Pero una semana, una sola semana de soledad, una sola semana sin oir la dulce música de un maullido, una sola semana sin sentir la suave caricia de un lomo felino restregándose contra mis piernas, una sola semana sin tropezarse mis ojos con la profundidad y la belleza de unos ojos gatunos... y mi piso, tan grande y espacioso, se cernía sobre mí como un cepo, ahogándome.
No me apetecía viajar. Quería volver a ser madre gatuna, YA.
Llamé a ASOKA. El domingo siguiente iría al albergue, y eligiría a mis hijitos.
Mi prima, una de las dirigentes del albergue, me dijo: "Nacho-el Vete de Curro- ya me ha dicho que te ofrezcamos sólo gatos SANOS, que bastante has sufrido ya con Curro, y que sean muy sociables, que ahora necesitas recibir mucho cariño".
Ví un rubito precioso, y me enamoré enseguida de él... y él de mí. Pero... ESTABA RESERVADO, y al día siguiente ya volaba hacia su nuevo hogar en Alemania. Una linda gatita blanquinegra ronroneó cuando la tomé en mis brazos. ¡También se iba a Alemania, caray!. Los otros gatos de la zona de los "sanos", se escondían...
Mi prima me dijo: "Vamos a ver a los que aún están en cuarentena; sólo que tendrás que esperar a que sepamos seguro que son negativos en leucemia y V.I.F.; acabamos de hacerles los tests y los resultados aún no están...".
Voy recorriendo las jaulitas individuales de la cuarentena. Una gata bellísima, Sara, tenía un cartel de "Insociable, no tocar". Una guapa mamita atigrada, amamantando varios bebitos recién nacidos. Un persa negro, Pelucho, moqueando y estornudando... tenía rinotraqueitis y estaba en tratamiento.
"Mira estas dos gatitas" -me señaló mi prima dos jaulas- Caty y Puncheta. Muy cariñosas las dos, y ya castradas... ¿No querrías 2 hembritas?". "Bien -dije yo- voy a elegir a una de ellas, ¡pero el otro ha de ser un machito!".
Al lado del persa enfermo, una última jaulita. ¡Dios mío! Unos enormes ojazos verdes y redondos me miraron desde dentro, y la pequeña cabecita que los enmarcaba se acercó a la rejilla. Arrimé mi mano, y... "PRRRRRRRRRR, PRRRRRRRRRRR, PRRRRRRRRRRR", un ronroneo potentísimo masajeó mi corazón doliente...
Fué un "flechazo". En la jaula decía "BENITO. Ingresado el 17-3 (el día que falleció Curro... qué coincidencia). Pendiente de análisis y castración".
"¡Paqui, QUIERO este gatito!. Bueno... cuando sepamos que está sano, ojalá lo esté. ¡Pero resérvamelo, por favor!. Es tan guapo y cariñoso, que seguro que lo mandan a Alemania".
Mi prima le puso el cartel de "RESERVADO", y una nota: "Avisar a Nacho para que reclame los análisis y lo castre cuanto antes". (Nacho es uno de los Veterinarios colaboradores en ASOKA).
Ya "CASI" tenía un hijito. Faltaba la niña. Caty o Puncheta, ¡qué dilema!. Caty era como las Negris de Silvia, o como The Cuchinas Hermanitas de Sol, con bellos ojitos dorados. La tomé en mis brazos; era muy dulce y manejable; buena candidata... Puncheta era también manchadita, pero en tonos más claros, y con mezcla de pelitos rojos. Una carita muy linda y dulce. La tomé en mis brazos... y me lamió la mano.
¡Era ELLA; Puncheta sería mi hija!. No me gustaba el nombre -significa "Pinchita", en valenciano, pero yo no la ví "pinchosa", para nada. Bueno... eso sería un tema para pensar.
Pero yo quería esperar a que Benito estuviera preparado y adoptarlos a los dos a la vez, así que esperaría... Cartel de "RESERVADA", también para Puncheta.
(Continuará...)
PUNCHETA (Ahora Emy Rosita), en su jaula de cuarentena.
BENITO, en la jaulita de cuarentena.
-Mari Jose.