A Jaimito… mi gatito negro
Un gatito negro, como de azabache
de fino pelito, como de algodón,
con ojos brillosos de expresión humana,
alegre, gracioso y tan juguetón.
Aún sufro mucho para describirlo,
porque es tan reciente lo que sucedió,
su nefasta idea de salir corriendo
hacia aquella rueda que nos lo llevó.
Su deseo inmenso de estar en los brazos,
Igual que a un niñito lo acunaba yo
y ahora mis brazos encuentro vacíos,
él ha preferido que lo acune Dios.
Si es cierto que hay un cielo para los gatitos,
seguro que alegre jugando allí está,
pero el vacío que nos ha dejado
no podrá otro gato llenarlo jamás.
A él lo trajeron para consolarme
por otra gatita enferma que murió
y en tan breve tiempo se ganó el cariño
como si la suya fuese una misión.
Y así nos seguía hacia todas partes,
desde la cocina hasta el comedor,
por el dormitorio y hasta sobre el piano,
y en la misma cama dando su calor.
En las vacaciones iba con nosotros
y su inteligencia llamaba la atención
porque se portaba igual que un perrito
corría y jugaba mas con corrección.
Allá en Bariloche se trepaba a un árbol
o se deslizaba por un paredón
y allá en Monte Hermoso cavaba en la arena
y comía almejas como un gran señor.
Y así como todo lo lindo y lo bueno
se termina pronto, él se terminó
dejando tristeza tras su despedida
y un bello recuerdo en el corazón.
Allá en el cielo de los gatos buenos
el ángel gatuno más lindo será
pero otro gatito aquí en la tierra
como mi Jaimito, no hubo ni habrá.
Francisca Bruno de Ferraro (Chola)
------------------------------------------------------------------------------
PARA MI GATO “MOÑITO” (Julio 1992)
Han pasado cuatro meses
y aún me cuesta creer
que mi Moñito querido
con nosotros ya no esté.
Dieciséis años cumplió
este febrero pasado
pero en marzo nos dejó
estaba tal vez cansado.
Según el veterinario
ningún gato vive tanto,
es un caso más que raro
pero igual me embarga el llanto.
Hace ya justo justo veinte años
a otro gatito lloré
qué equivocada estaba
cuando a Jaimito lloraba
diciendo que no habría otro
que quisiese igual que a él.
Moñito entendía todo,
todo lo que se decía
y hacía sus cariñitos
parándose en dos patitas
ganando la simpatía.
El color de su pelaje
gris humo o tal vez gris bruma
y su tamaño robusto
parecía desde lejos
un cachorrito de puma.
Cuántas personas pasaban
y al verlo, se detenían
lo miraban y miraban
y siempre algo decían.
Bien sé que todos los seres
tarde o temprano partimos
pero cuesta acostumbrarse
y la ausencia la sentimos.
En el cielo de los gatos
seguro ya se encontraron
y jugueteando estarán
Jaimito y Moño hermanados.
Francisca Bruno de Ferraro (Chola)
SERGIO
KAL EL