La sabiduría del gato
El gato es un animal que conoce el valor de las sensaciones inmediatas: un rayo de sol, la gracia voluble del vuelo de una mosca, el calorcillo de un rincón amable. Vive estas sensaciones actuales con sabio deleite lento; saborea sin prisa, desechando alegrías turbulentas y tristezas lacerantes. En él todo es equilibrio y justeza. Lo envidiarían igualmente un epicúreo y un estoico. El gato ama la serena contemplación que se olvida del cuerpo porque halló para el cuerpo la temperatura apetecida. Por eso es un animal dormilón, sin ilusiones, sin grandes afectos, sin pasiones violentas. Su misma sensualidad le permite hallar, en los minúsculos placeres de la vida cotidiana, plenitud y colmada riqueza de goces. En este aspecto el gato es un artista de lo menudo y delicado. El gato no odia al perro, como se ha dicho por observadores superficiales. En realidad no odia a nadie porque odiar es doloroso, implica tensión, exige movimiento y violencia en el ánimo. El gato no odia sino en el instante en que se le perturba y a quien, con ignorancia de la exquisita sabiduría de este solitario, sobresalta las secretas orgías de su refinada placidez contemplativa y sensual.
(Álvaro Fernández Suárez, Hermano perro (la novela de los tiempos), cap. V. La fotografía de Blackie es de Javier Prat Martínez).
http://eldoctorhache.wordpress.com/2007/06/11/la-sabiduria-del-gato/