israel, gobernando al pueblo entero con justicia y rectitud. 15  Joab hijo de Sarvia era general del ejército; Josafat hijo de Ajilud era el secretario; 16  Sadoc hijo de Ajitob y Ajimélec[2] hijo de Abiatar eran sacerdotes; Savsa era el cronista. 17  Benaías hijo de Joyadá estaba al mando de los soldados quereteos y peleteos, y los hijos de David ocupaban los principales puestos junto al rey.

                         NOTAS:

1. 18:8 Tébaj. Lit. Tibjat (variante de este nombre).
2. 18:16 Ajimélec (mss. hebreos, Vulgata y Siríaca; véase 2S 8:17); Abimélec (TM).

1 Crónicas 19


Guerra contra los amonitas

1  Pasado algún tiempo, murió Najás, rey de los amonitas, y su hijo lo sucedió en el trono. 2  Entonces David pensó: "Debo ser leal con Janún hijo de Najás, pues su padre lo fue conmigo." Así que envió a unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre.
Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas para darle el pésame a Janún, 3  los jefes de ese pueblo le aconsejaron: "¿Y acaso cree Su Majestad que David ha enviado a estos mensajeros sólo para darle el pésame, y porque quiere honrar a su padre? ¿No será más bien que han venido a espiar y explorar el país para luego destruirlo?" 4  Entonces Janún mandó que apresaran a los mensajeros de David y que les afeitaran la barba y les rasgaran la ropa por la mitad, a la altura de las nalgas. Y así los despidió.
5  Los hombres de David se sentían muy avergonzados. Cuando David se enteró de lo que les había pasado, mandó que los recibieran y les dieran este mensaje de su parte: "Quédense en Jericó, y no regresen hasta que les crezca la barba."
6  Al darse cuenta Janún y los amonitas de que habían ofendido a David, enviaron treinta y tres mil kilos[1] de plata para contratar carros y jinetes en Aram Najarayin,[2] en Aram de Macá y en Sobá. 7  Contrataron treinta y dos mil carros y al rey de Macá con su ejército, que acampó frente a Medeba. Por su parte, los amonitas salieron de sus ciudades y se dispusieron para el combate. 8  Cuando David lo supo, despachó a Joab con todos los soldados del ejército. 9  Los amonitas avanzaron hasta la *entrada de su ciudad, pero los reyes que habían venido a reforzarlos se quedaron aparte, en campo abierto.
10  Joab se vio amenazado por el frente y por la retaguardia, así que escogió a las mejores tropas israelitas para pelear contra los *sirios, 11  y el resto de las tropas las puso al mando de su hermano Abisay, para que enfrentaran a los amonitas. 12  A Abisay le ordenó: "Si los sirios pueden más que yo, tú vendrás a rescatarme; y si los amonitas pueden más que tú, yo te rescataré. 13  ¡Ánimo! Luchemos con valor por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios. ¡Y que el Señor haga lo que bien le parezca!"
14  En seguida Joab y sus tropas avanzaron contra los sirios, y éstos huyeron de él. 15  Al ver que los sirios se daban a la fuga, también los amonitas huyeron de Abisay y se refugiaron en la ciudad. Entonces Joab regresó a Jerusalén.
16  Los sirios, al verse derrotados por Israel, enviaron mensajeros para pedir ayuda a los sirios que vivían al otro lado del río Éufrates. Sofac, jefe del ejército de Hadad Ezer, se puso al frente de ellos. 17  Cuando David se enteró de esto, reunió a todo Israel, cruzó el Jordán y tomó posición de batalla contra los sirios. Éstos lo atacaron, 18  pero tuvieron que huir ante los israelitas. David mató a siete mil soldados sirios de caballería y cuarenta mil de infantería; también mató a Sofac, jefe del ejército. 19  Al ver que los sirios habían sido derrotados por los israelitas, todos los vasallos de Hadad Ezer hicieron la paz con David y se sometieron a él. A partir de entonces, los sirios se negaron a ir en auxilio de los amonitas.

                         NOTAS:

1. 19:6 treinta y tres mil kilos. Lit. mil *talentos.
2. 19:6 Aram Najarayin. Es decir, el noroeste de Mesopotamia.

1 Crónicas 20


Conquista de Rabá

1  En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, Joab sacó el grueso del ejército y devastó el país de los amonitas. Llegó hasta Rabá, la atacó y la destruyó; pero David se quedó en Jerusalén. 2  Al rey de los amonitas[1] David le quitó la corona de oro que tenía puesta, la cual pesaba treinta y tres kilos[2] y estaba adornada con piedras preciosas. Luego se la pusieron a David. Además, David saqueó la ciudad y se llevó un botín inmenso. 3  Expulsó de allí a sus habitantes y los puso a trabajar con sierras, rastrillos y hachas. Lo mismo hizo con todos los pueblos de los amonitas, después de lo cual regresó a Jerusalén con todas sus tropas.


Guerra contra los filisteos

4  Después de esto, hubo una batalla contra los filisteos en Guézer. Fue en esa ocasión cuando Sibecay el jusatita mató a Sipay, descendiente de los gigantes. Así sometieron a los filisteos.
5  Luego, en otra batalla que hubo contra los filisteos, Eljanán hijo de Yaír mató a Lajmí, hermano de Goliat el guitita, cuya lanza tenía un asta tan grande como el rodillo de un telar.
6  Hubo una batalla más en Gat. Allí había otro gigante, un hombre altísimo que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, es decir, tenía veinticuatro dedos en total. 7  Éste se puso a desafiar a los israelitas, pero Jonatán hijo de Simá, que era hermano de David, lo mató.
8  Éstos fueron los descendientes de Rafá el guitita que cayeron a manos de David y de sus oficiales.

                         NOTAS:

1. 20:2 al rey de los amonitas. Alt. a Milcón (es decir, el dios Moloc).
2. 20:2 treinta y tres kilos. Lit. un *talento.

1 Crónicas 21


David hace un censo militar

1  *Satanás conspiró contra Israel e indujo a David a hacer un censo del pueblo. 2  Por eso David les dijo a Joab y a los jefes del pueblo:
Vayan y hagan un censo militar que abarque desde Berseba hasta Dan, y tráiganme el informe para que yo sepa cuántos pueden servir en el ejército.
3  Joab le respondió:
¡Que el Señor multiplique cien veces a su pueblo! Pero ¿acaso no son todos ellos servidores suyos? ¿Para qué quiere hacer esto Su Majestad? ¿Por qué ha de hacer algo que traiga la desgracia sobre Israel?
4  Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre la opinión de Joab, de modo que éste salió a recorrer todo el territorio de Israel. Después regresó a Jerusalén 5  y le entregó a David los resultados del censo militar: En Israel había un millón cien mil que podían servir en el ejército, y en Judá, cuatrocientos setenta mil. 6  Pero Joab no contó a los de las tribus de Leví ni de Benjamín, porque para él era detestable la orden del rey. 7  Dios también la consideró como algo malo, por lo cual castigó a Israel.
8  Entonces David le dijo a Dios: "He cometido un pecado muy grande al hacer este censo. He actuado como un *necio. Yo te ruego que perdones la maldad de tu siervo."
9  El Señor le dijo a Gad, el vidente de David: 10  "Anda y dile a David que así dice el Señor: Te doy a escoger entre estos tres castigos: dime cuál de ellos quieres que te imponga. "
11  Gad fue adonde estaba David y le dijo:
Así dice el Señor: Elige una de estas tres cosas: 12  tres años de hambre, o tres meses de persecución y derrota por la espada de tus enemigos, o tres días en los cuales el Señor castigará con peste el país, y su ángel causará estragos en todos los rincones de Israel. Piénsalo bien y dime qué debo responderle al que me ha enviado.
13  ¡Estoy entre la espada y la pared! respondió David. Pero es mejor que yo caiga en las manos del Señor, porque su amor es muy grande, y no que caiga en las manos de los *hombres.
14  Por lo tanto, el Señor mandó contra Israel una peste, y murieron setenta mil israelitas. 15  Luego envió un ángel a Jerusalén para destruirla. Y al ver el Señor que el ángel la destruía, se arrepintió del castigo y le dijo al ángel destructor: "¡Basta! ¡Detén tu mano!" En ese momento, el ángel del Señor se hallaba junto a la parcela de Ornán el jebuseo.
16  David alzó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre la tierra y el cielo, con una espada desenvainada en la mano que apuntaba hacia Jerusalén. Entonces David y los *ancianos, vestidos de luto, se postraron sobre su rostro. 17  Y David le dijo a Dios: "Señor y Dios mío, ¿acaso no fui yo el que dio la orden de censar al pueblo? ¿Qué culpa tienen estas ovejas? ¡Soy yo el que ha pecado! ¡He actuado muy mal! ¡Descarga tu mano sobre mí y sobre mi familia, pero no sigas hiriendo a tu pueblo!"


David construye un altar

18  Entonces el ángel del Señor le dijo a Gad: "Dile a David que vaya y construya un altar para el Señor en la parcela de Ornán el jebuseo." 19  David se puso en camino, conforme a la palabra que Gad le dio en *nombre del Señor.
20  Ornán se encontraba trillando y, al mirar hacia atrás, vio al ángel. Los cuatro hijos que estaban con él corrieron a esconderse. 21  Al ver Ornán que David se acercaba a su parcela, salió a recibirlo y se postró delante de él. 22  David le dijo:
Véndeme una parte de esta parcela para construirle un altar al Señor, a fin de que se detenga la plaga que está afligiendo al pueblo. Véndemela por su verdadero precio.
23  Ornán le contestó a David:
Su Majestad, yo se la regalo, para que haga usted en ella lo que mejor le parezca. Yo mismo le daré los bueyes para los *holocaustos, los trillos para la leña y el trigo para la ofrenda de cereal. Todo se lo regalo.
24  Pero el rey David le respondió a Ornán:
Eso no puede ser. No tomaré lo que es tuyo para dárselo al Señor, ni le ofreceré un holocausto que nada me cueste. Te lo compraré todo por su verdadero precio.
25  Fue así como David le dio a Ornán seiscientas monedas[1] de oro por aquel lugar. 26  Allí construyó un altar al Señor y le ofreció holocaustos y sacrificios de *comunión. Luego oró al Señor, y en respuesta Dios envió fuego del cielo sobre el altar del holocausto.
27  Entonces el Señor le ordenó al ángel que envainara su espada. 28  Al ver David que el Señor le había respondido, le ofreció sacrificios. 29  En aquel tiempo, tanto el santuario del Señor que Moisés hizo en el desierto como el altar del holocausto se encontraban en el santuario de Gabaón. 30  Pero David no fue a consultar al Señor a ese lugar porque, por causa de la espada del ángel del Señor, estaba aterrorizado.

                         NOTAS:

1. 21:25 seiscientas monedas. Lit. seiscientos *siclos.

1 Crónicas 22

1  Entonces dijo David: "Aquí se levantará el templo de Dios el Señor, y también el altar donde Israel ofrecerá el holocausto."


Preparativos para el templo

2  Luego David ordenó que se reuniera a los extranjeros que vivían en territorio israelita. De entre ellos nombró canteros que labraran piedras para la construcción del templo de Dios. 3  Además, David juntó mucho hierro para los clavos y las bisagras de las puertas, y bronce en abundancia. 4  También amontonó mucha madera de cedro, pues los habitantes de Sidón y de Tiro le habían traído madera de cedro en abundancia.
5  "Mi hijo Salomón pensaba David es muy joven e inexperto, y el templo que hay que construir para el Señor debe ser el más grande y famoso de toda la tierra; por eso le dejaré todo listo." Así que antes de morir, David dejó todo listo.
6  Luego llamó a su hijo Salomón y le encargó construir el templo para el Señor, Dios de Israel. 7  David le dijo a Salomón: "Hijo mío, yo tenía la intención de construir un templo para honrar al Señor mi Dios. 8  Pero el Señor me dijo: Ante mis propios ojos has derramado mucha sangre y has hecho muchas guerras en la tierra; por eso no serás tú quien me construya un templo. 9  Pero tendrás un hijo que será un hombre pacífico; yo haré que los países vecinos que sean sus enemigos lo dejen en *paz; por eso se llamará Salomón.[1] Durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad. 10  Él será quien me construya un templo. Él será para mí como un hijo, y yo seré para él como un padre. Yo afirmaré para siempre el trono de su reino en Israel.
11  "Ahora, hijo mío, que el Señor tu Dios te ayude a construir su templo, tal como te lo ha prometido. 12  Que te dé prudencia y sabiduría para que, cuando estés al frente de Israel, obedezcas su *ley. Él es el Señor tu Dios. 13  Si cumples las leyes y normas que el Señor le entregó a Israel por medio de Moisés, entonces te irá bien. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes!
14  "Mira, con mucho esfuerzo he logrado conseguir para el templo del Señor tres mil trescientas toneladas de oro, treinta y tres mil toneladas de plata[2] y una incontable cantidad de bronce y de hierro. Además, he conseguido madera y piedra, pero tú debes adquirir más. 15  También cuentas con una buena cantidad de obreros: canteros, albañiles, carpinteros, y expertos en toda clase de trabajos 16  en oro, plata, bronce y hierro. Así que, ¡pon manos a la obra, y que el Señor te acompañe!"
17  Después David les ordenó a todos los jefes de Israel que colaboraran con su hijo Salomón. 18  Les dijo: "El Señor su Dios está con ustedes, y les ha dado paz en todo lugar. Él ha entregado en mi poder a los habitantes de la región, y éstos han quedado sometidos al Señor y a su pueblo. 19  Ahora, pues, busquen al Señor su Dios de todo *corazón y con toda el *alma. Comiencen la construcción del santuario de Dios el Señor, para que trasladen el arca del *pacto y los utensilios sagrados al templo que se construirá en su honor."

                         NOTAS:

1. 22:9 En hebreo, Salomón suena como la palabra que significa paz.
2. 22:14 tres mil trescientas ... plata. Lit. cien mil *talentos de oro, un millón de talentos de plata.

1 Crónicas 23


Los levitas

1  David era muy anciano cuando declaró a su hijo Salomón rey de Israel. 2  Reunió a todos los jefes de Israel, y a los sacerdotes y levitas. 3  Entonces contaron a los levitas que tenían más de treinta años, y resultó que eran en total treinta y ocho mil hombres. 4  De éstos, veinticuatro mil estaban a cargo del trabajo del templo del Señor, seis mil eran oficiales y jueces, 5  cuatro mil eran porteros, y los otros cuatro mil estaban encargados de alabar al Señor con los instrumentos musicales que David había ordenado hacer[1] para ese propósito.
6  David dividió a los levitas en grupos de acuerdo con el número de los hijos de Leví, que fueron Guersón, Coat y Merari.


Los guersonitas

7  De los guersonitas: Ladán y Simí.
8  Los hijos de Ladán fueron tres: Jehiel, el mayor, Zetán y Joel.
9  Simí también tuvo tres hijos: Selomit, Jaziel y Jarán. Éstos fueron los jefes de las familias patriarcales de Ladán.
10  Los hijos de Simí fueron cuatro: Yajat, Ziza,[2] Jeús y Beriá. Éstos fueron los hijos de Simí. 11  Yajat era el mayor y Ziza, el segundo. Como Jeús y Beriá no tuvieron muchos hijos, se les contó como una sola familia y se les dio un mismo cargo.


Los coatitas

12  Los hijos de Coat fueron cuatro: Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.
13  Los hijos de Amirán fueron Aarón y Moisés. Aarón y sus descendientes fueron los escogidos para presentar las ofrendas *santas, quemar el incienso, servir al Señor y pronunciar la bendición en su *nombre. 14  A Moisés, hombre de Dios, y a sus hijos se les incluyó en la tribu de Leví.
15  Los hijos de Moisés fueron Guersón y Eliezer.
16  Sebuel fue el primero de los descendientes de Guersón.
17  Eliezer no tuvo sino un solo hijo, que fue Rejabías, pero éste sí tuvo muchos hijos.
18  El primer hijo de Izar fue Selomit.
19  El primer hijo de Hebrón fue Jerías; el segundo, Amarías; el tercero, Jahaziel, y el cuarto, Jecamán.
20  El primer hijo de Uziel fue Micaías, y el segundo, Isías.


Los meraritas

21  Los hijos de Merari fueron Majlí y Musí.
Los hijos de Majlí fueron Eleazar y Quis.
22  Eleazar murió sin tener hijos: solamente tuvo hijas. Éstas se casaron con sus primos, los hijos de Quis.
23  Musí tuvo tres hijos: Majlí, Edar y Jeremot.

24  Éstos fueron los descendientes de Leví por sus familias patriarcales. El censo los registró por nombre como jefes de sus familias patriarcales. Éstos prestaban servicio en el templo del Señor, y eran mayores de veinte años.
25  David dijo: "Desde que el Señor, Dios de Israel, estableció a su pueblo y estableció su residencia para siempre en Jerusalén, 26  los levitas ya no tienen que cargar el santuario ni los utensilios que se usan en el culto."
27  De acuerdo con las últimas disposiciones de David, fueron censados los levitas mayores de veinte años, 28  y su función consistía en ayudar a los descendientes de Aarón en el servicio del templo del Señor. Eran los responsables de los atrios, de los cuartos y de la *purificación de todas las cosas *santas; en fin, de todo lo relacionado con el servicio del templo de Dios. 29  También estaban encargados del *pan de la Presencia, de la harina para las ofrendas de cereales, de las hojuelas sin levadura, de las ofrendas fritas en sartén o cocidas, y de todas las medidas de capacidad y de longitud. 30  Cada mañana y cada tarde debían estar presentes para agradecer y alabar al Señor. 31  Así mismo, debían ofrecer todos los *holocaustos que se presentaban al Señor los *sábados y los días de luna nueva, y durante las otras fiestas. Así que siempre servían al Señor, según el número y la función que se les asignaba. 32  De modo que tenían a su cargo el cuidado de la *Tienda de reunión y del santuario. El servicio que realizaban en el templo del Señor quedaba bajo las órdenes de sus hermanos, los descendientes de Aarón.

                         NOTAS:

1. 23:5 que David había ordenado hacer. Lit. que yo hice.
2. 23:10 Ziza (un ms. hebreo, LXX y Vulgata; véase v. 11); Ziná (TM).

1 Crónicas 24


Organización del servicio sacerdotal

1  Los descendientes de Aarón se organizaron de la siguiente manera:
Los hijos de Aarón fueron Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 2  Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, así que Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio.
3  Con la ayuda de Sadoc, descendiente de Eleazar, y de Ajimélec, descendiente de Itamar, David organizó a los sacerdotes por turnos para el desempeño de sus funciones. 4  Como había más jefes entre los descendientes de Eleazar que entre los de Itamar, los organizaron así: dieciséis jefes de las familias patriarcales de los descendientes de Eleazar, y ocho jefes de los descendientes de Itamar. 5  La distribución se hizo por sorteo, pues tanto los descendientes de Eleazar como los de Itamar tenían oficiales del santuario y oficiales de Dios. 6  El cronista Semaías hijo de Natanael, que era levita, registró sus nombres en presencia del rey y de los oficiales, del sacerdote Sadoc, de Ajimélec hijo de Abiatar, de los jefes de las familias patriarcales de los sacerdotes y de los levitas. La suerte se echó dos veces por la familia de Eleazar y una vez por la familia de Itamar.

7  La primera suerte le tocó a Joyarib;
la segunda, a Jedaías;
8  la tercera, a Jarín;
la cuarta, a Seorín;
9  la quinta, a Malquías;
la sexta, a Mijamín;
10  la séptima, a Cos;
la octava, a Abías;
11  la novena, a Jesúa;
la décima, a Secanías;
12  la undécima, a Eliasib;
la duodécima, a Yaquín;
13  la decimotercera, a Hupá;
la decimocuarta, a Jesebab;
14  la decimoquinta, a Bilgá;
la decimosexta, a Imer;
15  la decimoséptima, a Hezir;
la decimoctava, a Afsés;
16  la decimonovena, a Petaías;
la vigésima, a Ezequiel;
17  la vigesimoprimera, a Jaquín;
la vigesimosegunda, a Gamul;
18  la vigesimotercera, a Delaías;
la vigesimocuarta, a Maazías.

19  Así fue como se organizaron los turnos para el servicio en el templo del Señor, tal como el Señor, Dios de Israel, lo había ordenado por medio de Aarón, antepasado de ellos.


El resto de los levitas

20  La siguiente es la lista del resto de los descendientes de Leví:
de los descendientes de Amirán, Subael;
de los descendientes de Subael, Jehedías;
21  de los descendientes de Rejabías, Isías, el hijo mayor;
22  de los descendientes de Izar, Selomot;
de los descendientes de Selomot, Yajat.
23  De los hijos de Hebrón: el primero,[1] Jerías; el segundo, Amarías; el tercero, Jahaziel, y el cuarto, Jecamán.
24  De los descendientes de Uziel, Micaías;
de los descendientes de Micaías, Samir;
25  Isías, hermano de Micaías;
de los descendientes de Isías, Zacarías;
26  de los descendientes de Merari, Majlí y Musí;
Benó, hijo de Jazías.
27  De entre los descendientes de Merari:
de Jazías: Benó, Soján, Zacur e Ibrí;
28  de Majlí: Eleazar, quien no tuvo hijos;
29  de Quis: su hijo Jeramel;
30  y los hijos de Musí: Majlí, Edar y Jeremot.

Éstos eran los hijos de los levitas por sus familias patriarcales. 31  Al igual que a sus hermanos los descendientes de Aarón, también a ellos los repartieron por sorteo en presencia del rey David y de Sadoc, de Ajimélec y de los jefes de las familias patriarcales de los sacerdotes y de los levitas. A las familias de los hermanos mayores las trataron de la misma manera que a las de los hermanos menores.

                         NOTAS:

1. 24:23 Hebrón: el primero (2 mss. hebreos; véanse mss. de LXX y 1Cr 23:19); TM no incluye esta frase.

1 Crónicas 25


Organización de los músicos

1  Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, los cuales profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos. Ésta es la lista de los que fueron apartados para el servicio:

2  De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela. A éstos los dirigía Asaf, quien profetizaba bajo las órdenes del rey.
3  De Jedutún, sus seis hijos: Guedalías, Zeri, Isaías, Simí,[1] Jasabías y Matatías. A éstos los dirigía su padre Jedutún, quien al son del arpa profetizaba para dar gracias y alabar al Señor.
4  De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Jananías, Jananí, Eliatá, Guidalti, Romanti Ezer, Josbecasa, Malotí, Hotir y Mahaziot. 5  Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey, y con la palabra de Dios exaltaban su poder.[2] Dios le dio a Hemán catorce hijos y tres hijas.

6  Su padre los dirigía en el culto del templo del Señor, cuando cantaban acompañados de címbalos, liras y arpas. Asaf, Jedutún y Hemán estaban bajo las órdenes del rey. 7  Ellos eran en total doscientos ochenta y ocho, incluyendo a sus demás compañeros, y habían sido instruidos para cantarle al Señor.
8  Para asignarles sus turnos se echaron suertes, sin hacer distinción entre menores y mayores, ni entre maestros y discípulos.

9  La primera suerte le tocó a José el asafita;
la segunda le tocó a Guedalías, junto con sus hermanos y sus hijos, doce en total.
10  La tercera, a Zacur, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
11  La cuarta, a Izri, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
12  La quinta, a Netanías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
13  La sexta, a Buquías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
14  La séptima, a Jesarela, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
15  La octava, a Isaías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
16  La novena, a Matanías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
17  La décima, a Simí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
18  La undécima, a Azarel, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
19  La duodécima, a Jasabías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
20  La decimotercera, a Subael, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
21  La decimocuarta, a Matatías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
22  La decimoquinta, a Jeremot, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
23  La decimosexta, a Jananías, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
24  La decimoséptima, a Josbecasa, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
25  La decimoctava, a Jananí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
26  La decimonovena, a Malotí, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
27  La vigésima, a Eliatá, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
28  La vigesimoprimera, a Hotir, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
29  La vigesimosegunda, a Guidalti, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
30  La vigesimotercera, a Mahaziot, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.
31  La vigesimocuarta, a Romanti Ezer, junto con sus hijos y hermanos, doce en total.

                         NOTAS:

1. 25:3 Simí (un ms. hebreo y mss. de LXX); TM no incluye este nombre.
2. 25:5 su poder. Lit. el cuerno.

1 Crónicas 26


Organización de los porteros

1  La organización de los porteros fue la siguiente:

De los coreítas: Meselemías hijo de Coré, descendiente de Asaf.
2  Los hijos de Meselemías fueron:
Zacarías, el primero;
Jediael, el segundo;
Zebadías, el tercero;
Jatniel, el cuarto;
3  Elam, el quinto;
Johanán, el sexto,
y Elihoenay, el séptimo.
4  Los hijos de Obed Edom fueron:
Semaías, el primero;
Jozabad, el segundo;
Joa, el tercero;
Sacar, el cuarto;
Natanael, el quinto;
5  Amiel, el sexto;
Isacar, el séptimo,
y el octavo, Peultay.
Dios bendijo a Obed Edom con muchos hijos.

6  Semaías hijo de Obed Edom también tuvo hijos, los cuales fueron jefes de sus familias patriarcales, pues eran hombres muy valientes. 7  Los hijos de Semaías fueron Otni, Rafael, Obed, Elzabad, y sus hermanos Eliú y Samaquías, todos ellos hombres valientes. 8  Todos éstos eran descendientes de Obed Edom. Tanto ellos como sus hijos y hermanos eran hombres muy valientes y fuertes para el trabajo. En total, los descendientes de Obed Edom fueron sesenta y dos.
9  Los hijos y hermanos de Meselemías fueron dieciocho, todos ellos hombres muy valientes.

10  Los hijos de Josá, descendiente de Merari, fueron Simri, el jefe (que en verdad no había sido el primero, pero su padre lo puso por jefe); 11  el segundo fue Jilquías; el tercero, Tebalías; y el cuarto, Zacarías. En total, los hijos y hermanos de Josá fueron trece.
12  Así fue como se organizó a los porteros, tanto a los jefes como a sus hermanos, para que sirvieran en el templo del Señor. 13  El cuidado de cada puerta se asignó echando suertes entre las familias, sin hacer distinción entre menores y mayores.
14  Según el sorteo, a Selemías se le asignó la puerta del este, y a su hijo Zacarías, sabio consejero, la puerta del norte. 15  A Obed Edom le correspondió la puerta del sur, y a sus hijos les correspondió el cuidado de los depósitos del templo. 16  A Supín y a Josá les correspondió la puerta de Saléquet, que está al oeste, en el camino de la subida.
Los turnos se distribuyeron así: 17  Cada día había seis levitas en el este, cuatro en el norte y cuatro en el sur, y dos en cada uno de los depósitos. 18  En el patio del oeste había cuatro levitas para la calzada y dos para el patio mismo.
19  Así fue como quedaron distribuidos los porteros descendientes de Coré y de Merari.


Los tesoreros y otros oficiales

20  A los otros levitas se les puso al cuidado de los tesoros del templo y de los depósitos de los objetos sagrados. 21  Los descendientes de Guersón por parte de Ladán tenían a los jehielitas como jefes de las familias de Ladán el guersonita. 22  Zetán y su hermano Joel, hijos de Jehiel, quedaron a cargo de los tesoros del templo del Señor.
23-24  Sebuel, que era descendiente de Guersón hijo de Moisés, era el tesorero mayor de los amiranitas, izaritas, hebronitas y uzielitas.
25  Sus descendientes en línea directa por parte de Eliezer eran Rejabías, Isaías, Jorán, Zicrí y Selomit. 26  Selomit y sus hermanos tenían a su cargo los depósitos de todos los objetos sagrados que habían sido obsequiados por el rey David y por los jefes de familia, así como por los comandantes de mil y de cien soldados y por los demás oficiales del ejército. 27  Ellos habían dedicado parte del botín de guerra para las reparaciones del templo del Señor. 28  Selomit y sus hermanos tenían bajo su cuidado todo lo que había sido obsequiado por el vidente Samuel, por Saúl hijo de Quis, y por Abner hijo de Ner y Joab hijo de Sarvia.
29  Quenanías y sus hijos, que eran descendientes de Izar, estaban a cargo de los asuntos exteriores de Israel, y ejercían las funciones de oficiales y jueces.
30  Jasabías y sus parientes, que descendían de Hebrón, eran mil setecientos hombres valientes. Ellos eran los que al sudoeste del Jordán administraban a Israel en todo lo referente al Señor y al rey. 31  El jefe de los hebronitas era Jerías. En el año cuarenta del reinado de David se investigó el registro genealógico de los descendientes de Hebrón, y se encontró que en Jazer de Galaad había entre ellos hombres valientes. 32  El número de los jefes de familia de estos valientes era de dos mil setecientos. El rey David les asignó la administración de las tribus de Rubén y Gad y de la media tribu de Manasés, en todos los asuntos relacionados con Dios y con el rey.

1 Crónicas 27


Divisiones del ejército

1  La siguiente lista corresponde a los jefes patriarcales, a los comandantes de mil y de cien soldados, y a los oficiales de las divisiones militares de Israel. Cada división constaba de veinticuatro mil hombres, y se turnaban cada mes, durante todo el año, para prestar servicio al rey.

2  Al frente de la primera división de veinticuatro mil hombres, la cual prestaba su servicio en el primer mes, estaba Yasobeán hijo de Zabdiel, 3  descendiente de Fares. Él era el jefe de todos los oficiales del ejército que hacían su turno el primer mes.
4  Al frente de la segunda división de veinticuatro mil, que prestaba su servicio en el segundo mes, estaba Doday el ajojita. El jefe de esa división era Miclot.
5  La tercera división de veinticuatro mil, asignada para el tercer mes, tenía como jefe a Benaías, hijo del sumo sacerdote Joyadá. 6  Este Benaías fue uno de los treinta valientes, y el jefe de ellos. En esa división estaba su hijo Amisabad.
7  La cuarta división de veinticuatro mil, asignada para el cuarto mes, tenía como jefe a Asael, hermano de Joab. Su sucesor fue su hijo Zebadías.
8  La quinta división de veinticuatro mil, asignada para el quinto mes, tenía como jefe a Samut el izraíta.
9  La sexta división de veinticuatro mil, asignada para el sexto mes, tenía como jefe a Irá hijo de Iqués el tecoíta.
10  La séptima división de veinticuatro mil, asignada para el séptimo mes, tenía como jefe a Heles el pelonita, de los descendientes de Efraín.
11  La octava división de veinticuatro mil, asignada para el octavo mes, tenía como jefe a Sibecay de Jusá, descendiente de los zeraítas.
12  La novena división de veinticuatro mil, asignada para el noveno mes, tenía como jefe a Abiezer de Anatot, descendiente de Benjamín.
13  La décima división de veinticuatro mil, asignada para el décimo mes, tenía como jefe a Maray de Netofa, descendiente de los zeraítas.
14  La undécima división de veinticuatro mil, asignada para el undécimo mes, tenía como jefe a Benaías de Piratón, descendiente de Efraín.
15  La duodécima división de veinticuatro mil, asignada para el duodécimo mes, tenía como jefe a Jelday de Netofa, descendiente de Otoniel.


Jefes de las tribus

16  Los siguientes fueron los jefes de las tribus de Israel:

de Rubén: Eliezer hijo de Zicrí;
de Simeón: Sefatías hijo de Macá;
17  de Leví: Jasabías hijo de Quemuel;
de Aarón: Sadoc;
18  de Judá: Eliú, hermano de David;
de Isacar: Omrí hijo de Micael;
19  de Zabulón: Ismaías hijo de Abdías;
de Neftalí: Jerimot hijo de Azriel;
20  de Efraín: Oseas hijo de Azazías;
de la media tribu de Manasés: Joel hijo de Pedaías;
21  de la otra media tribu de Manasés que estaba en Galaad: Idó hijo de Zacarías;
de Benjamín: Jasiel hijo de Abner;
22  de Dan: Azarel hijo de Jeroán.
Éstos eran los jefes de las tribus de Israel.

23  David no censó a los hombres que tenían menos de veinte años porque el Señor había prometido que haría a Israel tan numeroso como las estrellas del cielo. 24  Joab hijo de Sarvia comenzó a hacer el censo, pero no lo terminó porque eso desató la ira de Dios sobre Israel. Por eso no quedó registrado el número en las crónicas del rey David.


Superintendentes del rey

25  El encargado de los tesoros del rey era Azmávet hijo de Adiel.
El encargado de los tesoros de los campos, y de ciudades, aldeas y fortalezas, era Jonatán hijo de Uzías.
26  Ezrí hijo de Quelub estaba al frente de los agricultores.
27  Simí de Ramat estaba a cargo de los viñedos.
Zabdí de Sefán era el encargado de almacenar el vino en las bodegas.
28  Baal Janán de Guéder estaba a cargo de los olivares y de los bosques de sicómoros de la Sefelá.
Joás tenía a su cargo los depósitos de aceite.
29  Sitray de Sarón estaba a cargo del ganado que pastaba en Sarón.
Safat hijo de Adlay estaba a cargo del ganado de los valles.
30  Obil el ismaelita era el encargado de los camellos.
Jehedías de Meronot era el encargado de las burras.
31  Jaziz el agareno era el encargado de las ovejas.
Todos éstos eran los que administraban los bienes del rey.

32  Jonatán, tío de David, escriba inteligente, era consejero del rey. Jehiel hijo de Jacmoní cuidaba a los príncipes.
33  Ajitofel era otro consejero del rey. Husay el arquita era hombre de confianza del rey. 34  A Ajitofel lo sucedieron Joyadá hijo de Benaías, y Abiatar.
Joab era el jefe del ejército real.

1 Crónicas 28


Instrucciones para la construcción del templo

1  David reunió en Jerusalén a todos los jefes de Israel, es decir, a los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que por turno servían al rey, los jefes de mil y de cien soldados, los administradores de los bienes, del ganado y de los príncipes, los *eunucos del palacio, los guerreros, y todos los valientes.
2  Puesto de pie, el rey David dijo: "Hermanos de mi pueblo, escúchenme. Yo tenía el propósito de construir un templo para que en él reposara el arca del *pacto del Señor nuestro Dios y sirviera como estrado de sus pies. Ya tenía todo listo para construirlo 3  cuando Dios me dijo: Tú no me construirás ningún templo, porque eres hombre de guerra y has derramado sangre.
4  "Sin embargo, el Señor, Dios de Israel, me escogió de entre mi familia para ponerme por rey de Israel para siempre. En efecto, él escogió a Judá como la tribu gobernante; de esta tribu escogió a mi familia, y de entre mis hermanos me escogió a mí, para ponerme por rey de Israel. 5  De entre los muchos hijos que el Señor me ha dado, escogió a mi hijo Salomón para que se sentara en el trono real del Señor y gobernara a Israel. 6  Dios me dijo: Será tu hijo Salomón el que construya mi templo y mis atrios, pues lo he escogido como hijo, y seré para él como un padre. 7  Y si persevera en cumplir mis *leyes y mis normas, como lo hace hoy, entonces afirmaré su reino para siempre.
8  "En presencia de Dios que nos escucha, y de todo Israel, que es la congregación del Señor, hoy les encarezco que obedezcan cumplidamente todos los mandamientos del Señor su Dios. Así poseerán esta hermosa tierra y se la dejarán en herencia perpetua a sus hijos.
9  "Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo *corazón y con buena disposición, pues el Señor escudriña todo corazón y discierne todo pensamiento. Si lo buscas, te permitirá que lo encuentres; si lo abandonas, te rechazará para siempre. 10  Ten presente que el Señor te ha escogido para que le edifiques un templo como santuario suyo. Así que ¡anímate y pon manos a la obra!"
11  Luego David le entregó a Salomón el diseño del pórtico del templo, de sus edificios, de los almacenes, de las habitaciones superiores, de los cuartos interiores y del lugar del *propiciatorio. 12  También le entregó el diseño de todo lo que había planeado para los atrios del templo del Señor, para los cuartos de alrededor, para los tesoros del templo de Dios y para los depósitos de las ofrendas sagradas. 13  Así mismo, le dio instrucciones en cuanto a la labor de los sacerdotes y levitas, y de todos los servicios del templo del Señor y de todos los utensilios sagrados que se usarían en el servicio del templo. 14  Además, le entregó abundante oro y plata para todos los utensilios de oro y de plata que se debían usar en cada uno de los servicios en el templo. 15  También le pesó el oro y la plata para cada uno de los candelabros y sus lámparas, tanto los de oro como los de plata, según el uso de cada candelabro. 16  De igual manera, le pesó el oro y la plata para cada una de las mesas de los panes de la proposición, tanto las de oro como las de plata. 17  Le hizo entrega del oro puro para los tenedores, los tazones y las jarras. Le pesó oro y plata suficiente para cada una de las copas de oro y de plata. 18  Para el altar del incienso le entregó una cantidad suficiente de oro refinado. También le dio el diseño de la carroza y de los *querubines que cubren con sus alas extendidas el arca del pacto del Señor.
19  "Todo esto dijo David ha sido escrito por revelación del Señor, para darme a conocer el diseño de las obras."
20  Además, David le dijo a su hijo Salomón: "¡Sé fuerte y valiente, y pon manos a la obra! No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios el Señor, mi Dios, estará contigo. No te dejará ni te abandonará hasta que hayas terminado toda la obra del templo. 21  Aquí tienes la organización de los sacerdotes y de los levitas para el servicio del templo de Dios. Además, contarás con la ayuda voluntaria de expertos en toda clase de trabajos. Los jefes y todo el pueblo estarán a tu disposición."

1 Crónicas 29


Ofrendas para el templo

1  El rey David le dijo a toda la asamblea: "Dios ha escogido a mi hijo Salomón, pero para una obra de esta magnitud todavía le falta experiencia. El palacio no es para un *hombre sino para Dios el Señor. 2  Con mucho esfuerzo he hecho los preparativos para el templo de Dios. He conseguido oro para los objetos de oro, plata para los de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, madera para los de madera, y piedras de ónice, piedras de engaste, piedras talladas de diversos colores, piedras preciosas de toda clase, y mármol en abundancia. 3  Además, aparte de lo que ya he conseguido, por amor al templo de mi Dios entrego para su templo todo el oro y la plata que poseo: 4  cien mil kilos de oro de Ofir y doscientos treinta mil kilos de plata[1] finísima, para recubrir las paredes de los edificios, 5  para todos los objetos de oro y de plata, y para toda clase de trabajo que hagan los orfebres. ¿Quién de ustedes quiere hoy dar una ofrenda al Señor?"
6  Entonces los jefes de familia, los jefes de las tribus de Israel, los jefes de mil y de cien soldados, y los encargados de las obras del rey hicieron sus ofrendas voluntarias. 7  Donaron para las obras del templo de Dios ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, y alrededor de seiscientos mil kilos de bronce y tres millones trescientos mil kilos de hierro. 8[2]  Los que tenían piedras preciosas las entregaron a Jehiel el guersonita para el tesoro del templo del Señor. 9  El pueblo estaba muy contento de poder dar voluntariamente sus ofrendas al Señor, y también el rey David se sentía muy feliz.


Oración de David

10  Entonces David bendijo así al Señor en presencia de toda la asamblea:

"¡Bendito seas, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
desde siempre y para siempre!
11  Tuyos son, Señor,
la grandeza y el poder,
la gloria, la *victoria y la majestad.


Tuyo es todo cuanto hay
en el cielo y en la tierra.
Tuyo también es el reino,
y tú estás por encima de todo.
12  De ti proceden la riqueza y el honor;
tú lo gobiernas todo.
En tus manos están la fuerza y el poder,
y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
13  Por eso, Dios nuestro, te damos gracias,
y a tu glorioso *nombre tributamos alabanzas.

14  "Pero, ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido. 15  Ante ti, somos extranjeros y peregrinos, como lo fueron nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son sólo una sombra sin esperanza. 16  Señor y Dios nuestro, de ti procede todo cuanto hemos conseguido para construir un templo a tu *santo nombre. ¡Todo es tuyo! 17  Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de *corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas. 18  Señor, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, conserva por siempre estos pensamientos en el corazón de tu pueblo, y dirige su corazón hacia ti. 19  Dale también a mi hijo Salomón un corazón íntegro, para que obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, preceptos y *leyes. Permítele construir el templo para el cual he hecho esta provisión."
20  Luego David animó a toda la asamblea: "¡Alaben al Señor su Dios!" Entonces toda la asamblea alabó al Señor, Dios de sus antepasados, y se inclinó ante el Señor y ante el rey.


Coronación de Salomón

21  Al día siguiente, ofrecieron sacrificios y *holocaustos al Señor por todo Israel: mil becerros, mil carneros y mil corderos, con sus respectivas libaciones, y numerosos sacrificios. 22  Ese día comieron y bebieron con gran regocijo en presencia del Señor.
Luego, por segunda vez, proclamaron como rey a Salomón hijo de David, y lo consagraron ante el Señor como rey, y a Sadoc lo ungieron como sacerdote. 23  Y Salomón sucedió en el trono del Señor a su padre David, y tuvo éxito. Todo Israel le obedeció. 24  Todos los jefes, los guerreros y los hijos del rey David rindieron pleitesía al rey Salomón.
25  El Señor engrandeció en extremo a Salomón ante todo Israel, y le otorgó un reinado glorioso, como jamás lo tuvo ninguno de los reyes de Israel.


Muerte de David

26  David hijo de Isaí reinó sobre todo Israel. 27  En total, reinó cuarenta años sobre Israel: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres en Jerusalén. 28  Y murió muy anciano y entrado en años, en medio de grandes honores y riquezas, y su hijo Salomón lo sucedió en el trono.
29-30  Todos los hechos del rey David, desde el primero hasta el último, y lo que tiene que ver con su reinado y su poder, y lo que les sucedió a él, a Israel y a los pueblos vecinos, están escritos en las crónicas del vidente Samuel, del profeta Natán y del vidente Gad.
                         NOTAS:

1. 29:4 cien mil ... plata. Lit. tres mil *talentos de oro de Ofir y siete mil talentos de plata.
2. 29:7 ciento sesenta ... hierro. Lit. cien mil talentos y diez mil *dracmas de oro, y diez mil talentos de plata, y dieciocho mil talentos de bronce, y cien mil talentos de hierro.

2 Crónicas 1


Segundo Libro de las Crónicas



Salomón pide sabiduría

1  Salomón hijo de David consolidó su reino, pues el Señor su Dios estaba con él y lo hizo muy poderoso.
2  Salomón habló con todos los israelitas, es decir, con los jefes de mil y de cien soldados, con los gobernantes y con todos los jefes de las familias patriarcales de Israel. 3  Luego, él y toda la asamblea que lo acompañaba se dirigieron al santuario de Gabaón, porque allí se encontraba la *Tienda de la reunión con Dios que Moisés, siervo del Señor, había hecho en el desierto. 4  El arca de Dios se encontraba en Jerusalén, en la tienda que David le había preparado cuando la trasladó desde Quiriat Yearín, 5  pero el altar de bronce que había hecho Bezalel, hijo de Uri y nieto de Jur, estaba en Gabaón, frente al santuario del Señor. Por eso Salomón y los israelitas fueron a ese lugar para consultar al Señor. 6  Allí, en presencia del Señor, Salomón subió al altar que estaba en la Tienda de reunión, y en él ofreció mil *holocaustos. 7  Aquella noche Dios se le apareció a Salomón y le dijo:
Pídeme lo que quieras.
8  Salomón respondió:
Tú trataste con mucho amor a David mi padre, y a mí me has permitido reinar en su lugar. 9  Señor y Dios, cumple ahora la promesa que le hiciste a mi padre David, pues tú me has hecho rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra. 10  Yo te pido sabiduría y conocimiento para gobernar a este gran pueblo tuyo; de lo contrario, ¿quién podrá gobernarlo?
11  Entonces Dios le dijo a Salomón:
Ya que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he hecho rey, y no has pedido riquezas ni bienes ni esplendor, y ni siquiera la muerte de tus enemigos o una vida muy larga, 12  te los otorgo. Pero además voy a darte riquezas, bienes y esplendor, como nunca los tuvieron los reyes que te precedieron ni los tendrán los que habrán de sucederte.
13  Después de esto, Salomón bajó de la Tienda de reunión, que estaba en el santuario de Gabaón, y regresó a Jerusalén, desde donde reinó sobre Israel.
14  Salomón multiplicó el número de sus caballos y de sus carros de combate; llegó a tener mil cuatrocientos carros y doce mil caballos, los cuales mantenía en las caballerizas y en su palacio de Jerusalén. 15  El rey hizo que la plata y el oro fueran en Jerusalén tan comunes como las piedras, y que el cedro abundara como las higueras en la llanura. 16  Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Cilicia, donde los compraban los mercaderes de la corte. 17  Un carro importado de Egipto costaba seiscientas monedas de plata[1] ; un caballo, ciento cincuenta. Además, estos carros y caballos se los vendían a todos los reyes hititas y *sirios.

                         NOTAS:

1. 1:17 seiscientas monedas de plata. Lit. seiscientos {*siclos} de plata.

2 Crónicas 2


Preparativos para la construcción del templo

1  Salomón decidió construir su palacio real y un templo en honor del Señor. 2  Con este fin reclutó a setenta mil cargadores y ochenta mil canteros, para que trabajaran en la montaña. Al frente de ellos puso a tres mil seiscientos capataces. 3  Luego le envió este mensaje a Hiram, rey de Tiro:

"Envíame madera de cedro, tal como lo hiciste con mi padre David cuando se la enviaste para que se construyera un palacio. 4  Voy a construir un templo en honor del Señor mi Dios. Lo consagraré a él, para quemar incienso aromático en su presencia, colocar siempre el pan consagrado, y ofrecer allí los *holocaustos de la mañana y de la tarde, los sacrificios de los *sábados y de luna nueva, así como los de las otras fiestas del Señor nuestro Dios. Esto se hará en Israel siempre.
5  "Voy a edificar un templo majestuoso, pues nuestro Dios es el más grande de todos los dioses. 6  Pero, ¿cómo edificarle un templo, si ni los cielos más altos pueden contenerlo? ¿Y quién soy yo para construirle un templo, aunque sólo sea para quemar incienso para él?
7  "Envíame un experto para trabajar el oro y la plata, el bronce y el hierro, el carmesí, la escarlata y la púrpura, y que sepa hacer grabados, para que trabaje junto con los expertos que yo tengo en Judá y en Jerusalén, los cuales contrató mi padre David.
8  "Envíame también del Líbano madera de cedro, de ciprés y de sándalo, pues yo sé que tus obreros son expertos en cortar estos árboles. Mis obreros trabajarán con los tuyos 9  para prepararme mucha madera, porque el templo que voy a edificar será grande y maravilloso. 10  A tus siervos que corten la madera les daré veinte mil cargas de trigo, veinte mil cargas de cebada, veinte mil medidas de vino, y veinte mil medidas[1] de aceite."

11  En respuesta, Hiram, rey de Tiro, le envió a Salomón la siguiente carta:

"El Señor te ha hecho rey de su pueblo, porque te ama. 12  ¡Alabado sea el Señor, Dios de Israel, que hizo el cielo y la tierra, porque le ha dado al rey David un hijo sabio, dotado de sabiduría e inteligencia, el cual construirá un palacio real y un templo para el Señor!
13  "Te envío, pues, a Hiram Abí, hombre sabio e inteligente, 14  hijo de una mujer oriunda de Dan y de un nativo de Tiro. Sabe trabajar el oro y la plata, el bronce y el hierro, la piedra y la madera, el carmesí y la púrpura, el lino y la escarlata; también es experto en hacer toda clase de figuras y en realizar cualquier diseño que se le encargue. Hiram trabajará junto con tus expertos y con los de David, tu padre y mi señor.
15  "Envíanos ahora el trigo, la cebada, el aceite y el vino que tan bondadosamente me has prometido. 16  Nosotros cortaremos del Líbano la madera que necesites, y te la llevaremos por mar hasta Jope, en forma de balsas. De allí tú la llevarás a Jerusalén."

17  Salomón hizo un censo de todos los extranjeros que vivían en Israel. Este censo, que fue posterior al que había hecho su padre David, arrojó la cifra de ciento cincuenta y tres mil seiscientos. 18  A setenta mil de ellos los puso como cargadores; a ochenta mil, como canteros en las montañas; y a tres mil seiscientos, como capataces para dirigir a los trabajadores.

                         NOTAS:

1. 2:10 cargas ... cargas ... medidas ... medidas. Lit. *coros ... coros ... *batos ... batos.

2 Crónicas 3


Construcción del templo

1  Salomón comenzó a construir el templo del Señor en el monte Moria, en Jerusalén, donde el Señor se le había aparecido a su padre David. Lo construyó en el lugar que David había destinado, esto es, en la parcela de Arauna,[1] el jebuseo. 2  La construcción la comenzó el día dos del mes segundo del cuarto año de su reinado.
3  Salomón determinó que los cimientos del templo de Dios fueran de veintisiete metros de largo por nueve metros de ancho. 4[2]  El vestíbulo de la nave medía lo mismo que el ancho del templo, es decir, también medía nueve metros de largo, y nueve metros de alto. Por dentro, Salomón lo recubrió de oro puro. 5  Recubrió la nave central con paneles de madera de ciprés, sobre los cuales colocó figuras de palmeras y cadenas de oro fino. 6  El templo lo adornó con piedras preciosas y con oro de Parvayin. 7  En el interior del templo recubrió de oro las vigas, los umbrales, las paredes y las puertas, y en las paredes esculpió *querubines.
8  Salomón hizo también el Lugar Santísimo, el cual medía lo mismo que el ancho del templo, es decir, nueve metros de largo y nueve metros de ancho. Lo recubrió por dentro con veintitrés toneladas[3] de oro fino. 9  Cada clavo de oro pesaba medio kilo.[4] También recubrió de oro las habitaciones superiores.
10  En el Lugar Santísimo mandó tallar dos querubines, y los recubrió de oro. 11  Las alas de los querubines medían nueve metros de largo. Cada una de las alas del primer querubín medía dos metros con veinticinco centímetros; una de ellas tocaba la pared interior de la habitación, y la otra rozaba el ala del segundo querubín. 12  Cada una de las alas del segundo querubín también medía dos metros con veinticinco centímetros; una de ellas tocaba la pared interior de la habitación, y la otra rozaba el ala del primer querubín. 13  Los querubines estaban de pie, con el rostro hacia la nave, y sus alas extendidas medían en total nueve metros.
14  La cortina la hizo de púrpura, carmesí, escarlata y lino, y sobre ella mandó bordar querubines.
15  En la fachada del templo levantó dos columnas de dieciséis metros de altura, y el capitel que coronaba cada columna medía más de dos metros; 16  además, mandó hacer unas cadenas trenzadas[5] y las colocó en lo alto de las columnas; hizo también cien granadas, y las intercaló entre las cadenas. 17  Levantó las columnas en la fachada del templo, una en el lado sur y otra en el lado norte. A la primera la nombró Jaquín, y a la segunda, Boaz.

                         NOTAS:

1. 3:1 Arauna. Lit. Ornán (variante de este nombre).
2. 3:3 En los capítulos 3 al 6, las medidas de longitud se han convertido al sistema métrico, sin explicación en las notas.
3. 3:8 veintitrés toneladas. Lit. seiscientos *talentos.
4. 3:9 medio kilo. Lit. cincuenta *siclos.
5. 3:16 trenzadas. Alt. asociadas con el santuario.

2 Crónicas 4


Mobiliario del templo

1  Salomón hizo un altar de bronce que medía nueve metros de largo por nueve de ancho y cuatro metros y medio de alto. 2  Hizo también una fuente[1] circular de metal fundido, que medía cuatro metros y medio de diámetro y dos metros con veinticinco centímetros de alto. Su circunferencia, medida a cordel, era de trece metros y medio. 3  Bajo el borde hizo dos hileras de figuras de bueyes, diez por cada medio metro, las cuales estaban fundidas en una sola pieza con la fuente. 4  La fuente descansaba sobre doce bueyes, que tenían sus cuartos traseros hacia adentro. Tres bueyes miraban al norte, tres al oeste, tres al sur y tres al este. 5  El grosor de la fuente era de ocho centímetros, y su borde, en forma de copa, se asemejaba a un capullo de azucena. Tenía una capacidad de sesenta y seis mil litros.[2]
6  Salomón hizo también diez lavamanos, y puso cinco en el lado sur y cinco en el lado norte. En ellos se lavaba todo el material de los *holocaustos, mientras que en la fuente se lavaban los sacerdotes.
7  Hizo además diez candelabros de oro, según el modelo prescrito, y los colocó en el templo, cinco en el lado sur y cinco en el lado norte.
8  Salomón hizo diez mesas y las colocó en el templo, cinco en el lado sur y cinco en el lado norte. También hizo cien aspersorios de oro. 9  Edificó el atrio de los sacerdotes y el atrio mayor con sus puertas, las cuales recubrió de bronce. 10  La fuente de metal la colocó en la esquina del lado derecho, que da al sureste. 11  También hizo las ollas, las palas y los aspersorios. Así fue como Hiram terminó todo el trabajo que había emprendido para el rey Salomón en el templo de Dios, es decir:

12  las dos columnas;
los dos capiteles en forma de tazón que coronaban las columnas;
las dos redes que decoraban los capiteles;
13  las cuatrocientas granadas, dispuestas en dos hileras para cada red;
14  las bases con sus lavamanos;
15  la fuente de metal y los doce bueyes que la sostenían;
16  las ollas, las tenazas y los tenedores.

Todos los utensilios que Hiram Abí le hizo al rey Salomón para el templo del Señor eran de bronce pulido. 17  El rey los hizo fundir en moldes de arcilla en la llanura del Jordán, entre Sucot y Saretán. 18[3]  Eran tantos los utensilios que hizo Salomón, que no fue posible determinar el peso del bronce utilizado.
19  Salomón también mandó hacer los otros utensilios que estaban en el templo de Dios, es decir:

el altar de oro;
las mesas sobre las cuales se ponía el *pan de la Presencia;
20  los candelabros de oro puro con sus respectivas lámparas, para encenderlas en frente del Lugar Santísimo, tal como está prescrito;
21  la obra floral, las lámparas y las tenazas, que también eran de oro puro;
22  las despabiladeras, los aspersorios, la vajilla y los incensarios;
y la entrada del templo, es decir, las puertas interiores del Lugar Santísimo y las puertas de la nave central del templo, las cuales eran de oro.

                         NOTAS:

1. 4:2 una fuente. Lit. el mar; así en el resto de este pasaje.
2. 4:5 sesenta y seis mil litros. Lit. tres mil *batos.
3. 4:17 Saretán (véanse 1R 7:46 y Vetus Latina); Seredata (TM).

2 Crónicas 5

1  Una vez terminada toda la obra que había mandado hacer para el templo del Señor, Salomón hizo traer el oro, la plata y todos los utensilios que su padre David había consagrado, y los depositó en el tesoro del templo de Dios.


El arca del pacto

2  Entonces Salomón mandó que los *ancianos de Israel, y todos los jefes de las tribus y los patriarcas de las familias israelitas, se congregaran en Jerusalén para trasladar el arca del *pacto del Señor desde *Sión, la Ciudad de David. 3  Así que durante la fiesta del mes séptimo todos los israelitas se congregaron ante el rey. 4  Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas alzaron el arca. 5  Los sacerdotes y los levitas la trasladaron junto con la *Tienda de reunión y con todos los utensilios sagrados que había en ella.
6  El rey Salomón y toda la asamblea de Israel reunida delante del arca sacrificaron ovejas y bueyes en tal cantidad que fue imposible llevar la cuenta. 7  Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor a su lugar en el santuario interior del templo, que es el Lugar Santísimo, y la pusieron bajo las alas de los *querubines. 8  Con sus alas extendidas sobre ese lugar, los querubines cubrían el arca y sus travesaños. 9  Los travesaños eran tan largos que sus extremos se podían ver desde el arca delante del Lugar Santísimo, aunque no desde afuera; y ahí han permanecido hasta hoy. 10  En el arca sólo estaban las dos tablas que Moisés había colocado en ella en Horeb, donde el Señor hizo un pacto con los israelitas después de que ellos salieron de Egipto.
11  Los sacerdotes se retiraron del Lugar Santo. Todos los sacerdotes allí presentes, sin distinción de clases, se habían *santificado. 12  Todos los levitas cantores es decir, Asaf, Hemán, Jedutún, sus hijos y sus parientes estaban de pie en el lado este del altar, vestidos de lino fino y con címbalos, arpas y liras. Junto a ellos estaban ciento veinte sacerdotes que tocaban la trompeta.
13  Los trompetistas y los cantores alababan y daban gracias al Señor al son de trompetas, címbalos y otros instrumentos musicales. Y cuando tocaron y cantaron al unísono: "El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre", una nube cubrió el templo del Señor. 14  Por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron celebrar el culto, pues la gloria del Señor había llenado el templo.

2 Crónicas 6

1  Entonces Salomón declaró:

"Señor, tú has dicho que habitarías en la oscuridad de una nube, 2  y yo te he construido un excelso templo, un lugar donde habites para siempre."

3  Luego se puso de frente para bendecir a toda la asamblea de Israel que estaba allí de pie, 4  y dijo:

"Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido ahora lo que con su boca le había prometido a mi padre David cuando le dijo: 5  Desde el día en que saqué de la tierra de Egipto a mi pueblo, no elegí a ninguna ciudad de las tribus de Israel para que en ella se me construyera un templo donde yo habitara, ni elegí a nadie para que gobernara a mi pueblo Israel. 6  Más bien, elegí a Jerusalén para habitar en ella, y a David para que gobernara a mi pueblo Israel.
7  "Pues bien, mi padre David tuvo mucho interés en construir un templo en honor del Señor, Dios de Israel, 8  pero el Señor le dijo: Me agrada que te hayas interesado en construir un templo en mi honor. 9  Sin embargo, no serás tú quien me lo construya, sino un hijo de tus entrañas; él será quien construya el templo en mi honor.
10  "Ahora el Señor ha cumplido su promesa: Tal como lo prometió, he sucedido a mi padre David en el trono de Israel, y he construido el templo en honor del Señor, Dios de Israel. 11  Allí he colocado el arca, en la cual está el pacto que el Señor hizo con los israelitas."


Oración de Salomón

12  A continuación, Salomón se puso ante el altar del Señor y, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos. 13  Había mandado construir y colocar en medio del atrio una plataforma de bronce cuadrada, que medía dos metros con veinticinco centímetros por lado, y un metro con treinta y cinco centímetros de alto. Allí, sobre la plataforma, se arrodilló y, extendiendo las manos al cielo, 14  oró así:

"Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en el cielo ni en la tierra, pues tú cumples tu *pacto de amor con quienes te sirven y te siguen de todo *corazón. 15  Has llevado a cabo lo que le dijiste a tu siervo David, mi padre; y este día has cumplido con tu mano lo que con tu boca prometiste.
16  "Y ahora, Señor, Dios de Israel, cumple también la promesa que le hiciste a tu siervo, mi padre David, cuando le dijiste: Si tus hijos observan una buena conducta, viviendo de acuerdo con mi *ley como tú lo has hecho, nunca te faltará un descendiente que ocupe el trono de Israel en mi presencia. 17  Señor, Dios de Israel, ¡confirma ahora esta promesa que le hiciste a tu siervo David!
18  "Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la tierra con la *humanidad? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! 19  Sin embargo, Señor mi Dios, atiende a la oración y a la súplica de este siervo tuyo. Oye el clamor y la oración que elevo en tu presencia. 20  ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste habitar, para que oigas la oración que tu siervo te eleva aquí! 21  Oye las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Oye desde el cielo, donde habitas; ¡escucha y perdona!
22  "Si alguien peca contra su prójimo y se le exige venir a este templo para jurar delante de tu altar, 23  óyelo tú desde el cielo y juzga a tus siervos. Condena al culpable, y haz que reciba su merecido; absuelve al inocente, y vindícalo por su rectitud.
24  "Si tu pueblo Israel es derrotado por el enemigo por haber pecado contra ti, y luego se vuelve a ti para honrar tu *nombre, y ora y te suplica en este templo, 25  óyelo tú desde el cielo, y perdona su pecado y hazlo regresar a la tierra que les diste a ellos y a sus antepasados.
26  "Cuando tu pueblo peque contra ti y tú lo aflijas cerrando el cielo para que no llueva, si luego ellos oran en este lugar y honran tu nombre y se *arrepienten de su pecado, 27  óyelos tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel. Guíalos para que sigan el buen *camino, y envía la lluvia sobre esta tierra, que es tuya, pues tú se la diste a tu pueblo por herencia.
28  "Cuando en el país haya hambre, peste, sequía, o plagas de langostas o saltamontes en los sembrados, o cuando el enemigo sitie alguna de nuestras ciudades; en fin, cuando venga cualquier calamidad o enfermedad, 29  si luego en su dolor cada israelita, consciente de su culpa[1] extiende sus manos hacia este templo, y ora y te suplica, 30  óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y perdónalo. Págale a cada uno según su conducta, la cual tú conoces, puesto que sólo tú escudriñas el corazón humano. 31  Así todos tendrán temor de ti y andarán en tus caminos mientras vivan en la tierra que les diste a nuestros antepasados.
32  "Trata de igual manera al extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, pero que atraído por tu gran fama y por tus despliegues de fuerza y poder ha venido de lejanas tierras. Cuando ese extranjero venga y ore en este templo, 33  óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y concédele cualquier petición que te haga. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu nombre y, al igual que tu pueblo Israel, tendrán temor de ti y comprenderán que en este templo que he construido se invoca tu nombre.
34  "Cuando saques a tu pueblo para combatir a sus enemigos, sea donde sea, si el pueblo ora a ti y dirige la mirada hacia esta ciudad que has escogido, hacia el templo que he construido en tu honor, 35  oye tú desde el cielo su oración y su súplica, y defiende su causa.
36  "Ya que no hay ser humano que no peque, si tu pueblo peca contra ti y tú te enojas con ellos y los entregas al enemigo para que se los lleven cautivos a otro país, lejano o cercano, 37  si en el destierro, en el país de los vencedores, se arrepienten y se vuelven a ti, y oran a ti diciendo: Somos culpables, hemos pecado, hemos hecho lo malo; 38  y en la tierra de sus captores se vuelven a ti de todo corazón y con toda el *alma, y oran y dirigen la mirada hacia la tierra que les diste a sus antepasados, hacia la ciudad que has escogido y hacia el templo que he construido en tu honor, 39  oye tú sus oraciones y súplicas desde el cielo, donde habitas, y defiende su causa. ¡Perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti!
40  "Ahora, Dios mío, te ruego que tus ojos se mantengan abiertos, y atentos tus oídos a las oraciones que se eleven en este lugar.

41  "Levántate, Señor y Dios;
ven a descansar,
tú y tu arca poderosa.
Señor y Dios,
¡que tus sacerdotes se revistan de *salvación!
¡Que tus fieles se regocijen en tu bondad!
42  Señor y Dios,
no le des la espalda a[2] tu *ungido.
¡Recuerda tu fiel amor hacia David, tu siervo!"


                         NOTAS:

1. 6:29 culpa. Lit. plaga.
2. 6:42 no le des la espalda a. Lit. no vuelvas el rostro de.

2 Crónicas 7


Dedicación del templo

1  Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del cielo y consumió el *holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el templo. 2  Tan lleno de su gloria estaba el templo, que los sacerdotes no podían entrar en él. 3  Al ver los israelitas que el fuego descendía y que la gloria del Señor se posaba sobre el templo, cayeron de rodillas y, postrándose rostro en tierra, alabaron al Señor diciendo: "El Señor es bueno; su gran amor perdura para siempre."
4  Entonces el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios en presencia del Señor. 5  El rey Salomón ofreció veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así fue como el rey y todo el pueblo dedicaron el templo de Dios.
6  Los sacerdotes estaban de pie en sus puestos. Los levitas tocaban los instrumentos musicales que el rey David había hecho para alabar al Señor, y con los cuales cantaba: "Su gran amor perdura para siempre." Los sacerdotes tocaban las trompetas frente a los levitas, y todo Israel permanecía de pie.
7  Salomón también consagró la parte central del atrio, que está frente al templo del Señor, y allí presentó los holocaustos y la grasa de los sacrificios de *comunión, ya que en el altar de bronce que hizo Salomón no había espacio para los holocaustos, la grasa y las ofrendas de cereales.
8  En aquella ocasión Salomón y todo Israel celebraron la fiesta durante siete días. Era una inmensa asamblea que había acudido de todo lugar, desde Lebó Jamat[1] hasta el río de Egipto. 9  Al octavo día tuvieron una asamblea solemne, porque habían celebrado la consagración del altar durante siete días, y la fiesta durante siete días más. 10  El día veintitrés del mes séptimo, Salomón envió al pueblo a sus casas, y ellos regresaron contentos y llenos de alegría por el bien que el Señor había hecho en favor de David, de Salomón y de su pueblo Israel.


Pacto de Dios con Salomón

11  Cuando Salomón terminó el templo del Señor y el palacio real, llevando a feliz término todo lo que se había propuesto hacer en ellos, 12  el Señor se le apareció una noche y le dijo:

"He escuchado tu oración, y he escogido este templo para que en él se me ofrezcan sacrificios. 13  Cuando yo cierre los cielos para que no llueva, o le ordene a la langosta que devore la tierra, o envíe pestes sobre mi pueblo, 14  si mi pueblo, que lleva mi *nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra. 15  Mantendré abiertos mis ojos, y atentos mis oídos a las oraciones que se eleven en este lugar. 16  Desde ahora y para siempre escojo y consagro este templo para habitar en él. Mis ojos y mi *corazón siempre estarán allí.
17  "En cuanto a ti, si me sigues como lo hizo tu padre David, y me obedeces en todo lo que yo te ordene y cumples mis decretos y *leyes, 18  yo afirmaré tu trono real, como pacté con tu padre David cuando le dije: Nunca te faltará un descendiente en el trono de Israel.
19  "Pero si ustedes me abandonan, y desobedecen los decretos y mandamientos que les he dado, y se apartan de mí para servir y adorar a otros dioses, 20  los desarraigaré de la tierra que les he dado y repudiaré este templo que he consagrado en mi honor. Entonces los convertiré en el hazmerreír de todos los pueblos. 21  Y aunque ahora este templo es imponente, llegará el día en que todo el que pase frente a él quedará asombrado y preguntará: ¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a este templo? 22  Y le responderán: Porque abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, que los sacó de Egipto, y se echaron en los brazos de otros dioses, a los cuales adoraron y sirvieron. Por eso el Señor ha dejado que les sobrevenga tanto desastre. "

                         NOTAS:

1. 7:8 Lebó Jamat. Alt. la entrada de Jamat.

2 Crónicas 8


Otras actividades de Salomón

1  Veinte años tardó el rey Salomón en construir el templo del Señor y su propio palacio. 2  Después de esto, reconstruyó las ciudades que le había entregado Hiram y las pobló con israelitas. 3  Luego marchó contra la ciudad de Jamat de Sobá y la conquistó. 4  Reconstruyó Tadmor, en el desierto, y todos los lugares de almacenamiento que había construido en Jamat. 5  Reconstruyó como ciudades fortificadas Bet Jorón la de arriba y Bet Jorón la de abajo, y les puso murallas, *puertas y cerrojos. 6  Lo mismo hizo con Balat y con todos los lugares de almacenamiento que tenía, con los cuarteles para sus carros de combate y para su caballería, y con todo cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todo el territorio bajo su dominio.
7-8  A los descendientes de los pueblos no israelitas (es decir, a los hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos, pueblos que quedaron en el país porque los israelitas no pudieron *destruirlos), Salomón los sometió a trabajos forzados, y así continúan hasta el día de hoy. 9  Pero a los israelitas Salomón no los hizo trabajar como esclavos, sino que le servían como soldados, comandantes, oficiales de carros de combate y jefes de caballería. 10  El rey Salomón tenía además doscientos cincuenta capataces que supervisaban a los obreros.
11  A la hija del faraón, Salomón la trasladó de la Ciudad de David al palacio que le había construido, pues dijo: "Mi esposa no debe vivir en el palacio de David, rey de Israel, porque los lugares donde ha estado el arca del Señor son sagrados."
12  En el altar del Señor que había construido frente al atrio, Salomón ofrecía *holocaustos al Señor 13  los días correspondientes, según lo ordenado por Moisés: los *sábados, las fiestas de luna nueva, y las tres fiestas anuales, es decir, la de los Panes sin levadura, la de las Semanas y la de las *Enramadas.
14  Conforme a lo dispuesto por su padre David, Salomón asignó turnos a los sacerdotes para prestar su servicio. A los levitas los estableció en sus cargos para entonar las alabanzas y para ayudar a los sacerdotes en los ritos diarios. También fijó turnos a los porteros en cada puerta, porque así lo había ordenado David, hombre de Dios. 15  Y se obedecieron todas las órdenes del rey en cuanto a los sacerdotes y levitas, y aun en lo referente a los tesoros.
16  Toda la obra de Salomón se llevó a cabo, desde el día en que se echaron los cimientos del templo hasta que se terminó de construirlo. Así el templo del Señor quedó perfectamente terminado.
17  Luego Salomón se dirigió a Ezión Guéber y a Elat, en la costa de Edom. 18  Hiram, por medio de sus oficiales, le envió a Salomón barcos y marineros expertos. Éstos y los oficiales de Salomón navegaron a Ofir y volvieron con unos quince mil kilos[1] de oro, que le entregaron al rey Salomón.

                         NOTAS:

1. 8:18 quince mil kilos. Lit. cuatrocientos cincuenta *talentos.

2 Crónicas 9


La reina de Sabá visita a Salomón

1  La reina de Sabá se enteró de la fama de Salomón, así que fue a verlo en Jerusalén para ponerlo a prueba con preguntas difíciles. Llegó con un séquito muy grande; sus camellos llevaban perfumes, oro en abundancia y piedras preciosas. Al presentarse ante Salomón, le preguntó todo lo que tenía pensado, 2  y él respondió a todas sus preguntas. No hubo ningún asunto, por difícil que fuera, que Salomón no pudiera resolver. 3-4  La reina de Sabá se quedó atónita al ver la sabiduría de Salomón y el palacio que él había construido, los manjares de su mesa, los asientos que ocupaban sus funcionarios, el servicio y la ropa de sus criados y coperos, y los *holocaustos que ofrecía en el templo[1] del Señor. 5  Entonces le dijo al rey: "¡Todo lo que escuché en mi país acerca de tus triunfos y de tu sabiduría es cierto! 6  No podía creer nada de eso hasta que vine y lo vi con mis propios ojos. Pero en realidad, ¡no me habían contado ni siquiera la mitad de tu extraordinaria sabiduría! Tú superas todo lo que había oído decir de ti. 7  ¡*Dichosos tus súbditos! ¡Dichosos estos servidores tuyos, que constantemente están en tu presencia bebiendo de tu sabiduría! 8  ¡Y alabado sea el Señor tu Dios, que se ha deleitado en ti y te ha puesto en su trono para que lo representes como rey! En su amor por Israel, tu Dios te ha hecho rey de ellos para que gobiernes con justicia y rectitud, pues él quiere consolidar a su pueblo para siempre."
9  Luego la reina le regaló a Salomón tres mil novecientos sesenta kilos[2] de oro, piedras preciosas y una gran cantidad de perfumes. Jamás volvió a haber perfumes como los que la reina de Sabá le obsequió al rey Salomón.
10  Además del oro de Ofir, los oficiales de Hiram y los de Salomón trajeron madera de sándalo y piedras preciosas. 11  Con la madera, el rey construyó escalinatas para el templo del Señor y para el palacio real, y también hizo arpas y liras para los músicos. Nunca antes se había visto en Judá algo semejante.
12  El rey Salomón, por su parte, le dio a la reina de Sabá todo lo que a ella se le antojó pedirle, lo cual fue más de lo que ella le dio al rey. Después de eso, la reina regresó a su país con todos los que la atendían.


El esplendor de Salomón

13  La cantidad de oro que Salomón recibía anualmente llegaba a los veintidós mil kilos, 14[3]  sin contar los impuestos que pagaban los mercaderes y comerciantes. También los reyes de Arabia y los gobernadores del país le llevaban oro y plata a Salomón.
15  El rey Salomón hizo doscientos escudos grandes de oro batido, en cada uno de los cuales se emplearon seis kilos y medio[4] de oro. 16  Hizo además trescientos escudos más pequeños, también de oro batido, empleando en cada uno de ellos tres kilos[5] de oro. Estos escudos los puso el rey en el palacio llamado "Bosque del Líbano".
17  El rey hizo también un gran trono de marfil, recubierto de oro puro. 18  El trono tenía seis peldaños, un estrado de oro, brazos a cada lado del asiento, dos leones de pie junto a los brazos 19  y doce leones de pie sobre los seis peldaños, uno en cada extremo. En ningún otro reino se había hecho algo semejante. 20  Todas las copas del rey Salomón y toda la vajilla del palacio "Bosque del Líbano" eran de oro puro. Nada estaba hecho de plata, pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada. 21  Cada tres años, la flota comercial del rey, que era tripulada por los oficiales de Hiram, regresaba de Tarsis trayendo oro, plata y marfil, monos y mandriles.[6]
22  Tanto en riquezas como en sabiduría, el rey Salomón sobrepasó a los demás reyes de la tierra. 23  Todos ellos procuraban visitarlo para oír la sabiduría que Dios le había dado, 24  y año tras año le llevaban regalos: artículos de plata y de oro, vestidos, armas y perfumes, y caballos y mulas.
25  Salomón tenía cuatro mil establos para sus caballos y sus carros de combate, y doce mil caballos que mantenía en las caballerizas y también en su palacio en Jerusalén.
26  El rey Salomón extendió su dominio sobre todos los reyes, desde el río Éufrates hasta Filistea y la frontera de Egipto. 27  Hizo que en Jerusalén la plata fuera tan común y corriente como las piedras, y el cedro tan abundante como las higueras de la llanura. 28  Sus caballos eran importados de Egipto y de todos los otros países.


Muerte de Salomón

29  Los demás acontecimientos del reinado de Salomón, desde el primero hasta el último, están escritos en las crónicas del profeta Natán, en la profecía de Ahías el silonita, y en las visiones del vidente Idó acerca de Jeroboán hijo de Nabat. 30  Salomón reinó en Jerusalén cuarenta años sobre todo Israel. 31  Cuando murió, fue sepultado en la ciudad de David, su padre, y su hijo Roboán lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 3
2. 9:9 tres mil novecientos sesenta kilos. Lit. ciento veinte *talentos.
3. 9:13 veintidós mil kilos. Lit. seiscientos sesenta y seis talentos.
4. 9:15 seis kilos y medio. Lit. seiscientos {*siclos}.
5. 9:16 tres kilos. Lit. trescientos {siclos}.
6. 9:21 mandriles. Alt. pavos reales.

2 Crónicas 10


División del reino

1  Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas se habían reunido allí para proclamarlo rey. 2  De esto se enteró Jeroboán hijo de Nabat, así que volvió de Egipto, que es adonde había huido del rey Salomón. 3  Cuando lo mandaron a buscar, él y todo Israel fueron a ver a Roboán y le dijeron:
4  Su padre nos impuso un yugo pesado. Alívienos usted ahora el duro trabajo y el pesado yugo que él nos echó encima; así serviremos a Su Majestad.
5  Váyanse por ahora respondió Roboán, pero vuelvan a verme dentro de tres días.
Cuando el pueblo se fue, 6  el rey Roboán consultó con los *ancianos que en vida de su padre Salomón habían estado a su servicio.
¿Qué me aconsejan ustedes que le responda a este pueblo? preguntó.
7  Ellos respondieron:
Si Su Majestad trata con bondad a este pueblo, y condesciende con ellos y les responde con amabilidad, ellos le servirán para siempre.
8  Pero Roboán rechazó el consejo que le dieron los ancianos, y consultó más bien con los jóvenes que se habían criado con él y que estaban a su servicio.
9  ¿Ustedes qué me aconsejan? les preguntó. ¿Cómo debo responderle a este pueblo que me dice: Alívienos el yugo que su padre nos echó encima?
10  Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, le contestaron:
El pueblo le ha dicho a Su Majestad: Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo usted más ligero. Pues bien, respóndales de este modo: Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre. 11  Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo![1]
12  Al tercer día, en la fecha que el rey Roboán había indicado, Jeroboán regresó con todo el pueblo para presentarse ante él. 13  Pero el rey Roboán les respondió con brusquedad: rechazó el consejo de los ancianos, 14  y siguió más bien el de los jóvenes. Les dijo: "Si mi padre les impuso[2] un yugo pesado; ¡yo les aumentaré la carga! Si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!"
15  Y como el rey no escuchó al pueblo, las cosas tomaron este rumbo por voluntad de Dios. Así se cumplió la palabra que el Señor le había comunicado a Jeroboán hijo de Nabat por medio de Ahías el silonita.
16  Cuando se dieron cuenta de que el rey[3] no iba a hacerles caso, todos los israelitas exclamaron a una:

"¡Pueblo de Israel, todos a sus casas!
¡Y tú, David, ocúpate de los tuyos!
¿Qué parte tenemos con David?
¿Qué herencia tenemos con el hijo de Isaí?"

Así que se fueron, cada uno a su casa. 17  Sin embargo, Roboán siguió reinando sobre los israelitas que vivían en las ciudades de Judá. 18  Más tarde, el rey Roboán envió a Adonirán[4] para que supervisara el trabajo forzado, pero los israelitas lo mataron a pedradas. ¡A duras penas logró el rey subir a su carro y escapar a Jerusalén! 19  Desde entonces Israel ha estado en rebelión contra la familia de David.

                         NOTAS:

1. 10:11 con una vara ... con un látigo. Lit. con azotes ... con escorpiones; también en v. 14.
2. 10:14 Si mi padre les impuso (mss. hebreos y versiones antiguas); Yo les impondré (TM).
3. 10:16 Cuando se dieron cuenta de que el rey (mss. hebreos y versiones antiguas); Como el rey (TM).
4. 10:18 Adonirán. Lit. Adorán (variante de este nombre).

2 Crónicas 11

1  Roboán llegó a Jerusalén y movilizó a las familias de Judá y de Benjamín, ciento ochenta mil guerreros selectos en total, para hacer la guerra contra Israel y así recuperar el reino. 2  Pero la palabra del Señor vino a Semaías, hombre de Dios, y le dio este mensaje: 3  "Diles a Roboán hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas que están en Judá y en Benjamín, 4  que así dice el Señor: No vayan a luchar contra sus hermanos. Regrese cada uno a su casa, porque es mi voluntad que esto haya sucedido. " Y ellos obedecieron las palabras del Señor y desistieron de marchar contra Jeroboán.


Roboán fortifica las ciudades de Judá

5  Roboán se estableció en Jerusalén y fortificó las siguientes ciudades de Judá: 6  Belén, Etam, Tecoa, 7  Betsur, Soco, Adulán, 8  Gat, Maresá, Zif, 9  Adorayin, Laquis, Azeca, 10  Zora, Ayalón y Hebrón. Estas ciudades fueron fortificadas en Judá y en Benjamín. 11  Roboán nombró gobernantes, reforzó las fortificaciones, almacenó en ellas víveres, aceite y vino, 12  y las armó a todas con escudos y lanzas. Así fortificó completamente todas las ciudades y quedó en posesión de Judá y de Benjamín.


Los sacerdotes y los levitas apoyan a Roboán

13  De todas las regiones de Israel llegaron sacerdotes y levitas para unirse a Roboán. 14  Los levitas abandonaron sus campos de pastoreo y demás posesiones para irse a Judá y a Jerusalén, ya que Jeroboán y sus hijos les habían impedido ejercer el sacerdocio del Señor. 15  En su lugar, Jeroboán había nombrado sacerdotes para los *santuarios paganos y para el culto a los machos cabríos y a los becerros que había mandado hacer. 16  Tras los levitas se fue gente de todas las tribus de Israel que con todo el *corazón buscaba al Señor, Dios de Israel. Llegaron a Jerusalén para ofrecer sacrificios al Señor, Dios de sus antepasados. 17  Así consolidaron el reino de Judá, y durante tres años apoyaron a Roboán hijo de Salomón y siguieron el buen ejemplo de David y Salomón.


Esposas e hijos de Roboán

18  Roboán se casó con Majalat hija de Jerimot, el hijo de David y de Abijaíl, hija de Eliab y nieta de Isaí. 19  Los hijos que ella le dio fueron Jeús, Semarías y Zaján. 20  Después se casó con Macá hija de Absalón. Los hijos que ella le dio fueron Abías, Atay, Ziza y Selomit. 21  Roboán amó a Macá hija de Absalón más que a sus otras esposas y concubinas. En total, tuvo dieciocho esposas y sesenta concubinas, y fue padre de veintiocho hijos y de sesenta hijas.
22  Roboán puso como jefe de sus hermanos a Abías hijo de Macá, pues tenía la intención de hacerlo rey. 23  Y actuó con astucia, pues a sus otros hijos les dio víveres en abundancia, les consiguió muchas esposas y los dispersó por todo el territorio de Judá y de Benjamín y por todas las ciudades fortificadas.

2 Crónicas 12


Sisac invade Jerusalén

1  Después de que Roboán consolidó su reino y se afirmó en el trono, él y todo Israel abandonaron la *ley del Señor 2  y le fueron infieles. Por eso en el quinto año del reinado de Roboán, Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén. 3  Con mil doscientos carros de combate, sesenta mil jinetes y una innumerable multitud de libios, suquíes y *cusitas procedentes de Egipto, 4  Sisac conquistó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén.
5  Entonces el profeta Semaías se presentó ante Roboán y los jefes de Judá que por miedo a Sisac se habían reunido en Jerusalén, y les dijo:
Así dice el Señor: Como ustedes me abandonaron, ahora yo también los abandono, para que caigan en manos de Sisac.
6  Los jefes israelitas y el rey confesaron con humildad:
¡El Señor es justo!
7  Cuando el Señor vio que se habían humillado, le habló nuevamente a Semaías y le dijo: "Puesto que han mostrado humildad, ya no voy a destruirlos; dentro de poco tiempo los libraré. No voy a permitir que Sisac ejecute mi castigo sobre Jerusalén, 8  aunque sí dejaré que los someta a su dominio, para que aprendan la diferencia que hay entre servirme a mí y servir a los reyes de otros países."
9  Sisac, rey de Egipto, atacó a Jerusalén y se llevó los tesoros del templo del Señor y del palacio real. Se lo llevó todo, aun los escudos de oro que Salomón había hecho. 10  Para reemplazarlos, el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaba la entrada del palacio real. 11  Siempre que el rey iba al templo del Señor, los guardias lo acompañaban portando los escudos, pero luego los devolvían a la sala de los centinelas.
12  Por haberse humillado Roboán, y porque aún quedaba algo bueno en Judá, el Señor apartó su ira de él y no lo destruyó por completo, 13  así que el rey Roboán afirmó su trono y continuó reinando en Jerusalén. Su madre era una amonita llamada Noamá.
Roboán tenía cuarenta y un años cuando ascendió al trono, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad donde, de entre todas las tribus de Israel, el Señor había decidido habitar. 14  Pero Roboán actuó mal, porque no tuvo el firme propósito de buscar al Señor.
15  Los acontecimientos del reinado de Roboán, desde el primero hasta el último, incluyendo las constantes guerras que hubo entre Jeroboán y él, están escritos en las crónicas del profeta Semaías y del vidente Idó.
16  Cuando Roboán murió, fue sepultado en la Ciudad de David. Y su hijo Abías lo sucedió en el trono.

2 Crónicas 13


Abías, rey de Judá

1  En el año dieciocho del reinado de Jeroboán, Abías ascendió al trono de Judá 2  y reinó en Jerusalén tres años. Su madre era Micaías, hija de Uriel de Guibeá.
Hubo guerra entre Abías y Jeroboán. 3  Para ir al combate, Abías escogió a cuatrocientos mil guerreros valientes; Jeroboán, por su parte, escogió a ochocientos mil y le hizo frente.
4  Abías subió al monte Zemarayin, en la sierra de Efraín, y gritó: "¡Jeroboán! ¡Israelitas! ¡Escúchenme todos ustedes! 5  ¿No saben que el Señor, Dios de Israel, concedió para siempre el reino de Israel a David y a sus descendientes mediante un *pacto inalterable? 6[1]  Sin embargo, Jeroboán hijo de Nabat, oficial de Salomón hijo de David, se rebeló contra su señor. 7  Unos hombres ociosos y malvados se unieron a Roboán hijo de Salomón, cuando éste era joven y débil de carácter, y se le impusieron, de modo que no pudo hacerles frente.
8  "Ustedes piensan que ahora, por ser muy numerosos y por tener los becerros de oro, esos ídolos que Jeroboán les hizo pueden oponerse al reino del Señor, aunque él se lo ha entregado a los hijos de David. 9  ¡Hasta expulsaron a los descendientes de Aarón, que son los sacerdotes del Señor, y a los levitas! En su lugar han nombrado sacerdotes, y a cualquiera que trae un ternero y siete carneros lo consagran como sacerdote de los dioses falsos, tal como lo hacen los pueblos *paganos.
10  "Nosotros, en cambio, no hemos abandonado al Señor, porque él es nuestro Dios. Los descendientes de Aarón siguen siendo nuestros sacerdotes que sirven al Señor, y los levitas son los encargados del culto. 11  Todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecen al Señor los *holocaustos y queman el incienso; además, todas las tardes colocan el pan consagrado sobre la mesa de oro puro, y encienden las lámparas del candelabro de oro. Dense cuenta de que nosotros sí mantenemos el culto al Señor nuestro Dios, a quien ustedes han abandonado. 12  Así que Dios, con sus sacerdotes, va al frente de nosotros. ¡Las trompetas están listas para dar la orden de ataque contra ustedes! ¡Israelitas, no peleen contra el Señor, Dios de sus antepasados, pues no podrán vencerlo!"
13  Para tenderle una emboscada a Abías, Jeroboán situó parte de sus tropas detrás del ejército de Judá, mientras que al resto de sus tropas lo mandó al frente. 14  Cuando los de Judá miraron hacia atrás, se dieron cuenta de que los israelitas los atacaban también por la retaguardia. Entonces clamaron al Señor, y los sacerdotes tocaron las trompetas. 15  En el momento en que los de Judá lanzaron el grito de guerra, Dios derrotó a Jeroboán y a los israelitas, dándoles la *victoria a Abías y Judá. 16  Los israelitas intentaron huir, pero Dios los entregó al poder de Judá. 17  Abías y su ejército les ocasionaron una gran derrota, matando a quinientos mil soldados selectos de Israel. 18  En esa ocasión fueron humillados los israelitas, mientras que los de Judá salieron victoriosos porque confiaron en el Señor, Dios de sus antepasados.
19  Abías persiguió a Jeroboán y le arrebató las ciudades de Betel, Jesaná y Efraín, con sus respectivas aldeas. 20  Durante el reinado de Abías, Jeroboán no pudo recuperar su poderío. Al final, el Señor lo hirió, y Jeroboán murió.
21  Abías, en cambio, siguió afirmándose en el trono. Tuvo catorce esposas, veintidós hijos y dieciséis hijas. 22  Los demás acontecimientos del reinado de Abías, y su conducta y sus obras,[2] están escritos en el comentario del profeta Idó.

                         NOTAS:

1. 13:5 inalterable. Lit. de sal; véase Nm 18:19.
2. 13:22 obras. Alt. palabras.

2 Crónicas 14

1  Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Asá lo sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de *paz.
Asá, rey de Judá
2  Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el Señor su Dios. 3  Se deshizo de los altares y *santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas, y derribó las imágenes de la diosa *Aserá. 4  Además, ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al Señor, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su *ley y sus mandamientos. 5  De este modo Asá se deshizo de los santuarios paganos y de los altares de incienso que había en todas las ciudades de Judá, y durante su reinado hubo tranquilidad. 6  Asá construyó en Judá ciudades fortificadas, pues durante esos años el Señor le dio descanso, y el país disfrutó de *paz y no estuvo en guerra con nadie.
7  Asá les dijo a los de Judá: "Reconstruyamos esas ciudades, y levantemos a su alrededor murallas con torres, *puertas y cerrojos. El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos." Y tuvieron mucho éxito en la reconstrucción de las ciudades.
8  Asá contaba con un ejército de trescientos mil soldados de Judá, los cuales portaban lanzas y escudos grandes, y de doscientos ochenta mil benjaminitas, los cuales portaban arcos y escudos pequeños. Todos ellos eran guerreros valientes.
9  Zera el *cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra, y llegó hasta Maresá. 10  Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata, y tomó posiciones cerca de Maresá. 11  Allí Asá invocó al Señor su Dios y le dijo: "Señor, sólo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu *nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, Señor, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún *mortal se alce contra ti!"
12  El Señor derrotó a los cusitas cuando éstos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron, 13  pero Asá y su ejército los persiguieron hasta Guerar. Allí cayeron los cusitas, y ni uno de ellos quedó con vida, porque el Señor y su ejército los aniquilaron. Los de Judá se llevaron un enorme botín, 14  luego atacaron todas las ciudades que había alrededor de Guerar, las cuales estaban llenas de pánico ante el Señor, y las saquearon, pues había en ellas un gran botín. 15  Además, atacaron los campamentos, donde había mucho ganado, y se llevaron una gran cantidad de ovejas y camellos. Después de eso, regresaron a Jerusalén.

2 Crónicas 15


Reformas de Asá

1  El Espíritu de Dios vino sobre Azarías hijo de Oded, 2  y éste salió al encuentro de Asá y le dijo: "Asá, y gente de Judá y de Benjamín, ¡escúchenme! El Señor estará con ustedes, siempre y cuando ustedes estén con él. Si lo buscan, él dejará que ustedes lo hallen; pero si lo abandonan, él los abandonará. 3  Por mucho tiempo Israel estuvo sin el Dios verdadero y sin instrucción,[1] pues no había sacerdote que le enseñara. 4  Pero cuando en su tribulación se volvieron al Señor, Dios de Israel, y lo buscaron, él les permitió que lo hallaran. 5  En aquellos tiempos no había seguridad para ningún viajero, sino que los habitantes de todos los países sufrían grandes calamidades. 6  Las naciones y las ciudades se destrozaban unas a otras, porque Dios las castigaba con toda clase de calamidades. 7  Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!"
8  Cuando Asá oyó este mensaje del profeta Azarías hijo de Oded,[2] se animó a eliminar los detestables ídolos que había en todo el territorio de Judá y Benjamín, y en las ciudades que había conquistado en los montes de Efraín. Además, restauró el altar del Señor que estaba frente al atrio del templo del Señor. 9  Después convocó a los habitantes de Judá y de Benjamín, como también a los de Efraín, Manasés y Simeón que vivían entre ellos, pues muchos israelitas se habían unido a Asá, al ver que el Señor su Dios estaba con él. 10  Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá. 11  Ese día ofrecieron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían tomado. 12  Luego hicieron un *pacto, mediante el cual se comprometieron a buscar de todo *corazón y con toda el *alma al Señor, Dios de sus antepasados. 13  Al que no buscara al Señor, Dios de Israel, se le castigaría con la muerte, fuera grande o pequeño, hombre o mujer. 14  Así lo juraron ante el Señor, a voz en cuello y en medio de gritos y toques de trompetas y de cuernos. 15  Todos los de Judá se alegraron de haber hecho este juramento, porque lo habían hecho de todo corazón y habían buscado al Señor con voluntad sincera, y él se había dejado hallar de ellos y les había concedido vivir en *paz con las naciones vecinas.
16  Además, el rey Asá destituyó a su abuela Macá de su puesto como reina madre, porque ella había hecho una escandalosa imagen de la diosa *Aserá. Asá derribó la imagen, la redujo a polvo y la quemó en el arroyo de Cedrón. 17  Aunque no quitó de Israel los *santuarios paganos, Asá se mantuvo siempre fiel[3] al Señor, 18  y llevó al templo de Dios el oro, la plata y los utensilios que él y su padre habían consagrado.
19  Durante los primeros treinta y cinco años del reinado de Asá no hubo guerra.

                         NOTAS:

1. 15:3 instrucción. Alt. *ley.
2. 15:8 Azarías hijo de Oded (ms. de LXX y Vulgata); Oded (TM).
3. 15:17 Asá se mantuvo siempre fiel. Lit. el corazón de Asá fue *perfecto.

2 Crónicas 16


Pacto de Asá con Ben Adad

1  En el año treinta y seis del reinado de Asá, Basá, rey de Israel, atacó a Judá y fortificó Ramá para aislar totalmente a Asá, rey de Judá.
2  Entonces Asá sacó plata y oro de los tesoros del templo del Señor y del palacio real, y se los envió a Ben Adad, rey de *Siria, que gobernaba en Damasco. También le envió este mensaje: 3  "Hagamos un pacto entre tú y yo, como el que hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío oro y plata. Anula tu pacto con Basá, rey de Israel, para que se marche de aquí."
4  Ben Adad estuvo de acuerdo con el rey Asá y dio a los jefes de su ejército la orden de atacar las ciudades de Israel. Así conquistaron Iyón, Dan y Abel Mayin, y todos los depósitos que había en las ciudades de Neftalí.
5  Cuando Basá se enteró, suspendió las obras de fortificación de Ramá. 6  Entonces el rey Asá movilizó a todo Judá y se llevó de Ramá las piedras y la madera con que había estado fortificando aquella ciudad, y fortificó más bien Gueba y Mizpa.
7  En esa ocasión el vidente Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo: "Por cuanto pusiste tu confianza en el rey de Siria en vez de confiar en el Señor tu Dios, el ejército sirio se te ha escapado de las manos. 8  También los *cusitas y los libios formaban un ejército numeroso, y tenían muchos carros de combate y caballos, y sin embargo el Señor los entregó en tus manos, porque en esa ocasión tú confiaste en él. 9  El Señor recorre con su mirada toda la tierra, y está listo para ayudar a quienes le son fieles.[1] Pero de ahora en adelante tendrás guerras, pues actuaste como un *necio."
10  Asá se enfureció contra el vidente por lo que éste le dijo, y lo mandó encarcelar. En ese tiempo, Asá oprimió también a una parte del pueblo.
11  Los hechos de Asá, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Judá e Israel. 12  En el año treinta y nueve de su reinado, Asá se enfermó de los pies; y aunque su enfermedad era grave, no buscó al Señor, sino que recurrió a los médicos. 13  En el año cuarenta y uno de su reinado, Asá murió y fue sepultado con sus antepasados. 14  Lo sepultaron en la tumba que él había mandado cavar en la Ciudad de David, y lo colocaron sobre un lecho lleno de perfumes y diversas clases de especias aromáticas, muy bien preparadas. En su honor encendieron una enorme hoguera.

                         NOTAS:

1. 16:9 quienes le son fieles. Lit. los de corazón *perfecto para él.

2 Crónicas 17


Josafat, rey de Judá

1  Al rey Asá lo sucedió en el trono su hijo Josafat, quien se impuso a la fuerza sobre Israel. 2  Colocó tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá, y guarniciones en el territorio de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asá había conquistado.
3  El Señor estuvo con Josafat porque siguió el ejemplo inicial de su padre,[1] pues no buscó a los *baales 4  sino al Dios de su padre, obedeció los mandamientos de Dios, y no siguió las prácticas de los israelitas. 5  Por eso el Señor afirmó el reino en sus manos. Todo Judá le llevaba regalos, y Josafat llegó a tener muchas riquezas y recibió muchos honores. 6  Anduvo con orgullo en los *caminos del Señor, y hasta quitó de Judá los *santuarios paganos y las imágenes de la diosa *Aserá.
7  En el año tercero de su reinado, Josafat envió a sus oficiales Ben Jayil, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que instruyeran a la gente en las ciudades de Judá. 8  Con ellos fueron los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, y también los sacerdotes Elisama y Jorán. 9  Llevaron consigo el libro de la *ley del Señor para instruir a los habitantes de Judá. Así que recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando al pueblo.
10  Todos los reinos de las naciones vecinas de Judá sintieron un miedo profundo hacia el Señor y no se atrevieron a declararle la guerra a Josafat. 11  Aun algunos filisteos le llevaron a Josafat, como tributo, regalos y plata. Los árabes también le llevaron siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.
12  Josafat se hizo cada vez más poderoso. Construyó en Judá fortalezas y lugares de almacenamiento, 13  y tenía muchas provisiones en las ciudades. En Jerusalén contaba con un regimiento de soldados muy valientes, 14  cuyo registro, según sus familias patriarcales, es el siguiente:

Jefes de mil soldados en Judá:

Adnás, el comandante, al frente de trescientos mil soldados.
15  Le seguía Johanán, al frente de doscientos ochenta mil soldados;
16  le seguía Amasías hijo de Zicrí, que se ofreció voluntariamente para servir al Señor, y estaba al frente de doscientos mil soldados.
17  De Benjamín:
Eliadá, guerrero valiente, al frente de doscientos mil soldados que portaban arcos y escudos.
18  Le seguía Jozabad, al frente de ciento ochenta mil soldados adiestrados para la guerra.

19  Todos ellos estaban al servicio del rey, sin contar los que éste había destinado para las ciudades fortificadas de todo Judá.

                         NOTAS:

1. 17:3 de su padre (mss. hebreos y LXX); de su padre David (TM).

2 Crónicas 18


Micaías profetiza contra Acab

1  Josafat se hizo muy rico y famoso, y como había emparentado con Acab, 2  después de algún tiempo fue a visitarlo en Samaria. Allí Acab mató muchas ovejas y vacas para Josafat y sus acompañantes, y lo animó a marchar contra Ramot de Galaad.
3  Acab, rey de Israel, le preguntó a Josafat, rey de Judá:
¿Irías conmigo a pelear contra Ramot de Galaad?
Josafat le respondió:
Estoy a tu disposición, lo mismo que mi pueblo. Iremos contigo a la guerra. 4  Pero antes que nada, consultemos al Señor añadió.
5  Así que el rey de Israel reunió a los cuatrocientos profetas, y les preguntó:
¿Debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?
Vaya, Su Majestad contestaron ellos, porque Dios la entregará en sus manos.
6  Pero Josafat inquirió:
¿No hay aquí un profeta del Señor a quien podamos consultar?
7  El rey de Israel le respondió:
Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; sólo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá.
No digas eso replicó Josafat.
8  Entonces el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le ordenó:
¡Traigan de inmediato a Micaías hijo de Imlá!
9  El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales y sentados en sus respectivos tronos, estaban en la plaza a la *entrada de Samaria, con todos los que profetizaban en su presencia. 10  Sedequías hijo de Quenaná, que se había hecho unos cuernos de hierro, anunció: "Así dice el Señor: Con estos cuernos atacarás a los *sirios hasta aniquilarlos. " 11  Y los demás profetas vaticinaban lo mismo. "Ataque Su Majestad a Ramot de Galaad, y vencerá, porque el Señor la entregará en sus manos."
12  Ahora bien, el mensajero que había ido a llamar a Micaías le advirtió:
Mira, los demás profetas a una voz predicen el éxito del rey. Habla favorablemente, para que tu mensaje concuerde con el de ellos.
13  Pero Micaías repuso:
Tan cierto como que el Señor vive, te juro que yo le anunciaré al rey lo que Dios me diga.
14  Cuando compareció ante el rey, éste le preguntó:
Micaías, ¿debemos ir a la guerra contra Ramot de Galaad, o no?
Ataquen y vencerán contestó él, porque les será entregada.
15  El rey le reclamó:
¿Cuántas veces debo hacerte jurar que no me digas nada más que la verdad en el *nombre del Señor?
16  Ante esto, Micaías concedió:
Vi a todo Israel esparcido por las colinas, como ovejas sin *pastor. Y el Señor dijo: Esta gente no tiene amo. ¡Que cada cual se vaya a su casa en paz!
17  El rey de Israel le dijo a Josafat:
¿No te dije que jamás me profetiza nada bueno, y que sólo me anuncia desastres?
18  Micaías prosiguió:
Por lo tanto, oigan la palabra del Señor: Vi al Señor sentado en su trono con todo el ejército del cielo alrededor de él, a su derecha y a su izquierda. 19  Y el Señor dijo: ¿Quién seducirá a Acab, rey de Israel, para que ataque a Ramot de Galaad y vaya a morir allí? Uno sugería una cosa, y otro sugería otra. 20  Por último, un espíritu se adelantó, se puso delante del Señor y dijo: Yo lo seduciré. ¿Por qué medios?, preguntó el Señor. 21  Y aquel espíritu respondió: Saldré y seré un espíritu mentiroso en la boca de sus profetas. Entonces el Señor ordenó: Ve y hazlo así, que tendrás éxito en seducirlo. 22  Así que ahora el Señor ha puesto un espíritu mentiroso en la boca de estos profetas de Su Majestad. El Señor ha decretado para usted la calamidad.
23  Al oír esto, Sedequías hijo de Quenaná se levantó y le dio una bofetada a Micaías.
¿Por dónde se fue el espíritu[1] del Señor cuando salió de mí para hablarte? le preguntó.
24  Micaías contestó:
Lo sabrás el día en que andes de escondite en escondite.
25  Entonces el rey de Israel ordenó:
Tomen a Micaías, y llévenselo a Amón, el gobernador de la ciudad, y a Joás, mi hijo. 26  Díganles que les ordeno echar en la cárcel a ese tipo, y no darle más que pan y agua, hasta que yo regrese sin contratiempos.
27  Micaías manifestó:
Si regresas sin contratiempos, el Señor no ha hablado por medio de mí. ¡Tomen nota todos ustedes de lo que estoy diciendo!


Muerte de Acab en Ramot de Galaad

28  El rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, marcharon juntos contra Ramot de Galaad. 29  Allí el rey de Israel le dijo a Josafat: "Yo entraré a la batalla disfrazado, pero tú te pondrás tus vestiduras reales." Así que el rey de Israel se disfrazó y entró al combate.
30  Pero el rey de *Siria les había ordenado a sus capitanes de los carros de combate: "No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel." 31  Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat, pensaron: "Éste es el rey de Israel." Así que se volvieron para atacarlo; pero Josafat gritó, y Dios el Señor lo ayudó, haciendo que se apartaran de él. 32  Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.
33  Sin embargo, alguien disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenó al que conducía su carro: "Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido." 34  Todo el día arreció la batalla, y al rey de Israel se le mantuvo de pie en su carro frente a los sirios, hasta el atardecer, y murió al ponerse el sol.

                         NOTAS:

1. 18:23 espíritu. Alt. Espíritu.

2 Crónicas 19

1  Cuando Josafat, rey de Judá, regresó sin ningún contratiempo a su palacio en Jerusalén, 2  el vidente Jehú hijo de Jananí fue a visitarlo y le dijo: "¿Cómo te atreviste a ayudar a los malvados, haciendo alianza con los enemigos del[1] Señor? Por haber hecho eso, la ira del Señor ha caído sobre ti. 3  Pero hay cosas buenas a tu favor, pues has quitado del país las imágenes de la diosa *Aserá, y has buscado a Dios de todo *corazón."


Josafat nombra jueces

4  Josafat se estableció en Jerusalén, pero volvió a visitar al pueblo, desde Berseba hasta los montes de Efraín, para hacerlo volver al Señor, Dios de sus antepasados. 5  En cada una de las ciudades fortificadas de Judá nombró jueces 6  y les advirtió: "Tengan mucho cuidado con lo que hacen, pues su autoridad no proviene de un *hombre, sino del Señor, que estará con ustedes cuando impartan justicia. 7  Por eso, teman al Señor y tengan cuidado con lo que hacen, porque el Señor nuestro Dios no admite la injusticia ni la parcialidad ni el soborno."
8  En Jerusalén, Josafat designó también a levitas, sacerdotes y jefes de las familias patriarcales de Israel, para que administraran la *ley del Señor y resolvieran pleitos. Éstos vivían en Jerusalén. 9  Josafat les ordenó: "Ustedes actuarán con fidelidad e integridad, bajo el temor del Señor. 10  Cuando sus compatriotas vengan de las ciudades y sometan al juicio de ustedes casos de violencia, o algún otro asunto concerniente a la ley, los mandamientos, los estatutos y los juicios, ustedes les advertirán que no pequen contra el Señor, para que su ira no caiga sobre ustedes y sobre ellos. Si así lo hacen, no serán culpables.
11  "El sumo sacerdote Amarías los orientará en todo asunto de carácter religioso, mientras que Zebadías hijo de Ismael, que es el jefe de la tribu de Judá, lo hará en todo asunto de carácter civil.[2] También los levitas estarán al servicio de ustedes. ¡Anímense, y manos a la obra! El Señor estará con los que actúen bien."

                         NOTAS:

1. 19:2 haciendo alianza con los enemigos del. Lit. y amas a los que odian al.
2. 19:11 de carácter religioso ... de carácter civil. Lit. del Señor ... del rey.

2 Crónicas 20


Josafat derrota a Moab y Amón

1  Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas[1] le declararon la guerra a Josafat, 2  y alguien fue a informarle: "Del otro lado del Mar Muerto y de Edom[2] viene contra ti una gran multitud. Ahora están en Jazezón Tamar, es decir, en Engadi." 3  Atemorizado, Josafat decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá. 4  Los habitantes de todas las ciudades de Judá llegaron para pedir juntos la ayuda del Señor.
5  En el templo del Señor, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén, 6  y dijo:

"Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! 7  ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? 8  Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: 9  Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás.
10  "Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. 11  ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! 12  Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!"

13  Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del Señor, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños. 14  Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea. 15  Y dijo Jahaziel: "Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el Señor: No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. 16  Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. 17  Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la *salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el Señor, estaré con ustedes. "
18  Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron rostro en tierra y adoraron al Señor, 19  y los levitas de los hijos de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar al Señor a voz en cuello.
20  Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: "Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!"
21  Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al Señor y alabar el esplendor de su santidad[3] con el cántico: "Den gracias al Señor; su gran amor perdura para siempre."
22  Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó. 23  De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Luego de exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se mataron unos a otros.
24  Cuando los hombres de Judá llegaron a la torre del desierto para ver el gran ejército enemigo, no vieron sino los cadáveres que yacían en tierra. ¡Ninguno había escapado con vida! 25  Entonces Josafat y su gente fueron para apoderarse del botín, y entre los cadáveres encontraron muchas riquezas, vestidos y joyas preciosas. Cada uno se apoderó de todo lo que quiso, hasta más no poder. Era tanto el botín, que tardaron tres días en recogerlo. 26  El cuarto día se congregaron en el valle de Beracá, y alabaron al Señor; por eso llamaron a ese lugar el valle de Beracá,[4] nombre con el que hasta hoy se le conoce.
27  Más tarde, todos los de Judá y Jerusalén, con Josafat a la cabeza, regresaron a Jerusalén llenos de gozo porque el Señor los había librado de sus enemigos. 28  Al llegar, entraron en el templo del Señor al son de arpas, liras y trompetas.
29  Al oír las naciones de la tierra cómo el Señor había peleado contra los enemigos de Israel, el temor de Dios se apoderó de ellas. 30  Por lo tanto, el reinado de Josafat disfrutó de tranquilidad, y Dios le dio *paz por todas partes.


Fin del reinado de Josafat

31  Josafat tenía treinta y cinco años cuando ascendió al trono de Judá, y reinó en Jerusalén veinticinco años. El nombre de su madre era Azuba hija de Siljí. 32  Siguió el buen ejemplo de su padre Asá y nunca se desvió de él, sino que hizo lo que agrada al Señor. 33  Sin embargo, no se quitaron los *santuarios paganos, pues el pueblo aún no se había consagrado al Dios de sus antepasados.
34  Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, desde el primero hasta el último, están escritos en las crónicas de Jehú hijo de Jananí, que forman parte del libro de los reyes de Israel.
35  Después de esto, Josafat se alió con el perverso Ocozías, rey de Israel, 36  para construir una flota mercante que iría a Tarsis. Los barcos los hacían en Ezión Guéber. 37  Entonces Eliezer hijo de Dodías, de Maresá, profetizó contra Josafat: "Por haberte aliado con Ocozías, el Señor destruirá lo que estás haciendo." En efecto, los barcos naufragaron y no pudieron ir a Tarsis.

                         NOTAS:

1. 20:1 meunitas (LXX); amonitas (TM).
2. 20:2 Edom (un ms. hebreo y Vetus Latina); Aram (TM).
3. 20:21 el esplendor de su santidad. Alt. vestidos de ropas sagradas.
4. 20:26 En hebreo, Beracá significa bendición o alabanza.

2 Crónicas 21


Jorán, rey de Judá

1  Josafat murió y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David, y su hijo Jorán lo sucedió en el trono. 2  Sus hermanos eran Azarías, Jehiel, Zacarías, Azarías, Micael y Sefatías. Todos éstos fueron hijos de Josafat, rey de Israel. 3  Su padre les había regalado plata, oro y objetos de valor en abundancia, y les entregó también ciudades fortificadas en Judá, pero el reino se lo dio a Jorán, porque era el hijo mayor. 4  Cuando Jorán se afirmó completamente en el trono de su padre, mató a espada a todos sus hermanos y también a algunos jefes de Israel.
5  Jorán tenía treinta y dos años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén ocho años. 6  Pero hizo lo que ofende al Señor, pues siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, como lo había hecho la familia de Acab, y llegó incluso a casarse con la hija de Acab. 7  Pero el Señor no quiso destruir la dinastía de David por consideración al *pacto que había hecho con él, pues le había prometido mantener encendida para siempre una lámpara para él y sus descendientes.
8  En tiempos de Jorán, los edomitas se sublevaron contra Judá y se nombraron su propio rey. 9  Por lo tanto, Jorán marchó con sus capitanes y todos sus carros de combate. Los edomitas lo cercaron a él y a los capitanes de los carros, pero durante la noche Jorán logró abrirse paso. 10  Desde entonces Edom ha estado en rebelión contra Judá, al igual que la ciudad de Libná, que en ese mismo tiempo se sublevó. Esto sucedió porque Jorán abandonó al Señor, Dios de sus antepasados. 11  Además, Jorán construyó *santuarios paganos en las colinas de Judá, e indujo a los habitantes de Jerusalén y de Judá a la idolatría.
12  El profeta Elías le envió una carta con este mensaje:

"Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: Por cuanto no seguiste el buen ejemplo de tu padre Josafat, ni el de Asá, rey de Judá, 13  sino que seguiste el mal ejemplo de los reyes de Israel, haciendo que los habitantes de Judá y de Jerusalén fueran infieles a Dios,[1] como lo hizo la familia de Acab; y por cuanto asesinaste a tus hermanos, la familia de tu padre, que eran mejores que tú, 14  el Señor herirá con una plaga terrible a tu pueblo, a tus hijos, a tus mujeres y todas tus posesiones. 15  Y a ti te enviará una enfermedad en las entrañas, tan grave que día tras día empeorará, hasta que se te salgan los intestinos. "

16  El Señor incitó a los filisteos y a los árabes vecinos de los *cusitas para que se rebelaran contra Jorán. 17  Así que marcharon contra Judá y la invadieron, y se llevaron todos los objetos de valor que hallaron en el palacio real, junto con los hijos y las mujeres de Jorán. Ninguno de sus hijos escapó con vida, excepto Joacaz, que era el menor de todos.
18  Después de esto, el Señor hirió a Jorán con una enfermedad incurable en las entrañas. 19  Pasaron los días y, al cabo de dos años, murió en medio de una terrible agonía, pues por causa de su enfermedad se le salieron los intestinos. Su pueblo no encendió ninguna hoguera en su honor, como se había hecho en honor de sus antepasados.
20  Jorán tenía treinta y dos años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén ocho años. Murió sin que nadie guardara luto por él, y fue sepultado en la Ciudad de David, pero no en el panteón de los reyes.

                         NOTAS:

1. 21:13 fueran infieles a Dios. Lit. se prostituyeran.

2 Crónicas 22


Ocozías, rey de Judá

1  A la muerte de Jorán, los habitantes de Jerusalén proclamaron rey a Ocozías, su hijo menor, pues a sus hijos mayores los habían asesinado las bandas de árabes que habían venido al campamento. Así fue como Ocozías hijo de Jorán ascendió al trono de Judá. 2  Tenía cuarenta y dos años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén un año. Su madre era Atalía, nieta[1] de Omrí.
3  También Ocozías siguió el mal ejemplo de la familia de Acab, pues su madre le aconsejaba que hiciera lo malo. 4  Hizo lo que ofende al Señor, como lo había hecho la familia de Acab. En efecto, una vez muerto su padre, Ocozías tuvo como consejeros a miembros de esa familia, para su perdición. 5  Por consejo de ellos, Ocozías se juntó con Jorán hijo de Acab, rey de Israel, y marchó hacia Ramot de Galaad para hacerle la guerra a Jazael, rey de *Siria, pero en la batalla los sirios hirieron a Jorán. 6  Por eso tuvo que regresar a Jezrel, para reponerse de las heridas que había recibido en Ramot[2] cuando luchó contra Jazael, rey de Siria. Como Jorán hijo de Acab convalecía en Jezrel, Ocozías[3] hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitarlo.


Jehú mata a Ocozías

7  Dios había dispuesto que Ocozías muriera cuando fuera a visitar a Jorán. Tan pronto como Ocozías llegó, salió acompañado de Jorán para encontrarse con Jehú hijo de Nimsi, al que el Señor había escogido para exterminar a la familia de Acab. 8  Mientras Jehú ejecutaba el juicio contra la familia de Acab, se encontró con los jefes de Judá y con los parientes de Ocozías que estaban al servicio de éste, y los mató. 9  Luego mandó a buscar a Ocozías, que se había escondido en Samaria; pero lo apresaron y lo llevaron ante Jehú, quien ordenó matarlo. Sin embargo, le dieron sepultura, porque decían: "Es el hijo de Josafat, que buscó al Señor con todo su *corazón." Y en la familia de Ocozías no quedó nadie capaz de retener el reino.


Atalía y Joás

10  Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo había muerto, tomó medidas para eliminar a toda la familia real de Judá. 11  Pero Josaba,[4] que era hija del rey y esposa del sacerdote Joyadá, raptó a Joás hijo de Ocozías cuando los príncipes estaban a punto de ser asesinados. Metiéndolo en un dormitorio con su nodriza, logró esconderlo de Atalía, de modo que no lo mataron. Hizo esto porque era la hermana de Ocozías. 12  Seis años estuvo Joás escondido con ellos en el templo de Dios, mientras Atalía reinaba en el país.

                         NOTAS:

1. 22:2 nieta. Lit. hija.
2. 22:6 Ramot. Lit. Ramá (variante de este nombre).
3. 22:6 Ocozías (mss. hebreos, LXX, Siríaca; véase 2R 8:29); Azarías (TM).
4. 22:11 Josaba. Lit. Josabet (variante de este nombre).

2 Crónicas 23

1  En el séptimo año, el sacerdote Joyadá se armó de valor y convocó a los siguientes capitanes: Azarías hijo de Jeroán, Ismael hijo de Johanán, Azarías hijo de Obed, Maseías hijo de Adaías, y Elisafat hijo de Zicrí. 2  Éstos recorrieron todo el país convocando a los levitas de todos los pueblos de Judá y a los jefes de las familias de Israel, para que fueran a Jerusalén. 3  Allí toda la asamblea reunida en el templo de Dios hizo un *pacto con el rey.
Joyadá les dijo: "Aquí tienen al hijo del rey. Él es quien debe reinar, tal como lo prometió el Señor a los descendientes de David. 4  Así que hagan lo siguiente: Una tercera parte de ustedes, los sacerdotes y levitas que están de servicio el *sábado, hará la guardia en las puertas; 5  otra tercera parte permanecerá en el palacio real, y la tercera parte restante ocupará la puerta de los Cimientos, mientras que todo el pueblo estará en los atrios del templo. 6  Sólo los sacerdotes y levitas que estén de servicio entrarán en el templo, pues ellos están consagrados; nadie más podrá entrar. El pueblo deberá obedecer el precepto del Señor. 7  Arma en mano, los levitas rodearán por completo al rey; y si alguien se atreve a entrar al templo, mátenlo. ¡No dejen solo al rey, vaya donde vaya!"
8  Los levitas y todos los habitantes de Judá cumplieron con todo lo que el sacerdote Joyadá les había ordenado. Cada uno reunió a sus hombres, tanto a los que estaban de servicio el sábado como a los que estaban libres, pues el sacerdote Joyadá no eximió a ninguno de los turnos. 9  Éste repartió entre los capitanes las lanzas y los escudos grandes y pequeños del rey David, que estaban guardados en el templo de Dios, 10  y luego colocó en sus puestos a todos. Cada uno, arma en mano, protegía al rey cerca del altar y desde el lado sur hasta el lado norte del templo. 11  Luego sacaron al hijo del rey, le pusieron la corona, le entregaron una copia del pacto[1] y lo proclamaron rey. Joyadá y sus hijos lo ungieron y gritaron: "¡Viva el rey!"
12  Cuando Atalía oyó la gritería del pueblo que corría y aclamaba al rey, fue al templo del Señor, donde estaba la gente. 13  Allí vio al rey de pie, junto a la columna de la entrada, y a los capitanes y músicos a su lado. Toda la gente tocaba alegre las trompetas, y los cantores, acompañados de instrumentos musicales, dirigían la alabanza. Al ver esto, Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: "¡Traición! ¡Traición!"
14  Entonces el sacerdote Joyadá, como no quería que la mataran en el templo del Señor, hizo que salieran los capitanes que estaban al mando de las fuerzas, y les ordenó: "¡Sáquenla de entre las filas! Y si alguien se pone de su lado, ¡mátenlo a filo de espada!" 15  Así que la apresaron y la llevaron al palacio por la puerta de la caballería, y allí la mataron.
16  Luego Joyadá hizo un pacto con toda la gente y con el rey, para que fueran el pueblo del Señor. 17  Entonces toda la gente fue al templo de *Baal y lo derribó. Destruyeron los altares y los ídolos, y en frente de los altares degollaron a Matán, sacerdote de Baal.
18  Después Joyadá apostó guardias en el templo del Señor, bajo las órdenes de los sacerdotes y levitas. A éstos David les había asignado sus turnos para que ofrecieran al Señor los *holocaustos, como está escrito en la *ley de Moisés, y para que cantaran con gozo, como lo había ordenado David. 19  También colocó porteros en la entrada del templo del Señor, para que le impidieran el paso a todo el que estuviera *impuro.
20  Acto seguido, Joyadá, acompañado de los capitanes, los nobles, los gobernadores y todo el pueblo, llevó al rey desde el templo del Señor hasta el palacio real, pasando por la puerta superior, y sentaron a Joás en el trono real. 21  Todo el pueblo estaba alegre, y tranquila la ciudad, pues habían matado a Atalía a filo de espada.

                         NOTAS:

1. 23:11 le pusieron ... pacto. Alt. le pusieron la corona y las insignias.

2 Crónicas 24


Joás, rey de Judá

1  Joás tenía siete años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre era Sibia, oriunda de Berseba. 2  Mientras el sacerdote Joyadá vivió, Joás hizo lo que agradaba al Señor. 3  Joyadá eligió dos esposas para Joás, y con ellas Joás tuvo hijos e hijas.
4  Algún tiempo después, Joás decidió reparar el templo del Señor. 5  Reunió a los sacerdotes y a los levitas, y les dijo: "Vayan por las ciudades de Judá y recojan dinero de todos los israelitas, para reparar cada año el templo de su Dios. Háganlo inmediatamente."
Sin embargo, los levitas fueron negligentes. 6  Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joyadá y le dijo: "¿Por qué no has presionado a los levitas para que vayan y recojan en Judá y en Jerusalén la contribución que Moisés, siervo del Señor, y la asamblea de Israel impusieron para la Tienda del *pacto?"
7  Resulta que la malvada de Atalía y sus hijos habían destrozado el templo de Dios, y hasta habían ofrecido a los *baales los objetos sagrados del templo del Señor. 8  Por eso el rey ordenó que se hiciera un cofre y se colocara afuera, junto a la puerta del templo del Señor. 9  Luego mandó que se pregonara por Judá y Jerusalén que trajeran al Señor la contribución que Moisés, siervo del Señor, había ordenado a Israel en el desierto.
10  Todos los jefes y todo el pueblo llevaron alegremente sus contribuciones, y las depositaron en el cofre hasta llenarlo. 11  Los levitas llevaban el cofre a los funcionarios del rey, para que lo examinaran. Cuando veían que había mucho dinero, se presentaban el secretario real y un oficial nombrado por el sumo sacerdote y, luego de vaciar el cofre, volvían a colocarlo en su lugar. Esto lo hacían todos los días, y así recogieron mucho dinero. 12  El rey y Joyadá entregaban el dinero a los que supervisaban la restauración del templo del Señor, y éstos contrataban canteros, carpinteros, y expertos en el manejo del hierro y del bronce, para repararlo.
13  Los supervisores de la restauración trabajaron diligentemente hasta terminar la obra. Repararon el templo del Señor y lo dejaron en buen estado y conforme al diseño original. 14  Cuando terminaron, le llevaron al rey y a Joyadá el dinero que sobró, y éstos lo utilizaron para hacer utensilios para el templo del Señor: utensilios para el culto y para los *holocaustos, y cucharones y vasos de oro y de plata.
Todos los días, mientras Joyadá vivió, se ofrecieron holocaustos en el templo del Señor. 15  Pero Joyadá envejeció, y murió muy anciano. Cuando murió, tenía ciento treinta años. 16  Fue sepultado junto con los reyes en la Ciudad de David, porque había servido bien a Israel y a Dios y su templo.


Depravación de Joás

17  Después de que Joyadá murió, los jefes de Judá se presentaron ante el rey para rendirle homenaje, y él escuchó sus consejos. 18  Abandonaron el templo del Señor, Dios de sus antepasados, y adoraron las imágenes de *Aserá y de los ídolos. Debido a este pecado, la ira de Dios cayó sobre Judá y Jerusalén. 19  El Señor les envió profetas para que los exhortaran a volver a él, pero no les hicieron caso.
20  El Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, y éste, presentándose ante el pueblo, declaró: "Así dice Dios el Señor: ¿Por qué desobedecen mis mandamientos? De ese modo no prosperarán. Como me han abandonado, yo también los abandonaré."
21-22  Pero ellos conspiraron contra Zacarías hijo de Joyadá y, por orden del rey, lo mataron a pedradas en el atrio del templo del Señor. Así fue como el rey Joás, no tomando en cuenta la bondad de Joyadá, mató a su hijo Zacarías, quien al morir dijo: "¡Que el Señor vea esto y te juzgue!"
23  Al cabo de un año, las tropas *sirias marcharon contra Joás, invadieron Judá y Jerusalén y, después de matar a los jefes del pueblo, enviaron todo el botín al rey de Damasco. 24  Aunque el ejército sirio era pequeño, el Señor permitió que derrotara a un ejército muy numeroso, porque los habitantes de Judá habían abandonado al Señor, Dios de sus antepasados. De esta manera Joás recibió el castigo que merecía.
25  Cuando los sirios se retiraron, dejando a Joás gravemente herido, sus servidores conspiraron contra él y lo mataron en su propia cama, vengando así la muerte del hijo del sacerdote Joyadá. Luego lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en el panteón de los reyes. 26  Los que conspiraron contra Joás fueron Zabad hijo de Simat el amonita, y Jozabad hijo de Simrit el moabita.
27  Todo lo relacionado con los hijos de Joás, con las muchas profecías en su contra y con la restauración del templo de Dios, está escrito en el comentario sobre el libro de los reyes. Su hijo Amasías lo sucedió en el trono.

2 Crónicas 25


Amasías, rey de Judá

1  Amasías tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Joadán, oriunda de Jerusalén. 2  Amasías hizo lo que agrada al Señor, aunque no de todo *corazón. 3  Después de afianzarse en el poder, Amasías mató a los ministros que habían asesinado a su padre el rey. 4  Sin embargo, según lo que ordenó el Señor, no mató a los hijos de los asesinos, pues está escrito en el libro de la *ley de Moisés: "A los padres no se les dará muerte por la culpa de sus hijos, ni a los hijos se les dará muerte por la culpa de sus padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado."[1]
5  Amasías reunió a los de Judá, y puso al frente de todo Judá y Benjamín jefes de mil y de cien soldados, agrupados según sus familias patriarcales. Censó a los hombres mayores de veinte años, y resultó que había trescientos mil hombres aptos para ir a la guerra y capaces de manejar la lanza y el escudo. 6  Además, por la suma de tres mil trescientos kilos[2] de plata contrató a cien mil guerreros valientes de Israel.
7  Pero un hombre de Dios fue a verlo y le dijo:
Su Majestad, no permita que el ejército de Israel vaya con usted, porque el Señor no está con esos efraimitas. 8  Si usted va con ellos, Dios lo derribará en la cara misma de sus enemigos aunque luche valerosamente, porque Dios tiene poder para ayudar y poder para derribar.
9  Amasías le preguntó al hombre de Dios:
¿Qué va a pasar con los tres mil trescientos kilos de plata que pagué al ejército de Israel?
El Señor puede darle a usted mucho más que eso respondió.
10  Entonces Amasías dio de baja a las tropas israelitas que habían llegado de Efraín, y las hizo regresar a su país. A raíz de eso, las tropas se enojaron mucho con Judá y regresaron furiosas a sus casas.
11  Armándose de valor, Amasías guió al ejército hasta el valle de la Sal, donde mató a diez mil hombres de Seír. 12  El ejército de Judá capturó vivos a otros diez mil. A éstos los hicieron subir a la cima de una roca, y desde allí los despeñaron. Todos murieron destrozados.
13  Mientras esto sucedía, las tropas que Amasías había dado de baja se lanzaron contra las ciudades de Judá, y desde Samaria hasta Bet Jorón mataron a tres mil personas y se llevaron un enorme botín.
14  Cuando Amasías regresó de derrotar a los edomitas, se llevó consigo los dioses de los habitantes de Seír y los adoptó como sus dioses, adorándolos y quemándoles incienso. 15  Por eso el Señor se encendió en ira contra Amasías y le envió un profeta con este mensaje:
¿Por qué sigues a unos dioses que no pudieron librar de tus manos a su propio pueblo?
16  El rey interrumpió al profeta y le replicó:
¿Y quién te ha nombrado consejero del rey? Si no quieres que te maten, ¡no sigas fastidiándome!
El profeta se limitó a añadir:
Sólo sé que, por haber hecho esto y por no seguir mi consejo, Dios ha resuelto destruirte.
17  Sin embargo, Amasías, rey de Judá, siguiendo el consejo de otros, envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz y nieto de Jehú, rey de Israel, con este reto: "¡Ven acá, para que nos enfrentemos!"
18  Pero Joás, rey de Israel, le respondió a Amasías, rey de Judá: "El cardo del Líbano le mandó este mensaje al cedro: ¡Entrega a tu hija como esposa a mi hijo! Pero luego pasaron por allí las fieras del Líbano, y aplastaron al cardo. 19  Tú te jactas de haber derrotado a los edomitas; ¡el éxito se te ha subido a la cabeza! Está bien, jáctate si quieres, pero quédate en casa. ¿Para qué provocas una desgracia que significará tu perdición y la de Judá?"
20  Como estaba en los planes de Dios entregar a Amasías en poder del enemigo por haber seguido a los dioses de Edom, Amasías no le hizo caso a Joás. 21  Entonces Joás, rey de Israel, marchó a Bet Semes, que está en Judá, para enfrentarse con él. 22  Los israelitas batieron a los de Judá, y éstos huyeron a sus hogares. 23  En Bet Semes, Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás y nieto de Joacaz.[3] Luego fue a Jerusalén y derribó ciento ochenta metros[4] de la muralla, desde la puerta de Efraín hasta la puerta de la Esquina. 24  Además, se apoderó de todo el oro, la plata y los utensilios que estaban en el templo de Dios bajo el cuidado de Obed Edom. También se llevó los tesoros del palacio real, tomó rehenes y regresó a Samaria.
25  Amasías hijo de Joás, rey de Judá, sobrevivió quince años a Joás hijo de Joacaz, rey de Israel. 26  Los demás acontecimientos del reinado de Amasías, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27  Desde el momento en que Amasías abandonó al Señor, se tramó una conspiración contra él en Jerusalén. Entonces Amasías huyó a Laquis, pero lo persiguieron y allí lo mataron. 28  Luego lo llevaron a caballo hasta la capital de Judá, donde fue sepultado con sus antepasados.

                         NOTAS:

1. 25:4 Dt 24:16
2. 25:6 tres mil trescientos kilos. Lit. cien *talentos; también en v. 9.
3. 25:23 Joacaz es otra forma del nombre Ocozías.
4. 25:23 ciento ochenta metros. Lit. cuatrocientos *codos.

2 Crónicas 26


Uzías, rey de Judá

1  Todo el pueblo de Judá tomó entonces a Uzías, que tenía dieciséis años, y lo proclamó rey en lugar de su padre Amasías. 2  Y fue Uzías quien, después de la muerte del rey Amasías, reconstruyó la ciudad de Elat y la reintegró a Judá.
3  Uzías tenía dieciséis años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y dos años. Su madre era Jecolías, oriunda de Jerusalén. 4  Uzías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Amasías 5  y, mientras vivió Zacarías, quien lo instruyó en el temor de Dios, se empeñó en buscar al Señor. Mientras Uzías buscó a Dios, Dios le dio prosperidad.
6  Uzías marchó contra los filisteos, y destruyó los muros de Gat, Jabnia y Asdod. Además, construyó ciudades en la región de Asdod, entre los filisteos. 7  Dios lo ayudó en su guerra contra los filisteos, contra los árabes que vivían en Gur Baal, y contra los meunitas. 8  Los amonitas fueron tributarios de Uzías, y éste llegó a tener tanto poder que su fama se difundió hasta la frontera de Egipto.
9  Uzías también construyó y fortificó torres en Jerusalén, sobre las puertas de la Esquina y del Valle, y en el ángulo del muro. 10  Así mismo, construyó torres en el desierto y cavó un gran número de pozos, pues tenía mucho ganado en la llanura y en la meseta. Tenía también labradores y viñadores que trabajaban en las montañas y en los valles, pues era un amante de la agricultura.
11  Uzías contaba con un ejército que salía a la guerra por escuadrones, de acuerdo con el censo hecho por el cronista Jeyel y por el oficial Maseías, bajo la dirección de Jananías, funcionario del rey. 12  El total de los jefes de familia era de dos mil seiscientos, todos ellos guerreros valientes. 13  Bajo el mando de éstos había un ejército bien entrenado, compuesto por trescientos siete mil quinientos soldados, que combatían con mucho valor para apoyar al rey en su lucha contra los enemigos. 14  A ese ejército Uzías lo dotó de escudos, lanzas, cascos, corazas, arcos y hondas. 15  Construyó en Jerusalén unas máquinas diseñadas por hombres ingeniosos, y las colocó en las torres y en las esquinas de la ciudad para disparar flechas y piedras de gran tamaño. Con la poderosa ayuda de Dios, Uzías llegó a ser muy poderoso y su fama se extendió hasta muy lejos.
16  Sin embargo, cuando aumentó su poder, Uzías se volvió arrogante, lo cual lo llevó a la desgracia. Se rebeló contra el Señor, Dios de sus antepasados, y se atrevió a entrar en el templo del Señor para quemar incienso en el altar. 17  Detrás de él entró el sumo sacerdote Azarías, junto con ochenta sacerdotes del Señor, todos ellos hombres valientes, 18  quienes se le enfrentaron y le dijeron: "No corresponde a Su Majestad quemar el incienso al Señor. Ésta es función de los sacerdotes descendientes de Aarón, pues son ellos los que están consagrados para quemar el incienso. Salga usted ahora mismo del santuario, pues ha pecado, y así Dios el Señor no va a honrarlo."
19  Esto enfureció a Uzías, quien tenía en la mano un incensario listo para ofrecer el incienso. Pero en ese mismo instante, allí en el templo del Señor, junto al altar del incienso y delante de los sacerdotes, la frente se le cubrió de *lepra. 20  Al ver que Uzías estaba leproso, el sumo sacerdote Azarías y los demás sacerdotes lo expulsaron de allí a toda prisa. Es más, él mismo se apresuró a salir, pues el Señor lo había castigado.
21  El rey Uzías se quedó leproso hasta el día de su muerte. Tuvo que vivir aislado en su casa,[1] y le prohibieron entrar en el templo del Señor. Su hijo Jotán quedó a cargo del palacio y del gobierno del país.
22  Los demás acontecimientos del reinado de Uzías, desde el primero hasta el último, los escribió el profeta Isaías hijo de Amoz. 23  Cuando Uzías murió, fue sepultado con sus antepasados en un campo cercano al panteón de los reyes, pues padecía de lepra. Y su hijo Jotán lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 26:21 aislado en su casa. Lit. en casa de libertad; es decir, libre de responsabilidades.

2 Crónicas 27


Jotán, rey de Judá

1  Jotán tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Su madre era Jerusa hija de Sadoc. 2  Jotán hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su padre Uzías, pero no iba al templo del Señor. El pueblo, por su parte, continuó con sus prácticas corruptas. 3  Jotán fue quien reconstruyó la puerta superior del templo del Señor. Hizo también muchas obras en el muro de Ofel, 4  construyó ciudades en las montañas de Judá, y fortalezas y torres en los bosques.
5  Jotán le declaró la guerra al rey de los amonitas y lo venció. Durante tres años consecutivos, los amonitas tuvieron que pagarle un tributo anual de cien barras[1] de plata, diez mil cargas de trigo y diez mil cargas[2] de cebada.
6  Jotán llegó a ser poderoso porque se propuso obedecer al Señor su Dios.
7  Los demás acontecimientos del reinado de Jotán, y sus guerras y su conducta, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. 8  Tenía Jotán veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dieciséis años. 9  Cuando murió, fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Acaz lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 27:5 barras. Lit. *talentos.
2. 27:5 cargas ... cargas. Lit. *coros ... coros.

2 Crónicas 28


Acaz, rey de Judá

1  Acaz tenía veinte años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dieciséis años. Pero a diferencia de su antepasado David, Acaz no hizo lo que agrada al Señor. 2  Al contrario, siguió el mal ejemplo de los reyes de Israel, y también hizo imágenes fundidas de los *baales. 3  Así mismo, quemó incienso en el valle de Ben Hinón y sacrificó en el fuego a sus hijos, según las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado al paso de los israelitas. 4  También ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los *santuarios paganos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.
5  Por eso el Señor su Dios lo entregó al poder del rey de *Siria. Los sirios lo derrotaron, y capturaron una gran cantidad de prisioneros que se llevaron a Damasco.
Acaz también cayó en poder del rey de Israel, quien le infligió una gran derrota. 6  En un solo día, Pecaj hijo de Remalías mató en Judá a ciento veinte mil hombres, todos ellos soldados valientes, porque los habitantes de Judá habían abandonado al Señor, Dios de sus antepasados. 7  Zicrí, un guerrero de Efraín, mató a Maseías, hijo del rey, a Azricán, oficial encargado del palacio, y a Elcaná, que era el oficial más importante después del rey. 8  De entre sus hermanos de Judá, los israelitas capturaron a doscientas mil personas, incluyendo a mujeres, niños y niñas. Además, se apoderaron de un enorme botín, que se llevaron a Samaria.
9  Había allí un hombre llamado Oded, que era profeta del Señor. Cuando el ejército regresaba a Samaria, este profeta salió a su encuentro y les dijo:
El Señor, Dios de sus antepasados, entregó a los de Judá en manos de ustedes, porque estaba enojado con ellos. Pero ustedes los mataron con tal furia, que repercutió en el cielo. 10  Y como si fuera poco, ¡ahora pretenden convertir a los habitantes de Judá y de Jerusalén en sus esclavos! ¿Acaso no son también ustedes culpables de haber pecado contra el Señor su Dios? 11  Por tanto, háganme caso: dejen libres a los prisioneros. ¿Acaso no son sus propios hermanos? ¡La ira del Señor se ha encendido contra ustedes!
12  Entonces Azarías hijo de Johanán, Berequías hijo de Mesilemot, Ezequías hijo de Salún, y Amasá hijo de Hadlay, que eran jefes de los efraimitas, se enfrentaron a los que regresaban de la guerra 13  y les dijeron:
No traigan aquí a los prisioneros, porque eso nos haría culpables ante el Señor. ¿Acaso pretenden aumentar nuestros pecados y nuestras faltas? ¡Ya es muy grande nuestra culpa, y la ira del Señor se ha encendido contra Israel!
14  Así que los soldados dejaron libres a los prisioneros, y pusieron el botín a los pies de los jefes y de toda la asamblea. 15  Algunos fueron nombrados para que se hicieran cargo de los prisioneros, y con la ropa y el calzado del botín vistieron a todos los que estaban desnudos. Luego les dieron de comer y de beber, y les untaron aceite. Finalmente, a los que estaban débiles los montaron en burros y los llevaron a Jericó, la ciudad de las palmeras, para reunirlos con sus hermanos. Después, aquellos hombres volvieron a Samaria.
16  En aquel tiempo, el rey Acaz solicitó la ayuda de los reyes de Asiria, 17  porque los edomitas habían atacado nuevamente a Judá y se habían llevado algunos prisioneros. 18  Por su parte, los filisteos saquearon las ciudades de Judá que estaban en la llanura y en el Néguev, se apoderaron de Bet Semes, Ayalón, Guederot, Soco, Timná y Guimzó, junto con sus respectivas aldeas, y se establecieron en ellas. 19  Así fue como el Señor humilló a Judá, por culpa de Acaz su rey,[1] quien permitió el desenfreno en Judá y se rebeló totalmente contra el Señor.
20  Tiglat Piléser, rey de Asiria, en vez de apoyar a Acaz, marchó contra él y empeoró su situación. 21  Entonces Acaz le entregó al rey de Asiria todo lo que había de valor en el templo del Señor, en el palacio real y en las casas de sus oficiales; pero eso de nada le sirvió. 22  Y a pesar de encontrarse tan presionado, el rey Acaz se empecinó en su rebelión contra el Señor. 23  Incluso ofreció sacrificios a los dioses de Damasco que lo habían derrotado, pues pensó: "Como los dioses de Siria ayudan a sus reyes, también me ayudarán a mí si les ofrezco sacrificios." Pero esos dioses fueron su ruina y la de todo Israel. 24  Acaz también juntó y despedazó los utensilios del templo del Señor, cerró sus puertas e hizo construir altares en cada esquina de Jerusalén. 25  Y en todas las ciudades de Judá hizo construir *santuarios paganos para quemar incienso a otros dioses, ofendiendo así al Señor, Dios de sus antepasados.
26  Los demás acontecimientos de su reinado, desde el primero hasta el último, lo mismo que su conducta, están escritos en el libro de los reyes de Judá y de Israel. 27  Acaz murió y fue sepultado en la ciudad de Jerusalén, pero no en el panteón de los reyes de Israel. Su hijo Ezequías lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 28:19 su rey. Lit. rey de Israel. En este libro se usa con frecuencia el nombre de Israel para referirse a Judá.

2 Crónicas 29


Ezequías, rey de Judá

1  Ezequías tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén veintinueve años. Su madre era Abías hija de Zacarías. 2  Ezequías hizo lo que agrada al Señor, pues en todo siguió el buen ejemplo de su antepasado David.
3  En el mes primero del primer año de su reinado, Ezequías mandó que se abrieran las puertas del templo del Señor, y las reparó. 4  En la plaza oriental convocó a los sacerdotes y a los levitas, 5  y les dijo:

"¡Levitas, escúchenme! *Purifíquense ustedes, y purifiquen también el templo del Señor, Dios de sus antepasados, y saquen las cosas profanas que hay en el santuario. 6  Es un hecho que nuestros antepasados se rebelaron e hicieron lo que ofende al Señor nuestro Dios, y que lo abandonaron. Es también un hecho que le dieron la espalda al Señor, y que despreciaron el lugar donde él habita. 7  Así mismo, cerraron las puertas del atrio, apagaron las lámparas, y dejaron de quemar incienso y de ofrecer *holocaustos en el santuario al Dios de Israel.
8  "¡Por eso la ira del Señor cayó sobre Judá y Jerusalén, y los convirtió en objeto de horror, de desolación y de burla, tal como ustedes pueden verlo ahora con sus propios ojos! 9  ¡Por eso nuestros antepasados murieron a filo de espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados al cautiverio!
10  "Yo me propongo ahora hacer un *pacto con el Señor, Dios de Israel, para que retire de nosotros su ardiente ira. 11  Así que, hijos míos, no sean negligentes, pues el Señor los ha escogido a ustedes para que estén en su presencia, y le sirvan, y sean sus ministros y le quemen incienso."

12  Éstos son los levitas que se dispusieron a trabajar:

De los descendientes de Coat:
Mahat hijo de Amasay, y Joel hijo de Azarías.
De los descendientes de Merari:
Quis hijo de Abdí, y Azarías hijo de Yalelel.
De los descendientes de Guersón:
Joa hijo de Zimá, y Edén hijo de Joa.
13  De los descendientes de Elizafán:
Simri y Jeyel.
De los descendientes de Asaf:
Zacarías y Matanías.
14  De los descendientes de Hemán:
Jehiel y Simí.
De los descendientes de Jedutún:
Semaías y Uziel.

15  Éstos reunieron a sus parientes, se purificaron y entraron en el templo del Señor para purificarlo, cumpliendo así la orden del rey, según las palabras del Señor. 16  Después los sacerdotes entraron al interior del templo del Señor para purificarlo. Sacaron al atrio del templo todos los objetos paganos[1] que encontraron allí, y los levitas los recogieron y los arrojaron al arroyo de Cedrón. 17  Comenzaron a purificar el templo el primer día del mes primero, y al octavo día ya habían llegado al pórtico del templo. Para completar la purificación emplearon otros ocho días, de modo que terminaron el día dieciséis del mes primero.
18  Más tarde, se presentaron ante el rey Ezequías y le dijeron: "Ya hemos purificado el templo del Señor, el altar de los holocaustos con sus utensilios, y la mesa para el *pan de la Presencia con sus utensilios. 19  Además, hemos reparado y purificado todos los utensilios que, en su rebeldía, el rey Acaz profanó durante su reinado, y los hemos puesto ante el altar del Señor."
20  El rey Ezequías se levantó muy de mañana, reunió a los jefes de la ciudad y se fue con ellos al templo del Señor. 21  Llevaron siete bueyes, siete carneros y siete corderos; además, como ofrenda por el pecado del reino, del santuario y de Judá, llevaron siete machos cabríos. El rey ordenó a los sacerdotes descendientes de Aarón que los ofrecieran en holocausto sobre el altar del Señor. 22  Los sacerdotes mataron los toros, recogieron la sangre y la rociaron sobre el altar; luego mataron los carneros y rociaron la sangre sobre el altar; después mataron los corderos y rociaron la sangre sobre el altar. 23  Finalmente, a los machos cabríos de la ofrenda por el pecado los llevaron y los colocaron delante del rey y de la asamblea para que pusieran las manos sobre ellos; 24  luego los mataron y rociaron la sangre sobre el altar como una ofrenda por el pecado de todo Israel, pues el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio por el pecado se ofrecieran por todo Israel.
25  Ezequías instaló también a los levitas en el templo del Señor, con música de címbalos, arpas y liras, tal como lo habían ordenado David, Natán el profeta, y Gad, el vidente del rey. Este mandato lo dio el Señor por medio de sus profetas.
26  Los levitas estaban de pie con los instrumentos musicales de David, y los sacerdotes, con las trompetas. 27  Entonces Ezequías ordenó que se ofreciera el holocausto sobre el altar. En cuanto comenzó el holocausto, comenzaron también los cantos al Señor y el toque de trompetas, acompañados de los instrumentos musicales de David, rey de Israel. 28  Toda la asamblea permaneció postrada hasta que terminó el holocausto, mientras los cantores entonaban los cantos y los trompetistas hacían resonar sus instrumentos.
29  Cuando terminaron de ofrecer el holocausto, el rey y todos los que estaban con él se postraron para adorar al Señor. 30  El rey Ezequías y los jefes les ordenaron a los levitas que cantaran al Señor las alabanzas que David y Asaf el vidente habían compuesto. Los levitas lo hicieron con alegría, y se postraron en adoración.
31  Luego Ezequías dijo: "Ahora que ustedes se han consagrado al Señor, acérquense y preséntenle en su templo los sacrificios y las ofrendas de acción de gracias." 32  Así que la asamblea llevó setenta bueyes, cien carneros y doscientos corderos, para ofrecerlos en holocausto al Señor. 33  También se consagraron seiscientos bueyes y tres mil ovejas. 34  Pero como los sacerdotes eran pocos y no podían desollar tantos animales, sus parientes levitas tuvieron que ayudarlos para terminar el trabajo, a fin de que los otros sacerdotes pudieran purificarse, pues los levitas habían sido más diligentes en purificarse que los sacerdotes. 35  Se ofrecieron muchos holocaustos, además de la grasa de los sacrificios de *comunión y de las libaciones para cada holocausto.
Así fue como se restableció el culto en el templo del Señor. 36  Y Ezequías y todo el pueblo se regocijaron de que Dios hubiera preparado al pueblo para hacerlo todo con rapidez.

                         NOTAS:

1. 29:16 todos los objetos paganos. Lit. toda la *impureza.

2 Crónicas 30


Celebración de la Pascua

1  Ezequías escribió cartas a todo Israel y Judá, incluyendo a las tribus de Efraín y Manasés, y se las envió, para que acudieran al templo del Señor en Jerusalén a celebrar la Pascua del Señor, Dios de Israel. 2  El rey, los jefes y toda la asamblea habían decidido celebrar la Pascua en el mes segundo. 3  No pudieron hacerlo en la fecha correspondiente porque muchos de los sacerdotes aún no se habían *purificado, y el pueblo no se había reunido en Jerusalén. 4  Como la propuesta les agradó al rey y a la asamblea, 5  acordaron pregonar por todo Israel, desde Dan hasta Berseba, que todos debían acudir a Jerusalén para celebrar la Pascua del Señor, Dios de Israel, pues muchos no la celebraban como está prescrito.
6  Los mensajeros salieron por todo Israel y Judá con las cartas del rey y de sus oficiales, y de acuerdo con la orden del rey iban proclamando:

"Israelitas, vuélvanse al Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, para que él se vuelva al remanente de ustedes, que escapó del poder de los reyes de Asiria. 7  No sean como sus antepasados, ni como sus hermanos, que se rebelaron contra el Señor, Dios de sus antepasados. Por eso él los convirtió en objeto de burla, como ahora lo pueden ver. 8  No sean tercos, como sus antepasados. Sométanse al Señor, y entren en su santuario, que él consagró para siempre. Sirvan al Señor su Dios, para que él retire su ardiente ira. 9  Si se vuelven al Señor, sus hermanos y sus hijos serán tratados con benevolencia por aquellos que los tienen cautivos, y podrán regresar a esta tierra. El Señor su Dios es compasivo y misericordioso. Si ustedes se vuelven a él, jamás los abandonará."

10  Los mensajeros recorrieron toda la región de Efraín y Manasés de ciudad en ciudad, hasta llegar a la región de Zabulón, pero todos se reían y se burlaban de ellos. 11  No obstante, algunos de las tribus de Aser, Manasés y Zabulón se humillaron y fueron a Jerusalén. 12  También los habitantes de Judá, movidos por Dios, cumplieron unánimes la orden del rey y de los jefes, conforme a la palabra del Señor.
13  En el mes segundo, una inmensa muchedumbre se reunió en Jerusalén para celebrar la fiesta de los Panes sin levadura. 14  Quitaron los altares que había en Jerusalén y los altares donde se quemaba incienso, y los arrojaron al arroyo de Cedrón.
15  El día catorce del mes segundo celebraron[1] la Pascua. Los sacerdotes y los levitas, compungidos, se purificaron y llevaron *holocaustos al templo del Señor, 16  después de lo cual ocuparon sus respectivos puestos, conforme a la *ley de Moisés, hombre de Dios. Los levitas entregaban la sangre a los sacerdotes, y éstos la rociaban. 17  Como muchos de la asamblea no se habían purificado, para consagrarlos al Señor los levitas tuvieron que matar por ellos los corderos de la Pascua. 18  En efecto, mucha gente de Efraín, de Manasés, de Isacar y de Zabulón participó de la comida pascual sin haberse purificado, con lo que transgredieron lo prescrito. Pero Ezequías oró así a favor de ellos: "Perdona, buen Dios, 19  a todo el que se ha empeñado de todo *corazón en buscarte a ti, Señor, Dios de sus antepasados, aunque no se haya purificado según las normas de *santidad." 20  Y el Señor escuchó a Ezequías y perdonó[2] al pueblo.
21  Los israelitas que se encontraban en Jerusalén celebraron con mucho gozo, y durante siete días, la fiesta de los Panes sin levadura. Los levitas y los sacerdotes alababan al Señor todos los días, y le entonaban cantos al son de sus instrumentos musicales. 22[3]  Y Ezequías felicitó a los levitas que habían tenido una buena disposición para servir al Señor.
Durante siete días celebraron la fiesta y participaron de la comida pascual, ofreciendo sacrificios de *comunión y alabando al Señor, Dios de sus antepasados. 23  Pero toda la asamblea acordó prolongar la fiesta siete días más, y llenos de gozo celebraron esos siete días. 24  Ezequías, rey de Judá, le obsequió a la asamblea mil bueyes y siete mil ovejas, y también los jefes regalaron mil bueyes y diez mil ovejas. Y muchos más sacerdotes se purificaron. 25  Toda la asamblea de Judá estaba alegre, lo mismo que todos los sacerdotes, levitas y extranjeros que habían llegado de Israel, así como los que vivían en Judá. 26  Desde la época de Salomón hijo de David, rey de Israel, no se había celebrado en Jerusalén una fiesta tan alegre. 27  Después los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y el Señor los escuchó; su oración llegó hasta el cielo, el *santo lugar donde Dios habita.

                         NOTAS:

1. 30:15 celebraron. Lit. sacrificaron.
2. 30:20 perdonó. Lit. sanó.
3. 30:21 sus instrumentos musicales. Lit. los instrumentos poderosos del Señor.

2 Crónicas 31

1  Cuando terminó la fiesta, todos los israelitas que estaban allí recorrieron las ciudades de Judá para derribar las piedras sagradas y las imágenes de la diosa *Aserá. También derribaron por completo los altares y los *santuarios paganos que había en los territorios de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés. Después de eso, todos ellos regresaron a sus ciudades, cada uno a su propiedad.


Reorganización del culto

2  Ezequías les asignó turnos a los sacerdotes y levitas, para que cada uno sirviera según su oficio, y así ofreciera los *holocaustos y los sacrificios de *comunión, oficiara en el culto, cantara las alabanzas al Señor, o sirviera en las puertas del templo[1] del Señor. 3  El rey destinó parte de sus bienes para los holocaustos matutinos y vespertinos, y para los holocaustos de los *sábados, de luna nueva y de las fiestas solemnes, como está escrito en la *ley del Señor. 4  También ordenó que los habitantes de Jerusalén entregaran a los sacerdotes y a los levitas la parte que les correspondía, para que pudieran dedicarse a la ley del Señor. 5  Tan pronto como se dio la orden, los israelitas entregaron en abundancia las *primicias del trigo, del vino, del aceite, de la miel y de todos los productos del campo. También dieron en abundancia el diezmo de todo. 6  De igual manera, los habitantes de Israel y los que vivían en las ciudades de Judá entregaron el diezmo de bueyes y ovejas, y de todas aquellas cosas que eran consagradas al Señor su Dios, y todo lo colocaron en montones. 7  Comenzaron a formar los montones en el mes tercero, y terminaron en el séptimo. 8  Cuando Ezequías y sus oficiales fueron y vieron los montones, bendijeron al Señor y a su pueblo Israel.
9  Entonces Ezequías pidió a los sacerdotes y a los levitas que le informaran acerca de esos montones, 10  y el sumo sacerdote Azarías, descendiente de Sadoc, le contestó: "Desde que el pueblo comenzó a traer sus ofrendas al templo del Señor, hemos tenido suficiente comida y nos ha sobrado mucho, porque el Señor ha bendecido a su pueblo. En esos montones está lo que ha sobrado."
11  Ezequías ordenó entonces que prepararan unos depósitos en el templo del Señor, y así lo hicieron. 12  Y todos llevaron fielmente las ofrendas, los diezmos y los dones consagrados. El encargado de administrar todo esto era el levita Conanías, y su hermano Simí le ayudaba. 13  El rey Ezequías y Azarías, que administraba el templo de Dios, nombraron como inspectores a Jehiel, Azazías, Najat, Asael, Jerimot, Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaías, y los pusieron bajo las órdenes de Conanías y su hermano Simí. 14  El levita Coré hijo de Imná, guardián de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas voluntarias que se hacían al Señor, y de distribuir las ofrendas del Señor y los dones consagrados. 15  Bajo sus órdenes estaban Edén, Minjamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías. Éstos se hallaban en las ciudades de los sacerdotes y, según sus turnos, distribuían fielmente las ofrendas entre sus compañeros, grandes y pequeños. 16  Se distribuían entre los varones de tres años para arriba que estuvieran inscritos en el registro genealógico y que prestaran diariamente sus servicios en el templo del Señor, según sus respectivos turnos y oficios. 17  A los sacerdotes se les registraba de acuerdo con sus familias patriarcales, y a los levitas mayores de veinte años, de acuerdo con sus oficios y turnos. 18  En el registro se incluían los niños pequeños, las mujeres, los hijos y las hijas, es decir, todo el grupo, ya que se mantenían fielmente consagrados. 19  Además, en todas las ciudades había personas encargadas de repartir las porciones entre los sacerdotes descendientes de Aarón, y entre los levitas que estaban inscritos en el registro y que vivían en las aldeas de sus ciudades.
20  Eso mismo hizo Ezequías en todo Judá, actuando con bondad, rectitud y fidelidad ante el Señor su Dios. 21  Todo lo que emprendió para el servicio del templo de Dios, lo hizo de todo *corazón, de acuerdo con la ley y el mandamiento de buscar a Dios, y tuvo éxito.

                         NOTAS:

1. 31:2 templo. Lit. campamento.

2 Crónicas 32


Senaquerib invade Judá

1  Después de semejante muestra de fidelidad por parte de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, marchó contra Judá y sitió las ciudades fortificadas, dispuesto a conquistarlas. 2  Cuando Ezequías se enteró de que Senaquerib se dirigía también hacia Jerusalén con el propósito de atacarla, 3  se reunió con sus jefes civiles y militares y les propuso cegar los manantiales que había fuera de la ciudad, y ellos lo apoyaron. 4  Entonces se juntó mucha gente, y entre todos cegaron los manantiales y el arroyo que atravesaba la región, pues no querían que al llegar los reyes de Asiria encontraran agua en abundancia.
5  Armándose de valor, Ezequías reconstruyó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres sobre ella; también construyó un muro exterior, fortificó los terraplenes[1] de la Ciudad de David, y mandó fabricar muchas lanzas y escudos. 6  Luego puso jefes militares al frente del ejército y, luego de reunirlos en la plaza frente a la *puerta de la ciudad, los arengó con estas palabras: 7  "¡Cobren ánimo y ármense de valor! No se asusten ni se acobarden ante el rey de Asiria y su numeroso ejército, porque nosotros contamos con alguien que es más poderoso. 8  Él se apoya en la fuerza *humana, mientras que nosotros contamos con el Señor nuestro Dios, quien nos brinda su ayuda y pelea nuestras batallas." Al oír las palabras de Ezequías, rey de Judá, el pueblo se tranquilizó.
9  Senaquerib, que en ese momento se hallaba en Laquis con todo su ejército, envió a sus oficiales para que les dijeran a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén:

10  "Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué basan su confianza para permanecer dentro de Jerusalén, que ya es una ciudad sitiada? 11  ¿No se dan cuenta de que Ezequías los va a hacer morir de hambre y de sed? Él los está engañando cuando les dice que el Señor su Dios los librará de mis manos. 12  ¿No fue acaso Ezequías mismo quien eliminó los *santuarios y los altares paganos, y luego ordenó a Judá y Jerusalén adorar en un solo altar, y sólo en él quemar incienso? 13  ¿Es que no se han dado cuenta de lo que yo y mis antepasados les hemos hecho a todas las naciones de la tierra? ¿Acaso los dioses de esas naciones pudieron librarlas de mi mano? 14  Pues así como ninguno de los dioses de esas naciones que mis antepasados *destruyeron por completo pudo librarlas de mi mano, tampoco este dios de ustedes podrá librarlos de mí. 15  ¡No se dejen engañar ni seducir por Ezequías! ¡No le crean! Si ningún dios de esas naciones y reinos pudo librarlos de mi poder y del poder de mis antepasados, ¡mucho menos el dios de ustedes podrá librarlos a ustedes de mi mano! "

16  Los oficiales de Senaquerib siguieron hablando contra Dios el Señor y contra su siervo Ezequías. 17  Además, Senaquerib escribió una carta en la que insultaba al Señor, Dios de Israel, en estos términos: "Así como los dioses de otras naciones no han podido librarlas de mi mano, tampoco ese dios de Ezequías podrá librar de mi mano a su pueblo."
18  Los oficiales de Senaquerib les gritaban a voz en cuello a los habitantes de Jerusalén que estaban en la muralla. Lo hacían en lengua hebrea, para infundirles miedo y así poder conquistar la ciudad. 19  Y se referían al Dios de Jerusalén como si fuera igual a los dioses de las otras naciones de la tierra, fabricados por manos humanas.
20  Por ese motivo, el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz clamaron al cielo en oración. 21  Entonces el Señor envió un ángel para que exterminara a todos los soldados y a los jefes y capitanes del campamento del rey de Asiria, y éste tuvo que volver avergonzado a su país. Al entrar en el templo de su dios, sus propios hijos lo asesinaron.
22  Así salvó el Señor a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asiria, y de todos sus enemigos, y les dio *paz en todas sus fronteras. 23  Entonces muchos fueron a Jerusalén con ofrendas para el Señor y regalos para Ezequías, rey de Judá. De este modo aumentó el prestigio de Ezequías entre todas las naciones.


Enfermedad y curación de Ezequías

24  Por aquellos días Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a punto de morir. Entonces oró al Señor, quien le respondió y le dio una señal extraordinaria. 25  Pero Ezequías no correspondió al favor recibido, sino que se llenó de orgullo. Eso hizo que el Señor se encendiera en ira contra él, y contra Judá y Jerusalén. 26  Luego Ezequías, junto con los habitantes de Jerusalén, se *arrepintió de su orgullo, y mientras él vivió, el Señor no volvió a derramar su ira contra ellos.


Prosperidad y muerte de Ezequías

27  Ezequías llegó a tener muchas riquezas y a gozar de gran prestigio. Acumuló grandes cantidades de plata, oro, piedras preciosas, perfumes, escudos y toda clase de objetos valiosos. 28  Tenía depósitos para almacenar trigo, vino y aceite, establos para toda clase de ganado, y rediles para los rebaños. 29  También edificó ciudades, y era dueño de inmensos rebaños de ganado mayor y menor, pues Dios le concedió muchísimos bienes.
30  Ezequías fue también quien cegó la salida superior de las aguas de Guijón y las desvió por un canal subterráneo hacia la parte occidental de la Ciudad de David. En fin, Ezequías tuvo éxito en todas las obras que emprendió. 31  Sin embargo, cuando los príncipes de Babilonia enviaron una embajada para investigar acerca de la señal extraordinaria que había tenido lugar en el país, Dios se retiró de Ezequías para probarlo y descubrir todo lo que había en su *corazón.
32  Los demás acontecimientos del reinado de Ezequías, incluyendo sus hazañas, están escritos en la visión del profeta Isaías hijo de Amoz y en el libro de los reyes de Judá e Israel. 33  Ezequías murió y fue sepultado con sus antepasados en la parte superior del panteón de los descendientes de David. Todos los habitantes de Judá y de Jerusalén le rindieron honores. Y su hijo Manasés lo sucedió en el trono.

                         NOTAS:

1. 32:5 los terraplenes. Alt. el Milo.

2 Crónicas 33


Manasés, rey de Judá

1  Manasés tenía doce años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. 2  Pero hizo lo que ofende al Señor, pues practicó las repugnantes ceremonias de las naciones que el Señor había expulsado al paso de los israelitas. 3  Reconstruyó los *santuarios paganos que su padre Ezequías había derribado; además, erigió altares en honor de los *baales e hizo imágenes de la diosa *Aserá. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró. 4  Construyó altares en el templo del Señor, lugar del cual el Señor había dicho: "En Jerusalén habitaré para siempre." 5  En ambos atrios del templo del Señor construyó altares en honor de los astros del cielo. 6  Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la magia, la hechicería y la adivinación, y consultó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando así su ira.
7  Tomó la imagen del ídolo que había hecho y lo puso en el templo de Dios, lugar del cual Dios había dicho a David y a su hijo Salomón: "En este templo en Jerusalén, la ciudad que he escogido de entre todas las tribus de Israel, habitaré para siempre. 8  Nunca más arrojaré a los israelitas de la tierra en que establecí a sus antepasados, siempre y cuando tengan cuidado de cumplir todo lo que les he ordenado, es decir, toda la *ley, los estatutos y los mandamientos que les di por medio de Moisés." 9  Manasés descarrió a los habitantes de Judá y de Jerusalén, de modo que se condujeron peor que las naciones que el Señor destruyó al paso de los israelitas.
10  El Señor les habló a Manasés y a su pueblo, pero no le hicieron caso. 11  Por eso el Señor envió contra ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, los cuales capturaron a Manasés y lo llevaron a Babilonia sujeto con garfios y cadenas de bronce. 12  Estando en tal aflicción, imploró al Señor, Dios de sus antepasados, y se humilló profundamente ante él. 13  Oró al Señor, y él escuchó sus súplicas y le permitió regresar a Jerusalén y volver a reinar. Así Manasés reconoció que sólo el Señor es Dios.
14  Después de esto, Manasés construyó una alta muralla exterior en la Ciudad de David, la cual iba desde el oeste de Guijón, en el valle, hasta la puerta del Pescado, y rodeaba Ofel. Además, colocó jefes militares en todas las ciudades fortificadas de Judá 15  y sacó del templo del Señor los dioses extranjeros y el ídolo, arrojando fuera de la ciudad todos los altares que había construido en el monte del templo del Señor y en Jerusalén. 16  Luego reconstruyó el altar del Señor, y en él ofreció sacrificios de *comunión y de acción de gracias, y le ordenó a Judá que sirviera al Señor, Dios de Israel. 17  Sin embargo, el pueblo siguió ofreciendo sacrificios en los *santuarios paganos, aunque se los ofrecían sólo al Señor su Dios.
18  Los demás acontecimientos del reinado de Manasés, incluso su oración a Dios y las palabras de los profetas que le hablaban en *nombre del Señor, Dios de Israel, están escritos en las crónicas de los reyes de Israel. 19  Su oración y la respuesta que recibió, como también todos sus pecados y rebeldías, los sitios donde erigió santuarios paganos y colocó las imágenes de la diosa *Aserá y de otros ídolos, lo cual hizo antes de su humillación, todo esto está escrito en las crónicas de Jozay. 20  Manasés murió y fue sepultado en su palacio, y su hijo Amón lo sucedió en el trono.
Amón, rey de Judá
21  Amón tenía veintidós años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén dos años. 22  Pero hizo lo que ofende al Señor, como lo había hecho su padre Manasés, y ofreció sacrificios a todos los ídolos que había hecho su padre, y los adoró. 23  Pero, a diferencia de su padre Manasés, no se humilló ante el Señor, sino que multiplicó sus pecados.
24  Los ministros de Amón conspiraron contra él y lo asesinaron en su palacio. 25  A su vez, la gente mató a todos los que habían conspirado contra él, y en su lugar proclamaron rey a su hijo Josías.

2 Crónicas 34


Josías, rey de Judá

1  Josías tenía ocho años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén treinta y un años. 2  Josías hizo lo que agrada al Señor, pues siguió el buen ejemplo de su antepasado David; no se desvió de él en el más mínimo detalle.
3  En el año octavo de su reinado, siendo aún muy joven, Josías comenzó a buscar al Dios de su antepasado David. En el año duodécimo empezó a *purificar a Judá y a Jerusalén, quitando los *santuarios paganos, las imágenes de la diosa *Aserá, y los ídolos y las imágenes de metal fundido. 4  En su presencia fueron destruidos los altares de los *baales y los altares sobre los que se quemaba incienso; también fueron despedazadas las imágenes para el culto a Aserá, y los ídolos y las imágenes de metal fundido fueron reducidos a polvo, el cual fue esparcido sobre las tumbas de los que les habían ofrecido sacrificios. 5  Quemó sobre los altares los huesos de los sacerdotes, purificando así a Judá y a Jerusalén. 6  Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y Neftalí, y en sus alrededores. 7  En toda la región de Israel destruyó los altares, redujo a polvo los ídolos y las imágenes de la diosa Aserá, y derribó los altares para quemar incienso. Luego regresó a Jerusalén.
8  En el año dieciocho de su reinado, después de haber purificado el país y el templo, Josías envió a Safán hijo de Asalías y a Maseías, gobernador de la ciudad, junto con el secretario Joa hijo de Joacaz, a que repararan el templo del Señor su Dios. 9  Éstos se presentaron ante el sumo sacerdote Jilquías y le entregaron el dinero que había sido recaudado en el templo del Señor, y que los levitas porteros habían recibido de los habitantes de Manasés y Efraín, y de todo el resto de Israel, Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. 10  Luego entregaron el dinero a los que supervisaban la restauración del templo, y éstos se lo dieron a los trabajadores que estaban reparando y restaurando el templo del Señor. 11  También les dieron dinero a los carpinteros y albañiles, a fin de que compraran piedras de cantera y madera para las vigas de los edificios que los reyes de Judá habían dejado deteriorar.
12  Estos hombres realizaban su trabajo con honradez. Los que estaban al frente de ellos eran los levitas Yajat y Abdías, descendientes de Merari, y Zacarías y Mesulán, descendientes de Coat. Los levitas, que eran hábiles en tocar instrumentos de música, 13  eran los jefes de los cargadores y de todos los que trabajaban en la obra, fuera cual fuera su tarea. Entre los levitas había cronistas, oficiales y porteros.


Hallazgo del libro de la ley

14  Al sacar el dinero recaudado en el templo del Señor, el sacerdote Jilquías encontró el libro de la *ley del Señor, dada por medio de Moisés. 15  Jilquías le dijo al cronista Safán: "He encontrado el libro de la ley en el templo del Señor." Entonces se lo entregó, 16  y Safán se lo llevó al rey. Le dijo:
Majestad, sus servidores están haciendo todo cuanto se les ha encargado. 17  Han recogido el dinero[1] que estaba en el templo del Señor, y se lo han entregado a los supervisores y a los trabajadores.
18  En sus funciones de cronista, Safán también informó al rey que el sumo sacerdote Jilquías le había entregado un libro, el cual leyó en presencia del rey.
19  Cuando el rey oyó las palabras de la ley, se rasgó las vestiduras en señal de duelo 20  y dio esta orden a Jilquías, a Ajicán hijo de Safán, a Abdón hijo de Micaías, al cronista Safán y a Asaías, su ministro personal:
21  Con respecto a lo que dice este libro que se ha encontrado, vayan a consultar al Señor por mí y por el remanente de Israel y de Judá. Sin duda que la gran ira del Señor se ha derramado contra nosotros porque nuestros antepasados no tuvieron en cuenta su palabra, ni actuaron según lo que está escrito en este libro.
22  Jilquías y los demás comisionados del rey fueron a consultar a la profetisa Huldá, que vivía en el barrio nuevo de Jerusalén. Huldá era la esposa de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo de Ticvá[2] y nieto de Jarjás.
23  Huldá les contestó: "Así dice el Señor, Dios de Israel: Díganle al que los ha enviado 24  que yo, el Señor, les advierto: 'Voy a enviar una desgracia sobre este lugar y sus habitantes, y haré que se cumplan todas las maldiciones que están escritas en el libro que se ha leído ante el rey de Judá. 25  Ellos me han abandonado; han quemado incienso a otros dioses, y con todos sus ídolos[3] han provocado mi furor. Por eso arde mi ira contra este lugar, y no se apagará. 26  Pero al rey de Judá, que los envió para consultarme, díganle que yo, el Señor, Dios de Israel, digo en cuanto a las palabras que él ha oído: 27  'Como te has conmovido y humillado ante mí al escuchar lo que he anunciado contra este lugar y sus habitantes, y te has rasgado las vestiduras y has llorado en mi presencia, yo te he escuchado. Yo, el Señor, lo afirmo. 28  Por lo tanto, te reuniré con tus antepasados, y serás sepultado en *paz. Tus ojos no verán la desgracia que voy a enviar sobre este lugar y sobre sus habitantes.  "
Así que ellos regresaron para informar al rey.


Renovación del pacto

29  Entonces el rey mandó convocar a todos los *ancianos de Judá y Jerusalén. 30  Acompañado de todos los habitantes de Judá y de Jerusalén, de los sacerdotes, de los levitas y, en fin, de la nación entera, desde el más grande hasta el más pequeño, el rey subió al templo del Señor y, en presencia de ellos, leyó todo lo que dice el libro del *pacto que fue hallado en el templo del Señor. 31  Después se puso de pie, junto a la columna del rey, y ante el Señor renovó el pacto. Se comprometió a seguir al Señor y a poner en práctica, de todo *corazón y con toda el *alma, sus mandamientos, preceptos y decretos, cumpliendo así las palabras del pacto escritas en este libro. 32  Después hizo que todos los que se encontraban en Jerusalén y en Benjamín confirmaran el pacto. Y así los habitantes de Jerusalén actuaron según el pacto del Dios de sus antepasados.
33  Josías suprimió todas las costumbres detestables que había en todo el territorio de los israelitas, e hizo que todos los que se hallaban en Israel adoraran al Señor su Dios. Mientras Josías vivió, no abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados.

                         NOTAS:

1. 34:17 recogido el dinero. Lit. fundido la plata.
2. 34:22 Ticvá (mss. de LXX y Siríaca; véase 2R 22:14); Tocat (TM).
3. 34:25 todos sus ídolos. Lit. todas las obras de sus manos.

2 Crónicas 35


Celebración de la Pascua

1  Josías celebró en Jerusalén la Pascua del Señor. El día catorce del mes primero celebraron la Pascua. 2  Josías asignó las funciones a los sacerdotes y los animó a dedicarse al servicio del templo del Señor. 3  A los levitas, que eran los encargados de enseñar a los israelitas y que estaban consagrados al Señor, les dijo: "Pongan el arca sagrada en el templo que construyó Salomón hijo de David, rey de Israel, para que ya no tengan que llevarla sobre los hombros. Sirvan al Señor su Dios y a su pueblo Israel. 4  Organícense en turnos, según sus familias patriarcales, de acuerdo con las instrucciones que dejaron por escrito David, rey de Israel, y su hijo Salomón. 5  Ocupen sus puestos en el santuario, conforme a las familias patriarcales de sus hermanos israelitas, de manera que a cada grupo de familias del pueblo corresponda un grupo de levitas. 6  Celebren la Pascua, conságrense y preparen todo para sus hermanos, y cumplan con lo que el Señor ordenó por medio de Moisés."
7  De sus propios bienes, Josías obsequió a todo el pueblo allí presente unos treinta mil corderos y cabritos y tres mil bueyes, para que celebraran la Pascua. 8  También los jefes hicieron sus donativos para el pueblo y para los sacerdotes y levitas. Por su parte, Jilquías, Zacarías y Jehiel, oficiales del templo de Dios, entregaron a los sacerdotes dos mil seiscientos animales de ganado menor y trescientos bueyes, para celebrar la Pascua. 9  Conanías y sus hermanos Semaías y Natanael, y Jasabías, Jeyel y Josabad, jefes de los levitas, entregaron a los levitas cinco mil animales de ganado menor y quinientos bueyes.
10  Una vez preparada la ceremonia, los sacerdotes ocuparon sus puestos, y los levitas se organizaron según sus turnos, conforme a la orden del rey. 11  Al sacrificar los animales para la Pascua, los sacerdotes rociaban la sangre y los levitas desollaban los animales. 12  Luego entregaban a cada familia patriarcal del pueblo la porción que ésta debía ofrecerle al Señor, como está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con los bueyes. 13  Después asaron los animales para la Pascua, conforme al mandamiento; además, cocieron las otras ofrendas en ollas, calderos y sartenes, y las repartieron rápidamente entre toda la gente. 14  Luego prepararon la Pascua para ellos mismos y para los sacerdotes descendientes de Aarón. Los levitas tuvieron que prepararla para ellos mismos y para los sacerdotes porque éstos estuvieron ocupados hasta la noche ofreciendo los *holocaustos y la grasa.
15  Los cantores descendientes de Asaf ocuparon sus puestos, de acuerdo con lo que habían dispuesto David, Asaf, Hemán y Jedutún, vidente del rey. También los porteros permanecieron en sus respectivas puertas, y no tuvieron que abandonar sus puestos de servicio, pues sus compañeros levitas les prepararon la Pascua.
16  Así se organizó aquel día el servicio del Señor para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos en el altar del Señor, tal como lo había ordenado el rey Josías. 17  En aquella ocasión, los israelitas allí presentes celebraron durante siete días la fiesta de la Pascua y la de los Panes sin levadura. 18  Desde la época del profeta Samuel no se había celebrado una Pascua semejante, y ninguno de los reyes había celebrado una Pascua así, como lo hizo Josías con los sacerdotes y levitas, con los habitantes de Judá y de Israel allí presentes, y con los de Jerusalén. 19  Esta Pascua se celebró en el año dieciocho del reinado de Josías.


Muerte de Josías

20  Tiempo después de que Josías terminó la restauración del templo, Necao, rey de Egipto, salió a presentar batalla en Carquemis, ciudad que está junto al río Éufrates, pero Josías le salió al paso. 21  Necao envió mensajeros a decirle: "No te entrometas, rey de Judá. Hoy no vengo a luchar contra ti, sino contra la nación que me hace la guerra. Dios, que está de mi parte, me ha ordenado que me apresure. Así que no interfieras con Dios, para que él no te destruya."
22  Josías no le hizo caso a la advertencia que Dios le dio por medio de Necao; al contrario, en vez de retirarse, se disfrazó y fue a la llanura de Meguido para pelear con Necao. 23  Como los arqueros le dispararon, el rey Josías les dijo a sus servidores: "Sáquenme de aquí, porque estoy gravemente herido." 24  Sus servidores lo sacaron del carro en que estaba y lo trasladaron a otro carro, y lo llevaron a Jerusalén. Allí murió, y fue sepultado en el panteón de sus antepasados. Y todo Judá y todo Jerusalén hicieron duelo por él.
25  Jeremías compuso un lamento por la muerte de Josías; además, hasta este día todos los cantores y las cantoras aluden a Josías en sus cantos fúnebres. Estos cantos, que se han hecho populares en Israel, forman parte de las Lamentaciones.
26  Los demás acontecimientos del reinado de Josías, sus actos piadosos acordes con la *ley del Señor, 27  y sus hechos, desde el primero hasta el último, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá.

2 Crónicas 36


Joacaz, rey de Judá

1  Entonces el pueblo tomó a Joacaz hijo de Josías y lo proclamó rey en Jerusalén, en lugar de su padre. 2  Joacaz tenía veintitrés años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses. 3  Sin embargo, el rey de Egipto lo quitó del trono para que no reinara en Jerusalén, y le impuso al país un tributo de cien barras de plata y una barra[1] de oro. 4  Luego hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Eliaquín, hermano de Joacaz, y le dio el nombre de Joacim. En cuanto a Joacaz, Necao se lo llevó a Egipto.
Joacim, rey de Judá
5  Joacim tenía veinticinco años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años, pero hizo lo que ofende al Señor su Dios. 6  Por eso Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó contra Joacim y lo llevó a Babilonia sujeto con cadenas de bronce. 7  Además, Nabucodonosor se llevó a Babilonia los utensilios del templo del Señor y los puso en su templo en Babilonia.
8  Los demás acontecimientos del reinado de Joacim, y sus pecados y todo cuanto le sucedió, están escritos en el libro de los reyes de Israel y de Judá. Y su hijo Joaquín lo sucedió en el trono.
Joaquín, rey de Judá
9  Joaquín tenía dieciocho[2] años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén tres meses y diez días, pero hizo lo que ofende al Señor. 10  Por eso, a comienzos del año el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, junto con los utensilios más valiosos del templo del Señor, e hizo reinar sobre Judá y Jerusalén a Sedequías, pariente de Joaquín.
Sedequías, rey de Judá
11  Sedequías tenía veintiún años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén once años, 12  pero hizo lo que ofende al Señor su Dios. No se humilló ante el profeta Jeremías, que hablaba en *nombre del Señor, 13  y además se rebeló contra el rey Nabucodonosor, a quien había jurado lealtad. Sedequías fue terco y, en su obstinación, no quiso volverse al Señor, Dios de Israel.
14  También los jefes de los sacerdotes y el pueblo aumentaron su maldad, pues siguieron las prácticas detestables de los países vecinos y *contaminaron el templo que el Señor había consagrado para sí en Jerusalén. 15  Por amor a su pueblo y al lugar donde habita, el Señor, Dios de sus antepasados, con frecuencia les enviaba advertencias por medio de sus mensajeros. 16  Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, tenían en poco sus palabras, y se mofaban de sus profetas. Por fin, el Señor desató su ira contra el pueblo, y ya no hubo remedio.


La caída de Jerusalén

17  Entonces el Señor envió contra ellos al rey de los *babilonios, quien dentro del mismo templo mató a espada a los jóvenes, y no tuvo compasión de jóvenes ni de doncellas, ni de adultos ni de ancianos. A todos se los entregó Dios en sus manos. 18  Todos los utensilios del templo de Dios, grandes y pequeños, más los tesoros del templo y los del rey y de sus oficiales, fueron llevados a Babilonia. 19  Incendiaron el templo de Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, prendieron fuego a sus palacios y destruyeron todos los objetos de valor que allí había.
20  A los que se salvaron de la muerte, el rey se los llevó a Babilonia, y fueron esclavos suyos y de sus hijos hasta el establecimiento del reino persa. 21  De este modo se cumplió la palabra que el Señor había pronunciado por medio de Jeremías. La tierra disfrutó de su descanso sabático todo el tiempo que estuvo desolada, hasta que se cumplieron setenta años.


Decreto de Ciro

22  En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, el Señor dispuso el corazón del rey para que éste promulgara un decreto en todo su reino y así se cumpliera la palabra del Señor por medio del profeta Jeremías. Tanto oralmente como por escrito, el rey decretó lo siguiente:

23  "Esto es lo que ordena Ciro, rey de Persia:

"El Señor, Dios del cielo, que me ha dado todos los reinos de la tierra, me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Judá. Por tanto, cualquiera que pertenezca a Judá, que se vaya, y que el Señor su Dios lo acompañe."
                         NOTAS:

1. 36:3 barras ... una barra. Lit. *talentos ... un talento.
2. 36:9 dieciocho (un ms. hebreo, mss. de LXX y Siríaca; véase 2R 24:8); ocho (TM).

Esdras 1


Esdras



Decreta de Ciro

1  En el primer año del reinado de Ciro, rey de Persia, el Señor dispuso el corazón del rey para que éste promulgara un decreto en todo su reino y así se cumpliera la palabra del Señor por medio del profeta Jeremías. Tanto oralmente como por escrito, el rey decretó lo siguiente:

2  "Esto es lo que ordena Ciro, rey de Persia:

"El Señor, Dios del cielo, que me ha dado todos los reinos de la tierra, me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Judá. 3  Por tanto, cualquiera que pertenezca a Judá, vaya a Jerusalén a construir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén; y que Dios lo acompañe. 4  También ordeno que los habitantes de cada lugar donde haya judíos sobrevivientes los ayuden dándoles plata y oro, bienes y ganado, y ofrendas voluntarias para el templo de Dios en Jerusalén."


El regreso de los judíos

5  Entonces los jefes de familia de Benjamín y de Judá, junto con los sacerdotes y levitas, es decir, con todos aquellos en cuyo corazón Dios puso el deseo de construir el templo, se dispusieron a ir a Jerusalén. 6  Todos sus vecinos los ayudaron con plata y oro, bienes y ganado, objetos valiosos y todo tipo de ofrendas voluntarias. 7  Además, el rey Ciro hizo sacar los utensilios que Nabucodonosor se había llevado del templo del Señor en Jerusalén y había depositado en el templo de su dios. 8[1]  Ciro los entregó a su tesorero Mitrídates, el cual los contó y se los pasó a Sesbasar, jefe de Judá.
9  El inventario de dichos utensilios fue el siguiente:

tazones de oro 30
tazones de plata 1.000
cuchillos 29
10  tazas de oro 30
tazas de plata 410
objetos diversos 1.000

11  En total fueron cinco mil cuatrocientos los utensilios de oro y de plata. Todos estos objetos los llevó Sesbasar a Jerusalén cuando a los deportados se les permitió regresar de Babilonia.

                         NOTAS:

1. 1:7 su dios. Alt. sus dioses.

Esdras 2


Lista de los que regresaron

1  La siguiente es la lista de la gente de la provincia que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado cautiva a Babilonia, y a la que se le permitió regresar a Jerusalén y a Judá. Cada uno volvió a su propia población 2  en compañía de Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Relaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baná.

Ésta es la lista de los israelitas que regresaron:

3  de Parós 2.172
4  de Sefatías 372
5  de Araj 775
6  de Pajat Moab, es decir, de Jesúa y Joab 2.812
7  de Elam 1.254
8  de Zatú 945
9  de Zacay 760
10  de Baní 642
11  de Bebay 623
12  de Azgad 1.222
13  de Adonicán 666
14  de Bigvay 2.056
15  de Adín 454
16  de Ater, es decir, de Ezequías 98
17  de Bezay 323
18  de Jorá 112
19  de Jasún 223
20  de Guibar 95
21  de Belén 123
22  de Netofa 56
23  de Anatot 128
24  de Azmávet 42
25  de Quiriat Yearín, Cafira y Berot 743
26  de Ramá y Gueba 621
27  de Micmás 122
28  de Betel y de Hai 223
29  de Nebo 52
30  de Magbís 156
31  del otro Elam 1.254
32  de Jarín 320
33  de Lod, Jadid y Ono 725
34  de Jericó 345
35  de Sená 3.630

36  De los sacerdotes descendientes de Jedaías, de la familia de Jesúa 973
37  de Imer 1052
38  de Pasur 1247
39  de Jarín 1017

40  De los levitas descendientes de Jesúa y de Cadmiel, que pertenecían a la familia de Hodavías 74

41  De los cantores descendientes de Asaf 128

42  De los porteros descendientes de Salún, Ater, Talmón, Acub, Jatitá y Sobay 139

43  Los servidores del templo eran de las familias de Zijá, Jasufá, Tabaot, 44  Querós, Sigajá, Padón, 45  Lebaná, Jagabá, Acub, 46  Jagab, Salmay, Janán, 47  Guidel, Gajar, Reaías, 48  Rezín, Necoda, Gazán, 49  Uza, Paseaj, Besay, 50  Asena, Meunín, Nefusín, 51  Bacbuc, Jacufá, Jarjur, 52  Baslut, Mejidá, Jarsa, 53  Barcós, Sísara, Temá, 54  Neziaj y Jatifá.

55  Los descendientes de los servidores de Salomón eran de las familias de Sotay, Soféret, Peruda, 56  Jalá, Darcón, Guidel, 57  Sefatías, Jatil, Poquéret Hasebayin y Amón.

58  Los servidores del templo y de los descendientes de los servidores de Salomón 392

59  Los siguientes regresaron de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no pudieron demostrar ascendencia israelita:

60  De los descendientes de Delaías, Tobías y Necoda 652

61  De entre los sacerdotes, los siguientes tampoco pudieron demostrar su ascendencia israelita: los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (este último se casó con una de las hijas de un galaadita llamado Barzilay, del cual tomó su nombre). 62  Éstos buscaron sus registros genealógicos, pero como no los encontraron, fueron excluidos del sacerdocio. 63  A ellos el gobernador les prohibió comer de los alimentos sagrados hasta que un sacerdote decidiera su suerte por medio del *urim y el tumim.

64  El número total de los miembros de la asamblea era de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas, 65  sin contar a esclavos y esclavas, que sumaban siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras. 66  Tenían además setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas, 67  cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte burros.

68  Cuando llegaron al templo del Señor en Jerusalén, algunos jefes de familia dieron donativos para que se reconstruyera el templo del Señor en el mismo sitio. 69  De acuerdo con sus capacidades económicas dieron, para la obra de reconstrucción, cuatrocientos ochenta y ocho kilos[1] de oro, dos mil setecientos cincuenta kilos[2] de plata y cien túnicas sacerdotales.
70  Los sacerdotes, los levitas y algunos del pueblo se establecieron en Jerusalén,[3] en tanto que los cantores, los porteros, los servidores del templo y los demás israelitas se fueron a vivir a sus propias poblaciones.

                         NOTAS:

1. 2:69 cuatrocientos ochenta y ocho kilos. Lit. sesenta y un mil *dracmas.
2. 2:69 dos mil setecientos cincuenta y dos kilos. Lit. cinco mil *minas.
3. 2:70 en Jerusalén (LXX, 3 Esdras 5:46); en sus ciudades (TM).

Esdras 3


Restauración del altar

1  En el mes séptimo, cuando ya todos los israelitas se habían establecido en sus poblaciones, se reunió el pueblo en Jerusalén con un mismo propósito. 2  Entonces Jesúa hijo de Josadac con sus parientes, que eran sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel con sus parientes empezaron a construir el altar del Dios de Israel para ofrecer *holocaustos, según lo estipulado en la *ley de Moisés, hombre de Dios. 3  A pesar del miedo que tenían de los pueblos vecinos, colocaron el altar en su mismo sitio. Y todos los días, por la mañana y por la tarde, ofrecían holocaustos al Señor. 4  Luego, según lo estipulado en la ley, celebraron la fiesta de las *Enramadas, ofreciendo el número de holocaustos prescrito para cada día, 5  como también los holocaustos diarios, los de luna nueva, los de las fiestas solemnes ordenadas por el Señor, y los que el pueblo le ofrecía voluntariamente. 6  A pesar de que aún no se habían echado los cimientos del templo, desde el primer día del mes séptimo el pueblo comenzó a ofrecer holocaustos al Señor.


Se comienza la reconstrucción del templo

7  Luego dieron dinero a los albañiles y carpinteros. A los de Sidón y Tiro les dieron comida, bebida y aceite para que por mar llevaran madera de cedro desde el Líbano hasta Jope, conforme a la autorización que había dado Ciro, rey de Persia. 8  Zorobabel hijo de Salatiel, y Jesúa hijo de Josadac, junto con el resto de sus parientes, que eran sacerdotes, y con los levitas y con todos los que habían regresado del cautiverio, comenzaron la reconstrucción del templo en el mes segundo del segundo año de haber llegado a Jerusalén. A los levitas mayores de veinte años les encomendaron la tarea de supervisar las obras del templo del Señor. 9  Entonces Jesúa, junto con sus hijos y hermanos, y Cadmiel y sus hijos, que eran descendientes de Hodavías,[1] y los descendientes de Henadad, y sus hijos y hermanos, que eran levitas, se unieron para supervisar a los obreros que trabajaban en el templo de Dios.
10  Cuando los constructores echaron los cimientos del templo del Señor, los sacerdotes llegaron con sus vestimentas sagradas y los levitas descendientes de Asaf, con sus platillos, ocuparon su lugar para alabar al Señor, según lo establecido por David, rey de Israel. 11  Todos daban gracias al Señor, y a una le cantaban esta alabanza: "Dios es bueno; su gran amor por Israel perdura para siempre." Y todo el pueblo alabó con grandes aclamaciones al Señor, porque se habían echado los cimientos del templo. 12  Muchos de los sacerdotes, levitas y jefes de familia, que eran ya ancianos y habían conocido el primer templo, prorrumpieron en llanto cuando vieron los cimientos del nuevo templo, mientras muchos otros gritaban de alegría. 13  Y no se podía distinguir entre los gritos de alegría y las voces de llanto, pues la gente gritaba a voz en cuello, y el ruido se escuchaba desde muy lejos.

                         NOTAS:

1. 3:9 Hodavías (lectura probable; véase 2:40); Judá (TM).

Esdras 4


Oposición samaritana

1  Cuando los enemigos del pueblo de Judá y de Benjamín se enteraron de que los repatriados estaban reconstruyendo el templo del Señor, Dios de Israel, 2  se presentaron ante Zorobabel y ante los jefes de familia y les dijeron:
Permítannos participar en la reconstrucción, pues nosotros, al igual que ustedes, hemos buscado a su Dios y le hemos ofrecido *holocaustos desde el día en que Esarjadón, rey de Asiria, nos trajo acá.
3  Pero Zorobabel, Jesúa y los jefes de las familias de Israel les respondieron:
No podemos permitir que ustedes se unan a nosotros en la reconstrucción del templo de nuestro Dios. Nosotros solos nos encargaremos de reedificar el templo para el Señor, Dios de Israel, tal como lo decretó Ciro, rey de Persia.
4  Entonces los habitantes de la región comenzaron a desanimar e intimidar a los de Judá para que abandonaran la reconstrucción. 5  Y hasta llegaron a sobornar a algunos de los consejeros para impedirles llevar a cabo sus planes. Esto sucedió durante todo el reinado de Ciro, rey de Persia, y hasta el reinado de Darío, que también fue rey de Persia.
6  También al comienzo del reinado de Jerjes,[1] aquellos enemigos enviaron una carta en la cual acusaban a los habitantes de Judá y de Jerusalén. 7  Luego, cuando Artajerjes llegó a ser rey de Persia, también a él Bislán, Mitrídates, Tabel y sus demás compañeros le enviaron una carta, que fue traducida al arameo.
8  Además, el comandante Rejún y el cronista Simsay enviaron a Artajerjes una carta en contra de los habitantes de Jerusalén. La carta decía:

9  El comandante Rejún y el cronista Simsay escriben esta carta, junto con sus compañeros los jueces, gobernadores y funcionarios de Persia, Érec, Babilonia y Susa (es decir, Elam). 10  Esta carta la suscriben también las demás naciones que el grande y noble Asnapar llevó cautivas y estableció en la ciudad de Samaria y en las otras provincias al oeste del río Éufrates.

11  Al rey Artajerjes, de parte de sus siervos que habitan al oeste del río Éufrates:

12  Sepa Su Majestad que los judíos enviados por usted han llegado a Jerusalén y están reconstruyendo esa ciudad rebelde y mala. Ya están echados los cimientos.
13  Sepa también Su Majestad que si esta gente reconstruye la ciudad y termina la muralla, sus habitantes se rebelarán y no pagarán tributos, ni impuestos ni contribución alguna, lo cual sería perjudicial para el tesoro real. 14  Como nosotros somos vasallos de Su Majestad,[2] no podemos permitir que se le deshonre. Por eso le enviamos esta denuncia. 15  Pida Su Majestad que se investigue en los archivos donde están las crónicas de los reyes que lo han precedido. Así comprobará que esta ciudad ha sido rebelde y nociva para los reyes y las provincias, y que fue destruida porque hace ya mucho tiempo allí se fraguaron sediciones. 16  Por eso le advertimos que, si esa ciudad es reconstruida y la muralla levantada, Su Majestad perderá el dominio de la región al oeste del Éufrates.

17  En respuesta, el rey les escribió:

Al comandante Rejún y al cronista Simsay, y al resto de sus compañeros que viven en Samaria y en las otras regiones al oeste del río Éufrates:

Saludos.

18  La carta que ustedes enviaron ha sido traducida y leída en mi presencia. 19  Di orden de investigar en los archivos y, en efecto, se encontró que anteriormente en dicha ciudad se fraguaron sediciones y se tramaron rebeliones contra los reyes; 20  que en Jerusalén hubo reyes poderosos, gobernantes de toda la región al oeste del río Éufrates, a quienes se les pagaban impuestos, tributos y rentas. 21  Por eso, ordénenles a esos hombres que cesen sus labores, que suspendan la reconstrucción de la ciudad, hasta que yo promulgue un nuevo edicto. 22  Sean diligentes en hacer cumplir esta orden, para que no crezca la amenaza de perjuicio a los intereses reales.

23  En cuanto la carta del rey Artajerjes se leyó en presencia de Rejún, del cronista Simsay y de sus compañeros, todos ellos fueron a Jerusalén y, por la fuerza de las armas, obligaron a los judíos a detener la obra. 24  De este modo el trabajo de reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén quedó suspendido hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.

                         NOTAS:

1. 4:6 Jerjes. Hebreo Asuero; véase nota en Est 1:1.
2. 4:14 somos vasallos de Su Majestad. Lit. comemos la sal del palacio.

Esdras 5


Se reinicia la reconstrucción del templo

1  Los profetas Hageo y Zacarías hijo de Idó profetizaron a los judíos que estaban en Judá y Jerusalén, en el *nombre del Dios de Israel, que velaba por ellos. 2  Entonces Zorobabel hijo de Salatiel y Jesúa hijo de Josadac se dispusieron a continuar la reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén. Y los profetas estaban con ellos ayudándolos.
3  En ese mismo tiempo, Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y Setar Bosnay y sus compañeros, se presentaron ante los judíos y les preguntaron: "¿Quién los autorizó a reconstruir ese templo y restaurar su estructura?" 4  Y añadieron:[1] "¿Cómo se llaman los que están reconstruyendo ese edificio?" 5  Pero como Dios velaba por los *dirigentes judíos, no los obligaron a interrumpir el trabajo hasta que se consultara a Darío y éste respondiera por escrito.
6  Entonces Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y Setar Bosnay y sus compañeros, que eran los funcionarios del gobierno de esa provincia, enviaron una carta al rey Darío, 7  la cual decía:

Al rey Darío:

Un cordial saludo.

8  Ponemos en conocimiento de Su Majestad que fuimos a la provincia de Judá, al templo del gran Dios, y vimos que se está reconstruyendo con grandes piedras, y que sus paredes se están recubriendo con madera. El trabajo se hace con esmero y avanza rápidamente.
9  A los dirigentes les preguntamos quién los había autorizado a reconstruir ese templo y restaurar su estructura, 10  y cómo se llaman los que dirigen la obra, para comunicárselo por escrito a Su Majestad.
11  Ellos nos respondieron:

"Somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y estamos reconstruyendo el templo que fue edificado y terminado hace ya mucho tiempo por un gran rey de Israel. 12  Pero como nuestros antepasados provocaron a ira al Dios del cielo, él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el *caldeo que destruyó este templo y que llevó al pueblo cautivo a Babilonia.
13  "Pero más tarde, en el primer año de su reinado, Ciro, rey de Babilonia, ordenó que este templo de Dios fuera reconstruido. 14  También hizo sacar del templo de Babilonia los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor se había llevado del templo de Jerusalén y había puesto en el templo de Babilonia, y se los entregó a Sesbasar, a quien había nombrado gobernador. 15  Ciro, pues, ordenó a Sesbasar que tomara esos utensilios y los devolviera al templo de Jerusalén, y que reedificara en el mismo sitio el templo de Dios. 16  Entonces Sesbasar llegó a Jerusalén y echó los cimientos del templo de Dios. Desde entonces se ha estado trabajando en su reconstrucción, pero aún no se ha terminado."

17  Ahora bien, si Su Majestad lo considera conveniente, pedimos que se investiguen los archivos donde están las crónicas de los reyes de Babilonia, para saber si es verdad que el rey Ciro ordenó la reconstrucción del templo de Dios en Jerusalén. Además solicitamos que se nos dé a conocer la decisión de Su Majestad con respecto a este asunto.

                         NOTAS:

1. 5:4 añadieron (lectura probable; véanse LXX y Siríaca); les dijimos (TM).

Esdras 6


Decreto de Darío

1  Entonces el rey Darío ordenó que se investigara en los archivos donde se guardaban los tesoros de Babilonia. 2  Y en el palacio de Ecbatana, en la provincia de Media, se encontró un rollo que contenía la siguiente memoria:

3  En el primer año de su reinado, el rey Ciro promulgó el siguiente edicto respecto al templo de Dios en Jerusalén:

Que se echen los cimientos y se reconstruya el templo, para que en él se ofrezcan *holocaustos. Tendrá veintisiete metros[1] tanto de alto como de ancho, 4  tres hileras de piedras grandes, y una de madera. Todos los gastos serán sufragados por el tesoro real. 5  Con respecto a los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor sacó del templo de Jerusalén y llevó a Babilonia, que los devuelvan a Jerusalén, y que se pongan en el templo de Dios, donde deben estar.

6  Entonces el rey Darío dio la siguiente orden[2] a Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y a Setar Bosnay y a sus compañeros, los funcionarios de dicha provincia:

Aléjense de Jerusalén 7  y no estorben la obra de reconstrucción del templo de Dios. Dejen que el gobernador de la provincia de Judá y los *dirigentes judíos reconstruyan el templo en su antiguo sitio.
8  También he decidido que ustedes deben prestarles ayuda, sufragando los gastos de la reconstrucción del templo con los impuestos que la provincia al oeste del río Éufrates paga al tesoro real. No se tarden en pagar todos los gastos, para que no se interrumpan las obras. 9  Además, todos los días, sin falta, deberán suministrarles becerros, carneros y corderos para ofrecerlos en holocausto al Dios del cielo, junto con trigo, sal, vino y aceite, y todo lo que necesiten, según las instrucciones de los sacerdotes que están en Jerusalén. 10  Así podrán ellos ofrecer sacrificios gratos al Dios del cielo y rogar por la vida del rey y de sus hijos.
11  He determinado así mismo que, a quien desobedezca esta orden, lo empalen en una viga sacada de su propia casa, y que le derrumben la casa. 12  ¡Que el Dios que decidió habitar en Jerusalén derribe a cualquier rey o nación que intente modificar este decreto o destruir ese templo de Dios!
Yo, Darío, promulgo este decreto. Publíquese y cúmplase al pie de la letra.


Terminación y dedicación del templo

13  Entonces Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y Setar Bosnay y sus compañeros cumplieron al pie de la letra lo que el rey Darío les había ordenado. 14  Así los *dirigentes judíos pudieron continuar y terminar la obra de reconstrucción, conforme a la palabra de los profetas Hageo y Zacarías hijo de Idó. Terminaron, pues, la obra de reconstrucción, según el mandato del Dios de Israel y por decreto de Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia. 15  La reconstrucción del templo se terminó el día tres del mes de *adar, en el año sexto del reinado de Darío.
16  Entonces los israelitas es decir, los sacerdotes, los levitas y los demás que regresaron del cautiverio, llenos de júbilo dedicaron el templo de Dios. 17  Como ofrenda de dedicación, ofrecieron a Dios cien becerros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce chivos, conforme al número de las tribus de Israel, para *expiación por el pecado del pueblo. 18  Luego, según lo que está escrito en el libro de Moisés, instalaron a los sacerdotes en sus turnos y a los levitas en sus funciones, para el culto que se ofrece a Dios en Jerusalén.


Celebración de la Pascua

19  Los que regresaron del cautiverio celebraron la Pascua el día catorce del mes primero. 20  Los sacerdotes y levitas se habían unido para *purificarse y, ya estando ritualmente *limpios, mataron el cordero pascual por todos los que habían regresado del cautiverio, por sus compañeros los sacerdotes y por ellos mismos. 21  Los israelitas que regresaron del cautiverio comieron la Pascua junto con los que se habían apartado de la impureza de sus vecinos para seguir al Señor, Dios de Israel. 22  Durante siete días celebraron con mucho gozo la fiesta de los Panes sin levadura, porque el Señor les había devuelto la alegría y había hecho que el rey de Persia[3] los ayudara y permitiera reconstruir el templo del Dios de Israel.

                         NOTAS:

1. 6:3 veintisiete metros. Lit. sesenta *codos.
2. 6:6 Entonces el rey Darío dio la siguiente orden. Se ha añadido esta frase para indicar el cambio de sujeto.
3. 6:22 rey de Persia. Lit. rey de Asiria (uno de los títulos dado al rey persa).

Esdras 7


Esdras llega a Jerusalén

1  Durante el reinado de Artajerjes, rey de Persia, vivió un hombre llamado Esdras hijo de Seraías, que era descendiente en línea directa de Azarías, Jilquías, 2  Salún, Sadoc, Ajitob, 3  Amarías, Azarías, Merayot, 4  Zeraías, Uzi, Buquí, 5  Abisúa, Finés, Eleazar y Aarón, que fue el primer sacerdote. 6  Este Esdras llegó de Babilonia. Era un maestro muy versado en la *ley que el Señor, Dios de Israel, le había dado a Moisés. Gozaba de la simpatía del rey, y el Señor su Dios estaba con él.
7  Con Esdras regresaron a Jerusalén algunos israelitas, entre los cuales había sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores del templo. Esto sucedió en el séptimo año del reinado de Artajerjes. 8  Así que Esdras llegó a Jerusalén en el mes quinto del séptimo año del reinado de Artajerjes. 9  Había salido de Babilonia el día primero del mes primero, y llegó a Jerusalén el día primero del mes quinto, porque la mano bondadosa de Dios estaba con él. 10  Esdras se había dedicado por completo a estudiar la ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus preceptos y normas a los israelitas.


Carta de Artajerjes a Esdras

11  El rey Artajerjes le entregó la siguiente carta a Esdras, quien era sacerdote y maestro de los mandamientos y preceptos que el Señor le dio a Israel:

12  Artajerjes, rey de reyes,

a Esdras, sacerdote y maestro versado en la *ley del Dios del cielo:

Saludos.[1]

13  He dispuesto que todos los israelitas que quieran ir contigo a Jerusalén puedan hacerlo, incluyendo a los sacerdotes y levitas. 14  El rey y sus siete consejeros te mandan a investigar la situación de Jerusalén y de Judá, conforme a la ley de tu Dios que se te ha confiado. 15  Lleva el oro y la plata que el rey y sus consejeros han ofrecido voluntariamente al Dios de Israel, que habita en Jerusalén. 16  También lleva contigo toda la plata y el oro que obtengas de la provincia de Babilonia, junto con los donativos del pueblo y de los sacerdotes para el templo de su Dios en Jerusalén. 17  Con ese dinero compra, sin falta, becerros, carneros y corderos, con sus respectivas ofrendas de cereales y de vino, para ofrecerlos en el altar del templo del Dios de ustedes en Jerusalén.
18  Con el resto de la plata y del oro tú y tus compañeros podrán hacer lo que les parezca mejor, de acuerdo con la voluntad del Dios de ustedes. 19  Pero deposita en el templo los utensilios sagrados que se te han entregado para rendir culto a tu Dios en Jerusalén. 20  Cualquier otro gasto que sea necesario para el templo de tu Dios, se cubrirá del tesoro real.
21  Ahora bien, yo, el rey Artajerjes, les ordeno a todos los tesoreros que están al oeste del río Éufrates, que entreguen de inmediato todo cuanto solicite Esdras, sacerdote y maestro versado en la ley del Dios del cielo. 22  Pueden darle hasta tres mil trescientos kilos de plata, veintidós mil litros de trigo, dos mil doscientos litros de vino, dos mil doscientos litros de aceite[2] y toda la sal que se requiera.
23  Todo lo que ha ordenado el Dios del cielo para su templo, háganlo de inmediato, de modo que no se descargue su ira contra el dominio del rey y su familia. 24  También les ordeno que exoneren de impuestos a los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y servidores del templo de Dios.
25  Por cuanto tú, Esdras, posees la sabiduría de Dios, serás el encargado de nombrar funcionarios y jueces para que juzguen a los habitantes de la provincia al oeste del río Éufrates, es decir, a todos los que conocen la ley de Dios. Pero a quienes no la conozcan, enséñasela. 26  Si alguien desobedece la ley de tu Dios y las órdenes del rey, haz que se le castigue de inmediato con la pena de muerte, el destierro, la confiscación de bienes o la cárcel.


Oración de Esdras

27  "Bendito sea el Señor, Dios de nuestros antepasados, que puso en el *corazón del rey el propósito de honrar el templo del Señor en Jerusalén. 28  Por su infinito amor, él me ha permitido recibir el favor del rey, de sus consejeros y de todos sus funcionarios más importantes. Y porque Dios estaba conmigo, cobré ánimo y reuní a los jefes de Israel para que me acompañaran a Jerusalén."

                         NOTAS:

1. 7:12 Saludos. Texto de difícil traducción.
2. 7:22 hasta ... aceite. Lit. hasta cien *talentos de plata y hasta cien *coros de trigo y hasta cien *batos de vino y hasta cien batos de aceite.

Esdras 8


Lista de los que regresaron con Esdras

1  Según los registros genealógicos, ésta es la lista de los jefes de familia que durante el reinado de Artajerjes regresaron conmigo de Babilonia:

2  de los descendientes de Finés: Guersón;
de Itamar: Daniel;
de David: Jatús, 3  que era de la familia de Secanías;
de Parós: Zacarías y ciento cincuenta hombres que se registraron con él;
4  de Pajat Moab: Elihoenay hijo de Zeraías y doscientos hombres más;
5  de Secanías: el hijo de Jahaziel y trescientos hombres más;
6  de Adín: Ébed hijo de Jonatán y cincuenta hombres más;
7  de Elam: Isaías hijo de Atalías y setenta hombres más;
8  de Sefatías: Zebadías hijo de Micael y ochenta hombres más;
9  de Joab: Abdías hijo de Jehiel y doscientos dieciocho hombres más;
10  de Selomit: el hijo de Josifías y ciento sesenta hombres más;
11  de Bebay: Zacarías hijo de Bebay y veintiocho hombres más;
12  de Azgad: Johanán hijo de Hacatán y ciento diez hombres más;
13  de Adonicán: Elifelet, Jeyel y Semaías, los últimos de esta familia, con los cuales se registraron sesenta hombres más;
14  de Bigvay: Utay, Zabud y setenta hombres más.


El regreso a Jerusalén

15  A estos jefes de familia los reuní junto al arroyo que corre hacia el río Ahava, y allí estuvimos acampados tres días. Cuando pasé revista a todo el pueblo y a los sacerdotes, no encontré a ningún descendiente de Leví. 16  Entonces mandé llamar a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán, que eran jefes del pueblo, y también a Joyarib y Elnatán, que eran maestros, 17  y los envié a Idó, que era el jefe de Casifia. Les encargué que les pidieran a Idó y a sus compañeros, quienes estaban al frente de Casifiá, que nos proveyeran servidores para el templo de nuestro Dios. 18  Y como Dios estaba con nosotros, nos enviaron a un israelita muy capacitado llamado Serebías hijo de Majlí, descendiente de Leví. Con él vinieron sus hijos y sus hermanos, dieciocho personas en total. 19  También nos enviaron a Jasabías y a Isaías, descendientes de Merari, junto con sus hijos y hermanos, veinte personas en total. 20  Además, del grupo que David y sus oficiales habían asignado para que ayudaran a los levitas, nos enviaron doscientos veinte servidores, los cuales fueron registrados por su nombre.
21  Luego, estando cerca del río Ahava, proclamé un ayuno para que nos humilláramos ante nuestro Dios y le pidiéramos que nos acompañara durante el camino, a nosotros, a nuestros hijos y nuestras posesiones. 22  En realidad, sentí vergüenza de pedirle al rey que nos enviara un pelotón de caballería para que nos protegiera de los enemigos, ya que le habíamos dicho al rey que la mano de Dios protege a todos los que confían en él, pero que Dios descarga su poder y su ira contra quienes lo abandonan. 23  Así que ayunamos y oramos a nuestro Dios pidiéndole su protección, y él nos escuchó.
24  Después aparté a doce jefes de los sacerdotes: Serebías, Jasabías y diez de sus parientes. 25  En presencia de ellos pesé el oro, los utensilios sagrados y las ofrendas que el rey, sus consejeros, sus funcionarios más importantes y todos los israelitas allí presentes habían entregado para el templo de Dios. 26  Lo que pesé fue lo siguiente: veintiún mil cuatrocientos cincuenta kilos de plata, utensilios de plata que pesaban tres mil trescientos kilos, tres mil trescientos kilos de oro, 27  veinte tazas de oro que pesaban ocho kilos,[1] y dos recipientes de bronce bruñido de la mejor calidad, tan preciosos como el oro.
28  Luego les dije: Üstedes y los utensilios han sido consagrados al Señor. La plata y el oro son una ofrenda voluntaria para el Señor, Dios de nuestros antepasados. 29  Vigílenlos y guárdenlos hasta que los pesen en los aposentos del templo del Señor en Jerusalén, en presencia de los principales sacerdotes, de los levitas y de los jefes de familia del pueblo de Israel." 30  Así que los sacerdotes y levitas recibieron la plata, el oro y los utensilios que fueron pesados para llevarlos al templo de nuestro Dios en Jerusalén.
31  El día doce del mes primero partimos del río Ahava para ir a Jerusalén. Durante todo el trayecto Dios nos acompañó y nos libró de enemigos y asaltantes. 32  Al llegar a Jerusalén nos quedamos descansando tres días. 33  Al cuarto día pesamos la plata, el oro y los utensilios en el templo de nuestro Dios, y entregamos todo al sacerdote Meremot hijo de Urías. Eleazar hijo de Finés estaba allí con él, lo mismo que los levitas Jozabad hijo de Jesúa, y Noadías hijo de Binuy. 34  Ese día pesamos y contamos todo, y registramos el peso total.
35  Luego, en honor del Señor, Dios de Israel, los que habían regresado del cautiverio ofrecieron, en *holocausto y como ofrenda de *expiación por todo el pueblo, doce novillos, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce chivos. 36  Y se les entregaron los decretos del rey a los *sátrapas del reino y a los gobernadores de la provincia al oeste del río Éufrates, los cuales prestaron todo su apoyo al pueblo y al templo de Dios.

                         NOTAS:

1. 8:26-27 veintiún mil ... ocho kilos. Lit. seiscientos cincuenta *talentos de plata, utensilios de plata que pesaban cien talentos, cien talentos de oro, 27 veinte tasas de oro que valían mil *dracmas.

Esdras 9


Esdras confiesa el pecado del pueblo

1  Después de todo esto, se me acercaron los jefes y me dijeron: "El pueblo de Israel, incluso los sacerdotes y levitas, no se ha mantenido separado de los pueblos vecinos, sino que practica las costumbres abominables de todos ellos, es decir, de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos. 2  De entre las mujeres de esos pueblos han tomado esposas para sí mismos y para sus hijos, mezclando así la raza *santa con la de los pueblos vecinos. Y los primeros en cometer tal infidelidad han sido los jefes y los gobernantes."
3  Cuando escuché esto, me rasgué la túnica y el manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba, y me postré muy angustiado. 4  Entonces, por causa del pecado cometido por los repatriados, se reunieron a mi alrededor todos los que obedecían[1] la palabra de Dios. Y yo seguí angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.
5  A la hora del sacrificio me recobré de mi abatimiento y, con la túnica y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia el Señor mi Dios, 6  y le dije en oración:

"Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo. 7  Desde los días de nuestros antepasados hasta hoy, nuestra culpa ha sido grande. Debido a nuestras maldades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados al poder de los reyes de los países vecinos. Hemos sufrido la espada, el cautiverio, el pillaje y la humillación, como nos sucede hasta hoy.
8  "Pero ahora tú, Señor y Dios nuestro, por un breve momento nos has mostrado tu bondad al permitir que un remanente quede en libertad y se establezca en tu lugar santo. Has permitido que nuestros ojos vean una nueva luz, y nos has concedido un pequeño alivio en medio de nuestra esclavitud. 9  Aunque somos esclavos, no nos has abandonado, Dios nuestro, sino que nos has extendido tu misericordia a la vista de los reyes de Persia. Nos has dado nueva vida para reedificar tu templo y reparar sus ruinas, y nos has brindado tu protección en Judá y en Jerusalén.[2]
10  "Y ahora, después de lo que hemos hecho, ¿qué podemos decirte? No hemos cumplido los mandamientos 11  que nos diste por medio de tus siervos los profetas, cuando nos advertiste: La tierra que van a poseer está corrompida por la *impureza de los pueblos que la habitan, pues de un extremo a otro ellos la han llenado con sus abominaciones. 12  Por eso, no permitan ustedes que sus hijas ni sus hijos se casen con los de esos pueblos. Nunca busquen el *bienestar ni la prosperidad que tienen ellos, para que ustedes se mantengan fuertes y coman de los frutos de la buena tierra y luego se la dejen por herencia a sus descendientes para siempre.
13  "Después de todo lo que nos ha acontecido por causa de nuestras maldades y de nuestra grave culpa, reconocemos que tú, Dios nuestro, no nos has dado el castigo que merecemos, sino que nos has dejado un remanente. 14  ¿Cómo es posible que volvamos a quebrantar tus mandamientos contrayendo matrimonio con las mujeres de estos pueblos que tienen prácticas abominables? ¿Acaso no sería justo que te enojaras con nosotros y nos destruyeras hasta no dejar remanente ni que nadie escape? 15  ¡Señor, Dios de Israel, tú eres justo! Tú has permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos, estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos."

                         NOTAS:

1. 9:4 obedecían. Lit. temían.
2. 9:8-9 En el hebreo de estos versículos, Esdras se refiere a Dios en tercera persona.

Esdras 10


El pueblo reconoce su pecado

1  Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del templo de Dios, a su alrededor se reunió una gran *asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente. 2  Entonces uno de los descendientes de Elam, que se llamaba Secanías hijo de Jehiel, se dirigió a Esdras y le dijo: "Nosotros hemos sido infieles a nuestro Dios, pues tomamos por esposas a mujeres de los pueblos vecinos; pero todavía hay esperanza para Israel. 3  Hagamos un *pacto con nuestro Dios, comprometiéndonos a expulsar a todas estas mujeres y a sus hijos, conforme al consejo que nos has dado tú, y todos los que aman el mandamiento de Dios. ¡Que todo se haga de acuerdo con la ley! 4  Levántate, pues ésta es tu responsabilidad; nosotros te apoyamos. ¡Cobra ánimo y pon manos a la obra!"
5  Al oír esto, Esdras se levantó e hizo que los jefes de los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo de Israel se comprometieran, bajo juramento, a cumplir con lo que habían dicho; y ellos lo juraron. 6  Luego Esdras salió del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib. Allí se quedó sin comer pan ni beber agua, porque estaba muy deprimido por causa de la infidelidad de los repatriados.
7  Posteriormente anunciaron en Judá y Jerusalén que todos los que habían regresado del cautiverio debían reunirse en Jerusalén. 8  Y advirtieron que a todo el que no se presentara en el plazo de tres días, según la decisión de los jefes y *dirigentes, se le quitarían sus propiedades y se le expulsaría de la asamblea de los repatriados.
9  Por lo tanto, a los tres días, en el día veinte del mes noveno, se reunieron en Jerusalén todos los *hombres de Judá y de Benjamín. Todo el pueblo se sentó en la plaza del templo de Dios, temblando por causa de ese asunto e intimidados por el aguacero que caía. 10  Entonces el sacerdote Esdras se puso en pie y les dijo:
Ustedes han sido infieles y han aumentado la culpa de Israel, pues han contraído matrimonio con mujeres extranjeras. 11  Ahora, pues, confiesen su pecado[1] al Señor, Dios de nuestros antepasados, y hagan lo que a él le agrada. Sepárense de los *paganos y de las mujeres extranjeras.
12  Toda la asamblea contestó en alta voz:
Haremos todo lo que nos has dicho. 13  Pero no podemos quedarnos a la intemperie; estamos en época de lluvias y esto no es asunto de uno o dos días, pues somos muchos los que hemos cometido este pecado. 14  Proponemos que se queden sólo los jefes del pueblo, y que todos los que viven en nuestras ciudades y se han casado con mujeres extranjeras se presenten en fechas determinadas, junto con los dirigentes y jueces de cada ciudad, hasta que se aparte de nosotros la terrible ira de nuestro Dios por causa de esta infidelidad.
15  Sólo se opusieron Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticvá, apoyados por los levitas Mesulán y Sabetay. 16  Los que habían regresado del cautiverio actuaron según lo que se había convenido. Entonces el sacerdote Esdras seleccionó y llamó por nombre a ciertos jefes de familia, y a partir del primer día del mes décimo se reunió con ellos para tratar cada caso. 17  Y el primer día del mes primero terminaron de resolver los casos de todos los que se habían casado con mujeres extranjeras.


Lista de los culpables

18  Los descendientes de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras fueron los siguientes:

De Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maseías, Eliezer, Jarib y Guedalías, 19  los cuales se comprometieron a despedir a sus mujeres extranjeras, y ofrecieron un carnero como ofrenda de *expiación por su pecado.
20  De Imer: Jananí y Zebadías.
21  De Jarín: Maseías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías.
22  De Pasur: Elihoenay, Maseías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasá.

23  De los levitas:

Jozabad, Simí, Quelaías o Quelitá, Petaías, Judá y Eliezer.
24  De los cantores: Eliasib.
De los porteros: Salún, Telén y Uri.

25  Y de los demás israelitas:

De Parós: Ramías, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaías.
26  De Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdí, Jeremot y Elías.
27  De Zatú: Elihoenay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Azizá.
28  De Bebay: Johanán, Jananías, Zabay y Atlay.
29  De Baní: Mesulán, Maluc, Adaías, Yasub, Seal y Ramot.
30  De Pajat Moab: Adná, Quelal, Benaías, Maseías, Matanías, Bezalel, Binuy y Manasés.
31  De Jarín: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32  Benjamín, Maluc y Semarías.
33  De Jasún: Matenay, Matatá, Zabad, Elifelet, Jeremay, Manasés y Simí.
34  De Baní: Maday, Amirán, Uel, 35  Benaías, Bedías, Queluhi, 36  Vanías, Meremot, Eliasib, 37  Matanías, Matenay, Jasay.
38  De Binuy:[2] Simí, 39  Selemías, Natán, Adaías, 40  Macnadebay, Sasay, Saray, 41  Azarel, Selemías, Semarías, 42  Salún, Amarías y José.
43  De Nebo: Jeyel, Matatías, Zabad, Zebiná, Jadau, Joel y Benaías.

44  Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, y algunos habían tenido hijos con ellas.
                         NOTAS:

1. 10:11 confiesen su pecado. Alt. den gracias.
2. 10:38 de Binuy. Alt. Bani, Binuy.

Nehemías 1


Nehemías



Nehemías ora por su pueblo

1  Éstas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías:

En el mes de *quisleu del año veinte, estando yo en la ciudadela de Susa, 2  llegó Jananí, uno de mis hermanos, junto con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por el resto de los judíos que se habían librado del destierro, y por Jerusalén.
3  Ellos me respondieron: "Los que se libraron del destierro y se quedaron en la provincia están enfrentando una gran calamidad y humillación. La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus *puertas consumidas por el fuego."
4  Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo. 5  Le dije:

"Señor, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el *pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos, 6  te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti. 7  Te hemos ofendido y nos hemos corrompido mucho; hemos desobedecido los mandamientos, preceptos y decretos que tú mismo diste a tu siervo Moisés.
8  "Recuerda, te suplico, lo que le dijiste a tu siervo Moisés: Si ustedes pecan, yo los dispersaré entre las naciones: 9  pero si se vuelven a mí, y obedecen y ponen en práctica mis mandamientos, aunque hayan sido llevados al lugar más apartado del mundo los recogeré y los haré volver al lugar donde he decidido habitar.
10  "Ellos son tus siervos y tu pueblo al cual redimiste con gran despliegue de fuerza y poder. 11  Señor, te suplico que escuches nuestra oración, pues somos tus siervos y nos complacemos en honrar tu *nombre. Y te pido que a este siervo tuyo le concedas tener éxito y ganarse el favor del rey."

En aquel tiempo yo era copero del rey.

Nehemías 2


Nehemías vuelve a Jerusalén

1  Un día, en el mes de *nisán del año veinte del reinado de Artajerjes, al ofrecerle vino al rey, como él nunca antes me había visto triste, 2  me preguntó:
¿Por qué estás triste? No me parece que estés enfermo, así que debe haber algo que te está causando dolor.
Yo sentí mucho miedo 3  y le respondí:
¡Qué viva Su Majestad para siempre! ¿Cómo no he de estar triste, si la ciudad donde están los sepulcros de mis padres se halla en ruinas, con sus *puertas consumidas por el fuego?
4  ¿Qué quieres que haga? replicó el rey.
Encomendándome al Dios del cielo, 5  le respondí:
Si a Su Majestad le parece bien, y si este siervo suyo es digno de su favor, le ruego que me envíe a Judá para reedificar la ciudad donde están los sepulcros de mis padres.
6  ¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo regresarás? me preguntó el rey, que tenía a la reina sentada a su lado.
En cuanto le propuse un plazo, el rey aceptó enviarme. 7  Entonces añadí:
Si a Su Majestad le parece bien, le ruego que envíe cartas a los gobernadores del oeste del río Éufrates para que me den vía libre y yo pueda llegar a Judá; 8  y por favor ordene a su guardabosques Asaf que me dé madera para reparar las puertas de la ciudadela del templo, la muralla de la ciudad y la casa donde he de vivir.
El rey accedió a mi petición, porque Dios estaba actuando a mi favor. 9  Cuando me presenté ante los gobernadores del oeste del río Éufrates, les entregué las cartas del rey. Además el rey había ordenado que me escoltaran su caballería y sus capitanes. 10  Pero al oír que alguien había llegado a ayudar a los israelitas, Sambalat el horonita y Tobías el siervo amonita se disgustaron mucho.


Nehemías inspecciona la muralla

11  Tres días después de haber llegado a Jerusalén, 12  salí de noche acompañado de algunos hombres, pero a ninguno de ellos le conté lo que mi Dios me había motivado hacer por Jerusalén. La única bestia que llevábamos era la que yo montaba. 13  Esa noche salí por la puerta del Valle hacia la fuente del Dragón y la puerta del Basurero. Inspeccioné las ruinas de la muralla de Jerusalén, y sus puertas consumidas por el fuego. 14  Después me dirigí hacia la puerta de la Fuente y el estanque del Rey, pero no hallé por dónde pasar con mi cabalgadura. 15  Así que, siendo aún de noche, subí por el arroyo mientras inspeccionaba la muralla. Finalmente regresé y entré por la puerta del Valle.
16  Los gobernadores no supieron a dónde fui ni qué hice, porque hasta entonces no había dicho nada a ningún judío: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los gobernadores ni a los que estaban trabajando en la obra. 17  Por eso les dije:
Ustedes son testigos de nuestra desgracia. Jerusalén está en ruinas, y sus *puertas han sido consumidas por el fuego. ¡Vamos, anímense! ¡Reconstruyamos la muralla de Jerusalén para que ya nadie se burle de nosotros!
18  Entonces les conté cómo la bondadosa mano de Dios había estado conmigo y les relaté lo que el rey me había dicho. Al oír esto, exclamaron:
¡Manos a la obra!
Y unieron la acción a la palabra.
19  Cuando lo supieron, Sambalat el horonita, Tobías el oficial amonita y Guesén el árabe se burlaron de nosotros y nos preguntaron de manera despectiva:
Pero, ¿qué están haciendo? ¿Acaso pretenden rebelarse contra el rey?
20  Yo les contesté:
El Dios del cielo nos concederá salir adelante. Nosotros, sus siervos, vamos a comenzar la reconstrucción. Ustedes no tienen arte ni parte en este asunto, ni raigambre en Jerusalén.

Nehemías 3


Se inicia la reconstrucción

1  Entonces el sumo sacerdote Eliasib y sus compañeros los sacerdotes trabajaron en la reconstrucción de la puerta de las Ovejas. La repararon y la colocaron en su lugar, y reconstruyeron[1] también la muralla desde la torre de los Cien hasta la torre de Jananel. 2  El tramo contiguo lo reconstruyeron los hombres de Jericó, y el tramo siguiente, Zacur hijo de Imrí.

3  La puerta de los Pescados la reconstruyeron los descendientes de Sená.[2] Colocaron las vigas y pusieron la puerta en su lugar, con sus cerrojos y barras. 4  El tramo contiguo lo reconstruyó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos, y el tramo siguiente Mesulán, hijo de Berequías y nieto de Mesezabel. El siguiente tramo lo reconstruyó Sadoc hijo de Baná. 5  Los de Tecoa reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla, aunque sus notables no quisieron colaborar con sus dirigentes.

6  La puerta de Jesaná[3] la reconstruyeron Joyadá hijo de Paseaj y Mesulán hijo de Besodías. Colocaron las vigas y pusieron en su lugar la puerta con sus cerrojos y barras. 7  El tramo contiguo lo reconstruyeron Melatías de Gabaón y Jadón de Meronot. A éstos se les unieron los de Gabaón y los de Mizpa, que estaban bajo el dominio del gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates.
8  Uziel hijo de Jaraías, que era uno de los plateros, reconstruyó el siguiente tramo de la muralla, y uno de los perfumistas, llamado Jananías, el siguiente. Entre los dos reconstruyeron la muralla de Jerusalén hasta la muralla Ancha. 9  El siguiente tramo lo reconstruyó Refaías hijo de Jur, que era gobernador de una mitad del distrito de Jerusalén; 10  el siguiente, Jedaías hijo de Jarumaf, cuya casa quedaba al frente, y el siguiente, Jatús hijo de Jasabnías.
11  Malquías hijo de Jarín y Jasub hijo de Pajat Moab reconstruyeron el siguiente tramo de la muralla y la torre de los Hornos. 12  Salún hijo de Halojés, que era gobernador de la otra mitad del distrito de Jerusalén, reconstruyó el siguiente tramo con la ayuda de sus hijas.

13  La puerta del Valle la reconstruyeron Janún y los habitantes de Zanoa, y la colocaron en su lugar con sus cerrojos y barras. Levantaron también quinientos metros[4] de muralla hasta la puerta del Basurero.

14  Malquías hijo de Recab, gobernador del distrito de Bet Haqueren, reconstruyó la puerta del Basurero y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras.

15  Salún hijo de Coljozé, gobernador del distrito de Mizpa, reconstruyó la puerta de la Fuente, la techó y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras. Reconstruyó también el muro del estanque de Siloé, que está junto al jardín del rey, hasta las gradas que llevan a la Ciudad de David. 16  Nehemías hijo de Azbuc, gobernador de una mitad del distrito de Betsur, reconstruyó el siguiente tramo hasta el lugar que está frente a los sepulcros de David, hasta el estanque artificial y hasta el cuartel de la guardia real.
17  El sector que sigue lo reconstruyeron los levitas y Rejún hijo de Baní. En el tramo siguiente Jasabías, gobernador de una mitad del distrito de Queilá, hizo las obras de reconstrucción por cuenta de su distrito, 18  y las continuaron sus compañeros: Bavay hijo de Henadad, gobernador de la otra mitad del distrito de Queilá, 19  y Ezer hijo de Jesúa, gobernador de Mizpa, que reconstruyó el tramo que sube frente al arsenal de la esquina. 20  El tramo siguiente, es decir, el sector que va desde la esquina hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Eliasib, lo reconstruyó con entusiasmo Baruc hijo de Zabay. 21  El sector que va desde la puerta de la casa de Eliasib hasta el extremo de la misma lo reconstruyó Meremot, hijo de Urías y nieto de Cos.
22  El siguiente tramo lo reconstruyeron los sacerdotes que vivían en los alrededores. 23  Benjamín y Jasub reconstruyeron el sector que está frente a sus propias casas. Azarías, hijo de Maseías y nieto de Ananías, reconstruyó el tramo que está junto a su propia casa. 24  Binuy hijo de Henadad reconstruyó el sector que va desde la casa de Azarías hasta el ángulo, es decir, hasta la esquina. 25  Palal hijo de Uzay reconstruyó el sector de la esquina que está frente a la torre alta que sobresale del palacio real, junto al patio de la guardia. El tramo contiguo lo reconstruyó Pedaías hijo de Parós. 26  Los servidores del templo que vivían en Ofel reconstruyeron el sector oriental que está frente a la puerta del Agua y la torre que allí sobresale. 27  Los hombres de Tecoa reconstruyeron el tramo que va desde el frente de la gran torre que allí sobresale, hasta la muralla de Ofel.

28  Los sacerdotes, cada uno frente a su casa, reconstruyeron el sector de la muralla sobre la puerta de los Caballos, 29  El siguiente tramo lo reconstruyó Sadoc hijo de Imer, pues quedaba frente a su propia casa. El sector que sigue lo reparó Semaías hijo de Secanías, guardián de la puerta oriental. 30  Jananías hijo de Selemías, y Janún, el sexto hijo de Salaf, reconstruyeron otro tramo. Mesulán hijo de Berequías reconstruyó el siguiente tramo, pues quedaba frente a su casa. 31  Malquías, que era uno de los plateros, reconstruyó el tramo que llega hasta las casas de los servidores del templo y de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección y hasta el puesto de vigilancia. 32  Y el sector que va desde allí hasta la puerta de las Ovejas lo reconstruyeron los plateros y los comerciantes.

                         NOTAS:

1. 3:1 repararon ... reconstruyeron (texto probable); consagraron ... consagraron (TM).
2. 3:3 Sená. Alt. Hasená.
3. 3:6 La puerta de Jesaná. Alt. La puerta Vieja.
4. 3:13 quinientos metros. Lit. mil *codos.

Nehemías 4


Se obstaculiza la reconstrucción

1  Cuando Sambalat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, se disgustó muchísimo y se burló de los judíos. 2  Ante sus compañeros y el ejército de Samaria dijo:
¿Qué están haciendo estos miserables judíos? ¿Creen que se les va a dejar que reconstruyan y que vuelvan a ofrecer sacrificios? ¿Piensan acaso terminar en un solo día? ¿Cómo creen que de esas piedras quemadas, de esos escombros, van a hacer algo nuevo?
3  Y Tobías el amonita, que estaba junto a él, añadió:
¡Hasta una zorra, si se sube a ese montón de piedras, lo echa abajo!
4  Por eso oramos:

"¡Escucha, Dios nuestro,
cómo se burlan de nosotros!
Haz que sus ofensas recaigan sobre ellos mismos:
entrégalos a sus enemigos;
¡que los lleven en cautiverio!
5  No pases por alto su maldad
ni olvides sus pecados,
porque insultan a los que reconstruyen."

6  Continuamos con la reconstrucción y levantamos la muralla hasta media altura, pues el pueblo trabajó con entusiasmo. 7  Pero cuando Sambalat y Tobías, y los árabes, los amonitas y los asdodeos se enteraron de que avanzaba la reconstrucción de la muralla y de que ya estábamos cerrando las brechas, se enojaron muchísimo 8  y acordaron atacar a Jerusalén y provocar disturbios en ella. 9  Oramos entonces a nuestro Dios y decidimos montar guardia día y noche para defendernos de ellos.
10  Por su parte, la gente de Judá decía:

"Los cargadores desfallecen,
pues son muchos los escombros;
¡no vamos a poder
reconstruir esta muralla!"

11  Y nuestros enemigos maquinaban: "Les caeremos por sorpresa y los mataremos; así haremos que la obra se suspenda."
12  Algunos de los judíos que vivían cerca de ellos venían constantemente y nos advertían: "Los van a atacar por todos lados."
13  Así que puse a la gente por familias, con sus espadas, arcos y lanzas, detrás de las murallas, en los lugares más vulnerables y desguarnecidos. 14  Luego de examinar la situación, me levanté y dije a los nobles y gobernantes, y al resto del pueblo: "¡No les tengan miedo! Acuérdense del Señor, que es grande y temible, y peleen por sus hermanos, por sus hijos e hijas, y por sus esposas y sus hogares."
15  Una vez que nuestros enemigos se dieron cuenta de que conocíamos sus intenciones y de que Dios había frustrado sus planes, todos regresamos a la muralla, cada uno a su trabajo. 16  A partir de aquel día la mitad de mi gente trabajaba en la obra, mientras la otra mitad permanecía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas. Los jefes estaban pendientes de toda la gente de Judá. 17  Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales, no descuidaban ni la obra ni la defensa. 18[1]  Todos los que trabajaban en la reconstrucción llevaban la espada a la cintura. A mi lado estaba el encargado de dar el toque de alarma. 19  Yo les había dicho a los nobles y gobernantes, y al resto del pueblo: "La tarea es grande y extensa, y nosotros estamos muy esparcidos en la muralla, distantes los unos de los otros. 20  Por eso, al oír el toque de alarma, cerremos filas. ¡Nuestro Dios peleará por nosotros!"
21  Así que, desde el amanecer hasta que aparecían las estrellas, mientras trabajábamos en la obra, la mitad de la gente montaba guardia lanza en mano.
22  En aquella ocasión también le dije a la gente: "Todos ustedes, incluso los ayudantes, quédense en Jerusalén para que en la noche sirvan de centinelas y de día trabajen en la obra." 23  Ni yo ni mis parientes y ayudantes, ni los de mi guardia personal, nos desvestíamos para nada: cada uno de nosotros se mantenía listo para la defensa.[2]

                         NOTAS:

1. 4:17 no descuidaban ... defensa. Lit. con una mano trabajaban en la obra y con la otra sostenían la lanza.
2. 4:23 cada uno ... defensa. Lit. cada uno su arma el agua. Texto de difícil traducción.

Nehemías 5


Nehemías defiende a los pobres

1  Los hombres y las mujeres del pueblo protestaron enérgicamente contra sus hermanos judíos, 2  pues había quienes decían: "Si contamos a nuestros hijos y a nuestras hijas, ya somos muchos. Necesitamos conseguir trigo para subsistir." 3  Otros se quejaban: "Por conseguir trigo para no morirnos de hambre, hemos hipotecado nuestros campos, viñedos y casas." 4  Había también quienes se quejaban: "Tuvimos que empeñar nuestros campos y viñedos para conseguir dinero prestado y así pagar el tributo al rey. 5  Y aunque nosotros y nuestros hermanos somos de la misma sangre, y nuestros hijos y los suyos son iguales, a nosotros nos ha tocado vender a nuestros hijos e hijas como esclavos. De hecho, hay hijas nuestras sirviendo como esclavas, y no podemos rescatarlas, puesto que nuestros campos y viñedos están en poder de otros."
6  Cuando oí sus palabras de protesta, me enojé muchísimo. 7  Y después de reflexionar, reprendí a los nobles y gobernantes:
¡Es inconcebible que sus propios hermanos les exijan el pago de intereses!
Convoqué además una gran asamblea contra ellos, 8  y allí les recriminé:
Hasta donde nos ha sido posible, hemos rescatado a nuestros hermanos judíos que fueron vendidos a los *paganos. ¡Y ahora son ustedes quienes venden a sus hermanos, después de que nosotros los hemos rescatado![1]
Todos se quedaron callados, pues no sabían qué responder.
9  Yo añadí:
Lo que están haciendo ustedes es incorrecto. ¿No deberían mostrar la debida reverencia a nuestro Dios y evitar así el reproche de los paganos, nuestros enemigos? 10  Mis hermanos y mis criados, y hasta yo mismo, les hemos prestado dinero y trigo. Pero ahora, ¡quitémosles esa carga de encima! 11  Yo les ruego que les devuelvan campos, viñedos, olivares y casas, y también el uno por ciento de la plata, del trigo, del vino y del aceite que ustedes les exigen.
12  Está bien respondieron ellos, haremos todo lo que nos has pedido. Se lo devolveremos todo, sin exigirles nada.
Entonces llamé a los sacerdotes, y ante éstos les hice jurar que cumplirían su promesa. 13  Luego me sacudí el manto y afirmé:
¡Así sacuda Dios y arroje de su casa y de sus propiedades a todo el que no cumpla esta promesa! ¡Así lo sacuda Dios y lo deje sin nada!
Toda la asamblea respondió:
¡Amén!
Y alabaron al Señor, y el pueblo cumplió lo prometido.
14  Desde el año veinte del reinado de Artajerjes, cuando fui designado gobernador de la tierra de Judá, hasta el año treinta y dos, es decir, durante doce años, ni mis hermanos ni yo utilizamos el impuesto que me correspondía como gobernador. 15  En cambio, los gobernadores que me precedieron habían impuesto cargas sobre el pueblo, y cada día les habían exigido comida y vino por un valor de cuarenta monedas[2] de plata. También sus criados oprimían al pueblo. En cambio yo, por temor a Dios, no hice eso. 16  Al contrario, tanto yo como mis criados trabajamos en la reconstrucción de la muralla y no compramos ningún terreno.
17  A mi mesa se sentaban ciento cincuenta hombres, entre judíos y oficiales, sin contar a los que llegaban de países vecinos. 18  Era tarea de todos los días preparar un buey, seis ovejas escogidas y algunas aves; y cada diez días se traía vino en abundancia. Pero nunca utilicé el impuesto que me correspondía como gobernador, porque ya el pueblo tenía una carga muy pesada.
19  ¡Recuerda, Dios mío, todo lo que he hecho por este pueblo, y favoréceme!

                         NOTAS:

1. 5:8 después de que nosotros los hemos rescatado. Alt. para que nosotros tengamos que volver a rescatarlos.
2. 5:15 monedas. Lit. *siclos.

Nehemías 6


Nueva oposición de los enemigos

1  Sambalat, Tobías, Guesén el árabe y el resto de nuestros enemigos se enteraron de que yo había reconstruido la muralla, y de que se habían cerrado las brechas (aunque todavía no se habían puesto las *puertas en su sitio). 2  Entonces Sambalat y Guesén me enviaron este mensaje: "Tenemos que reunirnos contigo en alguna de las poblaciones del valle de Ono." En realidad, lo que planeaban era hacerme daño. 3  Así que envié unos mensajeros a decirles: "Estoy ocupado en una gran obra, y no puedo ir. Si bajara yo a reunirme con ustedes, la obra se vería interrumpida." 4  Cuatro veces me enviaron este mensaje, y otras tantas les respondí lo mismo. 5  La quinta vez Sambalat me envió, por medio de uno de sus siervos, el mismo mensaje en una carta abierta, 6  que a la letra decía:

"Corre el rumor entre la gente y Guesén[1] lo asegura de que tú y los judíos están construyendo la muralla porque tienen planes de rebelarse. Según tal rumor, tú pretendes ser su rey, 7  y has nombrado profetas para que te proclamen rey en Jerusalén, y se declare: ¡Tenemos rey en Judá! Por eso, ven y hablemos de este asunto, antes de que todo esto llegue a oídos del rey."

8  Yo envié a decirle: "Nada de lo que dices es cierto. Todo esto es pura invención tuya."
9  En realidad, lo que pretendían era asustarnos. Pensaban desanimarnos, para que no termináramos la obra.

"Y ahora, Señor, ¡fortalece mis manos!"

10  Fui entonces a la casa de Semaías, hijo de Delaías y nieto de Mehitabel, que se había encerrado en su casa. Él me dijo:

"Reunámonos a puerta cerrada
en la casa de Dios,
en el interior del templo,
porque vendrán a matarte.
¡Sí, esta noche te quitarán la vida!"

11  Pero yo le respondí:
¡Yo no soy de los que huyen! ¡Los hombres como yo no corren a esconderse en el templo para salvar la vida! ¡No me esconderé!
12  Y es que me di cuenta de que Dios no lo había enviado, sino que se las daba de profeta porque Sambalat y Tobías lo habían sobornado. 13  En efecto, le habían pagado para intimidarme y hacerme pecar siguiendo su consejo. De este modo podrían hablar mal de mí y desprestigiarme.

14  "¡Dios mío, recuerda las intrigas de Sambalat y Tobías! ¡Recuerda también a la profetisa Noadías y a los otros profetas que quisieron intimidarme!"


Termina la reconstrucción de la muralla

15  La muralla se terminó el día veinticinco del mes de *elul. Su reconstrucción había durado cincuenta y dos días. 16  Cuando todos nuestros enemigos se enteraron de esto, las naciones vecinas se sintieron humilladas, pues reconocieron que ese trabajo se había hecho con la ayuda de nuestro Dios.
17  En aquellos días los nobles de Judá se mantuvieron en estrecho contacto con Tobías, 18  pues muchos judíos estaban aliados con él en vista de que era yerno de Secanías hijo de Araj, y de que su hijo Johanán era yerno de Mesulán hijo de Berequías. 19  En mi presencia hablaban bien de mí, pero luego le comunicaban todo lo que yo decía. Tobías, por su parte, trataba de intimidarme con sus cartas.

                         NOTAS:

1. 6:6 Guesén. Lit. Gasmu (variante de este nombre).

Nehemías 7


Plan para defender a Jerusalén

1  Una vez que se terminó la reconstrucción de la muralla y se colocaron sus *puertas, se nombraron porteros, cantores y levitas. 2  A mi hermano Jananí, que era un hombre fiel y temeroso de Dios como pocos, lo puse a cargo de Jerusalén, junto con Jananías, comandante de la ciudadela. 3  A los dos les dije: "Las puertas de Jerusalén se abrirán cuando ya haya salido el sol, y volverán a cerrarse y se asegurarán con sus barras cuando los porteros estén en sus puestos. Además, los habitantes de Jerusalén montarán guardia, unos en sus puestos y otros frente a su propia casa."
4  La ciudad ocupaba una gran extensión, pero tenía pocos habitantes porque no todas las casas se habían reconstruido.


Lista de los repatriados

5  Mi Dios puso en mi *corazón el deseo de reunir a los nobles, a los oficiales y al pueblo, para registrarlos según su descendencia; y encontré el registro genealógico de los que habían regresado en la primera repatriación. Allí estaba escrito:

6  La siguiente es la lista de la gente de la provincia, es decir, de aquellos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, se había llevado cautivos, y a quienes se les permitió regresar a Jerusalén y a Judá. Cada uno volvió a su propia ciudad, 7  bajo el mando de Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamani, Mardoqueo, Bilsán, Mispéret, Bigvay, Nehúm y Baná.

Ésta es la lista de los israelitas que regresaron:

8  de Parós 2.172
9  de Sefatías 372
10  de Araj 652
11  de Pajat Moab, es decir, los de Jesúa y de Joab 2.818
12  de Elam 1.254
13  de Zatú 845
14  de Zacay 760
15  de Binuy 648
16  de Bebay 628
17  de Azgad 2.322
18  de Adonicán 667
19  de Bigvay 2.067
20  de Adín 655
21  de Ater, es decir, los de Ezequías 98
22  de Jasún 328
23  de Bezay 3 24
24 de Jarif 112
25  de Gabaón 95
26  de Belén y de Netofa 188
27  de Anatot 1 28
28 de Bet Azmávet 42
29  de Quiriat Yearín, Cafira y Berot 743
30  de Ramá y de Gueba 721
31  de Micmás 122
32  de Betel y de Hai 123
33  del otro Nebo 52
34  del otro Elam 1.254
35  de Jarín 320
36  de Jericó 345
37  de Lod, Jadid y Ono 721
38  de Sená 3.930

39  De los sacerdotes descendientes de Jedaías, de la familia de Jesúa 973
40  de Imer 1.052
41  de Pasur 1.247
42  de Jarín 1.017

43  De los levitas descendientes de Jesúa y de Cadmiel, que pertenecían a la familia de Hodavías 74

44  De los cantores descendientes de Asaf 148

45  De los porteros descendientes de Salún, Ater, Talmón, Acub, Jatitá y Sobay 138

46  Los servidores del templo eran descendientes de Zijá, Jasufá, Tabaot, 47  Querós, Sigajá, Padón, 48  Lebaná, Jagabá, Salmay, 49  Janán, Guidel, Gajar, 50  Reaías, Rezín, Necoda, 51  Gazán, Uza, Paseaj, 52  Besay, Meunín, Nefisesín, 53  Bacbuc, Jacufá, Jarjur, 54  Baslut, Mejidá, Jarsa, 55  Barcós, Sísara, Temá, 56  Neziaj y Jatifá.

57  Los descendientes de los servidores de Salomón eran de las familias de Sotay, Soféret, Peruda, 58  Jalá, Darcón, Guidel, 59  Sefatías, Jatil, Poquéret Hasebayin y Amón.

60  Los servidores del templo y de los descendientes de los servidores de Salomón 392

61  Los siguientes regresaron de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, pero no pudieron demostrar ascendencia israelita:

62  De los descendientes de Delaías, Tobías y Necoda 642

63  De entre los sacerdotes, tampoco pudieron demostrar su ascendencia israelita los siguientes: los descendientes de Jabaías, Cos y Barzilay (este último se casó con una de las hijas de un galaadita llamado Barzilay, del cual tomó su nombre). 64  Éstos buscaron sus registros genealógicos, pero como no los encontraron, fueron excluidos del sacerdocio. 65  A ellos el gobernador les prohibió comer de los alimentos sagrados hasta que un sacerdote decidiera su suerte por medio del *urim y el tumim.

66  El número total de los miembros de la asamblea ascendía a cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas, 67  sin contar a esclavos y esclavas, que sumaban siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. 68  Tenían además setecientos treinta y seis caballos, doscientas cuarenta y cinco mulas, 69[1]  cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte burros.

70  Algunos jefes de familia entregaron al tesoro donativos para la obra: el gobernador entregó al tesoro ocho kilos de oro, cincuenta tazones y quinientas treinta túnicas sacerdotales; 71  los jefes de familia entregaron ciento sesenta kilos de oro y mil doscientos diez kilos de plata, 72  y el resto del pueblo entregó ciento sesenta kilos de oro, mil cien kilos[2] de plata y sesenta y siete túnicas sacerdotales.
73  Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, la gente del pueblo, los servidores del templo y los demás israelitas se establecieron en sus propias ciudades.


Esdras lee la ley
Al llegar el mes séptimo, los israelitas ya estaban establecidos en sus ciudades.

                         NOTAS:

1. 7:68 setecientos ... mulas (varios mss. hebreos; véase también Esd 2:66); TM no incluye estas frases.
2. 7:70-71 ocho kilos ... ciento sesenta kilos ... mil doscientos diez kilos ... ciento sesenta kilos ... miel cien kilos. Lit. mil *dracmas ... veinte mil dracmas ... dos mil doscientas *minas ... veinte mil dracmas ... dos mil minas.

Nehemías 8

1  Entonces todo el pueblo, como un solo *hombre, se reunió en la plaza que está frente a la puerta del Agua y le pidió al *maestro Esdras traer el libro de la *ley que el Señor le había dado a Israel por medio de Moisés. 2  Así que el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras llevó la ley ante la asamblea, que estaba compuesta de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender la lectura, 3  y la leyó en presencia de ellos en la plaza que está frente a la puerta del Agua. Todo el pueblo estaba muy atento a la lectura del libro de la ley.
4  El maestro Esdras se puso de pie sobre una plataforma de madera construida para la ocasión. A su derecha estaban Matatías, Semá, Anías, Urías, Jilquías y Maseías; a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Jasún, Jasbadana, Zacarías y Mesulán. 5  Esdras, a quien la gente podía ver porque él estaba en un lugar más alto, abrió el libro y todo el pueblo se puso de pie. 6  Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "¡Amén y amén!". Luego adoraron al Señor, inclinándose hasta tocar el suelo con la frente.
7  Los levitas Jesúa, Baní, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maseías, Quelitá, Azarías, Jozabed, Janán y Pelaías le explicaban la ley al pueblo, que no se movía de su sitio. 8  Ellos leían con claridad el libro de la ley de Dios y lo interpretaban de modo que se comprendiera su lectura.
9  Al oír las palabras de la ley, la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras, y los levitas que enseñaban al pueblo, les dijeron: "No lloren ni se pongan tristes, porque este día ha sido consagrado al Señor su Dios."
10  Luego Nehemías añadió: "Ya pueden irse. Coman bien, tomen bebidas dulces y compartan su comida con quienes no tengan nada, porque este día ha sido consagrado a nuestro Señor. No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza."
11  También los levitas tranquilizaban a todo el pueblo. Les decían: "¡Tranquilos! ¡No estén tristes, que éste es un día *santo!"
12  Así que todo el pueblo se fue a comer y beber y compartir su comida, felices de haber comprendido lo que se les había enseñado.


La fiesta de las Enramadas

13  Al día siguiente, los jefes de familia, junto con los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el maestro Esdras para estudiar los términos de la *ley. 14  Y en ésta encontraron escrito que el Señor le había mandado a Moisés que durante la fiesta del mes séptimo los israelitas debían habitar en *enramadas 15  y pregonar en todas sus ciudades y en Jerusalén esta orden: "Vayan a la montaña y traigan ramas de olivo, de olivo silvestre, de arrayán, de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer enramadas, conforme a lo que está escrito."
16  De modo que la gente fue y trajo ramas, y con ellas hizo enramadas en las azoteas, en los patios, en el atrio del templo de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraín. 17  Toda la asamblea de los que habían regresado del cautiverio hicieron enramadas y habitaron en ellas. Como los israelitas no habían hecho esto desde los días de Josué hijo de Nun, hicieron una gran fiesta.
18  Todos los días, desde el primero hasta el último, se leyó el libro de la ley de Dios. Celebraron la fiesta durante siete días, y en el día octavo hubo una asamblea solemne, según lo ordenado.

Nehemías 9


Los israelitas confiesan sus pecados

1  El día veinticuatro de ese mes los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza. 2  Habiéndose separado de los extranjeros, confesaron públicamente sus propios pecados y la maldad de sus antepasados, 3  y asumieron así su responsabilidad. Durante tres horas leyeron el libro de la *ley del Señor su Dios, y en las tres horas siguientes[1] le confesaron sus pecados y lo adoraron. 4  Luego los levitas Jesúa, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buní, Serebías, Baní y Quenaní subieron a la plataforma y en alta voz invocaron al Señor su Dios. 5  Y los levitas Jesúa, Cadmiel, Baní, Jasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías clamaron:

"¡Vamos, bendigan al Señor su Dios
desde ahora y para siempre!
¡Bendito seas, Señor!
¡Sea exaltado tu glorioso *nombre,
que está por encima de toda bendición y alabanza!

6  "¡Sólo tú eres el Señor!
Tú has hecho los cielos,
y los cielos de los cielos
con todas sus estrellas.[2]
Tú le das vida a todo lo creado:
la tierra y el mar
con todo lo que hay en ellos.
¡Por eso te adoran los ejércitos del cielo!

7  "Tú, Señor y Dios,
fuiste quien escogió a Abram.


Tú lo sacaste de Ur de los *caldeos
y le pusiste por nombre Abraham.
8  Descubriste en él un *corazón fiel;
por eso hiciste con él un *pacto.


Le prometiste que a sus descendientes
les darías la tierra de los cananeos,
de los hititas, amorreos y ferezeos,
de los jebuseos y gergeseos.


Y cumpliste tu palabra
porque eres justo.

9  "En Egipto viste la aflicción de nuestros padres;
junto al *Mar Rojo escuchaste sus lamentos.
10  Lanzaste grandes señales y maravillas
contra el faraón, sus siervos y toda su gente,
porque viste la insolencia
con que habían tratado a tu pueblo.


Fue así como te ganaste
la buena fama que hoy tienes.
11  A la vista de ellos abriste el mar,
y lo cruzaron sobre terreno seco.


Pero arrojaste a sus perseguidores
en lo más profundo del mar,
como piedra en aguas caudalosas.
12  Con una columna de nube los guiaste de día,
con una columna de fuego los guiaste de noche:
les alumbraste el camino que debían seguir.

13  "Descendiste al monte Sinaí;
desde el cielo les hablaste.
Les diste juicios rectos y leyes verdaderas,
estatutos y mandamientos buenos.
14  Les diste a conocer tu *sábado santo,
y por medio de tu servidor Moisés
les entregaste tus mandamientos,
estatutos y leyes.

15  "Saciaste su hambre con pan del cielo;
calmaste su sed con agua de la roca.


Les diste posesión de la tierra
que bajo juramento les habías prometido.
16  Pero ellos y nuestros padres fueron altivos;
no quisieron obedecer tus mandamientos.
17  Se negaron a escucharte;
no se acordaron de las maravillas
que hiciste por ellos.


Fue tanta su terquedad y rebeldía
que hasta se nombraron un jefe
para que los hiciera volver
a la esclavitud de Egipto.


Pero tú no los abandonaste
porque eres Dios perdonador,
clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.

18  "Y a pesar de que se hicieron
un becerro de metal fundido
y dijeron: Éste es tu dios
que te hizo subir de Egipto,
y aunque fueron terribles
las ofensas que cometieron,
19  tú no los abandonaste en el desierto
porque eres muy compasivo.

"Jamás se apartó de ellos la columna de nube
que los guiaba de día por el camino;
ni dejó de alumbrarlos la columna de fuego
que de noche les mostraba por dónde ir.

20  "Con tu buen Espíritu les diste entendimiento.
No les quitaste tu maná de la boca;
les diste agua para calmar su sed.
21  Cuarenta años los sustentaste en el desierto.
¡Nada les faltó!


No se desgastaron sus vestidos
ni se les hincharon los pies.

22  "Les entregaste reinos y pueblos,
y asignaste a cada cual su territorio.
Conquistaron las tierras de Og y de Sijón,
que eran reyes de Hesbón y de Basán.
23  Multiplicaste sus hijos
como las estrellas del cielo;
los hiciste entrar en la tierra
que bajo juramento les prometiste a sus padres.
24  Y sus hijos entraron en la tierra
y tomaron posesión de ella.
Ante ellos sometiste a los cananeos que la habitaban;
les entregaste reyes y pueblos de esa tierra,
para que hicieran con ellos lo que quisieran.
25  Conquistaron ciudades fortificadas
y una tierra fértil;
se adueñaron de casas repletas de bienes,
de cisternas, viñedos y olivares,
y de gran cantidad de árboles frutales.
Comieron y se hartaron y engordaron;
¡disfrutaron de tu gran bondad!

26  "Pero fueron desobedientes:
se rebelaron contra ti,
rechazaron tu ley,
mataron a tus profetas
que los convocaban a volverse a ti;
¡te ofendieron mucho!
27  Por eso los entregaste a sus enemigos,
y éstos los oprimieron.
En tiempo de angustia clamaron a ti,
y desde el cielo los escuchaste;
por tu inmensa compasión les enviaste salvadores
para que los liberaran de sus enemigos.
28  Pero en cuanto eran liberados,
volvían a hacer lo que te ofende;
tú los entregabas a sus enemigos,
y ellos los dominaban.
De nuevo clamaban a ti,
y desde el cielo los escuchabas.
¡Por tu inmensa compasión
muchas veces los libraste!
29  Les advertiste que volvieran a tu ley,
pero ellos actuaron con soberbia
y no obedecieron tus mandamientos.
Pecaron contra tus normas,
que dan vida a quien las obedece.
En su rebeldía, te rechazaron;
fueron tercos y no quisieron escuchar.

30  "Por años les tuviste paciencia;
con tu Espíritu los amonestaste
por medio de tus profetas,
pero ellos no quisieron escuchar.


Por eso los dejaste caer en manos
de los pueblos de esa tierra.
31  Sin embargo, es tal tu compasión
que no los destruiste ni abandonaste,
porque eres Dios clemente y compasivo.

32  "Y ahora, Dios nuestro,
Dios grande, temible y poderoso,
que cumples el pacto y eres fiel,
no tengas en poco los sufrimientos
que han padecido nuestros reyes,
gobernantes, sacerdotes y profetas,
nuestros padres y todo tu pueblo,
desde los reyes de Asiria hasta hoy.
33  Tú has sido justo en todo
lo que nos ha sucedido,
porque actúas con fidelidad.
Nosotros, en cambio, actuamos con maldad.
34  Nuestros reyes y gobernantes,
nuestros sacerdotes y antepasados
desobedecieron tu ley
y no acataron tus mandamientos
ni las advertencias con que los amonestabas.
35  Pero ellos, durante su reinado,
no quisieron servirte
ni abandonar sus malas obras,
a pesar de que les diste muchos bienes
y les regalaste una tierra extensa y fértil.

36  "Por eso ahora somos esclavos,
esclavos en la tierra
que les diste a nuestros padres
para que gozaran de sus frutos y sus bienes.
37  Sus abundantes cosechas son ahora de los reyes
que nos has impuesto por nuestro pecado.
Como tienen el poder, hacen lo que quieren
con nosotros y con nuestro ganado.
¡Grande es nuestra aflicción!

38  "Por todo esto, nosotros hacemos este pacto y lo ponemos por escrito, firmado por nuestros gobernantes, levitas y sacerdotes."

                         NOTAS:

1. 9:3 tres horas ... tres horas siguientes. Lit. una cuarta parte del día ... una cuarta parte.
2. 9:6 todas sus estrellas. Lit. todo su ejército.

Nehemías 10


El pueblo se compromete a obedecer la ley

1  La siguiente es la lista de los que firmaron:

Nehemías hijo de Jacalías, que era el gobernador;
Sedequías, 2  Seraías, Azarías, Jeremías,
3  Pasur, Amarías, Malquías,
4  Jatús, Sebanías, Maluc,
5  Jarín, Meremot, Abdías,
6  Daniel, Guinetón, Baruc,
7  Mesulán, Abías, Mijamín,
8  Maazías, Bilgay y Semaías.
Éstos eran los sacerdotes.

9  Los levitas:

Jesúa hijo de Azanías, Binuy, de los descendientes de Henadad, Cadmiel,
10  y sus hermanos Sebanías, Hodías, Quelitá, Pelaías, Janán,
11  Micaías, Rejob, Jasabías,
12  Zacur, Serebías, Sebanías,
13  Hodías, Baní y Beninu.

14  Los jefes del pueblo:

Parós, Pajat Moab, Elam, Zatú, Baní,
15  Buní, Azgad, Bebay,
16  Adonías, Bigvay, Adín,
17  Ater, Ezequías, Azur,
18  Hodías, Jasún, Bezay,
19  Jarif, Anatot, Nebay,
20  Magpías, Mesulán, Hezir,
21  Mesezabel, Sadoc, Jadúa,
22  Pelatías, Janán, Anaías,
23  Oseas, Jananías, Jasub,
24  Halojés, Piljá, Sobec,
25  Rejún, Jasabná, Maseías,
26  Ahías, Janán, Anán,
27  Maluc, Jarín y Baná.

28  El resto del pueblo sacerdotes, levitas, porteros, cantores, servidores del templo, todos los que se habían separado de los pueblos de aquella tierra para cumplir con la *ley de Dios, más sus mujeres, hijos e hijas, y todos los que tenían uso de razón 29  se unió a sus parientes que ocupaban cargos importantes y se comprometió, bajo juramento, a vivir de acuerdo con la ley que Dios les había dado por medio de su servidor Moisés, y a obedecer todos los mandamientos, normas y estatutos de nuestro Señor. 30  Además, todos nos comprometimos a no casar a nuestras hijas con los habitantes del país ni aceptar a sus hijas como esposas para nuestros hijos. 31  También prometimos que si la gente del país venía en *sábado, o en cualquier otro día de fiesta, a vender sus mercancías o alguna otra clase de víveres, nosotros no les compraríamos nada. Prometimos así mismo que en el séptimo año no cultivaríamos la tierra, y que perdonaríamos toda deuda.
32  Además, nos impusimos la obligación de contribuir cada año con cuatro gramos de plata[1] para los gastos del templo de nuestro Dios: 33  el *pan de la Presencia; las ofrendas y el *holocausto diarios; los sacrificios de los sábados, de la luna nueva y de las fiestas solemnes; las ofrendas sagradas; los sacrificios de *expiación por el pecado de Israel, y todo el servicio del templo de nuestro Dios.
34  En cuanto a la ofrenda de la leña, echamos suertes entre nosotros los sacerdotes, los levitas y el pueblo en general, según nuestras familias, para determinar a quiénes les tocaría llevar, en los tiempos fijados cada año, la leña para el templo del Señor nuestro Dios, para que ardiera en su altar, como está escrito en la ley. 35  Además nos comprometimos a llevar cada año al templo del Señor las *primicias del campo y de todo árbol frutal, 36  como también a presentar nuestros primogénitos y las primeras crías de nuestro ganado, tanto vacuno como ovino, ante los sacerdotes que sirven en el templo de nuestro Dios, como está escrito en la ley.
37  Convinimos en llevar a los almacenes del templo de nuestro Dios las primicias de nuestra molienda, de nuestras ofrendas, del fruto de nuestros árboles, de nuestro vino nuevo y de nuestro aceite, para los sacerdotes que ministran en el templo de nuestro Dios. Convinimos también en dar la décima parte de nuestras cosechas a los levitas, pues son ellos quienes recolectan todo esto en los pueblos donde trabajamos. 38  Un sacerdote de la familia de Aarón acompañará a los levitas cuando éstos vayan a recolectar los diezmos. Los levitas, por su parte, depositarán el diezmo de los diezmos en la tesorería del templo de nuestro Dios. 39  Los israelitas y los levitas llevarán las ofrendas de trigo, de vino y de aceite a los almacenes donde se guardan los utensilios sagrados y donde permanecen los sacerdotes, los porteros y los cantores, cuando están de servicio.
De este modo nos comprometimos a no descuidar el templo de nuestro Dios.

                         NOTAS:

1. 10:32 cuatro gramos de plata. Lit. la tercera parte de un *siclo.

Nehemías 11


Los que se establecieron en Jerusalén

1  Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. Entre el resto del pueblo se hizo un sorteo para que uno de cada diez se quedara a vivir en Jerusalén, la ciudad *santa, y los otros nueve se establecieran en las otras poblaciones. 2  El pueblo bendijo a todos los que se ofrecieron voluntariamente a vivir en Jerusalén.
3  Éstos son los jefes de la provincia que se establecieron en Jerusalén y en las otras poblaciones de Judá. Los israelitas, los sacerdotes, los levitas, los servidores del templo y los descendientes de los servidores de Salomón se establecieron, cada uno en su propia población y en su respectiva propiedad. 4  Éstos fueron los judíos y benjaminitas que se establecieron en Jerusalén:

De los descendientes de Judá:

Ataías hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Malalel, de los descendientes de Fares; 5  y Maseías hijo de Baruc, hijo de Coljozé, hijo de Jazaías, hijo de Adaías, hijo de Joyarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloní. 6  El total de los descendientes de Fares que se establecieron en Jerusalén fue de cuatrocientos sesenta y ocho guerreros valientes.

7  De los descendientes de Benjamín:

Salú hijo de Mesulán, hijo de Joed, hijo de Pedaías, hijo de Colaías, hijo de Maseías, hijo de Itiel, hijo de Isaías, 8  y sus hermanos[1] Gabay y Salay. En total eran novecientos veintiocho. 9  Su jefe era Joel hijo de Zicrí, y el segundo jefe de la ciudad era Judá hijo de Senuá.[2]

10  De los sacerdotes:

Jedaías hijo de Joyarib, Jaquín, 11  Seraías hijo de Jilquías, hijo de Mesulán, hijo de Sadoc, hijo de Merayot, hijo de Ajitob, que era el jefe del templo de Dios, 12  y sus parientes, que eran ochocientos veintidós y trabajaban en el templo; así mismo, Adaías hijo de Jeroán, hijo de Pelalías, hijo de Amsí, hijo de Zacarías, hijo de Pasur, hijo de Malquías, 13  y sus parientes, los cuales eran jefes de familia y sumaban doscientos cuarenta y dos; también Amasay hijo de Azarel, hijo de Ajsay, hijo de Mesilemot, hijo de Imer, 14  y sus parientes, los cuales eran ciento veintiocho valientes. Su jefe era Zabdiel hijo de Guedolín.

15  De los levitas:

Semaías hijo de Jasub, hijo de Azricán, hijo de Jasabías, hijo de Buní; 16  Sabetay y Jozabad, que eran jefes de los levitas y estaban encargados de la obra exterior del templo de Dios; 17  Matanías hijo de Micaías, hijo de Zabdí, hijo de Asaf, que dirigía el coro de los que entonaban las acciones de gracias en el momento de la oración; Bacbuquías, segundo entre sus hermanos, y Abdá hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Jedutún. 18  Los levitas que se establecieron en la ciudad santa fueron doscientos ochenta y cuatro.

19  De los porteros:

Acub, Talmón y sus parientes, que vigilaban las puertas. En total eran ciento setenta y dos.

20  Los demás israelitas, de los sacerdotes y de los levitas, vivían en todas las poblaciones de Judá, cada uno en su propiedad.
21  Los servidores del templo, que estaban bajo la dirección de Zijá y Guispa, se establecieron en Ofel.
22  El jefe de los levitas que estaban en Jerusalén era Uzi hijo de Baní, hijo de Jasabías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, uno de los descendientes de Asaf. Éstos tenían a su cargo el canto en el servicio del templo de Dios. 23  Una orden real y un reglamento establecían los deberes diarios de los cantores.
24  Para atender a todos los asuntos del pueblo, el rey había nombrado como su representante a Petaías hijo de Mesezabel, que era uno de los descendientes de Zera hijo de Judá.


Otras ciudades habitadas

25  Algunos judíos se establecieron en las siguientes ciudades con sus poblaciones: Quiriat Arbá, Dibón, Yecabsel, 26  Jesúa, Moladá, Bet Pelet, 27  Jazar Súal, Berseba, 28  Siclag, Mecona, 29  Enrimón, Zora, Jarmut, 30  Zanoa, Adulán, Laquis y Azeca, es decir, desde Berseba hasta el valle de Hinón.
31  Los benjaminitas se establecieron en Gueba, Micmás, Aías, Betel y sus poblaciones, 32  Anatot, Nob, Ananías, 33  Jazor, Ramá, Guitayin, 34  Jadid, Seboyín, Nebalat, 35  Lod y Ono, y en el valle de los Artesanos.
36  Algunos levitas de Judá se unieron a los benjaminitas.

                         NOTAS:

1. 11:8 y sus hermanos (mss. de LXX); y después de él (TM).
2. 11:9 Senuá. Alt. Hasenuá.

Nehemías 12


Sacerdotes y levitas repatriados

1  Éstos son los sacerdotes y los levitas que regresaron con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Jesúa:
Seraías, Jeremías, Esdras,
2  Amarías, Maluc, Jatús,
3  Secanías, Rejún, Meremot,
4  Idó, Guinetón, Abías,
5  Mijamín, Madías, Bilgá,
6  Semaías, Joyarib, Jedaías,
7  Salú, Amoc, Jilquías y Jedaías.
Éstos eran los jefes de los sacerdotes y de sus parientes en los días de Jesúa.
8  Los levitas eran Jesúa, Binuy, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, quien dirigía las acciones de gracias junto con sus hermanos; 9  Bacbuquías y Uni, sus hermanos, se colocaban frente a ellos en los servicios.
10  Los descendientes de Jesúa eran Joaquim, Eliasib, Joyadá, 11  Johanán y Jadúa.
12  Los jefes de las familias sacerdotales, en la época de Joaquim, eran:
de Seraías: Meraías;
de Jeremías: Jananías;
13  de Esdras: Mesulán;
de Amarías: Johanán;
14  de Melicú: Jonatán;
de Sebanías: José;
15  de Jarín: Adná;
de Merayot: Jelcay;
16  de Idó: Zacarías;
de Guinetón: Mesulán;
17  de Abías: Zicrí;
de Minjamín;[1]
de Moadías: Piltay;
18  de Bilgá: Samúa;
de Semaías: Jonatán;
19  de Joyarib: Matenay;
de Jedaías: Uzi;
20  de Salay: Calay;
de Amoc: Éber;
21  de Jilquías: Jasabías;
de Jedaías: Natanael.
22  Los jefes de familia de los levitas y de los sacerdotes en tiempos de Eliasib, Joyadá, Johanán y Jadúa fueron inscritos durante el reinado de Darío el persa. 23  Los jefes de familia de los levitas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib fueron inscritos en el libro de las crónicas. 24  Los jefes de los levitas eran Jasabías, Serebías y Jesúa hijo de Cadmiel. Cuando les llegaba el turno de servicio, sus parientes se colocaban frente a ellos para la alabanza y la acción de gracias, según lo establecido por David, hombre de Dios.
25  Matanías, Bacbuquías, Abdías, Mesulán, Talmón y Acub eran los porteros que montaban la guardia en los almacenes cercanos a las puertas. 26  Todos éstos vivieron en tiempos de Joaquim, hijo de Jesúa y nieto de Josadac, y en tiempos del gobernador Nehemías y del sacerdote y maestro Esdras.


Dedicación de la muralla

27  Cuando llegó el momento de dedicar la muralla, buscaron a los levitas en todos los lugares donde vivían, y los llevaron a Jerusalén para celebrar la dedicación con cánticos de acción de gracias, al son de címbalos, arpas y liras. 28  Entonces se reunieron los cantores de los alrededores de Jerusalén y de las aldeas de Netofa 29  y Bet Guilgal, así como de los campos de Gueba y de Azmávet, ya que los cantores se habían construido aldeas alrededor de Jerusalén. 30  Después de *purificarse a sí mismos, los sacerdotes y los levitas purificaron también a la gente, las *puertas y la muralla.
31  Luego hice que los jefes de Judá subieran a la muralla, y organicé dos grandes coros. Uno de ellos marchaba sobre la muralla hacia la derecha, rumbo a la puerta del Basurero, 32  seguido de Osaías, la mitad de los jefes de Judá, 33  Azarías, Esdras, Mesulán, 34  Judá, Benjamín, Semaías y Jeremías. 35  A éstos los acompañaban los siguientes sacerdotes, que llevaban trompetas: Zacarías hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf, 36  y sus parientes Semaías, Azarel, Milalay, Guilalay, May, Natanael, Judá y Jananí, que llevaban los instrumentos musicales de David, hombre de Dios. Al frente de ellos iba Esdras. 37  Al llegar a la puerta de la Fuente, subieron derecho por las gradas de la Ciudad de David, por la cuesta de la muralla, pasando junto al palacio de David, hasta la puerta del Agua, al este de la ciudad.
38  El segundo coro marchaba en dirección opuesta, a lo largo de la torre de los Hornos hasta el muro Ancho. Yo iba detrás, sobre la muralla, junto con la otra mitad de la gente. 39  Pasamos por encima de la puerta de Efraín, la de Jesaná[2] y la de los Pescados; por la torre de Jananel y la de los Cien, y por la puerta de las Ovejas, hasta llegar a la puerta de la Guardia. Allí nos detuvimos. 40  Los dos coros ocuparon sus sitios en el templo de Dios. Lo mismo hicimos yo, la mitad de los oficiales del pueblo, 41  y los sacerdotes Eliaquín, Maseías, Minjamín, Micaías, Elihoenay, Zacarías, Jananías, 42  Maseías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. En seguida los cantores empezaron a cantar a toda voz, dirigidos por Izraías.
43  Ese día se ofrecieron muchos sacrificios y hubo fiesta, porque Dios los llenó de alegría. Hasta las mujeres y los niños participaron. Era tal el regocijo de Jerusalén que se oía desde lejos.


Contribución para los sacerdotes y levitas

44  Aquel día se nombró a los encargados de los depósitos donde se almacenaban los tesoros, las ofrendas, las *primicias y los diezmos, para que depositaran en ellos las contribuciones que provenían de los campos de cada población y que, según la *ley, les correspondían a los sacerdotes y a los levitas. La gente de Judá estaba contenta con el servicio que prestaban los sacerdotes y levitas, 45  quienes según lo establecido por David y su hijo Salomón se ocupaban del servicio de su Dios y del servicio de *purificación, junto con los cantores y los porteros. 46  Por mucho tiempo, desde los días de David y de Asaf, había directores de coro y cánticos de alabanza y de acción de gracias a Dios. 47  En la época de Zorobabel y de Nehemías, todos los días los israelitas entregaban las porciones correspondientes a los cantores y a los porteros. Así mismo daban las ofrendas sagradas para los demás levitas, y los levitas a su vez les entregaban a los hijos de Aarón lo que a éstos les correspondía.

                         NOTAS:

1. 12:17 En TM no aparece el nombre del jefe de Minjamín.
2. 12:39 de Jesaná. Alt. Vieja.

Nehemías 13


Reforma final de Nehemías

1  Aquel día se leyó ante el pueblo el libro de Moisés, y allí se encontró escrito que los amonitas y moabitas no debían jamás formar parte del pueblo de Dios, 2  porque no sólo no les habían dado de comer ni de beber a los israelitas sino que habían contratado a Balán para que los maldijera, aunque en realidad nuestro Dios cambió la maldición por bendición. 3  Al escuchar lo que la *ley decía, apartaron de Israel a todos los que se habían mezclado con extranjeros.
4  Antes de esto, el sacerdote Eliasib, encargado de los almacenes del templo de nuestro Dios, había emparentado con Tobías 5  y le había acondicionado una habitación grande. Allí se almacenaban las ofrendas, el incienso, los utensilios, los diezmos del trigo, vino y aceite correspondientes a los levitas, cantores y porteros, y las contribuciones para los sacerdotes.
6  Para ese entonces yo no estaba en Jerusalén, porque en el año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia, había ido a ver al rey. Después de algún tiempo, con permiso del rey 7  regresé a Jerusalén y me enteré de la infracción cometida por Eliasib al proporcionarle a Tobías una habitación en los atrios del templo de Dios. 8  Esto me disgustó tanto que hice sacar de la habitación todos los cachivaches de Tobías. 9  Luego ordené que *purificaran las habitaciones y volvieran a colocar allí los utensilios sagrados del templo de Dios, las ofrendas y el incienso.
10  También me enteré de que a los levitas no les habían entregado sus porciones, y de que los levitas y cantores encargados del servicio habían regresado a sus campos. 11  Así que reprendí a los jefes y les dije: "¿Por qué está tan descuidado el templo de Dios?" Luego los reuní y los restablecí en sus puestos.
12  Todo Judá trajo a los almacenes la décima parte del trigo, del vino y del aceite. 13  Puse a cargo de los almacenes al sacerdote Selemías, al escriba Sadoc y al levita Pedaías; como ayudante de ellos nombré a Janán, hijo de Zacur y nieto de Matanías. Todos ellos eran dignos de confianza, y se encargarían de distribuir las porciones entre sus compañeros.
14  "¡Recuerda esto, Dios mío, y favoréceme; no olvides todo el bien que hice por el templo de mi Dios y de su culto!"
15  Durante aquellos días vi en Judá que en *sábado algunos exprimían uvas y otros acarreaban, a lomo de mula, manojos de trigo, vino, uvas, higos y toda clase de cargas que llevaban a Jerusalén. Los reprendí entonces por vender sus víveres en ese día. 16  También los tirios que vivían en Jerusalén traían a la ciudad pescado y otras mercancías, y las vendían a los judíos en sábado. 17  Así que censuré la actitud de los nobles de Judá, y les dije: "¡Ustedes están pecando al profanar el día sábado! 18  Lo mismo hicieron sus antepasados, y por eso nuestro Dios envió toda esta desgracia sobre nosotros y sobre esta ciudad. ¿Acaso quieren que aumente la ira de Dios sobre Israel por profanar el sábado?"
19  Entonces ordené que cerraran las *puertas de Jerusalén al caer la tarde, antes de que comenzara el sábado, y que no las abrieran hasta después de ese día. Así mismo, puse a algunos de mis servidores en las puertas para que no dejaran entrar ninguna carga en sábado. 20  Una o dos veces, los comerciantes y los vendedores de toda clase de mercancías pasaron la noche fuera de Jerusalén. 21  Así que les advertí: "¡No se queden junto a la muralla! Si vuelven a hacerlo, ¡los apresaré!" Desde entonces no volvieron a aparecerse más en sábado. 22  Luego ordené a los levitas que se purificaran y que fueran a hacer guardia en las puertas, para que el sábado fuera respetado.
"¡Recuerda esto, Dios mío, y conforme a tu gran amor, ten compasión de mí!"
23  En aquellos días también me di cuenta de que algunos judíos se habían casado con mujeres de Asdod, de Amón y de Moab. 24  La mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod o de otros pueblos, y no sabían hablar la lengua de los judíos. 25  Entonces los reprendí y los maldije; a algunos de ellos los golpeé, y hasta les arranqué los pelos, y los obligué a jurar por Dios. Les dije: "No permitan que sus hijas se casen con los hijos de ellos, ni se casen ustedes ni sus hijos con las hijas de ellos. 26  ¿Acaso no fue ése el pecado de Salomón, rey de Israel? Entre todas las naciones no hubo un solo rey como él: Dios lo amó y lo hizo rey sobre todo Israel. Pero aun a él lo hicieron pecar las mujeres extranjeras. 27  ¿Será que también de ustedes se dirá que cometieron el gran pecado de ofender a nuestro Dios casándose con mujeres extranjeras?"
28  A uno de los hijos de Joyadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, lo eché de mi lado porque era yerno de Sambalat el horonita.
29  "¡Recuerda esto, Dios mío, en perjuicio de los que profanaron el sacerdocio y el pacto de los sacerdotes y de los levitas!"
30  Yo los purifiqué de todo lo extranjero y asigné a los sacerdotes y levitas sus respectivas tareas. 31  También organicé la ofrenda de la leña en las fechas establecidas, y la entrega de las *primicias.
"¡Acuérdate de mí, Dios mío, y favoréceme!"


Ester 1


Ester



Destitución de la reina Vasti

1  El rey Asuero,[1] que reinó sobre ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta *Cus, 2  estableció su trono real en la ciudadela de Susa.
3  En el tercer año de su reinado ofreció un banquete para todos sus funcionarios y servidores, al que asistieron los jefes militares de Persia y Media, y los magistrados y los gobernadores de las provincias, 4  y durante ciento ochenta días les mostró la enorme riqueza de su reino y la esplendorosa gloria de su majestad.
5  Pasado este tiempo, el rey ofreció otro banquete, que duró siete días, para todos los que se encontraban en la ciudadela de Susa, tanto los más importantes como los de menor importancia. Este banquete tuvo lugar en el jardín interior de su palacio, 6  el cual lucía cortinas blancas y azules, sostenidas por cordones de lino blanco y tela púrpura, los cuales pasaban por anillos de plata sujetos a columnas de mármol. También había sofás de oro y plata sobre un piso de mosaicos de pórfido, mármol, madreperla y otras piedras preciosas. 7  En copas de oro de las más variadas formas se servía el vino real, el cual corría a raudales, como era de esperarse del rey. 8  Todos los invitados podían beber cuanto quisieran, pues los camareros habían recibido instrucciones del rey de servir a cada uno lo que deseara.
9  La reina Vasti, por su parte, ofreció también un banquete para las mujeres en el palacio del rey Asuero.
10  Al séptimo día, como a causa del vino el rey Asuero estaba muy alegre, les ordenó a los siete *eunucos que le servían Meumán, Biztá, Jarboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás 11  que llevaran a su presencia a la reina, ceñida con la corona real, a fin de exhibir su belleza ante los pueblos y sus dignatarios, pues realmente era muy hermosa. 12  Pero cuando los eunucos le comunicaron la orden del rey, la reina se negó a ir. Esto contrarió mucho al rey, y se enfureció.
13  De inmediato el rey consultó a los sabios conocedores de leyes,[2] porque era costumbre que en cuestiones de ley y justicia el rey consultara a los expertos. 14  Los más allegados a él eran: Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán, los siete funcionarios de Persia y Media que tenían acceso especial a la presencia del rey y ocupaban los puestos más altos en el reino.
15  Según la ley, ¿qué se debe hacer con la reina Vasti por haber desobedecido la orden del rey transmitida por los eunucos? preguntó el rey.
16  En presencia del rey y de los funcionarios, Memucán respondió:
La reina Vasti no sólo ha ofendido a Su Majestad, sino también a todos los funcionarios y a todos los pueblos de todas las provincias del reino. 17  Porque todas las mujeres se enterarán de la conducta de la reina, y esto hará que desprecien a sus esposos, pues dirán: El rey Asuero mandó que la reina Vasti se presentara ante él, pero ella no fue. 18  El día en que las mujeres de la nobleza de Persia y de Media se enteren de la conducta de la reina, les responderán de la misma manera a todos los dignatarios de Su Majestad. ¡Entonces no habrá fin al desprecio y a la discordia!
19  "Por lo tanto, si le parece bien a Su Majestad, emita un decreto real, el cual se inscribirá con carácter irrevocable en las leyes de Persia y Media: que Vasti nunca vuelva a presentarse ante Su Majestad, y que el título de reina se lo otorgue a otra mejor que ella. 20  Así, cuando el edicto real se dé a conocer por todo su inmenso reino, todas las mujeres respetarán a sus esposos, desde los más importantes hasta los menos importantes.
21  Al rey y a sus funcionarios les pareció bien ese consejo, de modo que el rey hizo lo que había propuesto Memucán: 22  envió cartas por todo el reino, a cada provincia en su propia escritura y a cada pueblo en su propio idioma, proclamando en la lengua de cada pueblo que todo hombre debe ejercer autoridad sobre su familia.

                         NOTAS:

1. 1:1 Asuero. Variante hebrea de Jerjes, nombre persa; así en el resto de este libro.
2. 1:13 leyes (lectura probable); los tiempos (TM).

Ester 2


Elección de Ester como reina

1  Algún tiempo después, ya aplacada su furia, el rey Asuero se acordó de Vasti y de lo que había hecho, y de lo que se había decretado contra ella. 2  Entonces los ayudantes personales del rey hicieron esta propuesta: "Que se busquen jóvenes vírgenes y hermosas para el rey. 3  Que nombre el rey para cada provincia de su reino delegados que reúnan a todas esas jóvenes hermosas en el harén de la ciudadela de Susa. Que sean puestas bajo el cuidado de Jegay, el *eunuco encargado de las mujeres del rey, y que se les dé un tratamiento de belleza. 4  Y que reine en lugar de Vasti la joven que más le guste al rey." Esta propuesta le agradó al rey, y ordenó que así se hiciera.
5  En la ciudadela de Susa vivía un judío de la tribu de Benjamín, llamado Mardoqueo hijo de Yaír, hijo de Simí, hijo de Quis, 6  uno de los capturados en Jerusalén y llevados al exilio cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, se llevó cautivo a Jeconías,[1] rey de Judá. 7  Mardoqueo tenía una prima llamada Jadasá. Esta joven, conocida también como Ester, a quien había criado porque era huérfana de padre y madre, tenía una figura atractiva y era muy hermosa. Al morir sus padres, Mardoqueo la adoptó como su hija.
8  Cuando se proclamaron el edicto y la orden del rey, muchas jóvenes fueron reunidas en la ciudadela de Susa y puestas al cuidado de Jegay. Ester también fue llevada al palacio del rey y confiada a Jegay, quien estaba a cargo del harén. 9  La joven agradó a Jegay y se ganó su simpatía. Por eso él se apresuró a darle el tratamiento de belleza y los alimentos especiales. Le asignó las siete doncellas más distinguidas del palacio y la trasladó con sus doncellas al mejor lugar del harén.
10  Ester no reveló su nacionalidad ni sus antecedentes familiares, porque Mardoqueo se lo había prohibido. 11  Éste se paseaba diariamente frente al patio del harén para saber cómo le iba a Ester y cómo la trataban.
12  Ahora bien, para poder presentarse ante el rey, una joven tenía que completar los doce meses de tratamiento de belleza prescritos: seis meses con aceite de mirra, y seis con perfumes y cosméticos. 13  Terminado el tratamiento, la joven se presentaba ante el rey y podía llevarse del harén al palacio todo lo que quisiera. 14  Iba al palacio por la noche, y a la mañana siguiente volvía a un segundo harén bajo el cuidado de Sasgaz, el eunuco encargado de las concubinas del rey. Y no volvía a presentarse ante el rey, a no ser que él la deseara y la mandara a llamar.
15  Cuando a Ester, la joven que Mardoqueo había adoptado y que era hija de su tío Abijaíl, le llegó el turno de presentarse ante el rey, ella no pidió nada fuera de lo sugerido por Jegay, el eunuco encargado del harén del rey. Para entonces, ella se había ganado la simpatía de todo el que la veía. 16  Ester fue llevada al palacio real ante el rey Asuero en el mes décimo, el mes de *tébet, durante el séptimo año de su reinado.
17  El rey se enamoró de Ester más que de todas las demás mujeres, y ella se ganó su aprobación y simpatía más que todas las otras vírgenes. Así que él le ciñó la corona real y la proclamó reina en lugar de Vasti. 18  Luego el rey ofreció un gran banquete en honor de Ester para todos sus funcionarios y servidores. Declaró un día de fiesta en todas las provincias y distribuyó regalos con generosidad digna de un rey.


Conspiración contra Asuero

19  Mientras se reunía a un segundo grupo de vírgenes, Mardoqueo permanecía sentado a la puerta del rey. 20  Ester, por su parte, continuó guardando en secreto sus antecedentes familiares y su nacionalidad, tal como Mardoqueo le había ordenado, ya que seguía cumpliendo las instrucciones de Mardoqueo como cuando estaba bajo su cuidado.
21  En aquellos días, mientras Mardoqueo seguía sentado a la puerta del rey, Bigtán y Teres, los dos *eunucos del rey, miembros de la guardia, se enojaron y tramaron el asesinato del rey Asuero. 22  Al enterarse Mardoqueo de la conspiración, se lo contó a la reina Ester, quien a su vez se lo hizo saber al rey de parte de Mardoqueo. 23  Cuando se investigó el informe y se descubrió que era cierto, los dos eunucos fueron empalados en una estaca. Todo esto fue debidamente anotado en los registros reales, en presencia del rey.

                         NOTAS:

1. 2:6 Jeconías. Es decir, Joaquín (véase 2R 24:8-17).

Ester 3


Conspiración de Amán contra los judíos

1  Después de estos acontecimientos, el rey Asuero honró a Amán hijo de Hamedata, el descendiente de Agag, ascendiéndolo a un puesto más alto que el de todos los demás funcionarios que estaban con él. 2  Todos los servidores de palacio asignados a la puerta del rey se arrodillaban ante Amán, y le rendían homenaje, porque así lo había ordenado el rey. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ante él ni le rendía homenaje.
3  Entonces los servidores de palacio asignados a la puerta del rey le preguntaron a Mardoqueo: "¿Por qué desobedeces la orden del rey?" 4  Día tras día se lo reclamaban; pero él no les hacía caso. Por eso lo denunciaron a Amán para ver si seguía tolerándose la conducta de Mardoqueo, ya que éste les había confiado que era judío.
5  Cuando Amán se dio cuenta de que Mardoqueo no se arrodillaba ante él ni le rendía homenaje, se enfureció. 6  Y cuando le informaron a qué pueblo pertenecía Mardoqueo, desechó la idea de matarlo sólo a él y buscó la manera de exterminar a todo el pueblo de Mardoqueo, es decir, a los judíos que vivían por todo el reino de Asuero.
7  Para determinar el día y el mes, se echó el pur, es decir, la suerte, en presencia de Amán, en el mes primero, que es el mes de *nisán, del año duodécimo del reinado de Asuero. Y la suerte cayó sobre[1] el mes duodécimo, el mes de *adar.
8  Entonces Amán le dijo al rey Asuero:
Hay cierto pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las provincias del reino, cuyas leyes y costumbres son diferentes de las de todos los demás. ¡No obedecen las leyes del reino, y a Su Majestad no le conviene tolerarlos! 9  Si le parece bien, emita Su Majestad un decreto para aniquilarlos, y yo depositaré en manos de los administradores trescientos treinta mil kilos[2] de plata para el tesoro real.
10  Entonces el rey se quitó el anillo que llevaba su sello y se lo dio a Amán hijo de Hamedata, descendiente de Agag y enemigo de los judíos.
11  Quédate con el dinero le dijo el rey a Amán, y haz con ese pueblo lo que mejor te parezca.
12  El día trece del mes primero se convocó a los secretarios del rey. Redactaron en la escritura de cada provincia y en el idioma de cada pueblo todo lo que Amán ordenaba a los *sátrapas del rey, a los intendentes de las diversas provincias y a los funcionarios de los diversos pueblos. Todo se escribió en *nombre del rey Asuero y se selló con el anillo real. 13  Luego se enviaron los documentos por medio de los mensajeros a todas las provincias del rey con la orden de exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos jóvenes y ancianos, mujeres y niños y saquear sus bienes en un solo día: el día trece del mes duodécimo, es decir, el mes de adar. 14  En cada provincia se debía emitir como ley una copia del edicto, el cual se comunicaría a todos los pueblos a fin de que estuvieran preparados para ese día.
15  Los mensajeros partieron de inmediato por orden del rey, y a la vez se publicó el edicto en la ciudadela de Susa. Luego el rey y Amán se sentaron a beber, mientras que en la ciudad de Susa reinaba la confusión.

                         NOTAS:

1. 3:7 Y la suerte cayó sobre (LXX); TM no incluye esta frase.
2. 3:9 trescientos treinta mil kilos. Lit. diez mil *talentos.

Ester 4


Acuerdo entre Mardoqueo y Ester

1  Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que se había hecho, se rasgó las vestiduras, se vistió de luto, se cubrió de ceniza y salió por la ciudad dando gritos de amargura. 2  Pero como a nadie se le permitía entrar a palacio vestido de luto, sólo pudo llegar hasta la puerta del rey. 3  En cada provincia adonde llegaban el edicto y la orden del rey, había gran duelo entre los judíos, con ayuno, llanto y lamentos. Muchos de ellos, vestidos de luto, se tendían sobre la ceniza.
4  Cuando las criadas y los *eunucos de la reina Ester llegaron y le contaron lo que pasaba, ella se angustió mucho y le envió ropa a Mardoqueo para que se la pusiera en lugar de la ropa de luto; pero él no la aceptó. 5  Entonces Ester mandó llamar a Hatac, uno de los eunucos del rey puesto al servicio de ella, y le ordenó que averiguara qué preocupaba a Mardoqueo y por qué actuaba de esa manera.
6  Así que Hatac salió a ver a Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del rey. 7  Mardoqueo le contó todo lo que le había sucedido, mencionándole incluso la cantidad exacta de dinero que Amán había prometido pagar al tesoro real por la aniquilación de los judíos. 8  También le dio una copia del texto del edicto promulgado en Susa, el cual ordenaba el exterminio, para que se lo mostrara a Ester, se lo explicara, y la exhortara a que se presentara ante el rey para implorar clemencia e interceder en favor de su pueblo.
9  Hatac regresó y le informó a Ester lo que Mardoqueo había dicho. 10  Entonces ella ordenó a Hatac que le dijera a Mardoqueo: 11  "Todos los servidores del rey y el pueblo de las provincias del reino saben que, para cualquier hombre o mujer que, sin ser invitado por el rey, se acerque a él en el patio interior, hay una sola ley: la pena de muerte. La única excepción es que el rey, extendiendo su cetro de oro, le perdone la vida. En cuanto a mí, hace ya treinta días que el rey no me ha pedido presentarme ante él."
12  Cuando Mardoqueo se enteró de lo que había dicho Ester, 13  mandó a decirle: "No te imagines que por estar en la casa del rey serás la única que escape con vida de entre todos los judíos. 14  Si ahora te quedas absolutamente callada, de otra parte vendrán el alivio y la liberación para los judíos, pero tú y la familia de tu padre perecerán. ¡Quién sabe si no has llegado al trono precisamente para un momento como éste!"
15  Ester le envió a Mardoqueo esta respuesta: 16  "Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban, ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y si perezco, que perezca!"
17  Entonces Mardoqueo fue y cumplió con todas las instrucciones de Ester.

Ester 5


Petición de Ester al rey Asuero

1  Al tercer día, Ester se puso sus vestiduras reales y fue a pararse en el patio interior del palacio, frente a la sala del rey. El rey estaba sentado allí en su trono real, frente a la puerta de entrada. 2  Cuando vio a la reina Ester de pie en el patio, se mostró complacido con ella y le extendió el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces Ester se acercó y tocó la punta del cetro.
3  El rey le preguntó:
¿Qué te pasa, reina Ester? ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!
4  Si le parece bien a Su Majestad respondió Ester, venga hoy al banquete que ofrezco en su honor, y traiga también a Amán.
5  Vayan de inmediato por Amán, para que podamos cumplir con el deseo de Ester ordenó el rey.
Así que el rey y Amán fueron al banquete que ofrecía Ester. 6  Cuando estaban brindando, el rey volvió a preguntarle a Ester:
Dime qué deseas, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!
7  Ester respondió:
Mi deseo y petición es que, 8  si me he ganado el favor de Su Majestad, y si le agrada cumplir mi deseo y conceder mi petición, venga mañana con Amán al banquete que les voy a ofrecer, y entonces le daré la respuesta.


Odio de Amán contra Mardoqueo

9  Amán salió aquel día muy contento y de buen humor; pero cuando vio a Mardoqueo en la puerta del rey y notó que no se levantaba ni temblaba ante su presencia, se llenó de ira contra él. 10  No obstante, se contuvo y se fue a su casa.
Luego llamó Amán a sus amigos y a Zeres, su esposa, 11  e hizo alarde de su enorme riqueza y de sus muchos hijos, y de cómo el rey lo había honrado en todo sentido ascendiéndolo sobre los funcionarios y demás servidores del rey.
12  Es más añadió Amán, yo soy el único a quien la reina Ester invitó al banquete que le ofreció al rey. Y también me ha invitado a acompañarlo mañana. 13  Pero todo esto no significa nada para mí, mientras vea a ese judío Mardoqueo sentado a la puerta del rey.
14  Su esposa Zeres y todos sus amigos le dijeron:
Haz que se coloque una estaca a veinticinco metros[1] de altura, y por la mañana pídele al rey que empale en ella a Mardoqueo. Así podrás ir contento al banquete con el rey.
La sugerencia le agradó a Amán, y mandó que se colocara la estaca.

                         NOTAS:

1. 5:14 veinticinco metros. Lit. cincuenta *codos.

Ester 6


Exaltación de Mardoqueo

1  Aquella noche el rey no podía dormir, así que mandó que le trajeran las crónicas reales la historia de su reino y que se las leyeran. 2  Allí constaba que Mardoqueo había delatado a Bigtán y Teres, dos de los *eunucos del rey, miembros de la guardia, que habían tramado asesinar al rey Asuero.
3  ¿Qué honor o reconocimiento ha recibido Mardoqueo por esto? preguntó el rey.
No se ha hecho nada por él respondieron sus ayudantes personales.
4  Amán acababa de entrar en el patio exterior del palacio para pedirle al rey que empalara a Mardoqueo en la estaca que había mandado levantar para él. Así que el rey preguntó:
¿Quién anda en el patio?
5  Sus ayudantes respondieron:
El que anda en el patio es Amán.
¡Que pase! ordenó el rey.
6  Cuando entró Amán, el rey le preguntó:
¿Cómo se debe tratar al hombre a quien el rey desea honrar?
Entonces Amán dijo para sí: "¿A quién va a querer honrar el rey sino a mí?" 7  Así que contestó:
Para el hombre a quien el rey desea honrar, 8  que se mande traer una vestidura real que el rey haya usado, y un caballo en el que haya montado y que lleve en la cabeza un adorno real. 9  La vestidura y el caballo deberán entregarse a uno de los funcionarios más ilustres del rey, para que vista al hombre a quien el rey desea honrar, y que lo pasee a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: ¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!
10  Ve de inmediato le dijo el rey a Amán, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has sugerido, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del rey. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado.
11  Así que Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: "¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!"
12  Después Mardoqueo volvió a la puerta del rey. Pero Amán regresó apurado a su casa, triste y tapándose la cara. 13  Y les contó a Zeres, su esposa, y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido.
Entonces sus consejeros y su esposa Zeres le dijeron:
Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es de origen judío, no podrás contra él. ¡Sin duda acabarás siendo derrotado!
14  Mientras todavía estaban hablando con Amán, llegaron los eunucos del rey y lo llevaron de prisa al banquete ofrecido por Ester.

Ester 7


Humillación y muerte de Amán

1  El rey y Amán fueron al banquete de la reina Ester, 2  y al segundo día, mientras brindaban, el rey le preguntó otra vez:
Dime qué deseas, reina Ester, y te lo concederé. ¿Cuál es tu petición? ¡Aun cuando fuera la mitad del reino, te lo concedería!
3  Ester respondió:
Si me he ganado el favor de Su Majestad, y si le parece bien, mi deseo es que me conceda la *vida. Mi petición es que se compadezca de mi pueblo. 4  Porque a mí y a mi pueblo se nos ha vendido para exterminio, muerte y aniquilación. Si sólo se nos hubiera vendido como esclavos, yo me habría quedado callada, pues tal angustia no sería motivo suficiente para inquietar a Su Majestad.[1]
5  El rey le preguntó:
¿Y quién es ése que se ha atrevido a concebir semejante barbaridad? ¿Dónde está?
6  ¡El adversario y enemigo es este miserable de Amán! respondió Ester.
Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina. 7  El rey se levantó enfurecido, dejó de beber y salió al jardín del palacio. Pero Amán, dándose cuenta de que el rey ya había decidido su fin, se quedó para implorarle a la reina Ester que le perdonara la vida.
8  Cuando el rey volvió del jardín del palacio a la sala del banquete, Amán estaba inclinado sobre el diván donde Ester estaba recostada. Al ver esto, el rey exclamó:
¡Y todavía se atreve éste a violar a la reina en mi presencia y en mi casa!
Tan pronto como el rey pronunció estas palabras, cubrieron el rostro de Amán. 9  Y Jarboná, uno de los *eunucos que atendían al rey, dijo:
Hay una estaca a veinticinco metros[2] de altura, junto a la casa de Amán. Él mandó colocarla para Mardoqueo, el que intervino en favor del rey.
¡Empálenlo en ella! ordenó el rey.
10  De modo que empalaron a Amán en la estaca que él había mandado levantar para Mardoqueo. Con eso se aplacó la furia del rey.

                         NOTAS:

1. 7:4 pues ... Majestad. Alt. pero la compensación que nuestro adversario ofrece no puede compararse con la pérdida que sufriría Su Majestad.
2. 7:9 veinticinco metros. Lit. cincuenta *codos.

Ester 8


Edicto real en favor de los judíos

1  Ese mismo día el rey Asuero le dio a la reina Ester las propiedades de Amán, el enemigo de los judíos. Mardoqueo se presentó ante el rey, porque Ester le había dicho cuál era su parentesco con ella. 2  El rey se quitó el anillo con su sello, el cual había recuperado de Amán, y se lo obsequió a Mardoqueo. Ester, por su parte, lo designó administrador de las propiedades de Amán.
3  Luego Ester volvió a interceder ante el rey. Se echó a sus pies y, con lágrimas en los ojos, le suplicó que pusiera fin al malvado plan que Amán el agagueo había maquinado contra los judíos. 4  El rey le extendió a Ester el cetro de oro. Entonces ella se levantó y, permaneciendo de pie ante él, 5  dijo:
Si me he ganado el favor de Su Majestad, y si piensa que es correcto hacerlo y está contento conmigo, dígnese dar una contraorden que invalide los decretos para aniquilar a los judíos que están en todas las provincias del reino, los cuales fraguó y escribió Amán hijo de Hamedata, el agagueo. 6  Porque ¿cómo podría yo ver la calamidad que se cierne sobre mi pueblo? ¿Cómo podría ver impasible el exterminio de mi gente?
7  El rey Asuero respondió entonces a la reina Ester y a Mardoqueo el judío:
Debido a que Amán atentó contra los judíos, le he dado sus propiedades a Ester, y a él lo han empalado en la estaca. 8  Redacten ahora, en mi *nombre, otro decreto en favor de los judíos, como mejor les parezca, y séllenlo con mi anillo real. Un documento escrito en mi nombre, y sellado con mi anillo, es imposible revocarlo.
9  De inmediato fueron convocados los secretarios del rey. Era el día veintitrés del mes tercero, el mes de *siván. Se escribió todo lo que Mardoqueo ordenó a los judíos y a los *sátrapas, intendentes y funcionarios de las ciento veintisiete provincias que se extendían desde la India hasta *Cus. Esas órdenes se promulgaron en la escritura de cada provincia y en el idioma de cada pueblo, y también en la escritura e idioma propios de los judíos. 10  Mardoqueo escribió los decretos en nombre del rey Asuero, los selló con el anillo real, y los envió por medio de mensajeros del rey, que montaban veloces corceles de las caballerizas reales.
11  El edicto del rey facultaba a los judíos de cada ciudad a reunirse y defenderse, a exterminar, matar y aniquilar a cualquier fuerza armada de cualquier pueblo o provincia que los atacara a ellos o a sus mujeres y niños, y a apoderarse de los bienes de sus enemigos. 12  Para llevar esto a cabo en todas las provincias del rey Asuero, los judíos fijaron el día trece del mes doce, que es el mes de *adar. 13  En cada provincia se emitiría como ley una copia del edicto, y se daría a conocer a todos los pueblos. Así los judíos estarían preparados ese día para vengarse de sus enemigos.
14  Los mensajeros, siguiendo las órdenes del rey, salieron de inmediato montando veloces corceles. El edicto se publicó también en la ciudadela de Susa.
15  Mardoqueo salió de la presencia del rey vistiendo ropas reales de azul y blanco, una gran corona de oro y un manto de lino fino color púrpura. La ciudad de Susa estalló en gritos de alegría. 16  Para los judíos, aquél fue un tiempo de luz y de alegría, júbilo y honor. 17  En cada provincia y ciudad adonde llegaban el edicto y la orden del rey, había alegría y regocijo entre los judíos, con banquetes y festejos. Y muchas personas de otros pueblos se hicieron judíos por miedo a ellos.

Ester 9


Triunfo de los judíos

1  El edicto y la orden del rey debían ejecutarse el día trece del mes doce, que es el mes de *adar. Los enemigos de los judíos esperaban dominarlos ese día; pero ahora se habían invertido los papeles, y los judíos dominaban a quienes los odiaban. 2  En todas las provincias del rey Asuero, los judíos se reunieron en sus respectivas ciudades para atacar a los que procuraban su ruina. Nadie podía combatirlos, porque el miedo a ellos se había apoderado de todos. 3  Los funcionarios de las provincias, los *sátrapas, los intendentes y los administradores del rey apoyaban a los judíos, porque el miedo a Mardoqueo se había apoderado de todos ellos. 4  Mardoqueo se había convertido en un personaje distinguido dentro del palacio real. Su fama se extendía por todas las provincias, y cada vez se hacía más poderoso.
5  Los judíos mataron a filo de espada a todos sus enemigos. Los mataron y los aniquilaron, e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. 6  En la ciudadela de Susa mataron y aniquilaron a quinientos hombres. 7  También mataron a Parsandata, Dalfón, Aspata, 8  Porata, Adalías, Aridata, 9  Parmasta, Arisay, Ariday y Vaizata, 10  que eran los diez hijos de Amán hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos. Pero no se apoderaron de sus bienes.
11  Ese mismo día, al enterarse el rey del número de muertos en la ciudadela de Susa, 12  le dijo a la reina Ester:
Si los judíos han matado y aniquilado a quinientos hombres y a los diez hijos de Amán en la ciudadela de Susa, ¡qué no habrán hecho en el resto de las provincias del reino! Dime cuál es tu deseo, y se te concederá. ¿Qué otra petición tienes? ¡Se cumplirá tu deseo!
13  Si a Su Majestad le parece bien respondió Ester, concédales permiso a los judíos de Susa para prorrogar hasta mañana el edicto de este día, y permita que sean empalados en la estaca los diez hijos de Amán.
14  El rey ordenó que se hiciera así. Se emitió un edicto en Susa, y los diez hijos de Amán fueron empalados. 15  Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de adar, y mataron allí a trescientos hombres, pero no se apoderaron de sus bienes.
16  Mientras tanto, los judíos restantes que estaban en las provincias del rey también se reunieron para defenderse y librarse de sus enemigos. Mataron a setenta y cinco mil de quienes los odiaban, pero tampoco se apoderaron de sus bienes. 17  Esto sucedió el día trece del mes de adar. El día catorce descansaron, y lo celebraron con un alegre banquete.


Celebración dei Purim

18  En cambio, los judíos de Susa que se habían reunido el trece y el catorce, descansaron el día quince, y lo celebraron con un alegre banquete.
19  Por eso los judíos de las zonas rurales los que viven en las aldeas celebran el catorce del mes de *adar como día de alegría y de banquete, y se hacen regalos unos a otros.
20  Mardoqueo registró estos acontecimientos, y envió cartas a todos los judíos de todas las provincias lejanas y cercanas del rey Asuero, 21  exigiéndoles que celebraran cada año los días catorce y quince del mes de adar 22  como el tiempo en que los judíos se libraron de sus enemigos, y como el mes en que su aflicción se convirtió en alegría, y su dolor en día de fiesta. Por eso debían celebrarlos como días de banquete y de alegría, compartiendo los alimentos los unos con los otros y dándoles regalos a los pobres.
23  Así los judíos acordaron convertir en costumbre lo que habían comenzado a festejar, cumpliendo lo que Mardoqueo les había ordenado por escrito. 24  Porque Amán hijo de Hamedata, el agagueo, el enemigo de todos los judíos, había maquinado aniquilar a los judíos y había echado el pur es decir, la suerte para confundirlos y aniquilarlos. 25  Pero cuando Ester se presentó ante el rey, éste ordenó por escrito que el malvado plan que Amán había maquinado contra los judíos debía recaer sobre su propia cabeza, y que él y sus hijos fueran empalados en la estaca. 26  Por tal razón, a estos días se los llamó Purim, de la palabra pur. Conforme a todo lo escrito en esta carta, y debido a lo que habían visto y a lo que les había sucedido, 27  los judíos establecieron para ellos y sus descendientes, y para todos los que se les unieran, la costumbre de celebrar sin falta estos dos días cada año, según la manera prescrita y en la fecha fijada. 28  Toda familia, y cada provincia y ciudad, debía recordar y celebrar estos días en cada generación. Y estos días de Purim no debían dejar de festejarse entre los judíos, ni debía morir su recuerdo entre sus descendientes.
29  La reina Ester, hija de Abijaíl, junto con Mardoqueo el judío, escribieron con plena autoridad para confirmar esta segunda carta con respecto a los días de Purim. 30  Él envió decretos a todos los judíos de las ciento veintisiete provincias del reino de Asuero con palabras de buena voluntad y seguridad 31  para establecer los días de Purim en las fechas fijadas, como lo habían decretado para ellos Mardoqueo el judío y la reina Ester, y como lo habían establecido para sí mismos y para sus descendientes, con algunas cláusulas sobre ayunos y lamentos. 32  El decreto de Ester confirmó estas normas con respecto a Purim, y quedó registrado por escrito.

Ester 10


Grandeza de Mardoqueo

1  El rey Asuero impuso tributo por todo el imperio, incluyendo las islas del mar. 2  Todos los hechos de poder y autoridad de Mardoqueo, junto con un relato completo de la grandeza a la cual lo elevó el rey, se hallan registrados en las crónicas de los reyes de Media y Persia. 3  El judío Mardoqueo fue preeminente entre su pueblo y segundo en jerarquía después del rey Asuero. Alcanzó gran estima entre sus muchos compatriotas, porque procuraba el bien de su pueblo y promovía su *bienestar.


Job 1


Job



Prólogo

1  En la región de Uz había un hombre recto e intachable, que temía a Dios y vivía apartado del mal. Este hombre se llamaba Job. 2  Tenía siete hijos y tres hijas; 3  era dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas, y su servidumbre era muy numerosa. Entre todos los habitantes del oriente era el personaje de mayor renombre.
4  Sus hijos acostumbraban turnarse para celebrar banquetes en sus respectivas casas, e invitaban a sus tres hermanas a comer y beber con ellos. 5  Una vez terminado el ciclo de los banquetes, Job se aseguraba de que sus hijos se *purificaran. Muy de mañana ofrecía un *holocausto por cada uno de ellos, pues pensaba: "Tal vez mis hijos hayan pecado y maldecido[1] en su *corazón a Dios." Para Job ésta era una costumbre cotidiana.


Primera prueba de Job

6  Llegó el día en que los ángeles[2] debían hacer acto de presencia ante el Señor, y con ellos se presentó también *Satanás. 7  Y el Señor le preguntó:
¿De dónde vienes?
Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro le respondió Satanás.
8  ¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? volvió a preguntarle el Señor. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal.
9  Satanás replicó:
¿Y acaso Job te honra sin recibir nada a cambio? 10  ¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has bendecido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tierra. 11  Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!
12  Muy bien le contestó el Señor. Todas sus posesiones están en tus manos, con la condición de que a él no le pongas la mano encima.
Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor.
13  Llegó el día en que los hijos y las hijas de Job celebraban un banquete en casa de su hermano mayor. 14  Entonces un mensajero llegó a decirle a Job: "Mientras los bueyes araban y los asnos pastaban por allí cerca, 15  nos atacaron los sabeanos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo a usted!"
16  No había terminado de hablar este mensajero cuando uno más llegó y dijo: "Del cielo cayó un rayo que calcinó a las ovejas y a los criados. ¡Sólo yo pude escapar para venir a contárselo!"
17  No había terminado de hablar este mensajero cuando otro más llegó y dijo: "Unos salteadores caldeos vinieron y, dividiéndose en tres grupos, se apoderaron de los camellos y se los llevaron. A los criados los mataron a filo de espada. ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!"
18  No había terminado de hablar este mensajero cuando todavía otro llegó y dijo: "Los hijos y las hijas de usted estaban celebrando un banquete[3] en casa del mayor de todos ellos 19  cuando, de pronto, un fuerte viento del desierto dio contra la casa y derribó sus cuatro esquinas. ¡Y la casa cayó sobre los jóvenes, y todos murieron! ¡Sólo yo pude escapar, y ahora vengo a contárselo!"
20  Al llegar a este punto, Job se levantó, se rasgó las vestiduras, se rasuró la cabeza, y luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración. 21  Entonces dijo:

"Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo he de partir.[4]
El Señor ha dado; el Señor ha quitado.
¡Bendito sea el *nombre del Señor!"

22  A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.[5]

                         NOTAS:

1. 1:5 maldecido. Lit. bendecido; este eufemismo se usa también en 1:11; 2:5,9.
2. 1:6 ángeles. Lit. hijos de Dios.
3. 1:18 celebrando un banquete. Lit. comiendo y bebiendo vino.
4. 1:21 he de partir. Alt. he de volver allá.
5. 1:22 ni le echó la culpa a Dios. Lit. ni dio oración a Dios; véase nota en 1:5.

Job 2


Segunda prueba de Job

1  Llegó el día en que los ángeles[1] debían hacer acto de presencia ante el Señor, y con ellos llegó también *Satanás para presentarse ante el Señor. 2  Y el Señor le preguntó:
¿De dónde vienes?
Vengo de rondar la tierra, y de recorrerla de un extremo a otro le respondió Satanás.
3  ¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? volvió a preguntarle el Señor. No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal. Y aunque tú me incitaste contra él para arruinarlo sin motivo, ¡todavía mantiene firme su integridad!
4  ¡Una cosa por la otra! replicó Satanás. Con tal de salvar la vida, el *hombre da todo lo que tiene. 5  Pero extiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!
6  Muy bien dijo el Señor a Satanás, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida.
7  Dicho esto, Satanás se retiró de la presencia del Señor para afligir a Job con dolorosas llagas desde la planta del pie hasta la coronilla. 8  Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente.
9  Su esposa le reprochó:
¿Todavía mantienes firme tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!
10  Job le respondió:
Mujer, hablas como una necia. Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos también recibir lo malo?
A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.


Los tres amigos de Job

11  Tres amigos de Job se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido, y de común acuerdo salieron de sus respectivos lugares para ir juntos a expresarle a Job sus condolencias y consuelo. Ellos eran Elifaz de Temán, Bildad de Súah, y Zofar de Namat. 12  Desde cierta distancia alcanzaron a verlo, y casi no lo pudieron reconocer. Se echaron a llorar a voz en cuello, rasgándose las vestiduras y arrojándose polvo y ceniza sobre la cabeza, 13  y durante siete días y siete noches se sentaron en el suelo para hacerle compañía. Ninguno de ellos se atrevía a decirle nada, pues veían cuán grande era su sufrimiento.

                         NOTAS:

1. 2:1 ángeles. Lit. hijos de Dios.

Job 3


Primer discurso de Job

1  Después de esto, Job rompió el silencio para maldecir el día en que había nacido. 2  Dijo así:

3  "Que perezca el día en que fui concebido
y la noche en que se anunció: ¡Ha nacido un niño!
4  Que ese día se vuelva oscuridad;
que Dios en lo alto no lo tome en cuenta;
que no brille en él ninguna luz.
5  Que las tinieblas y las más pesadas sombras
vuelvan a reclamarlo;
Que una nube lo cubra con su sombra;
que la oscuridad domine su esplendor.
6  Que densas tinieblas caigan sobre esa noche;
que no sea contada entre los días del año,
ni registrada en ninguno de los meses.
7  Que permanezca estéril esa noche;
que no haya en ella gritos de alegría.
8  Que maldigan ese día los que profieren maldiciones,
los expertos en provocar a *Leviatán.
9  Que se oscurezcan sus estrellas matutinas;
que en vano esperen la luz del día,
y que no vean los primeros rayos de la aurora.
10  Pues no cerró el vientre de mi madre
ni evitó que mis ojos vieran tanta miseria.

11  "¿Por qué no perecí al momento de nacer?
¿Por qué no morí cuando salí del vientre?
12  ¿Por qué hubo rodillas que me recibieran,
y pechos que me amamantaran?
13  Ahora estaría yo descansando en paz;
estaría durmiendo tranquilo
14  entre reyes y consejeros de este mundo,
que se construyeron monumentos hoy en ruinas;
15  entre gobernantes que poseyeron mucho oro
y que llenaron de plata sus mansiones.
16  ¿Por qué no me enterraron como a un abortivo,
como a esos niños que jamás vieron la luz?
17  ¡Allí cesa el afán de los malvados!
¡Allí descansan las víctimas de la opresión!
18  También los cautivos disfrutan del reposo,
pues ya no escuchan los gritos del capataz.
19  Allí el pequeño se codea con el grande,
y el esclavo se libera de su amo.

20  "¿Por qué permite Dios que los sufridos vean la luz?
¿Por qué se les da vida a los amargados?
21  Anhelan éstos una muerte que no llega,
aunque la buscan más que a tesoro escondido;
22  ¡se llenarían de gran regocijo,
se alegrarían si llegaran al sepulcro!
23  ¿Por qué arrincona Dios
al *hombre que desconoce su destino?
24  Antes que el pan, me llegan los suspiros;
mis gemidos se derraman como el agua.
25  Lo que más temía, me sobrevino;
lo que más me asustaba, me sucedió.
26  No encuentro paz ni sosiego;
no hallo reposo, sino sólo agitación."

Job 4


Primer discurso de Elifaz

1  A esto respondió así Elifaz de Temán:

2  "Tal vez no puedas aguantar
que alguien se atreva a decirte algo,
pero ¿quién podría contener las palabras?
3  Tú, que impartías instrucción a las multitudes
y fortalecías las manos decaídas;
4  tú, que con tus palabras sostenías a los que tropezaban
y fortalecías las rodillas que flaqueaban;
5  ¡ahora que afrontas las calamidades, no las resistes!;
¡te ves golpeado y te desanimas!
6  ¿No debieras confiar en que temes a Dios
y en que tu conducta es intachable?

7  "Ponte a pensar: ¿Quién que sea inocente ha perecido?
¿Cuándo se ha destruido a la gente íntegra?
8  La experiencia me ha enseñado
que los que siembran maldad cosechan desventura.
9  El soplo de Dios los destruye,
el aliento de su enojo los consume.
10  Aunque ruja el león y gruña el cachorro,
acabarán con los colmillos destrozados;
11  el león perece por falta de presa,
y los cachorros de la leona se dispersan.

12  "En lo secreto me llegó un mensaje;
mis oídos captaron sólo su murmullo.
13  Entre inquietantes visiones nocturnas,
cuando cae sobre los *hombres un sueño profundo,
14  me hallé presa del miedo y del temblor;
mi esqueleto entero se sacudía.
15  Sentí sobre mi rostro el roce de un espíritu,
y se me erizaron los cabellos.
16  Una silueta se plantó frente a mis ojos,
pero no pude ver quién era.
Detuvo su marcha,
y escuché una voz que susurraba:

17  "¿Puede un simple *mortal ser más justo que Dios?
¿Puede ser más puro el hombre que su Creador?
18  Pues si Dios no confía en sus propios siervos,
y aun a sus ángeles acusa de cometer errores,
19  ¡cuánto más a los que habitan en casas de barro,
cimentadas sobre el polvo y aplastadas como polilla!
20  Entre la aurora y el ocaso pueden ser destruidos
y perecer para siempre, sin que a nadie le importe.
21  ¿No se arrancan acaso las estacas de su carpa?
¡Mueren sin haber adquirido sabiduría!

Job 5

1  "Llama, si quieres, pero ¿habrá quien te responda?
¿A cuál de los dioses[1] te dirigirás?
2  El resentimiento mata a los necios;
la envidia mata a los insensatos.
3  Yo mismo he visto al necio echar raíces,
pero de pronto su casa fue maldecida.[2]
4  Sus hijos distan mucho de estar a salvo;
en el tribunal se les oprime, y nadie los defiende.
5  Los hambrientos se comen su cosecha,
y la recogen de entre las espinas;
los sedientos se beben sus riquezas.
6  Y aunque las penas no brotan del suelo,
ni los sufrimientos provienen de la tierra,
7  con todo, el *hombre nace para sufrir,
tan cierto como que las chispas vuelan.

8  "Si se tratara de mí, yo apelaría a Dios;
ante él expondría mi caso.
9  Él realiza maravillas insondables,
portentos que no pueden contarse.
10  Él derrama lluvia sobre la tierra
y envía agua sobre los campos.
11  Él enaltece a los humildes
y da seguridad a los enlutados.
12  Él deshace las maquinaciones de los astutos,
para que no prospere la obra de sus manos.
13  Él atrapa a los astutos en su astucia,
y desbarata los planes de los malvados.
14  De día éstos se topan con las tinieblas;
a plena luz andan a tientas, como si fuera de noche.
15  Pero a los menesterosos los salva
de la opresión de los poderosos
y de su lengua viperina.
16  Así es como los pobres recobran la esperanza,
y a la injusticia se le tapa la boca.

17  "¡Cuán *dichoso es el hombre a quien Dios corrige!
No menosprecies la *disciplina del *Todopoderoso.
18  Porque él hiere, pero venda la herida;
golpea, pero trae alivio.
19  De seis aflicciones te rescatará,
y la séptima no te causará ningún daño.
20  Cuando haya hambre, te salvará de la muerte;
cuando haya guerra, te librará de la espada.
21  Estarás a salvo del latigazo de la lengua,
y no temerás cuando venga la destrucción.
22  Te burlarás de la destrucción y del hambre,
y no temerás a las bestias salvajes,
23  pues harás un pacto con las piedras del campo
y las bestias salvajes estarán en *paz contigo.
24  Reconocerás tu casa como lugar seguro;
contarás tu ganado, y ni un solo animal faltará.
25  Llegarás a tener muchos hijos,
y descendientes como la hierba del campo.
26  Llegarás al sepulcro anciano pero vigoroso,
como las gavillas que se recogen a tiempo.

27  "Esto lo hemos examinado, y es verdad.
Así que escúchalo y compruébalo tú mismo."


                         NOTAS:

1. 5:1 dioses. Lit. santos.
2. 5:3 fue maldecida. Lit. yo maldije.

Job 6


Segundo discurso de Job

1  A esto Job respondió:

2  "¡Cómo quisiera que mi angustia se pesara
y se pusiera en la balanza, junto con mi desgracia!
3  ¡De seguro pesarían más que la arena de los mares!
¡Por algo mis palabras son tan impetuosas!
4  Las saetas del *Todopoderoso me han herido,
y mi espíritu absorbe su veneno.
¡Dios ha enviado sus terrores contra mí!
5  ¿Rebuzna el asno salvaje si tiene hierba?
¿Muge el buey si tiene forraje?
6  ¿Puede comerse sin sal la comida desabrida?
¿Tiene algún sabor la clara de huevo?[1]
7  Mi paladar se niega a probarla;
¡esa comida me enferma!

8  "¡Ah, si Dios me concediera lo que pido!
¡Si Dios me otorgara lo que anhelo!
9  ¡Ah, si Dios se decidiera a destrozarme por completo,
a descargar su mano sobre mí, y aniquilarme!
10  Aun así me quedaría este consuelo,
esta alegría en medio de mi implacable dolor:
¡el no haber negado las palabras del Dios *Santo!

11  "¿Qué fuerzas me quedan para seguir esperando?
¿Qué fin me espera para querer vivir?
12  ¿Tengo acaso la fuerza de la roca?
¿Acaso tengo piel de bronce?
13  ¿Cómo puedo valerme por mí mismo,
si me han quitado todos mis recursos?

14  "Aunque uno se aparte del temor al Todopoderoso,
el amigo no le niega su lealtad.[2]
15  Pero mis hermanos son arroyos inconstantes;
son corrientes desbordadas:
16  se enturbian cuando el hielo se derrite,
se ensanchan al derretirse la nieve,
17  pero dejan de fluir durante las sequías,
¡en pleno calor desaparecen de sus lechos!
18  Las caravanas se apartan de sus rutas;
se encaminan al desierto, y allí mueren.
19  Las caravanas de Temá van en busca de agua,
los mercaderes de Sabá abrigan esperanzas.
20  Se desaniman, a pesar de su confianza;
llegan allí y se quedan frustrados.
21  Lo mismo pasa con ustedes:
¡ven algo espantoso, y se asustan!
22  ¿Quién les ha pedido que me den algo,
o que paguen con su dinero mi rescate?
23  ¿Quién les ha pedido que me libren de mi enemigo,
o que me rescaten de las garras de los tiranos?

24  "Instrúyanme, y me quedaré callado;
muéstrenme en qué estoy equivocado.
25  Las palabras justas no ofenden,
¡pero los argumentos de ustedes no prueban nada!
26  ¿Me van a juzgar por mis palabras,
sin ver que provienen[3] de un desesperado?
27  ¡Ustedes echarían suertes hasta por un huérfano,
y venderían a su amigo por cualquier cosa!

28  "Tengan la bondad de mirarme a los ojos;
¿Creen que les mentiría en su propia cara?
29  Reflexionen, no sean injustos;
reflexionen, que en esto radica mi integridad.
30  ¿Acaso hay maldad en mi lengua?
¿No puede mi paladar discernir la maldad?

                         NOTAS:

1. 6:6 la clara de huevo. Alt. el suero del queso, o el jugo de malva.
2. 6:14 el amigo ... lealtad (lectura probable); para el desahuciado hay lealtad de su amigo (TM).
3. 6:26 sin ver que provienen. Lit. y al viento las palabras.

Job 7

1  "¿No tenemos todos una obligación en este mundo?
¿No son nuestros días como los de un asalariado?
2  Como el esclavo que espera con ansias la noche,
como el asalariado que ansioso espera su paga,
3  meses enteros he vivido en vano;
¡me han tocado noches de miseria!
4  Me acuesto y pienso:
¿Cuánto falta para que amanezca?
La noche se me hace interminable;
me doy vueltas en la cama hasta el amanecer.
5  Tengo el cuerpo cubierto de gusanos y de costras;
¡la piel se me raja y me supura!

6  "Mis días se van más veloces que una lanzadera,
y sin esperanza alguna llegan a su fin.
7  Recuerda, oh Dios, que mi vida es un suspiro;
que ya no verán mis ojos la felicidad.
8  Los ojos que hoy me ven, no me verán mañana;
pondrás en mí tus ojos, pero ya no existiré.
9  Como nubes que se diluyen y se pierden,
los que bajan al *sepulcro ya no vuelven a subir.
10  Nunca más regresan a su casa;
desaparecen de su lugar.

11  "Por lo que a mí toca, no guardaré silencio;
la angustia de mi alma me lleva a hablar,
la amargura en que vivo me obliga a protestar.
12  ¿Soy acaso el mar, el monstruo del abismo,
para que me pongas bajo vigilancia?
13  Cuando pienso que en mi lecho hallaré consuelo
o encontraré alivio a mi queja,
14  aun allí me infundes miedo en mis sueños;
¡me aterras con visiones!
15  ¡Preferiría que me estrangularan
a seguir viviendo en este cuerpo!
16  Tengo en poco mi vida; no quiero vivir para siempre.
¡Déjame en paz, que mi vida no tiene sentido!

17  "¿Qué es el *hombre, que le das tanta importancia,
que tanta atención le concedes,
18  que cada mañana lo examinas
y a toda hora lo pones a prueba?
19  Aparta de mí la mirada;
¡déjame al menos tragar saliva!
20  Si he pecado, ¿en qué te afecta,
vigilante de los *mortales?
¿Por qué te ensañas conmigo?
¿Acaso te soy una carga?[1]
21  ¿Por qué no me perdonas mis pecados?
¿Por qué no pasas por alto mi maldad?
Un poco más, y yaceré en el polvo;
me buscarás, pero habré dejado de existir."


                         NOTAS:

1. 7:20 ¿Acaso te soy una carga? (LXX, mss. hebreos y una tradición rabínica); Me he vuelto una carga para mí mismo (TM).

Job 8


Primer discurso de Bildad

1  A esto respondió Bildad de Súah:

2  "¿Hasta cuándo seguirás hablando así?
¡Tus palabras son un viento huracanado!
3  ¿Acaso Dios pervierte la justicia?
¿Acaso tuerce el derecho el *Todopoderoso?
4  Si tus hijos pecaron contra Dios,
él les dio lo que su pecado merecía.
5  Pero si tú vuelves la mirada a Dios,
si le pides perdón al Todopoderoso,
6  y si eres puro y recto,
él saldrá en tu defensa[1]
y te devolverá el lugar que te corresponde.
7  Modestas parecerán tus primeras riquezas,
comparadas con tu prosperidad futura.

8  "Pregunta a las generaciones pasadas;
averigua lo que descubrieron sus padres.
9  Nosotros nacimos ayer, y nada sabemos;
nuestros días en este mundo son como una sombra.
10  Pero ellos te instruirán, te lo harán saber;
compartirán contigo su experiencia.
11  ¿Puede crecer el papiro donde no hay pantano?
¿Pueden crecer los juncos donde no hay agua?
12  Aunque estén floreciendo y nadie los haya cortado,
se marchitan antes que otra hierba.
13  Tal es el destino de los que se olvidan de Dios;
así termina la esperanza de los impíos.
14  Muy débiles[2] son sus esperanzas;
han puesto su confianza en una telaraña.
15  No podrán sostenerse cuando se apoyen en ella;
no quedarán en pie cuando se prendan de sus hilos.
16  Son como plantas frondosas expuestas al sol,
que extienden sus ramas por todo el jardín:
17  hunden sus raíces en torno a un montón de piedras
y buscan arraigarse entre ellas.
18  Pero si las arrancan de su sitio,
ese lugar negará haberlas conocido.
19  ¡Así termina su alegría de vivir,
y del suelo brotan otras plantas!

20  "Dios no rechaza a quien es íntegro,
ni brinda su apoyo a quien hace el mal.
21  Pondrá de nuevo risas en tu boca,
y gritos de alegría en tus labios.
22  Tus enemigos se cubrirán de vergüenza,
y desaparecerán las moradas de los malvados."


                         NOTAS:

1. 8:6 saldrá en tu defensa. Alt. velará por ti.
2. 8:14 débiles. Palabra de difícil traducción.

Job 9


Tercer discurso de Job

1  Job entonces replicó:

2  "Aunque sé muy bien que esto es cierto,
¿cómo puede un *mortal justificarse ante Dios?
3  Si uno quisiera disputar con él,
de mil cosas no podría responderle una sola.
4  Profunda es su sabiduría, vasto su poder.
¿Quién puede desafiarlo y salir bien librado?
5  Él mueve montañas sin que éstas lo sepan,
y en su enojo las trastorna.
6  Él remueve los cimientos de la tierra
y hace que se estremezcan sus columnas.
7  Reprende al sol, y su brillo se apaga;
eclipsa la luz de las estrellas.
8  Él se basta para extender los cielos;
somete a su dominio las olas del mar.
9  Él creó la Osa y el Orión,
las Pléyades y las constelaciones del sur.
10  Él realiza maravillas insondables,
portentos que no pueden contarse.
11  Si pasara junto a mí, no podría verlo;
si se alejara, no alcanzaría a percibirlo.
12  Si de algo se adueñara, ¿quién lo haría desistir?
¿Quién puede cuestionar sus actos?
13  Dios no depone el enojo;
aun *Rahab y sus secuaces se postran a sus pies.

14  "¿Cómo entonces podré yo responderle?
¿Dónde hallar palabras para contradecirle?
15  Aunque sea yo inocente, no puedo defenderme;
de mi juez sólo puedo pedir misericordia.
16  Y aunque lo llamara y me respondiera,
no creo que me concedería audiencia.
17  Me despedazaría con una tormenta,
y por la menor cosa multiplicaría mis heridas.
18  No me dejaría recobrar el aliento;
más bien, me saturaría de amargura.
19  Si de fuerza se trata, ¡él es más poderoso!
Si es cuestión de juicio, ¿quién lo[1] hará comparecer?
20  Aun siendo inocente, me condenará mi boca;
aun siendo íntegro, resultaré culpable.

21  "Soy intachable, pero ya no me importa;
tengo en poco mi propia vida.
22  Todo es lo mismo; por eso digo:
A buenos y a malos destruye por igual.
23  Si alguna plaga acarrea la muerte repentina,
él se burla de la angustia del inocente.
24  Si algún malvado se apodera de un terreno,
él les tapa los ojos a los jueces.
Si no lo hace él, ¿entonces quién?

25  "Transcurren mis días con más rapidez que un corredor;
vuelan sin que hayan conocido la dicha.
26  Se deslizan como barcas de papiro,
como veloces águilas al caer sobre su presa.
27  Si acaso digo: Olvidaré mi queja,
cambiaré de expresión, esbozaré una sonrisa,
28  me queda el miedo de tanto sufrimiento,
pues bien sé que no me consideran inocente.
29  Y ya que me tienen por culpable,
¿para qué voy a luchar en vano?
30  Aunque me restriegue con jabón[2]
y me limpie las manos con lejía,
31  tú me lanzarás al muladar,
¡y hasta mis ropas me aborrecerán!

32  "Dios no es *hombre como yo,
para que juntos comparezcamos ante un tribunal.
33  ¡No hay un juez entre nosotros
que decida el caso por los dos!
34  ¡No hay quien aleje de mí el báculo divino
para que ya no me asuste su terror!
35  Quisiera yo hablar sin temor,
pero no estoy en tales condiciones.

                         NOTAS:

1. 9:19 lo (LXX); me (TM).
2. 9:30 jabón. Alt. nieve.

Job 10

1  "¡Ya estoy harto de esta vida!
Por eso doy rienda suelta a mi queja;
desahogo la amargura de mi alma.
2  Le he dicho a Dios: No me condenes.
Dime qué es lo que tienes contra mí.
3  ¿Te parece bien el oprimirme
y despreciar la obra de tus manos
mientras te muestras complaciente
ante los planes del malvado?
4  ¿Son tus ojos los de un simple *mortal?
¿Ves las cosas como las vemos nosotros?
5  ¿Son tus días como los nuestros,
tus años como los de un mortal,
6  para que andes investigando mis faltas
y averiguándolo todo acerca de mi pecado?
7  ¡Tú bien sabes que no soy culpable
y que de tus manos no tengo escapatoria!

8  "Tú me hiciste con tus propias manos;
tú me diste forma.
¿Vas ahora a cambiar de parecer
y a ponerle fin a mi vida?
9  Recuerda que tú me modelaste, como al barro;
¿Vas ahora a devolverme al polvo?
10  ¿No fuiste tú quien me derramó como leche,
quien me hizo cuajar como queso?
11  Fuiste tú quien me vistió de carne y piel,
quien me tejió con huesos y tendones.
12  Me diste vida, me favoreciste con tu amor,
y tus cuidados me han infundido aliento.

13  "Pero una cosa mantuviste en secreto,
y sé muy bien que la tuviste en mente:
14  Que si yo peco, tú me vigilas
y no pasas por alto mi pecado.
15  Si soy culpable, ¡ay de mí!
Si soy inocente, no puedo dar la cara.
¡Lleno estoy de vergüenza,
y consciente de mi aflicción!
16  Si me levanto, me acechas como un león
y despliegas contra mí tu gran poder.
17  Contra mí presentas nuevos testigos,
contra mí acrecientas tu enojo.
¡Una tras otra, tus tropas me atacan!

18  "¿Por qué me hiciste salir del vientre?
¡Quisiera haber muerto, sin que nadie me viera!
19  ¡Preferiría no haber existido,
y haber pasado del vientre a la tumba!
20  ¿Acaso mis contados días no llegan ya a su fin?
¡Déjame disfrutar de un momento de alegría
21  antes de mi partida sin regreso
a la tierra de la penumbra y de las sombras,
22  al país de la más profunda de las noches,
al país de las sombras y del caos,
donde aun la luz se asemeja a las tinieblas!"

Job 11


Primer discurso de Zofar

1  A esto respondió Zofar de Namat:

2  "¿Quedará sin respuesta toda esta perorata?
¿Resultará inocente este hablador?
3  ¿Toda esa palabrería nos dejará callados?
¿Te burlarás sin que nadie te reprenda?
4  Tú afirmas: Mi postura es la correcta;
soy puro a los ojos de Dios.
5  ¡Cómo me gustaría que Dios interviniera
y abriera sus labios contra ti
6  para mostrarte los secretos de la sabiduría,
pues ésta es muy compleja![1]


Sabrías entonces que buena parte de tu pecado
Dios no lo ha tomado en cuenta.

7  "¿Puedes adentrarte en los misterios de Dios
o alcanzar la perfección[2] del *Todopoderoso?
8  Son más altos que los cielos;
¿qué puedes hacer?
Son más profundos que el *sepulcro;
¿qué puedes saber?
9  Son más extensos que toda la tierra;
¡son más anchos que todo el mar!

10  "Si viene y te pone en un calabozo,
y luego te llama a cuentas,
¿quién lo hará desistir?
11  Bien conoce Dios a la gente sin escrúpulos;
cuando percibe el mal, no lo pasa por alto.
12  ¡El necio llegará a ser sabio
cuando de un asno salvaje nazca un *hombre![3]

13  "Pero si le entregas tu *corazón
y hacia él extiendes las manos,
14  si te apartas del pecado que has cometido
y en tu morada no das cabida al mal,
15  entonces podrás llevar la frente en alto
y mantenerte firme y libre de temor.
16  Ciertamente olvidarás tus pesares,
o los recordarás como el agua que pasó.
17  Tu vida será más radiante que el sol de mediodía,
y la oscuridad será como el amanecer.
18  Vivirás tranquilo, porque hay esperanza;
estarás protegido[4] y dormirás confiado.
19  Descansarás sin temer a nadie,
y muchos querrán ganarse tu favor.
20  Pero los ojos de los malvados se apagarán;
no tendrán escapatoria.
¡Su esperanza es exhalar el último suspiro!"


                         NOTAS:

1. 11:6 ésta es muy compleja. Frase de difícil traducción.
2. 11:7 alcanzar la perfección. Alt. llegar hasta los límites.
3. 11:12 cuando de un asno salvaje nazca un hombre. Alt. cuando los asnos salvajes nazcan domesticados.
4. 11:18 estarás protegido. Alt. mirarás en torno tuyo (TM).

Job 12


Cuarto discurso de Job

1  A esto respondió Job:

2  "¡No hay duda de que ustedes son el pueblo!
¡Muertos ustedes, morirá la sabiduría!
3  Pero yo tengo tanto cerebro como ustedes;
en nada siento que me aventajen.
¿Quién no sabe todas esas cosas?

4  "Yo, que llamaba a Dios y él me respondía,
me he vuelto el hazmerreír de mis amigos;
¡soy un hazmerreír, recto e intachable!
5  Dice la gente que vive tranquila:
¡Al daño se añade la injuria!,
¡Al que está por caer, hay que empujarlo!
6  Los salteadores viven tranquilos en sus carpas;
confiados viven esos que irritan a Dios
y piensan que pueden controlarlo.

7  "Pero interroga a los animales,
y ellos te darán una lección;
pregunta a las aves del cielo,
y ellas te lo contarán;
8  habla con la tierra, y ella te enseñará;
con los peces del mar, y te lo harán saber.
9  ¿Quién de todos ellos no sabe
que la mano del Señor ha hecho todo esto?
10  En sus manos está la vida de todo *ser vivo,
y el hálito que anima a todo ser humano.
11  ¿Acaso no comprueba el oído las palabras
como la lengua prueba la comida?
12  Entre los ancianos se halla la sabiduría;
en los muchos años, el entendimiento.

13  "Con Dios están la sabiduría y el poder;
suyos son el consejo y el entendimiento.
14  Lo que él derriba, nadie lo levanta;
a quien él apresa, nadie puede liberarlo.
15  Si él retiene las lluvias, hay sequía;
si las deja caer, se inunda la tierra.
16  Suyos son el poder y el buen juicio;
suyos son los engañados y los que engañan.
17  Él pone en ridículo a los consejeros
y hace que los jueces pierdan la cabeza.
18  Despoja de su autoridad a los reyes,
y les ata a la cintura un simple taparrabo.[1]
19  Él pone en ridículo a los sacerdotes,
y derroca a los que detentan el poder.
20  Acalla los labios de los consejeros
y deja sin discernimiento a los ancianos.
21  Derrama ignominia sobre los nobles
y deja en vergüenza a[2] los poderosos.
22  Pone al descubierto los más oscuros abismos
y saca a la luz las sombras más profundas.
23  Engrandece o destruye a las naciones;
las hace prosperar o las dispersa.
24  Priva de sensatez a los poderosos,
y los hace vagar por desiertos sin senderos.
25  Andan a tientas en medio de la oscuridad,
y se tambalean como borrachos.

                         NOTAS:

1. 12:18 un simple taparrabo. Alt. un cinturón.
2. 12:21 deja en vergüenza a. Lit. afloja el cinturón de.

Job 13

1  "Todo esto lo han visto mis ojos;
lo han captado y entendido mis oídos.
2  Yo tengo tanto *conocimiento como ustedes;
en nada siento que me aventajen.
3  Más bien quisiera hablar con el *Todopoderoso;
me gustaría discutir mi caso con Dios.
4  Porque ustedes son unos incriminadores;[1]
¡como médicos no valen nada!
5  ¡Si tan sólo se callaran la boca!
Eso, en ustedes, ¡ya sería sabiduría!
6  Ahora les toca escuchar mi defensa;
presten atención a mi alegato.
7  ¿Se atreverán a mentir en *nombre de Dios?
¿Argumentarán en su favor con engaños?
8  ¿Le harán el favor de defenderlo?
¿Van a resultar sus abogados defensores?
9  ¿Qué pasaría si él los examinara?
¿Podrían engañarlo como se engaña a la gente?
10  Lo más seguro es que él los reprendería
si en secreto se mostraran parciales.
11  ¿Acaso no les infundiría miedo su esplendor?
¿Y no caería sobre ustedes su terror?
12  ¡Han memorizado proverbios sin sentido!
¡Se defienden con apologías endebles!

13  "¡Cállense la boca y déjenme hablar,
y que venga lo que venga!
14  ¿Por qué me pongo en peligro
y me juego el pellejo?
15  ¡Que me mate! ¡Ya no tengo esperanza![2]
Pero en su propia cara defenderé mi conducta.
16  En esto radica mi liberación:
en que ningún impío comparecería ante él.

17  "Presten atención a mis palabras;
presten oído a lo que digo:
18  Vean que ya he preparado mi caso,
y sé muy bien que seré declarado inocente.
19  ¿Hay quien pueda presentar cargos contra mí?
Si lo hay, me quedaré callado hasta que muera.

20  "Concédeme, oh Dios, sólo dos cosas,
y no tendré que esconderme de ti:
21  Quítame la mano de encima
y deja de infundirme temor.
22  Llámame a comparecer, y te responderé;
o déjame hablar, y contéstame tú.
23  Enumera mis iniquidades y pecados;
hazme ver mis transgresiones y ofensas.
24  ¿Por qué no me das la cara?
¿Por qué me tienes por enemigo?
25  ¿Acosarás a una hoja arrebatada por el viento?
¿Perseguirás a la paja seca?
26  Has dictado contra mí penas amargas;
me estás cobrando[3] los pecados de mi juventud.
27  Me has puesto cadenas en los pies;
vigilas todos mis pasos;
¡examinas las huellas que dejo al caminar!

28  "El *hombre es como un odre[4] desgastado;
como ropa carcomida por la polilla.

                         NOTAS:

1. 13:4 incriminadores. Lit. untadores de mentira.
2. 13:15 ¡Que me mate ... esperanza! Alt. Aunque él me mate, seguiré esperando en él.
3. 13:26 cobrando. Lit. heredando.
4. 13:28 como un odre. Alt. como algo podrido.

Job 14

1  "Pocos son los días, y muchos los problemas,
que vive el *hombre nacido de mujer.
2  Es como las flores, que brotan y se marchitan;
es como efímera sombra que se esfuma.
3  ¿Y en alguien así has puesto los ojos?
¿Con alguien como yo entrarás en juicio?
4  ¿Quién de la inmundicia puede sacar pureza?
¡No hay nadie que pueda hacerlo!
5  Los días del hombre ya están determinados;
tú has decretado los meses de su vida;
le has puesto límites que no puede rebasar.
6  Aparta de él la mirada; déjalo en paz,
hasta que haya gozado de su día de asalariado.

7  "Si a un árbol se le derriba,
queda al menos la esperanza de que retoñe
y de que no se marchiten sus renuevos.
8  Tal vez sus raíces envejezcan en la tierra
y su tronco muera en su terreno,
9  pero al sentir el agua, florecerá;
echará ramas como árbol recién plantado.
10  El hombre, en cambio, muere y pierde su fuerza;
exhala el último suspiro, y deja de existir.
11  Y así como del mar desaparece el agua,
y los ríos se agotan y se secan,
12  así los *mortales, cuando se acuestan,
no se vuelven a levantar.
Mientras exista el cielo,
no se levantarán los mortales
ni se despertarán de su sueño.

13  "¡Si al menos me ocultaras en el *sepulcro
y me escondieras hasta que pase tu enojo!
¡Si al menos me pusieras un plazo,
y luego me recordaras!
14  Si el hombre muere, ya no vuelve a la vida.


Cada día de mi servicio obligatorio
esperaré a que llegue mi relevo.
15  Tú me llamarás, y yo te responderé;
desearás ver la obra de tus manos.
16  Desearás también contar mis pasos,
pero no tomarás en cuenta mi pecado.
17  En saco sellado guardarás mis transgresiones,
y perdonarás del todo mi pecado.

18  "Pero así como un monte se erosiona y se derrumba,
y las piedras cambian de lugar;
19  así como las aguas desgastan las rocas
y los torrentes deslavan el suelo,
así tú pones fin a la esperanza del hombre.
20  Lo apabullas del todo, y él desaparece;
lo desfiguras, y entonces lo despides.
21  Si sus hijos reciben honores, él no lo sabe;
si se les humilla, él no se da cuenta.
22  Sólo siente el dolor de su propio cuerpo,
y sólo de sí mismo se conduele."

Job 15


Segundo discurso de Elifaz

1  Replicó entonces Elifaz de Temán:

2  "El sabio no responde con vana sabiduría
ni explota en violenta verborrea.[1]
3  Tampoco discute con argumentos vanos
ni con palabras huecas.
4  Tú, en cambio, restas valor al temor a Dios
y tomas a la ligera la devoción que él merece.
5  Tu maldad pone en acción tu boca;
hablas igual que los pícaros.
6  Tu propia boca te condena, no la mía;
tus propios labios atestiguan contra ti.

7  "¿Eres acaso el primer *hombre que ha nacido?
¿Naciste acaso antes que los montes?
8  ¿Tienes parte en el consejo de Dios?
¿Acaso eres tú el único sabio?
9  ¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué has percibido que nosotros ignoremos?
10  Las canas y la edad están de nuestra parte,
tenemos más experiencia que tu padre.
11  ¿No te basta que Dios mismo te consuele
y que se te hable con cariño?
12  ¿Por qué te dejas llevar por el enojo?
¿Por qué te relampaguean los ojos?
13  ¿Por qué desatas tu enojo contra Dios
y das rienda suelta a tu lengua?

14  "¿Qué es el hombre para creerse puro,
y el nacido de mujer para alegar inocencia?
15  Si Dios no confía ni en sus *santos siervos,
y ni siquiera considera puros a los cielos,
16  ¡cuánto menos confiará en el hombre,
que es vil y corrupto y tiene sed del mal![2]

17  "Escúchame, y te lo explicaré;
déjame decirte lo que he visto.
18  Es lo que han declarado los sabios,
sin ocultar nada de lo aprendido de sus padres.
19  Sólo a ellos se les dio la tierra,
y ningún extraño pasó entre ellos.
20  El impío se ve atormentado toda su vida,
el desalmado tiene sus años contados.
21  Sus oídos perciben sonidos espantosos;
cuando está en *paz, los salteadores lo atacan.
22  No espera escapar de las tinieblas;
condenado está a morir a filo de espada.
23  Vaga sin rumbo; es comida de los buitres;[3]
sabe que el día de las tinieblas le ha llegado.
24  La desgracia y la angustia lo llenan de terror;
lo abruman como si un rey fuera a atacarlo,
25  y todo por levantar el puño contra Dios
y atreverse a desafiar al *Todopoderoso.
26  Contra Dios se lanzó desafiante,
blandiendo grueso y resistente escudo.

27  "Aunque su rostro esté hinchado de grasa,
y le sobre carne en la cintura,
28  habitará en lugares desolados,
en casas deshabitadas,
en casas a punto de derrumbarse.
29  Dejará de ser rico; no durarán sus riquezas
ni se extenderán sus posesiones en la tierra.
30  No podrá escapar de las tinieblas;
una llama de fuego marchitará sus renuevos,
y el aliento de Dios lo arrebatará.
31  Que no se engañe ni confíe en cosas vanas,
porque nada obtendrá a cambio de ellas.
32  Antes de su término recibirá su merecido,
y sus ramas no reverdecerán.
33  Quedará como vid que pierde sus uvas verdes,
como olivo que no llega a florecer.
34  La compañía de los impíos no es de provecho;
¡las moradas de los que aman el soborno
serán consumidas por el fuego!
35  Conciben iniquidad, y dan a luz maldad;
en su vientre se genera el engaño."


                         NOTAS:

1. 15:2 explota en violenta verborrea. Lit. llena su vientre con el viento del este.
2. 15:16 que tiene sed del mal. Lit. que bebe como agua el mal.
3. 15:23 rumbo ... buitres. Alt. rumbo, en busca de alimento.

Job 16


Quinto discurso de Job

1  A esto, Job contestó:

2  "Cosas como éstas he escuchado muchas;
¡valiente consuelo el de[1] todos ustedes!
3  ¿No habrá fin a sus peroratas?
¿Qué tanto les irrita que siguen respondiendo?
4  ¡También yo podría hablar del mismo modo
si estuvieran ustedes en mi lugar!
¡También yo pronunciaría bellos discursos en su contra,
meneando con sarcasmo la cabeza!
5  ¡Les infundiría nuevos bríos con la boca;
les daría consuelo con los labios!

6  "Si hablo, mi dolor no disminuye;
si me callo, tampoco se me calma.
7  Ciertamente Dios me ha destruido;
ha exterminado[2] a toda mi familia.
8  Me tiene acorralado, y da testimonio contra mí;
mi deplorable estado se levanta y me condena.

9  "En su enojo Dios me desgarra y me persigue;
rechina los dientes contra mí;
mi adversario me clava la mirada.
10  La gente se mofa de mí abiertamente;
burlones, me dan de bofetadas,
y todos juntos se ponen en mi contra.
11  Dios me ha entregado en manos de gente inicua;
me ha arrojado en las garras de los malvados.
12  Yo vivía tranquilo, pero él me destrozó;
me agarró por el cuello y me hizo pedazos;
¡me hizo blanco de sus ataques!
13  Sus arqueros me rodearon.
Sin piedad me perforaron los riñones,
y mi hígado se derramó por el suelo.
14  Abriéndome herida tras herida,
se lanzaron contra mí como un guerrero.

15  "El luto es parte de mi cuerpo;
en el polvo tengo enterrada la frente.[3]
16  De tanto llorar tengo enrojecida la cara,
profundas ojeras tengo en torno a los ojos;
17  pero mis manos están libres de violencia,
y es pura mi oración.

18  "¡Ah, tierra, no cubras mi sangre!
¡No dejes que se acalle mi clamor!
19  Ahora mismo tengo en los cielos un testigo;
en lo alto se encuentra mi abogado.
20  Mi intercesor es mi amigo,[4]
y ante él me deshago en lágrimas
21  para que interceda ante Dios en favor mío,
como quien apela por su amigo.
22  Pasarán sólo unos cuantos años
antes de que yo emprenda el viaje sin regreso.

                         NOTAS:

1. 16:2 valiente consuelo el de. Lit. consoladores de calamidad son.
2. 16:7 ha exterminado; Lit. tú has exterminado.
3. 16:15 enterrada la frente. Lit. enterrado mi cuerno.
4. 16:20 Mi intercesor es mi amigo. Alt. Mis amigos me tratan con burlas.

Job 17

1  "Mi ánimo se agota,
mis días se acortan,
la tumba me espera.
2  Estoy rodeado de burlones;
¡sufren mis ojos su hostilidad!

3  "Dame, oh Dios, la fianza que demandas.
¿Quién más podría responder por mí?
4  Tú has ofuscado su pensamiento,
por eso no dejarás que triunfen.
5  Quien por una recompensa denuncia a sus amigos,
verá a sus hijos desfallecer.

6  "Dios me ha puesto en boca de todos;
no falta quien me escupa en la cara.
7  Los ojos se me apagan a causa del dolor;
todo mi esqueleto no es más que una sombra.
8  Los justos ven esto, y se quedan asombrados;
los inocentes se indignan contra el impío,
9  la gente recta se aferra a su camino
y los de manos limpias aumentan su fuerza.

10  "Vengan, pues, todos ustedes; ¡arremetan contra mí!
No hallaré entre ustedes a un solo sabio.
11  Mis días van pasando, mis planes se frustran
junto con los anhelos de mi *corazón.
12  Esta gente convierte la noche en día;
todo está oscuro, pero insisten:
La luz se acerca.
13  Si el único hogar que espero es el *sepulcro,
he de tenderme a dormir en las tinieblas;
14  he de llamar Padre mío a la corrupción,
y Madre y Hermana a los gusanos.
15  ¿Dónde queda entonces mi esperanza?
¿Quién ve alguna esperanza para mí?
16  ¿Bajará conmigo hasta las puertas de la *muerte?
¿Descenderemos juntos hasta el polvo?"

Job 18


Segundo discurso de Bildad

1  Respondió entonces Bildad de Súah:

2  "¿Cuándo pondrás fin a tanta palabrería?
Entra en razón, y entonces hablaremos.
3  ¿Por qué nos tratas como si fuéramos bestias?
¿Por qué nos consideras unos tontos?
4  Es tal tu enojo que te desgarras el alma;
¡mas no por ti quedará desierta la tierra,
ni se moverán de su lugar las rocas!

5  "La lámpara del malvado se apagará;
la llama de su fuego dejará de arder.
6  Languidece la luz de su morada;
la lámpara que lo alumbra se apagará.
7  El vigor de sus pasos se irá debilitando;
sus propios planes lo derribarán.
8  Sus pies lo harán caer en una trampa,
y entre sus redes quedará atrapado.
9  Quedará sujeto por los tobillos;
quedará atrapado por completo.
10  Un lazo le espera escondido en el suelo;
una trampa está tendida a su paso.
11  El terror lo asalta por doquier,
y anda tras sus pasos.
12  La calamidad lo acosa sin descanso;
el desastre no lo deja un solo instante.
13  La enfermedad le carcome el cuerpo;
la muerte le devora las manos y los pies.[1]
14  Lejos de la seguridad de su morada,
marcha ahora hacia el rey de los terrores.
15  El fuego se ha apoderado de su carpa;[2]
hay azufre ardiente esparcido en su morada.
16  En el tronco, sus raíces se han secado;
en la copa, sus ramas se marchitan.
17  Borrada de la tierra ha sido su memoria;
de su fama nada queda en el país.
18  De la luz es lanzado a las tinieblas;
ha sido expulsado de este mundo.
19  No tiene entre su pueblo hijos ni parientes;
nadie le sobrevive donde él habitó.
20  Del oriente al occidente
los pueblos se asombran de su suerte
y se estremecen de terror.
21  Así es la morada del malvado,
el lugar del que no conoce a Dios."


                         NOTAS:

1. 18:13 la muerte ... los pies. Lit. devora sus miembros el primogénito de la muerte.
2. 18:15 El fuego se ha apoderado de su carpa. Alt. En su carpa, de lo suyo nada queda.

Job 19


Sexto discurso de Job

1  A esto, Job respondió:

2  "¿Hasta cuándo van a estar atormentándome
y aplastándome con sus palabras?
3  Una y otra vez[1] me hacen reproches;
descaradamente me atacan.
4  Aun si fuera verdad que me he desviado,
mis errores son asunto mío.
5  Si quieren darse importancia a costa mía,
y valerse de mi humillación para atacarme,
6  sepan que es Dios quien me ha hecho daño,
quien me ha atrapado en su red.

7  "Aunque grito: ¡Violencia!, no hallo respuesta;
aunque pido ayuda, no se me hace justicia.
8  Dios me ha cerrado el camino, y no puedo pasar;
ha cubierto de oscuridad mis senderos.
9  Me ha despojado de toda honra;
de la cabeza me ha quitado la corona.
10  Por todos lados me destroza, como a un árbol;
me aniquila, y arranca de raíz mi esperanza.
11  Su enojo se ha encendido contra mí;
me cuenta entre sus enemigos.
12  Sus tropas avanzan en tropel;
levantan una rampa para asediarme;
¡acampan alrededor de mi carpa!

13  "Hizo que mis hermanos me abandonaran;
hasta mis amigos se han alejado de mí.
14  Mis parientes y conocidos se distanciaron,
me echaron al olvido.
15  Mis huéspedes y mis criadas me ven como a un extraño,
me miran como a un desconocido.
16  Llamo a mi criado, y no me responde,
aunque yo mismo se lo ruego.
17  A mi esposa le da asco mi aliento;
a mis hermanos[2] les resulto repugnante.
18  Hasta los niños se burlan de mí;
en cuanto me ven, me dan la espalda.[3]
19  A todos mis amigos les resulto abominable;
mis seres queridos se han vuelto contra mí.
20  La piel y la carne se me pegan a los huesos;
¡a duras penas he salvado el pellejo![4]

21  "¡Compadézcanse de mí, amigos míos;
compadézcanse, que la mano de Dios me ha golpeado!
22  ¿Por qué me acosan como Dios?
¿No les basta con desollarme vivo?[5]

23  "¡Ah, si fueran grabadas mis palabras,
si quedaran escritas en un libro!
24  ¡Si para siempre quedaran sobre la roca,
grabadas con cincel en una placa de plomo!
25  Yo sé que mi redentor[6] vive,
y que al final *triunfará sobre la muerte.[7]
26  Y cuando mi piel haya sido destruida,
todavía veré a Dios con mis propios ojos.[8]
27  Yo mismo espero verlo;
espero ser yo quien lo vea, y no otro.
¡Este anhelo me consume las entrañas!

28  "Ustedes dicen: Vamos a acosarlo,
porque en él está la raíz del mal.
29  Pero cuídense de la espada,
pues con ella viene la ira justiciera,
para que sepan que hay un juez."


                         NOTAS:

1. 19:3 Una y otra vez. Lit. Diez veces.
2. 19:17 mis hermanos. Lit. los hijos de mi vientre.
3. 19:18 en cuanto ... la espalda. Lit. me levanto, y hablan contra mí.
4. 19:20 ¡a duras ... el pellejo! Lit. he escapado con la piel de mis dientes.
5. 19:22 con desollarme vivo. Lit. con mi carne.
6. 19:25 redentor. Alt. defensor.
7. 19:25 triunfará sobre la muerte. Lit. se levantará sobre el polvo.
8. 19:26 con mis propios ojos. Lit. desde mi carne.

Job 20


Segundo discurso de Zofar

1  A esto respondió Zofar de Namat:

2  "Mis turbados pensamientos me hacen replicar,
pues me hallo muy desconcertado.
3  He escuchado una reprensión que me deshonra,
y mi inteligencia me obliga a responder.

4  "Bien sabes tú que desde antaño,
desde que Dios puso al hombre[1] en la tierra,
5  muy breve ha sido la algarabía del malvado;
la alegría del impío ha sido pasajera.
6  Aunque su orgullo llegue hasta los cielos
y alcance a tocar con la cabeza las nubes,
7  él perecerá para siempre, como su excremento,
y sus allegados dirán: ¿Qué se hizo?
8  Como un sueño, como una visión nocturna,
se desvanecerá y no volverá a ser hallado.
9  Los ojos que lo vieron no volverán a verlo;
su lugar no volverá a contemplarlo.
10  Sus hijos tendrán que resarcir a los pobres;
ellos mismos restituirán las riquezas de su padre.
11  El vigor juvenil que hoy sostiene sus huesos
un día reposará en el polvo con él.

12  "Aunque en su boca el mal sabe dulce
y lo disimula bajo la lengua,
13  y aunque no lo suelta para nada,
sino que tenazmente lo retiene,
14  ese pan se le agriará en el estómago;
dentro de él se volverá veneno de áspid.
15  Vomitará las riquezas que se engulló;
Dios hará que las arroje de su vientre.
16  Chupará veneno de serpientes;
la lengua de un áspid lo matará.
17  No disfrutará de los arroyos,
de los ríos de crema y miel;
18  no se engullirá las ganancias de sus negocios;
no disfrutará de sus riquezas,
19  porque oprimió al pobre y lo dejó sin nada,
y se adueñó de casas que nunca construyó.

20  "Su ambición nunca quedó satisfecha;
¡nada quedó a salvo de su codicia!
21  Nada se libró de su voracidad;
por eso no perdurará su bienestar.
22  En medio de la abundancia, lo abrumará la angustia;
le sobrevendrá toda la fuerza de la desgracia.
23  Cuando el malvado se haya llenado el vientre,
Dios dará rienda suelta a su enojo contra él,
y descargará sobre él sus golpes.
24  Aunque huya de las armas de hierro,
una flecha de bronce lo atravesará.
25  Cuando del hígado y de la espalda
intente sacarse la punta de la flecha,
se verá sobrecogido de espanto,
26  y la oscuridad total acechará sus tesoros.


Un fuego no atizado acabará con él
y con todo lo que haya quedado de su casa.
27  Los cielos harán pública su culpa;
la tierra se levantará a denunciarlo.
28  En el día de la ira de Dios,
un aluvión arrasará con su casa.
29  Tal es el fin que Dios reserva al malvado;
tal es la herencia que le asignó."


                         NOTAS:

1. 20:4 al hombre. Alt. a Adán.

Job 21


Séptimo discurso de Job

1  A esto, Job respondió:

2  "Escuchen atentamente mis palabras;
concédanme este consuelo.
3  Tolérenme un poco mientras hablo,
y búrlense si quieren cuando haya terminado.

4  "¿Acaso dirijo mi reclamo a los *mortales?
¿Por qué creen que pierdo la paciencia?
5  Mírenme, y queden asombrados;
tápense la boca con la mano.
6  Si pienso en esto, me lleno de espanto;
un escalofrío me corre por el cuerpo.
7  ¿Por qué siguen con vida los malvados,
cada vez más viejos y más ricos?
8  Ven establecerse en torno suyo
a sus hijos y a sus descendientes.
9  Tienen *paz en su hogar, y están libres de temores;
la vara de Dios no los castiga.
10  Sus toros son verdaderos sementales;
sus vacas paren y no pierden las crías.
11  Dejan correr a sus niños como si fueran ovejas;
sus pequeñuelos danzan alegres.
12  Cantan al son del tamboril y del arpa;
se divierten al son de la flauta.
13  Pasan la vida con gran bienestar,
y en paz[1] bajan al *sepulcro.
14  A Dios increpan: ¡Déjanos tranquilos!
No queremos conocer tu voluntad.
15  ¿Quién es el *Todopoderoso, para que le sirvamos?
¿Qué ganamos con dirigirle nuestras oraciones?
16  Pero su bienestar no depende de ellos.
¡Jamás me dejaré llevar por sus malos consejos!

17  "¿Cuándo se ha apagado la lámpara de los malvados?
¿Cuándo les ha sobrevenido el desastre?
¿Cuándo Dios, en su enojo, los ha hecho sufrir
18  como paja que arrebata el viento,
como tamo que se lleva la tormenta?
19  Me dirán que Dios reserva el castigo
para los hijos del pecador.
¡Mejor que castigue al que peca,
para que escarmiente!
20  ¡Que sufra el pecador su propia destrucción!
¡Que beba de la ira del Todopoderoso!
21  ¿Qué le puede importar la familia que deja,
si le quedan pocos meses de vida?

22  "¿Quién puede impartirle a Dios *conocimientos,
si es él quien juzga a las grandes eminencias?
23  Hay quienes mueren en la flor de la vida,
rebosantes de salud y de paz;
24  sus caderas,[2] llenas de grasa;
sus huesos, recios hasta la médula.
25  Otros mueren con el ánimo amargado,
sin haber disfrutado de lo bueno.
26  ¡En el polvo yacen unos y otros,
todos ellos cubiertos de gusanos!

27  "Sé muy bien lo que están pensando,
y los planes que tienen de hacerme daño.
28  También sé que se preguntan:
¿Dónde está la mansión del potentado?
¿Dónde están las moradas de los inicuos?
29  ¿No han interrogado a los viajeros?
¿No han prestado atención a sus argumentos?
30  En el día del desastre, el malvado se salva;
¡en el día de la ira, es puesto a salvo!
31  ¿Y quién le echa en cara su conducta?
¿Quién le da su merecido por sus hechos?
32  Cuando lo llevan al sepulcro,
sobre su tumba se pone vigilancia;
33  mucha gente le abre paso,
y muchos más cierran el cortejo.
¡Descansa en paz bajo la tierra del valle![3]

34  "¿Cómo esperan consolarme con discursos sin sentido?
¡Sus respuestas no son más que falacias!"


                         NOTAS:

1. 21:13 en paz. Lit. en un instante.
2. 21:24 caderas. Palabra de difícil traducción.
3. 21:33 ¡Descansa ... valle! Lit. Dulce le es el suelo del valle.

Job 22


Tercer discurso de Elifaz

1  A esto respondió Elifaz de Temán:

2  "¿Puede alguien, por muy sabio que sea,
serle a Dios de algún provecho?
3  ¿Sacará alguna ventaja el *Todopoderoso
con que seas un hombre justo?
¿Tendrá algún beneficio
si tu conducta es intachable?
4  ¿Acaso te reprende por temerlo,
y por eso te lleva a juicio?
5  ¿No es acaso demasiada tu maldad?
¿Y no son incontables tus pecados?
6  Sin motivo demandabas fianza de tus hermanos,
y en prenda los despojabas de sus mantos;
¡desnudos los dejabas!
7  Al sediento no le dabas agua;
al hambriento le negabas la comida.
8  Hombre de poder, te adueñaste de la tierra;
hombre prominente, en ella te asentaste.
9  No les dabas nada a las viudas,
y para colmo les quitabas todo[1] a los huérfanos.
10  Por eso ahora te ves rodeado de trampas,
y te asaltan temores repentinos;
11  la oscuridad te impide ver,
y te ahogan las aguas torrenciales.

12  "¿No está Dios en las alturas de los cielos?
¡Mira las estrellas, cuán altas y remotas!
13  Sin embargo, cuestionas: ¿Y Dios qué sabe?
¿Puede acaso juzgar a través de las tinieblas?
14  Él recorre los cielos de uno a otro extremo,
y densas nubes lo envuelven,
¡así que no puede vernos!

15  "¿Vas a seguir por los trillados caminos
que han recorrido los malvados?
16  Perdieron la vida antes de tiempo;
un diluvio arrasó sus cimientos.
17  Increparon a Dios: ¡Déjanos tranquilos!
¿Qué puedes tú hacernos,[2] Todopoderoso?
18  ¡Y fue Dios quien llenó sus casas de bienes!
¡Yo no me dejaré llevar por sus malos consejos!

19  "Los justos se alegran al ver la ruina de los malvados;
los inocentes dicen en son de burla:
20  Nuestros enemigos han sido destruidos;
¡el fuego ha consumido sus riquezas!

21  "Sométete a Dios; ponte en *paz con él,
y volverá a ti la prosperidad.
22  Acepta la enseñanza que mana de su boca;
¡grábate sus palabras en el *corazón!
23  Si te vuelves al Todopoderoso
y alejas de tu casa la maldad,
serás del todo restaurado;
24  si tu oro refinado[3] lo arrojas por el suelo,
entre rocas y cañadas,
25  tendrás por oro al Todopoderoso,
y será él para ti como plata refinada.
26  En el Todopoderoso te deleitarás;
ante Dios levantarás tu rostro.
27  Cuando ores, él te escuchará,
y tú le cumplirás tus votos.
28  Tendrás éxito en todo lo que emprendas,
y en tus caminos brillará la luz.
29  Porque Dios humilla a los altaneros,
y exalta a los humildes.
30  Él salva al que es inocente,
y por tu honradez quedarás a salvo."[4]


                         NOTAS:

1. 22:9 les quitabas todo. Alt. les anulaste la fuerza. Lit. sus brazos fueron rotos.
2. 22:17 hacernos (LXX y Siríaca); hacerle (TM).
3. 22:24 oro refinado. Lit. oro de Ofir.
4. 22:30 Él salva ... salvo. Alt. Él salva al que es culpable, / y lo salva por la limpieza de tus manos.

Job 23


Octavo discurso de Job

1  A esto respondió Job:

2  "Mi queja sigue siendo amarga;
gimo bajo el peso de su mano.[1]
3  ¡Ah, si supiera yo dónde encontrar a Dios!
¡Si pudiera llegar adonde él habita!
4  Ante él expondría mi caso;
llenaría mi boca de argumentos.
5  Podría conocer su respuesta,
y trataría de entenderla.
6  ¿Disputaría él conmigo, con todo su poder?
¡Claro que no! ¡Ni me acusaría!
7  Ante él cualquier *hombre recto
podría presentar su caso,
y yo sería absuelto para siempre
delante de mi juez.

8  "Si me dirijo hacia el este, no está allí;
si me encamino al oeste, no lo encuentro.
9  Si está ocupado en el norte, no lo veo;
si se vuelve al sur, no alcanzo a percibirlo.
10  Él, en cambio, conoce mis caminos;
si me pusiera a prueba, saldría yo puro como el oro.
11  En sus sendas he afirmado mis pies;
he seguido su camino sin desviarme.
12  No me he apartado de los mandamientos de sus labios;
en lo más profundo de mi ser[2]
he atesorado las palabras de su boca.

13  "Pero él es soberano;[3]
¿quién puede hacerlo desistir?
Lo que él quiere hacer, lo hace.
14  Hará conmigo lo que ha determinado;
todo lo que tiene pensado lo realizará.
15  Por eso me espanto en su presencia;
si pienso en todo esto, me lleno de temor.
16  Dios ha hecho que mi *corazón desmaye;
me tiene aterrado el *Todopoderoso.
17  Con todo, no logran acallarme las tinieblas
ni la densa oscuridad que cubre mi rostro.

                         NOTAS:

1. 23:2 su mano (LXX y Siríaca); mi mano (TM).
2. 23:12 en lo más profundo de mi ser (LXX y Vulgata); más que mi porción (TM).
3. 23:13 pero él es soberano. Lit. y él, en uno.

Job 24

1  "Si los tiempos no se esconden del *Todopoderoso,
¿por qué no los perciben quienes dicen conocerlo?
2  Hay quienes no respetan los linderos,
y pastorean ganado robado;
3  a los huérfanos los despojan de sus asnos;
a las viudas les quitan en prenda sus bueyes;
4  apartan del camino a los necesitados;
a los pobres del país los obligan a esconderse.
5  Como asnos salvajes del desierto,
se afanan los pobres por encontrar su presa,
y el páramo da de comer a sus hijos.
6  En campos ajenos recogen forraje,
y en las viñas de los malvados recogen uvas.
7  Por no tener ropa, se pasan la noche desnudos;
¡no tienen con qué protegerse del frío!
8  Las lluvias de las montañas los empapan;
no teniendo más abrigo, se arriman a las peñas.
9  Al huérfano se le aparta de los pechos de su madre;
al pobre se le retiene a cambio de una deuda.
10  Por no tener ropa, andan desnudos;
aunque cargados de trigo, van muriéndose de hambre.
11  Exprimen aceitunas en las terrazas;[1]
pisan uvas en las cubas, pero desfallecen de sed.
12  De la ciudad se eleva el clamor de los moribundos;
la garganta de los heridos reclama ayuda,
¡pero Dios ni se da por enterado!

13  "Hay quienes se oponen a la luz;
no viven conforme a ella
ni reconocen sus caminos.
14  Apenas amanece, se levanta el asesino
y mata al pobre y al necesitado;
apenas cae la noche, actúa como ladrón.
15  Los ojos del adúltero están pendientes de la noche;
se dice a sí mismo: No habrá quien me vea,
y mantiene oculto el rostro.
16  Por la noche, entra el ladrón a casa ajena,
pero se encierra durante el día;
¡de la luz no quiere saber nada!
17  Para todos ellos, la mañana es oscuridad;
prefieren el horror de las tinieblas."


Interrupción de Zofar
[2]
18  "Los malvados son como espuma sobre el agua;
su parcela está bajo maldición;
ya no van a trabajar a los viñedos.
19  Y así como el calor y la sequía
arrebatan con violencia la nieve derretida,
así el *sepulcro arrebata a los pecadores.
20  Su propia madre se olvida de ellos;
los gusanos se los comen;
nadie vuelve a recordarlos,
¡son desgajados como árboles!
21  Maltratan a la estéril, a la mujer sin hijos;
jamás buscan el bien de la viuda.
22  Pero Dios, con su poder, arrastra a los poderosos;
cuando él se levanta, nadie tiene segura la vida.
23  Dios los deja sentirse seguros,
pero no les quita la vista de encima.
24  Por algún tiempo son exaltados,
pero luego dejan de existir;
son humillados y recogidos como hierba,[3]
¡son cortados como espigas!
25  ¿Quién puede probar que es falso lo que digo,
y reducir mis palabras a la nada?"


                         NOTAS:

1. 24:11 en las terrazas. Alt. entre las piedras de molino.
2. 24:18-25 Zofar no se menciona en el texto. Se considera que esta porción, junto con 27:13-23, forma parte del tercer discurso de este personaje.
3. 24:24 como hierba (LXX); como todo (TM).

Job 25


Tercer discurso de Bildad

1  A esto respondió Bildad de Súah:

2  "Dios es poderoso e infunde temor;
él pone orden[1] en las alturas de los cielos.
3  ¿Pueden contarse acaso sus ejércitos?
¿Sobre quién no alumbra su luz?
4  ¿Cómo puede el *hombre
declararse inocente ante Dios?
¿Cómo puede alegar pureza
quien ha nacido de mujer?
5  Si a sus ojos no tiene brillo la luna,
ni son puras las estrellas,
6  mucho menos el hombre, simple gusano;
¡mucho menos el hombre, miserable lombriz!"


                         NOTAS:

1. 25:2 pone orden. Lit. hace *paz.

Job 26


Interrupción de Job

1  Pero Job intervino:

2  "¡Tú sí que ayudas al débil!
¡Tú sí que salvas al que no tiene fuerza!
3  ¡Qué consejos sabes dar al ignorante!
¡Qué gran discernimiento has demostrado!
4  ¿Quién te ayudó a pronunciar tal discurso?
¿Qué espíritu ha hablado por tu boca?"


Bildad reanuda su discurso

5  "Un estremecimiento invade a los muertos,
a los que habitan debajo de las aguas.
6  Ante Dios, queda el *sepulcro al descubierto;
nada hay que oculte a este *destructor.
7  Dios extiende el cielo[1] sobre el vacío;
sobre la nada tiene suspendida la tierra.
8  En sus nubes envuelve las aguas,
pero no revientan las nubes con su peso.
9  Cubre la faz de la luna llena
al extender sobre ella sus nubes.
10  Dibuja el horizonte sobre la faz de las aguas
para dividir la luz de las tinieblas.
11  Aterrados por su reprensión,
tiemblan los pilares de los cielos.
12-13  Con un soplo suyo se despejan los cielos;
con su poder Dios agita el mar.
Con su sabiduría descuartizó a *Rahab;
con su mano ensartó a la serpiente escurridiza.
14  ¡Y esto es sólo una muestra de sus obras,[2]
un murmullo que logramos escuchar!
¿Quién podrá comprender su trueno poderoso?"


                         NOTAS:

1. 26:7 el cielo. Lit. el norte.
2. 26:14 una muestra de sus obras. Lit. los extremos de sus caminos.

Job 27


Noveno discurso de Job

1  Job, retomando la palabra, dijo:

2  "Juro por Dios,[1] el *Todopoderoso,
quien se niega a hacerme *justicia,
quien me ha amargado el ánimo,
3  que mientras haya vida en mí
y aliento divino en mi nariz,
4  mis labios no pronunciarán maldad alguna,
ni mi lengua proferirá mentiras.
5  Jamás podré admitir que ustedes tengan la razón;
mientras viva, insistiré en mi integridad.
6  Insistiré en mi inocencia; no cederé.
Mientras viva, no me remorderá la conciencia.

7  "¡Que terminen mis enemigos como los malvados
y mis adversarios como los injustos!
8  ¿Qué esperanza tienen los impíos
cuando son eliminados,
cuando Dios les quita la vida?
9  ¿Escucha Dios su clamor
cuando les sobreviene la angustia?
10  ¿Acaso se deleitan en el Todopoderoso,
o claman a Dios en todo tiempo?

11  "¡Yo les voy a mostrar algo del poder de Dios!
¡No les voy a ocultar los planes del Todopoderoso!
12  Si ustedes mismos han visto todo esto,
¿a qué viene tanta palabrería?"


Tercer discurso de Zofar

13  "Ésta es la herencia que Dios
tiene reservada para los malvados;
ésta es la herencia que los desalmados
recibirán del *Todopoderoso:
14  No importa cuántos hijos tengan,
la espada los aguarda;
jamás sus pequeños comerán hasta saciarse.
15  La muerte sepultará a quienes les sobrevivan;
sus viudas no llorarán por ellos.
16  Y aunque amontonen plata como polvo,
y apilen vestidos como arcilla,
17  será el justo quien se ponga esos vestidos,
y el inocente quien reparta esa plata.
18  Las casas que construyen parecen larvas de polilla,
parecen cobertizo de vigilancia.
19  Se acuestan siendo ricos, pero por última vez:
cuando despiertan, sus riquezas se han esfumado.
20  Les sobreviene un diluvio de terrores;
la tempestad los arrebata por la noche.
21  El viento del este se los lleva, y desaparecen;
los arranca del lugar donde viven.
22  Se lanza contra ellos sin clemencia,
mientras ellos tratan de huir de su poder.
23  Agita las manos y aplaude burlón;
entre silbidos, los arranca de su lugar."

                         NOTAS:

1. 27:2 Juro por Dios. Lit. Vive Dios.

Job 28


Elogio de la sabiduría

1  Hay minas de donde se saca la plata,
y crisoles donde se refina el oro.
2  El hierro se extrae de la tierra;
el cobre se separa de la escoria.
3  El minero ha puesto fin a las tinieblas:
hurga en los rincones más apartados,
busca piedras en la más densa oscuridad.
4  Lejos de la gente
cava túneles en lugares nunca hollados;
lejos de la gente
se balancea en el aire.
5  Extrae su sustento de la tierra,
cuyas entrañas se transforman como por fuego.
6  De sus rocas se obtienen zafiros,
y en el polvo se encuentra oro.
7  No hay ave rapaz que conozca ese escondrijo
ni ojo de halcón que lo haya descubierto.
8  Ninguna bestia salvaje ha puesto allí su pie;
tampoco merodean allí los leones.
9  La mano del minero ataca el pedernal
y pone al descubierto la raíz de las montañas.
10  Abre túneles en la roca,
y sus ojos contemplan todos sus tesoros.
11  Anda en busca de[1] las fuentes de los ríos,
y trae a la luz cosas ocultas.

12  Pero, ¿dónde se halla la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
13  Nadie sabe lo que ella vale,
pues no se encuentra en este mundo.
14  "Aquí no está", dice el océano;
"Aquí tampoco", responde el mar.
15  No se compra con el oro más fino,
ni su precio se calcula en plata.
16  No se compra con oro refinado,[2]
ni con ónice ni zafiros.
17  Ni el oro ni el cristal se comparan con ella,
ni se cambia por áureas joyas.
18  ¡Para qué mencionar el coral y el jaspe!
¡La sabiduría vale más que los rubíes!
19  El topacio de Cus no se le iguala,
ni es posible comprarla con oro puro.

20  ¿De dónde, pues, viene la sabiduría?
¿Dónde habita la inteligencia?
21  Se esconde de los ojos de toda criatura;
¡hasta de las aves del cielo se oculta!
22  La *destrucción y la muerte afirman:
"Algo acerca de su fama llegó a nuestros oídos."
23  Sólo Dios sabe llegar hasta ella;
sólo él sabe dónde habita.
24  Él puede ver los confines de la tierra;
él ve todo lo que hay bajo los cielos.
25  Cuando él establecía la fuerza del viento
y determinaba el volumen de las aguas,
26  cuando dictaba el decreto para las lluvias
y la ruta de las tormentas,
27  miró entonces a la sabiduría y ponderó su valor;
la puso a prueba y la confirmó.
28  Y dijo a los *mortales:
"Temer al Señor: ¡eso es sabiduría!
Apartarse del mal: ¡eso es discernimiento!"


                         NOTAS:

1. 28:11 Anda en busca de (LXX, Aquila y Vulgata); Detiene (TM).
2. 28:16 oro refinado; Lit. oro de Ofir.

Job 29


Soliloquio de Job

1  Job, retomando la palabra, dijo:

2  "¡Cómo añoro los meses que se han ido,
los días en que Dios me cuidaba!
3  Su lámpara alumbraba sobre mi cabeza,
y por su luz podía andar entre tinieblas.
4  ¡Qué días aquellos, cuando yo estaba en mi apogeo
y Dios bendecía mi casa con su íntima amistad!

5  "Cuando aún estaba conmigo el *Todopoderoso,
y mis hijos me rodeaban;
6  cuando ante mí corrían ríos de crema,
y de las rocas fluían arroyos de aceite;
7  cuando ocupaba mi puesto en el consejo de la ciudad,[1]
y en la plaza pública tomaba asiento,
8  los jóvenes al verme se hacían a un lado,
y los ancianos se ponían de pie;
9  los jefes se abstenían de hablar
y se tapaban la boca con las manos;
10  los nobles bajaban la voz,
y la lengua se les pegaba al paladar.
11  Los que me oían, hablaban bien de mí;
los que me veían, me alababan.
12  Si el pobre recurría a mí, yo lo ponía a salvo,
y también al huérfano, si no tenía quien lo ayudara.
13  Me bendecían los desahuciados;
¡por mí gritaba de alegría
el *corazón de las viudas!
14  De justicia y rectitud me revestía;
ellas eran mi manto y mi turbante.
15  Para los ciegos fui sus ojos;
para los tullidos, sus pies.
16  Fui padre de los necesitados
y defensor de los extranjeros.
17  A los malvados les rompí la cara;
¡de sus fauces les arrebaté la presa!

18  "Llegué a pensar: Moriré en mi propia casa;
mis días serán incontables como la arena del mar.
19  Mis raíces llegarán hasta las aguas;
el rocío de la noche se quedará en mis ramas.
20  Mi gloria mantendrá en mí su lozanía,
y el arco en mi mano se mantendrá firme.

21  "La gente me escuchaba expectante,
y en silencio aguardaba mi consejo.
22  Hablaba yo, y nadie replicaba;
mis palabras hallaban cabida[2] en sus oídos.
23  Expectantes, absorbían mis palabras
como quien espera las lluvias tardías.
24  Si yo les sonreía, no podían creerlo;
mi rostro sonriente los reanimaba.[3]
25  Yo les indicaba el camino a seguir;
me sentaba a la cabecera;
habitaba entre ellos como un rey entre su tropa,
como quien consuela a los que están de luto.

                         NOTAS:

1. 29:7 cuando ocupaba ... ciudad. Lit. cuando salía yo a las *puertas de la ciudad.
2. 29:22 hallaban cabida. Lit. caían como gotas.
3. 29:24 mi rostro ... reanimaba. Lit. la luz de mi rostro no los hacía caer.

Job 30

1  "¡Y ahora resulta que de mí se burlan
jovencitos a cuyos padres no habría puesto
ni con mis perros ovejeros!
2  ¿De qué me habría servido la fuerza de sus manos,
si no tenían ya fuerza para nada?
3  Retorciéndose de hambre y de necesidad,
rondaban[1] en la noche por tierras desoladas,
por páramos deshabitados.
4  En las breñas recogían hierbas amargas
y comían[2] raíces de *retama.
5  Habían sido excluidos de la comunidad,
acusados a gritos como ladrones.
6  Se vieron obligados a vivir
en el lecho de los arroyos secos,
entre las grietas y en las cuevas.
7  Bramaban entre los matorrales,
se amontonaban entre la maleza.
8  Gente vil, generación infame,
fueron expulsados de la tierra.

9  "¡Y ahora resulta que soy tema de sus parodias!
¡Me he vuelto su hazmerreír!
10  Les doy asco, y se alejan de mí;
no vacilan en escupirme en la cara.
11  Ahora que Dios me ha humillado por completo,
no se refrenan en mi presencia.
12  A mi derecha, me ataca el populacho;[3]
tienden trampas a mis pies
y levantan rampas de asalto para atacarme.
13  Han irrumpido en mi camino;
sin ayuda de nadie han logrado destruirme.[4]
14  Avanzan como a través de una brecha;
irrumpen entre las ruinas.
15  El terror me ha sobrecogido;
mi dignidad se esfuma como el viento,
¡mi *salvación se desvanece como las nubes!

16  "Y ahora la vida se me escapa;
me oprimen los días de sufrimiento.
17  La noche me taladra los huesos;
el dolor que me corroe no tiene fin.
18  Como con un manto, Dios me envuelve con su poder;
me ahoga como el cuello de mi ropa.
19  Me arroja con fuerza en el fango,
y me reduce a polvo y ceniza.

20  "A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes;
me hago presente, pero tú apenas me miras.
21  Implacable, te vuelves contra mí;
con el poder de tu brazo me atacas.
22  Me arrebatas, me lanzas al[5] viento;
me arrojas al ojo de la tormenta.
23  Sé muy bien que me harás bajar al sepulcro,
a la morada final de todos los vivientes.

24  "Pero nadie golpea al que está derrotado,
al que en su angustia reclama auxilio.
25  ¿Acaso no he llorado por los que sufren?
¿No me he condolido por los pobres?
26  Cuando esperaba lo bueno, vino lo malo;
cuando buscaba la luz, vinieron las sombras.
27  No cesa la agitación que me invade;
me enfrento a días de sufrimiento.
28  Ando apesadumbrado, pero no a causa del sol;
me presento en la asamblea, y pido ayuda.
29  He llegado a ser hermano de los chacales,
compañero de las lechuzas.
30  La piel se me ha requemado, y se me cae;
el cuerpo me arde por la fiebre.
31  El tono de mi arpa es de lamento,
el son de mi flauta es de tristeza.

                         NOTAS:

1. 30:3 rondaban. Alt. roían.
2. 30:4 comían. Alt. se calentaban con.
3. 30:12 populacho. Palabra de difícil traducción.
4. 30:13 sin ayuda ... destruirme. Alt. han logrado destruirme, y dicen: Nadie puede ayudarlo.
5. 30:22 me lanzas al. Lit. me haces cabalgar sobre el.

Job 31

1  "Yo había convenido con mis ojos
no mirar con lujuria a ninguna mujer.[1]
2  ¿Qué se recibe del Dios altísimo?
¿Qué se hereda del *Todopoderoso en las alturas?
3  ¿No es acaso la ruina para los malvados
y el desastre para los malhechores?
4  ¿Acaso no se fija Dios en mis caminos
y toma en cuenta todos mis pasos?

5  "Si he andado en malos pasos,
o mis pies han corrido tras la mentira,
6  ¡que Dios me pese en una balanza justa,
y así sabrá que soy inocente!
7  Si mis pies se han apartado del camino,
o mi *corazón se ha dejado llevar por mis ojos,
o mis manos se han llenado de ignominia,
8  ¡que se coman otros lo que yo he sembrado,
y que sean destruidas mis cosechas!

9  "Si por alguna mujer me he dejado seducir,
si a las puertas de mi prójimo he estado al acecho,
10  ¡que mi esposa muela el grano de otro hombre,
y que otros hombres se acuesten con ella!
11  Eso habría sido una infamia,
¡un pecado que tendría que ser juzgado!
12  ¡Habría sido un incendio *destructor!
¡Habría arrancado mi cosecha de raíz!

13  "Si me negué a hacerles justicia
a mis siervos y a mis siervas
cuando tuvieron queja contra mí,
14  ¿qué haré cuando Dios me llame a cuentas?
¿qué responderé cuando me haga comparecer?
15  El mismo Dios que me formó en el vientre
fue el que los formó también a ellos;
nos dio forma en el seno materno.

16  "Jamás he desoído los ruegos de los pobres,
ni he dejado que las viudas desfallezcan;
17  jamás el pan me lo he comido solo,
sin querer compartirlo con los huérfanos.
18  Desde mi juventud he sido un padre para ellos;
a las viudas las he guiado desde mi nacimiento.
19  Si he dejado que alguien muera por falta de vestido,
o que un necesitado no tenga qué ponerse;
20  si éste no me ha bendecido de corazón
por haberlo abrigado con lana de mis rebaños;
21  o si he levantado contra el huérfano mi mano
por contar con influencias en los tribunales,[2]
22  ¡que los brazos se me caigan de los hombros!
¡que se me zafen de sus articulaciones!
23  Siempre he sido temeroso del castigo de Dios;
¡ante su majestad no podría resistir!

24  "¿Acaso he puesto en el oro mi confianza,
o le he dicho al oro puro: En ti confío?
25  ¿Me he ufanado de mi gran fortuna,
de las riquezas amasadas con mis manos?
26  ¿He admirado acaso el esplendor del sol
o el avance esplendoroso de la luna,
27  como para rendirles culto en lo secreto
y enviarles un beso con la mano?
28  ¡También este pecado tendría que ser juzgado,
pues habría yo traicionado al Dios de las alturas!

29  "¿Acaso me he alegrado de la ruina de mi enemigo?
¿Acaso he celebrado su desgracia?
30  ¡Jamás he permitido que mi boca peque
pidiendo que le vaya mal!
31  ¿Quién bajo mi techo no sació su hambre
con los manjares de mi mesa?
32  Jamás mis puertas se cerraron al viajero;
jamás un extraño pasó la noche en la calle.
33  Jamás he ocultado mi pecado,
como el común de la gente,[3]
ni he mantenido mi culpa en secreto,
34  por miedo al qué dirán.


Jamás me he quedado en silencio y encerrado
por miedo al desprecio de mis parientes.

35  "¡Cómo quisiera que Dios me escuchara!
Estampo aquí mi firma;
que me responda el Todopoderoso.
Si él quiere contender conmigo,
que lo haga por escrito.
36  Llevaré esa acusación sobre mis hombros;
me la pondré como diadema.
37  Compareceré ante él con dignidad,
y le daré cuenta de cada uno de mis pasos.

38  "Si mis tierras claman contra mí,
y todos sus surcos se aniegan en llanto;
39  si he tomado la cosecha de alguien sin pagarle,
o quebrantado el ánimo de sus dueños,
40  ¡que nazcan en mi tierra zarzas en vez de trigo,
y hierbas en vez de cebada!"

Con esto Job dio por terminado su discurso.

                         NOTAS:

1. 31:1 mujer. Lit. virgen.
2. 31:21 en los tribunales. Lit. en la *puerta (es decir, de la ciudad).
3. 31:33 como el común de la gente. Alt. como Adán.

Job 32


Intervención de Eliú

1  Al ver los tres amigos de Job que éste se consideraba un hombre recto, dejaron de responderle. 2  Pero Eliú hijo de Baraquel de Buz, de la familia de Ram, se enojó mucho con Job porque, en vez de justificar a Dios, se había justificado a sí mismo. 3  También se enojó con los tres amigos porque no habían logrado refutar a Job, y sin embargo lo habían condenado. 4  Ahora bien, Eliú había estado esperando antes de dirigirse a Job, porque ellos eran mayores de edad; 5  pero al ver que los tres amigos no tenían ya nada que decir, se encendió su enojo. 6  Y habló Eliú hijo de Baraquel de Buz:


Primer discurso de Eliú

"Yo soy muy joven, y ustedes ancianos;
por eso me sentía muy temeroso
de expresarles mi opinión.
7  Y me dije: Que hable la voz de la experiencia;
que demuestren los ancianos su sabiduría.
8  Pero lo que da entendimiento al *hombre
es el espíritu[1] que en él habita;
¡es el hálito del *Todopoderoso!
9  No son los ancianos[2] los únicos sabios,
ni es la edad la que hace entender lo que es justo.

10  "Les ruego, por tanto, que me escuchen;
yo también tengo algo que decirles.
11  Mientras hablaban, me propuse esperar
y escuchar sus razonamientos;
mientras buscaban las palabras,
12  les presté toda mi atención.
Pero no han podido probar que Job esté equivocado;
ninguno ha respondido a sus argumentos.
13  No vayan a decirme: Hemos hallado la sabiduría;
que lo refute Dios, y no los hombres.
14  Ni Job se ha dirigido a mí,
ni yo he de responderle como ustedes.

15  "Job, tus amigos están desconcertados;
no pueden responder, les faltan las palabras.
16  ¿Y voy a quedarme callado ante su silencio,
ante su falta de respuesta?
17  Yo también tengo algo que decir,
y voy a demostrar mis *conocimientos.
18  Palabras no me faltan;
el espíritu que hay en mí me obliga a hablar.
19  Estoy como vino embotellado,
como vino en odre nuevo a punto de estallar.
20  Tengo que hablar y desahogarme;
tengo que abrir la boca y dar respuesta.
21  No favoreceré a nadie
ni halagaré a ninguno;
22  Yo no sé adular a nadie;
si lo hiciera,[3] mi Creador me castigaría.

                         NOTAS:

1. 32:8 espíritu. Alt. Espíritu; también en v. 18.
2. 32:9 ancianos. Alt. muchos, o grandes.
3. 32:22 si lo hiciera. Lit. en poco tiempo.

Job 33

1  "Te ruego, Job, que escuches mis palabras,
que prestes atención a todo lo que digo.
2  Estoy a punto de abrir la boca,
y voy a hablar hasta por los codos.
3  Mis palabras salen de un *corazón honrado;
mis labios dan su opinión sincera.
4  El Espíritu de Dios me ha creado;
me infunde vida el hálito del *Todopoderoso.
5  Contéstame, si puedes;
prepárate y hazme frente.
6  Ante Dios, tú y yo somos iguales;
también yo fui tomado de la tierra.
7  No debieras alarmarte ni temerme,
ni debiera pesar mi mano sobre ti.

8  "Pero me parece haber oído que decías
(al menos, eso fue lo que escuché):
9  Soy inocente. No tengo pecado.
Estoy limpio y libre de culpa.
10  Sin embargo, Dios me ha encontrado faltas;
me considera su enemigo.
11  Me ha sujetado los pies con cadenas
y vigila todos mis pasos.

12  "Pero déjame decirte que estás equivocado,
pues Dios es más grande que los *mortales.
13  ¿Por qué le echas en cara
que no responda a todas tus[1] preguntas?[2]
14  Dios nos habla una y otra vez,
aunque no lo percibamos.
15  Algunas veces en sueños,
otras veces en visiones nocturnas,
cuando caemos en un sopor profundo,
o cuando dormitamos en el lecho,
16  él nos habla al oído
y nos aterra con sus advertencias,
17  para apartarnos de hacer lo malo
y alejarnos de la soberbia;
18  para librarnos de caer en el sepulcro
y de cruzar el umbral de la muerte.[3]
19  A veces nos castiga con el lecho del dolor,
con frecuentes dolencias en los huesos.
20  Nuestro ser encuentra repugnante la comida;
el mejor manjar nos parece aborrecible.
21  Nuestra carne va perdiéndose en la nada,
hasta se nos pueden contar los huesos.
22  Nuestra vida va acercándose al sepulcro,
se acerca a los heraldos de la muerte.

23  "Mas si un ángel, uno entre mil,
aboga por el *hombre y sale en su favor,
y da constancia de su rectitud;
24  si le tiene compasión y le ruega a Dios:
Sálvalo de caer en la tumba,
que ya tengo su rescate,
25  entonces el hombre rejuvenece;
¡vuelve a ser como cuando era niño!
26  Orará a Dios, y él recibirá su favor;
verá su rostro y gritará de alegría,
y Dios lo hará volver a su estado de inocencia.
27  El hombre reconocerá públicamente:[4]
He pecado, he pervertido la justicia,
pero no recibí mi merecido.
28  Dios me libró de caer en la tumba;
¡estoy vivo y disfruto de la luz!

29  "Todo esto Dios lo hace
una, dos y hasta tres veces,
30  para salvarnos de la muerte,
para que la luz de la vida nos alumbre.

31  "Préstame atención, Job, escúchame;
guarda silencio, que quiero hablar.
32  Si tienes algo que decir, respóndeme;
habla, que quisiera darte la razón.
33  De lo contrario, escúchame en silencio
y yo te impartiré sabiduría."


                         NOTAS:

1. 33:13 tus. Lit. sus.
2. 33:13 que no ... preguntas. Alt. de que no responde por ninguno de sus actos.
3. 33:18 y de ... muerte. Lit. y su vida del cruce del canal.
4. 33:27 El hombre reconocerá públicamente. Lit. Cantará ante los hombres y dirá.

Job 34


Segundo discurso de Eliú

1  También dijo Eliú:

2  "Ustedes los sabios, escuchen mis palabras;
ustedes los instruidos, préstenme atención.
3  El oído saborea las palabras,
como saborea el paladar la comida.
4  Examinemos juntos este caso;
decidamos entre nosotros lo mejor.

5  "Job alega: Soy inocente,
pero Dios se niega a hacerme *justicia.
6  Tengo que resultar un mentiroso,
a pesar de que soy justo;
sus flechas me hieren de muerte,
a pesar de que no he pecado.
7  ¿Dónde hay alguien como Job,
que tiene el sarcasmo a flor de labios?[1]
8  Le encanta hacer amistad con los malhechores
y andar en compañía de los malvados.
9  ¡Y nos alega que ningún provecho saca el *hombre
tratando de agradar a Dios!

10  "Escúchenme, hombres entendidos:
¡Es inconcebible que Dios haga lo malo,
que el *Todopoderoso cometa injusticias!
11  Dios paga al hombre según sus obras;
lo trata como se merece.
12  ¡Ni pensar que Dios cometa injusticias!
¡El Todopoderoso no pervierte el derecho!
13  ¿Quién le dio poder sobre la tierra?
¿Quién lo puso a cargo de todo el mundo?
14  Si pensara en retirarnos su espíritu,[2]
en quitarnos su hálito de vida,
15  todo el *género humano perecería,
¡la humanidad entera volvería a ser polvo!

16  "Escucha esto, si eres entendido;
presta atención a lo que digo.
17  ¿Puede acaso gobernar quien detesta la justicia?
¿Condenarás entonces al Dios justo y poderoso,
18  al que niega el valor de los reyes
y denuncia la maldad de los nobles?
19  Dios no se muestra parcial con los príncipes
ni favorece a los ricos más que a los pobres.
¡Unos y otros son obra de sus manos!
20  Mueren de pronto, en medio de la noche;
la gente se estremece y muere;
los poderosos son derrocados
sin intervención *humana.

21  "Los ojos de Dios ven los caminos del hombre;
él vigila cada uno de sus pasos.
22  No hay lugares oscuros ni sombras profundas
que puedan esconder a los malhechores.
23  Dios no tiene que examinarlos
para someterlos a juicio.
24  No tiene que indagar para derrocar a los poderosos
y sustituirlos por otros.
25  Dios toma nota de todo lo que hacen;
por la noche los derroca, y quedan aplastados;
26  los castiga por su maldad
para escarmiento de todos,[3]
27  pues dejaron de seguirlo
y no tomaron en cuenta sus caminos.
28  Hicieron llegar a su presencia
el clamor de los pobres y necesitados,
y Dios lo escuchó.
29  ¿Pero quién puede condenarlo
si él decide guardar silencio?
¿Quién puede verlo si oculta su rostro?
Él está por encima de pueblos y personas,
30  para que no reinen los malvados
ni se le tiendan trampas a su pueblo.

31  "Supongamos que le dijeras:
Soy culpable; no volveré a ofenderte.
32  Enséñame lo que no alcanzo a percibir;
si he cometido algo malo, no volveré a hacerlo.
33  ¿Tendría Dios que recompensarte
como tú quieres que lo haga,
aunque lo hayas rechazado?
No seré yo quien lo decida, sino tú,
así que expresa lo que piensas.

34  "Que me digan los sabios
y ustedes los entendidos que me escuchan:
35  Job no sabe lo que dice;
en sus palabras no hay inteligencia.
36  ¡Que sea Job examinado,
pues como un malvado ha respondido!
37  A su pecado ha añadido rebeldía;
en nuestra propia cara se ha burlado de nosotros,
y se ha excedido en sus palabras contra Dios."


                         NOTAS:

1. 34:7 tiene ... labios. Lit. bebe sarcasmo como agua.
2. 34:14 espíritu. Alt. Espíritu.
3. 34:26 para escarmiento de todos. Lit. en un lugar visible.

Job 35


Tercer discurso de Eliú

1  Además, Eliú dijo:

2  "¿Crees tener la razón, Job, cuando afirmas:
Mi justicia es mayor que la de Dios?,[1]
3  y cuando te atreves a preguntarle:
¿En qué te beneficias si no peco?
4  Pues bien, voy a responderles
a ti y a tus amigos.
5  Mira hacia el cielo, y fíjate bien;
contempla las nubes en lo alto.
6  Si pecas, ¿en qué afectas a Dios?
Si multiplicas tus faltas, ¿en qué lo dañas?
7  Si actúas con justicia, ¿qué puedes darle?
¿Qué puede recibir de parte tuya?
8  Hagas el mal o hagas el bien,
los únicos afectados serán tus semejantes.

9  "Todo el mundo clama bajo el peso de la opresión,
y pide ser librado del brazo del poderoso.
10  Pero nadie dice: ¿Dónde está Dios, mi Hacedor,
que me infunde fuerzas[2] por las noches,
11  que nos enseña más que a las bestias del campo,
que nos hace más sabios que las aves del cielo?
12  Si Dios no responde al clamor de la gente,
es por la arrogancia de los malvados.
13  Dios no escucha sus vanas peticiones;
el *Todopoderoso no les presta atención.
14  Aun cuando digas que no puedes verlo,
tu caso está delante de él, y debes aguardarlo.
15  Tú dices que Dios no se enoja ni castiga,
y que no se da cuenta de tanta maldad;[3]
16  pero tú, Job, abres la boca y dices tonterías;
hablas mucho y no sabes lo que dices."


                         NOTAS:

1. 35:2 Mi justicia ... Dios. Alt. Dios habrá de justificarme.
2. 35:10 que me infunde fuerzas. Alt. que me inspira cánticos.
3. 35:15 maldad. Palabra de difícil traducción.

Job 36


Cuarto discurso de Eliú

1  Eliú continuó diciendo:

2  "Ten paciencia conmigo y te mostraré
que aún quiero decir más en favor de Dios.
3  Mi *conocimiento proviene de muy lejos;
voy a demostrar que mi Hacedor está en lo justo.
4  Te aseguro que no hay falsedad en mis palabras;
¡tienes ante ti a la sabiduría en persona!

5  "Dios es poderoso, pero no rechaza al inocente;[1]
Dios es poderoso, y todo lo entiende.[2]
6  Al malvado no lo mantiene con vida;
al afligido le hace valer sus derechos.
7  Cuida siempre de los justos;
los hace reinar en compañía de reyes
y los exalta para siempre.
8  Pero si son encadenados,
si la aflicción los domina,
9  Dios denuncia sus acciones
y la arrogancia de su pecado.
10  Les hace prestar oído a la *corrección
y les pide apartarse del mal.
11  Si ellos le obedecen y le sirven,
pasan el resto de su vida en prosperidad,
pasan felices los años que les quedan.
12  Pero si no le hacen caso,
sin darse cuenta cruzarán el umbral de la muerte.[3]

13  "Los de *corazón impío abrigan resentimiento;
no piden ayuda aun cuando Dios los castigue.[4]
14  Mueren en la flor de la vida,
entre los que se prostituyen en los santuarios.
15  A los que sufren, Dios los libra mediante el sufrimiento;
en su aflicción, los consuela.[5]

16  "Dios te libra de las fauces de la angustia,
te lleva a un lugar amplio y espacioso,
y llena tu mesa con la mejor comida.
17  Pero tú te has ganado el juicio de los impíos;[6]
el juicio y la justicia te tienen atrapado.
18  Cuídate de no dejarte seducir por las riquezas;
no te dejes desviar por el soborno.
19  Tus grandes riquezas no podrán sostenerte,
ni tampoco todos tus esfuerzos.
20  No ansíes que caiga la noche,
cuando la gente es arrancada de su sitio.[7]
21  Cuídate de no inclinarte a la maldad,
que por eso fuiste apartado de la aflicción.

22  "Dios es exaltado por su poder.
¿Qué maestro hay que se le compare?
23  ¿Quién puede pedirle cuentas de sus actos?
¿Quién puede decirle que se ha equivocado?
24  No te olvides de exaltar sus obras,
que con cánticos han sido alabadas.
25  Todo el *género humano puede contemplarlas,
aunque sólo desde lejos.
26  ¡Tan grande es Dios que no lo conocemos!
¡Incontable es el número de sus años!

27  "Él derrama las gotas de agua
que fluyen como lluvia hacia los ríos;[8]
28  las nubes derraman su lluvia,
que cae a raudales sobre el género humano.
29  ¿Quién entiende la extensión de las nubes
y el estruendo que sale de su pabellón?
30  Vean a Dios esparcir su luz en torno suyo,
y bañar con ella las profundidades del océano.
31  Dios gobierna a las naciones
y les da comida en abundancia.
32  Toma entre sus manos el relámpago,
y le ordena dar en el blanco.
33  Su trueno anuncia la inminente tormenta,
y hasta el ganado presagia su llegada.

                         NOTAS:

1. 36:5 no rechaza al inocente (LXX); no rechaza (TM).
2. 36:5 todo lo entiende. Lit. es fuerte de corazón.
3. 36:12 el umbral de la muerte. Lit. el canal.
4. 36:13 los castigue (lectura probable); los aprisione (TM).
5. 36:15 los consuela. Alt. los hace entender. Lit. abre sus oídos.
6. 36:17 te has ... impíos. Texto de difícil traducción.
7. 36:20 Los vv. 18-20 son de difícil traducción.
8. 36:27 que fluyen ... los ríos. Alt. que destila del rocío en forma de lluvia.

Job 37

1  "Al llegar a este punto,[1] me palpita el *corazón
como si fuera a salírseme del pecho.
2  ¡Escucha, escucha el estruendo de su voz,
el ruido estrepitoso que sale de su boca!
3  Lanza sus rayos bajo el cielo entero;
su resplandor, hasta los confines de la tierra.
4  Sigue luego el rugido majestuoso de su voz;
¡resuena su voz, y no retiene sus rayos!
5  Dios hace tronar su voz
y se producen maravillas:
¡Dios hace grandes cosas
que rebasan nuestra comprensión!
6  A la nieve le ordena: ¡Cae sobre la tierra!,
y a la lluvia: ¡Muestra tu poder!
7  Hace que todo el mundo se encierre,
para que todos reconozcan sus obras.
8  Los animales buscan abrigo
y se quedan en sus cuevas.
9  De las cámaras del sur viene la tempestad;
de los vientos del norte, el frío.
10  Por el aliento de Dios se forma el hielo
y se congelan las masas de agua.
11  Con agua de lluvia carga las nubes,
y lanza sus relámpagos desde ellas;
12  y éstas van de un lado a otro,
por toda la faz de la tierra,
dispuestas a cumplir sus mandatos.
13  Por su bondad, hace que vengan las nubes,
ya sea para castigar o para bendecir.[2]

14  "Espera un poco, Job, y escucha;
ponte a pensar en las maravillas de Dios.
15  ¿Sabes cómo controla Dios las nubes,
y cómo hace que su relámpago deslumbre?
16  ¿Sabes cómo las nubes,
maravillas del conocimiento perfecto,[3]
se mantienen suspendidas?
17  Tú, que te sofocas de calor entre tus ropas
cuando la tierra dormita bajo el viento del sur,
18  ¿puedes ayudarle a extender los cielos,
sólidos como espejo de bronce bruñido?

19  "Haznos saber qué debemos responderle,
pues debido a nuestra ignorancia[4]
no tenemos argumentos.
20  ¿Le haré saber que estoy pidiendo la palabra?
¿Quién se atreve a hablar y ser destruido?
21  No hay quien pueda mirar al sol brillante
después de que el viento ha despejado los cielos.
22  Un dorado resplandor viene del norte;
¡viene Dios, envuelto en terrible majestad!
23  El *Todopoderoso no está a nuestro alcance;
excelso es su poder.
Grandes son su justicia y rectitud;
¡a nadie oprime!
24  Él no toma en cuenta a los que se creen sabios;
por eso le temen los *mortales."


                         NOTAS:

1. 37:1 Al llegar a este punto. Alt. Al ver esto.
2. 37:13 Versículo de difícil traducción.
3. 37:16 del conocimiento perfecto. Alt. del que todo lo sabe.
4. 37:19 nuestra ignorancia. Lit. nuestra oscuridad.

Job 38


Respuesta de Dios

1  El Señor le respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:

2  "¿Quién es éste, que oscurece mi consejo
con palabras carentes de sentido?
3  Prepárate a hacerme frente;[1]
yo te cuestionaré, y tú me responderás.

4  "¿Dónde estabas cuando puse las bases de la tierra?
¡Dímelo, si de veras sabes tanto!
5  ¡Seguramente sabes quién estableció sus dimensiones
y quién tendió sobre ella la cinta de medir!
6  ¿Sobre qué están puestos sus cimientos,
o quién puso su piedra angular
7  mientras cantaban a coro las estrellas matutinas
y todos los ángeles[2] gritaban de alegría?

8  "¿Quién encerró el mar tras sus compuertas
cuando éste brotó del vientre de la tierra?
9  ¿O cuando lo arropé con las nubes
y lo envolví en densas tinieblas?
10  ¿O cuando establecí sus límites
y en sus compuertas coloqué cerrojos?
11  ¿O cuando le dije: Sólo hasta aquí puedes llegar;
de aquí no pasarán tus orgullosas olas?

12  "¿Alguna vez en tu vida le has dado órdenes a la mañana,
o le has hecho saber a la aurora su lugar,
13  para que tomen la tierra por sus extremos
y sacudan de ella a los malvados?
14  La tierra adquiere forma, como arcilla bajo un sello;
resaltan sus rasgos como los de un vestido.
15  Los malvados son privados de su luz,
y es quebrantado su altanero brazo.

16  "¿Has viajado hasta las fuentes del océano,
o recorrido los rincones del abismo?
17  ¿Te han mostrado los umbrales de la muerte?
¿Has visto las puertas de la región tenebrosa?[3]
18  ¿Tienes idea de cuán ancha es la tierra?
Si de veras sabes todo esto, ¡dalo a conocer!

19  "¿Qué camino lleva a la morada de la luz?
¿En qué lugar se encuentran las tinieblas?
20  ¿Puedes acaso llevarlas a sus linderos?
¿Conoces el camino a sus moradas?
21  ¡Con toda seguridad lo sabes,
pues para entonces ya habrías nacido!
¡Son tantos los años que has vivido!

22  "¿Has llegado a visitar
los depósitos de nieve de granizo,
23  que guardo para tiempos azarosos,
cuando se libran guerras y batallas?
24  ¿Qué camino lleva adonde la luz se dispersa,
o adonde los vientos del este
se desatan sobre la tierra?
25  ¿Quién abre el canal para las lluvias torrenciales,
y le da paso a la tormenta,
26  para regar regiones despobladas,
desiertos donde nadie vive,
27  para saciar la sed del yermo desolado
y hacer que en él brote la hierba?
28  ¿Acaso la lluvia tiene padre?
¿Ha engendrado alguien las gotas de rocío?
29  ¿De qué vientre nace el hielo?
¿Quién da a luz la escarcha de los cielos?
30  ¡Las aguas se endurecen como rocas,
y la faz del mar profundo se congela!

31  "¿Acaso puedes atar los lazos de las Pléyades,
o desatar las cuerdas que sujetan al Orión?
32  ¿Puedes hacer que las constelaciones salgan[4] a tiempo?
¿Puedes guiar a la Osa Mayor y a la Menor?[5]
33  ¿Conoces las leyes que rigen los cielos?
¿Puedes establecer mi[6] dominio sobre la tierra?

34  "¿Puedes elevar tu voz hasta las nubes
para que te cubran aguas torrenciales?
35  ¿Eres tú quien señala el curso de los rayos?
¿Acaso te responden: Estamos a tus órdenes?
36  ¿Quién infundió sabiduría en el ibis,
o dio al gallo[7] entendimiento?
37  ¿Quién tiene sabiduría para contar las nubes?
¿Quién puede vaciar los cántaros del cielo
38  cuando el polvo se endurece
y los terrones se pegan entre sí?

39  "¿Cazas tú la presa para las leonas
y sacias el hambre de sus cachorros
40  cuando yacen escondidas en sus cuevas
o se tienden al acecho en sus guaridas?
41  ¿Eres tú quien alimenta a los cuervos
cuando sus crías claman a mí[8]
y andan sin rumbo y sin comida?

                         NOTAS:

1. 38:3 Prepárate a hacerme frente. Lit. Ciñe ahora, como hombre, tus lomos.
2. 38:7 ángeles. Lit. hijos de Dios.
3. 38:17 la región tenebrosa. Lit. la profunda sombra.
4. 38:32 las constelaciones salgan. Alt. la estrella de la mañana salga.
5. 38:32 a la Osa Mayor y a la Menor. Alt. a Leo y a sus cachorros.
6. 38:33 mi. Lit. su.
7. 38:36 ibis ... gallo. Palabras de difícil traducción.
8. 38:41 a mi. Lit. a Dios.

Job 39

1  "¿Sabes cuándo los íbices tienen sus crías?
¿Has visto el parto de las gacelas?
2  ¿Has contado los meses de su gestación?
¿Sabes cuándo dan a luz?
3  Al tener sus crías se encorvan,
y allí terminan sus dolores de parto.
4  Crecen sus crías, y en el bosque se hacen fuertes;
luego se van y ya no vuelven.

5  "¿Quién deja sueltos a los asnos salvajes?
¿Quién les desata las cuerdas?
6  Yo les di el páramo por morada,
el yermo por hábitat.
7  Se burlan del ajetreo de la ciudad;
no prestan atención a los gritos del arriero.
8  Recorren los cerros en busca de pastos,
en busca de verdes prados.

9  "¿Crees tú que el toro salvaje se prestará a servirte?
¿Pasará la noche en tus establos?
10  ¿Puedes mantenerlo en el surco con el arnés?
¿Irá en pos de ti labrando los valles?
11  ¿Pondrás tu confianza en su tremenda fuerza?
¿Echarás sobre sus lomos tu pesado trabajo?
12  ¿Puedes confiar en él para que acarree tu grano
y lo junte en el lugar donde lo trillas?

13  "El avestruz bate alegremente sus alas,
pero su plumaje no es como el de la cigüeña.[1]
14  Pone sus huevos en la tierra,
los deja empollar en la arena,
15  sin que le importe aplastarlos con sus patas,
o que las bestias salvajes los pisoteen.
16  Maltrata a sus polluelos como si no fueran suyos,
y no le importa haber trabajado en vano,
17  pues Dios no le dio sabiduría
ni le impartió su porción de buen juicio.
18  Pero cuando extiende sus alas y corre,
se ríe de jinetes y caballos.

19  "¿Le has dado al caballo su fuerza?
¿Has cubierto su cuello con largas crines?
20  ¿Eres tú quien lo hace saltar como langosta,
con su orgulloso resoplido que infunde terror?
21  Patalea con furia, regocijándose en su fuerza,
y se lanza al galope hacia la llanura.
22  Se burla del miedo; a nada le teme;
no rehuye hacerle frente a la espada.
23  En torno suyo silban las flechas,
brillan las lanzas y las jabalinas.
24  En frenética carrera devora las distancias;
al toque de trompeta no es posible refrenarlo.
25  En cuanto suena la trompeta, resopla desafiante;
percibe desde lejos el fragor[2] de la batalla,
los gritos de combate y las órdenes de ataque.

26  "¿Es tu sabiduría la que hace que el halcón vuele
y que hacia el sur extienda sus alas?
27  ¿Acaso por tus órdenes remonta el vuelo el águila
y construye su nido en las alturas?
28  Habita en los riscos; allí pasa la noche;
en escarpadas grietas tiene su baluarte.
29  Desde allí acecha la presa;
sus ojos la detectan desde lejos.
30  Sus polluelos se regodean en la sangre;
donde hay un cadáver, allí está el halcón."


                         NOTAS:

1. 39:13 su plumaje ... cigüeña. Frase de difícil traducción.
2. 39:25 el fragor. Lit. el olor.

Job 40

1  El Señor dijo también a Job:

2  "¿Corregirá al *Todopoderoso quien contra él contiende?
¡Que le responda a Dios quien se atreve a acusarlo!"

3  Entonces Job le respondió:

4  "¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno?
¡Me tapo la boca con la mano!
5  Hablé una vez, y no voy a responder;
hablé otra vez, y no voy a insistir."

6  El Señor le respondió a Job desde la tempestad. Le dijo:

7  "Prepárate a hacerme frente.
Yo te cuestionaré, y tú me responderás.

8  "¿Vas acaso a invalidar mi *justicia?
¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?
9  ¿Tienes acaso un brazo como el mío?
¿Puede tu voz tronar como la mía?
10  Si es así, cúbrete de gloria y esplendor;
revístete de honra y majestad.
11  Da rienda suelta a la furia de tu ira;
mira a los orgullosos, y humíllalos;
12  mira a los soberbios, y somételos;
aplasta a los malvados donde se hallen.
13  Entiérralos a todos en el polvo;
amortaja sus rostros en la fosa.
14  Yo, por mi parte, reconoceré
que en tu mano *derecha está la *salvación.

15  "Mira a Behemot,[1] criatura mía igual que tú,
que se alimenta de hierba, como los bueyes.
16  ¡Cuánta fuerza hay en sus lomos!
¡Su poder está en los músculos de su vientre!
17  Su rabo se mece como un cedro;
los tendones de sus muslos se entrelazan.
18  Sus huesos son como barras de bronce;
sus piernas parecen barrotes de hierro.
19  Entre mis obras ocupa el primer lugar,
sólo yo, su Hacedor, puedo acercármele con la espada.
20  Los montes le brindan sus frutos;
allí juguetean todos los animales salvajes.
21  Debajo de los lotos se tiende a descansar;
se oculta entre los juncos del pantano.
22  Los lotos le brindan su sombra;
los álamos junto al río lo envuelven.
23  Vacía un río entero sin apresurarse;
con toda calma se traga el Jordán.[2]
24  ¿Quién ante sus ojos se atreve a capturarlo?
¿Quién puede atraparlo y perforarle la nariz?

                         NOTAS:

1. 40:15 Behemot. Posiblemente se trata del hipopótamo o del elefante.
2. 40:23 Vacía un río ... el Jordán. Alt. No se alarma si brama el río; / vive tranquilo, aunque el Jordán le llegue al hocico.

Job 41

1  "¿Puedes pescar a *Leviatán con un anzuelo,
o atarle la lengua con una cuerda?
2  ¿Puedes ponerle un cordel en la nariz,
o perforarle la quijada con un gancho?
3  ¿Acaso amablemente va a pedirte
o suplicarte que le tengas compasión?
4  ¿Acaso va a comprometerse
a ser tu esclavo de por vida?
5  ¿Podrás jugar con él como juegas con los pájaros,
o atarlo para que tus niñas se entretengan?
6  ¿Podrán los mercaderes ofrecerlo como mercancía,[1]
o cortarlo en pedazos para venderlo?
7  ¿Puedes atravesarle la piel con lanzas,
o la cabeza con arpones?
8  Si llegas a ponerle la mano encima,
¡jamás te olvidarás de esa batalla,
y no querrás repetir la experiencia!
9  Vana es la pretensión de llegar a someterlo;
basta con verlo para desmayarse.[2]
10  No hay quien se atreva siquiera a provocarlo;
¿quién, pues, podría hacerle frente?
11  ¿Y quién tiene alguna cuenta que cobrarme?
¡Mío es todo cuanto hay bajo los cielos!

12  "No puedo dejar de mencionar sus extremidades,
su fuerza y su elegante apariencia.
13  ¿Quién puede despojarlo de su coraza?
¿Quién puede acercarse a él y ponerle un freno?
14  ¿Quién se atreve a abrir el abismo de sus fauces,
coronadas de terribles colmillos?
15  Tiene el lomo[3] recubierto de hileras de escudos,
todos ellos unidos en cerrado tejido;
16  tan juntos están uno al otro
que no dejan pasar ni el aire;
17  tan prendidos están uno del otro,
tan unidos entre sí, que no pueden separarse.
18  Resopla y lanza deslumbrantes relámpagos;
sus ojos se parecen a los rayos de la aurora.
19  Ascuas de fuego brotan de su hocico;
chispas de lumbre salen disparadas.
20  Lanza humo por la nariz,
como olla hirviendo sobre un fuego de juncos.
21  Con su aliento enciende los carbones,
y lanza fuego por la boca.
22  En su cuello radica su fuerza;
ante él, todo el mundo pierde el ánimo.
23  Los pliegues de su piel son un tejido apretado;
firmes son, e inconmovibles.
24  Duro es su pecho, como una roca;
sólido, cual piedra de molino.
25  Cuando se yergue, los poderosos tiemblan;
cuando se sacude, emprenden la huida.
26  La espada, aunque lo alcance, no lo hiere,
ni lo hieren tampoco los dardos,
ni las lanzas y las jabalinas.
27  Al hierro lo trata como a paja,
y al bronce como a madera podrida.
28  No lo hacen huir las flechas;
ve como paja las piedras de las hondas.
29  Los golpes del mazo apenas le hacen cosquillas;
se burla del silbido de la lanza.
30  Sus costados son dentados tiestos
que en el fango van dejando huellas de rastrillos.
31  Hace hervir las profundidades como un caldero;
agita los mares como un frasco de ungüento.
32  Una estela brillante va dejando tras de sí,
cual si fuera la blanca cabellera del abismo.
33  Es un monstruo que a nada teme;
nada hay en el mundo que se le parezca.
34  Mira con desdén a todos los poderosos;
¡él es rey de todos los soberbios!"


                         NOTAS:

1. 41:6 como mercancía. Alt. en un banquete.
2. 41:9 basta con ... para desmayarse. Alt. ¡hasta un dios se desmayó al verlo!
3. 41:15 lomo (véanse LXX y Vulgata); orgullo (TM).

Job 42


Respuesta de Job

1  Job respondió entonces al Señor. Le dijo:

2  "Yo sé bien que tú lo puedes todo,
que no es posible frustrar ninguno de tus planes.
3  ¿Quién es éste has preguntado,
que sin *conocimiento oscurece mi consejo?


Reconozco que he hablado de cosas
que no alcanzo a comprender,
de cosas demasiado maravillosas
que me son desconocidas.

4  "Ahora escúchame, que voy a hablar dijiste;[1]
yo te cuestionaré, y tú me responderás.
5  De oídas había oído hablar de ti,
pero ahora te veo con mis propios ojos.
6  Por tanto, me retracto de lo que he dicho,
y me arrepiento en polvo y ceniza."



Epílogo

7  Después de haberle dicho todo esto a Job, el Señor se dirigió a Elifaz de Temán y le dijo: "Estoy muy irritado contigo y con tus dos amigos porque, a diferencia de mi siervo Job, lo que ustedes han dicho de mí no es verdad. 8  Tomen ahora siete toros y siete carneros, y vayan con mi siervo Job y ofrezcan un *holocausto por ustedes mismos. Mi siervo Job orará por ustedes, y yo atenderé a su oración y no los haré quedar en vergüenza. Y conste que, a diferencia de mi siervo Job, lo que ustedes han dicho de mí no es verdad."
9  Elifaz de Temán, Bildad de Súah y Zofar de Namat fueron y cumplieron con lo que el Señor les había ordenado, y el Señor atendió a la oración de Job.
10  Después de haber orado Job por sus amigos, el Señor lo hizo prosperar de nuevo y le dio dos veces más de lo que antes tenía. 11  Todos sus hermanos y hermanas, y todos los que antes lo habían conocido, fueron a su casa y celebraron con él un banquete. Lo animaron y lo consolaron por todas las calamidades que el Señor le había enviado, y cada uno de ellos le dio una moneda de plata y un anillo de oro.
12  El Señor bendijo más los últimos años de Job que los primeros, pues llegó a tener catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil asnas. 13  Tuvo también catorce[2] hijos y tres hijas. 14  A la primera de ellas le puso por nombre Paloma, a la segunda la llamó Canela, y a la tercera, Linda. 15[3]  No había en todo el país mujeres tan bellas como las hijas de Job. Su padre les dejó una herencia, lo mismo que a sus hermanos.
16  Después de estos sucesos Job vivió ciento cuarenta años. Llegó a ver a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación. 17  Disfrutó de una larga vida y murió en plena ancianidad.
                         NOTAS:

1. 42:4 dijiste. Véase 38:3.
2. 42:13 catorce. Alt. siete.
3. 42:14 Linda. Lit. Frasquito de maquillaje.

Salmos 1


LIBRO I :Salmos 1-41

1
 *Dichoso el *hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en la senda de los pecadores
ni cultiva la amistad de los *blasfemos,
2  sino que en la *ley del Señor se deleita,
y día y noche medita en ella.
3  Es como el árbol
plantado a la orilla de un río
que, cuando llega su tiempo, da fruto
y sus hojas jamás se marchitan.
¡Todo cuanto hace prospera!

4  En cambio, los malvados
son como paja arrastrada por el viento.
5  Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio,
ni los pecadores en la asamblea de los justos.

6  Porque el Señor cuida el *camino de los justos,
mas la senda de los malos lleva a la perdición.

Salmos 2

1  ¿Por qué se sublevan las naciones,
y en vano conspiran los pueblos?
2  Los reyes de la tierra se rebelan;
los gobernantes se confabulan contra el Señor
y contra su *ungido.
3  Y dicen: "¡Hagamos pedazos sus cadenas!
¡Librémonos de su yugo!"

4  El rey de los cielos se ríe;
el Señor se burla de ellos.
5  En su enojo los reprende,
en su furor los intimida y dice:
6  "He establecido a mi rey
sobre *Sión, mi santo monte."

7  Yo proclamaré el decreto del Señor:
"Tú eres mi hijo", me ha dicho;
"hoy mismo te he engendrado.
8  Pídeme,
y como herencia te entregaré las naciones;
¡tuyos serán los confines de la tierra!
9  Las gobernarás con puño[1] de hierro;
las harás pedazos como a vasijas de barro."

10  Ustedes, los reyes, sean prudentes;
déjense enseñar, gobernantes de la tierra.
11  Sirvan al Señor con temor;
con temblor ríndanle alabanza.
12  Bésenle los pies,[2] no sea que se enoje
y sean ustedes destruidos en el camino,
pues su ira se inflama de repente.

¡*Dichosos los que en él buscan refugio!

                         NOTAS:

1. 2:9 puño. Lit. cetro.
2. 2:12 Bésenle los pies. Texto de difícil traducción.

Salmos 3


Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.

1  Muchos son, Señor, mis enemigos;
muchos son los que se me oponen,
2  y muchos los que de mí aseguran:
"Dios no lo salvará."
*Selah

3  Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo;
tú eres mi gloria;
¡tú mantienes en alto mi cabeza!
4  Clamo al Señor a voz en cuello,
y desde su monte santo él me responde.


Selah

5  Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar,
porque el Señor me sostiene.
6  No me asustan los numerosos escuadrones
que me acosan por doquier.

7  ¡Levántate, Señor!
¡Ponme a salvo, Dios mío!
¡Rómpeles la quijada a mis enemigos!
¡Rómpeles los dientes a los malvados!

8  Tuya es, Señor, la *salvación;
¡envía tu bendición sobre tu pueblo!


Selah

Salmos 4


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de David.

1  Responde a mi clamor,
Dios mío y defensor mío.
Dame alivio cuando esté angustiado,
apiádate de mí y escucha mi oración.

2  Y ustedes, señores,
¿hasta cuándo cambiarán mi gloria en vergüenza?
¿Hasta cuándo amarán ídolos vanos
e irán en pos de lo ilusorio?
*Selah

3  Sepan que el Señor honra al que le es fiel;
el Señor me escucha cuando lo llamo.

4  Si se enojan, no pequen;
en la quietud del descanso nocturno
examínense el *corazón.


Selah

5  Ofrezcan sacrificios de *justicia
y confíen en el Señor.

6  Muchos son los que dicen:
"¿Quién puede mostrarnos algún bien?"
¡Haz, Señor, que sobre nosotros
brille la luz de tu rostro!

7  Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,
alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.

8  En *paz me acuesto y me duermo,
porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado.

Salmos 5


Al director musical. Acompáñese con flautas. Salmo de David.

1  Atiende, Señor, a mis palabras;
toma en cuenta mis gemidos.
2  Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío,
porque a ti elevo mi plegaria.
3  Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor;
por la mañana te presento mis ruegos,
y quedo a la espera de tu respuesta.

4  Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo;
a tu lado no tienen cabida los malvados.
5  No hay lugar en tu presencia para los altivos,
pues aborreces a los malhechores.
6  Tú destruyes a los mentirosos
y aborreces a los tramposos y asesinos.

7  Pero yo, por tu gran amor
puedo entrar en tu casa;
puedo postrarme reverente
hacia tu santo templo.

8  Señor, por causa de mis enemigos,
dirígeme en tu *justicia;
empareja delante de mí tu senda.

9  En sus palabras no hay sinceridad;
en su interior sólo hay corrupción.
Su garganta es un sepulcro abierto;
con su lengua profieren engaños.

10  ¡Condénalos, oh Dios!
¡Que caigan por sus propias intrigas!
¡Recházalos por la multitud de sus crímenes,
porque se han rebelado contra ti!

11  Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio;
¡que canten siempre jubilosos!
Extiende tu protección, y que en ti se regocijen
todos los que aman tu *nombre.
12  Porque tú, Señor, bendices a los justos;
cual escudo los rodeas con tu buena voluntad.

Salmos 6


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Sobre la octava. Salmo de David.
[1]
1  No me reprendas, Señor, en tu ira;
no me castigues en tu furor.
2  Tenme compasión, Señor, porque desfallezco;
sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos.
3  Angustiada está mi *alma;
¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?

4  Vuélvete, Señor, y sálvame la vida;
por tu gran amor, ¡ponme a salvo!
5  En la muerte nadie te recuerda;
en el *sepulcro, ¿quién te alabará?

6  Cansado estoy de sollozar;
toda la noche inundo de lágrimas mi cama,
¡mi lecho empapo con mi llanto!
7  Desfallecen mis ojos por causa del dolor;
desfallecen por culpa de mis enemigos.

8  ¡Apártense de mí, todos los malhechores,
que el Señor ha escuchado mi llanto!
9  El Señor ha escuchado mis ruegos;
el Señor ha tomado en cuenta mi oración.
10  Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos;
¡su repentina vergüenza los hará retroceder!

                         NOTAS:

1. 6 Tít. Sobre la octava. Lit. Sobre *sheminit.

Salmos 7


*Sigaión de David, que elevó al Señor acerca de Cus el benjaminita.

1  ¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio!
¡Líbrame de todos mis perseguidores!
2  De lo contrario, me devorarán como leones;
me despedazarán, y no habrá quien me libre.

3  Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho?
¿qué mal he cometido?
4  Si le he hecho daño a mi amigo,
si he despojado sin razón al que me oprime,
5  entonces que mi enemigo me persiga y me alcance;
que me haga morder el polvo
y arrastre mi honra por los suelos.
*Selah

6  ¡Levántate, Señor, en tu ira;
enfréntate al furor de mis enemigos!
¡Despierta, oh Dios, e imparte *justicia!
7  Que en torno tuyo se reúnan los pueblos;
reina[1] sobre ellos desde lo alto.
8  ¡El Señor juzgará a los pueblos!

Júzgame, Señor, conforme a mi justicia;
págame conforme a mi inocencia.
9  Dios justo, que examinas mente y corazón,
acaba con la maldad de los malvados
y mantén firme al que es justo.

10  Mi escudo está en Dios,
que salva a los de *corazón recto.
11  Dios es un juez justo,
un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo.
12  Si el malvado no se arrepiente,
Dios afilará la espada y tensará el arco;
13  ya ha preparado sus mortíferas armas;
ya tiene listas sus llameantes saetas.

14  Miren al preñado de maldad:
Concibió iniquidad y parirá mentira.
15  Cavó una fosa y la ahondó,
y en esa misma fosa caerá.
16  Su iniquidad se volverá contra él;
su violencia recaerá sobre su cabeza.

17  ¡Alabaré al Señor por su justicia!
¡Al *nombre del Señor altísimo cantaré salmos!

                         NOTAS:

1. 7:7 reina (lectura probable); vuélvete (TM).

Salmos 8


Al director musical. Sígase la tonada de "La canción del lagar". Salmo de David.
[1]
1  Oh Señor, soberano nuestro,
¡qué imponente es tu *nombre en toda la tierra!
¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!

2  Por causa de tus adversarios
has hecho que brote la alabanza[2]
de labios de los pequeñitos y de los niños de pecho,
para silenciar al enemigo y al rebelde.

3  Cuando contemplo tus cielos,
obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste,
4  me pregunto:
"¿Qué es el *hombre, para que en él pienses?
¿Qué es el *ser humano[3] , para que lo tomes en cuenta?"
5  Pues lo hiciste poco menos que un dios,[4]
y lo coronaste de gloria y de honra:
6  lo entronizaste sobre la obra de tus manos,
todo lo sometiste a su dominio;
7  todas las ovejas, todos los bueyes,
todos los animales del campo,
8  las aves del cielo, los peces del mar,
y todo lo que surca los senderos del mar.

9  Oh Señor, soberano nuestro,
¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

                         NOTAS:

1. 8 Tít. Sígase ... lagar. Lit. Según la *gittith.
2. 8:2 has hecho que brote la alabanza. Lit. fundaste la fortaleza.
3. 8:4 ser humano. Lit. hijo de hombre.
4. 8:5 un dios. Alt. los ángeles o los seres celestiales.

Salmos 9

1[1] [2]

Al director musical. Sígase la tonada de "La muerte del hijo". Salmo de David.


Álef
 Quiero alabarte, Señor, con todo el *corazón,
y contar todas tus maravillas.
2 Quiero alegrarme y regocijarme en ti,
y cantar salmos a tu *nombre, oh *Altísimo.

3

Bet
 Mis enemigos retroceden;
tropiezan y perecen ante ti.
4 Porque tú me has hecho *justicia, me has vindicado;
tú, juez justo, ocupas tu trono.
5

Guímel
 Reprendiste a los *paganos, destruiste a los malvados;
¡para siempre borraste su memoria!
6 Desgracia sin fin cayó sobre el enemigo;
arrancaste de raíz sus ciudades,
y hasta su recuerdo se ha desvanecido.

7

He
 Pero el Señor reina por siempre;
para emitir juicio ha establecido su trono.
8 Juzgará al mundo con justicia;
gobernará a los pueblos con equidad.
9

Vav
 El Señor es refugio de los oprimidos;
es su baluarte en momentos de angustia.

10  En ti confían los que conocen tu nombre,
porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.

11

Zayin
 Canten salmos al Señor, el rey de *Sión;
proclamen sus proezas entre las naciones.
12  El vengador de los inocentes[3] se acuerda de ellos;
no pasa por alto el clamor de los afligidos.



Jet

13  Ten compasión de mí, Señor;
mira cómo me afligen los que me odian.
Sácame de las puertas de la muerte,
14  para que en las *puertas de Jerusalén[4]
proclame tus alabanzas y me regocije en tu *salvación.



Tet

15  Han caído los paganos
en la fosa que han cavado;
sus pies quedaron atrapados
en la red que ellos mismos escondieron.

16  Al Señor se le conoce porque imparte justicia;
el malvado cae en la trampa que él mismo tendió.
*Higaión. *Selah



Yod

17  Bajan al *sepulcro los malvados,
todos los paganos que de Dios se olvidan.


Caf

18  Pero no se olvidará para siempre al necesitado,
ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.

19  ¡Levántate, Señor!
No dejes que el *hombre prevalezca;
¡haz que las naciones comparezcan ante ti!
20  Infúndeles terror, Señor;
¡que los pueblos sepan que son simples *mortales!


Selah

                         NOTAS:

1. Sal 9 En el texto hebreo los salmos 9 y 10 son un solo poema (véase LXX), que forma un acróstico siguiendo el orden del alfabeto hebreo.
2. 9:12 vengador de los inocentes. Lit. vengador de sangres.
3.
4. 9:14 Jerusalén. Lit. la hija de Sión.

Salmos 10

1 Lámed ¿Por qué, Señor, te mantienes distante? ¿Por qué te escondes en momentos de angustia? 2  Con arrogancia persigue el malvado al indefenso,
pero se enredará en sus propias artimañas.
3  El malvado hace alarde de su propia codicia;
alaba al ambicioso y menosprecia al Señor.
4  El malvado levanta insolente la nariz,
y no da lugar a Dios en sus pensamientos.
5  Todas sus empresas son siempre exitosas;
tan altos y alejados de él están tus juicios
que se burla de todos sus enemigos.
6  Y se dice a sí mismo: "Nada me hará caer.
Siempre seré feliz. Nunca tendré problemas."


Pe

7  Llena está su boca de maldiciones,
de mentiras y amenazas;
bajo su lengua esconde maldad y violencia.
8  Se pone al acecho en las aldeas,
se esconde en espera de sus víctimas,
y asesina a mansalva al inocente.


Ayin

9  Cual león en su guarida se agazapa,
listo para atrapar al indefenso;
le cae encima y lo arrastra en su red.
10  Bajo el peso de su poder,
sus víctimas caen por tierra.
11  Se dice a sí mismo: "Dios se ha olvidado.
Se cubre el rostro. Nunca ve nada."



Qof

12  ¡Levántate, Señor!
¡Levanta, oh Dios, tu brazo!
¡No te olvides de los indefensos!
13  ¿Por qué te ha de menospreciar el malvado?
¿Por qué ha de pensar que no lo llamarás a cuentas?


Resh

14  Pero tú ves la opresión y la violencia,
las tomas en cuenta y te harás cargo de ellas.
Las víctimas confían en ti;
tú eres la ayuda de los huérfanos.


Shin

15  ¡Rómpeles el brazo al malvado y al impío!
¡Pídeles cuentas de su maldad,
y haz que desaparezcan por completo!

16  El Señor es rey eterno;
los *paganos serán borrados de su tierra.



Tav

17  Tú, Señor, escuchas la petición de los indefensos,
les infundes aliento y atiendes a su clamor.
18  Tú defiendes al huérfano y al oprimido,
para que el *hombre, hecho de tierra,
no siga ya sembrando el terror.

Salmos 11


Al director musical. Salmo de David.

1  En el Señor hallo refugio.
¿Cómo, pues, se atreven a decirme:
"Huye al monte, como las aves"?
2  Vean cómo tensan sus arcos los malvados:
preparan las flechas sobre la cuerda
para disparar desde las sombras
contra los rectos de *corazón.
3  Cuando los fundamentos son destruidos,
¿qué le queda al justo?

4  El Señor está en su santo templo,
en los cielos tiene el Señor su trono,
y atentamente observa al *ser humano;
con sus propios ojos lo examina.
5  El Señor examina a justos y a malvados,
y aborrece a los que aman la violencia.
6  Hará llover sobre los malvados
ardientes brasas y candente azufre;
¡un viento abrasador será su suerte!

7  Justo es el Señor, y ama la *justicia;
por eso los íntegros contemplarán su rostro.

Salmos 12


Al director musical. Sobre la octava. Salmo de David.
[1]
1  Sálvanos, Señor, que ya no hay *gente fiel;
ya no queda gente sincera en este mundo.
2  No hacen sino mentirse unos a otros;
sus labios lisonjeros hablan con doblez.

3  El Señor cortará todo labio lisonjero
y toda lengua jactanciosa
4  que dice: "Venceremos con la lengua;
en nuestros labios confiamos.
¿Quién puede dominarnos a nosotros?"

5  Dice el Señor: "Voy ahora a levantarme,
y pondré a salvo a los oprimidos,
pues al pobre se le oprime,
y el necesitado se queja."

6  Las palabras del Señor son puras,
son como la plata refinada,
siete veces purificada en el crisol.

7  Tú, Señor, nos protegerás;
tú siempre nos defenderás de esta gente,
8  aun cuando los malvados sigan merodeando,
y la maldad sea exaltada en este mundo.

                         NOTAS:

1. 12 Tít. Sobre la octava. Lit. Sobre *sheminit.

Salmos 13


Al director musical. Salmo de David.

1  ¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?
¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?
2  ¿Hasta cuándo he de estar angustiado
y he de sufrir cada día en mi *corazón?
¿Hasta cuándo el enemigo me seguirá dominando?

3  Señor y Dios mío,
mírame y respóndeme;
ilumina mis ojos.
Así no caeré en el sueño de la muerte;
4  así no dirá mi enemigo: "Lo he vencido";
así mi adversario no se alegrará de mi caída.

5  Pero yo confío en tu gran amor;
mi corazón se alegra en tu *salvación.
6  Canto salmos al Señor.
¡El Señor ha sido bueno conmigo!

Salmos 14


Al director musical. Salmo de David.

1  Dice el *necio en su *corazón:
"No hay Dios."
Están corrompidos, sus obras son detestables;
¡no hay uno solo que haga lo bueno!

2  Desde el cielo el Señor contempla a los *mortales,
para ver si hay alguien
que sea sensato y busque a Dios.
3  Pero todos se han descarriado,
a una se han corrompido.
No hay nadie que haga lo bueno;
¡no hay uno solo!

4  ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo,
los que devoran a mi pueblo como si fuera pan?
¡Jamás invocan al Señor!
5  Allí los tienen, sobrecogidos de miedo,
pero Dios está con los que son justos.

6  Ustedes frustran los planes de los pobres,
pero el Señor los protege.

7  ¡Quiera Dios que de *Sión
venga la *salvación de Israel!
Cuando el Señor restaure a su pueblo,[1]
¡Jacob se regocijará, Israel se alegrará!

                         NOTAS:

1. 14:7 restaure a su pueblo. Alt. haga que su pueblo vuelva del cautiverio.

Salmos 15


Salmo de David.

1  ¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario?
¿Quién puede vivir en tu santo monte?
2  Sólo el de conducta intachable,
que practica la *justicia
y de *corazón dice la verdad;
3  que no calumnia con la lengua,
que no le hace mal a su prójimo
ni le acarrea desgracias a su vecino;
4  que desprecia al que Dios reprueba,
pero honra al que teme al Señor;
que cumple lo prometido
aunque salga perjudicado;
5  que presta dinero sin ánimo de lucro,
y no acepta sobornos que afecten al inocente.

El que así actúa no caerá jamás.

Salmos 16


*Mictam de David.

1  Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.

2  Yo le he dicho al Señor: "Mi Señor eres tú.
Fuera de ti, no poseo bien alguno."
3  Poderosos son los sacerdotes *paganos del país,
según todos sus seguidores.[1]
4  Pero aumentarán los dolores
de los que corren tras ellos.
¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones,
ni con mis labios pronunciaré sus nombres!

5  Tú, Señor, eres mi porción y mi copa;
eres tú quien ha afirmado mi suerte.
6  Bellos lugares me han tocado en suerte;
¡preciosa herencia me ha correspondido!

7  Bendeciré al Señor, que me aconseja;
aun de noche me reprende mi conciencia.
8  Siempre tengo presente al Señor;
con él a mi derecha, nada me hará caer.

9  Por eso mi *corazón se alegra,
y se regocijan mis entrañas;[2]
todo mi ser se llena de confianza.
10  No dejarás que mi vida termine en el *sepulcro;
no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel.
11  Me has dado a conocer la senda de la vida;
me llenarás de alegría en tu presencia,
y de dicha eterna a tu derecha.

                         NOTAS:

1. 16:3 Poderosos ... sus seguidores. Alt. En cuanto a los santos que están en la tierra, son los gloriosos en quienes está toda mi delicia.
2. 16:9 mis entrañas. Lit. mi gloria.

Salmos 17


Oración de David.

1  Señor, oye mi justo ruego;
escucha mi clamor;
presta oído a mi oración,
pues no sale de labios engañosos.
2  Sé tú mi defensor,
pues tus ojos ven lo que es justo.

3  Tú escudriñas mi *corazón,
tú me examinas por las noches;
¡ponme, pues, a prueba,
que no hallarás en mí maldad alguna!

¡No pasarán por mis labios
4  palabras como las de otra *gente,
pues yo cumplo con tu palabra!


Del *camino de la violencia

5  he apartado mis pasos;
mis pies están firmes en tus sendas.

6  A ti clamo, oh Dios, porque tú me respondes;
inclina a mí tu oído, y escucha mi oración.
7  Tú, que salvas con tu diestra
a los que buscan escapar de sus adversarios,
dame una muestra de tu gran amor.
8  Cuídame como a la niña de tus ojos;
escóndeme, bajo la sombra de tus alas,
9  de los malvados que me atacan,
de los enemigos que me han cercado.
10  Han cerrado su insensible corazón,
y profieren insolencias con su boca.
11  Vigilan de cerca mis pasos,
prestos a derribarme.
12  Parecen leones ávidos de presa,
leones que yacen al acecho.

13  ¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos!
¡Derrótalos!
¡Con tu espada rescátame de los malvados!
14  ¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos *mortales
que no tienen más herencia que esta vida!

Con tus tesoros les has llenado el vientre,
sus hijos han tenido abundancia,
y hasta ha sobrado para sus descendientes.
15  Pero yo en *justicia contemplaré tu rostro;
me bastará con verte cuando despierte.

Salmos 18


Al director musical. De David, siervo del Señor. David dedicó al Señor la letra de esta canción cuando el Señor lo libró de Saúl y de todos sus enemigos. Dijo así:

1
 ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
2 El Señor es mi *roca, mi amparo, mi libertador;
es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva,[1]
¡mi más alto escondite!
3  Invoco al Señor, que es digno de alabanza,
y quedo a salvo de mis enemigos.

4  Los lazos de la muerte me envolvieron;
los torrentes destructores me abrumaron.
5  Me enredaron los lazos del *sepulcro,
y me encontré ante las trampas de la muerte.
6  En mi angustia invoqué al Señor;
clamé a mi Dios,
y él me escuchó desde su templo;
¡mi clamor llegó a sus oídos!

7  La tierra tembló, se estremeció;
se sacudieron los cimientos de los montes;
¡retemblaron a causa de su enojo!
8  Por la nariz echaba humo,
por la boca, fuego consumidor;
¡lanzaba carbones encendidos!

9  Rasgando el cielo, descendió,
pisando sobre oscuros nubarrones.
10  Montando sobre un *querubín, surcó los cielos
y se remontó sobre las alas del viento.
11  Hizo de las tinieblas su escondite,
de los oscuros y cargados nubarrones
un pabellón que lo rodeaba.
12  De su radiante presencia brotaron nubes,
granizos y carbones encendidos.

13  En el cielo, entre granizos y carbones encendidos,
se oyó el trueno del Señor,
resonó la voz del *Altísimo.
14  Lanzó sus flechas, sus grandes centellas;
dispersó a mis enemigos y los puso en fuga.
15  A causa de tu reprensión, oh Señor,
y por el resoplido de tu enojo,[2]
las cuencas del mar quedaron a la vista;
¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

16  Extendiendo su mano desde lo alto,
tomó la mía y me sacó del mar profundo.
17  Me libró de mi enemigo poderoso,
de aquellos que me odiaban
y eran más fuertes que yo.
18  En el día de mi desgracia me salieron al encuentro,
pero mi apoyo fue el Señor.
19  Me sacó a un amplio espacio;
me libró porque se agradó de mí.

20  El Señor me ha pagado conforme a mi *justicia;
me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos,
21  pues he andado en los *caminos del Señor;
no he cometido mal alguno
ni me he apartado de mi Dios.
22  Presentes tengo todas sus sentencias;
no me he alejado de sus decretos.
23  He sido íntegro con él
y me he abstenido de pecar.
24  El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia,
conforme a la limpieza de mis manos.

25  Tú eres fiel con quien es fiel,
e irreprochable con quien es irreprochable;
26  sincero eres con quien es sincero,
pero sagaz con el que es tramposo.
27  Tú das la *victoria a los humildes,
pero humillas a los altaneros.
28  Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida;
tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas.
29  Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército;
contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.

30  El camino de Dios es perfecto;
la palabra del Señor es intachable.
Escudo es Dios a los que en él se refugian.
31  ¿Quién es Dios, si no el Señor?
¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?
32  Es él quien me arma de valor
y endereza mi camino;
33  da a mis pies la ligereza del venado,
y me mantiene firme en las alturas;
34  adiestra mis manos para la batalla,
y mis brazos para tensar arcos de bronce.
35  Tú me cubres con el escudo de tu *salvación,
y con tu diestra me sostienes;
tu bondad me ha hecho prosperar.
36  Me has despejado el camino,
así que mis tobillos no flaquean.

37  Perseguí a mis enemigos, les di alcance,
y no retrocedí hasta verlos aniquilados.
38  Los aplasté. Ya no pudieron levantarse.
¡Cayeron debajo de mis pies!
39  Tú me armaste de valor para el combate;
bajo mi planta sometiste a los rebeldes.
40  Hiciste retroceder a mis enemigos,
y así exterminé a los que me odiaban.
41  Pedían ayuda; no hubo quien los salvara.
Al Señor clamaron,[3] pero no les respondió.
42  Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento.
¡Los pisoteé[4] como al lodo de las calles!

43  Me has librado de una turba amotinada;
me has puesto por encima de los *paganos;
me sirve *gente que yo no conocía.
44  Apenas me oyen, me obedecen;
son extranjeros, y me rinden homenaje.
45  ¡Esos extraños se descorazonan,
y temblando salen de sus refugios!
46  ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca!
¡Exaltado sea Dios mi Salvador!
47  Él es el Dios que me vindica,
el que pone los pueblos a mis pies.

48  Tú me libras del furor de mis enemigos,
me exaltas por encima de mis adversarios,
me salvas de los hombres violentos.
49  Por eso, Señor, te alabo entre las naciones
y canto salmos a tu *nombre.

50  El Señor da grandes victorias a su rey;
a su *ungido David y a sus descendientes
les muestra por siempre su gran amor.

                         NOTAS:

1. 18:2 el poder que me salva. Lit. el cuerno de mi salvación.
2. 18:15 por ... tu enojo. Lit. por el soplo del aliento de tu nariz.
3. 18:41 Al Señor clamaron (versiones antiguas); TM no incluye clamaron.
4. 18:42 Los pisoteé (LXX, Siríaca, Targum, mss. y 2S 22:43); Los vacié (TM).

Salmos 19


Al director musical. Salmo de David.

1  Los cielos cuentan la gloria de Dios,
el firmamento proclama la obra de sus manos.
2  Un día comparte al otro la noticia,
una noche a la otra se lo hace saber.
3  Sin palabras, sin lenguaje,
sin una voz perceptible,
4  por toda la tierra resuena su eco,
¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!



Dios ha plantado en los cielos
un pabellón para el sol.
5  Y éste, como novio que sale de la cámara nupcial,
se apresta, cual atleta, a recorrer el camino.
6  Sale de un extremo de los cielos
y, en su recorrido, llega al otro extremo,
sin que nada se libre de su calor.

7  La *ley del Señor es perfecta:
infunde nuevo *aliento.
El mandato del Señor es digno de confianza:
da sabiduría al *sencillo.
8  Los preceptos del Señor son rectos:
traen alegría al *corazón.
El mandamiento del Señor es claro:
da luz a los ojos.
9  El temor del Señor es puro:
permanece para siempre.
Las sentencias del Señor son verdaderas:
todas ellas son justas.
10  Son más deseables que el oro,
más que mucho oro refinado;
son más dulces que la miel,
la miel que destila del panal.
11  Por ellas queda advertido tu siervo;
quien las obedece recibe una gran recompensa.

12  ¿Quién está consciente de sus propios errores?
¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!
13  Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas;
no permitas que tales pecados me dominen.


Así estaré libre de culpa
y de multiplicar mis pecados.

14  Sean, pues, aceptables ante ti
mis palabras y mis pensamientos,
oh Señor, *roca mía y redentor mío.

Salmos 20


Al director musical. Salmo de David.

1  Que el Señor te responda cuando estés angustiado;
que el *nombre del Dios de Jacob te proteja.
2  Que te envíe ayuda desde el santuario;
que desde *Sión te dé su apoyo.
3  Que se acuerde de todas tus ofrendas;
que acepte tus *holocaustos.
*Selah

4  Que te conceda lo que tu *corazón desea;
que haga que se cumplan todos tus planes.
5  Nosotros celebraremos tu *victoria,
y en el nombre de nuestro Dios
desplegaremos las banderas.
¡Que el Señor cumpla todas tus peticiones!

6  Ahora sé que el Señor salvará a su *ungido,
que le responderá desde su santo cielo
y con su poder le dará grandes victorias.
7  Éstos confían en sus carros de guerra,
aquéllos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre
del Señor nuestro Dios.
8  Ellos son vencidos y caen,
pero nosotros nos erguimos y de pie permanecemos.

9  ¡Concede, Señor, la victoria al rey!
¡Respóndenos cuando te llamemos!

Salmos 21


Al director musical. Salmo de David.

1  En tu fuerza, Señor,
se regocija el rey;
¡cuánto se alegra en tus *victorias!
2  Le has concedido lo que su *corazón desea;
no le has negado lo que sus labios piden.
*Selah
3  Has salido a su encuentro con ricas bendiciones;
lo has coronado con diadema de oro fino.
4  Te pidió vida, se la concediste:
una vida larga y duradera.
5  Por tus victorias se acrecentó su gloria;
lo revestiste de honor y majestad.
6  Has hecho de él manantial de bendiciones;
tu presencia lo ha llenado de alegría.

7  El rey confía en el Señor,
en el gran amor del *Altísimo;
por eso jamás caerá.

8  Tu mano alcanzará a todos tus enemigos;
tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.
9  Cuando tú, Señor, te manifiestes,
los convertirás en un horno encendido.

En su ira los devorará el Señor;
¡un fuego los consumirá!
10  Borrarás de la tierra a su simiente;
de entre los *mortales, a su posteridad.
11  Aunque tramen hacerte daño
y maquinen perversidades,
¡no se saldrán con la suya!
12  Porque tú los harás retroceder
cuando tenses tu arco contra ellos.

13  Enaltécete, Señor, con tu poder,
y con salmos celebraremos tus proezas.

Salmos 22


Al director musical. Sígase la tonada de "La cierva de la aurora". Salmo de David.

1  Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
Lejos estás para salvarme,
lejos de mis palabras de lamento.
2  Dios mío, clamo de día y no me respondes;
clamo de noche y no hallo reposo.

3  Pero tú eres santo, tú eres rey,
¡tú eres la alabanza de Israel!
4  En ti confiaron nuestros padres;
confiaron, y tú los libraste;
5  a ti clamaron, y tú los salvaste;
se apoyaron en ti, y no los defraudaste.

6  Pero yo, gusano soy y no *hombre;
la *gente se burla de mí,
el pueblo me desprecia.
7  Cuantos me ven, se ríen de mí;
lanzan insultos, meneando la cabeza:
8  "Éste confía en el Señor,
¡pues que el Señor lo ponga a salvo!
Ya que en él se deleita,
¡que sea él quien lo libre!"

9  Pero tú me sacaste del vientre materno;
me hiciste reposar confiado
en el regazo de mi madre.
10  Fui puesto a tu cuidado
desde antes de nacer;
desde el vientre de mi madre
mi Dios eres tú.
11  No te alejes de mí,
porque la angustia está cerca
y no hay nadie que me ayude.

12  Muchos toros me rodean;
fuertes toros de Basán me cercan.
13  Contra mí abren sus fauces
leones que rugen y desgarran a su presa.
14  Como agua he sido derramado;
dislocados están todos mis huesos.
Mi *corazón se ha vuelto como cera,
y se derrite en mis entrañas.
15  Se ha secado mi vigor como una teja;
la lengua se me pega al paladar.
¡Me has hundido en el polvo de la muerte!
16  Como perros de presa, me han rodeado;
me ha cercado una banda de malvados;
me han traspasado[1] las manos y los pies.
17  Puedo contar todos mis huesos;
con satisfacción perversa
la gente se detiene a mirarme.
18  Se reparten entre ellos mis vestidos
y sobre mi ropa echan suertes.

19  Pero tú, Señor, no te alejes;
fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.
20  Libra mi vida de la espada,
mi preciosa vida del poder de esos perros.
21  Rescátame de la boca de los leones;
sálvame de[2] los cuernos de los toros.

22  Proclamaré tu *nombre a mis hermanos;
en medio de la congregación te alabaré.
23  ¡Alaben al Señor los que le temen!
¡Hónrenlo, descendientes de Jacob!
¡Venérenlo, descendientes de Israel!
24  Porque él no desprecia ni tiene en poco
el sufrimiento del pobre;
no esconde de él su rostro,
sino que lo escucha cuando a él clama.

25  Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea;
ante los que te temen cumpliré mis promesas.
26  Comerán los pobres y se saciarán;
alabarán al Señor quienes lo buscan;
¡que su corazón viva para siempre!
27  Se acordarán del Señor y se volverán a él
todos los confines de la tierra;
ante él se postrarán
todas las familias de las naciones,
28  porque del Señor es el reino;
él gobierna sobre las naciones.

29  Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra;
ante él se postrarán todos los que bajan al polvo,
los que no pueden conservar su vida.
30  La posteridad le servirá;
del Señor se hablará a las generaciones futuras.
31  A un pueblo que aún no ha nacido
se le dirá que Dios hizo *justicia.

                         NOTAS:

1. 22:16 me han traspasado (LXX, Siríaca y algunos mss. hebreos); como el león (TM).
2. 22:21 sálvame de (lectura probable); me respondiste desde (TM).

Salmos 23


Salmo de David.

1  El Señor es mi *pastor, nada me falta;
2  en verdes pastos me hace descansar.
Junto a tranquilas aguas me conduce;
3  me infunde nuevas *fuerzas.


Me guía por sendas de *justicia
por amor a su *nombre.

4  Aun si voy por valles tenebrosos,
no temo peligro alguno
porque tú estás a mi lado;
tu vara de pastor me reconforta.

5  Dispones ante mí un banquete
en presencia de mis enemigos.
Has ungido con perfume mi cabeza;
has llenado mi copa a rebosar.

6  La bondad y el amor me seguirán
todos los días de mi vida;
y en la casa del Señor
habitaré para siempre.

Salmos 24


Salmo de David.

1  Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella,
el mundo y cuantos lo habitan;
2  porque él la afirmó sobre los mares,
la estableció sobre los ríos.

3  ¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su lugar santo?
4  Sólo el de manos limpias y *corazón puro,
el que no adora ídolos vanos
ni jura por dioses falsos.[1]

5  Quien es así recibe bendiciones del Señor;
Dios su Salvador le hará *justicia.
6  Tal es la generación de los que a ti acuden,
de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.[2]
*Selah

7  Eleven, *puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.

8  ¿Quién es este Rey de la gloria?
El Señor, el fuerte y valiente,
el Señor, el valiente guerrero.

9  Eleven, puertas, sus dinteles;
levántense, puertas antiguas,
que va a entrar el Rey de la gloria.

10  ¿Quién es este Rey de la gloria?
Es el Señor *Todopoderoso;
¡él es el Rey de la gloria!


Selah

                         NOTAS:

1. 24:4 por dioses falsos. Alt. con falsedad.
2. 24:6 Dios de Jacob (LXX, Siríaca, Targum y dos mss. hebreos); TM no incluye Dios de.

Salmos 25

1[1] 2

Salmo de David.


>Álef
 A ti, Señor, elevo mi *alma;


Bet
 mi Dios, en ti confío;
no permitas que sea yo humillado,
no dejes que mis enemigos se burlen de mí.
3

Guímel
 Quien en ti pone su esperanza
jamás será avergonzado;
pero quedarán en vergüenza
los que traicionan sin razón.

4

Dálet
 Señor, hazme conocer tus *caminos;
muéstrame tus sendas.
5

He
 Encamíname en tu verdad, ¡enséñame!
Tú eres mi Dios y Salvador;
6

Vav
¡en ti pongo mi esperanza todo el día!


Zayin
 Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor,
que siempre me has mostrado;
7

Jet
 olvida los pecados y transgresiones
que cometí en mi juventud.
Acuérdate de mí según tu gran amor,
porque tú, Señor, eres bueno.

8

Tet
 Bueno y justo es el Señor;
por eso les muestra a los pecadores el camino.
9

Yod
 Él dirige en la *justicia a los humildes,
y les enseña su camino.
10

Caf
 Todas las sendas del Señor son amor y verdad
para quienes cumplen los preceptos de su *pacto.
11

Lámed
 Por amor a tu *nombre, Señor,
perdona mi gran iniquidad.


Mem

12  ¿Quién es el *hombre que teme al Señor?
Será instruido en el mejor de los caminos.


Nun

13  Tendrá una vida placentera,
y sus descendientes heredarán la tierra.


Sámej

14  El Señor brinda su amistad a quienes le honran,
y les da a conocer su pacto.


Ayin

15  Mis ojos están puestos siempre en el Señor,
pues sólo él puede sacarme de la trampa.



Pe

16  Vuelve a mí tu rostro y tenme compasión,
pues me encuentro solo y afligido.


Tsade

17  Crecen las angustias de mi *corazón;
líbrame de mis tribulaciones.
18  Fíjate en mi aflicción y en mis penurias,
y borra todos mis pecados.


Resh

19  ¡Mira cómo se han multiplicado mis enemigos,
y cuán violento es el odio que me tienen!


Shin

20  Protege mi vida, rescátame;
no permitas que sea avergonzado,
porque en ti busco refugio.


Tav

21  Sean mi protección la integridad y la rectitud,
porque en ti he puesto mi esperanza.

22  ¡Libra, oh Dios, a Israel
de todas sus angustias!

                         NOTAS:

1. Sal 25 Este salmo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.

Salmos 26


Salmo de David.

1  Hazme *justicia, Señor,
pues he llevado una vida intachable;
¡en el Señor confío sin titubear!
2  Examíname, Señor; ¡ponme a prueba!
purifica mis entrañas y mi *corazón.

3  Tu gran amor lo tengo presente,
y siempre ando en tu verdad.
4  Yo no convivo con los mentirosos,
ni me junto con los hipócritas;
5  aborrezco la compañía de los malvados;
no cultivo la amistad de los perversos.

6  Con manos limpias e inocentes
camino, Señor, en torno a tu altar,
7  proclamando en voz alta tu alabanza
y contando todas tus maravillas.
8  Señor, yo amo la casa donde vives,
el lugar donde reside tu gloria.

9  En la muerte, no me incluyas
entre pecadores y asesinos,
10  entre *gente que tiene las manos
llenas de artimañas y sobornos.
11  Yo, en cambio, llevo una vida intachable;
líbrame y compadécete de mí.

12  Tengo los pies en terreno firme,
y en la gran asamblea bendeciré al Señor.

Salmos 27


Salmo de David.

1  El Señor es mi luz y mi *salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida;
¿quién podrá amedrentarme?
2  Cuando los malvados avanzan contra mí
para devorar mis carnes,
cuando mis enemigos y adversarios me atacan,
son ellos los que tropiezan y caen.
3  Aun cuando un ejército me asedie,
no temerá mi *corazón;
aun cuando una guerra estalle contra mí,
yo mantendré la confianza.

4  Una sola cosa le pido al Señor,
y es lo único que persigo:
habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del Señor
y recrearme en su templo.
5  Porque en el día de la aflicción
él me resguardará en su morada;
al amparo de su tabernáculo me protegerá,
y me pondrá en alto, sobre una roca.
6  Me hará prevalecer
frente a los enemigos que me rodean;
en su templo ofreceré sacrificios de alabanza
y cantaré salmos al Señor.

7  Oye, Señor, mi voz cuando a ti clamo;
compadécete de mí y respóndeme.
8  El corazón me dice: "¡Busca su rostro!"[1]
Y yo, Señor, tu rostro busco.
9  No te escondas de mí;
no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo,
porque tú has sido mi ayuda.
No me desampares ni me abandones,
Dios de mi salvación.

10  Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá en sus brazos.

11  Guíame, Señor, por tu *camino;
dirígeme por la senda de rectitud,
por causa de los que me acechan.
12  No me entregues al capricho de mis adversarios,
pues contra mí se levantan falsos testigos
que respiran violencia.

13  Pero de una cosa estoy seguro:
he de ver la bondad del Señor
en esta tierra de los vivientes.

14  Pon tu esperanza en el Señor;
ten valor, cobra ánimo;
¡pon tu esperanza en el Señor!

                         NOTAS:

1. 27:8 El corazón ... su rostro!" (lectura probable); A ti dice mi corazón: "Busquen mi rostro" (TM).

Salmos 28


Salmo de David.

1  A ti clamo, Señor, *roca mía;
no te desentiendas de mí,
porque si guardas silencio,
ya puedo contarme entre los muertos.
2  Oye mi voz suplicante
cuando a ti acudo en busca de ayuda,
cuando tiendo los brazos hacia tu lugar santísimo.
3  No me arrastres con los malvados,
con los que hacen iniquidad,
con los que hablan de *paz con su prójimo
pero en su *corazón albergan maldad.
4  Págales conforme a sus obras,
conforme a sus malas acciones.
Págales conforme a las obras de sus manos;
¡dales su merecido!
5  Ya que no toman en cuenta las obras del Señor
y lo que él ha hecho con sus manos,
él los derribará
y nunca más volverá a levantarlos.

6  Bendito sea el Señor,
que ha oído mi voz suplicante.
7  El Señor es mi fuerza y mi escudo;
mi corazón en él confía;
de él recibo ayuda.
Mi corazón salta de alegría,
y con cánticos le daré gracias.

8  El Señor es la fortaleza de su pueblo,
y un baluarte de *salvación para su *ungido.
9  Salva a tu pueblo, bendice a tu heredad,
y cual *pastor guíalos por siempre.

Salmos 29


Salmo de David.

1  Tributen al Señor, seres celestiales,[1]
tributen al Señor la gloria y el poder.
2  Tributen al Señor la gloria que merece su *nombre;
póstrense ante el Señor en su santuario majestuoso.

3  La voz del Señor está sobre las aguas;
resuena el trueno del Dios de la gloria;
el Señor está sobre las aguas impetuosas.
4  La voz del Señor resuena potente;
la voz del Señor resuena majestuosa.
5  La voz del Señor desgaja los cedros,
desgaja el Señor los cedros del Líbano;
6  hace que el Líbano salte como becerro,
y que el Hermón[2] salte cual toro salvaje.
7  La voz del Señor lanza ráfagas de fuego;
8  la voz del Señor sacude al desierto;
el Señor sacude al desierto de Cades.
9  La voz del Señor retuerce los robles[3]
y deja desnudos los bosques;
en su templo todos gritan: "¡Gloria!"

10  El Señor tiene su trono sobre las lluvias;
el Señor reina por siempre.
11  El Señor fortalece a su pueblo;
el Señor bendice a su pueblo con la *paz.

                         NOTAS:

1. 29:1 seres celestiales. Lit. hijos de los dioses.
2. 29:6 Hermón (lectura probable); Sirión (TM).
3. 29:9 retuerce los robles. Alt. hace parir a la cierva.

Salmos 30


Cántico para la dedicación de la casa. Salmo de David.
[1]
1  Te exaltaré, Señor, porque me levantaste,
porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí.
2  Señor mi Dios, te pedí ayuda
y me sanaste.
3  Tú, Señor, me sacaste del *sepulcro;
me hiciste revivir de entre los muertos.

4  Canten al Señor, ustedes sus fieles;
alaben su santo *nombre.
5  Porque sólo un instante dura su enojo,
pero toda una vida su bondad.
Si por la noche hay llanto,
por la mañana habrá gritos de alegría.

6  Cuando me sentí seguro, exclamé:
"Jamás seré conmovido."
7  Tú, Señor, en tu buena voluntad,
me afirmaste en elevado baluarte;
pero escondiste tu rostro,
y yo quedé confundido.

8  A ti clamo, Señor soberano;
a ti me vuelvo suplicante.
9  ¿Qué ganas tú con que yo muera,[2]
con que descienda yo al sepulcro?
¿Acaso el polvo te alabará
o proclamará tu verdad?
10  Oye, Señor; compadécete de mí.
¡Sé tú, Señor, mi ayuda!

11  Convertiste mi lamento en danza;
me quitaste la ropa de luto
y me vestiste de fiesta,
12  para que te cante y te glorifique,
y no me quede callado.

¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!

                         NOTAS:

1. 30 Tít. casa. Alt. palacio, o templo.
2. 30:9 con que yo muera. Lit. con mi sangre.

Salmos 31


Al director musical. Salmo de David.

1  En ti, Señor, busco refugio;
jamás permitas que me avergüencen;
en tu *justicia, líbrame.
2  Inclina a mí tu oído,
y acude pronto a socorrerme.
Sé tú mi *roca protectora,
la fortaleza de mi *salvación.
3  Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza,
dirígeme por amor a tu *nombre.
4  Líbrame de la trampa que me han tendido,
porque tú eres mi refugio.
5  En tus manos encomiendo mi espíritu;
líbrame, Señor, Dios de la verdad.

6  Odio a los que veneran ídolos vanos;
yo, por mi parte, confío en ti, Señor.
7  Me alegro y me regocijo en tu amor,
porque tú has visto mi aflicción
y conoces las angustias de mi *alma.
8  No me entregaste al enemigo,
sino que me pusiste en lugar espacioso.

9  Tenme compasión, Señor, que estoy angustiado;
el dolor está acabando con mis ojos,
con mi alma, ¡con mi cuerpo!
10  La vida se me va en angustias,
y los años en lamentos;
la tristeza está acabando con mis fuerzas,
y mis huesos se van debilitando.
11  Por causa de todos mis enemigos,
soy el hazmerreír de mis vecinos;
soy un espanto para mis amigos;
de mí huyen los que me encuentran en la calle.
12  Me han olvidado, como si hubiera muerto;
soy como una vasija hecha pedazos.
13  Son muchos a los que oigo cuchichear:
"Hay terror por todas partes."
Se han confabulado contra mí,
y traman quitarme la vida.

14  Pero yo, Señor, en ti confío,
y digo: "Tú eres mi Dios."
15  Mi vida entera está en tus manos;
líbrame de mis enemigos y perseguidores.
16  Que irradie tu faz sobre tu siervo;
por tu gran amor, sálvame.

17  Señor, no permitas que me avergüencen,
porque a ti he clamado.
Que sean avergonzados los malvados,
y acallados en el *sepulcro.
18  Que sean silenciados sus labios mentirosos,
porque hablan contra los justos
con orgullo, desdén e insolencia.

19  Cuán grande es tu bondad,
que atesoras para los que te temen,
y que a la vista de la *gente derramas
sobre los que en ti se refugian.
20  Al amparo de tu presencia los proteges
de las intrigas *humanas;
en tu morada los resguardas
de las lenguas contenciosas.

21  Bendito sea el Señor,
pues mostró su gran amor por mí
cuando me hallaba en una ciudad sitiada.
22  En mi confusión llegué a decir:
"¡He sido arrojado de tu presencia!"


Pero tú oíste mi voz suplicante
cuando te pedí que me ayudaras.

23  Amen al Señor, todos sus fieles;
él protege a los dignos de confianza,
pero a los orgullosos les da su merecido.
24  Cobren ánimo y ármense de valor,
todos los que en el Señor esperan.

Salmos 32


Salmo de David. *Masquil.

1  *Dichoso aquel
a quien se le perdonan sus transgresiones,
a quien se le borran sus pecados.
2  Dichoso aquel
a quien el Señor no toma en cuenta su maldad
y en cuyo espíritu no hay engaño.
3  Mientras guardé silencio,
mis huesos se fueron consumiendo
por mi gemir de todo el día.
4  Mi fuerza se fue debilitando
como al calor del verano,
porque día y noche
tu mano pesaba sobre mí.
*Selah

5  Pero te confesé mi pecado,
y no te oculté mi maldad.
Me dije: "Voy a confesar mis transgresiones al Señor",
y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.


Selah

6  Por eso los fieles te invocan
en momentos de angustia;[1]
caudalosas aguas podrán desbordarse,
pero a ellos no los alcanzarán.
7  Tú eres mi refugio;
tú me protegerás del peligro
y me rodearás con cánticos de liberación.


Selah

8  El Señor dice:
"Yo te instruiré,
yo te mostraré el *camino que debes seguir;
yo te daré consejos y velaré por ti.
9  No seas como el mulo o el caballo,
que no tienen discernimiento,
y cuyo brío hay que domar con brida y freno,
para acercarlos a ti."

10  Muchas son las calamidades de los malvados,
pero el gran amor del Señor
envuelve a los que en él confían.

11  ¡Alégrense, ustedes los justos;
regocíjense en el Señor!
¡canten todos ustedes,
los rectos de *corazón!

                         NOTAS:

1. 32:6 de angustia (LXX y Siríaca); de encontrar solamente (TM).

Salmos 33

1Canten al Señor con alegría, ustedes los justos;
es propio de los íntegros alabar al Señor.
2  Alaben al Señor al son del arpa;
entonen alabanzas con el decacordio.
3  Cántenle una canción nueva;
toquen con destreza,
y den voces de alegría.

4  La palabra del Señor es justa;
fieles son todas sus obras.
5  El Señor ama la *justicia y el derecho;
llena está la tierra de su amor.

6  Por la palabra del Señor fueron creados los cielos,
y por el soplo de su boca, las estrellas.
7  Él recoge en un cántaro el agua de los mares,
y junta en vasijas los océanos.
8  Tema toda la tierra al Señor;
hónrenlo todos los pueblos del mundo;
9  porque él habló, y todo fue creado;
dio una orden, y todo quedó firme.
10  El Señor frustra los planes de las naciones;
desbarata los designios de los pueblos.
11  Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre;
los designios de su *mente son eternos.

12  Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que escogió por su heredad.
13  El Señor observa desde el cielo
y ve a toda la *humanidad;
14  él contempla desde su trono
a todos los habitantes de la tierra.
15  Él es quien formó el *corazón de todos,
y quien conoce a fondo todas sus acciones.
16  No se salva el rey por sus muchos soldados,
ni por su mucha fuerza se libra el valiente.
17  Vana esperanza de *victoria es el caballo;
a pesar de su mucha fuerza no puede salvar.
18  Pero el Señor cuida de los que le temen,
de los que esperan en su gran amor;
19  él los libra de la muerte,
y en épocas de hambre los mantiene con vida.

20  Esperamos confiados en el Señor;
él es nuestro socorro y nuestro escudo.
21  En él se regocija nuestro corazón,
porque confiamos en su santo *nombre.
22  Que tu gran amor, Señor, nos acompañe,
tal como lo esperamos de ti.

Salmos 34

1

Salmo de David, cuando fingió estar demente ante Abimélec, por lo cual éste lo arrojó de su presencia.
[1] 2

Álef
Bendeciré al Señor en todo tiempo;
mis labios siempre lo alabarán.


Bet
 Mi *alma se gloría en el Señor;
lo oirán los humildes y se alegrarán.
3

Guímel
 Engrandezcan al Señor conmigo;
exaltemos a una su *nombre.

4

Dálet
 Busqué al Señor, y él me respondió;
me libró de todos mis temores.
5

He
 Radiantes están los que a él acuden;
jamás su rostro se cubre de vergüenza.
6

Zayin
 Este pobre clamó, y el Señor le oyó
y lo libró de todas sus angustias.
7

Jet
 El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen;
a su lado está para librarlos.

8

Tet
 Prueben y vean que el Señor es bueno;
*dichosos los que en él se refugian.
9

Yod
 Teman al Señor, ustedes sus santos,
pues nada les falta a los que le temen.
10

Caf
 Los leoncillos se debilitan y tienen hambre,
pero a los que buscan al Señor nada les falta.

11

Lámed
 Vengan, hijos míos, y escúchenme,
que voy a enseñarles el temor del Señor.
12

Mem
 El que quiera amar la vida
y gozar de días felices,
13

Nun
 que refrene su lengua de hablar el mal
y sus labios de proferir engaños;
14

Sámej
 que se aparte del mal y haga el bien;
que busque la *paz y la siga.

15

Ayin
 Los ojos del Señor están sobre los justos,
y sus oídos, atentos a sus oraciones;
16

Pe
 el rostro del Señor está contra los que hacen el mal,
para borrar de la tierra su memoria.

17

Tsade
 Los justos claman, y el Señor los oye;
los libra de todas sus angustias.
18

Qof
 El Señor está cerca de los quebrantados de corazón,
y salva a los de espíritu abatido.

19

Resh
 Muchas son las angustias del justo,
pero el Señor lo librará de todas ellas;
20

Shin
 le protegerá todos los huesos,
y ni uno solo le quebrarán.

21

Tav
 La maldad destruye a los malvados;
serán condenados los enemigos de los justos.
22 El Señor libra a sus siervos;
no serán condenados los que en él confían.

                         NOTAS:

1. Sal 34 Este salmo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.

Salmos 35

1

Salmo de David.
 Defiéndeme, Señor, de los que me atacan;
combate a los que me combaten.
2  Toma tu adarga, tu escudo,
y acude en mi ayuda.
3  Empuña la lanza y el hacha,
y haz frente a[1] los que me persiguen.
Quiero oírte decir:
"Yo soy tu *salvación."

4  Queden confundidos y avergonzados
los que procuran matarme;
retrocedan humillados
los que traman mi ruina.
5  Sean como la paja en el viento,
acosados por el ángel del Señor;
6  sea su senda oscura y resbalosa,
perseguidos por el ángel del Señor.
7  Ya que sin motivo me tendieron una trampa,
y sin motivo cavaron una fosa para mí,
8  que la ruina los tome por sorpresa;
que caigan en su propia trampa,
en la fosa que ellos mismos cavaron.

9  Así mi *alma se alegrará en el Señor
y se deleitará en su salvación;
10  así todo mi ser exclamará:
"¿Quién como tú, Señor?
Tú libras de los poderosos a los pobres;
a los pobres y necesitados libras
de aquellos que los explotan."

11  Se presentan testigos despiadados
y me preguntan cosas que yo ignoro.
12  Me devuelven mal por bien,
y eso me hiere en el alma;
13  pues cuando ellos enfermaban
yo me vestía de luto,
me afligía y ayunaba.

¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones!

14  Me vestía yo de luto,
como por un amigo o un hermano.
Afligido, inclinaba la cabeza,
como si llorara por mi madre.
15  Pero yo tropecé, y ellos se alegraron,
y a una se juntaron contra mí.
Gente extraña,[2] que yo no conocía,
me calumniaba sin cesar.
16  Me atormentaban, se burlaban de mí,[3]
y contra mí rechinaban los dientes.

17  ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tolerar esto?
Libra mi vida, mi única vida,
de los ataques de esos leones.
18  Yo te daré gracias en la gran asamblea;
ante una multitud te alabaré.

19  No dejes que de mí se burlen
mis enemigos traicioneros;
no dejes que se guiñen el ojo
los que me odian sin motivo.
20  Porque no vienen en son de *paz,
sino que urden mentiras
contra la gente apacible del país.
21  De mí se ríen a carcajadas, y exclaman:
"¡Miren en lo que vino a parar!"

22  Señor, tú has visto todo esto;
no te quedes callado.
¡Señor, no te alejes de mí!
23  ¡Despierta, Dios mío, levántate!
¡Hazme *justicia, Señor, defiéndeme!
24  Júzgame según tu justicia, Señor mi Dios;
no dejes que se burlen de mí.
25  No permitas que piensen:
"¡Así queríamos verlo!"
No permitas que digan:
"Nos lo hemos tragado vivo."

26  Queden avergonzados y confundidos
todos los que se alegran de mi desgracia;
sean cubiertos de oprobio y vergüenza
todos los que se creen más que yo.
27  Pero lancen voces de alegría y regocijo
los que apoyan mi causa,
y digan siempre: "Exaltado sea el Señor,
quien se deleita en el *bienestar de su siervo."

28  Con mi lengua proclamaré tu justicia,
y todo el día te alabaré.

                         NOTAS:

1. 35:3 el hacha, y haz frente a (lectura probable); cierra contra (TM).
2. 35:15 Gente extraña (lectura probable); Gente golpeada (TM).
3. 35:16 Me atormentaban, se burlaban de mí (LXX); Con inicuos burlones de una torta (TM).

Salmos 36


Al director musical. De David, el siervo del Señor.

1  Dice el pecador:
"Ser impío lo llevo en el *corazón."


No hay temor de Dios
[1] delante de sus ojos.
2  Cree que merece alabanzas
y no halla aborrecible su pecado.
3  Sus palabras son inicuas y engañosas;
ha perdido el buen juicio
y la capacidad de hacer el bien.
4  Aun en su lecho trama hacer el mal;
se aferra a su mal *camino
y persiste en la maldad.

5  Tu amor, Señor, llega hasta los cielos;
tu fidelidad alcanza las nubes.
6  Tu *justicia es como las altas montañas;[2]
tus juicios, como el gran océano.

Tú, Señor, cuidas de *hombres y animales;
7  ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!


Todo *ser humano halla refugio
a la sombra de tus alas.
8  Se sacian de la abundancia de tu casa;
les das a beber de tu río de deleites.
9  Porque en ti está la fuente de la vida,
y en tu luz podemos ver la luz.

10  Extiende tu amor a los que te conocen,
y tu justicia a los rectos de corazón.
11  Que no me aplaste el pie del orgulloso,
ni me desarraigue la mano del impío.

12  Vean cómo fracasan los malvados:
¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!

                         NOTAS:

1. 36:1 Dice el ... corazón" (lectura probable); Oráculo del pecado al malvado en medio de mi corazón (TM).
2. 36:6 las altas montañas. Alt. las montañas de Dios.

Salmos 37

1[1]

Salmo de David.


Álef
 No te irrites a causa de los impíospni envidies a los que cometen injusticias;p> 2 porque pronto se marchitan, como la hierba;
pronto se secan, como el verdor del pasto.

3

Bet
 Confía en el Señor y haz el bien;
establécete en la tierra y manténte fiel.
4 Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu *corazón.

5

Guímel
 Encomienda al Señor tu *camino;
confía en él, y él actuará.
6 Hará que tu *justicia resplandezca como el alba;
tu justa causa, como el sol de mediodía.

7

Dálet
 Guarda silencio ante el Señor,
y espera en él con paciencia;
no te irrites ante el éxito de otros,
de los que maquinan planes malvados.

8

He
 Refrena tu enojo, abandona la ira;
no te irrites, pues esto conduce al mal.
9 Porque los impíos serán exterminados,
pero los que esperan en el Señor heredarán la tierra.

10

Vav
 Dentro de poco los malvados dejarán de existir;
por más que los busques, no los encontrarás.
11 Pero los desposeídos heredarán la tierra
y disfrutarán de gran *bienestar.

12

Zayin
 Los malvados conspiran contra los justos
y crujen los dientes contra ellos;
13  pero el Señor se ríe de los malvados,
pues sabe que les llegará su hora.

14

Jet
 Los malvados sacan la espada y tensan el arco
para abatir al pobre y al necesitado,
para matar a los que viven con rectitud.
15  Pero su propia espada les atravesará el corazón,
y su arco quedará hecho pedazos.



Tet

16  Más vale lo poco de un justo
que lo mucho de innumerables malvados;
17  porque el brazo de los impíos será quebrado,
pero el Señor sostendrá a los justos.



Yod

18  El Señor protege la vida de los íntegros,
y su herencia perdura por siempre.
19  En tiempos difíciles serán prosperados;
en épocas de hambre tendrán abundancia.



Caf

20  Los malvados, los enemigos del Señor,
acabarán por ser destruidos;
desaparecerán como las flores silvestres,
se desvanecerán como el humo.



Lámed

21  Los malvados piden prestado y no pagan,
pero los justos dan con generosidad.
22  Los benditos del Señor heredarán la tierra,
pero los que él maldice serán destruidos.



Mem

23  El Señor afirma los pasos del *hombre
cuando le agrada su modo de vivir;
24  podrá tropezar, pero no caerá,
porque el Señor lo sostiene de la mano.



Nun

25  He sido joven y ahora soy viejo,
pero nunca he visto justos en la miseria,
ni que sus hijos mendiguen pan.
26  Prestan siempre con generosidad;
sus hijos son una bendición.



Sámej

27  Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás dónde vivir.
28  Porque el Señor ama la justicia
y no abandona a quienes le son fieles.

El Señor los protegerá para siempre,
pero acabará con la descendencia de los malvados.


Ayin

29  Los justos heredarán la tierra,
y por siempre vivirán en ella.



Pe

30  La boca del justo imparte sabiduría,
y su lengua emite justicia.
31  La *ley de Dios está en su corazón,
y sus pies jamás resbalan.



Tsade

32  Los malvados acechan a los justos
con la intención de matarlos,
33  pero el Señor no los dejará caer en sus manos
ni permitirá que los condenen en el juicio.



Qof

34  Pero tú, espera en el Señor,
y vive según su voluntad,
que él te exaltará para que heredes la tierra.
Cuando los malvados sean destruidos,
tú lo verás con tus propios ojos.



Resh

35  He visto al déspota y malvado
extenderse como cedro frondoso.
36  Pero pasó al olvido y dejó de existir;
lo busqué, y ya no pude encontrarlo.



Shin

37  Observa a los que son íntegros y rectos:
hay porvenir para quien busca la *paz.
38  Pero todos los pecadores serán destruidos;
el porvenir de los malvados será el exterminio.



Tav

39  La *salvación de los justos viene del Señor;
él es su fortaleza en tiempos de angustia.
40  El Señor los ayuda y los libra;
los libra de los malvados y los salva,
porque en él ponen su confianza.

                         NOTAS:

1. Sal 37 Este salmo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.

Salmos 38


Salmo de David, para las ofrendas memoriales.

1  Señor, no me reprendas en tu enojo
ni me castigues en tu ira.
2  Porque tus flechas me han atravesado,
y sobre mí ha caído tu mano.
3  Por causa de tu indignación
no hay nada sano en mi cuerpo;
por causa de mi pecado
mis huesos no hallan descanso.
4  Mis maldades me abruman,
son una carga demasiado pesada.

5  Por causa de mi insensatez
mis llagas hieden y supuran.
6  Estoy agobiado, del todo abatido;
todo el día ando acongojado.
7  Estoy ardiendo de fiebre;
no hay nada sano en mi cuerpo.
8  Me siento débil, completamente deshecho;
mi *corazón gime angustiado.

9  Ante ti, Señor, están todos mis deseos;
no te son un secreto mis anhelos.
10  Late mi corazón con violencia,
las fuerzas me abandonan,
hasta la luz de mis ojos se apaga.
11  Mis amigos y vecinos se apartan de mis llagas;
mis parientes se mantienen a distancia.
12  Tienden sus trampas los que quieren matarme;
maquinan mi ruina los que buscan mi mal
y todo el día urden engaños.

13  Pero yo me hago el sordo, y no los escucho;
me hago el mudo, y no les respondo.
14  Soy como los que no oyen
ni pueden defenderse.
15  Yo, Señor, espero en ti;
tú, Señor y Dios mío, serás quien responda.
16  Tan sólo pido que no se burlen de mí,
que no se crean superiores si resbalo.

17  Estoy por desfallecer;
el dolor no me deja un solo instante.
18  Voy a confesar mi iniquidad,
pues mi pecado me angustia.
19  Muchos son mis enemigos gratuitos;[1]
abundan los que me odian sin motivo.
20  Por hacer el bien, me pagan con el mal;
por procurar lo bueno, se ponen en mi contra.

21  Señor, no me abandones;
Dios mío, no te alejes de mí.
22  Señor de mi *salvación,
¡ven pronto en mi ayuda!

                         NOTAS:

1. 38:19 gratuitos (lectura probable); vivientes (TM).

Salmos 39


Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.

1  Me dije a mí mismo:
"Mientras esté ante gente malvada
vigilaré mi conducta,
me abstendré de pecar con la lengua,
me pondré una mordaza en la boca."
2  Así que guardé silencio, me mantuve callado.
¡Ni aun lo bueno salía de mi boca!
Pero mi angustia iba en aumento;
3  ¡el corazón me ardía en el pecho!
Al meditar en esto, el fuego se inflamó
y tuve que decir:

4  "Hazme saber, Señor, el límite de mis días,
y el tiempo que me queda por vivir;
hazme saber lo efímero que soy.
5  Muy breve es la vida que me has dado;
ante ti, mis años no son nada.
Un soplo nada más es el *mortal,
*Selah
6  un suspiro que se pierde entre las sombras.
Ilusorias son las riquezas que amontona,[1]
pues no sabe quién se quedará con ellas.

7  "Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?
¡Mi esperanza he puesto en ti!
8  Líbrame de todas mis transgresiones.
Que los *necios no se burlen de mí.

9  "He guardado silencio; no he abierto la boca,
pues tú eres quien actúa.
10  Ya no me castigues,
que los golpes de tu mano me aniquilan.
11  Tú reprendes a los mortales,
los castigas por su iniquidad;
como polilla, acabas con sus placeres.
¡Un soplo nada más es el mortal!


Selah

12  "Señor, escucha mi oración,
atiende a mi clamor;
no cierres tus oídos a mi llanto.
Ante ti soy un extraño,
un peregrino, como todos mis antepasados.
13  No me mires con enojo, y volveré a alegrarme
antes que me muera y deje de existir."

                         NOTAS:

1. 39:6 Ilusorias ... que amontona (lectura probable); En vano hace ruido y amontona (TM).

Salmos 40


Al director musical. Salmo de David.

1  Puse en el Señor toda mi esperanza;
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
2  Me sacó de la fosa de la muerte,
del lodo y del pantano;
puso mis pies sobre una roca,
y me plantó en terreno firme.
3  Puso en mis labios un cántico nuevo,
un himno de alabanza a nuestro Dios.
Al ver esto, muchos tuvieron miedo
y pusieron su confianza en el Señor.

4  *Dichoso el que pone su confianza en el Señor
y no recurre a los idólatras
ni a los que adoran dioses falsos.
5  Muchas son, Señor mi Dios,
las maravillas que tú has hecho.


No es posible enumerar
tus bondades en favor nuestro.
Si quisiera anunciarlas y proclamarlas,
serían más de lo que puedo contar.

6  A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas,
pero me has hecho obediente;[1]
tú no has pedido *holocaustos
ni sacrificios por el pecado.
7  Por eso dije: "Aquí me tienes
como el libro dice de mí.
8  Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu *ley la llevo dentro de mí."

9  En medio de la gran asamblea
he dado a conocer tu *justicia.
Tú bien sabes, Señor,
que no he sellado mis labios.
10  No escondo tu justicia en mi *corazón,
sino que proclamo tu fidelidad y tu *salvación.


No oculto en la gran asamblea
tu gran amor y tu verdad.
11  No me niegues, Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu verdad.
12  Muchos males me han rodeado;
tantos son que no puedo contarlos.
Me han alcanzado mis iniquidades,
y ya ni puedo ver.
Son más que los cabellos de mi cabeza,
y mi corazón desfallece.

13  Por favor, Señor, ¡ven a librarme!
¡Ven pronto, Señor, en mi auxilio!
14  Sean confundidos y avergonzados
todos los que tratan de matarme;
huyan derrotados
todos los que procuran mi mal;
15  que la vergüenza de su derrota
humille a los que se burlan de mí.
16  Pero que todos los que te buscan
se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu salvación digan siempre:
"¡Cuán grande es el Señor!"

17  Y a mí, pobre y necesitado,
quiera el Señor tomarme en cuenta.

Tú eres mi socorro y mi libertador;
¡no te tardes, Dios mío!

                         NOTAS:

1. 40:6 me has hecho obediente. Lit. me has perforado los oídos.

Salmos 41


Al director musical. Salmo de David.

1  *Dichoso el que piensa en el débil;
el Señor lo librará en el día de la desgracia.
2  El Señor lo protegerá y lo mantendrá con vida;
lo hará dichoso en la tierra
y no lo entregará al capricho de sus adversarios.
3  El Señor lo confortará cuando esté enfermo;
lo alentará en el lecho del dolor.

4  Yo he dicho:
"Señor, compadécete de mí;
sáname, pues contra ti he pecado."
5  Con saña dicen de mí mis enemigos:
"¿Cuándo se morirá?
¿Cuándo pasará al olvido?"
6  Si vienen a verme, no son sinceros;
recogen calumnias y salen a contarlas.

7  Mis enemigos se juntan y cuchichean contra mí;
me hacen responsable de mi mal. Dicen:
8  "Lo que le ha sobrevenido es cosa del demonio;
de esa cama no volverá a levantarse."
9  Hasta mi mejor amigo, en quien yo confiaba
y que compartía el pan conmigo,
me ha puesto la zancadilla.

10  Pero tú, Señor, compadécete de mí;
haz que vuelva a levantarme
para darles su merecido.
11  En esto sabré que te he agradado:
en que mi enemigo no triunfe sobre mí.
12  Por mi integridad habrás de sostenerme,
y en tu presencia me mantendrás para siempre.

13  Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
por los siglos de los siglos.
Amén y amén.

Salmos 42


LIBRO II



Salmos 42-72

1 [1] Al director musical. *Masquil de los hijos de Coré.
 Cual ciervo jadeante en busca del agua,
así te busca, oh Dios, todo mi ser.
2 Tengo sed de Dios, del Dios de la vida.
¿Cuándo podré presentarme ante Dios?
3 Mis lágrimas son mi pan de día y de noche,
mientras me echan en cara a todas horas:
"¿Dónde está tu Dios?"

4 Recuerdo esto y me deshago en llanto:
yo solía ir con la multitud,
y la conducía a la casa de Dios.


Entre voces de alegría y acciones de gracias
hacíamos gran celebración.

5 ¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?


En Dios pondré mi esperanza
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!

6 Me siento sumamente angustiado;
por eso, mi Dios, pienso en ti
desde la tierra del Jordán,
desde las alturas del Hermón,
desde el monte Mizar.
7 Un abismo llama a otro abismo
en el rugir de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas
se han precipitado sobre mí.

8 Ésta es la oración al Dios de mi vida:
que de día el Señor mande su amor,
y de noche su canto me acompañe.
9 Y le digo a Dios, a mi *Roca:
"¿Por qué me has olvidado?
¿Por qué debo andar de luto
y oprimido por el enemigo?"
10 Mortal agonía me penetra hasta los huesos
ante la burla de mis adversarios,
mientras me echan en cara a todas horas:
"¿Dónde está tu Dios?"

11 ¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!

                         NOTAS:

1. Por su contenido, los salmos 42 y 43 forman una sola unidad literaria.

Salmos 43

1  ¡Hazme *justicia, oh Dios!
Defiende mi causa frente a esta nación impía;
líbrame de *gente mentirosa y perversa.
2  Tú eres mi Dios y mi fortaleza:
¿Por qué me has rechazado?
¿Por qué debo andar de luto
y oprimido por el enemigo?
3  Envía tu luz y tu verdad;
que ellas me guíen a tu monte santo,
que me lleven al lugar donde tú habitas.
4  Llegaré entonces al altar de Dios,
del Dios de mi alegría y mi deleite,
y allí, oh Dios, mi Dios,
te alabaré al son del arpa.

5  ¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios!

Salmos 44


Al director musical. *Masquil de los hijos de Coré.

1  Oh Dios, nuestros oídos han oído
y nuestros padres nos han contado
las proezas que realizaste en sus días,
en aquellos tiempos pasados:
2  Con tu mano echaste fuera a las naciones
y en su lugar estableciste a nuestros padres;
aplastaste a aquellos pueblos,
y a nuestros padres los hiciste prosperar.[1]
3  Porque no fue su espada la que conquistó la tierra,
ni fue su brazo el que les dio la victoria:
fue tu brazo, tu mano derecha;
fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas.

4  Sólo tú eres mi rey y mi Dios.
¡Decreta las *victorias de Jacob!
5  Por ti derrotamos a nuestros enemigos;
en tu *nombre aplastamos a nuestros agresores.
6  Yo no confío en mi arco,
ni puede mi espada darme la victoria;
7  tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos,
y dejas en vergüenza a nuestros adversarios.
8  ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios!
¡Por siempre alabaremos tu nombre!
*Selah

9  Pero ahora nos has rechazado y humillado;
ya no sales con nuestros ejércitos.
10  Nos hiciste retroceder ante el enemigo;
nos han saqueado nuestros adversarios.
11  Cual si fuéramos ovejas
nos has entregado para que nos devoren,
nos has dispersado entre las naciones.
12  Has vendido a tu pueblo muy barato,
y nada has ganado con su venta.

13  Nos has puesto en ridículo ante nuestros vecinos;
somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.
14  Nos has hecho el hazmerreír de las naciones;
todos los pueblos se burlan de nosotros.
15  La ignominia no me deja un solo instante;
se me cae la cara de vergüenza
16  por las burlas de los que me injurian y me ultrajan,
por culpa del enemigo que está presto a la venganza.

17  Todo esto nos ha sucedido,
a pesar de que nunca te olvidamos
ni faltamos jamás a tu *pacto.
18  No te hemos sido infieles,
ni nos hemos apartado de tu senda.
19  Pero tú nos arrojaste a una cueva de chacales;
¡nos envolviste en la más densa oscuridad!

20  Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios,
o tendido nuestras manos a un dios extraño,
21  ¿acaso Dios no lo habría descubierto,
ya que él conoce los más íntimos secretos?
22  Por tu causa, siempre nos llevan a la muerte;
¡nos tratan como a ovejas para el matadero!

23  ¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes?
¡Levántate! No nos rechaces para siempre.
24  ¿Por qué escondes tu rostro
y te olvidas de nuestro sufrimiento y opresión?
25  Estamos abatidos hasta el polvo;
nuestro cuerpo se arrastra por el suelo.
26  Levántate, ven a ayudarnos,
y por tu gran amor, ¡rescátanos!

                         NOTAS:

1. 44:2 los hiciste prosperar. Lit. los arrojaste.

Salmos 45


Al director musical. Sígase la tonada de "Los lirios". *Masquil de los hijos de Coré. Canto nupcial.

1  En mi *corazón se agita un bello tema
mientras recito mis versos ante el rey;
mi lengua es como pluma de hábil escritor.

2  Tú eres el más apuesto de los hombres;
tus labios son fuente de elocuencia,
ya que Dios te ha bendecido para siempre.
3  ¡Con esplendor y majestad,
cíñete la espada, oh valiente!
4  Con majestad, cabalga victorioso
en nombre de la verdad, la humildad y la justicia;
que tu diestra realice gloriosas hazañas.
5  Que tus agudas flechas atraviesen
el corazón de los enemigos del rey,
y que caigan las naciones a tus pies.

6  Tu trono, oh Dios, permanece para siempre;
el cetro de tu reino es un cetro de justicia.
7  Tú amas la justicia y odias la maldad;
por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros,
¡tu Dios te ungió con perfume de alegría!
8  Aroma de mirra, áloe y canela
exhalan todas tus vestiduras;
desde los palacios adornados con marfil
te alegra la música de cuerdas.
9  Entre tus damas de honor se cuentan princesas;
a tu derecha se halla la novia real
luciendo el oro más fino.[1]

10  Escucha, hija, fíjate bien y presta atención:
Olvídate de tu pueblo y de tu familia.
11  El rey está cautivado por tu hermosura;
él es tu señor: inclínate ante él.
12  La gente de Tiro vendrá con presentes;
los ricos del pueblo buscarán tu favor.

13  La princesa es todo esplendor,
luciendo en su alcoba brocados de oro.
14  Vestida de finos bordados
es conducida ante el rey,
seguida por sus damas de compañía.
15  Con alegría y regocijo son conducidas
al interior del palacio real.

16  Tus hijos ocuparán el trono de tus ancestros;
los pondrás por príncipes en toda la tierra.
17  Haré que tu *nombre se recuerde
por todas las generaciones;
por eso las naciones te alabarán
eternamente y para siempre.

                         NOTAS:

1. 45:9 oro más fino. Lit. oro de Ofir.

Salmos 46


Al director musical. De los hijos de Coré. Canción según *alamot.

1  Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza,
nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
2  Por eso, no temeremos
aunque se desmorone la tierra
y las montañas se hundan en el fondo del mar;
3  aunque rujan y se encrespen sus aguas,
y ante su furia retiemblen los montes.
*Selah

4  Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
la santa habitación del *Altísimo.
5  Dios está en ella, la ciudad no caerá;
al rayar el alba Dios le brindará su ayuda.
6  Se agitan las naciones, se tambalean los reinos;
Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba.

7  El Señor *Todopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.


Selah

8  Vengan y vean los portentos del Señor;
él ha traído desolación sobre la tierra.
9  Ha puesto fin a las guerras
en todos los confines de la tierra;
ha quebrado los arcos, ha destrozado las lanzas,
ha arrojado los carros al fuego.
10  "Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios.
¡Yo seré exaltado entre las naciones!
¡Yo seré enaltecido en la tierra!"

11  El Señor Todopoderoso está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.


Selah

Salmos 47


Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.

1  Aplaudan, pueblos todos;
aclamen a Dios con gritos de alegría.
2  ¡Cuán imponente es el Señor *Altísimo,
el gran rey de toda la tierra!
3  Sometió a nuestro dominio las naciones;
puso a los pueblos bajo nuestros pies;
4  escogió para nosotros una heredad
que es el orgullo de Jacob, a quien amó.
*Selah

5  Dios el Señor ha ascendido
entre gritos de alegría y toques de trompeta.
6  Canten salmos a Dios, cántenle salmos;
canten, cántenle salmos a nuestro rey.

7  Dios es el rey de toda la tierra;
por eso, cántenle un salmo solemne.[1]
8  Dios reina sobre las naciones;
Dios está sentado en su santo trono.
9  Los nobles de los pueblos se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham,
10  pues de Dios son los imperios de la tierra.
¡Él es grandemente enaltecido!

                         NOTAS:

1. 47:7 un salmo solemne. Lit. un *masquil.

Salmos 48


Canción. Salmo de los hijos de Coré.

1  Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza
en la ciudad de nuestro Dios.
Su monte santo, 2  bella colina,
es la alegría de toda la tierra.
El monte *Sión, en la parte norte,
es la ciudad del gran Rey.
3  En las fortificaciones de Sión
Dios se ha dado a conocer como refugio seguro.

4  Hubo reyes que unieron sus fuerzas
y que juntos avanzaron contra la ciudad;
5  pero al verla quedaron pasmados,
y asustados emprendieron la retirada.
6  Allí el miedo se apoderó de ellos,
y un dolor de parturienta les sobrevino.
7  ¡Con un viento huracanado
destruiste las naves de Tarsis!

8  Tal como lo habíamos oído,
ahora lo hemos visto
en la ciudad del Señor *Todopoderoso,
en la ciudad de nuestro Dios:
¡Él la hará permanecer para siempre!
*Selah

9  Dentro de tu templo, oh Dios,
meditamos en tu gran amor.
10  Tu alabanza, oh Dios, como tu *nombre,
llega a los confines de la tierra;
tu derecha está llena de *justicia.
11  Por causa de tus justas decisiones
el monte Sión se alegra
y las aldeas de Judá se regocijan.

12  Caminen alrededor de Sión,
caminen en torno suyo
y cuenten sus torres.
13  Observen bien sus murallas
y examinen sus fortificaciones,
para que se lo cuenten a las generaciones futuras.
14  ¡Este Dios es nuestro Dios eterno!
¡Él nos guiará para siempre![1]

                         NOTAS:

1. 48:14 para siempre (LXX); sobre muerte (TM).

Salmos 49


Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.

1  Oigan esto, pueblos todos;
escuchen, habitantes todos del mundo,
2  tanto débiles como poderosos,
lo mismo los ricos que los pobres.
3  Mi boca hablará con sabiduría;
mi *corazón se expresará con inteligencia.
4  Inclinaré mi oído a los *proverbios;
propondré mi enigma al son del arpa.

5  ¿Por qué he de temer en tiempos de desgracia,
cuando me rodeen inicuos detractores?
6  ¿Temeré a los que confían en sus riquezas
y se jactan de sus muchas posesiones?
7  Nadie puede salvar a nadie,
ni pagarle a Dios rescate por la vida.
8  Tal rescate es muy costoso;
ningún pago es suficiente.
9  Nadie vive para siempre
sin llegar a ver la fosa.
10  Nadie puede negar que todos mueren,
que sabios e insensatos perecen por igual,
y que sus riquezas se quedan para otros.
11  Aunque tuvieron tierras a su nombre,
sus tumbas serán[1] su hogar eterno,
su morada por todas las generaciones.

12  A pesar de sus riquezas, no perduran los *mortales;
al igual que las bestias, perecen.

13  Tal es el destino de los que confían en sí mismos;
el final de[2] los que se envanecen.
*Selah
14  Como ovejas, están destinados al *sepulcro;
hacia allá los conduce la muerte.
Sus cuerpos se pudrirán en el *sepulcro,
lejos de sus mansiones suntuosas.
Por la mañana los gobernarán los justos.
15  Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro
y con él me llevará.


Selah

16  No te asombre ver que alguien se enriquezca
y aumente el esplendor de su casa,
17  porque al morir no se llevará nada,
ni con él descenderá su esplendor.
18  Aunque en vida se considere dichoso,
y la gente lo elogie por sus logros,
19  irá a reunirse con sus ancestros,
sin que vuelva jamás a ver la luz.

20  A pesar de sus riquezas, no perduran[3] los mortales;
al igual que las bestias, perecen.

                         NOTAS:

1. 49:11 sus tumbas serán (LXX y Siríaca); su interior será (TM).
2. 49:13 el final de (Targum); tras ellos (TM).
3. 49:20 no perduran (algunos mss.; véase v. 12); no entienden (TM).

Salmos 50


Salmo de Asaf.

1  Habla el Señor, el Dios de dioses:
convoca a la tierra de oriente a occidente.
2  Dios resplandece desde *Sión,
la ciudad bella y perfecta.
3  Nuestro Dios viene, pero no en silencio;
lo precede un fuego que todo lo destruye,
y en torno suyo ruge la tormenta.
4  El Señor convoca a los cielos y a la tierra,
para que presencien el juicio de su pueblo:
5  "Reúnanme a los consagrados,
a los que pactaron conmigo mediante un sacrificio."
6  El cielo proclama la *justicia divina:
¡Dios mismo es el juez!
*Selah

7  "Escucha, pueblo mío, que voy a hablar;
Israel, voy a testificar contra ti:
¡Yo soy tu Dios, el único Dios!
8  No te reprendo por tus sacrificios
ni por tus *holocaustos, que siempre me ofreces.
9  No necesito becerros de tu establo
ni machos cabríos de tus apriscos,
10  pues míos son los animales del bosque,
y mío también el ganado de los cerros.
11  Conozco a las aves de las alturas;
todas las bestias del campo son mías.
12  Si yo tuviera hambre, no te lo diría,
pues mío es el mundo, y todo lo que contiene.
13  ¿Acaso me alimento con carne de toros,
o con sangre de machos cabríos?
14  ¡Ofrece a Dios tu gratitud,
cumple tus promesas al *Altísimo!
15  Invócame en el día de la angustia;
yo te libraré y tú me honrarás."

16  Pero Dios le dice al malvado:
"¿Qué derecho tienes tú de recitar mis *leyes
o de mencionar mi *pacto con tus labios?
17  Mi *instrucción, la aborreces;
mis palabras, las desechas.
18  Ves a un ladrón, y lo acompañas;
con los adúlteros te identificas.
19  Para lo malo, das rienda suelta a tu boca;
tu lengua está siempre dispuesta al engaño.
20  Tienes por costumbre hablar contra tu prójimo,
y aun calumnias a tu propio hermano.
21  Has hecho todo esto, y he guardado silencio;
¿acaso piensas que soy como tú?
Pero ahora voy a reprenderte;
cara a cara voy a denunciarte.

22  "Ustedes que se olvidan de Dios,
consideren lo que he dicho;
de lo contrario, los haré pedazos,
y no habrá nadie que los salve.
23  Quien me ofrece su gratitud, me honra;
al que enmiende su conducta le mostraré mi *salvación."

Salmos 51


Al director musical. Salmo de David, cuando el profeta Natán fue a verlo por haber cometido David adulterio con Betsabé.

1  Ten compasión de mí, oh Dios,
conforme a tu gran amor;
conforme a tu inmensa bondad,
borra mis transgresiones.
2  Lávame de toda mi maldad
y límpiame de mi pecado.

3  Yo reconozco mis transgresiones;
siempre tengo presente mi pecado.
4  Contra ti he pecado, sólo contra ti,
y he hecho lo que es malo ante tus ojos;
por eso, tu sentencia es justa,
y tu juicio, irreprochable.
5  Yo sé que soy malo de nacimiento;
pecador me concibió mi madre.
6  Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo;
en lo secreto me has enseñado sabiduría.

7  Purifícame con *hisopo, y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
8  Anúnciame gozo y alegría;
infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
9  Aparta tu rostro de mis pecados
y borra toda mi maldad.

10  Crea en mí, oh Dios, un *corazón limpio,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
11  No me alejes de tu presencia
ni me quites tu santo Espíritu.
12  Devuélveme la alegría de tu *salvación;
que un espíritu obediente me sostenga.
13  Así enseñaré a los transgresores tus *caminos,
y los pecadores se volverán a ti.

14  Dios mío, Dios de mi salvación,
líbrame de derramar sangre,
y mi lengua alabará tu *justicia.
15  Abre, *Señor, mis labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
16  Tú no te deleitas en los sacrificios
ni te complacen los *holocaustos;
de lo contrario, te los ofrecería.
17  El sacrificio que te agrada
es un espíritu quebrantado;
tú, oh Dios, no desprecias
al corazón quebrantado y arrepentido.

18  En tu buena voluntad, haz que prospere *Sión;
levanta los muros de Jerusalén.
19  Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
los holocaustos del todo quemados,
y sobre tu altar se ofrecerán becerros.

Salmos 52


Al director musical. *Masquil de David, cuando Doeg el edomita fue a informarle a Saúl: "David ha ido a la casa de Ajimélec."

1  ¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente?
¡El amor de Dios es constante!
2  Tu lengua, como navaja afilada,
trama destrucción y practica el engaño.
3  Más que el bien, amas la maldad;
más que la verdad, amas la mentira.
*Selah

4  Lengua embustera,
te encanta ofender con tus palabras.
5  Pero Dios te arruinará para siempre;
te tomará y te arrojará de tu hogar;
¡te arrancará del mundo de los vivientes!


Selah

6  Los justos verán esto, y temerán;
entre burlas dirán de él:
7  "¡Aquí tienen al hombre
que no buscó refugio en Dios,
sino que confió en su gran riqueza
y se afirmó en su maldad!"

8  Pero yo soy como un olivo verde
que florece en la casa de Dios;
yo confío en el gran amor de Dios
eternamente y para siempre.

9  En todo tiempo te alabaré por tus obras;
en ti pondré mi esperanza en presencia de tus fieles,
porque tu *nombre es bueno.

Salmos 53


Al director musical. Según *majalat. *Masquil de David.

1  Dice el *necio en su *corazón:
"No hay Dios."
Están corrompidos, sus obras son detestables;
¡no hay uno solo que haga lo bueno!

2  Desde el cielo Dios contempla a los *mortales,
para ver si hay alguien
que sea sensato y busque a Dios.
3  Pero todos se han descarriado,
a una se han corrompido.
No hay nadie que haga lo bueno;
¡no hay uno solo!

4  ¿Acaso no entienden todos los que hacen lo malo,
los que devoran a mi pueblo como si fuera pan?
¡Jamás invocan a Dios!
5  Allí los tienen, sobrecogidos de miedo,
cuando no hay nada que temer.
Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban;
tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó.

6  ¡Quiera Dios que de *Sión
venga la *salvación para Israel!
Cuando Dios restaure a su pueblo,[1]
se regocijará Jacob; se alegrará todo Israel.

                         NOTAS:

1. 53:6 restaure a su pueblo. Alt. haga que su pueblo vuelva del cautiverio.

Salmos 54


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. *Masquil de David, cuando gente de Zif fue a decirle a Saúl: "¿No estará David escondido entre nosotros?"

1  Sálvame, oh Dios, por tu *nombre;
defiéndeme con tu poder.
2  Escucha, oh Dios, mi oración;
presta oído a las palabras de mi boca.
3  Pues *gente extraña me ataca;
tratan de matarme los violentos,
gente que no toma en cuenta a Dios.
*Selah

4  Pero Dios es mi socorro;
el Señor es quien me sostiene,
5  y hará recaer el mal sobre mis adversarios.
Por tu fidelidad, Señor, ¡destrúyelos!

6  Te presentaré una ofrenda voluntaria
y alabaré, Señor, tu buen nombre;
7  pues me has librado de todas mis angustias,
y mis ojos han visto la derrota de mis enemigos.

Salmos 55


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. *Masquil de David.

1  Escucha, oh Dios, mi oración;
no pases por alto mi súplica.
2  ¡Óyeme y respóndeme,
porque mis angustias me perturban!



Me aterran 3  las amenazas del enemigo y la opresión de los impíos,
pues me causan sufrimiento
y en su enojo me insultan.

4  Se me estremece el *corazón dentro del pecho,
y me invade un pánico mortal.
5  Temblando estoy de miedo,
sobrecogido estoy de terror.
6  ¡Cómo quisiera tener las alas de una paloma
y volar hasta encontrar reposo!
7  Me iría muy lejos de aquí;
me quedaría a vivir en el desierto.
*Selah
8  Presuroso volaría a mi refugio,
para librarme del viento borrascoso
y de la tempestad.

9  ¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje!
En la ciudad sólo veo contiendas y violencia;
10  día y noche rondan por sus muros,
y dentro de ella hay intrigas y maldad.
11  En su seno hay fuerzas destructivas;
de sus calles no se apartan la opresión y el engaño.

12  Si un enemigo me insultara,
yo lo podría soportar;
si un adversario me humillara,
de él me podría yo esconder.
13  Pero lo has hecho tú, un *hombre como yo,
mi compañero, mi mejor amigo,
14  a quien me unía una bella amistad,
con quien convivía en la casa de Dios.

15  ¡Que sorprenda la muerte a mis enemigos!
¡Que caigan vivos al *sepulcro,
pues en ellos habita la maldad!

16  Pero yo clamaré a Dios,
y el Señor me salvará.
17  Mañana, tarde y noche
clamo angustiado, y él me escucha.
18  Aunque son muchos los que me combaten,
él me rescata, me salva la vida
en la batalla que se libra contra mí.
19  ¡Dios, que reina para siempre,
habrá de oírme y los afligirá!


Selah
Esa *gente no cambia de conducta,
no tiene temor de Dios.
20  Levantan la mano contra sus amigos
y no cumplen sus compromisos.
21  Su boca es blanda como la manteca,
pero sus pensamientos son belicosos.
Sus palabras son más suaves que el aceite,
pero no son sino espadas desenvainadas.

22  Encomienda al Señor tus afanes,
y él te sostendrá;
no permitirá que el justo caiga
y quede abatido para siempre.
23  Tú, oh Dios, abatirás a los impíos
y los arrojarás en la fosa de la muerte;
la gente sanguinaria y mentirosa
no llegará ni a la mitad de su vida.
Yo, por mi parte, en ti confío.

Salmos 56


Al director musical. Sígase la tonada de "La tórtola en los robles lejanos". *Mictam de David, cuando los filisteos lo apresaron en Gat.

1  Ten compasión de mí, oh Dios,
pues hay *gente que me persigue.
Todo el día me atacan mis opresores,
2  todo el día me persiguen mis adversarios;
son muchos los arrogantes que me atacan.

3  Cuando siento miedo,
pongo en ti mi confianza.
4  Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple *mortal?

5  Todo el día tuercen mis palabras;
siempre están pensando hacerme mal.
6  Conspiran, se mantienen al acecho;
ansiosos por quitarme la vida,
vigilan todo lo que hago.
7  ¡En tu enojo, Dios mío, humilla a esos pueblos!
¡De ningún modo los dejes escapar!

8  Toma en cuenta mis lamentos;
registra mi llanto en tu libro.[1]
¿Acaso no lo tienes anotado?
9  Cuando yo te pida ayuda,
huirán mis enemigos.
Una cosa sé: ¡Dios está de mi parte!
10  Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en el Señor y alabo su palabra;
11  confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal?

12  He hecho votos delante de ti, oh Dios,
y te presentaré mis ofrendas de gratitud.
13  Tú, oh Dios, me has librado de tropiezos,
me has librado de la muerte,
para que siempre, en tu presencia,
camine en la luz de la vida.

                         NOTAS:

1. 56:8 registra mi llanto en tu libro. Lit. pon mis lágrimas en tu frasco.

Salmos 57


Al director musical. Sígase la tonada de "No destruyas". *Mictam de David, cuando David había huido de Saúl y estaba en una cueva.

1  Ten compasión de mí, oh Dios;
ten compasión de mí, que en ti confío.
A la sombra de tus alas me refugiaré,
hasta que haya pasado el peligro.

2  Clamo al Dios *Altísimo,
al Dios que me brinda su apoyo.
3  Desde el cielo me tiende la mano y me salva;
reprende a mis perseguidores.
*Selah
¡Dios me envía su amor y su verdad!

4  Me encuentro en medio de leones,
rodeado de *gente rapaz.
Sus dientes son lanzas y flechas;
su lengua, una espada afilada.

5  Pero tú, oh Dios, estás sobre los cielos,
¡tu gloria cubre toda la tierra!

6  Tendieron una red en mi camino,
y mi ánimo quedó por los suelos.
En mi senda cavaron una fosa,
pero ellos mismos cayeron en ella.


Selah

7  Firme está, oh Dios, mi *corazón;
firme está mi corazón.
Voy a cantarte salmos.
8  ¡Despierta, *alma mía!
¡Despierten, arpa y lira!
¡Haré despertar al nuevo día!

9  Te alabaré, Señor, entre los pueblos,
te cantaré salmos entre las naciones.
10  Pues tu amor es tan grande que llega a los cielos;
¡tu verdad llega hasta el firmamento!

11  ¡Tú, oh Dios, estás sobre los cielos;
tu gloria cubre toda la tierra!

Salmos 58


Al director musical. Sígase la tonada de "No destruyas". *Mictam de David.

1  ¿Acaso ustedes, gobernantes, actúan con *justicia,
y juzgan con rectitud a los *seres humanos?
2  Al contrario, con la *mente traman injusticia,
y la violencia de sus manos se desata en el país.
3  Los malvados se pervierten desde que nacen;
desde el vientre materno se desvían los mentirosos.
4  Su veneno es como el de las serpientes,
como el de una cobra que se hace la sorda
5  para no escuchar la música del mago,
del diestro en encantamientos.

6  Rómpeles, oh Dios, los dientes;
¡arráncales, Señor, los colmillos a esos leones!
7  Que se escurran, como el agua entre los dedos;
que se rompan sus flechas al tensar el arco.
8  Que se disuelvan, como babosa rastrera;
que no vean la luz, cual si fueran abortivos.
9  Que sin darse cuenta, ardan como espinos;
que el viento los arrastre, estén verdes o secos.

10  Se alegrará el justo al ver la venganza,
al empapar sus pies en la sangre del impío.
11  Dirá entonces la *gente:
"Ciertamente los justos son recompensados;
ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra."

Salmos 59


Al director musical. Sígase la tonada de "No destruyas". *Mictam de David, cuando Saúl había ordenado que vigilaran la casa de David con el propósito de matarlo.

1  Líbrame de mis enemigos, oh Dios;
protégeme de los que me atacan.
2  Líbrame de los malhechores;
sálvame de los asesinos.

3  ¡Mira cómo me acechan!
*Hombres crueles conspiran contra mí
sin que yo, Señor, haya delinquido ni pecado.
4  Presurosos se disponen a atacarme
sin que yo haya cometido mal alguno.

¡Levántate y ven en mi ayuda!
¡Mira mi condición!
5  Tú, Señor, eres el Dios *Todopoderoso,
¡eres el Dios de Israel!
¡Despiértate y castiga a todas las naciones;
no tengas compasión de esos viles traidores!
*Selah

6  Ellos vuelven por la noche,
gruñendo como perros
y acechando alrededor de la ciudad.
7  Echan espuma por la boca,
lanzan espadas por sus fauces,
y dicen: "¿Quién va a oírnos?"
8  Pero tú, Señor, te burlas de ellos;
te ríes de todas las naciones.
9  A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos,
pues tú, oh Dios, eres mi protector.
10  Tú eres el Dios que me ama,
e irás delante de mí
para hacerme ver la derrota de mis enemigos.
11  Pero no los mates,
para que mi pueblo no lo olvide.
Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos!
¡Tú, Señor, eres nuestro escudo!
12  Por los pecados de su boca,
por las palabras de sus labios,
que caigan en la trampa de su orgullo.
Por las maldiciones y mentiras que profieren,
13  consúmelos en tu enojo;
¡consúmelos hasta que dejen de existir!
Así todos sabrán que Dios gobierna en Jacob,
y hasta los confines de la tierra.


Selah

14  Porque ellos vuelven por la noche,
gruñendo como perros
y acechando alrededor de la ciudad.
15  Van de un lado a otro buscando comida,
y aúllan si no quedan satisfechos.
16  Pero yo le cantaré a tu poder,
y por la mañana alabaré tu amor;
porque tú eres mi protector,
mi refugio en momentos de angustia.

17  A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos,
pues tú, oh Dios, eres mi protector.
¡Tú eres el Dios que me ama!

Salmos 60


Al director musical. Sígase la tonada de "El lirio del pacto". *Mictam didáctico de David, cuando luchó contra los arameos del noroeste de Mesopotamia y de Siria central, y cuando Joab volvió y abatió a doce mil edomitas en el valle de la Sal.

1  Oh Dios, tú nos has rechazado
y has abierto brecha en nuestras filas;
te has enojado con nosotros:
¡restáuranos ahora!
2  Has sacudido la tierra,
la has resquebrajado;
repara sus grietas,
porque se desmorona.
3  Has sometido a tu pueblo a duras pruebas;
nos diste a beber un vino embriagador.

4  Da[1] a tus fieles la señal de retirada,
para que puedan escapar de los arqueros.
*Selah
5  Líbranos con tu diestra, respóndenos
para que tu pueblo amado quede a salvo.

6  Dios ha dicho en su santuario:
"Triunfante repartiré a Siquén,
y dividiré el valle de Sucot.
7  Mío es Galaad, mío es Manasés;
Efraín es mi yelmo y Judá mi cetro.
8  En Moab me lavo las manos,
sobre Edom arrojo mi sandalia;
sobre Filistea lanzo gritos de triunfo."

9  ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?
¿Quién me mostrará el camino a Edom?
10  ¿No eres tú, oh Dios, quien nos ha rechazado?
¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos!
11  Bríndanos tu ayuda contra el enemigo,
pues de nada sirve la ayuda *humana.
12  Con Dios obtendremos la victoria;
¡él pisoteará a nuestros enemigos!

                         NOTAS:

1. 60:4 Da (lectura probable); Diste (TM).

Salmos 61


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. De David.

1  Oh Dios, escucha mi clamor
y atiende a mi oración.

2  Desde los confines de la tierra te invoco,
pues mi *corazón desfallece;
llévame a una roca donde esté yo a salvo.
3  Porque tú eres mi refugio,
mi baluarte contra el enemigo.

4  Anhelo habitar en tu casa para siempre
y refugiarme debajo de tus alas.
*Selah
5  Tú, oh Dios, has aceptado mis votos
y me has dado la heredad de quienes te honran.

6  Concédele al rey más años de vida;
que sean sus días una eternidad.
7  Que reine siempre en tu presencia,
y que tu amor y tu verdad lo protejan.
8  Así cantaré siempre salmos a tu *nombre
y cumpliré mis votos día tras día.

Salmos 62


Al director musical. Para Jedutún. Salmo de David.

1  Sólo en Dios halla descanso mi *alma;
de él viene mi *salvación.
2  Sólo él es mi *roca y mi salvación;
él es mi protector.
¡Jamás habré de caer!

3  ¿Hasta cuándo atacarán todos ustedes
a un *hombre para derribarlo?
Es como un muro inclinado,
¡como una cerca a punto de derrumbarse!
4  Sólo quieren derribarlo
de su lugar de preeminencia.
Se complacen en la mentira:
bendicen con la boca,
pero maldicen con el *corazón.
*Selah

5  Sólo en Dios halla descanso mi alma;
de él viene mi esperanza.
6  Sólo él es mi roca y mi salvación;
él es mi protector
y no habré de caer.
7  Dios es mi salvación y mi gloria;
es la roca que me fortalece;
¡mi refugio está en Dios!
8  Confía siempre en él, pueblo mío;
ábrele tu corazón cuando estés ante él.
¡Dios es nuestro refugio!


Selah

9  Una quimera es la *gente de humilde cuna,
y una mentira la gente de alta alcurnia;
si se les pone juntos en la balanza,
todos ellos no pesan nada.

10  No confíen en la extorsión
ni se hagan ilusiones con sus rapiñas;
y aunque se multipliquen sus riquezas,
no pongan el corazón en ellas.

11  Una cosa ha dicho Dios,
y dos veces lo he escuchado:
Que tú, oh Dios, eres poderoso;
12  que tú, Señor, eres todo amor;
que tú pagarás a cada uno
según lo que merezcan sus obras.

Salmos 63


Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.

1  Oh Dios, tú eres mi Dios;
yo te busco intensamente.
Mi *alma tiene sed de ti;
todo mi ser te anhela,
cual tierra seca, extenuada y sedienta.

2  Te he visto en el santuario
y he contemplado tu poder y tu gloria.
3  Tu amor es mejor que la vida;
por eso mis labios te alabarán.
4  Te bendeciré mientras viva,
y alzando mis manos te invocaré.

5  Mi alma quedará satisfecha
como de un suculento banquete,
y con labios jubilosos
te alabará mi boca.

6  En mi lecho me acuerdo de ti;
pienso en ti toda la noche.
7  A la sombra de tus alas cantaré,
porque tú eres mi ayuda.
8  Mi alma se aferra a ti;
tu mano derecha me sostiene.

9  Los que buscan mi muerte serán destruidos;
bajarán a las profundidades de la tierra.
10  Serán entregados a la espada
y acabarán devorados por los chacales.

11  El rey se regocijará en Dios;
todos los que invocan a Dios lo alabarán,
pero los mentirosos serán silenciados.

Salmos 64


Al director musical. Salmo de David.

1  Escucha, oh Dios, la voz de mi queja;
protégeme del temor al enemigo.
2  Escóndeme de esa pandilla de impíos,
de esa caterva de malhechores.
3  Afilan su lengua como espada
y lanzan como flechas palabras ponzoñosas.
4  Emboscados, disparan contra el inocente;
le tiran sin temor y sin aviso.

5  Unos a otros se animan en sus planes impíos,
calculan cómo tender sus trampas;
y hasta dicen: "¿Quién las verá?"
6  Maquinan injusticias, y dicen:
"¡Hemos tramado un plan perfecto!"
¡Cuán incomprensibles son
la *mente y los pensamientos *humanos!

7  Pero Dios les disparará sus flechas,
y sin aviso caerán heridos.
8  Su propia lengua será su ruina,
y quien los vea se burlará de ellos.

9  La *humanidad entera sentirá temor:
proclamará las proezas de Dios
y meditará en sus obras.
10  Que se regocijen en el Señor los justos;
que busquen refugio en él;
¡que lo alaben todos los de recto *corazón!

Salmos 65


Al director musical. Salmo de David. Cántico.

1  A ti, oh Dios de *Sión,
te pertenece la alabanza.
A ti se te deben cumplir los votos,
2  porque escuchas la oración.
A ti acude todo *mortal,
3  a causa de sus perversidades.
Nuestros delitos nos abruman,
pero tú los perdonaste.
4  ¡*Dichoso aquel a quien tú escoges,
al que atraes a ti para que viva en tus atrios!
Saciémonos de los bienes de tu casa,
de los dones de tu santo templo.

5  Tú, oh Dios y Salvador nuestro,
nos respondes con imponentes obras de *justicia;
tú eres la esperanza de los confines de la tierra
y de los más lejanos mares.
6  Tú, con tu poder, formaste las montañas,
desplegando tu potencia.
7  Tú calmaste el rugido de los mares,
el estruendo de sus olas,
y el tumulto de los pueblos.
8  Los que viven en remotos lugares
se asombran ante tus prodigios;
del oriente al occidente
tú inspiras canciones de alegría.

9  Con tus cuidados fecundas la tierra,
y la colmas de abundancia.
Los arroyos de Dios se llenan de agua,
para asegurarle trigo al pueblo.
¡Así preparas el campo!
10  Empapas los surcos, nivelas sus terrones,
reblandeces la tierra con las lluvias
y bendices sus renuevos.
11  Tú coronas el año con tus bondades,
y tus carretas se desbordan de abundancia.
12  Rebosan los prados del desierto;
las colinas se visten de alegría.
13  Pobladas de rebaños las praderas,
y cubiertos los valles de trigales,
cantan y lanzan voces de alegría.

Salmos 66


Al director musical. Cántico. Salmo.

1  ¡Aclamen alegres a Dios,
habitantes de toda la tierra!
2  Canten salmos a su glorioso *nombre;
¡ríndanle gloriosas alabanzas!
3  Díganle a Dios:
"¡Cuán imponentes son tus obras!


Es tan grande tu poder
que tus enemigos mismos se rinden ante ti.
4  Toda la tierra se postra en tu presencia,
y te cantan salmos;
cantan salmos a tu nombre."
*Selah

5  ¡Vengan y vean las proezas de Dios,
sus obras portentosas en nuestro favor!
6  Convirtió el mar en tierra seca,
y el pueblo cruzó el río a pie.
¡Regocijémonos en él!
7  Con su poder gobierna eternamente;
sus ojos vigilan a las naciones.
¡Que no se levanten contra él los rebeldes!


Selah

8  Pueblos todos, bendigan a nuestro Dios,
hagan oír la voz de su alabanza.
9  Él ha protegido nuestra vida,
ha evitado que resbalen nuestros pies.

10  Tú, oh Dios, nos has puesto a prueba;
nos has purificado como a la plata.
11  Nos has hecho caer en una red;
¡pesada carga nos has echado a cuestas!
12  Las caballerías nos han aplastado la cabeza;
hemos pasado por el fuego y por el agua,
pero al fin nos has dado un respiro.
13  Me presentaré en tu templo con *holocaustos
y cumpliré los votos que te hice,
14  los votos de mis labios y mi boca
que pronuncié en medio de mi angustia.
15  Te ofreceré holocaustos de animales engordados,
junto con el humo de ofrendas de carneros;
te ofreceré toros y machos cabríos.


Selah

16  Vengan ustedes, temerosos de Dios,
escuchen, que voy a contarles
todo lo que él ha hecho por mí.
17  Clamé a él con mi boca;
lo alabé con mi lengua.
18  Si en mi *corazón hubiera yo abrigado maldad,
el *Señor no me habría escuchado;
19  pero Dios sí me ha escuchado,
ha atendido a la voz de mi plegaria.
20  ¡Bendito sea Dios,
que no rechazó mi plegaria
ni me negó su amor!

Salmos 67


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo. Cántico.

1  Dios nos tenga compasión y nos bendiga;
Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros,
*Selah
2  para que se conozcan en la tierra sus *caminos,
y entre todas las naciones su *salvación.

3  Que te alaben, oh Dios, los pueblos;
que todos los pueblos te alaben.

4  Alégrense y canten con júbilo las naciones,
porque tú las gobiernas con rectitud;
¡tú guías a las naciones de la tierra!


Selah

5  Que te alaben, oh Dios, los pueblos;
que todos los pueblos te alaben.

6  La tierra dará entonces su fruto,
y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá.
7  Dios nos bendecirá,
y le temerán todos los confines de la tierra.

Salmos 68


Al director musical. Salmo de David. Cántico.

1  Que se levante Dios,
que sean dispersados sus enemigos,
que huyan de su presencia los que le odian.
2  Que desaparezcan del todo,
como humo que se disipa con el viento;
que perezcan ante Dios los impíos,
como cera que se derrite en el fuego.
3  Pero que los justos se alegren y se regocijen;
que estén felices y alegres delante de Dios.

4  Canten a Dios, canten salmos a su *nombre;
aclamen a quien cabalga por las estepas,
y regocíjense en su presencia.
¡Su nombre es el Señor!
5  Padre de los huérfanos y defensor de las viudas
es Dios en su morada santa.
6  Dios da un hogar a los desamparados
y libertad a los cautivos;
los rebeldes habitarán en el desierto.

7  Cuando saliste, oh Dios, al frente de tu pueblo,
cuando a través de los páramos marchaste,
*Selah
8  la tierra se estremeció,
los cielos se vaciaron,
delante de Dios, el Dios de Sinaí,
delante de Dios, el Dios de Israel.
9  Tú, oh Dios, diste abundantes lluvias;
reanimaste a tu extenuada herencia.
10  Tu familia se estableció en la tierra
que en tu bondad, oh Dios, preparaste para el pobre.

11  El Señor ha emitido la palabra,
y millares de mensajeras la proclaman:
12  "Van huyendo los reyes y sus tropas;
en las casas, las mujeres se reparten el botín:
13  alas de paloma cubiertas de plata,
con plumas de oro resplandeciente.
Tú te quedaste a dormir entre los rebaños."
14  Cuando el *Todopoderoso puso en fuga
a los reyes de la tierra,
parecían copos de nieve
cayendo sobre la cumbre del Zalmón.

15  Montañas de Basán, montañas imponentes;
montañas de Basán, montañas escarpadas:
16  ¿Por qué, montañas escarpadas, miran con envidia
al monte donde a Dios le place residir,
donde el Señor habitará por siempre?
17  Los carros de guerra de Dios
se cuentan por millares;
del Sinaí vino en ellos el Señor
para entrar en su santuario.
18  Cuando tú, Dios y Señor,
ascendiste a las alturas,
te llevaste contigo a los cautivos;
tomaste tributo de los *hombres,
aun de los rebeldes,
para establecer tu morada.

19  Bendito sea el Señor, nuestro Dios y Salvador,
que día tras día sobrelleva nuestras cargas.


Selah

20  Nuestro Dios es un Dios que salva;
el Señor Soberano nos libra de la muerte.

21  Dios aplastará la cabeza de sus enemigos,
la testa enmarañada de los que viven pecando.
22  El Señor nos dice: "De Basán los regresaré;
de las profundidades del mar los haré volver,
23  para que se empapen los pies
en la sangre de sus enemigos;
para que, al lamerla, los perros
tengan también su parte."

24  En el santuario pueden verse
las procesiones de mi Dios,
las procesiones de mi Dios y rey.
25  Los cantores van al frente,
seguidos de los músicos de cuerda,
entre doncellas que tocan panderetas.
26  Bendigan a Dios en la gran congregación;
alaben al Señor, descendientes de Israel.
27  Los guía la joven tribu de Benjamín,
seguida de los múltiples príncipes de Judá
y de los príncipes de Zabulón y Neftalí.

28  Despliega tu poder, oh Dios;
haz gala, oh Dios, de tu poder,
que has manifestado en favor nuestro.
29  Por causa de tu templo en Jerusalén
los reyes te ofrecerán presentes.
30  Reprende a esa bestia de los juncos,
a esa manada de toros bravos
entre naciones que parecen becerros.
Haz que, humillada, te lleve barras de plata;
dispersa a las naciones belicosas.
31  Egipto enviará embajadores,
y *Cus se someterá a Dios.

32  Cántenle a Dios, oh reinos de la tierra,
cántenle salmos al Señor,


Selah

33  al que cabalga por los cielos,
los cielos antiguos,
al que hace oír su voz,
su voz de trueno.
34  Reconozcan el poder de Dios;
su majestad está sobre Israel,
su poder está en las alturas.
35  En tu santuario, oh Dios, eres imponente;
¡el Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo!

¡Bendito sea Dios!

Salmos 69


Al director musical. Sígase la tonada de "Los lirios". De David.

1  Sálvame, Dios mío,
que las aguas ya me llegan al *cuello.
2  Me estoy hundiendo en una ciénaga profunda,
y no tengo dónde apoyar el pie.
Estoy en medio de profundas aguas,
y me arrastra la corriente.
3  Cansado estoy de pedir ayuda;
tengo reseca la garganta.
Mis ojos languidecen,
esperando la ayuda de mi Dios.
4  Más que los cabellos de mi cabeza
son los que me odian sin motivo;
muchos son los enemigos gratuitos
que se han propuesto destruirme.
¿Cómo voy a devolver lo que no he robado?

5  Oh Dios, tú sabes lo insensato que he sido;
no te puedo esconder mis transgresiones.
6  Señor Soberano, *Todopoderoso,
que no sean avergonzados por mi culpa
los que en ti esperan;
oh Dios de Israel,
que no sean humillados por mi culpa
los que te buscan.
7  Por ti yo he sufrido insultos;
mi rostro se ha cubierto de ignominia.
8  Soy como un extraño para mis hermanos;
soy un extranjero para los hijos de mi madre.
9  El celo por tu casa me consume;
sobre mí han recaído
los insultos de tus detractores.
10  Cuando lloro y ayuno,
tengo que soportar sus ofensas;
11  cuando me visto de luto,
soy objeto de burlas.
12  Los que se sientan a la *puerta murmuran contra mí;
los borrachos me dedican parodias.

13  Pero yo, Señor, te imploro
en el tiempo de tu buena voluntad.
Por tu gran amor, oh Dios, respóndeme;
por tu fidelidad, sálvame.
14  Sácame del fango;
no permitas que me hunda.
Líbrame de los que me odian,
y de las aguas profundas.
15  No dejes que me arrastre la corriente;
no permitas que me trague el abismo,
ni que el foso cierre sus fauces sobre mí.
16  Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor;
por tu gran compasión, vuélvete a mí.
17  No escondas tu rostro de este siervo tuyo;
respóndeme pronto, que estoy angustiado.
18  Ven a mi lado, y rescátame;
redímeme, por causa de mis enemigos.

19  Tú bien sabes cómo me insultan,
me avergüenzan y denigran;
sabes quiénes son mis adversarios.
20  Los insultos me han destrozado el corazón;
para mí ya no hay remedio.
Busqué compasión, y no la hubo;
busqué consuelo, y no lo hallé.
21  En mi comida pusieron hiel;
para calmar mi sed me dieron vinagre.

22  Que se conviertan en trampa sus banquetes,
y su prosperidad en lazo.
23  Que se les nublen los ojos, para que no vean;
y que sus fuerzas flaqueen para siempre.
24  Descarga tu furia sobre ellos;
que tu ardiente ira los alcance.
25  Quédense desiertos sus campamentos,
y deshabitadas sus tiendas de campaña.
26  Pues al que has afligido lo persiguen,
y se burlan del dolor del que has herido.
27  Añade a sus pecados más pecados;
no los hagas partícipes de tu *salvación.
28  Que sean borrados del libro de la vida;
que no queden inscritos con los justos.

29  Y a mí, que estoy pobre y adolorido,
que me proteja, oh Dios, tu *salvación.
30  Con cánticos alabaré el *nombre de Dios;
con acción de gracias lo exaltaré.
31  Esa ofrenda agradará más al Señor
que la de un toro o un novillo
con sus cuernos y pezuñas.
32  Los pobres verán esto y se alegrarán;
¡reanímense ustedes, los que buscan a Dios!
33  Porque el Señor oye a los necesitados,
y no desdeña a su pueblo cautivo.

34  Que lo alaben los cielos y la tierra,
los mares y todo lo que se mueve en ellos,
35  porque Dios salvará a *Sión
y reconstruirá las ciudades de Judá.


Allí se establecerá el pueblo
y tomará posesión de la tierra.
36  La heredarán los hijos de sus siervos;
la habitarán los que aman al Señor.

Salmos 70


Al director musical. Petición de David.

1  Apresúrate, oh Dios, a rescatarme;
¡apresúrate, Señor, a socorrerme!
2  Que sean avergonzados y confundidos
los que procuran matarme.


Que retrocedan humillados
todos los que desean mi ruina.
3  Que vuelvan sobre sus pasos, avergonzados,
todos los que se burlan de mí.
4  Pero que todos los que te buscan
se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu *salvación digan siempre:
"¡Sea Dios exaltado!"

5  Yo soy pobre y estoy necesitado;
¡ven pronto a mí, oh Dios!
Tú eres mi socorro y mi libertador;
¡no te demores, Señor!

Salmos 71

1  En ti, Señor, me he refugiado;
jamás me dejes quedar en vergüenza.
2  Por tu justicia, rescátame y líbrame;
dígnate escucharme, y sálvame.
3  Sé tú mi *roca de refugio
adonde pueda yo siempre acudir;
da la orden de salvarme,
porque tú eres mi roca, mi fortaleza.
4  Líbrame, Dios mío, de manos de los impíos,
del poder de los malvados y violentos.

5  Tú, Soberano Señor, has sido mi esperanza;
en ti he confiado desde mi juventud.
6  De ti he dependido desde que nací;
del vientre materno me hiciste nacer.
¡Por siempre te alabaré!
7  Para muchos, soy motivo de asombro,
pero tú eres mi refugio inconmovible.
8  Mi boca rebosa de alabanzas a tu *nombre,
y todo el día proclama tu grandeza.

9  No me rechaces cuando llegue a viejo;
no me abandones cuando me falten las fuerzas.
10  Porque mis enemigos murmuran contra mí;
los que me acechan se confabulan.
11  Y dicen: "¡Dios lo ha abandonado!
¡Persíganlo y agárrenlo, que nadie lo rescatará!"
12  Dios mío, no te alejes de mí;
Dios mío, ven pronto a ayudarme.
13  Que perezcan humillados mis acusadores;
que se cubran de oprobio y de ignominia
los que buscan mi ruina.

14  Pero yo siempre tendré esperanza,
y más y más te alabaré.
15  Todo el día proclamará mi boca
tu justicia y tu *salvación,
aunque es algo que no alcanzo a descifrar.
16  Soberano Señor, relataré tus obras poderosas,
y haré memoria de tu justicia,
de tu justicia solamente.
17  Tú, oh Dios, me enseñaste desde mi juventud,
y aún hoy anuncio todos tus prodigios.
18  Aun cuando sea yo anciano y peine canas,
no me abandones, oh Dios,
hasta que anuncie tu poder
a la generación venidera,
y dé a conocer tus proezas
a los que aún no han nacido.

19  Oh Dios, tú has hecho grandes cosas;
tu justicia llega a las alturas.
¿Quién como tú, oh Dios?
20  Me has hecho pasar por muchos infortunios,
pero volverás a darme vida;
de las profundidades de la tierra
volverás a levantarme.
21  Acrecentarás mi honor
y volverás a consolarme.

22  Por tu fidelidad, Dios mío,
te alabaré con instrumentos de cuerda;
te cantaré, oh Santo de Israel,
salmos con la lira.
23  Gritarán de júbilo mis labios
cuando yo te cante salmos,
pues me has salvado la vida.
24  Todo el día repetirá mi lengua
la historia de tus justas acciones,
pues quienes buscaban mi mal
han quedado confundidos y avergonzados.

Salmos 72


De Salomón.

1  Oh Dios, otorga tu justicia al rey,
tu rectitud al príncipe heredero.
2  Así juzgará con rectitud a tu pueblo
y hará justicia a tus pobres.
3  Brindarán los montes *bienestar al pueblo,
y fruto de justicia las colinas.
4  El rey hará justicia a los pobres del pueblo
y salvará a los necesitados;
¡él aplastará a los opresores!

5  Que viva el rey[1] por mil generaciones,
lo mismo que el sol y que la luna.
6  Que sea como la lluvia sobre un campo sembrado,
como las lluvias que empapan la tierra.
7  Que en sus días florezca la justicia,
y que haya gran prosperidad,
hasta que la luna deje de existir.

8  Que domine el rey de mar a mar,
desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra.
9  Que se postren ante él las tribus del desierto;
¡que muerdan el polvo sus enemigos!
10  Que le paguen tributo los reyes de Tarsis
y de las costas remotas;
que los reyes de Sabá y de Seba
le traigan presentes.
11  Que ante él se inclinen todos los reyes;
¡que le sirvan todas las naciones!

12  Él librará al indigente que pide auxilio,
y al pobre que no tiene quien lo ayude.
13  Se compadecerá del desvalido y del necesitado,
y a los menesterosos les salvará la vida.
14  Los librará de la opresión y la violencia,
porque considera valiosa su vida.

15  ¡Que viva el rey!
¡Que se le entregue el oro de Sabá!
Que se ore por él sin cesar;
que todos los días se le bendiga.
16  Que abunde el trigo en toda la tierra;
que ondeen los trigales en la cumbre de los montes.
Que el grano se dé como en el Líbano;
que abunden las gavillas[2] como la hierba del campo.

17  Que su *nombre perdure para siempre;
que su fama permanezca como el sol.


Que en su nombre las naciones
se bendigan unas a otras;
que todas ellas lo proclamen *dichoso.

18  Bendito sea Dios el Señor,
el Dios de Israel,
el único que hace obras portentosas.
19  Bendito sea por siempre su glorioso nombre;
¡que toda la tierra se llene de su gloria!

Amén y amén.

20  Aquí terminan las oraciones de David hijo de Isaí.

                         NOTAS:

1. 72:5 Que viva el rey (véase LXX); Te temerán (TM).
2. 72:16 que abunden las gavillas. Alt. que de la ciudad nazca gente.

Salmos 73


LIBRO III



Salmos 73-89



Salmo de Asaf.

1  En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel,
con los puros de corazón!
2  Yo estuve a punto de caer,
y poco me faltó para que resbalara.
3  Sentí envidia de los arrogantes,
al ver la prosperidad de esos malvados.

4  Ellos no tienen ningún problema;
su cuerpo está fuerte y saludable.[1]
5  Libres están de los afanes de todos;
no les afectan los infortunios humanos.
6  Por eso lucen su orgullo como un collar,
y hacen gala de su violencia.
7  ¡Están que revientan de malicia,
y hasta se les ven sus malas intenciones!
8  Son burlones, hablan con doblez,
y arrogantes oprimen y amenazan.
9  Con la boca increpan al cielo,
con la lengua dominan la tierra.
10  Por eso la gente acude a ellos
y cree todo lo que afirman.
11  Hasta dicen: "¿Cómo puede Dios saberlo?
¿Acaso el *Altísimo tiene entendimiento?"

12  Así son los impíos;
sin afanarse, aumentan sus riquezas.

13  En verdad, ¿de qué me sirve
mantener mi corazón limpio
y mis manos lavadas en la inocencia,
14  si todo el día me golpean
y de mañana me castigan?

15  Si hubiera dicho: "Voy a hablar como ellos",
habría traicionado a tu linaje.
16  Cuando traté de comprender todo esto,
me resultó una carga insoportable,
17  hasta que entré en el santuario de Dios;
allí comprendí cuál será el destino de los malvados:
18  En verdad, los has puesto en terreno resbaladizo,
y los empujas a su propia destrucción.
19  ¡En un instante serán destruidos,
totalmente consumidos por el terror!
20  Como quien despierta de un sueño,
así, *Señor, cuando tú te levantes,
desecharás su falsa apariencia.

21  Se me afligía el corazón
y se me amargaba el ánimo
22  por mi *necedad e ignorancia.
¡Me porté contigo como una bestia!
23  Pero yo siempre estoy contigo,
pues tú me sostienes de la mano derecha.
24  Me guías con tu consejo,
y más tarde me acogerás en gloria.
25  ¿A quién tengo en el cielo sino a ti?
Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra.
26  Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu,[2]
pero Dios fortalece[3] mi corazón;
él es mi herencia eterna.

27  Perecerán los que se alejen de ti;
tú destruyes a los que te son infieles.
28  Para mí el bien es estar cerca de Dios.


He hecho del Señor Soberano mi refugio
para contar todas sus obras.

                         NOTAS:

1. 73:4 no tienen ningún problema; / su cuerpo está fuerte y saludable. Alt. no tienen lucha alguna ante su muerte; / su cuerpo está saludable.
2. 73:26 espíritu. Lit. corazón.
3. 73:26 fortalece. Lit. es la roca de.

Salmos 74


*Masquil de Asaf.

1  ¿Por qué, oh Dios,
nos has rechazado para siempre?
¿Por qué se ha encendido tu ira
contra las ovejas de tu prado?
2  Acuérdate del pueblo que adquiriste
desde tiempos antiguos,
de la tribu que redimiste
para que fuera tu posesión.
Acuérdate de este monte *Sión,
que es donde tú habitas.
3  Dirige tus pasos hacia estas ruinas eternas;
¡todo en el santuario lo ha destruido el enemigo!
4  Tus adversarios rugen en el lugar de tus asambleas
y plantan sus banderas en señal de victoria.
5  Parecen leñadores en el bosque,
talando árboles con sus hachas.
6  Con sus hachas y martillos
destrozaron todos los adornos de madera.
7  Prendieron fuego a tu santuario;
profanaron el lugar donde habitas.
8  En su corazón dijeron: "¡Los haremos polvo!",
y quemaron en el país todos tus santuarios.
9  Ya no vemos ondear nuestras banderas;
ya no hay ningún profeta,
y ni siquiera sabemos
hasta cuándo durará todo esto.

10  ¿Hasta cuándo, oh Dios, se burlará el adversario?
¿Por siempre insultará tu nombre el enemigo?
11  ¿Por qué retraes tu mano, tu mano derecha?
¿Por qué te quedas cruzado de brazos?

12  Tú, oh Dios, eres mi rey desde tiempos antiguos;
tú traes *salvación sobre la tierra.
13  Tú dividiste el mar con tu poder;
les rompiste la cabeza a los monstruos marinos.
14  Tú aplastaste las cabezas de *Leviatán
y lo diste por comida a las jaurías del desierto.
15  Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos;
secaste ríos de inagotables corrientes.
16  Tuyo es el día, tuya también la noche;
tú estableciste la luna y el sol;
17  trazaste los límites de la tierra,
y creaste el verano y el invierno.

18  Recuerda, Señor, que tu enemigo se burla,
y que un pueblo insensato ofende tu nombre.
19  No entregues a las fieras
la vida de tu tórtola;
no te olvides, ni ahora ni nunca,
de la vida de tus pobres.
20  Toma en cuenta tu *pacto,
pues en todos los rincones del país
abunda la violencia.
21  Que no vuelva humillado el oprimido;
que alaben tu nombre el pobre y el necesitado.

22  Levántate, oh Dios, y defiende tu causa;
recuerda que a todas horas te ofenden los *necios.
23  No pases por alto el griterío de tus adversarios,
el creciente tumulto de tus enemigos.

Salmos 75


Al director musical. Sígase la tonada de "No destruyas". Salmo de Asaf. Cántico.

1  Te damos gracias, oh Dios,
te damos gracias e invocamos[1] tu *nombre;
¡todos hablan de tus obras portentosas!

2  Tú dices: "Cuando yo lo decida,
juzgaré con justicia.
3  Cuando se estremece la tierra
con todos sus habitantes,
soy yo quien afirma sus columnas."
*Selah

4  "No sean altaneros", digo a los altivos;
"No sean soberbios", ordeno a los impíos;
5  "No hagan gala de soberbia contra el cielo,
ni hablen con aires de suficiencia."

6  La exaltación no viene del oriente,
ni del occidente ni del sur,
7  sino que es Dios el que juzga:
a unos humilla y a otros exalta.
8  En la mano del Señor hay una copa
de espumante vino mezclado con especias;
cuando él lo derrame, todos los impíos de la tierra
habrán de beberlo hasta las heces.
9  Yo hablaré de esto siempre;
cantaré salmos al Dios de Jacob.
10  Aniquilaré la altivez de todos los impíos,
y exaltaré el poder de los justos.

                         NOTAS:

1. 75:1 e invocamos (LXX y Siríaca); y cercano está (TM).

Salmos 76


Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Salmo de Asaf. Cántico.

1  Dios es conocido en Judá;
su *nombre es exaltado en Israel.
2  En *Salén se halla su santuario;
en *Sión está su morada.
3  Allí hizo pedazos las centelleantes saetas,
los escudos, las espadas, las armas de guerra.
*Selah

4  Estás rodeado de esplendor;
eres más imponente que las montañas eternas.[1]
5  Los valientes yacen ahora despojados;
han caído en el sopor de la muerte.


Ninguno de esos hombres aguerridos
volverá a levantar sus manos.
6  Cuando tú, Dios de Jacob, los reprendiste,
quedaron pasmados jinetes y corceles.
7  Tú, y sólo tú, eres de temer.
¿Quién puede hacerte frente
cuando se enciende tu enojo?
8  Desde el cielo diste a conocer tu veredicto;
la tierra, temerosa, guardó silencio
9  cuando tú, oh Dios, te levantaste para juzgar,
para salvar a los pobres de la tierra.


Selah

10  La furia de Edom se vuelve tu alabanza;
lo que aún queda de Jamat se vuelve tu corona.[2]
11  Hagan votos al Señor su Dios, y cúmplanlos;
que todos los países vecinos
paguen tributo al Dios temible,
12  al que acaba con el valor de los gobernantes,
¡al que es temido por los reyes de la tierra!

                         NOTAS:

1. 76:4 montañas eternas (LXX); montañas donde hay presa (TM).
2. 76:10 La furia ... tu corona (lectura probable); La furia del hombre te alabará, porque los sobrevivientes al castigo te harán fiesta (TM).

Salmos 77


Al director musical. Para Jedutún. Salmo de Asaf.

1  A Dios elevo mi voz suplicante;
a Dios elevo mi voz para que me escuche.
2  Cuando estoy angustiado, recurro al *Señor;
sin cesar elevo mis manos por las noches,
pero me niego a recibir consuelo.
3  Me acuerdo de Dios, y me lamento;
medito en él, y desfallezco.
*Selah
4  No me dejas conciliar el sueño;
tan turbado estoy que ni hablar puedo.
5  Me pongo a pensar en los tiempos de antaño;
de los años ya idos 6  me acuerdo.
Mi corazón reflexiona por las noches;[1]
mi espíritu medita e inquiere:
7  "¿Nos rechazará el Señor para siempre?
¿No volverá a mostrarnos su buena voluntad?
8  ¿Se habrá agotado su gran amor eterno,
y sus promesas por todas las generaciones?
9  ¿Se habrá olvidado Dios de sus bondades,
y en su enojo ya no quiere tenernos compasión?"


Selah

10  Y me pongo a pensar: "Esto es lo que me duele:
que haya cambiado la diestra del *Altísimo."
11  Prefiero recordar las hazañas del Señor,
traer a la memoria sus milagros de antaño.
12  Meditaré en todas tus proezas;
evocaré tus obras poderosas.

13  Santos, oh Dios, son tus *caminos;
¿qué dios hay tan excelso como nuestro Dios?
14  Tú eres el Dios que realiza maravillas;
el que despliega su poder entre los pueblos.
15  Con tu brazo poderoso redimiste a tu pueblo,
a los descendientes de Jacob y de José.


Selah

16  Las aguas te vieron, oh Dios,
las aguas te vieron y se agitaron;
el propio abismo se estremeció con violencia.
17  Derramaron su lluvia las nubes;
retumbaron con estruendo los cielos;
rasgaron el espacio tus centellas.
18  Tu estruendo retumbó en el torbellino
y tus relámpagos iluminaron el mundo;
la tierra se estremeció con temblores.
19  Te abriste camino en el mar;
te hiciste paso entre las muchas aguas,
y no se hallaron tus huellas.
20  Por medio de Moisés y de Aarón
guiaste como un rebaño a tu pueblo.

                         NOTAS:

1. 77:6 me acuerdo. / Mi ... las noches (LXX); Me acuerdo de mi cántico por las noches con mi corazón (TM).

Salmos 78


*Masquil de Asaf.

1  Pueblo mío, atiende a mi *enseñanza;
presta oído a las palabras de mi boca.
2  Mis labios pronunciarán *parábolas
y evocarán misterios de antaño,
3  cosas que hemos oído y conocido,
y que nuestros padres nos han contado.
4  No las esconderemos de sus descendientes;
hablaremos a la generación venidera
del poder del Señor, de sus proezas,
y de las maravillas que ha realizado.
5  Él promulgó un decreto para Jacob,
dictó una *ley para Israel;
ordenó a nuestros antepasados
enseñarlos a sus descendientes,
6  para que los conocieran las generaciones venideras
y los hijos que habrían de nacer,
que a su vez los enseñarían a sus hijos.
7  Así ellos pondrían su confianza en Dios
y no se olvidarían de sus proezas,
sino que cumplirían sus mandamientos.
8  Así no serían como sus antepasados:
generación obstinada y rebelde,
gente de corazón fluctuante,
cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.
9  La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros,
se puso en fuga el día de la batalla.

10  No cumplieron con el *pacto de Dios,
sino que se negaron a seguir sus enseñanzas.
11  Echaron al olvido sus proezas,
las maravillas que les había mostrado,
12  los milagros que hizo a la vista de sus padres
en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.
13  Partió el mar en dos para que ellos lo cruzaran,
mientras mantenía las aguas firmes como un muro.
14  De día los guió con una nube,
y toda la noche con luz de fuego.
15  En el desierto partió en dos las rocas,
y les dio a beber torrentes de aguas;
16  hizo que brotaran arroyos de la peña
y que las aguas fluyeran como ríos.

17  Pero ellos volvieron a pecar contra él;
en el desierto se rebelaron contra el *Altísimo.
18  Con toda intención pusieron a Dios a prueba,
y le exigieron comida a su antojo.
19  Murmuraron contra Dios, y aun dijeron:
"¿Podrá Dios tendernos una mesa en el desierto?
20  Cuando golpeó la roca,
el agua brotó en torrentes;
pero ¿podrá también darnos de comer?,
¿podrá proveerle carne a su pueblo?"
21  Cuando el Señor oyó esto, se puso muy furioso;
su enojo se encendió contra Jacob,
su ira ardió contra Israel.
22  Porque no confiaron en Dios,
ni creyeron que él los salvaría.
23  Desde lo alto dio una orden a las nubes,
y se abrieron las puertas de los cielos.
24  Hizo que les lloviera maná, para que comieran;
pan del cielo les dio a comer.
25  Todos ellos comieron pan de ángeles;
Dios les envió comida hasta saciarlos.
26  Desató desde el cielo el viento solano,
y con su poder levantó el viento del sur.
27  Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne;
¡nubes de pájaros, como la arena del mar!
28  Los hizo caer en medio de su campamento
y en los alrededores de sus tiendas.
29  Comieron y se hartaron,
pues Dios les cumplió su capricho.
30  Pero el capricho no les duró mucho:
aún tenían la comida en la boca
31  cuando el enojo de Dios vino sobre ellos:
dio muerte a sus hombres más robustos;
abatió a la flor y nata de Israel.

32  A pesar de todo, siguieron pecando
y no creyeron en sus maravillas.
33  Por tanto, Dios hizo que sus días
se esfumaran como un suspiro,
que sus años acabaran en medio del terror.
34  Si Dios los castigaba, entonces lo buscaban,
y con ansias se volvían de nuevo a él.
35  Se acordaban de que Dios era su *roca,
de que el Dios Altísimo era su redentor.
36  Pero entonces lo halagaban con la boca,
y le mentían con la lengua.
37  No fue su corazón sincero para con Dios;
no fueron fieles a su pacto.
38  Sin embargo, él les tuvo compasión;
les perdonó su maldad y no los destruyó.
Una y otra vez contuvo su enojo,
y no se dejó llevar del todo por la ira.
39  Se acordó de que eran simples *mortales,
un efímero suspiro que jamás regresa.

40  ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,
y lo entristecieron en los páramos!
41  Una y otra vez ponían a Dios a prueba;
provocaban al Santo de Israel.
42  Jamás se acordaron de su poder,
de cuando los rescató del opresor,
43  ni de sus señales milagrosas en Egipto,
ni de sus portentos en la región de Zoán,
44  cuando convirtió en sangre los ríos egipcios
y no pudieron ellos beber de sus arroyos;
45  cuando les envió tábanos que se los devoraban,
y ranas que los destruían;
46  cuando entregó sus cosechas a los saltamontes,
y sus sembrados a la langosta;
47  cuando con granizo destruyó sus viñas,
y con escarcha sus higueras;
48  cuando entregó su ganado al granizo,
y sus rebaños a las centellas;
49  cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira,
de su furor, indignación y hostilidad:
¡todo un ejército de ángeles destructores!
50  Dio rienda suelta a su enojo
y no los libró de la muerte,
sino que los entregó a la plaga.
51  Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto,
a las primicias de su raza en los campamentos de Cam.
52  A su pueblo lo guió como a un rebaño;
los llevó por el desierto, como a ovejas,
53  infundiéndoles confianza para que no temieran.
Pero a sus enemigos se los tragó el mar.

54  Trajo a su pueblo a esta su tierra santa,
a estas montañas que su diestra conquistó.
55  Al paso de los israelitas expulsó naciones,
cuyas tierras dio a su pueblo en heredad;
¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

56  Pero ellos pusieron a prueba a Dios:
se rebelaron contra el *Altísimo
y desobedecieron sus *estatutos.
57  Fueron desleales y traidores, como sus padres;
¡tan falsos como un arco defectuoso!
58  Lo irritaron con sus santuarios paganos;
con sus ídolos despertaron sus celos.
59  Dios lo supo y se puso muy furioso,
por lo que rechazó completamente a Israel.
60  Abandonó el tabernáculo de Siló,
que era su santuario aquí en la tierra,
61  y dejó que el símbolo de su poder y gloria
cayera cautivo en manos enemigas.
62  Tan furioso estaba contra su pueblo
que dejó que los mataran a filo de espada.
63  A sus jóvenes los consumió el fuego,
y no hubo cantos nupciales para sus doncellas;
64  a filo de espada cayeron sus sacerdotes,
y sus viudas no pudieron hacerles duelo.

65  Despertó entonces el Señor,
como quien despierta de un sueño,
como un guerrero que, por causa del vino,
lanza gritos desaforados.
66  Hizo retroceder a sus enemigos,
y los puso en vergüenza para siempre.
67  Rechazó a los descendientes[1] de José,
y no escogió a la tribu de Efraín;
68  más bien, escogió a la tribu de Judá
y al monte *Sión, al cual ama.
69  Construyó su santuario, alto como los cielos,[2]
como la tierra, que él afirmó para siempre.
70  Escogió a su siervo David,
al que sacó de los apriscos de las ovejas,
71  y lo quitó de andar arreando los rebaños
para que fuera el *pastor de Jacob, su pueblo;
el pastor de Israel, su herencia.
72  Y David los pastoreó con corazón sincero;
con mano experta los dirigió.

                         NOTAS:

1. 78:67 los descendientes. Lit. las tiendas (de campaña).
2. 78:69 santuario, alto como los cielos. Lit. santuario como las alturas.

Salmos 79


Salmo de Asaf.

1  Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia;
han profanado tu santo templo,
han dejado en ruinas a Jerusalén.
2  Han entregado los cadáveres de tus siervos
como alimento de las aves del cielo;
han destinado los cuerpos de tus fieles
para comida de los animales salvajes.
3  Por toda Jerusalén han derramado su sangre,
como si derramaran agua,
y no hay quien entierre a los muertos.
4  Nuestros vecinos hacen mofa de nosotros;
somos blanco de las burlas de quienes nos rodean.

5  ¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar enojado para siempre?
¿Arderá tu celo como el fuego?
6  ¡Enójate con las naciones que no te reconocen,
con los reinos que no invocan tu *nombre!
7  Porque a Jacob se lo han devorado,
y al país lo han dejado en ruinas.
8  No nos tomes en cuenta los pecados de ayer;
¡venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro,
porque estamos totalmente abatidos!

9  Oh Dios y salvador nuestro,
por la gloria de tu nombre, ayúdanos;
por tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados.

10  ¿Por qué van a decir las naciones:
"¿Dónde está su Dios?"
Permítenos ver, y muéstrales a los pueblos paganos
cómo tomas venganza de la sangre de tus siervos.
11  Que lleguen a tu presencia
los gemidos de los cautivos,
y por la fuerza de tu brazo
salva a los condenados a muerte.

12  Señor, haz que sientan nuestros vecinos,
siete veces y en carne propia,
el oprobio que han lanzado contra ti.
13  Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado,
te alabaremos por siempre;
de generación en generación
cantaremos tus alabanzas.

Salmos 80


Al director musical. Sígase la tonada de "Los lirios del *pacto". Salmo de Asaf.

1  *Pastor de Israel,
tú que guías a José como a un rebaño,
tú que reinas entre los *querubines,
¡escúchanos!
¡Resplandece 2  delante de Efraín, Benjamín y Manasés!
¡Muestra tu poder, y ven a salvarnos!

3  Restáuranos, oh Dios;
haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
y sálvanos.

4  ¿Hasta cuándo, Señor, Dios *Todopoderoso,
arderá tu ira contra las oraciones de tu pueblo?
5  Por comida, le has dado pan de lágrimas;
por bebida, lágrimas en abundancia.
6  Nos has hecho motivo de contienda
para nuestros vecinos;
nuestros enemigos se burlan de nosotros.

7  Restáuranos, oh Dios Todopoderoso;
haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
y sálvanos.

8  De Egipto trajiste una vid;
expulsaste a los pueblos paganos, y la plantaste.
9  Le limpiaste el terreno,
y ella echó raíces y llenó la tierra.
10  Su sombra se extendía hasta las montañas,
su follaje cubría los más altos cedros.
11  Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo
y sus renuevos hasta el Éufrates.

12  ¿Por qué has derribado sus muros?
¡Todos los que pasan le arrancan uvas!
13  Los jabalíes del bosque la destruyen,
los animales salvajes la devoran.
14  ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios Todopoderoso!
¡Asómate a vernos desde el cielo
y brinda tus cuidados a esta vid!
15  ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra!
¡Es el vástago que has criado para ti!

16  Tu vid está derribada, quemada por el fuego;
a tu reprensión perece tu pueblo.[1]
17  Bríndale tu apoyo al *hombre de tu diestra,
al *ser humano[2] que para ti has criado.
18  Nosotros no nos apartaremos de ti;
reavívanos, e invocaremos tu *nombre.

19  Restáuranos, Señor, Dios Todopoderoso;
haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
y sálvanos.

                         NOTAS:

1. 80:16 Tu vid ... tu pueblo (lectura probable); Haz que perezcan, a tu reprensión, / los que la queman y destruyen (TM).
2. 80:17 ser humano. Lit. hijo de hombre.

Salmos 81


Al director musical. Sígase la tonada de "La canción del lagar". Salmo de Asaf.

1  Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza;
¡aclamen con regocijo al Dios de Jacob!
2  ¡Entonen salmos!
¡Toquen ya la pandereta,
la lira y el arpa melodiosa!

3  Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva,
y en la luna llena, día de nuestra fiesta.
4  Éste es un decreto para Israel,
una ordenanza del Dios de Jacob.
5  Lo estableció como un *pacto con José
cuando salió de la tierra de Egipto.

Escucho un idioma que no entiendo:
6  "Te he quitado la carga de los hombros;
tus manos se han librado del pesado cesto.
7  En tu angustia me llamaste, y te libré;
oculto en el nubarrón te respondí;
en las aguas de Meribá te puse a prueba.
*Selah

8  "Escucha, pueblo mío, mis advertencias;
¡ay Israel, si tan sólo me escucharas!
9  No tendrás ningún dios extranjero,
ni te inclinarás ante ningún dios extraño.
10  Yo soy el Señor tu Dios,
que te sacó de la tierra de Egipto.
Abre bien la boca, y te la llenaré.

11  "Pero mi pueblo no me escuchó;
Israel no quiso hacerme caso.
12  Por eso los abandoné a su obstinada voluntad,
para que actuaran como mejor les pareciera.

13  "Si mi pueblo tan sólo me escuchara,
si Israel quisiera andar por mis *caminos,
14  ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos,
y volvería mi mano contra sus adversarios!
15  Los que aborrecen al Señor se rendirían ante él,
pero serían eternamente castigados.
16  Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo;
con miel de la peña te saciaría."

Salmos 82


Salmo de Asaf.

1  Dios preside el consejo celestial;
entre los dioses dicta sentencia:

2  "¿Hasta cuándo defenderán la injusticia
y favorecerán a los impíos?
*Selah
3  Defiendan la causa del huérfano y del desvalido;
al pobre y al oprimido háganles justicia.
4  Salven al menesteroso y al necesitado;
líbrenlos de la mano de los impíos.

5  "Ellos no saben nada, no entienden nada.
Deambulan en la oscuridad;
se estremecen todos los cimientos de la tierra.

6  "Yo les he dicho: Ustedes son dioses;
todos ustedes son hijos del *Altísimo.
7  Pero morirán como cualquier *mortal;
caerán como cualquier otro gobernante."

8  Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra,
pues tuyas son todas las naciones.

Salmos 83


Cántico. Salmo de Asaf.

1  Oh Dios, no guardes silencio;
no te quedes, oh Dios, callado e impasible.
2  Mira cómo se alborotan tus enemigos,
cómo te desafían los que te odian.
3  Con astucia conspiran contra tu pueblo;
conspiran contra aquellos a quienes tú estimas.
4  Y dicen: "¡Vengan, destruyamos su nación!
¡Que el *nombre de Israel no vuelva a recordarse!"

5  Como un solo hombre se confabulan;
han hecho un *pacto contra ti:
6  los campamentos de Edom y de Ismael,
los de Moab y de Agar,
7  Guebal,[1] Amón y Amalec,
los de Filistea y los habitantes de Tiro.
8  ¡Hasta Asiria se les ha unido;
ha apoyado a los descendientes de Lot!
*Selah

9  Haz con ellos como hiciste con Madián,
como hiciste con Sísara y Jabín en el río Quisón,
10  los cuales perecieron en Endor
y quedaron en la tierra, como estiércol.
11  Haz con sus nobles
como hiciste con Oreb y con Zeb;
haz con todos sus príncipes
como hiciste con Zeba y con Zalmuna,
12  que decían: "Vamos a adueñarnos
de los pastizales de Dios."

13  Hazlos rodar como zarzas, Dios mío;
¡como paja que se lleva el viento!
14  Y así como el fuego consume los bosques
y las llamas incendian las montañas,
15  así persíguelos con tus tormentas
y aterrorízalos con tus tempestades.
16  Señor, cúbreles el rostro de ignominia,
para que busquen tu nombre.

17  Que sean siempre puestos en vergüenza;
que perezcan humillados.
18  Que sepan que tú eres el Señor,
que ése es tu nombre;
que sepan que sólo tú eres el *Altísimo
sobre toda la tierra.

                         NOTAS:

1. 83:7 Guebal. Es decir, Biblos.

Salmos 84


Al director musical. Sígase la tonada de "La canción del lagar". Salmo de los hijos de Coré.

1  ¡Cuán hermosas son tus moradas,
Señor *Todopoderoso!
2  Anhelo con el *alma los atrios del Señor;
casi agonizo por estar en ellos.
Con el corazón, con todo el cuerpo,
canto alegre al Dios de la vida.

3  Señor Todopoderoso, rey mío y Dios mío,
aun el gorrión halla casa cerca de tus altares;
también la golondrina hace allí su nido,
para poner sus polluelos.

4  *Dichoso el que habita en tu templo,
pues siempre te está alabando.
*Selah
5  Dichoso el que tiene en ti su fortaleza,
que sólo piensa en recorrer tus sendas.
6  Cuando pasa por el valle de las Lágrimas
lo convierte en región de manantiales;
también las lluvias tempranas
cubren de bendiciones el valle.
7  Según avanzan los peregrinos, cobran más fuerzas,
y en *Sión se presentan ante el Dios de dioses.

8  Oye mi oración, Señor, Dios Todopoderoso;
escúchame, Dios de Jacob.


Selah

9  Oh Dios, escudo nuestro,
pon sobre tu ungido tus ojos bondadosos.

10  Vale más pasar un día en tus atrios
que mil fuera de ellos;
prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios
que habitar entre los impíos.

11  El Señor es sol y escudo;
Dios nos concede honor y gloria.


El Señor brinda generosamente su bondad
a los que se conducen sin tacha.

12  Señor Todopoderoso,
¡dichosos los que en ti confían!

Salmos 85


Al director musical. Salmo de los hijos de Coré.

1  Señor, tú has sido bondadoso con esta tierra tuya
al restaurar[1] a Jacob;
2  perdonaste la iniquidad de tu pueblo
y cubriste todos sus pecados; 3

*Selah
 depusiste por completo tu enojo,
y contuviste el ardor de tu ira.

4  Restáuranos una vez más, Dios y salvador nuestro;
pon fin a tu disgusto con nosotros.
5  ¿Vas a estar enojado con nosotros para siempre?
¿Vas a seguir eternamente airado?
6  ¿No volverás a darnos nueva vida,
para que tu pueblo se alegre en ti?
7  Muéstranos, Señor, tu amor inagotable,
y concédenos tu *salvación.

8  Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice:
él promete *paz a su pueblo y a sus fieles,
siempre y cuando no se vuelvan a la *necedad.[2]
9  Muy cercano está para salvar a los que le temen,
para establecer su gloria en nuestra tierra.

10  El amor y la verdad se encontrarán;
se besarán la paz y la justicia.
11  De la tierra brotará la verdad,
y desde el cielo se asomará la justicia.
12  El Señor mismo nos dará bienestar,
y nuestra tierra rendirá su fruto.
13  La justicia será su heraldo
y le preparará el camino.

                         NOTAS:

1. 85:1 al restaurar. Alt. al hacer volver de la cautividad.
2. 85:8 siempre y cuando ... necedad. Lit. y a los que se vuelven de su necedad.

Salmos 86


Oración de David.

1  Atiéndeme, Señor; respóndeme,
pues pobre soy y estoy necesitado.
2  Presérvame la vida, pues te soy fiel.
Tú eres mi Dios, y en ti confío;
¡salva a tu siervo!
3  Compadécete, Señor, de mí,
porque a ti clamo todo el día.
4  Reconforta el espíritu de tu siervo,
porque a ti, Señor, elevo mi *alma.

5  Tú, Señor, eres bueno y perdonador;
grande es tu amor por todos los que te invocan.
6  Presta oído, Señor, a mi oración;
atiende a la voz de mi clamor.
7  En el día de mi angustia te invoco,
porque tú me respondes.

8  No hay, Señor, entre los dioses otro como tú,
ni hay obras semejantes a las tuyas.
9  Todas las naciones que has creado
vendrán, Señor, y ante ti se postrarán
y glorificarán tu *nombre.
10  Porque tú eres grande y haces maravillas;
¡sólo tú eres Dios!

11  Instrúyeme, Señor, en tu *camino
para conducirme con fidelidad.


Dame integridad de corazón
para temer tu nombre.
12  Señor mi Dios, con todo el corazón te alabaré,
y por siempre glorificaré tu nombre.
13  Porque grande es tu amor por mí:
me has librado de caer en el *sepulcro.

14  Gente altanera me ataca, oh Dios;
una banda de asesinos procura matarme.
¡Son gente que no te toma en cuenta!
15  Pero tú, Señor, eres Dios clemente y compasivo,
lento para la ira, y grande en amor y verdad.
16  Vuélvete hacia mí, y tenme compasión;
concédele tu fuerza a este siervo tuyo.
¡Salva a tu hijo fiel![1]
17  Dame una muestra de tu amor,
para que mis enemigos la vean y se avergüencen,
porque tú, Señor, me has brindado ayuda y consuelo.

                         NOTAS:

1. 86:16 a tu hijo fiel. Lit. al hijo de tu sierva.

Salmos 87


Salmo de los hijos de Coré. Cántico.

1  Los cimientos de la ciudad de Dios[1]
están en el santo monte.
2  El Señor ama las *entradas de *Sión
más que a todas las moradas de Jacob.
3  De ti, ciudad de Dios,
se dicen cosas gloriosas:
*Selah
4  "Entre los que me reconocen
puedo contar a *Rahab y a Babilonia,
a Filistea y a Tiro, lo mismo que a *Cus.
Se dice: Éste nació en Sión. "

5  De Sión se dirá, en efecto:
"Éste y aquél nacieron en ella.
El *Altísimo mismo la ha establecido."
6  El Señor anotará en el registro de los pueblos:
"Éste nació en Sión."


Selah

7  Y mientras cantan y bailan, dicen:
"En ti se hallan todos mis orígenes."[2]

                         NOTAS:

1. 87:1 Los cimientos de la ciudad de Dios. Lit. Los cimientos de él.
2. 87:7 todos mis orígenes. Lit. todas mis fuentes.

Salmos 88


Cántico. Salmo de los hijos de Coré. Al director musical. Según *majalat leannot. *Masquil de Hemán el ezraíta.

1  Señor, Dios de mi *salvación,
día y noche clamo en presencia tuya.
2  Que llegue ante ti mi oración;
dígnate escuchar mi súplica.

3  Tan colmado estoy de calamidades
que mi vida está al borde del *sepulcro.
4  Ya me cuentan entre los que bajan a la fosa;
parezco un guerrero desvalido.
5  Me han puesto aparte, entre los muertos;
parezco un cadáver que yace en el sepulcro,
de esos que tú ya no recuerdas,
porque fueron arrebatados de tu mano.

6  Me has echado en el foso más profundo,
en el más tenebroso de los abismos.
7  El peso de tu enojo ha recaído sobre mí;
me has abrumado con tus olas.
*Selah
8  Me has quitado a todos mis amigos
y ante ellos me has hecho aborrecible.
Estoy aprisionado y no puedo librarme;
9  los ojos se me nublan de tristeza.

Yo, Señor, te invoco cada día,
y hacia ti extiendo las manos.
10  ¿Acaso entre los muertos realizas maravillas?
¿Pueden los muertos levantarse a darte gracias?


Selah

11  ¿Acaso en el sepulcro se habla de tu amor,
y de tu fidelidad en el abismo destructor?[1]
12  ¿Acaso en las tinieblas se conocen tus maravillas,
o tu justicia en la tierra del olvido?

13  Yo, Señor, te ruego que me ayudes;
por la mañana busco tu presencia en oración.
14  ¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué escondes de mí tu rostro?

15  Yo he sufrido desde mi juventud;
muy cerca he estado de la muerte.


Me has enviado terribles sufrimientos
y ya no puedo más.
16  Tu ira se ha descargado sobre mí;
tus violentos ataques han acabado conmigo.
17  Todo el día me rodean como un océano;
me han cercado por completo.
18  Me has quitado amigos y seres queridos;
ahora sólo tengo amistad con las tinieblas.

                         NOTAS:

1. 88:11 abismo destructor. Lit. *abadón.

Salmos 89


*Masquil de Etán el ezraíta.

1  Oh Señor, por siempre cantaré
la grandeza de tu amor;
por todas las generaciones
proclamará mi boca tu fidelidad.
2  Declararé que tu amor permanece firme para siempre,
que has afirmado en el cielo tu fidelidad.

3  Dijiste: "He hecho un *pacto con mi escogido;
le he jurado a David mi siervo:
4  Estableceré tu dinastía para siempre,
y afirmaré tu trono por todas las generaciones. "
*Selah

5  Los cielos, Señor, celebran tus maravillas,
y tu fidelidad la asamblea de los santos.
6  ¿Quién en los cielos es comparable al Señor?
¿Quién como él entre los seres celestiales?
7  Dios es muy temido en la asamblea de los santos;
grande y portentoso sobre cuantos lo rodean.
8  ¿Quién como tú, Señor, Dios *Todopoderoso,
rodeado de poder y de fidelidad?

9  Tú gobiernas sobre el mar embravecido;
tú apaciguas sus encrespadas olas.
10  Aplastaste a *Rahab como a un cadáver;
con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos.
11  Tuyo es el cielo, y tuya la tierra;
tú fundaste el mundo y todo lo que contiene.
12  Por ti fueron creados el norte y el sur;
el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu *nombre.
13  Tu brazo es capaz de grandes proezas;
fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

14  La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono,
y tus heraldos, el amor y la verdad.
15  *Dichosos los que saben aclamarte, Señor,
y caminan a la luz de tu presencia;
16  los que todo el día se alegran en tu nombre
y se regocijan en tu justicia.
17  Porque tú eres su gloria y su poder;
por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza.[1]
18  Tú, Señor, eres nuestro escudo;
tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.

19  Una vez hablaste en una visión,
y le dijiste a tu pueblo fiel:
"Le he brindado mi ayuda a un valiente;
al mejor hombre del pueblo lo he exaltado.
20  He encontrado a David, mi siervo,
y lo he ungido con mi aceite santo.
21  Mi mano siempre lo sostendrá;
mi brazo lo fortalecerá.
22  Ningún enemigo lo someterá a tributo;
ningún inicuo lo oprimirá.
23  Aplastaré a quienes se le enfrenten
y derribaré a quienes lo aborrezcan.
24  La fidelidad de mi amor lo acompañará,
y por mi nombre será exaltada su fuerza.[2]
25  Le daré poder sobre el mar[3]
y dominio sobre los ríos.[4]
26  Él me dirá: Tú eres mi Padre,
mi Dios, la *roca de mi *salvación.
27  Yo le daré los derechos de primogenitura,
la primacía sobre los reyes de la tierra.
28  Mi amor por él será siempre constante,
y mi pacto con él se mantendrá fiel.
29  Afirmaré su dinastía y su trono
para siempre, mientras el cielo exista.

30  "Pero si sus hijos se apartan de mi *ley
y no viven según mis decretos,
31  si violan mis *estatutos
y no observan mis mandamientos,
32  con vara castigaré sus transgresiones
y con azotes su iniquidad.
33  Con todo, jamás le negaré mi amor,
ni mi fidelidad le faltará.
34  No violaré mi pacto
ni me retractaré de mis palabras.
35  Una sola vez he jurado por mi santidad,
y no voy a mentirle a David:
36  Su descendencia vivirá por siempre;
su trono durará como el sol en mi presencia.
37  Como la luna, fiel testigo en el cielo,
será establecido para siempre."


Selah

38  Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido;
te has enfurecido contra él en gran manera.
39  Has revocado el pacto con tu siervo;
has arrastrado por los suelos su corona.
40  Has derribado todas sus murallas
y dejado en ruinas sus fortalezas.
41  Todos los que pasan lo saquean;
¡es motivo de burla para sus vecinos!
42  Has exaltado el poder de sus adversarios
y llenado de gozo a sus enemigos.
43  Le has quitado el filo a su espada,
y no lo has apoyado en la batalla.
44  Has puesto fin a su esplendor
al derribar por tierra su trono.
45  Has acortado los días de su juventud;
lo has cubierto con un manto de vergüenza.


Selah

46  ¿Hasta cuándo, Señor, te seguirás escondiendo?
¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego?
47  ¡Recuerda cuán efímera es mi vida![5]
Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los *mortales?
48  ¿Quién hay que viva y no muera jamás,
o que pueda escapar del poder del *sepulcro?
49

Selah
 ¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño,
que en tu fidelidad juraste a David?
50  Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos;
que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.
51  Tus enemigos, Señor, nos ultrajan;
a cada paso ofenden a tu ungido.

52  ¡Bendito sea el Señor por siempre!
Amén y amén.

                         NOTAS:

1. 89:17 aumentas nuestra fuerza. Lit. levantas nuestro cuerno.
2. 89:24 su fuerza. Lit. su cuerno.
3. 89:25 el mar. Probable referencia al mar Mediterráneo.
4. 89:25 los ríos. Probable referencia a Mesopotamia.
5. 89:47 Véase 39:4.

Salmos 90


LIBRO IV



Salmos 90-106



Oración de Moisés, hombre de Dios.

1  *Señor, tú has sido nuestro refugio
generación tras generación.
2  Desde antes que nacieran los montes
y que crearas la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos
y hasta los tiempos postreros,
tú eres Dios.

3  Tú haces que los *hombres vuelvan al polvo,
cuando dices: "¡Vuélvanse al polvo, *mortales!"
4  Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó;
son como unas cuantas horas de la noche.
5  Arrasas a los mortales. Son como un sueño.
Nacen por la mañana, como la hierba
6  que al amanecer brota lozana
y por la noche ya está marchita y seca.

7  Tu ira en verdad nos consume,
tu indignación nos aterra.
8  Ante ti has puesto nuestras iniquidades;
a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos.
9  Por causa de tu ira se nos va la vida entera;
se esfuman nuestros años como un suspiro.
10  Algunos llegamos hasta los setenta años,
quizás alcancemos hasta los ochenta,
si las fuerzas nos acompañan.
Tantos años de vida,[1] sin embargo,
sólo traen pesadas cargas y calamidades:
pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.

11  ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo?
¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!
12  Enséñanos a contar bien nuestros días,
para que nuestro corazón adquiera sabiduría.

13  ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros?
¡Compadécete ya de tus siervos!
14  Sácianos de tu amor por la mañana,
y toda nuestra vida cantaremos de alegría.
15  Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir;
¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!
16  ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos,
y tu esplendor a sus descendientes!

17  Que el favor[2] del Señor nuestro Dios
esté sobre nosotros.
Confirma en nosotros la obra de nuestras manos;
sí, confirma la obra de nuestras manos.

                         NOTAS:

1. 90:10 Tantos años de vida. Lit. Su orgullo.
2. 90:17 Que el favor. Alt. Que la belleza.

(c) Salmos 90


LIBRO IV



Salmos 90-106



Oración de Moisés, hombre de Dios.

1  *Señor, tú has sido nuestro refugio
generación tras generación.
2  Desde antes que nacieran los montes
y que crearas la tierra y el mundo,
desde los tiempos antiguos
y hasta los tiempos postreros,
tú eres Dios.

3  Tú haces que los *hombres vuelvan al polvo,
cuando dices: "¡Vuélvanse al polvo, *mortales!"
4  Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó;
son como unas cuantas horas de la noche.
5  Arrasas a los mortales. Son como un sueño.
Nacen por la mañana, como la hierba
6  que al amanecer brota lozana
y por la noche ya está marchita y seca.

7  Tu ira en verdad nos consume,
tu indignación nos aterra.
8  Ante ti has puesto nuestras iniquidades;
a la luz de tu presencia, nuestros pecados secretos.
9  Por causa de tu ira se nos va la vida entera;
se esfuman nuestros años como un suspiro.
10  Algunos llegamos hasta los setenta años,
quizás alcancemos hasta los ochenta,
si las fuerzas nos acompañan.
Tantos años de vida,[1] sin embargo,
sólo traen pesadas cargas y calamidades:
pronto pasan, y con ellos pasamos nosotros.

11  ¿Quién puede comprender el furor de tu enojo?
¡Tu ira es tan grande como el temor que se te debe!
12  Enséñanos a contar bien nuestros días,
para que nuestro corazón adquiera sabiduría.

13  ¿Cuándo, Señor, te volverás hacia nosotros?
¡Compadécete ya de tus siervos!
14  Sácianos de tu amor por la mañana,
y toda nuestra vida cantaremos de alegría.
15  Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir;
¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!
16  ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos,
y tu esplendor a sus descendientes!

17  Que el favor[2] del Señor nuestro Dios
esté sobre nosotros.
Confirma en nosotros la obra de nuestras manos;
sí, confirma la obra de nuestras manos.

                         NOTAS:

1. 90:10 Tantos años de vida. Lit. Su orgullo.
2. 90:17 Que el favor. Alt. Que la belleza.

Salmos 91

1  El que habita al abrigo del *Altísimo
se acoge a la sombra del *Todopoderoso.
2  Yo le digo al Señor: "Tú eres mi refugio,
mi fortaleza, el Dios en quien confío."

3  Sólo él puede librarte de las trampas del cazador
y de mortíferas plagas,
4  pues te cubrirá con sus plumas
y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
5  No temerás el terror de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
6  ni la peste que acecha en las sombras
ni la plaga que destruye a mediodía.
7  Podrán caer mil a tu izquierda,
y diez mil a tu derecha,
pero a ti no te afectará.
8  No tendrás más que abrir bien los ojos,
para ver a los impíos recibir su merecido.

9  Ya que has puesto al Señor por tu[1] refugio,
al Altísimo por tu protección,
10  ningún mal habrá de sobrevenirte,
ninguna calamidad llegará a tu hogar.
11  Porque él ordenará que sus ángeles
te cuiden en todos tus *caminos.
12  Con sus propias manos te levantarán
para que no tropieces con piedra alguna.
13  Aplastarás al león y a la víbora;
¡hollarás fieras y serpientes!

14  "Yo lo libraré, porque él se acoge a mí;
lo protegeré, porque reconoce mi *nombre.
15  Él me invocará, y yo le responderé;
estaré con él en momentos de angustia;
lo libraré y lo llenaré de honores.
16  Lo colmaré con muchos años de vida
y le haré gozar de mi *salvación."

                         NOTAS:

1. 91:9 tu. Lit. mi.

Salmos 92


Salmo para cantarse en *sábado.

1  ¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias
y entonar, oh *Altísimo, salmos a tu *nombre;
2  proclamar tu gran amor por la mañana,
y tu fidelidad por la noche,
3  al son del decacordio y de la lira;
al son del arpa y del salterio!

4  Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas;
por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.
5  Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras,
y cuán profundos tus pensamientos!
6  Los insensatos no lo saben,
los *necios no lo entienden:
7  aunque broten como hierba los impíos,
y florezcan todos los malhechores,
para siempre serán destruidos.
8  Sólo tú, Señor, serás exaltado para siempre.

9  Ciertamente tus enemigos, Señor,
ciertamente tus enemigos perecerán;
¡dispersados por todas partes
serán todos los malhechores!

10  Me has dado las fuerzas de un toro;
me has ungido con el mejor perfume.
11  Me has hecho ver la caída de mis adversarios
y oír la derrota de mis malvados enemigos.

12  Como palmeras florecen los justos;
como cedros del Líbano crecen.
13  Plantados en la casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
14  Aun en su vejez, darán fruto;
siempre estarán vigorosos y lozanos,
15  para proclamar: "El Señor es justo;
él es mi *Roca, y en él no hay injusticia."

Salmos 93

1  El Señor reina, revestido de esplendor;
el Señor se ha revestido de grandeza
y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza;
jamás será removido.
2  Desde el principio se estableció tu trono,
y tú desde siempre has existido.

3  Se levantan las aguas, Señor;
se levantan las aguas con estruendo;
se levantan las aguas y sus batientes olas.
4  Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso:
más poderoso que el estruendo de las muchas aguas,
más poderoso que los embates del mar.

5  Dignos de confianza son, Señor, tus *estatutos;
¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!

Salmos 94

1  Señor, Dios de las venganzas;
Dios de las venganzas, ¡manifiéstate![1]
2  Levántate, Juez de la tierra,
y dales su merecido a los soberbios.
3  ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo
habrán de ufanarse los impíos?

4  Todos esos malhechores son unos fanfarrones;
a borbotones escupen su arrogancia.
5  A tu pueblo, Señor, lo pisotean;
¡oprimen a tu herencia!
6  Matan a las viudas y a los extranjeros;
a los huérfanos los asesinan.
7  Y hasta dicen: "El Señor no ve;
el Dios de Jacob no se da cuenta."

8  Entiendan esto, gente necia;
¿cuándo, insensatos, lo van a comprender?
9  ¿Acaso no oirá el que nos puso las orejas,
ni podrá ver el que nos formó los ojos?
10  ¿Y no habrá de castigar el que corrige a las naciones
e instruye en el saber a todo el mundo?
11  El Señor conoce los pensamientos *humanos,
y sabe que son absurdos.

12  *Dichoso aquel a quien tú, Señor, corriges;
aquel a quien instruyes en tu *ley,
13  para que enfrente tranquilo los días de aflicción
mientras al impío se le cava una fosa.
14  El Señor no rechazará a su pueblo;
no dejará a su herencia en el abandono.
15  El juicio volverá a basarse en la justicia,
y todos los rectos de corazón lo seguirán.

16  ¿Quién se levantó a defenderme de los impíos?
¿Quién se puso de mi parte contra los malhechores?
17  Si el Señor no me hubiera brindado su ayuda,
muy pronto me habría quedado en mortal silencio.
18  No bien decía: "Mis pies resbalan",
cuando ya tu amor, Señor, venía en mi ayuda.
19  Cuando en mí la angustia iba en aumento,
tu consuelo llenaba mi *alma de alegría.

20  ¿Podrías ser amigo de reyes corruptos[2]
que por decreto fraguan la maldad,
21  que conspiran contra la gente honrada
y condenan a muerte al inocente?
22  Pero el Señor es mi protector,
es mi Dios y la *roca en que me refugio.
23  Él les hará pagar por sus pecados
y los destruirá por su maldad;
¡el Señor nuestro Dios los destruirá!

                         NOTAS:

1. 94:1 ¡manifiéstate! Lit. resplandece.
2. 94:20 de reyes corruptos. Lit. del trono corrupto.

Salmos 95

1  Vengan, cantemos con júbilo al Señor;
aclamemos a la *roca de nuestra *salvación.
2  Lleguemos ante él con acción de gracias,
aclamémoslo con cánticos.

3  Porque el Señor es el gran Dios,
el gran Rey sobre todos los dioses.
4  En sus manos están los abismos de la tierra;
suyas son las cumbres de los montes.
5  Suyo es el mar, porque él lo hizo;
con sus manos formó la tierra firme.

6  Vengan, postrémonos reverentes,
doblemos la rodilla
ante el Señor nuestro Hacedor.
7  Porque él es nuestro Dios
y nosotros somos el pueblo de su prado;
¡somos un rebaño bajo su cuidado!

Si ustedes oyen hoy su voz,
8  no endurezcan el corazón, como en Meribá,[1]
como aquel día en Masá,[2] en el desierto,
9  cuando sus antepasados me tentaron,
cuando me pusieron a prueba,
a pesar de haber visto mis obras.
10  Cuarenta años estuve enojado
con aquella generación,
y dije: "Son un pueblo mal encaminado
que no reconoce mis senderos."
11  Así que, en mi enojo, hice este juramento:
"Jamás entrarán en mi reposo."

                         NOTAS:

1. 95:8 En hebreo, Meribá significa altercado.
2. 95:8 En hebreo, Masá significa prueba o provocación.

Salmos 96

1  Canten al Señor un cántico nuevo;
canten al Señor, habitantes de toda la tierra.
2  Canten al Señor, alaben su *nombre;
anuncien día tras día su *victoria.
3  Proclamen su gloria entre las naciones,
sus maravillas entre todos los pueblos.

4  ¡Grande es el Señor y digno de alabanza,
más temible que todos los dioses!
5  Todos los dioses de las naciones no son nada,
pero el Señor ha creado los cielos.
6  El esplendor y la majestad son sus heraldos;
hay poder y belleza en su santuario.

7  Tributen al Señor, pueblos todos,
tributen al Señor la gloria y el poder.
8  Tributen al Señor la gloria que merece su nombre;
traigan sus ofrendas y entren en sus atrios.
9  Póstrense ante el Señor en la majestad de su santuario;
¡tiemble delante de él toda la tierra!

10  Que se diga entre las naciones:
"¡El Señor es rey!"
Ha establecido el mundo con firmeza;
jamás será removido.
Él juzga a los pueblos con equidad.
11  ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra!
¡Brame el mar y todo lo que él contiene!
12  ¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos!
¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque!
13  ¡Canten delante del Señor, que ya viene!
¡Viene ya para juzgar la tierra!
Y juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con fidelidad.

Salmos 97

1  ¡El Señor es rey!
¡Regocíjese la tierra!
¡Alégrense las costas más remotas!

2  Oscuros nubarrones lo rodean;
la rectitud y la justicia son la base de su trono.
3  El fuego va delante de él
y consume a los adversarios que lo rodean.
4  Sus relámpagos iluminan el mundo;
al verlos, la tierra se estremece.
5  Ante el Señor, dueño de toda la tierra,
las montañas se derriten como cera.
6  Los cielos proclaman su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

7  Sean avergonzados todos los idólatras,
los que se jactan de sus ídolos inútiles.
¡Póstrense ante él todos los dioses!
8  Señor, por causa de tus juicios
*Sión escucha esto y se alegra,
y las ciudades de Judá se regocijan.
9  Porque tú eres el Señor *Altísimo,
por encima de toda la tierra.
¡Tú estás muy por encima de todos los dioses!

10  El Señor ama[1] a los que odian[2] el mal;
él protege la vida de sus fieles,
y los libra de manos de los impíos.
11  La luz se esparce sobre los justos,
y la alegría sobre los rectos de corazón.
12  Alégrense en el Señor, ustedes los justos,
y alaben su santo *nombre.

                         NOTAS:

1. 97:10 El Senor ama (lectura probable); Los que aman al Señor (TM).
2. 97:10 a los que odian (Siríaca y algunos mss. hebreos); ustedes odian (TM).

Salmos 98


Salmo.

1  Canten al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra, su santo brazo,
ha alcanzado la *victoria.
2  El Señor ha hecho gala de su *triunfo;
ha mostrado su justicia a las naciones.
3  Se ha acordado de su amor y de su fidelidad
por el pueblo de Israel;
¡todos los confines de la tierra son testigos
de la *salvación de nuestro Dios!

4  ¡Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
¡Prorrumpan en alegres cánticos y salmos!
5  ¡Canten salmos al Señor al son del arpa,
al son del arpa y de coros melodiosos!
6  ¡Aclamen alegres al Señor, el Rey,
al son de clarines y trompetas!

7  ¡Brame el mar y todo lo que él contiene;
el mundo y todos sus habitantes!
8  ¡Batan palmas los ríos,
y canten jubilosos todos los montes!
9  Canten delante del Señor,
que ya viene a juzgar la tierra.
Y juzgará al mundo con justicia,
a los pueblos con equidad.

Salmos 99

1  El Señor es rey:
que tiemblen las naciones.
Él tiene su trono entre *querubines:
que se estremezca la tierra.
2  Grande es el Señor en *Sión,
¡excelso sobre todos los pueblos!
3  Sea alabado su *nombre grandioso e imponente:
¡él es santo!

4  Rey poderoso, que amas la justicia:
tú has establecido la equidad
y has actuado en Jacob con justicia y rectitud.

5  Exalten al Señor nuestro Dios;
adórenlo ante el estrado de sus pies:
¡él es santo!

6  Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes,
y Samuel, entre los que invocaron su nombre.
Invocaron al Señor, y él les respondió;
7  les habló desde la columna de nube.
Cumplieron con sus estatutos,
con los decretos que él les entregó.

8  Señor y Dios nuestro, tú les respondiste;
fuiste para ellos un Dios perdonador,
aun cuando castigaste sus rebeliones.

9  Exalten al Señor nuestro Dios;
adórenlo en su santo monte:
¡Santo es el Señor nuestro Dios!

Salmos 100


Salmo de acción de gracias.

1  Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra;
2  adoren al Señor con regocijo.


Preséntense ante él
con cánticos de júbilo.
3  Reconozcan que el Señor es Dios;
él nos hizo, y somos suyos.[1]
Somos su pueblo, ovejas de su prado.

4  Entren por sus *puertas con acción de gracias;
vengan a sus atrios con himnos de alabanza;
denle gracias, alaben su *nombre.
5  Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno;
su fidelidad permanece para siempre.

                         NOTAS:

1. 100:3 y somos suyos (Targum, Qumrán y mss.); y no nosotros (TM).

Salmos 101


Salmo de David.

1  Quiero cantar al amor y a la justicia:
quiero, Señor, cantarte salmos.
2  Quiero triunfar en el *camino de perfección:
¿Cuándo me visitarás?


Quiero conducirme en mi propia casa
con integridad de corazón.
3  No me pondré como meta
nada en que haya perversidad.

Las acciones de gente desleal las aborrezco;
no tendrán nada que ver conmigo.
4  Alejaré de mí toda intención perversa;
no tendrá cabida en mí la maldad.

5  Al que en secreto calumnie a su prójimo,
lo haré callar para siempre;
al de ojos altivos y corazón soberbio
no lo soportaré.

6  Pondré mis ojos en los fieles de la tierra,
para que habiten conmigo;
sólo estarán a mi servicio
los de conducta intachable.

7  Jamás habitará bajo mi techo
nadie que practique el engaño;
jamás prevalecerá en mi presencia
nadie que hable con falsedad.

8  Cada mañana reduciré al silencio
a todos los impíos que hay en la tierra;
extirparé de la ciudad del Señor
a todos los malhechores.

Salmos 102


Oración de un afligido que, a punto de desfallecer, da rienda suelta a su lamento ante el Señor.

1  Escucha, Señor, mi oración;
llegue a ti mi clamor.
2  No escondas de mí tu rostro
cuando me encuentro angustiado.
Inclina a mí tu oído;
respóndeme pronto cuando te llame.

3  Pues mis días se desvanecen como el humo,
los huesos me arden como brasas.
4  Mi corazón decae y se marchita como la hierba;
¡hasta he perdido el apetito!
5  Por causa de mis fuertes gemidos
se me pueden contar los huesos.[1]
6  Parezco una lechuza del desierto;
soy como un búho entre las ruinas.
7  No logro conciliar el sueño;
parezco ave solitaria sobre el tejado.
8  A todas horas me ofenden mis enemigos,
y hasta usan mi *nombre para maldecir.
9  Las cenizas son todo mi alimento;
mis lágrimas se mezclan con mi bebida.
10  ¡Por tu enojo, por tu indignación,
me levantaste para luego arrojarme!
11  Mis días son como sombras nocturnas;
me voy marchitando como la hierba.

12  Pero tú, Señor, reinas eternamente;
tu nombre perdura por todas las generaciones.
13  Te levantarás y tendrás piedad de *Sión,
pues ya es tiempo de que la compadezcas.
¡Ha llegado el momento señalado!
14  Tus siervos sienten cariño por sus ruinas;
los mueven a compasión sus escombros.

15  Las naciones temerán el nombre del Señor;
todos los reyes de la tierra reconocerán su majestad.
16  Porque el Señor reconstruirá a Sión,
y se manifestará en su esplendor.
17  Atenderá a la oración de los desamparados,
y no desdeñará sus ruegos.
18  Que se escriba esto para las generaciones futuras,
y que el pueblo que será creado alabe al Señor.
19  Miró el Señor desde su altísimo santuario;
contempló la tierra desde el cielo,
20  para oír los lamentos de los cautivos
y liberar a los condenados a muerte;
21  para proclamar en Sión el nombre del Señor
y anunciar en Jerusalén su alabanza,
22  cuando todos los pueblos y los reinos
se reúnan para adorar al Señor.

23  En el curso de mi vida acabó Dios con mis fuerzas;[2]
me redujo los días. 24  Por eso dije:
"No me lleves, Dios mío, a la mitad de mi vida;
tú permaneces por todas las generaciones.
25  En el principio tú afirmaste la tierra,
y los cielos son la obra de tus manos.
26  Ellos perecerán, pero tú permaneces.
Todos ellos se desgastarán como un vestido.
Y como ropa los cambiarás,
y los dejarás de lado.
27  Pero tú eres siempre el mismo,
y tus años no tienen fin.
28  Los hijos de tus siervos se establecerán,
y sus descendientes habitarán en tu presencia."

                         NOTAS:

1. 102:5 se me pueden contar los huesos. Lit. se me pegan los huesos a la carne.
2. 102:23 mis fuerzas. Lit. su fuerza.

Salmos 103


Salmo de David.

1  Alaba, *alma mía, al Señor;
alabe todo mi ser su santo *nombre.
2  Alaba, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
3  Él perdona todos tus pecados
y sana todas tus dolencias;
4  él rescata tu vida del *sepulcro
y te cubre de amor y compasión;
5  él colma de bienes tu vida[1]
y te rejuvenece como a las águilas.

6  El Señor hace *justicia
y defiende a todos los oprimidos.
7  Dio a conocer sus *caminos a Moisés;
reveló sus obras al pueblo de Israel.

8  El Señor es clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.
9  No sostiene para siempre su querella
ni guarda rencor eternamente.
10  No nos trata conforme a nuestros pecados
ni nos paga según nuestras maldades.
11  Tan grande es su amor por los que le temen
como alto es el cielo sobre la tierra.
12  Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones
como lejos del oriente está el occidente.
13  Tan compasivo es el Señor con los que le temen
como lo es un padre con sus hijos.
14  Él conoce nuestra condición;
sabe que somos de barro.

15  El *hombre es como la hierba,
sus días florecen como la flor del campo:
16  sacudida por el viento,
desaparece sin dejar rastro alguno.
17  Pero el amor del Señor es eterno
y siempre está con los que le temen;
su justicia está con los hijos de sus hijos,
18  con los que cumplen su *pacto
y se acuerdan de sus preceptos
para ponerlos por obra.

19  El Señor ha establecido su trono en el cielo;
su reinado domina sobre todos.

20  Alaben al Señor, ustedes sus ángeles,
paladines que ejecutan su palabra
y obedecen su mandato.
21  Alaben al Señor, todos sus ejércitos,
siervos suyos que cumplen su voluntad.
22  Alaben al Señor, todas sus obras
en todos los ámbitos de su dominio.

¡Alaba, alma mía, al Señor!

                         NOTAS:

1. 103:5 vida. Palabra de difícil traducción.

Salmos 104

1  ¡Alaba, *alma mía, al Señor!

Señor mi Dios, tú eres grandioso;
te has revestido de gloria y majestad.
2  Te cubres[1] de luz como con un manto;
extiendes los cielos como un velo.
3  Afirmas sobre las aguas tus altos aposentos
y haces de las nubes tus carros de guerra.
¡Tú cabalgas en las alas del viento!
4  Haces de los vientos tus mensajeros,[2]
y de las llamas de fuego tus servidores.

5  Tú pusiste la tierra sobre sus cimientos,
y de allí jamás se moverá;
6  la revestiste con el mar,
y las aguas se detuvieron sobre los montes.
7  Pero a tu reprensión huyeron las aguas;
ante el estruendo de tu voz se dieron a la fuga.
8  Ascendieron a los montes,
descendieron a los valles,
al lugar que tú les asignaste.
9  Pusiste una frontera que ellas no pueden cruzar;
¡jamás volverán a cubrir la tierra!

10  Tú haces que los manantiales
viertan sus aguas en las cañadas,
y que fluyan entre las montañas.
11  De ellas beben todas las bestias del campo;
allí los asnos monteses calman su sed.
12  Las aves del cielo anidan junto a las aguas
y cantan entre el follaje.
13  Desde tus altos aposentos riegas las montañas;
la tierra se sacia con el fruto de tu trabajo.
14  Haces que crezca la hierba para el ganado,
y las plantas que la *gente cultiva
para sacar de la tierra su alimento:
15  el vino que alegra el corazón,
el aceite que hace brillar el rostro,
y el pan que sustenta la vida.
16  Los árboles del Señor están bien regados,
los cedros del Líbano que él plantó.
17  Allí las aves hacen sus nidos;
en los cipreses tienen su hogar las cigüeñas.
18  En las altas montañas están las cabras monteses,
y en los escarpados peñascos tienen su madriguera los tejones.

19  Tú hiciste[3] la luna, que marca las estaciones,
y el sol, que sabe cuándo ocultarse.
20  Tú traes la oscuridad, y cae la noche,
y en sus sombras se arrastran los animales del bosque.
21  Los leones rugen, reclamando su presa,
exigiendo que Dios les dé su alimento.
22  Pero al salir el sol se escabullen,
y vuelven a echarse en sus guaridas.
23  Sale entonces la *gente a cumplir sus tareas,
a hacer su trabajo hasta el anochecer.

24  ¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras!
¡Todas ellas las hiciste con sabiduría!
¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas!
25  Allí está el mar, ancho e infinito,[4]
que abunda en animales, grandes y pequeños,
cuyo número es imposible conocer.
26  Allí navegan los barcos y se mece *Leviatán,
que tú creaste para jugar con él.

27  Todos ellos esperan de ti
que a su tiempo les des su alimento.
28  Tú les das, y ellos recogen;
abres la mano, y se colman de bienes.
29  Si escondes tu rostro, se aterran;
si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo.
30  Pero si envías tu Espíritu, son creados,
y así renuevas la faz de la tierra.

31  Que la gloria del Señor perdure eternamente;
que el Señor se regocije en sus obras.
32  Él mira la tierra y la hace temblar;
toca los montes y los hace echar humo.

33  Cantaré al Señor toda mi vida;
cantaré salmos a mi Dios mientras tenga aliento.
34  Quiera él agradarse de mi meditación;
yo, por mi parte, me alegro en el Señor.
35  Que desaparezcan de la tierra los pecadores;
¡que no existan más los malvados!

¡Alaba, *alma mía, al Señor!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor![5]

                         NOTAS:

1. 104:2 Te cubres. Lit. Él se cubre.
2. 104:4 mensajeros. Alt. ángeles.
3. 104:19 Tú hiciste. Lit. Él hace.
4. 104:25 infinito. Lit. amplio de manos.
5. 104:35 En LXX este verso aparece al principio del Salmo 105.

Salmos 105

1  Den gracias al Señor, invoquen su *nombre;
den a conocer sus obras entre las naciones.
2  Cántenle, entónenle salmos;
hablen de todas sus maravillas.
3  Siéntanse orgullosos de su santo nombre;
alégrese el corazón de los que buscan al Señor.
4  Recurran al Señor y a su fuerza;
busquen siempre su rostro.

5  Recuerden las maravillas que ha realizado,
sus señales, y los decretos que ha emitido.
6  ¡Ustedes, descendientes de Abraham su siervo!
¡Ustedes, hijos de Jacob, elegidos suyos!
7  Él es el Señor, nuestro Dios;
en toda la tierra están sus decretos.

8  Él siempre tiene presente su *pacto,
la palabra que ordenó para mil generaciones.
9  Es el pacto que hizo con Abraham,
el juramento que le hizo a Isaac.
10  Se lo confirmó a Jacob como un decreto,
a Israel como un pacto eterno,
11  cuando dijo: "Te daré la tierra de Canaán
como la herencia que te toca."

12  Aun cuando eran pocos en número,
unos cuantos extranjeros en la tierra
13  que andaban siempre de nación en nación
y de reino en reino,
14  a nadie permitió que los oprimiera,
sino que por ellos reprendió a los reyes:
15  "No toquen a mis ungidos;
no hagan daño a mis profetas."

16  Dios provocó hambre en la tierra
y destruyó todos sus trigales.[1]
17  Pero envió delante de ellos a un hombre:
a José, vendido como esclavo.
18  Le sujetaron los pies con grilletes,
entre hierros le aprisionaron el *cuello,
19  hasta que se cumplió lo que él predijo
y la palabra del Señor probó que él era veraz.
20  El rey ordenó ponerlo en libertad,
el gobernante de los pueblos lo dejó libre.
21  Le dio autoridad sobre toda su casa
y lo puso a cargo de cuanto poseía,
22  con pleno poder para instruir[2] a sus príncipes
e impartir sabiduría a sus ancianos.

23  Entonces Israel vino a Egipto;
Jacob fue extranjero en el país de Cam.
24  El Señor hizo que su pueblo se multiplicara;
lo hizo más numeroso que sus adversarios,
25  a quienes trastornó para que odiaran a su pueblo
y se confabularan contra sus siervos.
26  Envió a su siervo Moisés,
y a Aarón, a quien había escogido,
27  y éstos hicieron señales milagrosas entre ellos,
¡maravillas en el país de Cam!
28  Envió tinieblas, y la tierra se oscureció,
pero ellos no atendieron[3] a sus palabras.
29  Convirtió en sangre sus aguas
y causó la muerte de sus peces.
30  Todo Egipto[4] se infestó de ranas,
¡hasta las habitaciones de sus reyes!
31  Habló Dios, e invadieron todo el país
enjambres de moscas y mosquitos.
32  Convirtió la lluvia en granizo,
y lanzó relámpagos sobre su tierra;
33  derribó sus vides y sus higueras,
y en todo el país hizo astillas los árboles.
34  Dio una orden, y llegaron las langostas,
¡infinidad de saltamontes!
35  Arrasaron con toda la vegetación del país,
devoraron los frutos de sus campos.
36  Hirió de muerte a todos los primogénitos del país,
a las primicias de sus descendientes.
37  Sacó a los israelitas cargados de oro y plata,
y no hubo entre sus tribus nadie que tropezara.

38  Los egipcios se alegraron de su partida,
pues el miedo a los israelitas los dominaba.
39  El Señor les dio sombra con una nube,
y con fuego los alumbró de noche.
40  Pidió el pueblo comida, y les envió codornices;
los sació con pan del cielo.
41  Abrió la roca, y brotó agua
que corrió por el desierto como un río.

42  Ciertamente Dios se acordó de su santa promesa,
la que hizo a su siervo Abraham.
43  Sacó a su pueblo, a sus escogidos,
en medio de gran alegría y de gritos jubilosos.
44  Les entregó las tierras que poseían las naciones;
heredaron el fruto del trabajo de otros pueblos
45  para que ellos observaran sus preceptos
y pusieran en práctica sus *leyes.

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

                         NOTAS:

1. 105:16 todos sus trigales. Lit. todo bastón de pan.
2. 105:22 instruir (LXX, Siríaca y Vulgata); atar (TM).
3. 105:28 no atendieron (véanse LXX y Siríaca); no se opusieron (TM).
4. 105:30 Todo Egipto. Lit. La tierra de ellos.

Salmos 106

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
2  ¿Quién puede proclamar las proezas del Señor,
o expresar toda su alabanza?
3  *Dichosos los que practican la justicia
y hacen siempre lo que es justo.
4  Recuérdame, Señor, cuando te compadezcas de tu pueblo;
ven en mi ayuda el día de tu *salvación.
5  Hazme disfrutar del bienestar de tus escogidos,
participar de la alegría de tu pueblo
y expresar mis alabanzas con tu heredad.

6  Hemos pecado, lo mismo que nuestros padres;
hemos hecho lo malo y actuado con iniquidad.
7  Cuando nuestros padres estaban en Egipto,
no tomaron en cuenta tus maravillas;
no tuvieron presente tu bondad infinita
y se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.[1]
8  Pero Dios los salvó, haciendo honor a su *nombre,
para mostrar su gran poder.
9  Reprendió al Mar Rojo, y éste quedó seco;
los condujo por las profundidades del mar
como si cruzaran el desierto.
10  Los salvó del poder de sus enemigos,
del poder de quienes los odiaban.
11  Las aguas envolvieron a sus adversarios,
y ninguno de éstos quedó con vida.
12  Entonces ellos creyeron en sus promesas
y le entonaron alabanzas.

13  Pero muy pronto olvidaron sus acciones
y no esperaron a conocer sus planes.
14  En el desierto cedieron a sus propios deseos;
en los páramos pusieron a prueba a Dios.
15  Y él les dio lo que pidieron,
pero les envió una enfermedad devastadora.

16  En el campamento tuvieron envidia de Moisés
y de Aarón, el que estaba consagrado al Señor.
17  Se abrió la tierra y se tragó a Datán;
sepultó a los seguidores de Abirán.
18  Un fuego devoró a esa pandilla;
las llamas consumieron a los impíos.

19  En Horeb hicieron un becerro;
se postraron ante un ídolo de fundición.
20  Cambiaron al que era su motivo de orgullo[2]
por la imagen de un toro que come hierba.
21  Se olvidaron del Dios que los salvó
y que había hecho grandes cosas en Egipto:
22  milagros en la tierra de Cam
y portentos junto al Mar Rojo.
23  Dios amenazó con destruirlos,
pero no lo hizo por Moisés, su escogido,
que se puso ante él en la brecha
e impidió que su ira los destruyera.

24  Menospreciaron esa bella tierra;
no creyeron en la promesa de Dios.
25  Refunfuñaron en sus tiendas de campaña
y no obedecieron al Señor.
26  Por tanto, él levantó su mano contra ellos
para hacerlos caer en el desierto,
27  para hacer caer a sus descendientes entre las naciones
y dispersarlos por todos los países.

28  Se sometieron al yugo de Baal Peor
y comieron de las ofrendas a ídolos sin vida.[3]
29  Provocaron al Señor con sus malvadas acciones,
y les sobrevino una plaga.
30  Pero Finés se levantó e hizo justicia,
y la plaga se detuvo.
31  Esto se le acreditó como un acto de justicia
para siempre, por todas las generaciones.

32  Junto a las aguas de Meribá hicieron enojar al Señor,
y a Moisés le fue mal por culpa de ellos,
33  pues lo sacaron de quicio
y él habló sin pensar lo que decía.
34  No destruyeron a los pueblos
que el Señor les había señalado,
35  sino que se mezclaron con los paganos
y adoptaron sus costumbres.
36  Rindieron culto a sus ídolos,
y se les volvieron una trampa.
37  Ofrecieron a sus hijos y a sus hijas
como sacrificio a esos demonios.
38  Derramaron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y sus hijas.
Al ofrecerlos en sacrificio a los ídolos de Canaán,
su sangre derramada profanó la tierra.
39  Tales hechos los contaminaron;
tales acciones los corrompieron.

40  La ira del Señor se encendió contra su pueblo;
su heredad le resultó aborrecible.
41  Por eso los entregó a los paganos,
y fueron dominados por quienes los odiaban.
42  Sus enemigos los oprimieron,
los sometieron a su poder.
43  Muchas veces Dios los libró;
pero ellos, empeñados en su rebeldía,
se hundieron en la maldad.

44  Al verlos Dios angustiados,
y al escuchar su clamor,
45  se acordó del pacto que había hecho con ellos
y por su gran amor les tuvo compasión.
46  Hizo que todos sus opresores
también se apiadaran de ellos.

47  Sálvanos, Señor, Dios nuestro;
vuelve a reunirnos de entre las naciones,
para que demos gracias a tu santo nombre
y orgullosos te alabemos.

48  ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
eternamente y para siempre!
¡Que todo el pueblo diga: "Amén"!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!


Libro V


Salmos 107-150

                         NOTAS:

1. 106:7 Mar Rojo. Lit. mar de las Cañas (heb. Yam Suf); también en vv. 9 y 22.
2. 106:20 Cambiaron ... de orgullo. Lit. Cambiaron la gloria de ellos.
3. 106:28 ofrendas a ídolos sin vida. Lit. ofrendas a los muertos.

Salmos 107

1  Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
2  Que lo digan los redimidos del Señor,
a quienes redimió del poder del adversario,
3  a quienes reunió de todos los países,
de oriente y de occidente, del norte y del sur.[1]

4  Vagaban perdidos por parajes desiertos,
sin dar con el camino a una ciudad habitable.
5  Hambrientos y sedientos,
la vida se les iba consumiendo.
6  En su angustia clamaron al Señor,
y él los libró de su aflicción.
7  Los llevó por el camino recto
hasta llegar a una ciudad habitable.

8  ¡Que den gracias al Señor por su gran amor,
por sus maravillas en favor de los hombres!
9  ¡Él apaga la sed del sediento,
y sacia con lo mejor al hambriento!

10  Afligidos y encadenados,
habitaban en las más densas tinieblas
11  por haberse rebelado contra las palabras de Dios,
por menospreciar los designios del *Altísimo.
12  Los sometió[2] a trabajos forzados;
tropezaban, y no había quien los ayudara.
13  En su angustia clamaron al Señor,
y él los salvó de su aflicción.
14  Los sacó de las sombras tenebrosas
y rompió en pedazos sus cadenas.

15  ¡Que den gracias al Señor por su gran amor,
por sus maravillas en favor de los hombres!
16  ¡Él hace añicos las puertas de bronce
y rompe en mil pedazos las barras de hierro!

17  Trastornados por su rebeldía,
afligidos por su iniquidad,
18  todo alimento les causaba asco.
¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte!
19  En su angustia clamaron al Señor,
y él los salvó de su aflicción.
20  Envió su palabra para sanarlos,
y así los rescató del sepulcro.

21  ¡Que den gracias al Señor por su gran amor,
por sus maravillas en favor de los hombres!
22  ¡Que ofrezcan sacrificios de gratitud,
y jubilosos proclamen sus obras!

23  Se hicieron a la mar en sus barcos;
para comerciar surcaron las muchas aguas.
24  Allí, en las aguas profundas,
vieron las obras del Señor y sus maravillas.
25  Habló Dios, y se desató un fuerte viento
que tanto encrespó las olas
26  que subían a los cielos y bajaban al abismo.
Ante el peligro, ellos perdieron el coraje.
27  Como ebrios tropezaban, se tambaleaban;
de nada les valía toda su pericia.
28  En su angustia clamaron al Señor,
y él los sacó de su aflicción.
29  Cambió la tempestad en suave brisa:
se sosegaron las olas del mar.
30  Ante esa calma se alegraron,
y Dios los llevó al puerto anhelado.

31  ¡Que den gracias al Señor por su gran amor,
por sus maravillas en favor de los hombres!
32  ¡Que lo exalten en la asamblea del pueblo!
¡Que lo alaben en el consejo de los ancianos!

33  Dios convirtió los ríos en desiertos,
los manantiales en tierra seca,
34  los fértiles terrenos en tierra salitrosa,
por la maldad de sus habitantes.
35  Convirtió el desierto en fuentes de agua,
la tierra seca en manantiales;
36  hizo habitar allí a los hambrientos,
y ellos fundaron una ciudad habitable.
37  Sembraron campos, plantaron viñedos,
obtuvieron abundantes cosechas.
38  Dios los bendijo y se multiplicaron,
y no dejó que menguaran sus rebaños.

39  Pero si merman y son humillados,
es por la opresión, la maldad y la aflicción.
40  Dios desdeña a los nobles
y los hace vagar por desiertos sin senderos.
41  Pero a los necesitados los saca de su miseria,
y hace que sus familias crezcan como rebaños.
42  Los rectos lo verán y se alegrarán,
pero todos los impíos serán acallados.

43  Quien sea sabio, que considere estas cosas
y entienda bien el gran amor del Señor.

                         NOTAS:

1. 107:3 del sur. Lit. del mar.
2. 107:12 Los sometió. Lit. Sometió sus corazones.

Salmos 108


Cántico. Salmo de David.

1  Firme está, oh Dios, mi corazón;
¡voy a cantarte salmos, gloria mía!
2  ¡Despierten, arpa y lira!
¡Haré despertar al nuevo día!
3  Te alabaré, Señor, entre los pueblos;
te cantaré salmos entre las naciones.
4  Pues tu amor es tan grande que rebasa los cielos;
¡tu verdad llega hasta el firmamento!
5  Tú, oh Dios, estás sobre los cielos,
y tu gloria cubre toda la tierra.
6  Líbranos con tu diestra, respóndeme
para que tu pueblo amado quede a salvo.

7  Dios ha dicho en su santuario:
"Triunfante repartiré a Siquén,
y dividiré el valle de Sucot.
8  Mío es Galaad, mío es Manasés;
Efraín es mi yelmo y Judá mi cetro.
9  En Moab me lavo las manos,
sobre Edom arrojo mi sandalia;
sobre Filistea lanzo gritos de triunfo."

10  ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada?
¿Quién me mostrará el camino a Edom?
11  ¿No es Dios quien nos ha rechazado?
¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos!
12  Bríndanos tu ayuda contra el enemigo,
pues de nada sirve la ayuda humana.
13  Con Dios obtendremos la victoria;
¡él pisoteará a nuestros enemigos!

Salmos 109


Al director musical. Salmo de David.

1  Oh Dios, alabanza mía,
no guardes silencio.
2  Pues gente impía y mentirosa
ha declarado en mi contra,
y con lengua engañosa me difaman;
3  con expresiones de odio me acosan,
y sin razón alguna me atacan.
4  Mi amor me lo pagan con calumnias,
mientras yo me encomiendo a Dios.
5  Mi bondad la pagan con maldad;
en vez de amarme, me aborrecen.

6  Pon en su contra a un malvado;
que a su derecha esté su acusador.[1]
7  Que resulte culpable al ser juzgado,
y que sus propias oraciones lo condenen.
8  Que se acorten sus días,
y que otro se haga cargo de su oficio.
9  Que se queden huérfanos sus hijos;
que se quede viuda su esposa.
10  Que anden sus hijos vagando y mendigando;
que anden rebuscando entre las ruinas.
11  Que sus acreedores se apoderen de sus bienes;
que gente extraña saquee sus posesiones.
12  Que nadie le extienda su bondad;
que nadie se compadezca de sus huérfanos.
13  Que sea exterminada su descendencia;
que desaparezca su *nombre en la próxima generación.
14  Que recuerde el Señor la iniquidad de su padre,
y no se olvide del pecado de su madre.
15  Que no les quite el Señor la vista de encima,
y que borre de la tierra su memoria.

16  Por cuanto se olvidó de hacer el bien,
y persiguió hasta la muerte
a pobres, afligidos y menesterosos,
17  y porque le encantaba maldecir,
¡que caiga sobre él la maldición!
Por cuanto no se complacía en bendecir,
¡que se aleje de él la bendición!
18  Por cuanto se cubrió de maldición
como quien se pone un vestido,
¡que ésta se filtre en su cuerpo como el agua!,
¡que penetre en sus huesos como el aceite!
19  ¡Que lo envuelva como un manto!
¡Que lo apriete en todo tiempo como un cinto!
20  ¡Que así les pague el Señor a mis acusadores,
a los que me calumnian!

21  Pero tú, Señor Soberano,
trátame bien por causa de tu nombre;
líbrame por tu bondad y gran amor.
22  Ciertamente soy pobre y estoy necesitado;
profundamente herido está mi corazón.
23  Me voy desvaneciendo como sombra vespertina;
se desprenden de mí como de una langosta.
24  De tanto ayunar me tiemblan las rodillas;
la piel se me pega a los huesos.
25  Soy para ellos motivo de burla;
me ven, y menean la cabeza.

26  Señor, mi Dios, ¡ayúdame!;
por tu gran amor, ¡sálvame!
27  Que sepan que ésta es tu mano;
que tú mismo, Señor, lo has hecho.
28  ¿Qué importa que ellos me maldigan?
¡Bendíceme tú!
Pueden atacarme, pero quedarán avergonzados;
en cambio, este siervo tuyo se alegrará.
29  ¡Queden mis acusadores cubiertos de deshonra,
envueltos en un manto de vergüenza!

30  Por mi parte, daré muchas gracias al Señor;
lo alabaré entre una gran muchedumbre.
31  Porque él defiende al[2] necesitado,
para salvarlo de quienes lo condenan.

                         NOTAS:

1. 109:6 esté su acusador. Lit. esté Satán.
2. 109:31 defiende al. Lit. está de pie a la diestra del.

Salmos 110


Salmo de David.

1  Así dijo el Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha
hasta que ponga a tus enemigos
por estrado de tus pies."

2  ¡Que el Señor extienda desde *Sión
el poder de tu cetro!
¡Domina tú en medio de tus enemigos!
3  Tus tropas estarán dispuestas
el día de la batalla,
ordenadas en santa majestad.


De las entrañas de la aurora
recibirás el rocío de tu juventud.

4  El Señor ha jurado
y no cambiará de parecer:
"Tú eres sacerdote para siempre,
según el orden de Melquisedec."

5  El Señor está a tu mano derecha;
aplastará a los reyes en el día de su ira.
6  Juzgará a las naciones y amontonará cadáveres;
aplastará cabezas en toda la tierra.

7  Beberá de un arroyo junto al camino,
y por lo tanto cobrará nuevas fuerzas.[1]

                         NOTAS:

1. 110:7 cobrará nuevas fuerzas. Lit. levantará la cabeza.

Salmos 111

1[1]  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
2

Álef
Alabaré al Señor con todo el corazón
Bet
en la asamblea, en compañía de los rectos.



Guímel
 Grandes son las obras del Señor;
3

Dálet
estudiadas por los que en ellas se deleitan.


He
 Gloriosas y majestuosas son sus obras;
4

Vav
su justicia permanece para siempre.


Zayin
 Ha hecho memorables sus maravillas.
5

Jet
¡El Señor es clemente y compasivo!


Tet
 Da de comer a quienes le temen;
6

Yod
siempre recuerda su pacto.


Caf
 Ha mostrado a su pueblo el poder de sus obras
7

Lámed
al darle la heredad de otras naciones.


Mem
 Las obras de sus manos son fieles y justas;


Nun
todos sus preceptos son dignos de confianza,
8

Sámej
 inmutables por los siglos de los siglos,


Ayin

9establecidos con fidelidad y rectitud.


Pe
 Pagó el precio del rescate de su pueblo


Tsade

10y estableció su pacto para siempre.


Qof
¡Su *nombre es santo e imponente!



Resh
 El principio de la sabiduría es el temor del Señor;


Shin
buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos.


Tav
[2] ¡Su alabanza permanece para siempre!

                         NOTAS:

1. Sal 111 Este salmo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
2. 111:10 quienes cumplen sus preceptos. Lit. quienes hacen estas cosas.

Salmos 112

1[1]  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Álef
*Dichoso el que teme al Señor,
2

Bet
el que halla gran deleite en sus mandamientos.


Guímel
 Sus hijos dominarán el país;
3

Dálet
la descendencia de los justos será bendecida.


He
 En su casa habrá abundantes riquezas,
4

Vav
y para siempre permanecerá su justicia.


Zayin
 Para los justos la luz brilla en las tinieblas.
5

Jet
¡Dios es clemente, compasivo y justo!


Tet
 Bien le va al que presta con generosidad,
6

Yod
y maneja sus negocios con justicia.


Lámed
 El justo será siempre recordado;
7

Caf
ciertamente nunca fracasará.


Mem
 No temerá recibir malas noticias;
8

Nun
su corazón estará firme, confiado en el Señor.


Sámej
 Su corazón estará seguro, no tendrá temor,
9

Ayin
y al final verá derrotados a sus adversarios.


Pe
 Reparte sus bienes entre los pobres;


Tsade
su justicia permanece para siempre;


Qof
su poder[2] será gloriosamente exaltado.

10

Resh
 El malvado verá esto, y se irritará;


Shin
rechinando los dientes se irá desvaneciendo.


Tav
¡La ambición de los impíos será destruida!

                         NOTAS:

1. Sal 112 Este salmo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
2. 112:9 poder. Lit. cuerno.

Salmos 113

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Alaben, siervos del Señor,
alaben el *nombre del Señor.
2  Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.
3  Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.

4  El Señor domina sobre todas las naciones;
su gloria está sobre los cielos.
5  ¿Quién como el Señor nuestro Dios,
que tiene su trono en las alturas
6  y se digna contemplar los cielos y la tierra?

7  Él levanta del polvo al pobre
y saca del muladar al necesitado;
8  los hace sentarse con príncipes,
con los príncipes de su pueblo.
9  A la mujer estéril le da un hogar
y le concede la dicha de ser madre.

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmos 114

1  Cuando Israel, el pueblo de Jacob,
salió de Egipto, de un pueblo extraño,
2  Judá se convirtió en el santuario de Dios;
Israel llegó a ser su dominio.

3  Al ver esto, el mar huyó;
el Jordán se volvió atrás.
4  Las montañas saltaron como carneros,
los cerros saltaron como ovejas.
5  ¿Qué te pasó, mar, que huiste,
y a ti, Jordán, que te volviste atrás?
6  ¿Y a ustedes montañas, que saltaron como carneros?
¿Y a ustedes cerros, que saltaron como ovejas?

7  ¡Tiembla, oh tierra, ante el *Señor,
tiembla ante el Dios de Jacob!
8  ¡Él convirtió la roca en un estanque,
el pedernal en manantiales de agua!

Salmos 115

1  La gloria, Señor, no es para nosotros;
no es para nosotros sino para tu *nombre,
por causa de tu amor y tu verdad.

2  ¿Por qué tienen que decirnos las naciones:
"¿Dónde está su Dios?"
3  Nuestro Dios está en los cielos
y puede hacer lo que le parezca.
4  Pero sus ídolos son de oro y plata,
producto de manos humanas.
5  Tienen boca, pero no pueden hablar;
ojos, pero no pueden ver;
6  tienen oídos, pero no pueden oír;
nariz, pero no pueden oler;
7  tienen manos, pero no pueden palpar;
pies, pero no pueden andar;
¡ni un solo sonido emite su garganta!
8  Semejantes a ellos son sus hacedores,
y todos los que confían en ellos.

9  Pueblo de Israel, confía en el Señor;
él es tu ayuda y tu escudo.
10  Descendientes de Aarón, confíen en el Señor;
él es su ayuda y su escudo.
11  Los que temen al Señor, confíen en él;
él es su ayuda y su escudo.

12  El Señor nos recuerda y nos bendice:
bendice al pueblo de Israel,
bendice a los descendientes de Aarón,
13  bendice a los que temen al Señor,
bendice a grandes y pequeños.

14  Que el Señor multiplique la descendencia
de ustedes y de sus hijos.
15  Que reciban bendiciones del Señor,
creador del cielo y de la tierra.

16  Los cielos le pertenecen al Señor,
pero a la *humanidad le ha dado la tierra.
17  Los muertos no alaban al Señor,
ninguno de los que bajan al silencio.
18  Somos nosotros los que alabamos al Señor
desde ahora y para siempre.

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmos 116

1  Yo amo al Señor
porque él escucha[1] mi voz suplicante.
2  Por cuanto él inclina a mí su oído,
lo invocaré toda mi vida.

3  Los lazos de la muerte me enredaron;
me sorprendió la angustia del *sepulcro,
y caí en la ansiedad y la aflicción.
4  Entonces clamé al Señor:
"¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!"

5  El Señor es compasivo y justo;
nuestro Dios es todo ternura.
6  El Señor protege a la gente sencilla;
estaba yo muy débil, y él me salvó.

7  ¡Ya puedes, *alma mía, estar tranquila,
que el Señor ha sido bueno contigo!

8  Tú me has librado de la muerte,
has enjugado mis lágrimas,
no me has dejado tropezar.
9  Por eso andaré siempre delante del Señor
en esta tierra de los vivientes.
10  Aunque digo: "Me encuentro muy afligido",
sigo creyendo en Dios.
11  En mi desesperación he exclamado:
"Todos son unos mentirosos."

12  ¿Cómo puedo pagarle al Señor
por tanta bondad que me ha mostrado?
13  ¡Tan sólo brindando con la copa de *salvación
e invocando el *nombre del Señor!
14  ¡Tan sólo cumpliendo mis promesas al Señor
en presencia de todo su pueblo!

15  Mucho valor tiene a los ojos del Señor
la muerte de sus fieles.
16  Yo, Señor, soy tu siervo;
soy siervo tuyo, tu hijo fiel;[2]
¡tú has roto mis cadenas!

17  Te ofreceré un sacrificio de gratitud
e invocaré, Señor, tu nombre.
18  Cumpliré mis votos al Señor
en presencia de todo su pueblo,
19  en los atrios de la casa del Señor,
en medio de ti, oh Jerusalén.

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

                         NOTAS:

1. 116:1 Yo amo ... él escucha. Lit. Yo amo porque el Señor escucha.
2. 116:16 tu hijo fiel. Lit. hijo de tu sierva.

Salmos 117

1  ¡Alaben al Señor, naciones todas!
¡Pueblos todos, cántenle alabanzas!
2  ¡Grande es su amor por nosotros!
¡La fidelidad del Señor es eterna!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmos 118

1  Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.

2  Que proclame el pueblo de Israel:
"Su gran amor perdura para siempre."
3  Que proclamen los descendientes de Aarón:
"Su gran amor perdura para siempre."
4  Que proclamen los que temen al Señor:
"Su gran amor perdura para siempre."

5  Desde mi angustia clamé al Señor,
y él respondió dándome libertad.
6  El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
¿qué me puede hacer un simple *mortal?
7  El Señor está conmigo, él es mi ayuda;
¡ya veré por los suelos a los que me odian!

8  Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en el *hombre.
9  Es mejor refugiarse en el Señor
que fiarse de los poderosos.

10  Todas las naciones me rodearon,
pero en el *nombre del Señor las aniquilé.
11  Me rodearon por completo,
pero en el nombre del Señor las aniquilé.
12  Me rodearon como avispas,
pero se consumieron como zarzas en el fuego.
¡En el nombre del Señor las aniquilé!

13  Me empujaron[1] con violencia para que cayera,
pero el Señor me ayudó.
14  El Señor es mi fuerza y mi canto;
¡él es mi *salvación!

15  Gritos de júbilo y *victoria
resuenan en las casas de los justos:
"¡La diestra del Señor realiza proezas!
16  ¡La diestra del Señor es exaltada!
¡La diestra del Señor realiza proezas!"

17  No he de morir; he de vivir
para proclamar las maravillas del Señor.
18  El Señor me ha castigado con dureza,
pero no me ha entregado a la muerte.

19  Ábranme las *puertas de la justicia
para que entre yo a dar gracias al Señor.
20  Son las puertas del Señor,
por las que entran los justos.
21  ¡Te daré gracias porque me respondiste,
porque eres mi *salvación!

22  La piedra que desecharon los constructores
ha llegado a ser la piedra angular.
23  Esto ha sido obra del Señor,
y nos deja maravillados.
24  Éste es el día en que el Señor actuó;
regocijémonos y alegrémonos en él.

25  Señor, ¡danos la *salvación!
Señor, ¡concédenos la *victoria!
26  Bendito el que viene en el nombre del Señor.
Desde la casa del Señor los bendecimos.
27  El Señor es Dios y nos ilumina.
Únanse a la procesión portando ramas en la mano
hasta los cuernos del altar.[2]

28  Tú eres mi Dios, por eso te doy gracias;
tú eres mi Dios, por eso te exalto.

29  Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.

                         NOTAS:

1. 118:13 Me empujaron (LXX, Vulgata y Siríaca); Tú me empujaste (TM).
2. 118:27 Únanse ... del altar. Alt. Aten el sacrificio festivo con sogas / y llévenlo hasta los cuernos del altar.

Salmos 119

1[1]

Álef
 *Dichosos los que van por *caminos perfectos,
los que andan conforme a la *ley del Señor.
2 Dichosos los que guardan sus *estatutos
y de todo corazón lo buscan.
3 Jamás hacen nada malo,
sino que siguen los *caminos de Dios.
4 Tú has establecido tus preceptos,
para que se cumplan fielmente.
5 ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos
para cumplir tus decretos!
6 No tendré que pasar vergüenzas
cuando considere todos tus mandamientos.
7 Te alabaré con integridad de corazón,
cuando aprenda tus justos juicios.
8 Tus decretos cumpliré;
no me abandones del todo.

9

Bet
¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra?
Viviendo conforme a tu palabra.
10 Yo te busco con todo el corazón;
no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
11 En mi corazón atesoro tus dichos
para no pecar contra ti.
12 ¡Bendito seas, Señor!
¡Enséñame tus decretos!
13 Con mis labios he proclamado
todos los juicios que has emitido.
14 Me regocijo en el *camino de tus estatutos
más que en[2] todas las riquezas.
15 En tus preceptos medito,
y pongo mis ojos en tus sendas.
16 En tus decretos hallo mi deleite,
y jamás olvidaré tu palabra.

17

Guímel
 Trata con bondad a este siervo tuyo;
así viviré y obedeceré tu palabra.
18 Ábreme los ojos, para que contemple
las maravillas de tu ley.
19 En esta tierra soy un extranjero;
no escondas de mí tus mandamientos.
20 A toda hora siento un nudo en la garganta
por el deseo de conocer tus juicios.
21 Tú reprendes a los insolentes;
¡malditos los que se apartan de tus mandamientos!
22 Aleja de mí el menosprecio y el desdén,
pues yo cumplo tus estatutos.
23 Aun los poderosos se confabulan contra mí,
pero este siervo tuyo medita en tus decretos.
24 Tus estatutos son mi deleite;
son también mis consejeros.

25

Dálet
 Postrado estoy en el polvo;
dame vida conforme a tu palabra.
26 Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos.
¡Enséñame tus decretos!
27 Hazme entender el *camino de tus preceptos,
y meditaré en tus maravillas.
28 De angustia se me derrite el *alma:
susténtame conforme a tu palabra.
29 Manténme alejado de caminos torcidos;
concédeme las bondades de tu ley.
30  He optado por el camino de la fidelidad,
he escogido tus juicios.
31  Yo, Señor, me apego a tus estatutos;
no me hagas pasar vergüenza.
32-33  Corro por el camino de tus mandamientos,
porque has ampliado mi modo de pensar.



He
 Enséñame, Señor, a seguir tus decretos,
y los cumpliré hasta el fin.
34  Dame entendimiento para seguir tu ley,
y la cumpliré de todo corazón.
35  Dirígeme por la senda de tus mandamientos,
porque en ella encuentro mi solaz.
36  Inclina mi corazón hacia tus estatutos
y no hacia las ganancias desmedidas.
37  Aparta mi vista de cosas vanas,
dame vida conforme a tu palabra.[3]
38  Confirma tu promesa a este siervo,
como lo has hecho con los que te temen.
39  Líbrame del oprobio que me aterra,
porque tus juicios son buenos.
40  ¡Yo amo tus preceptos!
¡Dame vida conforme a tu justicia!



Vav

41  Envíame, Señor, tu gran amor
y tu *salvación, conforme a tu promesa.
42  Así responderé a quien me desprecie,
porque yo confío en tu palabra.
43  No me quites de la boca la palabra de verdad,
pues en tus juicios he puesto mi esperanza.
44  Por toda la eternidad
obedeceré fielmente tu ley.
45  Viviré con toda libertad,
porque he buscado tus preceptos.
46  Hablaré de tus estatutos a los reyes
y no seré avergonzado,
47  pues amo tus mandamientos,
y en ellos me regocijo.
48  Yo amo tus mandamientos,
y hacia ellos elevo mis manos;
¡quiero meditar en tus decretos!



Zayin

49  Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo,
palabra con la que me infundiste esperanza.
50  Éste es mi consuelo en medio del dolor:
que tu promesa me da vida.
51  Los insolentes me ofenden hasta el colmo,
pero yo no me aparto de tu ley.
52  Me acuerdo, Señor, de tus juicios de antaño,
y encuentro consuelo en ellos.
53  Me llenan de indignación los impíos,
que han abandonado tu ley.
54  Tus decretos han sido mis cánticos
en el lugar de mi destierro.
55  Señor, por la noche evoco tu *nombre;
¡quiero cumplir tu ley!
56  Lo que a mí me corresponde
es obedecer tus preceptos.[4]



Jet

57  ¡Mi herencia eres tú, Señor!
Prometo obedecer tus palabras.
58  De todo corazón busco tu rostro;
compadécete de mí conforme a tu promesa.
59  Me he puesto a pensar en mis caminos,
y he orientado mis pasos hacia tus estatutos.
60  Me doy prisa, no tardo nada
para cumplir tus mandamientos.
61  Aunque los lazos de los impíos me aprisionan,
yo no me olvido de tu ley.
62  A medianoche me levanto a darte gracias
por tus rectos juicios.
63  Soy amigo de todos los que te honran,
de todos los que observan tus preceptos.
64  Enséñame, Señor, tus decretos;
¡la tierra está llena de tu gran amor!



Tet

65  Tú, Señor, tratas bien a tu siervo,
conforme a tu palabra.
66  Impárteme *conocimiento y buen juicio,
pues yo creo en tus mandamientos.
67  Antes de sufrir anduve descarriado,
pero ahora obedezco tu palabra.
68  Tú eres bueno, y haces el bien;
enséñame tus decretos.
69  Aunque los insolentes me difaman,
yo cumplo tus preceptos con todo el corazón.
70  El corazón de ellos es torpe e insensible,
pero yo me regocijo en tu ley.
71  Me hizo bien haber sido afligido,
porque así llegué a conocer tus decretos.
72  Para mí es más valiosa tu *enseñanza
que millares de monedas de oro y plata.



Yod

73  Con tus manos me creaste, me diste forma.
Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.
74  Los que te honran se regocijan al verme,
porque he puesto mi esperanza en tu palabra.
75  Señor, yo sé que tus juicios son justos,
y que con justa razón me afliges.
76  Que sea tu gran amor mi consuelo,
conforme a la promesa que hiciste a tu siervo.
77  Que venga tu compasión a darme vida,
porque en tu ley me regocijo.
78  Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan;
yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos.
79  Que se reconcilien conmigo los que te temen,
los que conocen tus estatutos.
80  Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos,
para que yo no sea avergonzado.



Caf

81  Esperando tu salvación se me va la vida.
En tu palabra he puesto mi esperanza.
82  Mis ojos se consumen esperando tu promesa,
y digo: "¿Cuándo vendrás a consolarme?"
83  Parezco un odre ennegrecido por el humo,
pero no me olvido de tus decretos.
84  ¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo?
¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?
85  Me han cavado trampas los insolentes,
los que no viven conforme a tu ley.
86  Todos tus mandamientos son fidedignos;
¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores.
87  Por poco me borran de la tierra,
pero yo no abandono tus preceptos.
88  Por tu gran amor, dame vida
y cumpliré tus estatutos.



Lámed

89  Tu palabra, Señor, es eterna,
y está firme en los cielos.
90  Tu fidelidad permanece para siempre;
estableciste la tierra, y quedó firme.
91  Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos,
porque todo está a tu servicio.
92  Si tu ley no fuera mi regocijo,
la aflicción habría acabado conmigo.
93  Jamás me olvidaré de tus preceptos,
pues con ellos me has dado vida.
94  ¡Sálvame, pues te pertenezco
y escudriño tus preceptos!
95  Los impíos me acechan para destruirme,
pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos.
96  He visto que aun la perfección tiene sus límites;
¡sólo tus mandamientos son infinitos!



Mem

97  ¡Cuánto amo yo tu ley!
Todo el día medito en ella.
98  Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos
porque me pertenecen para siempre.
99  Tengo más discernimiento que todos mis maestros
porque medito en tus estatutos.
100  Tengo más entendimiento que los ancianos
porque obedezco tus preceptos.
101  Aparto mis pies de toda mala senda
para cumplir con tu palabra.
102  No me desvío de tus juicios
porque tú mismo me instruyes.
103  ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
¡Son más dulces que la miel a mi boca!
104  De tus preceptos adquiero entendimiento;
por eso aborrezco toda senda de mentira.



Nun

105  Tu palabra es una lámpara a mis pies;
es una luz en mi sendero.
106  Hice un juramento, y lo he confirmado:
que acataré tus rectos juicios.
107  Señor, es mucho lo que he sufrido;
dame vida conforme a tu palabra.
108  Señor, acepta la ofrenda que brota de mis labios;
enséñame tus juicios.
109  Mi vida pende de un hilo,[5]
pero no me olvido de tu ley.
110  Los impíos me han tendido una trampa,
pero no me aparto de tus preceptos.
111  Tus estatutos son mi herencia permanente;
son el regocijo de mi corazón.
112  Inclino mi corazón a cumplir tus decretos
para siempre y hasta el fin.



Sámej

113  Aborrezco a los hipócritas,
pero amo tu ley.
114  Tú eres mi escondite y mi escudo;
en tu palabra he puesto mi esperanza.
115  ¡Malhechores, apártense de mí,
que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios!
116  Sosténme conforme a tu promesa, y viviré;
no defraudes mis esperanzas.
117  Defiéndeme, y estaré a salvo;
siempre optaré por tus decretos.
118  Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos,
porque sólo maquinan falsedades.
119  Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra;
por eso amo tus estatutos.
120  Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras;
siento reverencia por tus leyes.



Ayin

121  Yo practico la justicia y el derecho;
no me dejes en manos de mis opresores.
122  Garantiza el bienestar de tu siervo;
que no me opriman los arrogantes.
123  Mis ojos se consumen esperando tu salvación,
esperando que se cumpla tu justicia.
124  Trata a tu siervo conforme a tu gran amor;
enséñame tus decretos.
125  Tu siervo soy: dame entendimiento
y llegaré a conocer tus estatutos.
126  Señor, ya es tiempo de que actúes,
pues tu ley está siendo quebrantada.
127  Sobre todas las cosas amo tus mandamientos,
más que el oro, más que el oro refinado.
128  Por eso tomo en cuenta todos tus preceptos[6]
y aborrezco toda senda falsa.



Pe

129  Tus estatutos son maravillosos;
por eso los obedezco.
130  La exposición de tus palabras nos da luz,
y da entendimiento al *sencillo.
131  Jadeante abro la boca
porque ansío tus mandamientos.
132  Vuélvete a mí, y tenme compasión
como haces siempre con los que aman tu nombre.
133  Guía mis pasos conforme a tu promesa;
no dejes que me domine la iniquidad.
134  Líbrame de la opresión humana,
pues quiero obedecer tus preceptos.
135  Haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
enséñame tus decretos.
136  Ríos de lágrimas brotan de mis ojos,
porque tu ley no se obedece.



Tsade

137  Señor, tú eres justo,
y tus juicios son rectos.
138  Justos son los estatutos que has ordenado,
y muy dignos de confianza.
139  Mi celo me consume,
porque mis adversarios pasan por alto tus palabras.
140  Tus promesas han superado muchas pruebas,
por eso tu siervo las ama.
141  Insignificante y menospreciable como soy,
no me olvido de tus preceptos.
142  Tu justicia es siempre justa;
tu ley es la verdad.
143  He caído en la angustia y la aflicción,
pero tus mandamientos son mi regocijo.
144  Tus estatutos son siempre justos;
dame entendimiento para poder vivir.



Qof

145  Con todo el corazón clamo a ti, Señor;
respóndeme, y obedeceré tus decretos.
146  A ti clamo: "¡Sálvame!"
Quiero cumplir tus estatutos.
147  Muy de mañana me levanto a pedir ayuda;
en tus palabras he puesto mi esperanza.
148  En toda la noche no pego los ojos,[7]
para meditar en tu promesa.
149  Conforme a tu gran amor, escucha mi voz;
conforme a tus juicios, Señor, dame vida.
150  Ya se acercan mis crueles perseguidores,
pero andan muy lejos de tu ley.
151  Tú, Señor, también estás cerca,
y todos tus mandamientos son verdad.
152  Desde hace mucho conozco tus estatutos,
los cuales estableciste para siempre.



Resh

153  Considera mi aflicción, y líbrame,
pues no me he olvidado de tu ley.
154  Defiende mi causa, rescátame;
dame vida conforme a tu promesa.
155  La salvación está lejos de los impíos,
porque ellos no buscan tus decretos.
156  Grande es, Señor, tu compasión;
dame vida conforme a tus juicios.
157  Muchos son mis adversarios y mis perseguidores,
pero yo no me aparto de tus estatutos.
158  Miro a esos renegados y me dan náuseas,
porque no cumplen tus palabras.
159  Mira, Señor, cuánto amo tus preceptos;
conforme a tu gran amor, dame vida.
160  La suma de tus palabras es la verdad;
tus rectos juicios permanecen para siempre.



Shin

161  Gente poderosa[8] me persigue sin motivo,
pero mi corazón se asombra ante tu palabra.
162  Yo me regocijo en tu promesa
como quien halla un gran botín.
163  Aborrezco y repudio la falsedad,
pero amo tu ley.
164  Siete veces al día te alabo
por tus rectos juicios.
165  Los que aman tu ley disfrutan de gran *bienestar,
y nada los hace tropezar.
166  Yo, Señor, espero tu salvación
y practico tus mandamientos.
167  Con todo mi ser cumplo tus estatutos.
¡Cuánto los amo!
168  Obedezco tus preceptos y tus estatutos,
porque conoces todos mis caminos.



Tav

169  Que llegue mi clamor a tu presencia;
dame entendimiento, Señor, conforme a tu palabra.
170  Que llegue a tu presencia mi súplica;
líbrame, conforme a tu promesa.
171  Que rebosen mis labios de alabanza,
porque tú me enseñas tus decretos.
172  Que entone mi lengua un cántico a tu palabra,
pues todos tus mandamientos son justos.
173  Que acuda tu mano en mi ayuda,
porque he escogido tus preceptos.
174  Yo, Señor, ansío tu salvación.
Tu ley es mi regocijo.
175  Déjame vivir para alabarte;
que vengan tus juicios a ayudarme.
176  Cual oveja perdida me he extraviado;
ven en busca de tu siervo,
porque no he olvidado tus mandamientos.

                         NOTAS:

1. Sal 119 Éste es un salmo acróstico, dividido en 22 estrofas, conforme al número de las letras del alfabeto hebreo. En el texto hebreo cada una de los ocho líneas principales de cada estrofa comienza con la letra que da nombre a la misma.
2. 119:14 más que en (Siríaca); como sobre (TM).
3. 119:37 conforme a tu palabra (Targum y dos mss. hebreos); en tu camino (TM).
4. 119:56 Lo que a mí ... tus preceptos. Alt. Esto es lo que me corresponde, porque obedezco tus preceptos.
5. 119:109 pende de un hilo. Lit. está siempre en mi puño.
6. 119:128 Por eso ... tus preceptos (véanse LXX y Vulgata); Por eso todos los estatutos de todo lo que hago recto (TM).
7. 119:148 En toda ... los ojos. Lit. Se anticipan mis ojos a las vigilias.
8. 119:161 Gente poderosa. Lit. Príncipes.

Salmos 120


Cántico de los *peregrinos.

1  En mi angustia invoqué al Señor,
y él me respondió.
2  Señor, líbrame de los labios mentirosos
y de las lenguas embusteras.

3  ¡Ah, lengua embustera!
¿Qué se te habrá de dar?
¿Qué se te habrá de añadir?
4  ¡Puntiagudas flechas de guerrero,
con ardientes brasas de *retama!

5  ¡Ay de mí, que soy extranjero en Mésec,
que he acampado entre las tiendas de Cedar!
6  ¡Ya es mucho el tiempo que he acampado
entre los que aborrecen la *paz!
7  Yo amo la paz,
pero si hablo de paz,
ellos hablan de guerra.

Salmos 121


Cántico de los *peregrinos.

1  A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda?
2  Mi ayuda proviene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.

3  No permitirá que tu pie resbale;
jamás duerme el que te cuida.
4  Jamás duerme ni se adormece
el que cuida de Israel.

5  El Señor es quien te cuida,
el Señor es tu sombra protectora.[1]
6  De día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

7  El Señor te protegerá;
de todo mal protegerá tu vida.
8  El Señor te cuidará en el hogar y en el camino,[2]
desde ahora y para siempre.

                         NOTAS:

1. 121:5 tu sombra protectora. Lit. tu sombra a tu mano derecha.
2. 121:8 te cuidará en el hogar y en el camino. Lit. cuidará tu salida y tu entrada.

Salmos 122


Cántico de los *peregrinos. De David.

1  Yo me alegro cuando me dicen:
"Vamos a la casa del Señor."
2  *¡Jerusalén, ya nuestros pies
se han plantado ante tus *portones!

3  ¡Jerusalén, ciudad edificada
para que en ella todos se congreguen![1]
4  A ella suben las tribus,
las tribus del Señor,
para alabar su *nombre
conforme a la ordenanza que recibió Israel.

5  Allí están los tribunales de justicia,
los tribunales de la dinastía de David.

6  Pidamos por la *paz de Jerusalén:
"Que vivan en paz los que te aman.
7  Que haya paz dentro de tus murallas,
seguridad en tus fortalezas."
8  Y ahora, por mis hermanos y amigos te digo:
"¡Deseo que tengas paz!"
9  Por la casa del Señor nuestro Dios
procuraré tu bienestar.

                         NOTAS:

1. 122:3 ¡Jerusalén, ... se congreguen! Alt. Jerusalén, edificada como ciudad, en la que todo se mantiene bien unido.

Salmos 123


Cántico de los *peregrinos.

1  Hacia ti dirijo la mirada,
hacia ti, cuyo trono está en el cielo.
2  Como dirigen los esclavos la mirada
hacia la mano de su amo,
como dirige la esclava la mirada
hacia la mano de su ama,
así dirigimos la mirada al Señor nuestro Dios,
hasta que nos muestre compasión.

3  Compadécenos, Señor, compadécenos,
¡ya estamos hartos de que nos desprecien!
4  Ya son muchas las burlas que hemos sufrido;
muchos son los insultos de los altivos,
y mucho el menosprecio de los orgullosos.

Salmos 124


Cántico de los *peregrinos. De David.

1  Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
que lo repita ahora Israel,
2  si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
cuando todo el mundo se levantó contra nosotros,
3  nos habrían tragado vivos
al encenderse su furor contra nosotros;
4  nos habrían inundado las aguas,
el torrente nos habría arrastrado,
5  ¡nos habrían arrastrado las aguas turbulentas!

6  Bendito sea el Señor, que no dejó
que nos despedazaran con sus dientes.
7  Como las aves, hemos escapado
de la trampa del cazador;
¡la trampa se rompió,
y nosotros escapamos!
8  Nuestra ayuda está en el *nombre del Señor,
creador del cielo y de la tierra.

Salmos 125


Cántico de los *peregrinos.

1  Los que confían en el Señor
son como el monte *Sión,
que jamás será conmovido,
que permanecerá para siempre.
2  Como rodean las colinas a Jerusalén,
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.

3  No prevalecerá el cetro de los impíos
sobre la heredad asignada a los justos,
para que nunca los justos extiendan
sus manos hacia la maldad.

4  Haz bien, Señor, a los que son buenos,
a los de recto corazón.
5  Pero a los que van por caminos torcidos
deséchalos, Señor, junto con los malhechores.

¡Que haya paz en Israel!

Salmos 126


Cántico de los *peregrinos.

1  Cuando el Señor hizo volver a *Sión a los cautivos,
nos parecía estar soñando.
2  Nuestra boca se llenó de risas;
nuestra lengua, de canciones jubilosas.
Hasta los otros pueblos decían:
"El Señor ha hecho grandes cosas por ellos."
3  Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros,
y eso nos llena de alegría.

4  Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos
como haces volver los arroyos del desierto.
5  El que con lágrimas siembra,
con regocijo cosecha.
6  El que llorando esparce la semilla,
cantando recoge sus gavillas.

Salmos 127


Cántico de los *peregrinos. De Salomón.

1  Si el Señor no edifica la casa,
en vano se esfuerzan los albañiles.
Si el Señor no cuida la ciudad,
en vano hacen guardia los vigilantes.
2  En vano madrugan ustedes,
y se acuestan muy tarde,
para comer un pan de fatigas,
porque Dios concede el sueño a sus amados.

3  Los hijos son una herencia del Señor,
los frutos del vientre son una recompensa.
4  Como flechas en las manos del guerrero
son los hijos de la juventud.
5  *Dichosos los que llenan su aljaba
con esta clase de flechas.[1]


No serán avergonzados por sus enemigos
cuando litiguen con ellos en los tribunales.

                         NOTAS:

1. 127:5 con esta clase de flechas. Lit. con ellos.

Salmos 128


Cántico de los *peregrinos.

1  *Dichosos todos los que temen al Señor,
los que van por sus *caminos.
2  Lo que ganes con tus manos, eso comerás;
gozarás de dicha y prosperidad.
3  En el seno de tu hogar,
tu esposa será como vid llena de uvas;
alrededor de tu mesa,
tus hijos serán como vástagos de olivo.
4  Tales son las bendiciones
de los que temen al Señor.

5  Que el Señor te bendiga desde *Sión,
y veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.
6  Que vivas para ver a los hijos de tus hijos.

¡Que haya *paz en Israel!

Salmos 129


Cántico de los *peregrinos.

1  Mucho me han angustiado desde mi juventud
que lo repita ahora Israel,
2  mucho me han angustiado desde mi juventud,
pero no han logrado vencerme.
3  Sobre la espalda me pasaron el arado,
abriéndome en ella profundos[1] surcos.
4  Pero el Señor, que es justo,
me libró de las ataduras de los impíos.

5  Que retrocedan avergonzados
todos los que odian a *Sión.
6  Que sean como la hierba en el techo,
que antes de crecer se marchita;
7  que no llena las manos del segador
ni el regazo del que cosecha.
8  Que al pasar nadie les diga:
"La bendición del Señor sea con ustedes;
los bendecimos en el *nombre del Señor."

                         NOTAS:

1. 129:3 profundos. Lit. largos.

Salmos 130


Cántico de los *peregrinos.

1  A ti, Señor, elevo mi clamor
desde las profundidades del abismo.
2  Escucha, Señor, mi voz.
Estén atentos tus oídos a mi voz suplicante.

3  Si tú, Señor, tomaras en cuenta los pecados,
¿quién, Señor, sería declarado inocente?[1]
4  Pero en ti se halla perdón,
y por eso debes ser temido.

5  Espero al Señor, lo espero con toda el *alma;
en su palabra he puesto mi esperanza.
6  Espero al Señor con toda el alma,
más que los centinelas la mañana.

Como esperan los centinelas la mañana,
7  así tú, Israel, espera al Señor.
Porque en él hay amor inagotable;
en él hay plena redención.
8  Él mismo redimirá a Israel
de todos sus pecados.

                         NOTAS:

1. 130:3 ¿ ... sería declarado inocente? Lit. ¿ ... se mantendría en pie?

Salmos 131


Cántico de los *peregrinos. De David.

1  Señor, mi corazón no es orgulloso,
ni son altivos mis ojos;
no busco grandezas desmedidas,
ni proezas que excedan a mis fuerzas.

2  Todo lo contrario:
he calmado y aquietado mis ansias.
Soy como un niño recién amamantado en el regazo de su madre.
¡Mi *alma es como un niño recién amamantado!

3  Israel, pon tu esperanza en el Señor
desde ahora y para siempre.

Salmos 132


Cántico de los *peregrinos.

1  Señor, acuérdate de David
y de todas sus penurias.
2  Acuérdate de sus juramentos al Señor,
de sus votos al Poderoso de Jacob:
3  "No gozaré del calor del hogar,
ni me daré un momento de descanso;[1]
4  no me permitiré cerrar los ojos,
y ni siquiera el menor pestañeo,
5  antes de hallar un lugar para el Señor,
una morada para el Poderoso de Jacob."

6  En Efrata oímos hablar del arca;[2]
dimos con ella en los campos de Yagar:[3]
7  "Vayamos hasta su morada;
postrémonos ante el estrado de sus pies."

8  Levántate, Señor; ven a tu lugar de reposo,
tú y tu arca poderosa.
9  ¡Que se revistan de justicia tus sacerdotes!
¡Que tus fieles canten jubilosos!
10  Por amor a David, tu siervo,
no le des la espalda a[4] tu *ungido.

11  El Señor le ha hecho a David
un firme juramento que no revocará:
"A uno de tus propios descendientes
lo pondré en tu trono.
12  Si tus hijos cumplen con mi pacto
y con los estatutos que les enseñaré,
también sus descendientes
te sucederán en el trono para siempre."

13  El Señor ha escogido a *Sión;
su deseo es hacer de este monte su morada:
14  "Éste será para siempre mi lugar de reposo;
aquí pondré mi trono, porque así lo deseo.
15  Bendeciré con creces sus provisiones,
y saciaré de pan a sus pobres.
16  Revestiré de *salvación a sus sacerdotes,
y jubilosos cantarán sus fieles.

17  "Aquí haré renacer el poder[5] de David,
y encenderé la lámpara de mi ungido.
18  A sus enemigos los cubriré de vergüenza,
pero él lucirá su corona esplendorosa."

                         NOTAS:

1. 132:3 No gozaré ... de descanso. Lit. Si entrara yo en la tienda de mi casa, / si subiera yo al lecho de mi cama.
2. 132:6 del arca. Lit. de ella; véase 1S 7:1.
3. 132:6 Yagar. Es decir, Quiriat Yearín.
4. 132:10 no le des la espalda a. Lit. no vuelvas el rostro de.
5. 132:17 poder. Lit. cuerno.

Salmos 133


Cántico de los *peregrinos. De David.

1  ¡Cuán bueno y cuán agradable es
que los hermanos convivan en armonía!
2  Es como el buen aceite que, desde la cabeza,
va descendiendo por la barba,
por la barba de Aarón,
hasta el borde de sus vestiduras.
3  Es como el rocío de Hermón
que va descendiendo sobre los montes de *Sión.
Donde se da esta armonía,[1]
el Señor concede bendición y vida eterna.

                         NOTAS:

1. 133:3 Donde se da esta armonía. Lit. Ciertamente allí.

Salmos 134


Cántico de los *peregrinos.

1  Bendigan al Señor todos ustedes sus siervos,
que de noche permanecen en la casa del Señor.
2  Eleven sus manos hacia el santuario
y bendigan al Señor.
3  Que desde *Sión los bendiga el Señor,
creador del cielo y de la tierra.

Salmos 135

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

¡Alaben el *nombre del Señor!
¡Siervos del Señor, alábenlo!
2  Ustedes, que permanecen en la casa del Señor,
en los atrios de la casa del Dios nuestro.

3  Alaben al Señor, porque el Señor es bueno;
canten salmos a su nombre, porque eso es agradable.
4  El Señor escogió a Jacob como su propiedad,
a Israel como su posesión.

5  Yo sé que el Señor, nuestro Soberano,
es más grande que todos los dioses.
6  El Señor hace todo lo que quiere
en los cielos y en la tierra,
en los mares y en todos sus abismos.
7  Levanta las nubes desde los confines de la tierra;
envía relámpagos con la lluvia
y saca de sus depósitos a los vientos.

8  A los primogénitos de Egipto hirió de muerte,
tanto a *hombres como a animales.
9  En tu corazón mismo, oh Egipto,


Dios envió señales y maravillas
contra el faraón y todos sus siervos.
10  A muchas naciones las hirió de muerte;
a reyes poderosos les quitó la vida:
11  a Sijón, el rey amorreo;
a Og, el rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
12  Entregó sus tierras como herencia,
¡como herencia para su pueblo Israel!

13  Tu nombre, Señor, es eterno;
tu renombre, por todas las generaciones.
14  Ciertamente el Señor juzgará a su pueblo,
y de sus siervos tendrá compasión.

15  Los ídolos de los paganos son de oro y plata,
producto de manos humanas.
16  Tienen boca, pero no pueden hablar;
ojos, pero no pueden ver;
17  tienen oídos, pero no pueden oír;
¡ni siquiera hay aliento en su boca!
18  Semejantes a ellos son sus hacedores
y todos los que confían en ellos.

19  Pueblo de Israel, bendice al Señor;
descendientes de Aarón, bendigan al Señor;
20  descendientes de Leví, bendigan al Señor;
los que temen al Señor, bendíganlo.
21  Desde *Sión sea bendito el Señor,
el que habita en Jerusalén.

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmos 136

1  Den gracias al Señor, porque él es bueno;
su gran amor perdura para siempre.
2  Den gracias al Dios de dioses;
su gran amor perdura para siempre.
3  Den gracias al Señor omnipotente;
su gran amor perdura para siempre.
4  Al único que hace grandes maravillas;
su gran amor perdura para siempre.
5  Al que con inteligencia hizo los cielos;
su gran amor perdura para siempre.
6  Al que expandió la tierra sobre las aguas;
su gran amor perdura para siempre.
7  Al que hizo las grandes luminarias;
su gran amor perdura para siempre.
8  El sol, para iluminar[1] el día;
su gran amor perdura para siempre.
9  La luna y las estrellas, para iluminar la noche;
su gran amor perdura para siempre.
10  Al que hirió a los primogénitos de Egipto;
su gran amor perdura para siempre.
11  Al que sacó de Egipto[2] a Israel;
su gran amor perdura para siempre.
12  Con mano poderosa y con brazo extendido;
su gran amor perdura para siempre.
13  Al que partió en dos el Mar Rojo;[3]
su gran amor perdura para siempre.
14  Y por en medio hizo cruzar a Israel;
su gran amor perdura para siempre.
15  Pero hundió en el Mar Rojo al faraón y a su ejército;
su gran amor perdura para siempre.
16  Al que guió a su pueblo por el desierto;
su gran amor perdura para siempre.
17  Al que hirió de muerte a grandes reyes;
su gran amor perdura para siempre.
18  Al que a reyes poderosos les quitó la vida;
su gran amor perdura para siempre.
19  A Sijón, el rey amorreo;
su gran amor perdura para siempre.
20  A Og, el rey de Basán;
su gran amor perdura para siempre.
21  Cuyas tierras entregó como herencia;
su gran amor perdura para siempre.
22  Como herencia para su siervo Israel;
su gran amor perdura para siempre.
23  Al que nunca nos olvida, aunque estemos humillados;
su gran amor perdura para siempre.
24  Al que nos libra de nuestros adversarios;
su gran amor perdura para siempre.
25  Al que alimenta a todo ser viviente;
su gran amor perdura para siempre.
26  ¡Den gracias al Dios de los cielos!
¡Su gran amor perdura para siempre!

                         NOTAS:

1. 136:8 iluminar. Lit. dominar.
2. 136:11 de Egipto. Lit. de entre ellos.
3. 136:13 Mar Rojo. Lit. mar de las Cañas (heb. Yam Suf); también en v. 15.

Salmos 137

1  Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos,
y llorábamos al acordarnos de *Sión.
2  En los álamos que había en la ciudad
colgábamos nuestras arpas.
3  Allí, los que nos tenían cautivos
nos pedían que entonáramos canciones;
nuestros opresores nos pedían estar alegres;
nos decían: "¡Cántennos un cántico de Sión!"

4  ¿Cómo cantar las canciones del Señor
en una tierra extraña?
5  Ah, Jerusalén, Jerusalén,
si llegara yo a olvidarte,
¡que la mano derecha se me seque!
6  Si de ti no me acordara,
ni te pusiera por encima de mi propia alegría,
¡que la lengua se me pegue al paladar!

7  Señor, acuérdate de los edomitas
el día en que cayó Jerusalén.
"¡Arrásenla gritaban,
arrásenla hasta sus cimientos!"

8  Hija de Babilonia, que has de ser destruida,
*¡dichoso el que te haga pagar
por todo lo que nos has hecho!
9  ¡Dichoso el que agarre a tus pequeños
y los estrelle contra las rocas!

Salmos 138


Salmo de David.

1  Señor, quiero alabarte de todo corazón,
y cantarte salmos delante de los dioses.
2  Quiero inclinarme hacia tu santo templo
y alabar tu *nombre por tu gran amor y fidelidad.


Porque has exaltado tu nombre y tu palabra
por sobre todas las cosas.
3  Cuando te llamé, me respondiste;
me infundiste ánimo y renovaste mis *fuerzas.

4  Oh Señor, todos los reyes de la tierra
te alabarán al escuchar tus palabras.
5  Celebrarán con cánticos tus *caminos,
porque tu gloria, Señor, es grande.

6  El Señor es excelso,
pero toma en cuenta a los humildes
y mira[1] de lejos a los orgullosos.
7  Aunque pase yo por grandes angustias,
tú me darás vida;
contra el furor de mis enemigos extenderás la mano:
¡tu mano derecha me pondrá a salvo!
8  El Señor cumplirá en mí su propósito.[2]
Tu gran amor, Señor, perdura para siempre;
¡no abandones la obra de tus manos!

                         NOTAS:

1. 138:6 mira. Lit. conoce.
2. 138:8 El Señor ... su propósito. Lit. El Señor completará en mí.

Salmos 139


Al director musical. Salmo de David.

1  Señor, tú me examinas,
tú me conoces.
2  Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
aun a la distancia me lees el pensamiento.
3  Mis trajines y descansos los conoces;
todos mis caminos te son familiares.
4  No me llega aún la palabra a la lengua
cuando tú, Señor, ya la sabes toda.
5  Tu protección me envuelve por completo;
me cubres con la palma de tu mano.
6  Conocimiento tan maravilloso rebasa mi comprensión;
tan sublime es que no puedo entenderlo.

7  ¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?
¿A dónde podría huir de tu presencia?
8  Si subiera al cielo,
allí estás tú;
si tendiera mi lecho en el fondo del *abismo,
también estás allí.
9  Si me elevara sobre las alas del alba,
o me estableciera en los extremos del mar,
10  aun allí tu mano me guiaría,
¡me sostendría tu mano derecha!

11  Y si dijera: "Que me oculten las tinieblas;
que la luz se haga noche en torno mío",
12  ni las tinieblas serían oscuras para ti,
y aun la noche sería clara como el día.
¡Lo mismo son para ti las tinieblas que la luz!

13  Tú creaste mis entrañas;
me formaste en el vientre de mi madre.
14  ¡Te alabo porque soy una creación admirable!
¡Tus obras son maravillosas,
y esto lo sé muy bien!
15  Mis huesos no te fueron desconocidos
cuando en lo más recóndito era yo formado,
cuando en lo más profundo de la tierra
era yo entretejido.
16  Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación:
todo estaba ya escrito en tu libro;
todos mis días se estaban diseñando,
aunque no existía uno solo de ellos.

17  ¡Cuán preciosos, oh Dios, me son tus pensamientos!
¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
18  Si me propusiera contarlos,
sumarían más que los granos de arena.
Y si terminara de hacerlo,[1]
aún estaría a tu lado.

19  Oh Dios, ¡si les quitaras la vida a los impíos!
¡Si de mí se apartara la gente sanguinaria,
20  esos que con malicia te difaman
y que en vano se rebelan contra ti![2]
21  ¿Acaso no aborrezco, Señor, a los que te odian,
y abomino a los que te rechazan?
22  El odio que les tengo es un odio implacable;
¡los cuento entre mis enemigos!

23  Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón;
ponme a prueba y sondea mis pensamientos.
24  Fíjate si voy por mal camino,
y guíame por el *camino eterno.

                         NOTAS:

1. 139:18 Y si terminara de hacerlo (algunos mss. hebreos); Despierto y (TM).
2. 139:20 y que en vano ... contra ti (tres versiones griegas y algunos mss. hebreos); levantan en vano tus ciudades (TM).

Salmos 140


Al director musical. Salmo de David.

1  Oh Señor, líbrame de los impíos;
protégeme de los violentos,
2  de los que urden en su corazón planes malvados
y todos los días fomentan la guerra.
3  Afilan su lengua cual lengua de serpiente;
¡veneno de víbora hay en sus labios!
*Selah

4  Señor, protégeme del poder de los impíos;
protégeme de los violentos,
de los que piensan hacerme caer.
5  Esos engreídos me han tendido una trampa;
han puesto los lazos de su red,
han tendido trampas a mi paso.


Selah

6  Yo le digo al Señor: "Tú eres mi Dios.
Atiende, Señor, a mi voz suplicante."
7  Señor Soberano, mi salvador poderoso
que me protege en el día de la batalla:
8  No satisfagas, Señor, los caprichos de los impíos;
no permitas que sus planes prosperen,
para que no se enorgullezcan.


Selah

9  Que sobre la cabeza de mis perseguidores
recaiga el mal que sus labios proclaman.
10  Que lluevan brasas sobre ellos;
que sean echados en el fuego,
en ciénagas profundas, de donde no vuelvan a salir.
11  Que no eche raíces en la tierra
la *gente de lengua viperina;
que la calamidad persiga y destruya
a la gente que practica la violencia.

12  Yo sé que el Señor hace justicia a los pobres
y defiende el derecho de los necesitados.
13  Ciertamente los justos alabarán tu *nombre
y los íntegros vivirán en tu presencia.

Salmos 141


Salmo de David.

1  A ti clamo, Señor; ven pronto a mí.
¡Atiende a mi voz cuando a ti clamo!
2  Que suba a tu presencia mi plegaria
como una ofrenda de incienso;
que hacia ti se eleven mis manos
como un sacrificio vespertino.

3  Señor, ponme en la boca un centinela;
un guardia a la puerta de mis labios.
4  No permitas que mi corazón se incline a la maldad,
ni que sea yo cómplice de iniquidades;
no me dejes participar de banquetes
en compañía de malhechores.

5  Que la justicia me golpee,
que el amor me reprenda;
pero que el ungüento de los malvados
no perfume mi cabeza,
pues mi oración está siempre
en contra de sus malas obras.
6  Cuando sus gobernantes sean lanzados desde los despeñaderos,
sabrán que mis palabras eran bien intencionadas.
7  Y dirán: "Así como se dispersa la tierra
cuando en ella se abren surcos con el arado,
así se han dispersado nuestros huesos
a la orilla del *sepulcro."

8  En ti, Señor Soberano, tengo puestos los ojos;
en ti busco refugio; no dejes que me maten.
9  Protégeme de las trampas que me tienden,
de las trampas que me tienden los malhechores.
10  Que caigan los impíos en sus propias redes,
mientras yo salgo bien librado.

Salmos 142


*Masquil de David. Cuando estaba en la cueva. Oración.

1  A voz en cuello, al Señor le pido ayuda;
a voz en cuello, al Señor le pido compasión.
2  Ante él expongo mis quejas;
ante él expreso mis angustias.

3  Cuando ya no me queda aliento,
tú me muestras el camino.[1]


Por la senda que transito
algunos me han tendido una trampa.
4  Mira a mi derecha, y ve:
nadie me tiende la mano.
No tengo dónde refugiarme;
por mí nadie se preocupa.

5  A ti, Señor, te pido ayuda;
a ti te digo: "Tú eres mi refugio,
mi porción en la tierra de los vivientes."
6  Atiende a mi clamor,
porque me siento muy débil;
líbrame de mis perseguidores,
porque son más fuertes que yo.
7  Sácame de la prisión,
para que alabe yo tu *nombre.


Los justos se reunirán en torno mío
por la bondad que me has mostrado.

                         NOTAS:

1. 142:3 tú me muestras el camino. Lit. tú conoces mi encrucijada.

Salmos 143


Salmo de David.

1  Escucha, Señor, mi oración;
atiende a mi súplica.
Por tu fidelidad y tu justicia,
respóndeme.
2  No lleves a juicio a tu siervo,
pues ante ti nadie puede alegar inocencia.

3  El enemigo atenta contra mi vida:
quiere hacerme morder el polvo.
Me obliga a vivir en las tinieblas,
como los que murieron hace tiempo.
4  Ya no me queda aliento;
dentro de mí siento paralizado el corazón.
5  Traigo a la memoria los tiempos de antaño:
medito en todas tus proezas,
considero las obras de tus manos.
6  Hacia ti extiendo las manos;
me haces falta, como el agua a la tierra seca.
*Selah

7  Respóndeme pronto, Señor,
que el aliento se me escapa.
No escondas de mí tu rostro,
o seré como los que bajan a la fosa.
8  Por la mañana hazme saber de tu gran amor,
porque en ti he puesto mi confianza.
Señálame el *camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi *alma.
9  Señor, líbrame de mis enemigos,
porque en ti busco refugio.
10  Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.


Que tu buen Espíritu me guíe
por un terreno sin obstáculos.

11  Por tu *nombre, Señor, dame vida;
por tu justicia, sácame de este aprieto.
12  Por tu gran amor, destruye a mis enemigos;
acaba con todos mis adversarios.
¡Yo soy tu siervo!

Salmos 144


Salmo de David.

1  Bendito sea el Señor, mi *Roca,
que adiestra mis manos para la guerra,
mis dedos para la batalla.
2  Él es mi Dios amoroso, mi amparo,
mi más alto escondite, mi libertador,
mi escudo, en quien me refugio.
Él es quien pone los pueblos[1] a mis pies.

3  Señor, ¿qué es el *mortal para que lo cuides?
¿Qué es el *ser humano para que en él pienses?
4  Todo mortal es como un suspiro;
sus días son fugaces como una sombra.

5  Abre tus cielos, Señor, y desciende;
toca los montes y haz que echen humo.
6  Lanza relámpagos y dispersa al enemigo;
dispara tus flechas y ponlo en retirada.
7  Extiende tu mano desde las alturas
y sálvame de las aguas tumultuosas;
líbrame del poder de gente extraña.
8  Cuando abren la boca, dicen mentiras;
cuando levantan su diestra, juran en falso.[2]

9  Te cantaré, oh Dios, un cántico nuevo;
con el arpa de diez cuerdas te cantaré salmos.
10  Tú das la *victoria a los reyes;
a tu siervo David lo libras de la cruenta espada.
11  Ponme a salvo,
líbrame del poder de gente extraña.
Cuando abren la boca, dicen mentiras;
cuando levantan su diestra, juran en falso.

12  Que nuestros hijos, en su juventud,
crezcan como plantas frondosas;
que sean nuestras hijas como columnas
esculpidas para adornar un palacio.
13  Que nuestros graneros se llenen
con provisiones de toda especie.
Que nuestros rebaños aumenten por millares,
por decenas de millares en nuestros campos.
14  Que nuestros bueyes arrastren cargas pesadas;[3]
que no haya brechas ni salidas,
ni gritos de angustia en nuestras calles.

15  *¡Dichoso el pueblo que recibe todo esto!
¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!

                         NOTAS:

1. 144:2 los pueblos (Targum, Vulgata, Siríaca, Aquila y varios mss. hebreos); mi pueblo (TM).
2. 144:8 cuando ... en falso. Lit. su diestra es diestra de engaño; también en v. 11.
3. 144:14 Que nuestros ... cargas pesadas. Alt. Que nuestros capitanes sean establecidos firmemente.

Salmos 145

1[1] 2

Salmo de alabanza. De David.


Álef
 Te exaltaré, mi Dios y rey;
por siempre bendeciré tu *nombre.


Bet
 Todos los días te bendeciré;
por siempre alabaré tu nombre.

3

Guímel
 Grande es el Señor, y digno de toda alabanza;
su grandeza es insondable.
4

Dálet
 Cada generación celebrará tus obras
y proclamará tus proezas.
5

He
 Se hablará del esplendor de tu gloria y majestad,
y yo meditaré en tus obras maravillosas.[2]
6

Vav
 Se hablará del poder de tus portentos,
y yo anunciaré la grandeza de tus obras.
7

Zayin
 Se proclamará la memoria de tu inmensa bondad,
y se cantará con júbilo tu *victoria.

8

Jet
 El Señor es clemente y compasivo,
lento para la ira y grande en amor.
9

Tet
 El Señor es bueno con todos;
él se compadece de toda su creación.

10

Yod
 Que te alaben, Señor, todas tus obras;
que te bendigan tus fieles.
11

Caf
 Que hablen de la gloria de tu reino;
que proclamen tus proezas,
12

Lámed
 para que todo el mundo conozca tus proezas
y la gloria y esplendor de tu reino.
13

Mem
 Tu reino es un reino eterno;
tu dominio permanece por todas las edades.



Nun


Fiel es el Señor a su palabra
y bondadoso en todas sus obras.[3]
14

Sámej
 El Señor levanta a los caídos
y sostiene a los agobiados.
15

Ayin
 Los ojos de todos se posan en ti,
y a su tiempo les das su alimento.
16

Pe
 Abres la mano y sacias con tus favores
a todo ser viviente.



Tsade

17  El Señor es justo en todos sus *caminos
y bondadoso en todas sus obras.


Qof

18  El Señor está cerca de quienes lo invocan,
de quienes lo invocan en verdad.


Resh

19  Cumple los deseos de quienes le temen;
atiende a su clamor y los salva.


Shin

20  El Señor cuida a todos los que lo aman,
pero aniquilará a todos los impíos.



Tav

21  ¡Prorrumpa mi boca en alabanzas al Señor!
¡Alabe todo el mundo su santo nombre,
por siempre y para siempre!

                         NOTAS:

1. Sal 145 Este salmo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
2. 145:5 Se hablará ... obras maravillosas. (Qumrán y Siríaca; véase también LXX); Meditaré en el esplendor glorioso de tu majestad / y en tus obras maravillosas (TM).
3. 145:13 Fiel es el Señor a su palabra / y bondadoso en todas sus obras (LXX, Siríaca, Vulgata y un ms. hebreo); TM no incluye estas dos líneas.

Salmos 146

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Alaba, *alma mía, al Señor.
2  Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras haya aliento en mí, cantaré salmos a mi Dios.

3  No pongan su confianza en gente poderosa,
en simples *mortales, que no pueden salvar.
4  Exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
y ese mismo día se desbaratan sus planes.

5  *Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de Jacob,
cuya esperanza está en el Señor su Dios,
6  creador del cielo y de la tierra,
del mar y de todo cuanto hay en ellos,
y que siempre mantiene la verdad.
7  El Señor hace justicia a los oprimidos,
da de comer a los hambrientos
y pone en libertad a los cautivos.
8  El Señor da vista a los ciegos,
el Señor sostiene a los agobiados,
el Señor ama a los justos.
9  El Señor protege al extranjero
y sostiene al huérfano y a la viuda,
pero frustra los planes de los impíos.

10  ¡Oh *Sión, que el Señor reine para siempre!
¡Que tu Dios reine por todas las generaciones!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Salmos 147

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios,
cuán agradable y justo es alabarlo!

2  El Señor reconstruye a Jerusalén
y reúne a los exiliados de Israel;
3  restaura a los abatidos[1]
y cubre con vendas sus heridas.

4  Él determina el número de las estrellas
y a todas ellas les pone *nombre.
5  Excelso es nuestro Señor, y grande su poder;
su entendimiento es infinito;
6  El Señor sostiene a los pobres,
pero hace morder el polvo a los impíos.

7  Canten al Señor con gratitud;
canten salmos a nuestro Dios al son del arpa.
8  Él cubre de nubes el cielo,
envía la lluvia sobre la tierra
y hace crecer la hierba en los montes.
9  Él alimenta a los ganados
y a las crías de los cuervos cuando graznan.

10  El Señor no se deleita en los bríos del caballo,
ni se complace en la agilidad[2] del *hombre,
11  sino que se complace en los que le temen,
en los que confían en su gran amor.

12  Alaba al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, oh *Sión.
13  Él refuerza los cerrojos de tus *puertas
y bendice a los que en ti habitan.
14  Él trae la *paz a tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.

15  Envía su palabra a la tierra;
su palabra corre a toda prisa.
16  Extiende la nieve cual blanco manto,[3]
esparce la escarcha cual ceniza.
17  Deja caer el granizo como grava;
¿quién puede resistir sus ventiscas?
18  Pero envía su palabra y lo derrite;
hace que el viento sople, y las aguas fluyen.

19  A Jacob le ha revelado su palabra;
sus *leyes y decretos a Israel.
20  Esto no lo ha hecho con ninguna otra nación;
jamás han conocido ellas sus decretos.

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

                         NOTAS:

1. 147:3 a los abatidos. Lit. a los de corazón quebrantado.
2. 147:10 en la agilidad. Lit. en las piernas.
3. 147:16 cual blanco manto. Lit. como lana.

Salmos 148

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Alaben al Señor desde los cielos,
alábenlo desde las alturas.
2  Alábenlo, todos sus ángeles,
alábenlo, todos sus ejércitos.
3  Alábenlo, sol y luna,
alábenlo, estrellas luminosas.
4  Alábenlo ustedes, altísimos cielos,
y ustedes, las aguas que están sobre los cielos.
5  Sea alabado el *nombre del Señor,
porque él dio una orden y todo fue creado.
6  Todo quedó afirmado para siempre;
emitió un decreto que no será abolido.

7  Alaben al Señor desde la tierra
los monstruos marinos y las profundidades del mar,
8  el relámpago y el granizo, la nieve y la neblina,
el viento tempestuoso que cumple su mandato,
9  los montes y las colinas,
los árboles frutales y todos los cedros,
10  los animales salvajes y los domésticos,
los reptiles y las aves,
11  los reyes de la tierra y todas las naciones,
los príncipes y los gobernantes de la tierra,
12  los jóvenes y las jóvenes,
los ancianos y los niños.

13  Alaben el nombre del Señor,
porque sólo su nombre es excelso;
su esplendor está por encima de la tierra y de los cielos.
14  ¡Él ha dado poder a su pueblo![1]

¡A él sea la alabanza de todos sus fieles,
de los hijos de Israel, su pueblo cercano!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

                         NOTAS:

1. 148:14 ¡Él ha dado ... su pueblo! Lit. ¡Él levantó un cuerno para su pueblo!.

Salmos 149

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Canten al Señor un cántico nuevo,
alábenlo en la comunidad de los fieles.

2  Que se alegre Israel por su creador;
que se regocijen los hijos de *Sión por su rey.
3  Que alaben su *nombre con danzas;
que le canten salmos al son de la lira y el pandero.
4  Porque el Señor se complace en su pueblo;
a los humildes concede el honor de la *victoria.
5  Que se alegren los fieles por su triunfo;[1]
que aun en sus camas griten de júbilo.

6  Que broten de su garganta alabanzas a Dios,
y haya en sus manos una espada de dos filos
7  para que tomen venganza de las naciones
y castiguen a los pueblos;
8  para que sujeten a sus reyes con cadenas,
a sus nobles con grilletes de hierro;
9  para que se cumpla en ellos la sentencia escrita.
¡Ésta será la gloria de todos sus fieles!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

                         NOTAS:

1. 149:5 por su triunfo. Lit. en gloria.

Salmos 150

1  *¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Alaben a Dios en su santuario,
alábenlo en su poderoso firmamento.
2  Alábenlo por sus proezas,
alábenlo por su inmensa grandeza.
3  Alábenlo con sonido de trompeta,
alábenlo con el arpa y la lira.
4  Alábenlo con panderos y danzas,
alábenlo con cuerdas y flautas.
5  Alábenlo con címbalos sonoros,
alábenlo con címbalos resonantes.

6  ¡Que todo lo que respira alabe al Señor!

*¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

Proverbios 1


Proverbios



Prólogo: Propósito y tema

1  *Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel:

2  para adquirir sabiduría y *disciplina;
para discernir palabras de inteligencia;
3  para recibir la *corrección que dan la prudencia,
la rectitud, la *justicia y la equidad;
4  para infundir sagacidad en los *inexpertos,
*conocimiento y discreción en los jóvenes.
5  Escuche esto el sabio, y aumente su saber;
reciba dirección el entendido,
6  para discernir el proverbio y la *parábola,
los dichos de los sabios y sus enigmas.

7  El temor del Señor es el principio del conocimiento;
los *necios desprecian la sabiduría y la disciplina.


Exhortaciones a buscar la sabiduría



Advertencia contra el engaño

8  Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre
y no abandones las *enseñanzas de tu madre.
9  Adornarán tu cabeza como una diadema;
adornarán tu cuello como un collar.

10  Hijo mío, si los pecadores quieren engañarte,
no vayas con ellos.
11  Éstos te dirán:
"¡Ven con nosotros!


Acechemos a algún inocente
y démonos el gusto de matar a algún incauto;
12  traguémonos a alguien vivo,
como se traga el *sepulcro a la *gente;
devorémoslo entero,
como devora la fosa a los muertos.
13  Obtendremos toda clase de riquezas;
con el botín llenaremos nuestras casas.
14  Comparte tu suerte con nosotros,
y compartiremos contigo lo que obtengamos."
15  ¡Pero no te dejes llevar por ellos,[1] hijo mío!
¡Apártate de sus senderos!
16  Pues corren presurosos a hacer lo malo;
¡tienen prisa por derramar sangre!
17  De nada sirve tender la red
a la vista de todos los pájaros,
18  pero aquéllos acechan su propia vida[2]
y acabarán por destruirse a sí mismos.
19  Así terminan los que van tras ganancias mal habidas;
por éstas perderán la vida.


Advertencia contra el rechazo a la sabiduría

20  Clama la sabiduría en las calles;
en los lugares públicos levanta su voz.
21  Clama en las esquinas de calles transitadas;
a la *entrada de la ciudad razona:

22  "¿Hasta cuándo, muchachos *inexpertos,
seguirán aferrados a su inexperiencia?
¿Hasta cuándo, ustedes los *insolentes,
se complacerán en su insolencia?
¿Hasta cuándo, ustedes los necios,
aborrecerán el conocimiento?
23  Respondan a mis reprensiones,
y yo les abriré mi corazón;[3]
les daré a conocer mis pensamientos.
24  Como ustedes no me atendieron cuando los llamé,
ni me hicieron caso cuando les tendí la mano,
25  sino que rechazaron todos mis consejos
y no acataron mis reprensiones,
26  ahora yo me burlaré de ustedes
cuando caigan en desgracia.


Yo seré el que se ría de ustedes
cuando les sobrevenga el miedo,
27  cuando el miedo les sobrevenga como una tormenta
y la desgracia los arrastre como un torbellino.

28  "Entonces me llamarán, pero no les responderé;
me buscarán, pero no me encontrarán.
29  Por cuanto aborrecieron el conocimiento
y no quisieron temer al Señor;
30  por cuanto no siguieron mis consejos,
sino que rechazaron mis reprensiones,
31  cosecharán el fruto de su conducta,
se hartarán con sus propias intrigas;
32  ¡su descarrío e inexperiencia los destruirán,
su complacencia y *necedad los aniquilarán!
33  Pero el que me obedezca vivirá tranquilo,
sosegado y sin temor del mal."

                         NOTAS:

1. 1:15 no ... por ellos. Lit. no vayas por sus caminos.
2. 1:18 vida. Lit. sangre.
3. 1:23 les abriré mi corazón. Lit. derramaré mi espíritu.

Proverbios 2


Ventajas de la sabiduría

1  Hijo mío, si haces tuyas mis palabras
y atesoras mis mandamientos;
2  si tu oído inclinas hacia la sabiduría
y de corazón te entregas a la inteligencia;
3  si llamas a la inteligencia
y pides discernimiento;
4  si la buscas como a la plata,
como a un tesoro escondido,
5  entonces comprenderás el temor del Señor
y hallarás el conocimiento de Dios.
6  Porque el Señor da la sabiduría;
conocimiento y ciencia brotan de sus labios.
7  Él reserva su ayuda para la gente íntegra
y protege a los de conducta intachable.
8  Él cuida el sendero de los justos
y protege el camino de sus fieles.
9  Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
la equidad y todo buen camino;
10  la sabiduría vendrá a tu corazón,
y el conocimiento te endulzará la vida.
11  La discreción te cuidará,
la inteligencia te protegerá.

12  La sabiduría te librará del camino de los malvados,
de los que profieren palabras perversas,
13  de los que se apartan del camino recto
para andar por sendas tenebrosas,
14  de los que se complacen en hacer lo malo
y festejan la perversidad,
15  de los que andan por caminos torcidos
y por sendas extraviadas;
16  te librará de la mujer ajena,
de la extraña de palabras seductoras
17  que, olvidándose de su pacto con Dios,
abandona al compañero de su juventud.
18  Ciertamente su casa conduce a la muerte;
sus sendas llevan al reino de las sombras.
19  El que se enreda con ella no vuelve jamás,
ni alcanza los senderos de la vida.

20  Así andarás por el camino de los buenos
y seguirás la senda de los justos.
21  Pues los íntegros, los perfectos,
habitarán la tierra y permanecerán en ella.
22  Pero los malvados, los impíos,
serán desarraigados y expulsados de la tierra.

Proverbios 3


Otras ventajas de la sabiduría

1  Hijo mío, no te olvides de mis *enseñanzas;
más bien, guarda en tu *corazón mis mandamientos.
2  Porque prolongarán tu vida muchos años
y te traerán prosperidad.
3  Que nunca te abandonen el amor y la verdad:
llévalos siempre alrededor de tu cuello
y escríbelos en el libro de tu corazón.
4  Contarás con el favor de Dios
y tendrás buena fama[1] entre la *gente.
5  Confía en el Señor de todo corazón,
y no en tu propia inteligencia.
6  Reconócelo en todos tus *caminos,
y él allanará tus sendas.
7  No seas sabio en tu propia opinión;
más bien, teme al Señor y huye del mal.
8  Esto infundirá salud a tu cuerpo
y fortalecerá tu ser.[2]
9  Honra al Señor con tus riquezas
y con los primeros frutos de tus cosechas.
10  Así tus graneros se llenarán a reventar
y tus bodegas rebosarán de vino nuevo.
11  Hijo mío, no desprecies la *disciplina del Señor,
ni te ofendas por sus reprensiones.
12  Porque el Señor disciplina a los que ama,
como corrige un padre a su hijo querido.

13  *Dichoso el que halla sabiduría,
el que adquiere inteligencia.
14  Porque ella es de más provecho que la plata
y rinde más ganancias que el oro.
15  Es más valiosa que las piedras preciosas:
¡ni lo más deseable se le puede comparar!
16  Con la mano derecha ofrece larga vida;
con la izquierda, honor y riquezas.
17  Sus caminos son placenteros
y en sus senderos hay *paz.
18  Ella es árbol de vida para quienes la abrazan;
¡dichosos los que la retienen!
19  Con sabiduría afirmó el Señor la tierra,
con inteligencia estableció los cielos.
20  Por su *conocimiento se separaron las aguas,
y las nubes dejaron caer su rocío.

21  Hijo mío, conserva el buen juicio;
no pierdas de vista la discreción.
22  Te serán fuente de vida,
te adornarán como un collar.
23  Podrás recorrer tranquilo tu camino,
y tus pies no tropezarán.
24  Al acostarte, no tendrás temor alguno;
te acostarás y dormirás tranquilo.
25  No temerás ningún desastre repentino,
ni la desgracia que sobreviene a los impíos.
26  Porque el Señor estará siempre a tu lado
y te librará de caer en la trampa.

27  No niegues un favor a quien te lo pida,
si en tu mano está el otorgarlo.
28  Nunca digas a tu prójimo:
"Vuelve más tarde; te ayudaré mañana",
si hoy tienes con qué ayudarlo.
29  No urdas el mal contra tu prójimo,
contra el que ha puesto en ti su confianza.
30  No entres en pleito con nadie
que no te haya hecho ningún daño.
31  No envidies a los violentos,
ni optes por andar en sus caminos.
32  Porque el Señor aborrece al perverso,
pero al íntegro le brinda su amistad.
33  La maldición del Señor cae sobre la casa del malvado;
su bendición, sobre el hogar de los justos.
34  El Señor se burla de los *burlones,
pero muestra su favor a los humildes.
35  Los sabios son dignos de honra,
pero los *necios sólo merecen deshonra.

                         NOTAS:

1. 3:4 buena fama. Lit. prudencia.
2. 3:8 tu ser. Lit. tus huesos.

Proverbios 4


La sabiduría es lo máximo

1  Escuchen, hijos, la corrección de un padre;
dispónganse a adquirir inteligencia.
2  Yo les brindo buenas enseñanzas,
así que no abandonen mi instrucción.
3  Cuando yo era pequeño y vivía con mi padre,
cuando era el niño consentido de mi madre,
4  mi padre me instruyó de esta manera:
"Aférrate de corazón a mis palabras;
obedece mis mandamientos, y vivirás.
5  Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia;
no olvides mis palabras ni te apartes de ellas.
6  No abandones nunca a la sabiduría,
y ella te protegerá;
ámala, y ella te cuidará.
7  La sabiduría es lo primero. ¡Adquiere sabiduría!
Por sobre todas las cosas, adquiere discernimiento.
8  Estima a la sabiduría, y ella te exaltará;
abrázala, y ella te honrará;
9  te pondrá en la cabeza una hermosa diadema;
te obsequiará una bella corona."

10  Escucha, hijo mío; acoge mis palabras,
y los años de tu vida aumentarán.
11  Yo te guío por el camino de la sabiduría,
te dirijo por sendas de rectitud.
12  Cuando camines, no encontrarás obstáculos;
cuando corras, no tropezarás.
13  Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar;
cuídala bien, que ella es tu vida.
14  No sigas la senda de los perversos
ni vayas por el camino de los malvados.
15  ¡Evita ese camino! ¡No pases por él!
¡Aléjate de allí, y sigue de largo!
16  Los malvados no duermen si no hacen lo malo;
pierden el sueño si no hacen que alguien caiga.
17  Su pan es la maldad;
su vino, la violencia.

18  La senda de los justos se asemeja
a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
hasta que el día alcanza su plenitud.
19  Pero el camino de los malvados
es como la más densa oscuridad;
¡ni siquiera saben con qué tropiezan!

20  Hijo mío, atiende a mis consejos;
escucha atentamente lo que digo.
21  No pierdas de vista mis palabras;
guárdalas muy dentro de tu corazón.
22  Ellas dan vida a quienes las hallan;
son la salud del cuerpo.
23  Por sobre todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida.
24  Aleja de tu boca la perversidad;
aparta de tus labios las palabras corruptas.
25  Pon la mirada en lo que tienes delante;
fija la vista en lo que está frente a ti.
26  Endereza las sendas por donde andas;
allana todos tus caminos.
27  No te desvíes ni a diestra ni a siniestra;
apártate de la maldad.

Proverbios 5


Advertencia contra el adulterio

1  Hijo mío, pon atención a mi sabiduría
y presta oído a mi buen juicio,
2  para que al hablar mantengas la discreción
y retengas el conocimiento.
3  De los labios de la adúltera fluye miel;
su lengua es más suave que el aceite.
4  Pero al fin resulta más amarga que la hiel
y más cortante que una espada de dos filos.
5  Sus pies descienden hasta la muerte;
sus pasos van derecho al *sepulcro.
6  No toma ella en cuenta el camino de la vida;[1]
sus sendas son torcidas, y ella no lo reconoce.[2]

7  Pues bien, hijo mío, préstame atención
y no te apartes de mis palabras.
8  Aléjate de la adúltera;
no te acerques a la puerta de su casa,
9  para que no entregues a otros tu vigor,
ni tus años a gente cruel;
10  para que no sacies con tu fuerza a gente extraña,
ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos.
11  Porque al final acabarás por llorar,
cuando todo tu ser[3] se haya consumido.
12  Y dirás: "¡Cómo pude aborrecer la corrección!
¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina!
13  No atendí a la voz de mis maestros,
ni presté oído a mis instructores.
14  Ahora estoy al borde de la ruina,
en medio de toda la comunidad."

15  Bebe el agua de tu propio pozo,
el agua que fluye de tu propio manantial.
16  ¿Habrán de derramarse tus fuentes por las calles
y tus corrientes de aguas por las plazas públicas?
17  Son tuyas, solamente tuyas,
y no para que las compartas con extraños.
18  ¡Bendita sea tu fuente!
¡Goza con la esposa de tu juventud!
19  Es una gacela amorosa,
es una cervatilla encantadora.
¡Que sus pechos te satisfagan siempre!
¡Que su amor te cautive todo el tiempo!
20  ¿Por qué, hijo mío, dejarte cautivar por una adúltera?
¿Por qué abrazarte al pecho de la mujer ajena?

21  Nuestros caminos están a la vista del Señor;
él examina todas nuestras sendas.
22  Al malvado lo atrapan sus malas obras;
las cuerdas de su pecado lo aprisionan.
23  Morirá por su falta de disciplina;
perecerá por su gran insensatez.

                         NOTAS:

1. 5:6 No toma ... vida. Lit. El camino de la vida para que no lo prepare.
2. 5:6 y ella no lo reconoce. Alt. y tú no lo sabes.
3. 5:11 todo tu ser. Lit. tu carne y tu cuerpo.

Proverbios 6


Advertencia contra la insensatez

1  Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino,
si has hecho tratos para responder por otro,
2  si verbalmente te has comprometido,
enredándote con tus propias palabras,
3  entonces has caído en manos de tu prójimo.
Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino:
Ve corriendo y humíllate ante él;
procura deshacer tu compromiso.
4  No permitas que se duerman tus ojos;
no dejes que tus párpados se cierren.
5  Líbrate, como se libra del cazador[1] la gacela,
como se libra de la trampa[2] el ave.

6  ¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga!
¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría!
7  No tiene quien la mande,
ni quien la vigile ni gobierne;
8  con todo, en el verano almacena provisiones
y durante la cosecha recoge alimentos.

9  Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado?
¿Cuándo despertarás de tu sueño?
10  Un corto sueño, una breve siesta,
un pequeño descanso, cruzado de brazos...
11  ¡y te asaltará la pobreza como un bandido,
y la escasez como un hombre armado![3]

12  El bribón y sinvergüenza,
el vagabundo de boca corrupta,
13  hace guiños con los ojos,
y señas con los pies y con los dedos.
14  El malvado trama el mal en su mente,
y siempre anda provocando disensiones.
15  Por eso le sobrevendrá la ruina;
¡de repente será destruido, y no podrá evitarlo!

16  Hay seis cosas que el Señor aborrece,
y siete que le son detestables:
17  los ojos que se enaltecen,
la lengua que miente,
las manos que derraman sangre inocente,
18  el corazón que hace planes perversos,
los pies que corren a hacer lo malo,
19  el falso testigo que esparce mentiras,
y el que siembra discordia entre hermanos.


Advertencia contra el adulterio

20  Hijo mío, obedece el mandamiento de tu padre
y no abandones la enseñanza de tu madre.
21  Grábatelos en el corazón;
cuélgatelos al cuello.
22  Cuando camines, te servirán de guía;
cuando duermas, vigilarán tu sueño;
cuando despiertes, hablarán contigo.
23  El mandamiento es una lámpara,
la enseñanza es una luz
y la disciplina es el camino a la vida.
24  Te protegerán de la mujer malvada,
de la mujer ajena y de su lengua seductora.
25  No abrigues en tu corazón deseos por su belleza,
ni te dejes cautivar por sus ojos,
26  pues la ramera va tras un pedazo de pan,
pero la adúltera va tras el hombre que vale.[4]
27  ¿Puede alguien echarse brasas en el pecho
sin quemarse la ropa?
28  ¿Puede alguien caminar sobre las brasas
sin quemarse los pies?
29  Pues tampoco quien se acuesta con la mujer ajena
puede tocarla y quedar impune.

30  No se desprecia al ladrón
que roba para mitigar su hambre;
31  pero si lo atrapan, deberá devolver
siete tantos lo robado,
aun cuando eso le cueste todas sus posesiones.
32  Pero al que comete adulterio le faltan sesos;
el que así actúa se destruye a sí mismo.
33  No sacará más que golpes y vergüenzas,
y no podrá borrar su oprobio.
34  Porque los celos desatan la furia del esposo,
y éste no perdonará en el día de la venganza.
35  No aceptará nada en desagravio,
ni se contentará con muchos regalos.

                         NOTAS:

1. 6:5 del cazador (LXX y otras versiones antiguas); de la mano (TM).
2. 6:5 de la trampa (LXX y otras versiones antiguas); de la mano del trampero (TM).
3. 6:11 como un hombre armado. Alt. como un limosnero.
4. 6:26 el hombre que vale. Lit. un alma valiosa.

Proverbios 7


Advertencia contra la mujer adúltera

1  Hijo mío, pon en práctica[1] mis palabras
y atesora mis mandamientos.
2  Cumple con mis mandatos, y vivirás;
cuida mis enseñanzas como a la niña de tus ojos.
3  Llévalos atados en los dedos;
anótalos en la tablilla de tu corazón.
4  Di a la sabiduría: "Tú eres mi hermana",
y a la inteligencia: "Eres de mi sangre."
5  Ellas te librarán de la mujer ajena,
de la adúltera y de sus palabras seductoras.

6  Desde la ventana de mi casa
miré a través de la celosía.
7  Me puse a ver a los inexpertos,
y entre los jóvenes observé
a uno de ellos falto de juicio.[2]
8  Cruzó la calle, llegó a la esquina,
y se encaminó hacia la casa de esa mujer.
9  Caía la tarde. Llegaba el día a su fin.
Avanzaban las sombras de la noche.

10  De pronto la mujer salió a su encuentro,
con toda la apariencia de una prostituta
y con solapadas intenciones.
11  (Como es escandalosa y descarada,
nunca hallan sus pies reposo en su casa.
12  Unas veces por las calles, otras veces por las plazas,
siempre está al acecho en cada esquina.)
13  Se prendió de su cuello, lo besó,
y con todo descaro le dijo:

14  "Tengo en mi casa sacrificios de *comunión,
pues hoy he cumplido mis votos.
15  Por eso he venido a tu encuentro;
te buscaba, ¡y ya te he encontrado!
16  Sobre la cama he tendido
multicolores linos egipcios.
17  He perfumado mi lecho
con aroma de mirra, áloe y canela.
18  Ven, bebamos hasta el fondo la copa del amor;
¡disfrutemos del amor hasta el amanecer!
19  Mi esposo no está en casa,
pues ha emprendido un largo viaje.
20  Se ha llevado consigo la bolsa del dinero,
y no regresará hasta el día de luna llena."

21  Con palabras persuasivas lo convenció;
con lisonjas de sus labios lo sedujo.
22  Y él en seguida fue tras ella,
como el buey que va camino al matadero;
como el ciervo[3] que cae en la trampa,[4]
23  hasta que una flecha le abre las entrañas;
como el ave que se lanza contra la red,
sin saber que en ello le va la vida.

24  Así que, hijo mío, escúchame;
presta[5] atención a mis palabras.
25  No desvíes tu corazón hacia sus sendas,
ni te extravíes por sus caminos,
26  pues muchos han muerto por su causa;
sus víctimas han sido innumerables.
27  Su casa lleva derecho al *sepulcro;
¡conduce al reino de la muerte!

                         NOTAS:

1. 7:1 pon en práctica. Lit. guarda.
2. 7:7 falto de juicio. Lit. falto de corazón.
3. 7:22 ciervo (Siríaca; véase también LXX); necio (TM).
4. 7:22 Texto de difícil traducción.
5. 7:24 hijo mío, escúchame; presta. Lit. hijos míos, escúchenme; presten.

Proverbios 8


Llamado de la sabiduría

1  ¿Acaso no está llamando la sabiduría?
¿No está elevando su voz la inteligencia?
2  Toma su puesto en las alturas,
a la vera del camino y en las encrucijadas.
3  Junto a las *puertas que dan a la ciudad,
a la *entrada misma, grita a voz en cuello:
4  "A ustedes los *hombres, los estoy llamando;
dirijo mi voz a toda la *humanidad.
5  Ustedes los *inexpertos, ¡adquieran prudencia!
Ustedes los *necios, ¡obtengan discernimiento!
6  Escúchenme, que diré cosas importantes;
mis labios hablarán con *justicia.
7  Mi boca expresará la verdad,
pues mis labios detestan la mentira.
8  Las palabras de mi boca son todas justas;
no hay en ellas maldad ni doblez.
9  Son claras para los entendidos,
e irreprochables para los sabios.
10  Opten por mi *instrucción, no por la plata;
por el *conocimiento, no por el oro refinado.
11  Vale más la sabiduría que las piedras preciosas,
y ni lo más deseable se le compara.

12  "Yo, la sabiduría, convivo con la prudencia
y poseo conocimiento y discreción.
13  Quien teme al Señor aborrece lo malo;
yo aborrezco el orgullo y la arrogancia,
la mala conducta y el lenguaje perverso.
14  Míos son el consejo y el buen juicio;
míos son el entendimiento y el poder.
15  Por mí reinan los reyes
y promulgan leyes justas los gobernantes.
16  Por mí gobiernan los príncipes
y todos los nobles que rigen la tierra.[1]
17  A los que me aman, les correspondo;
a los que me buscan, me doy a conocer.
18  Conmigo están las riquezas y la honra,
la prosperidad[2] y los bienes duraderos.
19  Mi fruto es mejor que el oro fino;
mi cosecha sobrepasa a la plata refinada.
20  Voy por el *camino de la rectitud,
por los senderos de la justicia,
21  enriqueciendo a los que me aman
y acrecentando sus tesoros.

22  "El Señor me dio la vida[3] como primicia de sus obras,[4]
mucho antes de sus obras de antaño.
23  Fui establecida desde la eternidad,
desde antes que existiera el mundo.
24  No existían los grandes mares cuando yo nací;
no había entonces manantiales de abundantes aguas.
25  Nací antes que fueran formadas las colinas,
antes que se cimentaran las montañas,
26  antes que él creara la tierra y sus paisajes
y el polvo primordial con que hizo el mundo.
27  Cuando Dios cimentó la bóveda celeste
y trazó el horizonte sobre las aguas,
allí estaba yo presente.
28  Cuando estableció las nubes en los cielos
y reforzó las fuentes del mar profundo;
29  cuando señaló los límites del mar,
para que las aguas obedecieran su mandato;
cuando plantó los fundamentos de la tierra,
30  allí estaba yo, afirmando su obra.
Día tras día me llenaba yo de alegría,
siempre disfrutaba de estar en su presencia;
31  me regocijaba en el mundo que él creó;
¡en el *género humano me deleitaba!

32  "Y ahora, hijos míos, escúchenme:
*dichosos los que van por[5] mis caminos.
33  Atiendan a mi instrucción, y sean sabios;
no la descuiden.
34  Dichosos los que me escuchan
y a mis puertas están atentos cada día,
esperando a la entrada de mi casa.
35  En verdad, quien me encuentra, halla la vida
y recibe el favor del Señor.
36  Quien me rechaza, se perjudica a sí mismo;
quien me aborrece, ama la muerte."

                         NOTAS:

1. 8:16 y todos los nobles que rigen la tierra (varios mss. hebreos y LXX); y nobles, todos jueces justos (TM).
2. 8:18 prosperidad. Lit. justicia.
3. 8:22 me dio la vida. Alt. era mi dueño.
4. 8:22 obras. Lit. caminos.
5. 8:32 van por. Lit. guardan.

Proverbios 9


Invitación de la sabiduría y de la necedad

1  La sabiduría construyó su casa
y labró sus siete pilares.
2  Preparó un banquete, mezcló su vino
y tendió la mesa.
3  Envió a sus doncellas, y ahora clama
desde lo más alto de la ciudad.
4  "¡Vengan conmigo los inexpertos!
dice a los faltos de juicio.
5  Vengan, disfruten de mi pan
y beban del vino que he mezclado.
6  Dejen su insensatez, y vivirán;
andarán por el camino del discernimiento.

7  "El que corrige al burlón se gana que lo insulten;
el que reprende al malvado se gana su desprecio.
8  No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte;
reprende al sabio, y te amará.
9  Instruye al sabio, y se hará más sabio;
enseña al justo, y aumentará su saber.

10  "El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor;
conocer al Santo[1] es tener discernimiento.
11  Por mí aumentarán tus días;
muchos años de vida te serán añadidos.
12  Si eres sabio, tu premio será tu sabiduría;
si eres insolente, sólo tú lo sufrirás."

13  La mujer necia es escandalosa,
frívola y desvergonzada.
14  Se sienta a las puertas de su casa,
sienta sus reales en lo más alto de la ciudad,
15  y llama a los que van por el camino,
a los que no se apartan de su senda.
16  "¡Vengan conmigo, inexpertos!
dice a los faltos de juicio.
17  ¡Las aguas robadas saben a gloria!
¡El pan sabe a miel si se come a escondidas!"
18  Pero éstos ignoran que allí está la muerte,
que sus invitados caen al fondo de la *fosa.


                         NOTAS:

1. 9:10 al Santo. Alt. las cosas santas.

Proverbios 10

1

Proverbios de Salomón
 Proverbios de Salomón:

El hijo sabio es la alegría de su padre;
el hijo necio es el pesar de su madre.

2  Las riquezas mal habidas no sirven de nada,
pero la justicia libra de la muerte.

3  El Señor no deja sin comer al justo,
pero frustra la avidez de los malvados.

4  Las manos ociosas conducen a la pobreza;
las manos hábiles atraen riquezas.

5  El hijo prevenido se abastece en el verano,
pero el sinvergüenza duerme en tiempo de cosecha.

6  El justo se ve coronado de bendiciones,
pero la boca del malvado encubre violencia.

7  La memoria de los justos es una bendición,
pero la fama de los malvados será pasto de los gusanos.

8  El de sabio corazón acata las órdenes,
pero el necio y rezongón va camino al desastre.

9  Quien se conduce con integridad, anda seguro;
quien anda en malos pasos será descubierto.

10  Quien guiña el ojo con malicia provoca pesar;
el necio y rezongón va camino al desastre.

11  Fuente de vida es la boca del justo,
pero la boca del malvado encubre violencia.

12  El odio es motivo de disensiones,
pero el amor cubre todas las faltas.

13  En los labios del prudente hay sabiduría;
en la espalda del falto de juicio, sólo garrotazos.

14  El que es sabio atesora el conocimiento,
pero la boca del necio es un peligro inminente.

15  La riqueza del rico es su baluarte;
la pobreza del pobre es su ruina.

16  El salario del justo es la vida;
la ganancia del malvado es el pecado.

17  El que atiende a la corrección va camino a la vida;
el que la rechaza se pierde.

18  El de labios mentirosos disimula su odio,
y el que propaga calumnias es un necio.

19  El que mucho habla, mucho yerra;
el que es sabio refrena su lengua.

20  Plata refinada es la lengua del justo;
el corazón del malvado no vale nada.

21  Los labios del justo orientan a muchos;
los necios mueren por falta de juicio.

22  La bendición del Señor trae riquezas,
y nada se gana con preocuparse.

23  El necio se divierte con su mala conducta,
pero el sabio se recrea con la sabiduría.

24  Lo que el malvado teme, eso le ocurre;
lo que el justo desea, eso recibe.

25  Pasa la tormenta y desaparece el malvado,
pero el justo permanece firme para siempre.

26  Como vinagre a los dientes y humo a los ojos
es el perezoso para quienes lo emplean.

27  El temor del Señor prolonga la vida,
pero los años del malvado se acortan.

28  El futuro de los justos es halagüeño;
la esperanza de los malvados se desvanece.

29  El camino del Señor es refugio de los justos
y ruina de los malhechores.

30  Los justos no tropezarán jamás;
los malvados no habitarán la tierra.

31  La boca del justo profiere sabiduría,
pero la lengua perversa será cercenada.

32  Los labios del justo destilan[1] bondad;
de la boca del malvado brota perversidad.

                         NOTAS:

1. 10:32 destilan (LXX); saben (TM).

Proverbios 11

1  El Señor aborrece las balanzas adulteradas,
pero aprueba las pesas exactas.

2  Con el orgullo viene el oprobio;
con la humildad, la sabiduría.

3  A los justos los guía su integridad;
a los falsos los destruye su hipocresía.

4  En el día de la ira de nada sirve ser rico,
pero la justicia libra de la muerte.

5  La justicia endereza el camino de los íntegros,
pero la maldad hace caer a los impíos.

6  La justicia libra a los justos,
pero la codicia atrapa a los falsos.

7  Muere el malvado, y con él su esperanza;
muere también su ilusión de poder.

8  El justo se salva de la calamidad,
pero la desgracia le sobreviene al malvado.

9  Con la boca el impío destruye a su prójimo,
pero los justos se libran por el conocimiento.

10  Cuando el justo prospera, la ciudad se alegra;
cuando el malvado perece, hay gran regocijo.

11  La bendición de los justos enaltece a la ciudad,
pero la boca de los malvados la destruye.

12  El falto de juicio desprecia a su prójimo,
pero el entendido refrena su lengua.

13  La gente chismosa revela los secretos;
la gente confiable es discreta.

14  Sin dirección, la nación fracasa;
el éxito depende de los muchos consejeros.

15  El fiador de un extraño saldrá perjudicado;
negarse a dar fianza[1] es vivir en paz.

16  La mujer bondadosa se gana el respeto;
los hombres violentos sólo ganan riquezas.

17  El que es bondadoso se beneficia a sí mismo;
el que es cruel, a sí mismo se perjudica.

18  El malvado obtiene ganancias ilusorias;
el que siembra justicia asegura su ganancia.

19  El que es justo obtiene la vida;
el que persigue el mal se encamina a la muerte.

20  El Señor aborrece a los de corazón perverso,
pero se complace en los que viven con rectitud.

21  Una cosa es segura:[2] Los malvados no quedarán impunes,
pero los justos saldrán bien librados.

22  Como argolla de oro en hocico de cerdo
es la mujer bella pero indiscreta.

23  Los deseos de los justos terminan bien;
la esperanza de los malvados termina mal.[3]

24  Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan;
otros ni sus deudas pagan, y acaban en la miseria.

25  El que es generoso prospera;
el que reanima será reanimado.

26  La gente maldice al que acapara el trigo,
pero colma de bendiciones al que gustoso lo vende.

27  El que madruga para el bien, halla buena voluntad;
el que anda tras el mal, por el mal será alcanzado.

28  El que confía en sus riquezas se marchita,
pero el justo se renueva como el follaje.

29  El que perturba su casa no hereda más que el viento,
y el necio termina sirviendo al sabio.

30  El fruto de la justicia[4] es árbol de vida,
pero el que arrebata vidas es violento.[5]

31  Si los justos reciben su pago aquí en la tierra,
¡cuánto más los impíos y los pecadores!

                         NOTAS:

1. 11:15 a dar fianza. Lit. a estrechar la mano.
2. 11:21 Una cosa es segura. Lit. Mano a mano.
3. 11:23 termina mal (LXX); es ira (TM).
4. 11:30 de la justicia (LXX); del justo (TM).
5. 11:30 violento (LXX); sabio (TM).

Proverbios 12

1  El que ama la disciplina ama el conocimiento,
pero el que la aborrece es un necio.

2  El hombre bueno recibe el favor del Señor,
pero el intrigante recibe su condena.

3  Nadie puede afirmarse por medio de la maldad;
sólo queda firme la raíz de los justos.

4  La mujer ejemplar[1] es corona de su esposo;
la desvergonzada es carcoma en los huesos.

5  En los planes del justo hay justicia,
pero en los consejos del malvado hay engaño.

6  Las palabras del malvado son insidias de muerte,
pero la boca de los justos los pone a salvo.

7  Los malvados se derrumban y dejan de existir,
pero los hijos de los justos permanecen.

8  Al hombre se le alaba según su sabiduría,
pero al de mal corazón se le desprecia.

9  Vale más un Don Nadie con criado
que un Don Alguien sin pan.

10  El justo atiende a las necesidades de su bestia,
pero el malvado es de mala entraña.

11  El que labra su tierra tendrá abundante comida,
pero el que sueña despierto[2] es un imprudente.

12  Los malos deseos son la trampa[3] de los malvados,
pero la raíz de los justos prospera.

13  En el pecado de sus labios se enreda el malvado,
pero el justo sale del aprieto.

14  Cada uno se sacia[4] del fruto de sus labios,
y de la obra de sus manos recibe su recompensa.

15  Al necio le parece bien lo que emprende,
pero el sabio atiende al consejo.

16  El necio muestra en seguida su enojo,
pero el prudente pasa por alto el insulto.

17  El testigo verdadero declara lo que es justo,
pero el testigo falso declara falsedades.

18  El charlatán hiere con la lengua como con una espada,
pero la lengua del sabio brinda alivio.

19  Los labios sinceros permanecen para siempre,
pero la lengua mentirosa dura sólo un instante.

20  En los que fraguan el mal habita el engaño,
pero hay gozo para los que promueven la paz.

21  Al justo no le sobrevendrá ningún daño,
pero al malvado lo cubrirá la desgracia.

22  El Señor aborrece a los de labios mentirosos,
pero se complace en los que actúan con lealtad.

23  El hombre prudente no muestra lo que sabe,
pero el corazón de los necios proclama su necedad.

24  El de manos diligentes gobernará;
pero el perezoso será subyugado.

25  La angustia abate el corazón del hombre,
pero una palabra amable lo alegra.

26  El justo es guía de su prójimo,[5]
pero el camino del malvado lleva a la perdición.

27  El perezoso no atrapa presa,[6]
pero el diligente ya posee una gran riqueza.

28  En el camino de la justicia se halla la vida;
por ese camino se evita la muerte.

                         NOTAS:

1. 12:4 ejemplar. Alt. fuerte; véase 31:10-31.
2. 12:11 el que sueña despierto. Lit. el que persigue lo vacío; también en 28:19.
3. 12:12 la trampa (texto probable); el botín (TM).
4. 12:14 se sacia. Lit. se sacia de lo bueno.
5. 12:26 Texto de difícil traducción.
6. 12:27 no atrapa presa. Alt. no pone a asar lo que ha cazado. Texto de difícil traducción.

Proverbios 13

1  El hijo sabio atiende a[1] la *corrección de su padre,
pero el *insolente no hace caso a la reprensión.

2  Quien habla el bien, del bien se nutre,
pero el infiel padece hambre de violencia.

3  El que refrena su lengua protege su vida,
pero el ligero de labios provoca su ruina.

4  El perezoso ambiciona, y nada consigue;
el diligente ve cumplidos sus deseos.

5  El justo aborrece la mentira;
el malvado acarrea vergüenza y deshonra.

6  La *justicia protege al que anda en integridad,
pero la maldad arruina al pecador.

7  Hay quien pretende ser rico, y no tiene nada;
hay quien parece ser pobre, y todo lo tiene.

8  Con su riqueza el rico pone a salvo su vida,
pero al pobre no hay ni quien lo amenace.

9  La luz de los justos brilla radiante,[2]
pero los malvados son como lámpara apagada.

10  El orgullo sólo genera contiendas,
pero la sabiduría está con quienes oyen consejos.

11  El dinero mal habido pronto se acaba;
quien ahorra, poco a poco se enriquece.

12  La esperanza frustrada aflige al *corazón;
el deseo cumplido es un árbol de vida.

13  Quien se burla de la *instrucción tendrá su merecido;
quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa.

14  La enseñanza de los sabios es fuente de vida,
y libera de los lazos de la muerte.

15  El buen juicio redunda en aprecio,
pero el *camino del infiel no cambia.

16  El prudente actúa con cordura,
pero el *necio se jacta de su *necedad.

17  El mensajero malvado se mete en problemas;
el enviado confiable aporta la solución.

18  El que desprecia a la *disciplina sufre pobreza y deshonra;
el que atiende a la corrección recibe grandes honores.

19  El deseo cumplido endulza el *alma,
pero el necio detesta alejarse del mal.

20  El que con sabios anda, sabio se vuelve;
el que con necios se junta, saldrá mal parado.

21  Al pecador lo persigue el mal,
y al justo lo recompensa el bien.

22  El *hombre de bien deja herencia a sus nietos;
las riquezas del pecador se quedan para los justos.

23  En el campo del pobre hay abundante comida,
pero ésta se pierde donde hay injusticia.

24  No corregir al hijo es no quererlo;
amarlo es disciplinarlo.

25  El justo come hasta quedar saciado,
pero el malvado se queda con hambre.

                         NOTAS:

1. 13:1 atiende a (LXX y Siríaca). TM no incluye verbo.
2. 13:9 brilla radiante. Lit. se alegra.

Proverbios 14

1  La mujer sabia edifica su casa;
la necia, con sus manos la destruye.

2  El que va por buen camino teme al Señor;
el que va por mal camino lo desprecia.

3  De la boca del necio brota arrogancia;
los labios del sabio son su propia protección.

4  Donde no hay bueyes el granero está vacío;
con la fuerza del buey aumenta la cosecha.

5  El testigo verdadero jamás engaña;
el testigo falso propaga mentiras.

6  El insolente busca sabiduría y no la halla;
para el entendido, el conocimiento es cosa fácil.

7  Manténte a distancia del necio,
pues en sus labios no hallarás conocimiento.

8  La sabiduría del prudente es discernir sus caminos,
pero al necio lo engaña su propia necedad.

9  Los necios hacen mofa de sus propias faltas,
pero los íntegros cuentan con el favor de Dios.

10  Cada corazón conoce sus propias amarguras,
y ningún extraño comparte su alegría.

11  La casa del malvado será destruida,
pero la morada del justo prosperará.

12  Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte.

13  También de reírse duele el corazón,
y hay alegrías que acaban en tristeza.

14  El inconstante recibirá todo el pago de su inconstancia;
el hombre bueno, el premio de sus acciones.

15  El ingenuo cree todo lo que le dicen;
el prudente se fija por dónde va.

16  El sabio teme al Señor y se aparta del mal,
pero el necio es arrogante y se pasa de confiado.

17  El iracundo comete locuras,
pero el prudente sabe aguantar.[1]

18  Herencia de los inexpertos es la necedad;
corona de los prudentes, el conocimiento.

19  Los malvados se postrarán ante los buenos;
los impíos, ante el tribunal[2] de los justos.

20  Al pobre hasta sus amigos lo aborrecen,
pero son muchos los que aman al rico.

21  Es un pecado despreciar al prójimo;
¡dichoso el que se compadece de los pobres!

22  Pierden el camino los que maquinan el mal,
pero hallan amor y verdad los que hacen el bien.

23  Todo esfuerzo tiene su recompensa,
pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza.

24  La corona del sabio es su sabiduría;[3]
la de los necios, su necedad.

25  El testigo veraz libra de la muerte,
pero el testigo falso miente.

26  El temor del Señor es un baluarte seguro
que sirve de refugio a los hijos.

27  El temor del Señor es fuente de vida,
y aleja al hombre de las redes de la muerte.

28  Gloria del rey es gobernar a muchos;
un príncipe sin súbditos está arruinado.

29  El que es paciente muestra gran discernimiento;
el que es agresivo muestra mucha insensatez.

30  El corazón tranquilo da vida al cuerpo,
pero la envidia corroe los huesos.

31  El que oprime al pobre ofende a su Creador,
pero honra a Dios quien se apiada del necesitado.

32  El malvado cae por su propia maldad;
el justo halla refugio en su integridad.[4]

33  En el corazón de los sabios mora la sabiduría,
pero los necios ni siquiera la conocen.[5]

34  La justicia enaltece a una nación,
pero el pecado deshonra a todos los pueblos.

35  El rey favorece al siervo inteligente,
pero descarga su ira sobre el sinvergüenza.

                         NOTAS:

1. 14:17 sabe aguantar (LXX); es odiado (TM).
2. 14:19 ante el tribunal. Lit. ante la *puerta.
3. 14:24 su sabiduría (LXX); su riqueza (TM).
4. 14:32 en su integridad (LXX y Siríaca); en su muerte (TM).
5. 14:33 los necios ni siquiera la conocen (LXX y Siríaca); los necios la conocen (TM).

Proverbios 15

1  La respuesta amable calma el enojo,
pero la agresiva echa leña al fuego.

2  La lengua de los sabios destila conocimiento;[1]
la boca de los necios escupe necedades.

3  Los ojos del Señor están en todo lugar,
vigilando a los buenos y a los malos.

4  La lengua que brinda consuelo[2] es árbol de vida;
la lengua insidiosa deprime el espíritu.

5  El necio desdeña la corrección de su padre;
el que la acepta demuestra prudencia.

6  En la casa del justo hay gran abundancia;
en las ganancias del malvado, grandes problemas.

7  Los labios de los sabios esparcen conocimiento;
el corazón de los necios ni piensa en ello.

8  El Señor aborrece las ofrendas de los malvados,
pero se complace en la oración de los justos.

9  El Señor aborrece el camino de los malvados,
pero ama a quienes siguen la justicia.

10  Para el descarriado, disciplina severa;
para el que aborrece la corrección, la muerte.

11  Si ante el Señor están el *sepulcro y la *muerte,
¡cuánto más el corazón humano!

12  Al insolente no le gusta que lo corrijan,
ni busca la compañía de los sabios.

13  El corazón alegre se refleja en el rostro,
el corazón dolido deprime el espíritu.

14  El corazón entendido va tras el conocimiento;
la boca de los necios se nutre de tonterías.

15  Para el afligido todos los días son malos;
para el que es feliz siempre es día de fiesta.

16  Más vale tener poco, con temor del Señor,
que muchas riquezas con grandes angustias.

17  Más vale comer verduras sazonadas con amor
que un festín de carne[3] sazonada con odio.

18  El que es iracundo provoca contiendas;
el que es paciente las apacigua.

19  El camino del perezoso está plagado de espinas,
pero la senda del justo es como una calzada.

20  El hijo sabio alegra a su padre;
el hijo necio menosprecia a su madre.

21  Al necio le divierte su falta de juicio;
el entendido endereza sus propios pasos.

22  Cuando falta el consejo, fracasan los planes;
cuando abunda el consejo, prosperan.

23  Es muy grato dar la respuesta adecuada,
y más grato aún cuando es oportuna.

24  El sabio sube por el sendero de vida,
para librarse de caer en el *sepulcro.

25  El Señor derriba la casa de los soberbios,
pero mantiene intactos los linderos de las viudas.

26  El Señor aborrece los planes de los malvados,
pero le agradan las palabras puras.

27  El ambicioso acarrea mal sobre su familia;
el que aborrece el soborno vivirá.

28  El corazón del justo medita sus respuestas,
pero la boca del malvado rebosa de maldad.

29  El Señor se mantiene lejos de los impíos,
pero escucha las oraciones de los justos.

30  Una mirada radiante alegra el corazón,
y las buenas noticias renuevan las fuerzas.[4]

31  El que atiende a la crítica edificante
habitará entre los sabios.

32  Rechazar la corrección es despreciarse a sí mismo;
atender a la reprensión es ganar entendimiento.

33  El temor del Señor es corrección y sabiduría;[5]
la humildad precede a la honra.

                         NOTAS:

1. 15:2 destila conocimiento (LXX); hace bien al conocimiento (TM).
2. 15:4 que brinda consuelo. Lit. que sana.
3. 15:17 que un festín de carne. Lit. que toro engordado.
4. 15:30 las fuerzas. Lit. los huesos.
5. 15:33 es corrección y sabiduría (LXX); es corrección de sabiduría (TM).

Proverbios 16

1  El hombre propone
y Dios[1] dispone.

2  A cada uno le parece correcto su proceder,[2]
pero el Señor juzga los motivos.

3  Pon en manos del Señor todas tus obras,
y tus proyectos se cumplirán.

4  Toda obra del Señor tiene un propósito;
¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre!

5  El Señor aborrece a los arrogantes.
Una cosa es segura: no quedarán impunes.

6  Con amor y verdad se perdona el pecado,
y con temor del Señor se evita el mal.

7  Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre,
hasta con sus enemigos lo reconcilia.

8  Más vale tener poco con justicia
que ganar mucho con injusticia.

9  El corazón del hombre traza su rumbo,
pero sus pasos los dirige el Señor.

10  La sentencia[3] está en labios del rey;
en el veredicto que emite no hay error.

11  Las pesas y las balanzas justas son del Señor;
todas las medidas son hechura suya.

12  El rey detesta las malas acciones,
porque el trono se afirma en la justicia.

13  El rey se complace en los labios honestos;
aprecia a quien habla con la verdad.

14  La ira del rey es presagio de muerte,
pero el sabio sabe apaciguarla.

15  El rostro radiante del rey es signo de vida;
su favor es como lluvia en primavera.

16  Más vale adquirir sabiduría que oro;
más vale adquirir inteligencia que plata.

17  El camino del hombre recto evita el mal;
el que quiere salvar su vida, se fija por dónde va.

18  Al orgullo le sigue la destrucción;
a la altanería, el fracaso.

19  Vale más humillarse con los oprimidos
que compartir el botín con los orgullosos.

20  El que atiende a la palabra, prospera.
¡Dichoso el que confía en el Señor!

21  Al sabio de corazón se le llama inteligente;
los labios convincentes promueven el saber.

22  Fuente de vida es la prudencia para quien la posee;
el castigo de los necios es su propia necedad.

23  El sabio de corazón controla su boca;
con sus labios promueve el saber.

24  Panal de miel son las palabras amables:
endulzan la vida y dan salud al cuerpo.[4]

25  Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte.

26  Al que trabaja, el hambre lo obliga a trabajar,
pues su propio apetito lo estimula.

27  El perverso hace[5] planes malvados;
en sus labios hay un fuego devorador.

28  El perverso provoca contiendas,
y el chismoso divide a los buenos amigos.

29  El violento engaña a su prójimo
y lo lleva por mal camino.

30  El que guiña el ojo trama algo perverso;
el que aprieta los labios ya lo ha cometido.

31  Las canas son una honrosa corona
que se obtiene en el camino de la justicia.

32  Más vale ser paciente que valiente;
más vale dominarse a sí mismo que conquistar ciudades.

33  Las suertes se echan sobre la mesa,[6]
pero el veredicto proviene del Señor.

                         NOTAS:

1. 16:1 Dios. Lit. el Señor.
2. 16:2 A cada uno ... proceder. Lit. Todos los caminos del hombre son limpios a sus ojos.
3. 16:10 La sentencia. Alt. El oráculo.
4. 16:24 al cuerpo. Lit. a los huesos.
5. 16:27 hace. Lit. cava.
6. 16:33 sobre la mesa. Lit. en el regazo.

Proverbios 17

1  Más vale comer pan duro donde hay concordia
que hacer banquete[1] donde hay discordia.

2  El siervo sabio gobernará al hijo sinvergüenza,
y compartirá la herencia con los otros hermanos.

3  En el crisol se prueba la plata
y en el horno se prueba el oro,
pero al corazón lo prueba el Señor.

4  El malvado hace caso a los labios impíos,
y el mentiroso presta oído a la lengua maliciosa.

5  El que se burla del pobre ofende a su Creador;
el que se alegra de verlo en la ruina no quedará sin castigo.

6  La corona del anciano son sus nietos;
el orgullo de los hijos son sus padres.

7  No va bien con los necios el lenguaje refinado,
ni con los gobernantes, la mentira.

8  Vara[2] mágica es el soborno para quien lo ofrece,
pues todo lo que emprende lo consigue.

9  El que perdona la ofensa cultiva el amor;
el que insiste en la ofensa divide a los amigos.

10  Cala más un regaño en el hombre prudente
que cien latigazos en el obstinado.

11  El revoltoso siempre anda buscando camorra,
pero se las verá con un mensajero cruel.

12  Más vale toparse con un oso enfurecido[3]
que con un necio empecinado en su necedad.

13  Al que devuelve mal por bien,
nunca el mal se apartará de su familia.

14  Iniciar una pelea es romper una represa;
vale más retirarse que comenzarla.

15  Absolver al culpable y condenar al inocente
son dos cosas que el Señor aborrece.

16  ¿De qué le sirve al necio poseer dinero?
¿Podrá adquirir sabiduría si le faltan sesos?[4]

17  En todo tiempo ama el amigo;
para ayudar en la adversidad nació el hermano.

18  El que es imprudente se compromete por otros,
y sale fiador de su prójimo.

19  Al que le gusta pecar, le gusta pelear;
el que abre mucho la boca, busca que se la rompan.[5]

20  El de corazón perverso jamás prospera;
el de lengua engañosa caerá en desgracia.

21  Engendrar a un hijo necio es causa de pesar;
ser padre de un necio no es ninguna alegría.

22  Gran remedio es el corazón alegre,
pero el ánimo decaído seca los huesos.

23  El malvado acepta soborno en secreto,
con lo que tuerce el curso de la justicia.

24  La meta del prudente es la sabiduría;
el necio divaga contemplando vanos horizontes.[6]

25  El hijo necio irrita a su padre,
y causa amargura a su madre.

26  No está bien castigar al inocente,
ni azotar por su rectitud a gente honorable.

27  El que es entendido refrena sus palabras;
el que es prudente controla sus impulsos.

28  Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio;
se le considera prudente si cierra la boca.

                         NOTAS:

1. 17:1 banquete. Lit. sacrificios.
2. 17:8 Vara. Lit. Piedra.
3. 17:12 oso enfurecido. Lit. oso al que le robaron sus cachorros.
4. 17:16 sesos. Lit. corazón.
5. 17:19 el que abre ... se la rompan. Lit. el que abre su puerta, busca destrucción.
6. 17:24 el necio ... horizontes. Lit. y los ojos del necio en los confines de la tierra.

Proverbios 18

1  El egoísta busca su propio bien;
contra todo sano juicio se rebela.

2  Al necio no le complace el discernimiento;
tan sólo hace alarde de su propia opinión.

3  Con la maldad, viene el desprecio,
y con la vergüenza llega el oprobio.

4  Las palabras del hombre son aguas profundas,
arroyo de aguas vivas, fuente de sabiduría.

5  No está bien declarar inocente al[1] malvado
y dejar de lado los derechos del justo.

6  Los labios del necio son causa de contienda;
su boca incita a la riña.

7  La boca del necio es su perdición;
sus labios son para él una trampa mortal.

8  Los chismes son deliciosos manjares;
penetran hasta lo más íntimo del ser.

9  El que es negligente en su trabajo
confraterniza con el que es destructivo.

10  Torre inexpugnable es el nombre del Señor;
a ella corren los justos y se ponen a salvo.

11  Ciudad amurallada es la riqueza para el rico,
y éste cree que sus muros son inexpugnables.

12  Al fracaso lo precede la soberbia humana;
a los honores los precede la humildad.

13  Es necio y vergonzoso
responder antes de escuchar.

14  En la enfermedad, el ánimo levanta al enfermo;
¿pero quién podrá levantar al abatido?

15  El corazón prudente adquiere conocimiento;
los oídos de los sabios procuran hallarlo.

16  Con regalos se abren todas las puertas
y se llega a la presencia de gente importante.

17  El primero en presentar su caso parece inocente,
hasta que llega la otra parte y lo refuta.

18  El echar suertes pone fin a los litigios
y decide entre las partes en pugna.

19  Más resiste el hermano ofendido que una ciudad amurallada;
los litigios son como cerrojos de ciudadela.

20  Cada uno se llena con lo que dice
y se sacia con lo que habla.

21  En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto.

22  Quien halla esposa halla la felicidad:
muestras de su favor le ha dado el Señor.

23  El pobre habla en tono suplicante;
el rico responde con aspereza.

24  Hay amigos[2] que llevan a la ruina,
y hay amigos más fieles que un hermano.

                         NOTAS:

1. 18:5 declarar inocente al. Lit. levantar el rostro del.
2. 18:24 Hay amigos (LXX, Siríaca y Targum); Hombre de amigos (TM).

Proverbios 19

1  Más vale pobre e intachable
que necio y embustero.

2  El afán sin conocimiento no vale nada;
mucho yerra quien mucho corre.

3  La necedad del hombre le hace perder el rumbo,
y para colmo se irrita contra el Señor.

4  Con las riquezas aumentan los amigos,
pero al pobre hasta su amigo lo abandona.

5  El testigo falso no quedará sin castigo;
el que esparce mentiras no saldrá bien librado.

6  Muchos buscan congraciarse con los poderosos;
todos son amigos de quienes reparten regalos.

7  Si al pobre lo aborrecen sus parientes,
con más razón lo evitan sus amigos.
Aunque los busca suplicante,
por ninguna parte los encuentra.[1]

8  El que adquiere cordura[2] a sí mismo se ama,
y el que retiene el discernimiento prospera.

9  El testigo falso no quedará sin castigo;
el que difunde mentiras perecerá.

10  No va bien con el necio vivir entre lujos,
y menos con el esclavo gobernar a los príncipes.

11  El buen juicio hace al hombre paciente;
su gloria es pasar por alto la ofensa.

12  Rugido de león es la ira del rey;
su favor es como rocío sobre el pasto.

13  El hijo necio es la ruina del padre;
la mujer pendenciera es gotera constante.

14  La casa y el dinero se heredan de los padres,
pero la esposa inteligente es un don del Señor.

15  La pereza conduce al sueño profundo;
el holgazán pasará hambre.

16  El que cumple el mandamiento cumple consigo mismo;
el que descuida su conducta morirá.

17  Servir al pobre es hacerle un préstamo al Señor;
Dios pagará esas buenas acciones.

18  Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza;
no te hagas cómplice de su muerte.[3]

19  El iracundo tendrá que afrontar el castigo;
el que intente disuadirlo aumentará su enojo.[4]

20  Atiende al consejo y acepta la corrección,
y llegarás a ser sabio.

21  El corazón humano genera muchos proyectos,
pero al final prevalecen los designios del Señor.

22  De todo hombre se espera lealtad.[5]
Más vale ser pobre que mentiroso.

23  El temor del Señor conduce a la vida;
da un sueño tranquilo y evita los problemas.

24  El perezoso mete la mano en el plato,
pero es incapaz de llevarse el bocado a la boca.

25  Golpea al insolente, y se hará prudente el inexperto;
reprende al entendido, y ganará en conocimiento.

26  El que roba a su padre y echa a la calle a su madre
es un hijo infame y sinvergüenza.

27  Hijo mío, si dejas de atender a la corrección,
te apartarás de las palabras del saber.

28  El testigo corrupto se burla de la justicia,
y la boca del malvado engulle maldad.

29  El castigo se dispuso para los insolentes,
y los azotes para la espalda de los necios.

                         NOTAS:

1. 19:7 Texto de difícil traducción.
2. 19:8 cordura. Lit. corazón.
3. 19:18 no te hagas ... muerte. Alt. pero no te excedas hasta matarlo.
4. 19:19 Texto de difícil traducción.
5. 19:22 De todo ... lealtad. Alt. El anhelo de todo hombre es su amor.

Proverbios 20

1  El vino lleva a la insolencia,
y la bebida embriagante al escándalo;
¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!

2  Rugido de león es la furia del rey;
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