BHAGAVAN SRI SATHYA SAI BABA
DIVINO DISCURSO PARA EL AÑO NUEVO TAMIL
Sai Kulwant Hall - Prasanthi Nilayam
13 de abril de 2008
La tierra cuyos hijos son conocidos por renombre y fama en todos los continentes,
La tierra cuyos héroes enfrentaron a invasores y conquistadores para alcanzar la libertad,
La afamada tierra de la que la sabiduría y erudición de sus hijos recibe el elogio del globo,
La tierra de santos, de poetas, de cantores y de divinos músicos,
Oh hijos de Bharath, vayan y defiendan su legado
Y sean dignos de su glorioso pasado.
(Poema Telegu)
No es posible describir la grandeza de la gloria de la tierra de Bharath. Hay muchos hombres ricos y grandes líderes incluso hoy en día. Mas de qué les sirve todo eso si no están preparados para deshacerse de su codicia y dedicar su vida al bienestar de los necesitados. Al haber nacido en esta sagrada tierra, los bharathiyas debieran intentar santificar sus vidas sirviéndole a los pobres y los menesterosos.
¡Encarnaciones del Amor!
El doctor y el juez que hablaran antes, se refirieron a Swami y a Su misión, pero su charla se limitó a asuntos más mundanos que a la espiritualidad. Uno puede adquirir todo tipo de educación, mas sin el conocimiento espiritual, lo demás es sólo un desperdicio. Hoy en día, la gente lo tiene todo, salvo confianza en sí misma. En esta expresión, la confianza es en el ‘yo’. Y, ¿a qué 'yo' se apunta? A aquello que no puede ser visto con los ojos físicos, que no es escuchado con el oído físico ni comprendido a nivel físico. Es divino, auspicioso y expandido en todo bajo la forma de la conciencia (Chaitanya Shakti). Todos los seres en el universo son la creación de Dios. No existe nada en este mundo que no sea Divino. Las gentes observan diferencias entre una y la otra. Esto es un gran error. Todas son uno. Ekam Sath Viprah Bahudha Vadanti – La Verdad es una, mas los sabios se refieren a ella por variados nombres. No existe una segunda entidad en este mundo. Sarvatah Panipadam Tat Sarvathokshi Siromukham, Sarvatah Sruthimalloke, Sarvamavruthya Tishthai – Con las manos, pies, ojos, cabeza, boca y oído expandidos en todo, Él permea al universo entero.
No hay nadie en este mundo en el que Dios no esté presente. Todo está saturado de divinidad. Nadie tiene el derecho de decir que esto es divino y aquello no lo es. Dios está presente incluso en las dificultades, el pesar y la desdicha. Aunque tenemos la capacidad como para entender este poder divino, lamentablemente no somos capaces de usarla. Cuando observamos el escenario natural a nuestro alrededor, vemos vastas áreas de tierra y una cantidad de ríos como el Yamuna, el Ganges, el Pinakini, el Cauveri, el Tungabhadra, el Godavari, el Saraswati etc. Pese a tener un territorio tan vasto con numerosos ríos, hay escasez de alimentos para el hombre. ¿Cuál es la razón? La razón estriba en que éste no está haciendo un uso correcto de su poder y potencial innatos. En cambio, hace un mal uso de sus poderes y desperdicia su inteligencia. Si llevara sus esfuerzos en la dirección correcta, lo podría lograr todo.
Debieran tener fe en que todo lo que ven en este mundo es un aspecto de la divinidad. No hay nada que sea diferente. Sólo Uno existe en este mundo y no hay un segundo. Somos incapaces de entender esta verdad y nos perjudican muchos conceptos errados. Estamos preparados para creer lo que otros escriben en sus libros, pero nadie lo está para tener fe en su propio ‘sí mismo’. Las gentes tienen todo tipo de confianzas, menos la confianza en ellas mismas. ¿De qué sirve todo eso a falta de la confianza en uno mismo? Con ella tan sólo podemos lograr cualquier cosa; no hay nada en el mundo que no podamos alcanzar. Debiéramos hacer esfuerzos por reconocer este principio del Atma que es divino, auspicioso y siempre nuevo. Mas el hombre de hoy no hace esfuerzo alguno por conocerse a sí mismo. Si le preguntamos a cualquiera sobre quien es, nos dirá el nombre que le dieran sus padres. Si le hicieran la misma pregunta a Dios, Él responderá Aham Brahmasmi (Yo soy Brahman). Como somos incapaces de reconocer la verdad, tomamos por la senda equivocada y nos confundimos. No hacemos esfuerzo alguno por llegar a saber lo que se supone sepamos. Por otro lado, intentamos saber aquello que nos es imposible conocer por medio de nuestros sentidos. ¿Es posible conocer la divinidad que lo satura todo? Es imposible. Por ende, suceda lo que suceda reconózcanlo como la Voluntad de Dios.
Todas las diferencias surgen de nuestros propios sentimientos de mío y tuyo. De hecho, no existe diferencia alguna entre ustedes y Yo. Ustedes y Yo somos uno (fuerte aplauso). No piensen que Dios existe de manera separada en algún lugar en particular. Piensen que ustedes son Dios. No son el cuerpo. El cuerpo es como una burbuja de agua. La mente es como un mono loco. El intelecto oscila. De modo que no son el cuerpo ni la mente ni el intelecto. Ustedes son ustedes. Debieran hacer un real esfuerzo por conocer esta verdad.
Mañana es Rama Navami. Este es el día en que naciera Rama. Hay un historia al respecto. En el Treta Yuga, reinaba el Rey Dasaratha en Ayodhya. Se casó con Kausalya, la que era hija del rey de Kosala. Después de algún tiempo, ella dio a luz a una hija que fue bautizada como Santha. Mas Dasaratha no se sintió satisfecho con una hija, sino que quería un hijo varón, por lo cual se la dio a un amigo quien la adoptó. Después de eso no quiso hacer otro intento, sino que quiso tener otra esposa. Tal como se estilaban las cosas en aquel entonces, tenía que obtener el permiso de la primera esposa antes de casarse con otra mujer. Por lo tanto, Dasaratha fue a hablar con Kausalya y le dijo, “Estoy pensando en casarme de nuevo”. Y ella le autorizó para actuar según lo deseaba.
Luego de obtener el permiso de Kausalya, contrajo matrimonio con Sumitra, con la esperanza de tener un hijo. Pero ella no quedó encinta. Esto hizo que Dasaratha se preocupara. Por entonces recibió la información acerca de que el rey de Kekaya tenía una hija muy hermosa llamada Kaikeyi. Fue a hablar con el rey de Kekaya y le propuso casarse con su hija, diciéndole que ya tenía dos esposas. Dasaratha siempre decía la verdad. Sathyannasti Paro Dharma – no hay dharma mayor que la adhesión a la verdad. Le explicó al rey en detalle su problema. El rey de Kekaya dijo entonces, “Ya tienes dos esposas y no te han dado un heredero. Ahora quieres una tercera mujer. Te puedo dar a mi hija en matrimonio bajo la condición que el hijo que ella tenga será el heredero de tu reino.” Dasaratha accedió. Manthara, quien era muy cercana a Kaikeyi, escuchó la conversación.
Por lo tanto el matrimonio se celebró con gran regocijo de todos. Sin embargo, ella tampoco quedó encinta, incluso pasado un largo tiempo. Por lo tanto, Dasaratha decidió llevar a cabo el Putrakameshti Yajna, como lo deseaban los que le querían bien. El sabio Rishyasringa viajó a Ayodhya acompañado por su mujer Santha, para celebrar el yajna.
Durante el décimoprimer día de las ceremonias, un luminoso ser surgió del fuego en el altar, llevando una vasija que contenía un Payasam (un budín dulce). Dasaratha le entregó el Payasam al sabio Vasishtha y le rogó que lo repartiera por partes iguales entre las tres reinas. De modo que Vasishtha distribuyó el Payasam entre Kausalya, Sumitra y Kaikeyi, las que se llevaron sus respectivas porciones a sus cuartos de oración. Cada una de ellas se sentía feliz, pensando que su hijo sería el futuro rey de Ayodhya. Kaikeyi pensaba que Dasaratha coronaría a su hijo, según la promesa que hiciera antes de su boda. Kausalya pensó que, siendo la primera mujer, su hijo tendría todo el derecho para llegar a ser rey. Mas Sumitra no tenía nada que reclamar. Ella era un parangón de virtudes. Su nombre mismo “Su-mitra” significa que era una buena amiga para con todos. Llevó su pocillo a la terraza y lo colocó sobre el parapeto, mientras se secaba el cabello al sol. De pronto, un águila se lanzó sobre el pocillo, lo cogió y se lo llevó para dejarlo en la cumbre de la montaña Matanga. Anjana Devi lo encontró y comió del sagrado budín. De modo que quedó embarazada y dio a luz a Hanuman.
Sumitra bajó corriendo y le informó a Kausalya y a Kaikeyi de lo ocurrido. Ellas, para ayudarle, compartieron su budín con ella. Kaikeyi le dio la mitad de su porción y Kausalya hizo otro tanto. A su debido tiempo, Kausalya dio a luz a Rama, Kaikeyi a Bharata y Sumitra a Lakshmana y Satrughna. Kausalya y Kaikeyi tuvieron un hijo cada una, en tanto que Sumitra tuvo dos. Cuando inquirimos en la razón, podemos entender el misterio tras de esto. Los hijos de Kausalya y Kaikeyi jugaban felices en sus cunas, en tanto que los de Sumitra lloraban todo el tiempo y rechazaban su leche. Sumitra estaba desconcertada buscando una razón para este comportamiento e intentó en vano varios tipos de Yantras, Mantras y Tantras para que estuvieran cómodos. Por último fue donde el Sabio Vasishtha y le confió su predicamento. El Sabio Vasishtha cerró los ojos y su visión yóguica le permitió saber la verdad. Le dijo a Sumitra, "Como compartiste del sagrado budín dado a Kausalya, alumbraste a Lakshmana quien es un Amsa (parte) de Rama. De manera similar, Satrughna nació de la porción del budin que te diera Kaikeyi, de modo que él es parte de Bharata. Coloca a Lakshmana junto a Rama y a Satrughna junto a Bharata, de ese modo se tranquilizarán." Sumitra hizo lo que le dijera Vasishtha. Ambos, Lakshmana y Satrughna dejaron de llorar y comenzaron a jugar felices en sus cunas. Esta fue la base para la íntima relación que se estableciera entre Rama y Lakshmana y entre Bharata y Satrughna.
Puesto que los dos hijos de Sumitra estaban siempre junto a Rama y a Bharata, ella poco tenía que hacer. De vez en cuando iba donde Kausalya y Kaikeyi para ver como sus hijos jugaban con sus hermanos mayores. Junto con verlos, les demostraba su amor y afecto. Y de este modo, los cuatro hijos de Dasaratha crecieron en un ambiente de amor y felicidad. Sumitra se sentía feliz, porque Lakshmana serviría a Rama y Satrughna a Bharata, una vez que fueran mayores.
Rama, Lakshmana, Bharatha y Satrughna crecieron como jóvenes de gran valor y saber bajo el amoroso cuidado de sus padres y del Guru Vasishtha. Cuando Rama y Lakshmana partieron para proteger el Yajna del Sabio Viswamitra, este les llevó a la corte del Rey Janaka para participar en el Swayamvar (festival para la elección de un novio para una joven casadera) de su hija Sita. Allí fue donde Rama quebró el arco de Siva y ganó la mano de Sita. El matrimonio de Rama y Sita fue motivo de gran júbilo en Mithila. Las gentes entonaban alegres canciones, dando la bienvenida a todos para asistir a los esponsales de Sita y Rama.
Bienvenidos todos al matrimonio de Rama;
juntos seremos testigos de la feliz escena.
Muchos se han reunido ya,
vestidos con sus mejores galas.
Las damas adornadas con collares
de puras y relucientes joyas.
Rama atará el nudo nupcial de la bella Sita ¡Qué hermosa pareja hacen!
(Canción en Telegu)
Las mujeres del reino llegaron para participar en los esponsales y cantaban alegres canciones :
Vengan a ver el matrimonio de Rama y Sita,
El sólo verlos conferirá gran mérito.
Benditos sean los que vean esta escena.
Vengan todos, miren con alegría esta sagrada boda.
(Canción en Telegu)
Despues del matrimonio, cuando retornaban a Ayodhya, escucharon un ruido ensordecedor. Mientras se preguntaban de donde provendría, apareció el Sabio Parasurama y bramó, "¿Quién fue el que quebró el arco de Siva?" "Fui yo quien lo quebró", dijo Rama. "Si es así, veamos si eres capaz de quebrar mi arco…" y diciendo esto, le pasó su arco a Rama. Rama lo quebró con Su sola mano izquierda. Viendo eso, Parasumara ofreció sus saludos a Rama y le entregó sus dos Kalas (esplendores). Rama estaba dotado de doce Kalas y ahora, resplandecía con las doce Suyas, dos de Sus hermanos y las otras dos que le diera Parasurama. Fue así que Rama resplandecía brillantemente con el total de las dieciseis Kalas del Virat Purusha. Con la rendición de Parasurama, el poder de Rama llegó a ser pleno y completo.
Con el paso del tiempo, Dasaratha se dio cuenta que estaba envejeciendo y que debía coronar a uno de sus hijos como heredero de su reino. Siendo que Rama era el mayor de sus cuatro hijos y que poseía todas las cualidades para llegar a ser un digno rey para el reino, pensó en coronarle como heredero. Esta noticia fue recibida con gran júbilo y felicidad por todos los súbditos, porque todos ellos pensaban que Rama era el más adecuado para tomar las riendas del reinado.
Cuando Manthara escuchó la noticia, fue donde Kaikeyi y le recordó las dos promesas que le hiciera Dasaratha. Le sugirió que le exigiera a Dasaratha que Bharata había de ser coronado como heredero y que Rama había de ser exiliado por catorce años a la floresta. Aunque Kaikeyi amaba a Rama más que a Bharata, se dejó influenciar por el malvado consejo de Manthara. Se quitó todos sus ornamentos y se recostó irritada en su aposento. Dasaratha fue a verla e inquirió acerca de la razón para su enojo. Cuando Kaikeyi le exigió cumplir las dos promesas que le había hecho antes, Dasaratha se sintió muy afligido. Mas como Kaikeyi persistiera en sus demandas, cedió y accedió a hacer de Bharata el principe heredero de Ayodhya. Mas, cuando ella le habló de su segunda exigencia, pidiéndole que enviara a Rama a la floresta por catorce años, Dasaratha se sintó profundamente abatido.
Sin embargo, Rama accedió de inmediato a convertir a Bharata en el principe heredero y a partir él a la floresta por catorce años, para mantener la promesa hecha por Su padre a Kaikeyi. Mas, cuando Lakshmana oyó esto, se enfureció. En un ataque de ira, hasta pensó en terminar con las vidas de Kaikeyi y de Manthara. Rama lo apaciguó, diciendo que su deber primordial era el de acatar el mandato de su padre y que no debían hacer nada que pudiera dañar la reputación de éste.
Kaikeyi quería que Rama partiera de inmediato a la floresta. Lakshmana y Sita decidieron seguir a Rama. Lakshmana fue donde su madre, Sumitra, y pidió su permiso y bendiciones para servir a Rama en la floresta. Sumitra se sintió muy feliz al escuchar que Lakshmana iría con Rama. Lakshmana fue entonces donde su mujer, Urmila. Cuando entró a su alcoba, ella estaba creando una pintura. Era una buena pintora. Lakshmana le preguntó qué pintaba y ella respondió que estaba haciendo un cuadro sobre la coronación de Rama.
Al oir esto Lakshmana, le dijo que Rama no iba a ser coronado y que partía a la floresta por catorce años. Le informó además que había decidido acompañar a Rama. Urmila no puso objeciones y dijo, "Protege a Rama y a Sita como los párpados protejen a los ojos. Ellos lo son todo para ti. Considéralos como tu padre y tu madre. Nunca flaquees en servirles. Nunca pienses en mí ni por un momento mientras estés allá durante estos años. Sólo Sita y Rama deben ser lo principal en tu mente." Y diciendo esto, se inclinó reverente ante él.
Sita, Rama y Lakshmana subieron a carro y partieron hacia la floresta. Dasaratha corrió tras del carro diciendo, "¡Rama! Quédate por algún tiempo. Déjame ver tu hermosa forma por un tiempo al menos. Como sea, no puedo detenerte." El dolor de la separación de Rama fue más de lo que Dasaratha podía resistir. Se negó a comer y se rehusó a beber ni siquiera una gota de agua. Todo el tiempo no hacía sino repetir, "¡Rama, Rama!" Y de esta manera, recordando en todo momento a Rama, dejó su cuerpo mortal. Todo esto sucedió porque había una razón tras de ello y fue como sigue.
Una vez, Dasaratha fue a la floresta a cazar. Llegó hasta cerca de la ribera de un río, escuchó un ruido y pensó que era algún animal bebiendo agua.
Al oir el ruido, Dasaratha disparó hacia el lugar del que provenía. Esa flecha hirió a Sravana Kumar y fue fatal. Este había venido a buscar agua al río para calmar la sed de sus ancianos padres, quienes eran ciegos y desvalidos. Era el único apoyo que tenían y él los llevaba consigo, en un Kavadi (un palo de bambú del que cuelgan dos grandes canastos, uno en cada extremo), a todos los lugares de peregrinación. Cuando Dasaratha se dio cuenta de lo que había hecho, quedó profundamente apesadumbrado por haber causado la muerte del único hijo de los ancianos.
Antes de morir, Sravana Kumar, le pidió que le llevara agua a sus viejos padres.
Cuando Dasaratha les informó de la trágica muerte de su hijo, se sumieron en una inconsolable tristeza y le
maldijeron, diciendo que él también tendría una muerte trágica debido a la separación de su hijo. Eso fue lo que sucedió con Dasaratha. En último término, la maldición pronunciada por almas nobles no puede ser revertida.
Después de los esponsales de Sita y Rama, Viswamitra también partió a la floresta.
No es suficiente el que adoremos a Rama únicamente para Su cumpleaños. Cuando Rama retornó a Ayodhya, todas las gentes Le dieron una regocijada bienvenida, cantando Su nombre y Su gloria. En Bharat no encontramos ninguna aldea que no tenga un templo de Rama ni una persona que no conozca el nombre de Rama. Hacia donde nos volvamos, el nombre de Rama se oye por doquier. Aunque han pasado miles de años, el nombre de Rama es tan fresco y nuevo hoy como lo era en el pasado. Rama es siempre nuevo. El nombre de Rama proporciona alegría a todos. Hasta cuando se acercan a alguna anciana que, aunque no pueda ya decir palabra alguna, estará entonando el nombre de Rama. En las aldeas no se podrá encontrar ni una sola persona que no conozca el nombre de Rama. No hay aldea alguna en que no encuentren un templo de Rama. Incluso allí en donde no se puede edificar uno, la gente levantará una pequeña ramada, la cubrirá con un par de sábanas e instalará un ídolo de Rama en ella. Incluso después del paso de miles de años, el nombre de Rama es conocido en todas partes y es grandemente estimado por las gentes. En la actualidad, el nombre de Rama es entonado hasta en Rusia. De hecho, Su nombre se ha difundido hasta cada rincón del mundo
El nombre de Rama es la joya máxima entre todos los Nombres. Todos lo pueden cantar con facilidad. Por eso, sea cual fuere la tarea en la que estén ocupados, debieran entonar constantemente el nombre de Rama mientras la llevan a cabo. Cuando salen de casa, cuando van camino a la escuela o la universidad, debieran estar cantando todo el tiempo el nombre de Rama. El nombre de Rama debiera hacerse parte de su respiración.
Om Sai Ram
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Traducción de Herta Pfeifer
Santiago, abril 2008